Por: José Antonio Loayza Portocarrero, mayo de 2019.
Blog dedicado a la compilación, revalorización y difusión de la historia y cultura de Bolivia. Sitio cultural sin fines de lucro.
Por: José Antonio Loayza Portocarrero, mayo de 2019.
Lechín, Escobar y Pimentel. |
Por: José Antonio Loayza Portocarrero / publicado originalmente el 10 de mayo de 2020.
Actual plaza Murillo, testigo mudo de nuestra historia. |
Por: José Alberto Diez de Medina. / El Diario, 21 de diciembre
de 2016.
El Cnel. Plácido Yáñez, un alcohólico, matón de represión
política, era autor de las famosas matanzas de Yáñez. Él había nacido en la
ciudad de La Paz, era producto de soldado de cuartel, debido a sus matonajes, y
servidumbre a cualquier costo, y había ascendido a coronel. En sus continuas
borracheras y francachelas, se atribuía ser hijo del vencedor de Ingavi, con
una cocinera de la casa Ballivián.
En l861, el gobierno del Gral. José María Achá cometió el
error de nombrar comandante de La Paz al Cnel. Yáñez, declarando estado de
sitio para el departamento.
Y al mismo tiempo le dirigió una carta, dándole su total
confianza, ante cualquier asonada o levantamiento.
El 23 de octubre se produjo un tumulto en la plaza de armas
de la ciudad de La Paz, al parecer promovido por el mismo Yáñez, donde se daba
vivas a Belzu y a Córdova; igual comportamiento tuvieron tres compañías del
Batallón 2do., sacadas del cuartel Sucre, simulando un ataque a la prisión de
Loreto.
Presentándose el Cnel. Yáñez, ordenó la represión, sacando a
los prisioneros de sus camas y ordenando el fusilamiento de todos ellos,
iniciando este hecho con el asesinato del Gral. Córdova, en el coro del Loreto,
con cuatro tiros de fusil.
En otras prisiones se procedió de la misma forma, sumando
ese día 60 el total de asesinados y fusilados, en la matanza.
El 11 de noviembre de 1861, se trasladó el Gobierno desde
Sucre hacia la ciudad de La Paz, vale decir se trasladó el Gral. Achá, llegando
un día antes el Gral. Celedonio Ávila, Ministro de Guerra, recibiendo las
súplicas de las familias de quienes aún quedaban detenidos, y dispuso la
libertad de todo detenido.
El 23 de noviembre, el Cnel. Narciso Balsa se levantó en la
ciudad de La Paz, a favor del doctor Ruperto Fernández con el Batallón 3ro. y
otras fuerzas, atacando el cuartel Sucre del Batallón 2do. El combate duró
cerca de cuatro horas, con muchas bajas por ambos lados.
El pueblo de La Paz colaboró en el levantamiento, no dando
su apoyo a favor al Dr. Fernández, sino tratando de vengar los latrocinios de
Yáñez. Se suponía que Yáñez se encontraba en el cuartel Sucre, mas el populacho
fue anoticiado de su retiro al Palacio de Gobierno.
Atacado el palacio, Yáñez tuvo que huir por los tejados
vecinos, al ser visto por un sargento del Batallón tercero, de nombre Antezana,
fue ultimado, cayendo su cuerpo en el patio de una casa vecina. El pueblo
enardecido escarneció el cuerpo muerto de Yáñez, lo sacó del palacio
arrastrándolo, por varias calles, hasta tirarlo en un pequeño barranco, donde
usualmente se depositaba la basura y el estiércol de la ciudad.
Tales fueron los últimos momentos del Cnel. Yáñez.
Igual suerte corrió su ayudante, el “tuerto” Luis Sánchez,
que fue ultimado a golpes.
Curiosamente, en el ataque al Palacio de Gobierno, realizada
por el populacho, no hubo robos ni destrozos, el pueblo respeto el mobiliario
del Palacio de Gobierno.
Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1926.
Tropas bolivianas en la Guerra del Chaco. |
Por: Freddy Zárate.
Hace 54 años, el médico Abelardo Ibáñez Benavente publicó el
libro Sed y sangre en el Chaco (La Paz: Editora en Marcha, 1967), que según
indica su autor fue trazado de manera fragmentaria.
“Me ha impulsado a escribir este reducido trabajo, el
ineludible deber que tiene todo ciudadano amante de su patria y de su
profesión, de contribuir con los resultados de su labor y de su experiencia al
progreso del medio en el que ha desarrollado sus actividades específicas”,
escribía.
Pero las notas de Ibáñez difieren del título del libro, ya
que gran parte de su contenido se ocupa en evocar pasajes de su época
universitaria en la Escuela de Medicina de Chile, la elaboración de su tesis de
licenciatura, su retorno a la patria, sus primeros años como cirujano militar, su
paso por el Ministerio de Salud, su candidatura a la Vicepresidencia bajo las
banderas del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), entre otros pasajes
de su vida.
Por las sendas del Chaco
En lo que respecta a su participación en la Guerra del Chaco
(1932-1935), el médico Ibáñez recuerda que “en esos primeros días, después de
la ruptura de hostilidades bélicas, se produjo una enorme efervescencia
patriótica en todo el pueblo boliviano. En todas las poblaciones se pedía
castigo inmediato de la agresión contra la pequeña guarnición boliviana de la
laguna Chuquisaca”. En ese interregno, “desde el primer día se comenzó a tomar
providencias necesarias para movilizar los recursos sanitarios para
constituirse en el teatro de operaciones”.
Curiosamente –señala Ibáñez–, “los médicos no le dieron la
importancia que tenía la situación bélica, sea por animadversiones personales,
casi ningún médico se presentó al llamado de la Sanidad Militar”.
Después de tres días de la declaratoria de guerra, se formó
rápidamente la primera brigada sanitaria que debía salir a la zona de
operaciones. Únicamente se presentaron cinco médicos –rememora Ibáñez–,
suficientes para llenar un automóvil. En esas circunstancias, emprendieron el
viaje de la ciudad de La Paz a las llanuras del Chaco, que describen como “un
camino recién construido que presentaba innumerables dificultades para un
tránsito rápido. Con camiones lentos, fangos, irregularidades explicables en un
camino tan largo y fragoso”.
Ya en territorio del Chaco, Ibáñez relata el encuentro que
tuvo con el general Carlos Quintanilla, que había sido designado por el
presidente Daniel Salamanca para comandar el Primer Cuerpo del Ejército, con
sede en Muñoz: “Me presenté ante él, explicando la odisea que habíamos sufrido
los componentes de la primera brigada sanitaria que llevaba material
médico-quirúrgico para cumplir su deber en caso de conflicto guerrero. Quizás
no valoró el esfuerzo realizado. Se limitó a lanzarme sus miradas prepotentes
propias de un junker prusiano y a anunciarme que dos días después se iba a
iniciar la toma de Boquerón y de otros fortines del Chaco (…). Me dejó
desamparado a mis propios medios”.
Ibáñez también logró entrevistarse con el jefe de la plaza
de Villamontes, coronel Óscar Mariaca Pando, a quien expuso la gravedad de la
situación sanitaria del Ejército: “Le hice ver la tremenda responsabilidad mía,
en caso de no llegar con los auxilios necesarios en el momento oportuno. Aún
más, le manifesté que si no me daban los medios para llegar rápidamente a la zona
de operaciones, preferiría suicidarme ahí mismo. Ante esta decidida actitud,
dio las órdenes necesarias para que pusieran a mi disposición los dos
aviones del Lloyd Aéreo Boliviano que se encontraban de paso en la localidad”.
Según el relato de Ibáñez, transitó por las zonas de
operaciones de Camacho, Corrales, Toledo, Arce, Yujra y Boquerón. Sobre la
batalla de Boquerón dice: “Hubo posiblemente un momento en el que toda la
guarnición o la mayor parte de ella pudo abandonar el fortín. Parece, aunque no
me consta, que tenían órdenes del comando superior y hasta el mismo Presidente
de la República, para mantenerse allí hasta el último hombre, prometiéndoles
suministros de más tropas, provisiones y municiones. El aprovisionamiento aéreo
falló por completo, porque la mayor parte de los suministros caían fuera del
fortín y las municiones se deformaban por el violento impacto de la caída”. El
trágico desenlace fue que a pocos días cayó Boquerón, lo cual produjo una
“desmoralización” en el Ejército.
Una noche solicitaron los servicios de Ibáñez para atender a
un herido que presentaba la mano izquierda completamente destrozada mientras
servía como centinela en uno de los puestos avanzados: “Pensábamos que era una
rara herida mientras procedíamos a hacerle la primera curación; al día
siguiente, revisando la herida nos llamó la atención la presencia de tatuajes
de pólvora en algunos de sus bordes y sospechamos que el mismo soldado se
hubiera disparado el balazo, pero decidimos dejar de pasar el hecho y evacuarlo
a retaguardia. Después se repitieron innumerables casos de la misma índole,
hasta que los comandantes se vieron forzados a fusilar a varios de ellos”.
A estos soldados los llamaron “izquierdistas”, y, según
Ibáñez, al finalizar la contienda bélica recibieron pensiones del Estado, al
haberse hecho declarar como mutilados de guerra: “El primer izquierdista, aquel
que atendimos cerca de Arce, un muchacho apellidado Laguna, según leímos en la
prensa de Sucre, fue objeto de un acto patriótico en el Teatro de Sucre,
habiendo recibido los honores reservados a los
héroes”.
El fracaso de la guerra bacteriológica
El punto más controvertido del texto de Ibáñez es el
referido a la “guerra bacteriológica fracasada”. Antes de ingresar a esta
ofensiva bacteriológica, el autor muestra un paisaje oscuro rodeado de noticias
alarmantes y llenas de pánico, como la retirada de las tropas derrotadas de
Yujra y Arce: “Reinaban la confusión y el derrotismo en las unidades militares,
las tropas no obedecían a sus superiores y se retiraban en medio del mayor
caos. Eran días de deshonor y de vergüenza”.
Frente a esta situación: “Resolví jugar una carta decisiva
para el desarrollo de la guerra –escribe Abelardo Ibáñez–, sin pensar que hasta
en eso la mala suerte que nos perseguía iba a hacer fracasar planes
cuidadosamente trazados. Convoqué a una reunión de los jefes del Estado Mayor
del Primer Cuerpo del Ejército, para proponer una medida extrema en la cual
había pensado mucho y que la había preparado concienzudamente por si alguna vez
se pudiera necesitarla. Toda nuestra tropa, a su paso por Villamontes, había
recibido la vacunación anticolérica, junto con la antitífica, así que era
inmune al cólera asiático. Tenía en mi poder dos frascos de cultivos del
vibrión del cólera, preparados pocos días antes por el doctor Luis Prado
Barrientos, jefe de nuestro laboratorio bacteriológico. Expuse ante la reunión
de jefes la posibilidad de acudir, como recurso supremo a la guerra
bacteriológica para contener el avance del enemigo”.
La guerra bacteriológica consistía en contaminar los pozos
de los fortines antes de abandonarlos. “La guerra podía terminar de inmediato
(…). Una epidemia de cólera acabaría con el Ejército enemigo y se propagaría
muy atrás, ayudada por el clima tórrido y por el uso obligatorio de las aguas
contaminadas. El proyecto fue aprobado por unanimidad por los jefes presentes”,
describió el médico.
Para este cometido, Ibáñez indica que se encomendó a dos
cirujanos militares que se constituyeran en los fortines que se iban a evacuar
y procedieran a contaminar el agua. El resultado fue que, después de su
regreso, “no hubo el menor aviso de que la extrema medida hubiera tenido algún
resultado. Muchos informaron que los comisionados no se habían animado a
cumplir con la orden impartida y los dos cirujanos fueron dados de baja por
ignominia en una de las órdenes generales que dicté. Ellos afirmaban que habían
cumplido la orden. Después reflexioné, pensando que quizás el cultivo se había
esterilizado por la falta de precauciones en su conservación. Pero, hasta el
día de hoy, jamás me he arrepentido de haber ideado un recurso tan supremo, que
de haber dado resultado habría sido la salvación de la patria amenazada”.
La mirada contrapuesta
La polémica revelación de Abelardo Ibáñez fue
cuestionada años más tarde por el médico Gabriel Arze Quiroga en el libro
Instantáneas de ayer (1984), un texto que recoge recuerdos del Chaco,
documentos políticos e históricos, artículos de prensa y temas diversos. En el
capítulo primero manifiesta que el libro Sed y sangre en el Chaco “hace
apreciaciones caprichosas en varios aspectos y en el capítulo XII expone el
proyecto diabólico respecto a la intención de contaminar las aguas de la Cañada
Fortín Arce con cultivos de vibrión de cólera”.
Según indica Arze, una vez anoticiado de la publicación de
Ibáñez, “me dirigí a la opinión pública mediante una relación completa de los
hechos, con carta al director de Prensa Libre en la que le incluí el artículo
titulado: ‘La retirada de Fortín Arce’. A consecuencia de ello, la redacción
del periódico manifestó: ‘Como médico consciente de sus responsabilidades el
doctor Arze Quiroga prefirió mantener silencio sobre esa desatinada orden
impartida por el doctor Ibáñez Benavente, que 35 años después de aquella guerra
escribió lo que tal vez debía callar, si además no tenía conocimiento del
resultado de la orden que dispuso; sin embargo, el libro del exdirector de
Sanidad Militar y también exministro de Salud Pública le obligó a la aclaración
para conocimiento de la historia’”.
Arze Quiroga expresa que la memoria traiciona al doctor
Ibáñez: “lanza a los cuatro vientos su libro (…) en el que pregona una
intención y preparación propias del genocidio, que debía haber sido piadosamente
relegado al olvido. Me hallo en la obligación de aclarar cómo fracasó aquella
idea y mi participación”.
De acuerdo con el relato de Gabriel Arze, llegó al fortín
Saavedra el director de Sanidad en Campaña, coronel Ibáñez; su ayudante y seis
estudiantes de medicina incorporados con el grado de suboficiales. Dejaron el
vehículo frente al casino, donde además de comer, departieron con los oficiales
contando novedades de retaguardia.
Terminada la cena, el médico Ibáñez se sorprendió al ver el
furgón vacío. “Alarmado, a gritos llamó al chofer y a los suboficiales
sanitarios y les preguntó dónde habían dejado los bultos y con qué autorización
habían descargado (…). El ya enfurecido doctor Ibáñez amenazaba a los
suboficiales de sanidad con hacerlos fusilar si no aparecían los cajones”. Esta
situación llamó la atención: “En eso escuché al aterrorizado y colérico
director de sanidad lamentar ‘¡Esto no puede ser!, ¡Esto es más peligroso que
la guerra misma!’”.
Luego de requisar el campamento, fueron encontrados los
cajones y dos frascos tirados en el suelo: “Puedo decir que por intuición y sin
necesidad de microscopio reconocía que ese cultivo era de
vibrión de cólera (…) confieso que transpiré de espanto. Ante el cuadro
dantesco que significaría una epidemia opté por los fueros del derecho y de la
cultura frente a la guerra”.
La acción de Arze consistió en destruir los cultivos de
cólera; y como segundo paso, esterilizó los frascos para sustituirlos con
sustancias inocuas y estériles.
Éste fue el secreto mejor guardado por Gabriel Arze hasta el
día que apareció el libro de Abelardo Ibáñez, en el que recién daba a conocer a
la prensa lo que realmente sucedió en la denominada “guerra bacteriológica”.
Este curioso episodio de la Guerra del Chaco provocó una
agitada discusión a nivel nacional e internacional, en la que se defendía la
ética médica en tiempos de guerra. Hasta el día de hoy seguimos gravitando
sobre la contienda bélica más larga que enfrentó Bolivia en el siglo XX y en la
que, en este caso, los protagonistas no fueron militares, sino dos
médicos.
Este artículo fue publicado en Pagina Siete, hoy 18 de
septiembre de 2021.
Mujeres indígenas de Bolivia. (Historias de Boliva) |
Por: Jorge H. Quispe C. / Este artículo fue publicado
en Página Siete de La Paz, el 6 de agosto de 2021.
En 1812, en Jujuy, Argentina, el general Manuel Belgrano
invocaba ante su Ejército: “¿Están presentes las mujeres de Cochabamba? Y un
oficial respondía: “¡Gloria a Dios, han muerto todas por la Patria en el campo
de honor!”. En la Colonia y la Guerra de la Independencia, las mujeres no solo
cuidaron de sus hijos, también apoyaron a sus maridos y muchas de ellas
tomaron el fusil durante la gesta libertaria.
Casi 40 años antes de que se encienda la chispa
revolucionaria del 16 de julio en La Paz, el anhelo libertario hizo carne en
los indígenas con las primeras revueltas contra la corona española. A
continuación revisamos los pasajes más importantes de la lucha que mujeres e
indígenas libraron por la libertad.
De heroínas a olvidadas
Entre los siglos XVII y XVIII, en lo que hoy es Bolivia, las
mujeres de la clase alta de la ciudad tenían dos opciones “casarse o ir al
convento”, expone la historiadora Laura Escobari. Solo algunas aprendían a leer
y escribir, particularmente las que iban a conventos.
Empero, en el área rural algunas esposas de hacendados
tenían un rol más activo, se hacían cargo de la cosecha, de las cuentas, el
comercio, el cuidado de los animales y la administración de la hacienda,
mientras “los esposos se ocupaban de mantener el prestigio de la familia”.
Según el libro La mujer en la Colonia, del Centro de Estudios de la Mujer de la
Universidad Central Venezolana, durante la Colonia se consolidó el patriarcado
en una sociedad blanca y mestiza.
En esa coyuntura emergieron las figuras de Bartolina Sisa
(1753-1782), esposa de Túpac Katari y Gregoria Apaza (1751-1782) su
hermana, quienes sembraron la semilla femenina revolucionaria de 1781.
Había pasado la mitad del siglo XVII (1700) y en 1780 en
Perú, Túpac Amaru (1738-1781) y su esposa Micaela Bastidas (1744-1781) se
sublevaron contra la corona española. En esa rebelión ella se encargó de la
logística de la revuelta.
La noticia corrió como reguero de pólvora y un año después,
en La Paz, Bartolina Sisa y Gregoria Apaza, esposa y hermana
de Julián Apaza, autodenominado Túpac Katari (1750-1781)-
dirigieron el cerco a La Paz junto con el caudillo indígena.
Sisa llevaba la economía de la guerra, compraba armamento y
toda la logística de la rebelión. El 17 de mayo de 1781, el español Sebastián
Segurola, al enterarse de que Sisa estaba en el sector de Pampahasi, envió un
ejército para romper el cerco, pero ella resistió y triunfó. El 2 de julio fue
traicionada y apresada en Kalamarka. Ella presenció el descuartizamiento de
Túpac Katari el 14 de noviembre. Estuvo encerrada casi un año y el 5 de
septiembre de 1782 fue atada a la cola de un caballo y arrastrada para luego
ser ahorcada.
Su cuñada Gregoria Apaza fue flagelada, violada, azotada y
paseada desnuda sobre un burro. Fue ahorcada el 5 de septiembre de 1782. En
1983, el II encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiwanaku
declaró a ese día como el Día Internacional de la Mujer Indígena.
Encendida la mecha libertaria, se sumaron más mujeres.
Y tras la Revolución del 16 de Julio en La Paz, Vicenta Juaristi Eguino Diez de
Medina (1784-1857) se sumó a la causa. Eguino fue apresada y absuelta dos veces
y participó activamente durante los largos 16 años de la Guerra de la
Independencia.
Junto a ella se destacó Simona Manzaneda (1770-1816), mujer
de extracción humilde que participó en la Revolución del 16 de Julio. Fue
aprehendida en 1816, luego fue rapada y conducida hasta el cadalso en
un burro, la llevaron hasta el cadalso. Tras recibir 50 azotes fue
ahorcada.
“¡Aquí estamos las mujeres!!!
No obstante, en 1812 se escribió una de las páginas más
gloriosas de la participación de la mujer en la Guerra de la Independencia.
Ese año, luego de que el patriota Esteban Arce fue derrotado el 24 de
mayo por el español Manuel de Goyeneche, un grupo de mujeres, ancianos y niños
esperó a los españoles.
La madrugada del 27, todas ellas se parapetaron en la
Coronilla de Cochabamba y aguardaron a los realistas que les triplicaban en
número. “¡Si no hay hombres, aquí estamos las mujeres para defendernos!”,
gritaron para darse ánimo, antes de ser abatidas sin misericordia.
Meses después, la Gaceta de Buenos Aires publicó: “El Alto
Perú será libre porque Cochabamba quiere que lo sea”, y el general
Belgrano ordenó que cada día a la hora del llamado de lista en los
cuarteles se invoque a las mujeres de la Coronilla. En homenaje a ellas,
el 27 de Mayo se recuerda en Bolivia el Día de la Madre.
La noticia de la heroica defensa de la Coronilla llegó a
todos los rincones. En el sur, Manuel Ascencio Padilla (1774-1816), combatía
contra los españoles junto a su esposa Juana Azurduy de Padilla (1780-1862).
En 1814, Juana huía de los españoles junto a uno de sus
cuatro niños escoltada por cuatro compatriotas. Sin embargo, al cruzar un río
descubrió la traición de ellos y sin titubear empuñó su sable y decapitó a uno
y puso en fuga a los otros tres.
Junto a Los leales, como se llamaba su tropa, Azurduy
rescató posteriormente la cabeza de su esposo que luego de ser muerto en 1816
era exhibido por los españoles en la población de Laguna como escarmiento a la
sublevación. Así continuó su lucha hasta ver nacer la República.
Azurduy murió olvidada el 25 de mayo de 1862. Mientras ella
agonizaba, el niño Indalecio Sandi, huérfano con el que vivía, salió a la plaza
principal de Sucre para pedir ayuda, pero nadie le hizo caso. Ese día, la
ciudad celebraba la gesta de 1809.
El historiador Ricardo Acebey relata que durante la
Guerra de la Independencia muchas mujeres anónimas cumplieron el rol de
guerrilleras y espías mientras otras confeccionaban uniformes.
Tras el nacimiento de la República, las que hasta ese
momento habían combatido a los españoles fueron nuevamente invisibilizadas, por
los hombres. “Si antes los criollos daban su riqueza a los españoles, ahora la
administraban ellos, pero para la mujer nada cambió”, resume la historiadora
Escobari.
La insurrección indígena
Antes del gran cerco de 1781 a La Paz, que Túpac Katari y
Bartolina Sisa comandaron por 173 días, otros indígenas se levantaron contra la
corona española.
El historiador Roberto Choque Canqui, en el libro Situación
social y económica de los revolucionarios del 16 de julio de 1809 en La Paz,
refiere la primera revuelta indígena que se produjo en 1771 contra el
Corregidor de Caquiaviri, autoridad a la que finalmente dieron
muerte. Los corregidores o autoridades españolas cometían frecuentes abusos contra
los indígenas.
Nueve años después, en marzo de 1780 La Paz se conmovió “con
la sorpresiva sublevación de los indios Eugenio Qhispi (Quispe) y José Chino,
quienes sorprendieron a las autoridades reales obligándolas a refugiarse en la
casa del obispo. La situación se complicó “cuando llegaron más indígenas
a la ciudad”.
Quispe y Chino protestaban por las injusticias que la Aduana
cometía contra los indígenas. Ese mismo 1780, un campamento español instalado
en lo que hoy es el Kenko (Q’inq’u), en la ciudad de El Alto, fue asaltado.
Posteriormente, las asonadas indígenas continuaron en el altiplano, en Río
Abajo y los Yungas paceños.
Hasta La Paz llegó la noticia de la revuelta de Túpac Amaru
del 26 de agosto de 1780 en Perú . Y luego siguió la del 4 de noviembre,
en Chayanta, Potosí, liderada por Tomás Katari.
En esas circunstancias, un año después estalló la
mayor rebelión aymara. Su líder fue Julián Apaza Nina o Túpac Katari. El
indígena, su esposa Bartolina Sisa y su hermana Gregoria Apaza comandaron
a más de 40.000 hombres y cercaron la ciudad de La Paz por 173 días.
Katari fue traicionado el 9 de noviembre de 1781 por
Tomás Inca Lipe. Había sido uno de sus hombres más leales hasta que
aceptó el soborno de los españoles.
A los cuatro días de su apresamiento, y tras un proceso
seguido por el criollo Francisco Tadeo Diez de Medina (oidor de la Audiencia de
Chile), Katari fue descuartizado atado a cuatro caballos, en presencia de
muchos indios y españoles en Peñas, La Paz, el 15 de noviembre de 1781.
Un año después, Sisa y Apaza también fueron asesinadas.
Años más tarde, en 1805, se produjo otra revuelta casi
generalizada en el Alto Perú, en la que participaron los criollos (hijos de
españoles), pero fue en 1809 cuando estalló la revolución, un movimiento
engendrado por los indígenas 40 años antes de las gestas de mayo y julio.
El aporte femenino
1780 Micaela Bastidas se subleva contra España en Perú junto
a Túpac Amaru. Su valor inspira a Bartolina Sisa y Gregoria Apaza,
que comandaron el cerco con Túpac Katari.
1781 Bartolina Sisa y Túpac Katari organizan el cerco a la
ciudad de La Paz por 173 días. Posteriormente ella resiste el ejército
español durante la batalla en Pampahasi, pero luego es traicionada y ve la
muerte de Katari.
1782 Bartolina Sisa y Gregoria Apaza son flageladas,
violadas y paseadas desnudas sobre burros antes de ser ahorcadas, el 5 de
septiembre de 1782. Por ello en 1983 se instituyó el Día Internacional de la
Mujer Indígena.
1816 Juana Azurduy de Padilla vence a los españoles y
rescata el cráneo de su esposo Manuel Ascencio Padilla, que era exhibido como
escarmiento en Laguna. Azurduy murió olvidada por las autoridades el 25 de mayo
de 1862.
El aporte indígena
1771 Se produjo la primera revuelta indígena en Caquiaviri,
La Paz, donde los habitantes dieron muerte al Corregidor español que cometía
abusos contra los indios.
1780 Los indios Eugenio Qhispi (Quispe) y José Chino
sorprendieron a las autoridades reales obligándoles a refugiarse. Ese año se
dio además una rebelión encabezada por Tomás Katari en Chayanta, Potosí
1781 Se realizó el gran cerco a la ciudad de La Paz. Tupac Katari
y unos 40.000 hombres sitiaron la urbe por 173 días. No ingresaron alimentos a
la vieja ciudad del Illimani, donde estaban asentados los españoles que
dirigían la urbe.
1781 Tupac Katari fue traicionado el 9 de noviembre de 1781 por Tomás Inca Lipe, uno de sus hombres más leales al que sobornaron los españoles. Luego fue descuartizado en la población de Peñas, el 15 de noviembre.
La guerrillera "Tania". |
(Por Diego Martínez Estévez)
El 4 de noviembre de 1964, día en que el general René
Barrientos llevaba a cabo su golpe de Estado contra el régimen del MNR, Aydée
Tamara Bunker Bider – la futura Tania – de nacionalidad argentina, cruzaba la
frontera del Perú hacia Bolivia.
Desde Cuba fue enviada por el Che con la finalidad de
incrustarse en el gobierno de Víctor Paz Estensoro y servir en el devenir, en
tareas que se le encomendasen. Para entonces, la idea de montar un movimiento
guerrillero no era en suelo boliviano, sino, en Perú.
Con el cambio de gobierno por otro dictatorial, Tania,
virtualmente se mantuvo congelada. Para conseguir su nacionalidad se casó con
un estudiante universitario paceño de quien luego se deshizo consiguiéndole una
beca a Bulgaria. A partir de septiembre de 1965 y hasta el mes de marzo de
1966, primero en La Paz y luego en San Paulo, recibió una reactualización de
sus conocimientos que fueran impartidos en Cuba por el guatemalteco y ex
policía Carlos Alvarado Marín, alias Mercy: éste lo conoció al Che en la embajada
de México en Guatemala cuando fue derrocado el Presidente Jacobo Arbenz; luego
Mercy se incorporó a los servicios de seguridad de Cuba.
En julio de 1966 llegaron a La Paz los primeros dos cubanos
– Pombo y Tuma - para organizar el aparato urbano de apoyo a la guerrilla. Por
razones de seguridad no tomaron contacto con ella; recién lo hicieron en
noviembre para que les apoyara en el alquiler de “casas de seguridad” donde
alojaron a los futuros guerrilleros que arribaban de Cuba y almacenaron
armamento y equipo que fueron adquiriendo localmente.
Compraron dos jeeps marca Toyota, uno de ellos a nombre de
Tania y cuando el Che arribó a La Paz, al otro día y por la ruta de Santa Cruz
viajaron hasta Casa de Calamina. Tampoco en esta oportunidad tomaron contacto
con ella.
Uno de los vehículos fue guardado en un garaje de Camiri. El
24 de marzo, la Dirección de Investigación Criminal lo incautó encontrando en
su interior cuatro maletas de Regis Debray y Ciro Bustos, contenían ropa de
confección cubana, mexicana y argentina, más una libreta de direcciones de
Tania.
Las declaraciones de los tres primeros desertores (Pastor
Barrera, Vicente Rocabado y Salustio Choque), las seis maletas encontradas en
Casa de Calamina por el capitán Silva en febrero pasado y el jeep de Tania,
dieron claras referencias sobre la participación cubana en el financiamiento y
organización de las operaciones guerrilleras, posiblemente jefaturizada por
Ernesto Che Guevara. Desde entonces, las fuerzas legales tenían entendido que
entre las filas guerrillas figuraba una mujer de nombre Tania.
Así lo da a entender el siguiente radiograma militar:
“Hrs. 0300 hoy incautóse un jeep Toyota gris placa La Paz
6811 modelo 66 propiedad Laura Gutiérrez “posiblemente Tania” conteniendo 4
valijas diferentes tamaños, un bidón y otros implementos viaje stop Vehículo
hallábase depositado garaje Julio Galvarro partir 5 de marzo stop Conviene
averiguar tránsito esa stop Necesario investigar actividad Regis Debray alumno
Escuela Normal Superior agregado de la universidad y que figura con residencia
4 Av. De la Puerta Brian con relaciones pueda tener con Laura Gutiérrez".
"Firma: Gral. David La Fuente S.".
Tania, desde el 3 de marzo ya se encontraba en Campamento
Central a donde había arribado desde Sucre junto a Debray y Bustos.
La última vez que durmió entre sábanas fue el día anterior,
en un alojamiento situado frente a la Terminal de Buses de la ciudad capital.
Ella y sus dos acompañantes durmieron en la misma pieza. La argentina, antes de
acostarse no se hizo problemas para desnudarse, bañarse y acostarse sin ropa.
Al otro día prosiguieron viaje hasta Camiri; se alojaron en el hotel Marieta y
salieron a cenar en la acera del hotel Londres; en estas circunstancias
apareció “El Loro” (Jorge Vázquez Viaña); retiraron sus maletas, las guardaron
en su jeep y fueron conducidos en el otro jeep hasta Casa de Calamina. Esta fue
la segunda y última vez que ingresaba a la zona guerrillera; la primera lo hizo
a finales del pasado año viajando en avión desde La Paz a Camiri para concurrir
a la reunión programada por el Che con el objeto de organizar la red de apoyo
urbana, con la designación de funciones. También se hicieron presentes el
Secretario General del Partido Comunista Mario Monje, Loyola Guzmán y Rodolfo
Saldaña. En esta reunión, Tania recibió la misión de viajar a la Argentina y
permanecer en las ciudades como componente imprescindible de la red de apoyo.
El 1ro. de enero viajó a Buenos Aires y se entrevistó con
Eduardo Jozami. Lo citó para febrero en La Paz y en esta ciudad le pidió que
los primeros días de marzo viajara a Tarija y recogiera allí una carta en el
correo central; no llegó a remitirla al incumplir la orden del Che, de salir de
la base guerrillera para no retornar más. Acerca de este hecho, años más tarde,
Jozami relató su versión:
“Yo me reuní con Tania en enero de 1967. Me dijo: 'El Che te
manda a buscar”. En febrero me encontré con ella en La Paz. Me presentó a Inti
Peredo, quien me dijo que el Che tardaría algunos días en volver al campamento
porque estaba en una exploración bastante lejos. Tania me dijo que en marzo
fuera a Tarija, y que esperara un mensaje en la Oficina de Correos. Pero nunca
llegó”.
En el libro de Bustos titulado “El Che quiere verte”, afirma
que Tania y por instrucciones precisas del Che, no debía revelarle quien lo
convocaba a Ñancahuazú, sin embargo, le dijo: “el Che quiere verte”.
Resulta que, no fue únicamente ella quien no alcanzó a
comprender la importancia de guardar en el más absoluto secreto la presencia en
Bolivia del ya famoso guerrillero de Sierra Maestra, también algún otro develó
este gran detalle como afirma Jozami en su entrevista a Clarin.com. Además, ya desde el mes de febrero y pese a las
recomendaciones del Che, algunos cubanos venían comentando a los futuros
desertores, pormenores sobre la figura de Ernesto Guevara de la Serna,
asimismo, dejando diversos indicios, incluso documentos que las patrullas irían
hallando en sus rastrillajes, desde Casa de Calamina, a campamento Central.
Cuando el 3 de marzo Tania ingresó por segunda vez a
Campamento Central, todavía no se encontraba bloqueada militarmente la zona. En
lugar de dejar a los invitados (a Debray y Bustos) en la base guerrillera y
salir para dar cumplimiento a la orden del Che, se puso a esperar su retorno de
su marcha de entrenamiento efectuada a la zona de Río Grande que duró 33 días.
La columna de 25 hombres arribó a Campamento Oso el 17 de marzo. Para entonces,
el Comando General del Ejército ya venía desplazando desde la zona del
interior, a la primera media docena de unidades de nivel compañía. La única
salida de los campamentos era por la ruta de Casa de Calamina que fue ocupada
por las tropas militares.
El 23 de marzo de 1967 se produjo la primera emboscada al
Ejército.
Descontando a los tres primeros desertores, en los dos
principales campamentos guerrilleros se encontraban 50 hombres. Eran muchas las
bocas tener que alimentar. Día tras día, la logística insuficiente hacía sentir
sus efectos. Por la gran cantidad de grasa de caballo consumida, casi todos
enfermaron del hígado; las diarreas eran cotidianas; otros sufrían hinchazones
en piernas y brazos y se acababan los medicamentos para contrarrestarlas; las
últimas pilas fueron utilizadas en el único radio receptor; las botas
envejecieron y las reservas de alimentos se agotaban.
Con la inauguración formal de su lucha, permanecieron once
días cubriendo con emboscadas y desde puntos adelantados situados al sudoeste y
este del Río Ñancahuazú, las entradas a sus campamentos. “Ramón” (El Che),
nuevamente vez tuvo que recurrir a su férrea autoridad a fin de mantener la
disciplina. Algunos cubanos obedecían con tibieza. Les recordó sus omisiones de
seguridad e indisciplina. La ira de Ramón hizo llorar a Tania considerada el
número uno de la organización de la red urbana. Incumplió la orden de
permanecer en La Paz; dejó guardado su jeep en un garaje de la pequeña
población de Camiri y al día siguiente de la emboscada fue casualmente
descubierto por la Dirección de Investigación Criminal (DIC). Por soslayar
elementales normas de seguridad, fue develada su identidad y la de otros
contactos suyos al haber sido sometido a un exhaustivo análisis su libreta de
direcciones que lo dejó en el interior de su vehículo; además, las cuatro
maletas conteniendo ropa de confección extranjera fueron indicios claros de la
conformación multinacional de la guerrilla. Tania, a la hora nona se olvidó de
las extremas medidas de seguridad que recibió como enseñanza. Ramón - según
Ciro Bustos – “también se refirió a los argentinos que Tania llevó; pero,
“...por su estupidez para no entender órdenes, había fracasado todo...”.
Ante la falta de alimentos y luego de dos exitosas
emboscadas más (las últimas en ocho meses de guerra), los guerrilleros
abandonaron sus campamentos.
El 19 de abril, la columna guerrillera se dividió en dos
grupos: la primera al mando del Che y la segunda al mando de Joaquín integrada
por enfermos; de esta última pasó a formar Tania, desde entonces y hasta el
final de sus días, su vivencia sería un verdadero martirio.
Usaba una pistola Browning de 9 mm.; a mediados de julio ya
no podía leer bien; su cuerpo estaba infestado de picaduras de mosquitos e
insectos. Sucia, harapienta, con la cara manchada de tiznes; poseía un cuchillo
plateado y otro al parecer de oro; portaba una boina y vestía pantalón militar
verde olivo y era el único combatiente que calzaba botas que no se las podía
quitar porque el cuero remojado se había pegado a su piel, produciéndole
heridas supurantes y dolorosas al caminar; también sentía agudos dolores en una
pierna y en el vientre. Recibió vejámenes de Joaquín y Braulio por su lentitud
en los largos recorridos por abruptas elevaciones; lloraba constantemente y no
podía dominar el pánico que le producía la proximidad de las patrullas. Solía
alejarse de sus compañeros para captar noticias radiales que daban cuenta de
los dislocamientos militares y posibles apariciones del grupo del Che en uno y
otro punto; sobre estas novedades le informaba en privado a Joaquín y a quien
frecuentemente le reclamaba por el mal trato que dispensaba a los bolivianos.
Este grupo era constantemente acosado por las patrullas de
la 4ta. División, por lo que Joaquín, cansado de aguardar el retorno del Che de
Muyupampa, abandonó la zona y decidió marchar al norte, a dar encuentro al Che
que también lo buscada en esa región anteladamente conocida por ellos. Ambos
grupos orientaban su ruta basándose en informaciones radiales que daban cuenta
sobre su fugaz aparición en tal o cual punto de ese inmenso monte montañoso. El
grupo de Joaquín marchó 200 kilómetros por tramos difíciles de atravesar; Tania
y Alejandro marchaban retrasados.
Antes de morir, su indisciplina la condujo a atravesar por
muchos padecimientos. No sólo por el caso de Tania se infiere que las mujeres y
debido a su debilidad física, no debieran ser empleadas en el campo operativo,
sino, en los campos de Inteligencia y Logística. Varios años atrás y por
imposición del senado norteamericano, el Ejército de EE.UU. se vio compelido a
permitir que algunas damas militares hicieran cursos especiales de índole
combativo. El que escribe estas líneas, más de una vez pudo comprobar que las
damas uniformadas - con excepciones - son proclives a no poder soportar
presiones que implican desplegar “fuerzas morales” (Clausewitz).
Prosigamos.
El 30 de agosto arribaron a la casa del campesino Honorato
Rojas informante de la 8va. División, quien, junto a otros lugareños recibió
entrenamiento en tareas de búsqueda y recolección de información, en el cuartel
de La Esperanza, situado en las proximidades de la ciudad de Santa Cruz. Le
pidieron que les hiciera cruzar el Río Grande. Al parecer, su intención era
internarse aguas arribas por el Río Frías y por este cañadón, arribar a sus
campamentos. El grupo del Che se encontraba a 30 kilómetros, también
dirigiéndose a la casa del campesino.
Al día siguiente y terminando la tarde, Rojas los condujo al
lugar del vadeo. Esa mañana se había puesto de acuerdo con el capitán Mario
Vargas Salinas para llevarlos a su trampa dislocada en ambas orillas. Vargas y sus
40 hombres, tuvieron que realizar una marcha forzada a lo largo de 30
kilómetros, desde su base de patrullas situada en Lajas.
El experimentado satinador Braulio, campesino cubano curtido
en las guerrillas de Sierra Maestra cruzó primero para explorar la orilla
opuesta. No pudo ascender la pequeña barranca formada de arena. Por encima de
su cabeza, una treintena de fusiles aguardaban la apertura del fuego. En la
orilla de partida, el sargento Barba, lo propio, con seis hombres elegían sus
blancos.
Tal como se esperaba que sucediese, a las 4 de la tarde se
presentaron en la casa del campesino y fueron guiados hacia el lugar del vadeo.
Joaquín quiso evitar su desplazamiento por la playa internándose en la
vegetación, lo que le habría conducido directamente a las espaldas del Sargento
Barba. Honorato lo convenció que sería una pérdida de tiempo y le dijo:
“Vámonos por esta playa arriba aprovechando este pedregal
que por ahí no vamos a dejar huellas”. Esto lo hacía para que las tropas nos
vean y se alisten haciéndoles señas con mi sombrero. Cuando llegamos a
emboscada en medio de las tropas del ejército, les dije: acérquense todos,
vamos a pasar en grupo, en lo que acercaron. Conocí a Tania, me miró ella y yo
miré que era mujer y los guerrilleros me observaron con exigencia si me seguía
fijando en ella, entonces noté eso y disimulé. Me dice Joaquín: “Indícanos bien
por donde vamos a ir y vos anda y consigue sal para que mañana carneemos una
vaca. Procura volver de dónde vas a ir por la sal, dijo. Le dije que de
Arenales. Procura volverte esta noche. Les dije, muy bien voy y vuelvo esta
noche”. Entonces les indiqué bien por dónde iban a pasar el río y querían pasar
uno por uno; les dije no, pasen en grupo, van a pasar más rápido y pasando uno
por uno van demorar mucho y en grupo van a pasar más rápido ya que es un poco
tarde. Esa fue la ventaja de la sal que me libró de la muerte. Les metí al río
y les dije, yo me voy borrando las huellas que hubieran dejado ustedes y “me
dijeron bueno” …”.
Cuando al atardecer llegaba a su ocaso y el capitán Vargas
se disponía a ordenar que sus hombres, por turno bajaran al río a saciar su
sed, a la lejanía observó que el enemigo subía por la playa. Cerca de las
posiciones del sargento Barba descubrieron algunas huellas que los soldados no
llegaron a borrar. Olvidando toda eventualidad de peligro y obedeciendo la
sugerencia del campesino de cerrar la columna para facilitar la puntería de los
tiradores, confiadamente acortaron su distancia hacia la zona de muerte.
Braulio, desde el frente les dijo: “pasen, no hay problema”.
Diez guerrilleros ingresaron a la zona de muerte. Tania, al
sentir el impacto, apoyó sus manos sobre su pecho y cayó de bruces. Tres
sobrevivieron a la matanza:
El Negro, de nacionalidad peruana. Su nombre era Restituto
José Cabrera Flores. Zambulléndose nadó aguas abajo y se internó en el Río
Frías; tres días más tarde fue descubierto mientras se desplazaba. Toda la
compañía Toledo que se avanzaba en sentido contrario abrió fuego sobre él. Cayó
herido y se rindió. Un sargento lo remató.
El médico beniano Maimura, de nombre Freddy Maimura Hurtado
fue capturado vivo; también fue rematado por un Cabo trinitario conocido suyo.
El boliviano Paco, de nombre José Carrillo. Herido en un
brazo, vivirá para relatar la odisea atravesada por Tania.
Pasada la emboscada, la Compañía “Tigre” del subteniente
Eduardo Galindo recibió la orden de marchar al lugar y por radio recibió la
orden de recuperar los cadáveres de los guerrilleros. Con mitad de sus hombres
reconoció aguas arriba y el subteniente Alberta Molina en sentido contrario. Al
finalizar la tarde y a 800 metros de lugar de la emboscada, esta fracción
encontró el cuerpo de Tania atascado en una piedra; lo evacuó hasta una parte
alta de la orilla y se replegó a su base de patrullas.
Como era norma de la guerrilla ocultar sus bajas, el
Comandante de la 8va. División temía una tentativa de rescate del cadáver de
Tania y recién a media noche, después de insistentes llamados logró comunicarse
con Tigre, recomendándole con todo tipo de explicaciones proteger a la
guerrillera a fin de evidenciar ante la prensa la invasión extranjera del que
era objeto Bolivia.
Para dar cumplimiento a la incómoda tarea de buscar el
cuerpo de Tania, la unidad, a pasos forzados y bajo una torrencial lluvia tuvo
que salvar mayor distancia, pues, las turbulentas aguas ya se llevaban el
cadáver de la guerrillera atascado en una gran piedra. La patrulla, con el
cuerpo a cuestas retornó al Puesto Comando de la compañía y un soldado procedió
a levantar el inventario del contenido de su mochila. Además de alguna ropa
interior, encontraron un libro, 100 dólares, una pequeña libreta de apuntes (su
cuarta libreta) y una carta dirigida a un tal Vargas, residente en la calle
Santibáñez de la ciudad de Cochabamba. Presentaba una herida en el hueso de su
brazo derecho que le hizo florecer sus carnes, por lo que se presume que murió
ahogada. Otro disparo penetró su mochila y fue a impactar en su pequeña pistola
que la tenía guardada en su interior. Los soldados, al ver su cadáver lo
emprendieron a puntapiés, culpándola que por ella no retornaban a sus hogares.
EL PRESIDENTE RENÉ BARRIENTOS ORTUÑO TENÍA RAZONES
PERSONALES PARA ASISTIR AL SEPELIO DE TANIA.
Informado de la tenencia del cadáver, el general René Barrientos
Ortuño, Presidente de la República, aterrizó en la base de la compañía. Galindo
le dio parte que desde cinco jornadas atrás sus hombres se alimentaban con
raciones muy disminuidas. En el acto, el helicóptero retornó a Vallegrande en
busca de raciones, pero no pudo volver ese día por el mal tiempo reinante. El 5
de septiembre, Tania, por la fuerza de las circunstancias convertida en
guerrillera, en el cementerio de Vallegrande recibió cristiana sepultura.
Un año antes, Tania encontró la oportunidad de entablar
amistad con el Presidente valiéndose del Ministro de Informaciones de la
presidencia, allegado del guerrillero Inti Peredo. Barrientos fue invitado a
una ceremonia cultural en un pueblito situado en las orillas del Lago Titicaca
y allí se dirigió Tania y se sentó en el palco, junto al Mandatario. A la
conclusión del acto, el mujeriego de Barrientos, conduciendo personalmente uno
de los vehículos la llevó de vuelta a La Paz, a la zona de Obrajes donde, como
en otras ciudades, disponía de una casa alquilada y allí amaneció con ella. Su
edecán de turno durmió en el segundo vehículo.
No cabe duda que su vocación revolucionaria la llevó a
Bolivia, sin embargo, la disciplina revolucionaria implica reunir ciertas
condiciones.
Mayores informaciones las podrán leer en los siguientes
enlaces:
Mirta Iriarte Rodríguez (Créditos: La H Parlante) |
Por: Sergio Medinaceli Soza, esta nota fue publicada en
Página Siete de La Paz, el 15 de enero de 2021.
El 17 de julio de 1980 se encarama en el poder el
gobierno narcotraficante de García Meza, luego de un golpe de Estado cruento
desplazando a la joven democracia boliviana; su ministro del interior, Arce
Gómez, después de cometer las atrocidades más grandes en contra de los derechos
humanos, anuncia el exilio de dirigentes sindicales, el confinamiento de
políticos y sentencia: “Todos los elementos que contravengan al decreto ley
tienen que andar con el testamento bajo el brazo. Vamos a ser taxativos y no va
a haber perdón”
No obstante de semejante amenaza, el 7 de septiembre de
1980, se publica en el periódico Presencia la foto de una niña con el nombre de
Mirtha Iriarte Rodríguez que invitaba a celebrar sus nueve años de vida; era un
claro mensaje del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, anunciando que el
partido ya estaba organizado y luchando contra la dictadura.
Este anuncio de enorme creatividad política, tuvo un impacto
muy fuerte en la población boliviana en contra de la dictadura que puso en
marcha su plan para eliminar al MIR, único partido que había organizado su
Dirección Nacional Clandestina y sus frentes sectoriales de lucha,
desplegando una férrea conspiración contra la dictadura que iba a decretar
medidas económicas antipopulares, razón por la cual, se decidió reunir a los
dirigentes del MIR para aprobar acciones y medidas, y denunciar a nivel
nacional e internacional este atropello a la economía popular.
La Dirección Nacional Clandestina se reunió aquel fatídico
15 de enero de 1981 con la presencia de Gloria Ardaya, José Reyes, Artemio
Camargo, Ricardo Navarro, Ramiro Velasco, Arcil Menacho, Jorge Baldivieso, José
Luis Suarez y Gonzalo Barrón. Iniciada la reunión, en la calle Harrington, es interrumpida
por paramilitares que ingresan al domicilio abruptamente, rompiendo ventanas,
pateando puertas y disparando sus metralletas. José Reyes salió al encuentro de
los paramilitares pidiendo que no disparen, con pañuelo blanco en mano,
indicando que estaban desarmados, cae muerto con el fuego de la metralla;
continúa la matanza, ultimando a Artemio Camargo, quien es arrastrado al pie de
una cama, donde se encontraba debajo, oculta, la valiente compañera
sobreviviente Gloria Ardaya, que observaba atormentada la agonía de Artemio. El
compañero Gonzalo Barrón corre hacia la terraza pidiendo auxilio, siendo
asesinado vilmente por los paramilitares. Así, terminan su macabra misión,
ejecutando a los demás dirigentes del MIR.
Calladas las armas se oye una vos que dice: “Hipótesis
confirmada”. Planificaron matarlos, llegaron y los mataron.
La historia nos muestra que García Meza y sus secuaces
tenían la misión de acabar con los revolucionarios de la época. Fue así que el
21 de marzo terminaron con la vida del P. Luis Espinal, director del periódico
Aquí. El 2 de junio de 1980, Jaime Paz Zamora sufre un atentado de aviación,
junto a otros dirigentes de la Unidad Democrática Popular. Milagrosamente
Jaime Paz, candidato a la vicepresidencia por la UDP, es el único
sobreviviente, habiendo sufrido horrorosas quemaduras.
El 8 de junio arrojaron una granada de guerra a una marcha
de la UDP, provocando muertos y heridos. El 17 de julio se produce el golpe de
Estado en contra de Lidia Gueiler, asesinan a Marcelo Quiroga, Gualberto Vega y
Carlos Flores, y apresan a todos los dirigentes de la Central Obrera Boliviana
y miembros del Comité Nacional de Defensa de la Democracia, ocasión en la que
logra escapar el compañero Óscar Eid Franco. El 15 de enero cierran su ciclo asesino.
Hoy, al recordar cuarenta años de la masacre de la Dirección
Nacional Clandestina del MIR, se afirma que la democracia ha sido para el
partido histórico del MIR un objetivo para construir el Estado de Derecho,
buscar la igualdad entre los bolivianos y defender siempre la democracia en
contra de cualquier dictadura.
¡¡Honor y gloria a los mártires de la democracia!!
-----------------
MIRTA, LA DEL 7 (Tomado de La H Parlante)
Regía en Bolivia la dictadura del general Luis García Meza.
En los diarios de La Paz, apareció este aviso un 7 de
septiembre. La militancia del MIR estaba despachando un saludo en clave secreta
por su aniversario y la mejor manera de evadir la censura militar fue disfrazar
el homenaje.
Inventaron una niña, Mirta Iriarte Rodríguez (foto), las
iniciales daban MIR, igual que la primera sílaba del nombre. Buscaron una foto
que aparentara 9 años, eran la edad que cumplía el partido. El mensaje llegó al
público y corrió de mano en mano de quienes sabían descifrarlo. Mirta saludaba
a todos sus "compañeritos" y hacía votos por una Bolivia libre.
La dictadura tardó en darse cuenta del mensaje. Cuando lo
leyó, publicó la misma foto denunciando a la niña como extraviada. Los insultos
corrieron por cuenta del redactor del aviso.
Jaime Paz, ideólogo del MIR |
Por: Erick Ortega / Esta nota fue publicada originalmente en
Página Siete de La Pa, el 7 de septiembre de 2021.
El 7 de septiembre de 1971 se fundó el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR), exactamente hace 50 años. Nació a los 17 días
del golpe de Estado de Hugo Banzer Suárez, en una época difícil para definirse
como un partido político de izquierda. Jugó un papel central en la
historia del país.
El líder mirista Jaime Paz Zamora, de 82 años, dio una
entrevista a Página Siete en la cual repasó la historia de su sigla. Contó los
años difíciles de las dictaduras, la gestión que le tocó presidir tras un
acuerdo con varios políticos incluido Banzer. Y también narró cómo la ausencia
del MIR fue capitalizada por Evo Morales.
¿Cómo espera este aniversario?
Espero con una doble emoción, la emoción por ser mirista y
saber que nuestro movimiento está vivo, aunque no tiene personería jurídica,
pero está en las calles, está en el campo, e incluso ha ganado la Universidad
de Santa Cruz, el 1 de septiembre.
Es una emoción, la emoción del mirismo, pero yo tengo una
segunda emoción. Mi hijo menor cumple 15 años el 7 de septiembre. Él
cumple 15 años. Se llama Néstor Mauro. Néstor por mi hermano que murió en
Teoponte, en la guerrilla, y Mauro porque era mi nombre en la
clandestinidad.
Al cumplir los 50 años de la fundación de nuestro movimiento
tengo un profundo sentimiento de satisfacción. Está claro que no hemos arado en
el mar ni sembrado en el desierto.
Nuestro objetivo central era terminar con las dictaduras
provenientes del golpismo civil-militar boliviano.
Y el otro objetivo que teníamos era instaurar la democracia
moderna en nuestro país, objetivo logrado también porque más allá de los
partidos políticos, más allá de las visiones ideológicas, es increíble
que hoy en día todo el mundo comprende que sin democracia no hay Bolivia, no
hay país.
¿Cómo se funda el MIR?
Nos fundamos como una especie de respuesta al golpe de
Banzer. Nos fundamos 17 días después del golpe de Banzer en plena
clandestinidad.
Somos el primer partido en la historia de Bolivia que nace
en la universidad y después va al campo, va a la clase obrera, va a la COB, va
a las clases medias, pero nacemos en la universidad. Entonces, cuando viene el
golpe de Banzer el MIR tenía la conducción prácticamente de todas las
direcciones estudiantiles universitarias de Bolivia. Nos empiezan a perseguir
como MIR universitario.
Hubo un pánico muy grande porque había compañeros que
fugaron al extranjero por las fronteras de Perú, Chile y Brasil. Existía otro
núcleo de compañeros, más pequeño, en el que me encontraba yo y decíamos
“no podemos abandonar el territorio nacional sin dejar un núcleo de conducción,
un núcleo de representación dentro del territorio nacional”. Nos reunimos en la
calle Jaimes Freyre, cerca de la iglesia Sagrados Corazones, para fundar
nuestra dirección nacional clandestina. En realidad la reunión tenía que
hacerse en la parroquia Sagrado Corazón porque el párroco era amigo, pero
cuando llegamos, a las ocho de la mañana, justamente los tiras del Ministerio
del Interior junto con los Marqueses (que era un grupo de terror de la época)
estaban jugando básquetbol.
Nos organizamos para resistir, pero después de siete años,
en 1977, nos volvimos a reunir en lo que llamamos los seminarios de
Achocalla, en la casita de un compañero, Ramón Rada. Ahí se funda el MIR
ideológico.
Hicimos una especie de un juicio crítico a la izquierda
boliviana porque había pasado a la historia viviendo al margen del país, más
pensando en Rusia, China, Cuba que en Bolivia misma. En Achocalla generamos
este punto de vista de la democracia como objetivo. Sabíamos que Banzer iba a
convocar pronto a elecciones e hicimos la estrategia que denominamos entronque
histórico. Es decir de qué manera podíamos entroncar este movimiento popular
nacional que viene desde la Guerra del Chaco, pasa por la revolución nacional
del 52 y cómo debemos incorporarnos a él. Es ahí donde nace la UDP en la
alianza con el doctor Siles Zuazo, que era uno de los grandes líderes de
la revolución.
Entonces era una estrategia diseñada por nosotros y surge la
UDP, que es un movimiento nacional popular democrático como base política
y social de la democracia en Bolivia. Probablemente el movimiento popular más
grande que el que tiene el MAS hoy día, pero que después se fue deshaciendo
poco a poco.
Se logra el objetivo de instaurar el primer gobierno
democrático donde en 1982 Siles Zuazo es presidente y yo vicepresidente.
Luchó contra la dictadura y en 1989 se unió con Banzer.
¿Cómo ve esto a través del tiempo?
Lo veo como lo correcto, como lo que debería de ocurrir.
No te olvides que no era con Banzer sólo, esto trataban de deformar los
enemigos nuestros y sobre todo los compañeros de Goni Sánchez de Lozada, que
eran todos gringos. Y se inventaron los ríos de sangre, pero primero que los
ríos de sangre nuestros fueron más con García Meza y lo segundo es que se
trataba de lograr algo que parecía imposible, que la izquierda encabece
un gobierno en Sudamérica en plena Guerra Fría y cuando caía el Muro de Berlín.
Era un Banzer democrático, porque él había convocado a
elecciones y sobre todo había soportado la prueba que el MIR le puso el año 85,
cuando ganó las elecciones y no Paz Estenssoro, pero el MIR dio los
votos a Paz Estenssoro y se los negó a Banzer. Eso en el MIR se lo llamó
“arreglar las cuentas con la dictadura”.
Hay varias cosas que tienen que ver con lo que fue el MIR en
su etapa clandestina contra la dictadura, luego el inicio democrático y
finalmente siendo el tercer gobierno de la democracia encabezada por un
izquierdista llamado Jaime Paz Zamora y con un partido de izquierda.
Se recuerda a Banzer más como dictador que como
demócrata…
El problema era que en Bolivia nos íbamos a seguir sacando
los ojos entre bolivianos o íbamos a hacer lo que en países civilizados
como España. En España muere Franco pero llegan a un acuerdo donde el
franquismo de 40 años se incorpora a proceso democrático; entonces incorporar a
Banzer era incorporar a gran parte de las Fuerzas Armadas, para evitar el
peligro de todo lo que todavía estaba en la calle. García Meza y
Arce Gómez estaban ocultos en los cuarteles, conspirando.
En determinado momento el MIR llegó a tener 20% de
preferencia electoral y cuando pierde la personería tiene menos del 2%…
Era un momento crítico, ya habíamos tenido una ausencia en
las elecciones de 2005, las que gana Evo. El MIR no se presentó por un
problema interno, nuestro candidato era Hormando Vaca Diez pero termina no
presentándose y ese 20% que tenía el mirismo no pudo expresarse en 2005 y por
eso todos los miristas, al no tener candidato, votaron por Evo. Por eso es que
Evo tiene más del 50% de votos, porque si había un candidato mirista hubiera
ganado con un 38% o 39% máximo; Evo le debe mucho a la ausencia del MIR. Cuando
nos quitan la personería jurídica resulta que Evo gobierna 14 años sin el
partido que debería ser su oposición popular que era el mirismo. Es difícil
entender los 14 años de Evo si no se toma en cuenta el MIR.
Estábamos en plena crisis, también yo mismo había
renunciado a la dirección del MIR. Les dije que armen con representantes de
distintas regiones y en realidad nos presentamos por obligación a la elección
de la Constituyente, pero no se organizó ni se preparó nada, se dejó que cada
quien se inscriba como pueda. Era un momento de profunda crisis interna, pero
al mismo tiempo de un interés fuera del partido para deshacerse del MIR.
Interés del MAS. Fuera del país los americanos que nunca nos terminaron de
tragar hasta que se dieron cuenta que éramos la mejor expresión democrática del
país.
En su gobierno había aquello de “Coca no es cocaína”.
Sí, además en general la administración norteamericana
todavía vivía la psicología de la Guerra Fría y no podían admitir que después
de lo de Allende en Chile aparezca un Jaime Paz o un Siles Zuazo, conspiraron
contra eso. Sin escrúpulos usaron los medios que estuvieron en sus manos.
Es un hecho que llamaron narcovínculos y donde no se
encontró un solo gramo de droga; sencillamente era la amistad de un señor que
tampoco estaba registrado como narcotraficante. La amistad con el partido que
dio pie a que la DEA de los Estados Unidos haga el montaje que hicieron. Como
no tenían pruebas de nada, se tiraron contra una persona, contra Óscar Eid. El
operativo de la DEA se llamaba Objetivo sin fin, se hizo con la complicidad de
Goni Sánchez de Lozada y todo el MNR que todavía no podían admitir que les
hayamos ganado las elecciones. Además, Gonzalo Sánchez había hecho ya las
reformas neoliberales que sabían que si me reelegía para el año 97 iba a borrar
todas las reformas neoliberales de Goni porque nosotros no hicimos política
neoliberal.
“Morales gobernó durante 14 años sin el partido que debería
ser su oposición popular, el cual era el mirismo”.
Expresidente Paz Zamora
“Nos fundamos 17 días después del golpe de Hugo Banzer, el 7
de septiembre de 1971, en plena clandestinidad”.
Líder mirista
Disponible en: https://www.paginasiete.bo/gente/2021/9/7/evo-le-debe-algo-al-mir-jaime-paz-revive-la-historia-de-su-partido-en-el-aniversario-50-307351.html
Siles y Lechin. |
Este artículo fue originalmente publicado en Pagina
Siete de La Paz, el 9 de septiembre de 2021.
Este martes 7 de septiembre, el Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria (MIR) recordó, casi extinguido o disperso, medio siglo de su
fundación; hecho sucedido en aquel 1971 de la clandestinidad, dentro de una
casa de la calle Jaimes Freire de La Paz, en la zona de Alto Sopocachi.
Los concurrentes al minuto inaugural fueron diez hombres y
una mujer. Según “Testimonio y Legado” (2018), libro escrito por Alfonso
Camacho, Fredy Camacho y Hans Moeller, aquella reunión también tuvo lugar un
día martes y cobró solemnidad con la presencia de Jaime Paz Zamora, Óscar Eid,
Antonio Araníbar, Alfonso Camacho, Ricardo Navarro, Marcel Ramírez, María
Esther Ballerstaedt, Dulfredo Rúa y Carlos Guzmán. Dos extranjeros completaban
esta casi docena de apóstoles del mirismo: Alain y Sebas (solo se revelan sus
nombres de guerra).
Si los “Marqueses”, el grupo de agentes de seguridad de la
dictadura de Banzer, hubieran logrado cercar, a solo dos cuadras de la
parroquia de Cristo Rey, a estos conjurados, el recién posesionado gobierno
civil-militar hubiese engrosado sus listas de detenidos, pero no evitado que
aquella corriente política, que se habría paso entre la clase media boliviana,
asumiera un rol central en la vida pública del país.
Si bien la resistencia al septenio banzerista le entregó al
MIR mística y admiradores, recién en 1977 este joven partido adquirió sus armas
para alcanzar predominio, cuando se congregó en el seminario interno de
Achocalla. Allí, los miristas descubrieron la fórmula para enamorar a un
país que ya empezaba a medirse los pantalones largos de la democracia. En la
casa de campo de Ramón Rada, los ya citados Paz Zamora, Araníbar, Eid y
Camacho, además de Alfonso Ferrufino, Guillermo Capobianco y Ernesto Araníbar,
el hermano de Toño, se alinearon a la llamada izquierda nacional. Este salto es
poco valorado por los observadores.
No es que el MIR archivara el marxismo de sus primeros
pasos, sino que empezaba a estudiar en serio la Historia de Bolivia. En su
balance, los miristas entendieron la profundidad de la Revolución Nacional de
1952 y con ella decidieron entroncarse, aunque nunca de forma indiscriminada,
es decir, no con cualquier rama. De Achocalla salió la orden de pactar con un
ala de izquierda del MNR, es decir, con Lechín, Siles Zuazo o ambos. En enero
de 1978, Antonio Araníbar, enviado del partido a suscribir la alianza, firmaba
en Caracas el pacto que dio lugar a la UDP. Siles se convertía así en el
candidato con más opciones electorales de la etapa siguiente.
La teoría del entronque histórico es la admisión modesta por
parte de unos recién llegados de que el camino ya fue desbrozado antes por sus
mayores. Solo queda entonces seguir la senda trazada y profundizar el avance.
El MIR fue quizás algo así como la juventud del MNR, aunque organizada fuera
del partido. Los miristas entendieron en Achocalla que en el pueblo latía un
corazón movimientista y que solo sobre ese cimiento era posible construir la
renovación. Cinco años más tarde, eran recompensados al ingresar al Palacio
provistos de seis ministerios y la vicepresidencia.
Sin embargo, en 1985, el partido que había entendido el
meollo de la política boliviana se hacía trizas. De su fuerte musculatura
salían tres destacamentos de militantes enojados. El entronque histórico le
había servido para ganar elecciones y hacerse visible, pero fue funesto a la
hora de gobernar.
Los acomodos de los tres MIRes resultaron todos equivocados.
Paz Zamora se entroncó con el neoliberalismo, aduciendo un apego instrumental a
la democracia; Araníbar hizo algo similar, aunque bajo la promesa de ligarse al
katarismo liberal; mientras Del Granado, profundizando esa misma vía, dio
impulso al ascenso de Evo Morales, a quien acompañó hasta la Asamblea
Constituyente de 2006. Al final, los aliados con los que el MIR, separado en
sus tres versiones, buscó recuperar hegemonía, terminaron por enterrarlo.
Tras la primera daga de 1985, la agonía estuvo a cargo de tres verdugos:
Banzer, Goni y Evo. Atrajeron a los miristas del mismo modo macabro en que el
fuego de las velas seduce a las polillas.
Sí, el legado del MIR es la democracia, pero hay algo
también valioso y poco apreciado: la teoría del entronque histórico. En
Achocalla, los miristas dejaron de refunfuñar contra el mal llamado
“populismo”, que se había ganado el favor de la gente y salieron a cortejarlo.
El que se haya caído del caballo en el intento por domarlo, no permite colegir
que el MIR haya errado de cabalgadura.
Rafael Archondo es periodista.
Disponible en: https://www.paginasiete.bo/opinion/2021/9/9/el-mir-de-medio-siglo-307581.html
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