En junio de 1941, a casi dos años de comenzada la Segunda Guerra Mundial,
agentes de Inteligencia de EEUU y Reino Unido infiltraron una misiva en las
valijas diplomáticas bolivianas desde Alemania, para hacer creer que desde
Bolivia se conjuraba una acción bélica hacia Latinoamérica a favor de los nazis.
El historiador militar general Tomás Peña y Lillo relató a La Razón que el
propósito de los países Aliados (Reino Unido, Francia, Polonia, Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas y otros), en especial de EEUU, era el evitar
que las naciones sudamericanas se alinearan al Gobierno alemán y a la Potencia
del Eje (Alemania, Italia y Japón).
La carta presuntamente fue escrita por el agregado militar boliviano en Berlín,
mayor Elías Belmonte, y enviada al embajador de Alemania en la ciudad de La
Paz, Ernest Wendler, con quien supuestamente se conjuraba el plan para provocar
el golpe de Estado al entonces mandatario de Bolivia, Enrique Peñaranda.
“Hicieron una conjura para hacer creer que el agregado militar boliviano en
Alemania, que era el mayor Elías Belmonte, envió una misiva en la que se
declara una conjura para tomar el poder y apoyar a la Alemania nazi. Lo único
que necesitaban era que se declare la guerra para que no tuvieran
representación diplomática ni posibilidad de que sus barcos encallen en puertos
latinoamericanos”, relató el historiador.
Peña y Lillo señaló que existía la intención de EEUU de obtener los recursos
naturales de Bolivia, como el estaño, que era demandado para la fabricación de
armamento para la guerra. Belmonte fue designado en junio de 1940 y un año
después se conoció el incidente diplomático que derivó en su baja de las
Fuerzas Armadas (FFAA) y la remoción del Encargado de Negocios boliviano en
Berlín, Alfredo Flores.
MISIVA. La supuesta carta enviada por Belmonte a Wendler, decía: “He sido
informado por amigos de la Wilhelmstrasse (sede del ministerio de Asuntos
Exteriores en Berlín-F. K.) que, según informes que ellos recibieron, se acerca
el momento de pasar a los hechos y liberar a un pobre país de un gobierno débil
con rasgos enteramente capitalistas”. “Yo iría más lejos aún: el golpe de Estado
debe tener lugar a mediados de julio y yo lo considero como el momento
apropiado, pues, conforme a las noticias que he obtenido del ministerio de
Asuntos Exteriores de Berlín, me regocijo en ver que todos los cónsules y
amigos en toda la república boliviana han preparado el terreno y han organizado
nuestras fuerzas inteligentes y con energía”.
La nota explicaba que Belmonte supuestamente llegaría a Cochabamba en
paracaídas y que los demás militares de La Paz, Santa Cruz y Trinidad (Beni)
arribarían al centro del país en bicicletas, “ya que los automóviles y camiones
son bulliciosos”.
La Razón accedió a la correspondencia entre Bolivia y Alemania de 1940-1942,
que se encuentra en el Archivo Diplomático de la Cancillería del Estado. En la
documentación se refleja que el impasse generó la declaratoria de persona no
grata al embajador alemán Ernest Wendler, a quien se dio un plazo de tres días
para abandonar el territorio.
El Gobierno teutón actuó de la misma manera con el Encargado de Negocios de
Bolivia e hizo conocer su protesta “enérgica” por la determinación. El
canciller boliviano Alberto Ostria inmediatamente designó a José Saavedra como
nuevo representante de la legación boliviana.
Luego, el 4 de diciembre de 1943 se dio la ruptura de relaciones entre los dos
países y la declaratoria de guerra de Bolivia a Alemania, con lo que se cumplió
el propósito de EEUU. Belmonte negó haber escrito esa misiva y aclaró
públicamente en Berlín que el Gobierno boliviano tomó “desusadas” medidas
contra el ministerio de la Gran Alemania, “basándose en una carta que dicen que
yo he escrito al ministro Wendler en La Paz y que el Gobierno boliviano, como
ha publicado, ha recibido de una potencia extranjera”, dijo.
Antes de su muerte, a finales de los 70, el agente inglés Montgomery Hyde
publicó en sus memorias que, con apoyo de los agentes norteamericanos, infiltró
la carta para generar un conflicto diplomático entre Bolivia y Alemania. Tras
la revelación, el presidente Wálter Guevara (1979) y las FFAA restituyeron a Belmonte
y lo ascendieron a general como especie de resarcimiento.
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