Por: Maurice Cazorla Murillo / El Fulgor de Oruro, agosto de
2019.
Uno de los mejores testimonios escritos del periodo de la
Independencia es el Diario de un Combatiente de la Guerra de Independencia:
José Santos Vargas, un personaje que nació en Oruro en el periodo colonial.
En ocasión de la invasión del Ejército de Esteban Arze a Oruro el 16 de
noviembre de 1811, siendo adolescente José Santos Vargas, decide dejar todo.
Había quedado huérfano y prefirió salir con los derrotados cochabambinos hacia
Paria, donde lo insultaron con improperios como “Tablachico” o “Hijo de Goyeneche”,
por su apariencia de español, siendo que su padre fue importante funcionario
colonial.
Fue incorporado como “tambor” a la guerrilla formada en los valles de Ayopaya a
cargo del célebre Eusebio Lira. Inspirado por su hermano que cumplía funciones de
cura y al haber desarrollado la habilidad de “escribano”, decidió registrar a
modo de diario todos los acontecimientos que se desarrollaron en la región de
Ayopaya donde se concentraba la famosa guerrilla.
En este espacio, no haremos un análisis de tan importante documento, pues lo
dejaremos para otro proceso, sin embargo, hacemos énfasis en este párrafo:
“quizá los hombres mismos que ahora nos persiguen con tanta tenacidad, con
tanto rigor e inhumanidad serán los que gocen de los frutos del árbol de la libertad
tan deseada de sus propios hijos y fieles defensores suyos”.
Cuánta razón tuvieron aquellos humildes milicianos que empuñaron sus armas sin
entrenamiento militar, ni formación, pero que se enfrentaron a un ejército
organizado de los españoles que estableció su cuartel General en ese periodo en
la Villa de Oruro, promoviendo combates en toda aquella región.
La lucha iniciada en esta guerrilla sólo fue reaccionaria, pues en los primeros
años de la llamada “Guerra de Independencia”, no se tenía un claro objetivo
estratégico. El territorio de la Audiencia de Charcas, se encontraba invadida
por el ejército del Perú, y de allí viene la denominación de “Alto Perú”, como
un afán de reivindicación territorial del Virreinato del Perú ante la creación
del Virreinato del Río de La Plata en el año de 1775.
Por ello, la organización de Ejércitos Auxiliares que fueron enviados
inicialmente por la Junta de Buenos Aires para recuperar aquellos territorios
ocupados por los peruanos, de allí que el concepto de “patriota”, se vinculaba
a los nacidos en el territorio del virreinato del Rio de La Plata.
El diario reconoce su lealtad a las Provincias Unidas del Río de La Plata y de
españoles a los ejércitos del Perú. Es importante esta distinción, pues en esos
primeros años no se hablaba de Independencia, sino después de conocer la
anulación de la Constitución de Cádiz por el propio Rey Fernando VII,
paragógicamente quien la promulgo, generando movimientos separatistas en el
continente, no en vano es considerado uno de los peores monarcas de la historia
española.
El diario incluye el Acta de Independencia de las Provincias Unidas en
Sudamérica, que en realidad marca la Independencia de la República Argentina el
9 de julio de 1816, con representación de provincias que incluían a la
Audiencia de Charcas. Eusebio Lira promovió misa y además el pago de 8 reales a
la tropa por este regocijo; sin embargo, la presencia de tropas españolas no
logró disfrutar de la libertad. Tuvieron que pasar más años y muchos
enfrentamientos, entre ellos el asesinato del comandante Lira.
Sin embargo, queda en los registros, que al no poder consolidar la soberanía al
nuevo estado argentino los territorios de lo que se conoció como Alto Perú,
relata que en 1820 conocen por primera vez el nombre de Simón Bolívar que
realizaba acciones militares en el Norte.
En el territorio, muchos militares entre ellos José Miguel de Velasco, Andrés
de Santa Cruz, José Pérez de Urdinidea, Pedro Blanco y muchos otros estuvieron
en filas realistas que, ante la imposibilidad de sostener a un ejército abatido
en Junín y Ayacucho, decidieron volcar las banderas por las “Patriotas” con la
renuncia de regimientos íntegros a la causa española.
No solo fueron los militares, también los doctores de Charcas y familias que
apoyaron la causa absolutista, entre ellos el célere Casimiro Olañeta.
Paradójicamente también muchos pueblos indígenas declarados fidelísimos al Rey.
El diario de Vargas nos detalla las incursiones de los “Amedallados”, caciques
aymaras que asesinaban a los patriotas y que ostentaban la medalla con la
efigie del Rey Fernando VII.
José Santos Vargas, entró a su tierra en 1823, pero no logró ningún cargo
público, los que aprovecharon fueron quienes a un principio los atacaron, los
asesinaron despiadadamente y quienes se declararon enemigos de la Junta de
Buenos Aires y por intereses prefirieron consolidar un nuevo Estado separado
del Perú y de la Argentina.
Esto nos demuestra que otros disfrutaron de los frutos de la libertad,
levantada por estos ciudadanos que en su humildad y pobreza combatieron la
sanguinaria incursión del ejército español.
Actualmente, estos personajes son olvidados, y en la historia oficial se
reconocen a quienes gozaron de los frutos de la libertad. Las generaciones
actuales, no conocerán nunca los sacrificios y sufrimiento de aquellos que
mantuvieron su lealtad.
Pese a ser descendiente de español, José Santos Vargas, decidió convertirse a
indígena al haber formado familia con una mujer de la región, el actual billete
de 10 bolivianos no le hace justicia en su representación física.
Estos hechos se pierden en el tiempo, y sólo el diario y otros pocos
testimonios quedan simplemente relegados a un anaquel olvidado y las
generaciones actuales se sirven de los frutos del árbol de la libertad, sin
conocer quienes lo sembraron.
//Articulo disponible en: https://elfulgor.com/…/-del-arbol-de-la-libertad-otros-se-
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