LA ACADEMIA CAROLINA Y LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA. LOS ABOGADOS DE CHUQUISACA (1776-1809) Clement Thibaud.

 


Por: José Antonio Loayza Portocarrero, mayo de 2019.



Este es un libro que nos brinda una novedad historiográfica excepcional, y una renovación espiritual en vísperas del bicentenario de nuestra y de las demás independencias. En síntesis, es la evidencia objetiva del nacimiento de las naciones hispanoamericanas.

En anteriores entregas comenté que de manera difundida se le asigna a Casimiro Olañeta el mote de “dos caras”. Los que no leyeron la obra “Últimos días coloniales en el Alto Perú”, de Gabriel R. Moreno, se permiten denostar a los patriotas de entonces, sin saber que estos, por astucia o supervivencia, o eran leales al Rey, o sufrían la sanción del poder virreinal. Algo parecido ocurre hoy, por eso no es extraño que el fulano que antes era liberal por el favor político hoy es indigenista; o el sutano que antes era trotskista por el giro político hoy es pachamamista; o el merengano que antes era comunista por el cargo político hoy es… Siempre hubo las dos caras, la apariencia, el ocultamiento de la verdad tras el aspecto, que Heidegger llamó Fenomenología, o filosofía de las apariencias. Pues eran tiempos de elegir al Rey o el cadalso, tiempos de enmascaramiento, de cara y careta. Como hacen hoy los políticos que usan mil caras que ya no recuerdan la propia, o como hizo hace unos días el mismo Secretario General de la OEA, de una manera tan impropia para ocultar, no sé qué.

Este ocultamiento de lealtad al Rey terminó en la Audiencia de Charcas el 23 de septiembre de 1808, cuando llegó la noticia de la “feliz coyuntura”, o la abdicación del Rey español Fernando VII ante Napoleón, y fue la Academia Carolina, o los abogados de Charcas, los que fructificaron esa coyuntura para que junto a los círculos intelectuales proyecten el porvenir de América, y para ello asumieron un razonamiento o una justificación de validez universal, de ahí nació el Silogismo de Charcas.

—Las colonias en América son del Rey, no de España; y habiendo abdicado el Rey, las colonias son de sí mismas. Por tanto, América es libre de decidir su propio destino.−

Con este anunció legal, se expuso al mundo el triunfo de nuestro más caro anhelo: La libertad y el destino, y fue la Academia Carolina, la de los heroicos abogados de Charcas, que conformada por el carácter de una enigmática élite criolla y cosmopolita, nos dio con este silogismo, el arma jurídica que incendió la audacia y la legalidad del reclamo americano que pasó de la revuelta a la revolución, y el 25 de mayo de 1809, tras la detención de Jaime Zudáñez, Chuquisaca y la Junta Patriótica se rebelaron contra el poder usurpador, apresaron al Presidente de la Real Audiencia Ramón García Pizarro, y ya libres, expusieron las ideas del cambio social y político, depusieron a las autoridades peninsulares y conformaron el primer gobierno autónomo del continente americano al mando del coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, nombrado Comandante General de Armas.

La Academia Carolina, inspirada por las ideas del siglo de las luces, se atrincheró en el rigor del conocimiento, en las lecturas de los más ilustres pensadores, repudiaron el régimen del cadalso, y se unieron a los descontentos y sufridos. De esa sangre, de esa casta provenía el abogado platense Jaime Zudáñez, más tarde Presidente del Congreso de Buenos Aires en 1818, y autor del Catecismo Político de Chile; o Bernardo Monteagudo que fue asesor de San Martin, O’Higgins y Bolívar; o los abogados Castelli, Paso y Mariano Moreno que lograron la independencia de Buenos Aires; basta decir que en el Congreso de Tucumán, que declaró la independencia Argentina en 1816, de los 31 diputados participantes, 15 eran egresados de la Academia Carolina, y muchos otros formaron la clase política y administrativa de los nuevos estados independientes, como diputados, representantes asambleístas, congresistas, o legisladores. En síntesis, la Academia Carolina fue el crisol de las independencias de América.

A la revolución de mayo que fue la careta o la fase jurídica, le siguió la revolución paceña el 16 de julio de 1809, esta fue la cara y la fase política que actuó bajo la orientación e incitación del abogado carolino Mariano Michel, con la acción directa de los otros carolinos y abogados de Charcas, José Antonino Medina, Juan Bacilio Catacora, Bautista Sagarnaga Gregorio Lanza, y otros, así nació la Junta Tuitiva, donde se habló abiertamente de independencia, con una proclama de 19 bellísimas líneas, únicas y superiores a cualquier otra proclama o discurso en su concepto político y en su espíritu revolucionario.

—Compatriotas: Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que, degradándonos de la especie humana, nos ha mirado como a esclavos; hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español, sufriendo con tranquilidad que el mérito de los americanos haya sido siempre un presagio de humillación y ruina. Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo tan funesto a nuestra felicidad, como favorable al orgullo nacional español. Ya es tiempo, en fin de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía. Valerosos habitantes de La Paz y de todo el Imperio del Perú, revelad vuestros proyectos para la ejecución; aprovechaos de las circunstancias en que estamos; no miréis con desdén la felicidad de nuestro suelo, ni perdáis jamás de vista la unión que debe reinar en todos, para ser en adelante tan felices como desgraciados hasta el presente.−

La “Junta Tuitiva de los Derechos del Rey y del Pueblo”, es una expresión donde el uso de los términos “Tuitiva” y “Derechos del Rey y del pueblo”, nos incita a un análisis profundo en relación al tipo de pensamiento político de antes, y el anuncio de una perspectiva en el pensamiento de hoy. En el primer caso, la Junta ejerció la tuición para gobernar; y en el segundo caso, estableció esta tuición sobre los derechos del Rey. Por tanto, esa “ingeniería estratégica” transformó el tiempo colonial en un evento republicano, esa fue la revelación del rostro verdadero concebido por los monumentales poseedores de esa singular aptitud, en la que estuvieron adscritos, sin ninguna duda, los abogados de la Academia Carolina.

Hay mucha historia que contar en esta magnífica obra de 160 páginas. Pero este no es un homenaje ni al libro ni a los abogados, a quienes se los respeta si respetan la Constitución. Lo que hago es implicar a los carolinos y su heroísmo ferviente y revolucionario en el giro notable que dieron a nuestra historia. Finalmente, mi abrazo y admiración a la hermosa Chuquisaca, a la tierra de José Antonio Loayza Gumiel, de José Antonio Loayza Calvimontes, y de José Antonio Loayza Torres, mi padre, que es el k’arapanza que me dio la vida.

José Antonio Loayza Portocarrero.

EL DIA QUE ESTADOS UNIDOS DESAFIÓ A SIGLO XX

 

Lechín, Escobar y Pimentel. 

Por: José Antonio Loayza Portocarrero / publicado originalmente el 10 de mayo de 2020.


6 de diciembre de 1963. Federico Escobar e Irineo Pimentel, dirigentes del Sindicato Mixto de Trabajadores de Siglo XX, después de asistir al XII Congreso Minero en Colquiri, fueron sorprendidos en el camino y tomados presos por el Control Político para ser llevados a La Paz.

La cadena de radios mineras informó que unos 200 mineros de Catavi, armados de rifles y dinamitas, tomaron como rehenes a 16 técnicos y funcionarios,que fueron llevados al Sindicato de Siglo XX, para ser custodiados por el Comité de Amas de Casa, en tanto no sean liberados Escobar y Pimentel.

Los rehenes eran: Thomas Martin y Michael Kristula de USIS, Bernard Rifkin de USAID, Robert Fergestrom del Cuerpo de Paz; Cornelius Blott, Gerente de Catavi; Kurt Baumeister, Superintendente de Superficie; Marcelino Joffre, Superintendente de Minas; Raúl Bohrt, Superintendente de Negocios; y Felipe Navarro, abogado de la empresa.

Sábado 7 de diciembre. El Gobierno informó a la Embajada de Estados Unidos que tomó contacto y advirtió a la FSTMB. Primero: que los rehenes nada tenían que ver con la detención de los dirigentes; segundo, que los dirigentes serían enjuiciados; y tercero, que las fuerzas del ejército estaban listas a ser movilizadas.

Domingo, 8 de diciembre. El cuerpo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el Pentágono, el Comando Sur, el Secretario de Defensa Mc Namara, El Comando Sur Shouthcom y las fuerzas especiales estadounidenses, prepararon un operativo en conjunto para realizar operaciones de combate con ayuda de las unidades locales contra las fuerzas rebeldes mineras.

Lunes, 9 de diciembre. El general Ovando informó, que ante el peligro del desafío minero, se preparó a la Primera División de Infantería Motorizada “Max Toledo”, a la Compañía de Infantería aerotransportada de Cochabamba, a 200 oficiales movilizados de la Policía, al Tercer Regimiento de Infantería, un destacamento policial, dos milicias campesinas y 1.500 efectivos, todos prestos para viajar con 15 días de ración y dotados de 200 cohetes, 36 morteros, 12.600 cartuchos de mortero, 5.000 granadas de mano, 2.000 granadas de gas lacrimógeno, 16 rifles de 75 mm., 500 carabinas M-1, 650.000 cartuchos de munición, 3.000 abrigos de invierno, 3.000 pares de botas de combate, 9 aviones con armas de fuego, un carro de asalto, y un obús.

Martes 10 de diciembre. Las agencias noticiosas, el TIME y LIFE, llegaron a Siglo XX. En la tarde llegó Lechín para llevar a los rehenes a Catavi. La señora Gerónima Jaldín de Romero, Jefe interina del Comité de Amas de Casa de Siglo XX, se opuso contra Lechín:

“—Nosotros nos vamos a llevar a los rehenes a Catavi, especialmente a los gringos que nada tienen que ver —dijo Lechín.

—"Señor Lechín —respondió la señora Gerónima−, no es la primera vez que usted quiere hacer esta clase de trampas a la clase trabajadora. Lo que usted quiere es llevárselos tranquilamente. Cada vez que la clase trabajadora está por ganar una batalla, siempre usted aparece queriendo hacer sus convenios y luego hacer sus tratativas con el gobierno y nuestras huelgas quedan en la nada. Eso usted no va a hacer. Nosotras queremos ver a nuestros dirigentes primeramente aquí, luego recién largarles a los rehenes”.

Miércoles, 11 de diciembre. 15 camiones y una caravana de blindados se dirigieron a las minas. La FSTMB lanzó un comunicado por la red de emisoras mineras demandando serenidad. Se supo que los campesinos de Ucureña al mando de los caciques oficialistas José Verduguéz y José Rojas, se dirigían a las minas. Los mineros de Oruro minaron las carreteras de acceso. Se levantaron los mineros de Morococala, Santa Fe y Japo. El Gobierno formó un cordón de seguridad en Challapata, Sora Sora y Peñas, para evitar su ingreso.

Jueves, 12 de diciembre. Barrientos propuso el envío de aviones y helicópteros.

Viernes, 13 de diciembre. El Pentágono ordenó la salida de material bélico con un cargamento de equipo militar de impacto a cargo de los fondos de contingencia.

Víctor Rifkin, hermano de uno de los rehenes, visitó la celda de Escobar y Pimentel, junto a un periodista del New York Times, y les pidió que intercedan por la paz. Escobar y Pimentel redactaron una carta pidiendo a los mineros y Amas de Casa, que liberen a los rehenes:

“Compañeros: estando en un duro trance de sacrificios enormes para centenares de familias en Siglo XX y Catavi, y ante el desplazamiento de fuerzas del ejército y queriendo evitar una masacre roja, deponiendo toda actitud sectaria, pensando en el futuro de los trabajadores de Siglo XX y Catavi, llamamos y rogamos dar una lección a los “barbaros”, poniendo en libertad a los rehenes y exigiendo al mismo tiempo la normalización de las labores en la empresa minera Catavi. Escobar y Pimentel”.

Sábado, 14 de diciembre. Lechín, llevó la carta a Siglo XX, esta fue leída a las 23:30 del 14 de diciembre por “La voz del minero”. A esa hora cinco aviones C-47, llegaron con botas, abrigos de invierno, equipos, cohetes, granadas, carabinas M-21, y millones de cartuchos.

Domingo, 15 de diciembre. Lechín junto a un funcionario de la Embajada, y el Arzobispo de La Paz, Abel Antezana, se reunieron con los obreros y Amas de Casa para convocar a una asamblea general y discutir la carta de Escobar y Pimentel.

Lunes 16 de diciembre. Sonó la sirena convocando a los obreros a concentrarse en el Sindicato de Siglo XX. A las 2 de la tarde, la asamblea voto a favor de liberar a los rehenes.

El día de la partida, los liberados se despidieron de los obreros entre aclamaciones de júbilo.

Gerónima y las señoras que observaban todo, le dijeron a un minero que les enseñe a manejar el rifle para que en el futuro aprendan a defenderse, éste les respondió que los rifles no tenían balas. Todas se miraron estupefactas, al poco rato terminaron riendo, y decían entre risas y lágrimas: Y pensar que Estados Unidos y el Ejército Nacional mandaron todo para una guerra, hasta aviones y helicópteros, y miles de carabinas y millones de proyectiles, y ustedes nos vienen con el cuento que sus rifles no tenían balas.

Cuando los rehenes llegaron a La Paz, comentaron que fueron tratados con todas las consideraciones por los obreros Ferguson contó que jugaban cartas con la Amas de Casa. Pero Paz no tenía ni la más mínima intención de liberar a Escobar y Pimentel. Más tarde, Tom Martin diría con furia:

“Voy a volver a entregarme como rehén de nuevo a mis amigos, Esos son mis amigos. Han sido traicionados y no voy a ser parte de la traición”.

A las siete de la noche los liberados, partieron en el avión que Lyndón B. Johnson les envió. La pugna y la alharaca de poderío del Gobierno de Bolivia y de Estados Unidos, duró 10 días.

El desafío de Estados Unidos a Siglo XX, y el envío de un tonelaje de material bélico para destruir la pobreza y acallar el grito de justicia de los mineros por el Gobierno en connivencia con el alto mando militar, no es ninguna exageración ni invención, consta en la obra “Minas Balas y gringos”, de Thomás C. Field Jr.

MUERTE DEL SANGUINARIO CNEL. YÁÑEZ

Actual plaza Murillo, testigo mudo de nuestra historia. 


Por: José Alberto Diez de Medina. / El Diario, 21 de diciembre de 2016.

El Cnel. Plácido Yáñez, un alcohólico, matón de represión política, era autor de las famosas matanzas de Yáñez. Él había nacido en la ciudad de La Paz, era producto de soldado de cuartel, debido a sus matonajes, y servidumbre a cualquier costo, y había ascendido a coronel. En sus continuas borracheras y francachelas, se atribuía ser hijo del vencedor de Ingavi, con una cocinera de la casa Ballivián.

En l861, el gobierno del Gral. José María Achá cometió el error de nombrar comandante de La Paz al Cnel. Yáñez, declarando estado de sitio para el departamento.

Y al mismo tiempo le dirigió una carta, dándole su total confianza, ante cualquier asonada o levantamiento.

El 23 de octubre se produjo un tumulto en la plaza de armas de la ciudad de La Paz, al parecer promovido por el mismo Yáñez, donde se daba vivas a Belzu y a Córdova; igual comportamiento tuvieron tres compañías del Batallón 2do., sacadas del cuartel Sucre, simulando un ataque a la prisión de Loreto.

Presentándose el Cnel. Yáñez, ordenó la represión, sacando a los prisioneros de sus camas y ordenando el fusilamiento de todos ellos, iniciando este hecho con el asesinato del Gral. Córdova, en el coro del Loreto, con cuatro tiros de fusil.

En otras prisiones se procedió de la misma forma, sumando ese día 60 el total de asesinados y fusilados, en la matanza.

El 11 de noviembre de 1861, se trasladó el Gobierno desde Sucre hacia la ciudad de La Paz, vale decir se trasladó el Gral. Achá, llegando un día antes el Gral. Celedonio Ávila, Ministro de Guerra, recibiendo las súplicas de las familias de quienes aún quedaban detenidos, y dispuso la libertad de todo detenido.

El 23 de noviembre, el Cnel. Narciso Balsa se levantó en la ciudad de La Paz, a favor del doctor Ruperto Fernández con el Batallón 3ro. y otras fuerzas, atacando el cuartel Sucre del Batallón 2do. El combate duró cerca de cuatro horas, con muchas bajas por ambos lados.

El pueblo de La Paz colaboró en el levantamiento, no dando su apoyo a favor al Dr. Fernández, sino tratando de vengar los latrocinios de Yáñez. Se suponía que Yáñez se encontraba en el cuartel Sucre, mas el populacho fue anoticiado de su retiro al Palacio de Gobierno.

Atacado el palacio, Yáñez tuvo que huir por los tejados vecinos, al ser visto por un sargento del Batallón tercero, de nombre Antezana, fue ultimado, cayendo su cuerpo en el patio de una casa vecina. El pueblo enardecido escarneció el cuerpo muerto de Yáñez, lo sacó del palacio arrastrándolo, por varias calles, hasta tirarlo en un pequeño barranco, donde usualmente se depositaba la basura y el estiércol de la ciudad.

Tales fueron los últimos momentos del Cnel. Yáñez.

Igual suerte corrió su ayudante, el “tuerto” Luis Sánchez, que fue ultimado a golpes.

Curiosamente, en el ataque al Palacio de Gobierno, realizada por el populacho, no hubo robos ni destrozos, el pueblo respeto el mobiliario del Palacio de Gobierno.


Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1926.

 

LA FRUSTRADA «GUERRA BACTERIOLÓGICA» EN EL CHACO, UN CONTROVERTIDO EPISODIO DE LA GUERRA DEL CHACO A TRAVÉS DE DOS MIRADAS

 

Tropas bolivianas en la Guerra del Chaco.

Por: Freddy Zárate.

Hace 54 años, el médico Abelardo Ibáñez Benavente publicó el libro Sed y sangre en el Chaco (La Paz: Editora en Marcha, 1967), que según indica su autor fue  trazado de manera fragmentaria.

“Me ha impulsado a escribir este reducido trabajo, el ineludible deber que tiene todo ciudadano amante de su patria y de su profesión, de contribuir con los resultados de su labor y de su experiencia al progreso del medio en el que ha desarrollado sus actividades específicas”, escribía.

Pero las notas de Ibáñez difieren del título del libro, ya que gran parte de su contenido se ocupa en evocar pasajes de su época universitaria en la Escuela de Medicina de Chile, la elaboración de su tesis de licenciatura, su retorno a la patria, sus primeros años como cirujano militar, su paso por el Ministerio de Salud, su candidatura a la Vicepresidencia bajo las banderas del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), entre otros pasajes de su vida.  

Por las sendas del Chaco

En lo que respecta a su participación en la Guerra del Chaco (1932-1935), el médico Ibáñez recuerda que “en esos primeros días, después de la ruptura de hostilidades bélicas, se produjo una enorme efervescencia patriótica en todo el pueblo boliviano. En todas las poblaciones se pedía castigo inmediato de la agresión contra la pequeña guarnición boliviana de la laguna Chuquisaca”. En ese interregno, “desde el primer día se comenzó a tomar providencias necesarias para movilizar los recursos sanitarios para constituirse en el teatro de operaciones”.

Curiosamente –señala Ibáñez–, “los médicos no le dieron la importancia que tenía la situación bélica, sea por animadversiones personales, casi ningún médico se presentó al llamado de la Sanidad Militar”.

Después de tres días de la declaratoria de guerra, se formó rápidamente la primera brigada sanitaria que debía salir a la zona de operaciones. Únicamente se presentaron cinco médicos –rememora Ibáñez–, suficientes para llenar un automóvil. En esas circunstancias, emprendieron el viaje de la ciudad de La Paz a las llanuras del Chaco, que describen como “un camino recién construido que presentaba innumerables dificultades para un tránsito rápido. Con camiones lentos, fangos, irregularidades explicables en un camino tan largo y fragoso”.

Ya en territorio del Chaco, Ibáñez relata el encuentro que tuvo con el general Carlos Quintanilla, que había sido designado por el presidente Daniel Salamanca para comandar el Primer Cuerpo del Ejército, con sede en Muñoz: “Me presenté ante él, explicando la odisea que habíamos sufrido los componentes de la primera brigada sanitaria que llevaba material médico-quirúrgico para cumplir su deber en caso de conflicto guerrero. Quizás no valoró el esfuerzo realizado. Se limitó a lanzarme sus miradas prepotentes propias de un junker prusiano y a anunciarme que dos días después se iba a iniciar la toma de Boquerón y de otros fortines del Chaco (…). Me dejó desamparado a mis propios medios”.

Ibáñez también logró entrevistarse con el jefe de la plaza de Villamontes, coronel Óscar Mariaca Pando, a quien expuso la gravedad de la situación sanitaria del Ejército: “Le hice ver la tremenda responsabilidad mía, en caso de no llegar con los auxilios necesarios en el momento oportuno. Aún más, le manifesté que si no me daban los medios para llegar rápidamente a la zona de operaciones, preferiría suicidarme ahí mismo. Ante esta decidida actitud, dio las órdenes necesarias para que pusieran a mi  disposición los dos aviones del Lloyd Aéreo Boliviano que se encontraban de paso en la localidad”.

Según el relato de Ibáñez, transitó por las zonas de operaciones de Camacho, Corrales, Toledo, Arce, Yujra y Boquerón. Sobre la batalla de Boquerón dice: “Hubo posiblemente un momento en el que toda la guarnición o la mayor parte de ella pudo abandonar el fortín. Parece, aunque no me consta, que tenían órdenes del comando superior y hasta el mismo Presidente de la República, para mantenerse allí hasta el último hombre, prometiéndoles suministros de más tropas, provisiones y municiones. El aprovisionamiento aéreo falló por completo, porque la mayor parte de los suministros caían fuera del fortín y las municiones se deformaban por el violento impacto de la caída”. El trágico desenlace fue que a pocos días cayó Boquerón, lo cual produjo una “desmoralización” en el Ejército.

Una noche solicitaron los servicios de Ibáñez para atender a un herido que presentaba la mano izquierda completamente destrozada mientras servía como centinela en uno de los puestos avanzados: “Pensábamos que era una rara herida mientras procedíamos a hacerle la primera curación; al día siguiente, revisando la herida nos llamó la atención la presencia de tatuajes de pólvora en algunos de sus bordes y sospechamos que el mismo soldado se hubiera disparado el balazo, pero decidimos dejar de pasar el hecho y evacuarlo a retaguardia. Después se repitieron innumerables casos de la misma índole, hasta que los comandantes se vieron forzados a fusilar a varios de ellos”.

A estos soldados los llamaron “izquierdistas”, y, según Ibáñez, al finalizar la contienda bélica recibieron pensiones del Estado, al haberse hecho declarar como mutilados de guerra: “El primer izquierdista, aquel que atendimos cerca de Arce, un muchacho apellidado Laguna, según leímos en la prensa de Sucre, fue objeto de un acto patriótico en el Teatro de Sucre, habiendo recibido los honores reservados a los héroes”.          

El fracaso de la guerra bacteriológica

El punto más controvertido del texto de Ibáñez es el referido a la “guerra bacteriológica fracasada”. Antes de ingresar a esta ofensiva bacteriológica, el autor muestra un paisaje oscuro rodeado de noticias alarmantes y llenas de pánico, como la retirada de las tropas derrotadas de Yujra y Arce: “Reinaban la confusión y el derrotismo en las unidades militares, las tropas no obedecían a sus superiores y se retiraban en medio del mayor caos. Eran días de deshonor y de vergüenza”.

Frente a esta situación: “Resolví jugar una carta decisiva para el desarrollo de la guerra –escribe Abelardo Ibáñez–, sin pensar que hasta en eso la mala suerte que nos perseguía iba a hacer fracasar planes cuidadosamente trazados. Convoqué a una reunión de los jefes del Estado Mayor del Primer Cuerpo del Ejército, para proponer una medida extrema en la cual había pensado mucho y que la había preparado concienzudamente por si alguna vez se pudiera necesitarla. Toda nuestra tropa, a su paso por Villamontes, había recibido la vacunación anticolérica, junto con la antitífica, así que era inmune al cólera asiático. Tenía en mi poder dos frascos de cultivos del vibrión del cólera, preparados pocos días antes por el doctor Luis Prado Barrientos, jefe de nuestro laboratorio bacteriológico. Expuse ante la reunión de jefes la posibilidad de acudir, como recurso supremo a la guerra bacteriológica para contener el avance del enemigo”.

La guerra bacteriológica consistía en contaminar los pozos de los fortines antes de abandonarlos. “La guerra podía terminar de inmediato (…). Una epidemia de cólera acabaría con el Ejército enemigo y se propagaría muy atrás, ayudada por el clima tórrido y por el uso obligatorio de las aguas contaminadas. El proyecto fue aprobado por unanimidad por los jefes presentes”, describió el médico.

Para este cometido, Ibáñez indica que se encomendó a dos cirujanos militares que se constituyeran en los fortines que se iban a evacuar y procedieran a contaminar el agua. El resultado fue que, después de su regreso, “no hubo el menor aviso de que la extrema medida hubiera tenido algún resultado. Muchos informaron que los comisionados no se habían animado a cumplir con la orden impartida y los dos cirujanos fueron dados de baja por ignominia en una de las órdenes generales que dicté. Ellos afirmaban que habían cumplido la orden. Después reflexioné, pensando que quizás el cultivo se había esterilizado por la falta de precauciones en su conservación. Pero, hasta el día de hoy, jamás me he arrepentido de haber ideado un recurso tan supremo, que de haber dado resultado habría sido la salvación de la patria amenazada”.

La mirada contrapuesta  

La polémica revelación de Abelardo Ibáñez  fue cuestionada años más tarde por el médico Gabriel Arze Quiroga en el libro Instantáneas de ayer (1984), un texto que recoge recuerdos del Chaco, documentos políticos e históricos, artículos de prensa y temas diversos. En el capítulo primero manifiesta que el libro Sed y sangre en el Chaco “hace apreciaciones caprichosas en varios aspectos y en el capítulo XII expone el proyecto diabólico respecto a la intención de contaminar las aguas de la Cañada Fortín Arce con cultivos de vibrión de cólera”.

Según indica Arze, una vez anoticiado de la publicación de Ibáñez, “me dirigí a la opinión pública mediante una relación completa de los hechos, con carta al director de Prensa Libre en la que le incluí el artículo titulado: ‘La retirada de Fortín Arce’. A consecuencia de ello, la redacción del periódico manifestó: ‘Como médico consciente de sus responsabilidades el doctor Arze Quiroga prefirió mantener silencio sobre esa desatinada orden impartida por el doctor Ibáñez Benavente, que 35 años después de aquella guerra escribió lo que tal vez debía callar, si además no tenía conocimiento del resultado de la orden que dispuso; sin embargo, el libro del exdirector de Sanidad Militar y también exministro de Salud Pública le obligó a la aclaración para conocimiento de la historia’”.

Arze Quiroga expresa que la memoria traiciona al doctor Ibáñez: “lanza a los cuatro vientos su libro (…) en el que pregona una intención y preparación propias del genocidio, que debía haber sido piadosamente relegado al olvido. Me hallo en la obligación de aclarar cómo fracasó aquella idea y mi participación”.

De acuerdo con el relato de Gabriel Arze, llegó al fortín Saavedra el director de Sanidad en Campaña, coronel Ibáñez; su ayudante y seis estudiantes de medicina incorporados con el grado de suboficiales. Dejaron el vehículo frente al casino, donde además de comer, departieron con los oficiales contando novedades de retaguardia.

Terminada la cena, el médico Ibáñez se sorprendió al ver el furgón vacío. “Alarmado, a gritos llamó al chofer y a los suboficiales sanitarios y les preguntó dónde habían dejado los bultos y con qué autorización habían descargado (…). El ya enfurecido doctor Ibáñez  amenazaba a los suboficiales de sanidad con hacerlos fusilar si no aparecían los cajones”. Esta situación llamó la atención: “En eso escuché al aterrorizado y colérico director de sanidad lamentar ‘¡Esto no puede ser!, ¡Esto es más peligroso que la guerra misma!’”.

Luego de requisar el campamento, fueron encontrados los cajones y dos frascos tirados en el suelo: “Puedo decir que por intuición y sin necesidad de microscopio  reconocía que ese cultivo era   de vibrión de cólera (…) confieso que transpiré de espanto. Ante el cuadro dantesco que significaría una epidemia opté por los fueros del derecho y de la cultura frente a la guerra”.

La acción de Arze consistió en destruir los cultivos de cólera; y como segundo paso, esterilizó los frascos para sustituirlos con sustancias inocuas y estériles.

Éste fue el secreto mejor guardado por Gabriel Arze hasta el día que apareció el libro de Abelardo Ibáñez, en el que recién daba a conocer a la prensa lo que realmente sucedió en la denominada “guerra bacteriológica”.

Este curioso episodio de la Guerra del Chaco provocó una agitada discusión a nivel nacional e internacional, en la que se defendía la ética médica en tiempos de guerra. Hasta el día de hoy seguimos gravitando sobre la contienda bélica más larga que enfrentó Bolivia en el siglo XX y en la que,  en este caso, los protagonistas no fueron militares, sino dos médicos.


Este artículo fue publicado en Pagina Siete, hoy 18 de septiembre de 2021.

MUJERES E INDÍGENAS ABRIERON LA GRAN LUCHA POR LA INDEPENDENCIA BOLIVIANA

 

Mujeres indígenas de Bolivia. (Historias de Boliva)

Por: Jorge H. Quispe C.  / Este artículo fue publicado en Página Siete de La Paz, el  6 de agosto de 2021.

En 1812, en Jujuy, Argentina, el general Manuel Belgrano invocaba ante su Ejército: “¿Están presentes las mujeres de Cochabamba? Y un oficial respondía: “¡Gloria a Dios, han muerto todas por la Patria en el campo de honor!”. En la Colonia y la Guerra de la Independencia, las mujeres no solo cuidaron de sus hijos, también apoyaron a sus maridos y muchas de ellas  tomaron el fusil durante la gesta libertaria.

Casi 40 años antes de que se encienda la chispa revolucionaria del 16 de julio en La Paz, el anhelo libertario hizo carne en los indígenas con las primeras revueltas contra la corona española. A continuación revisamos los pasajes más importantes de la lucha que mujeres e indígenas libraron por la libertad.

De heroínas a olvidadas

Entre los siglos XVII y XVIII, en lo que hoy es Bolivia, las mujeres de la clase alta de la ciudad tenían dos opciones “casarse o ir al convento”, expone la historiadora Laura Escobari. Solo algunas aprendían a leer y escribir, particularmente las que iban a  conventos.

Empero, en el área rural algunas esposas de hacendados tenían un rol más activo, se hacían cargo de la cosecha, de las cuentas, el comercio, el cuidado de los animales y la administración de la hacienda, mientras “los esposos se ocupaban de mantener el prestigio de la familia”. Según el libro La mujer en la Colonia, del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central Venezolana, durante la Colonia se consolidó el patriarcado en una sociedad blanca y mestiza.

En esa coyuntura emergieron las figuras de Bartolina Sisa (1753-1782), esposa de  Túpac Katari y Gregoria Apaza (1751-1782) su hermana, quienes  sembraron la semilla femenina revolucionaria de 1781.

Había pasado la mitad del siglo XVII (1700) y en 1780 en Perú, Túpac Amaru (1738-1781) y su esposa Micaela Bastidas (1744-1781) se sublevaron contra la corona española. En esa rebelión ella se encargó de la logística de la revuelta.

La noticia corrió como reguero de pólvora y un año después, en La Paz, Bartolina Sisa  y  Gregoria Apaza, esposa y hermana  de Julián Apaza, autodenominado  Túpac Katari (1750-1781)- dirigieron  el cerco a La Paz junto con el caudillo indígena.

Sisa llevaba la economía de la guerra, compraba armamento y toda la logística de la rebelión. El 17 de mayo de 1781, el español Sebastián Segurola, al enterarse de que Sisa estaba en el sector de Pampahasi, envió un ejército para romper el cerco, pero ella resistió y triunfó. El 2 de julio fue traicionada y apresada en Kalamarka. Ella presenció el descuartizamiento de Túpac Katari el 14 de noviembre. Estuvo encerrada casi un año y el 5 de septiembre de 1782 fue atada a la cola de un caballo y arrastrada para luego  ser ahorcada. 

Su cuñada Gregoria Apaza fue flagelada, violada, azotada y paseada desnuda sobre un burro. Fue ahorcada el 5 de septiembre de 1782. En 1983, el II encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiwanaku declaró a ese día como el Día Internacional de la Mujer Indígena. 

Encendida la mecha libertaria, se sumaron  más mujeres. Y tras la Revolución del 16 de Julio en La Paz, Vicenta Juaristi Eguino Diez de Medina (1784-1857) se sumó a la causa. Eguino fue apresada y absuelta dos veces y participó activamente durante los largos 16 años de la Guerra de la Independencia. 

Junto a ella se destacó Simona Manzaneda (1770-1816), mujer de extracción humilde que participó en la Revolución del 16 de Julio. Fue aprehendida en 1816, luego fue rapada y  conducida hasta el cadalso en  un burro, la llevaron hasta el cadalso. Tras recibir 50 azotes fue ahorcada.

 “¡Aquí estamos las mujeres!!!

No obstante, en 1812 se escribió una de las páginas más gloriosas de la participación de la mujer en la Guerra de la Independencia.  Ese año, luego de que el patriota Esteban Arce fue derrotado el 24 de mayo por el español Manuel de Goyeneche, un grupo de mujeres, ancianos y niños esperó a los españoles. 

La madrugada del 27, todas ellas se parapetaron en la Coronilla de Cochabamba y aguardaron a los realistas que les triplicaban en número. “¡Si no hay hombres, aquí estamos las mujeres para defendernos!”, gritaron para darse ánimo, antes de ser abatidas sin misericordia.

Meses después, la Gaceta de Buenos Aires publicó: “El Alto Perú será libre porque Cochabamba quiere que lo sea”, y el general  Belgrano  ordenó que cada día a la hora del llamado de lista en los cuarteles se invoque a las mujeres de la Coronilla.  En homenaje a ellas, el 27 de Mayo se recuerda en Bolivia el Día de la Madre. 

La noticia de la heroica defensa de la Coronilla llegó a todos los rincones. En el sur, Manuel Ascencio Padilla (1774-1816), combatía contra los españoles junto a su esposa Juana Azurduy de Padilla (1780-1862).

En 1814, Juana huía de los españoles junto a uno de sus cuatro niños escoltada por cuatro compatriotas. Sin embargo, al cruzar un río descubrió la traición de ellos y sin titubear empuñó su sable y decapitó a uno y puso en fuga a los otros tres. 

Junto a Los leales, como se llamaba su tropa, Azurduy rescató posteriormente la cabeza de su esposo que luego de ser muerto en 1816 era exhibido por los españoles en la población de Laguna como escarmiento a la sublevación.  Así continuó su lucha hasta ver nacer la República.

Azurduy murió olvidada el 25 de mayo de 1862. Mientras ella agonizaba, el niño Indalecio Sandi, huérfano con el que vivía, salió a la plaza principal de Sucre para pedir ayuda, pero nadie le hizo caso. Ese día, la ciudad celebraba la gesta de 1809.

 El historiador Ricardo Acebey relata que durante la Guerra de la Independencia muchas mujeres anónimas cumplieron el rol de guerrilleras y espías mientras otras confeccionaban uniformes. 

Tras el nacimiento de la República, las que hasta ese momento habían combatido a los españoles fueron nuevamente invisibilizadas, por los hombres. “Si antes los criollos daban su riqueza a los españoles, ahora la administraban ellos, pero para la mujer nada cambió”, resume la historiadora Escobari. 

La insurrección indígena

Antes del gran cerco de 1781 a La Paz, que Túpac Katari y Bartolina Sisa comandaron por 173 días, otros indígenas se levantaron contra la corona española.

El historiador Roberto Choque Canqui, en el libro Situación social y económica de los revolucionarios del 16 de julio de 1809 en La Paz, refiere la primera revuelta indígena que se produjo en 1771 contra el Corregidor de Caquiaviri,  autoridad a la que finalmente  dieron muerte. Los corregidores o autoridades españolas cometían frecuentes abusos contra los indígenas. 

Nueve años después, en marzo de 1780 La Paz se conmovió “con la sorpresiva sublevación de los indios Eugenio Qhispi (Quispe) y José Chino, quienes sorprendieron a las autoridades reales obligándolas a refugiarse en la casa del obispo. La situación  se complicó “cuando llegaron más indígenas a la ciudad”.

Quispe y Chino protestaban por las injusticias que la Aduana cometía contra los indígenas. Ese mismo 1780, un campamento español instalado en lo que hoy es el Kenko (Q’inq’u), en la ciudad de El Alto, fue asaltado. Posteriormente, las asonadas indígenas continuaron en el altiplano, en Río Abajo y los Yungas paceños.

Hasta La Paz llegó la noticia de la revuelta de Túpac Amaru del 26 de agosto de 1780 en Perú . Y luego  siguió la del 4 de noviembre, en Chayanta, Potosí, liderada por Tomás Katari.

En esas circunstancias,  un año después estalló la mayor rebelión aymara. Su líder fue Julián Apaza Nina o Túpac Katari. El indígena,  su esposa Bartolina Sisa y su hermana Gregoria Apaza comandaron a más de 40.000 hombres y cercaron la ciudad de La Paz por 173 días.

Katari  fue traicionado el 9 de noviembre de 1781 por Tomás Inca Lipe. Había sido uno  de sus hombres más leales hasta que aceptó el  soborno de los españoles. 

A los cuatro días de su apresamiento, y tras un proceso seguido por el criollo Francisco Tadeo Diez de Medina (oidor de la Audiencia de Chile), Katari fue descuartizado atado a  cuatro caballos, en presencia de muchos indios y españoles en Peñas, La Paz, el 15  de noviembre de 1781. Un año después, Sisa y Apaza también fueron asesinadas.

Años más tarde, en 1805, se produjo otra revuelta casi generalizada en el Alto Perú, en la que participaron los criollos (hijos de españoles), pero fue en 1809 cuando estalló la revolución, un movimiento engendrado por los indígenas  40 años antes de las gestas de mayo y julio.

 

El aporte femenino

1780 Micaela Bastidas se subleva contra España en Perú junto a  Túpac Amaru. Su valor  inspira a Bartolina Sisa y Gregoria Apaza, que comandaron el cerco con Túpac Katari.

1781 Bartolina Sisa y Túpac Katari organizan el cerco a la ciudad de La Paz por 173 días. Posteriormente ella  resiste el ejército español durante la batalla en Pampahasi, pero luego es traicionada y ve la muerte de Katari.

1782 Bartolina Sisa y Gregoria Apaza son flageladas, violadas y paseadas desnudas sobre burros antes de ser ahorcadas,  el 5 de septiembre de 1782. Por ello en 1983 se instituyó el Día Internacional de la Mujer Indígena.

1816 Juana Azurduy de Padilla vence a los españoles y rescata el cráneo de su esposo Manuel Ascencio Padilla, que era exhibido como escarmiento en Laguna. Azurduy murió olvidada por las autoridades el 25 de mayo de 1862.

El aporte indígena

1771 Se produjo la primera revuelta indígena en Caquiaviri, La Paz, donde los habitantes dieron muerte al Corregidor español que cometía abusos contra los indios.

1780 Los indios Eugenio Qhispi (Quispe) y José Chino sorprendieron a las autoridades reales obligándoles a refugiarse. Ese año se dio además una rebelión encabezada por Tomás Katari en Chayanta, Potosí

1781 Se realizó el gran cerco a la ciudad de La Paz. Tupac Katari y unos 40.000 hombres sitiaron la urbe por 173 días. No ingresaron alimentos a la vieja ciudad del Illimani, donde estaban asentados los españoles que dirigían la urbe.

1781 Tupac Katari  fue traicionado el 9 de noviembre de 1781 por Tomás Inca Lipe, uno de sus hombres más leales al que sobornaron los españoles. Luego fue descuartizado  en la población de Peñas, el 15 de noviembre.

TANIA, AL INCUMPLIR LA ORDEN DEL CHE, TUVO QUE SER INTEGRADA A LAS FILAS GUERRILLERAS.

La guerrillera "Tania".


(Por Diego Martínez Estévez)

El 4 de noviembre de 1964, día en que el general René Barrientos llevaba a cabo su golpe de Estado contra el régimen del MNR, Aydée Tamara Bunker Bider – la futura Tania – de nacionalidad argentina, cruzaba la frontera del Perú hacia Bolivia.

Desde Cuba fue enviada por el Che con la finalidad de incrustarse en el gobierno de Víctor Paz Estensoro y servir en el devenir, en tareas que se le encomendasen. Para entonces, la idea de montar un movimiento guerrillero no era en suelo boliviano, sino, en Perú.

Con el cambio de gobierno por otro dictatorial, Tania, virtualmente se mantuvo congelada. Para conseguir su nacionalidad se casó con un estudiante universitario paceño de quien luego se deshizo consiguiéndole una beca a Bulgaria. A partir de septiembre de 1965 y hasta el mes de marzo de 1966, primero en La Paz y luego en San Paulo, recibió una reactualización de sus conocimientos que fueran impartidos en Cuba por el guatemalteco y ex policía Carlos Alvarado Marín, alias Mercy: éste lo conoció al Che en la embajada de México en Guatemala cuando fue derrocado el Presidente Jacobo Arbenz; luego Mercy se incorporó a los servicios de seguridad de Cuba.

En julio de 1966 llegaron a La Paz los primeros dos cubanos – Pombo y Tuma - para organizar el aparato urbano de apoyo a la guerrilla. Por razones de seguridad no tomaron contacto con ella; recién lo hicieron en noviembre para que les apoyara en el alquiler de “casas de seguridad” donde alojaron a los futuros guerrilleros que arribaban de Cuba y almacenaron armamento y equipo que fueron adquiriendo localmente.

Compraron dos jeeps marca Toyota, uno de ellos a nombre de Tania y cuando el Che arribó a La Paz, al otro día y por la ruta de Santa Cruz viajaron hasta Casa de Calamina. Tampoco en esta oportunidad tomaron contacto con ella.

Uno de los vehículos fue guardado en un garaje de Camiri. El 24 de marzo, la Dirección de Investigación Criminal lo incautó encontrando en su interior cuatro maletas de Regis Debray y Ciro Bustos, contenían ropa de confección cubana, mexicana y argentina, más una libreta de direcciones de Tania.

Las declaraciones de los tres primeros desertores (Pastor Barrera, Vicente Rocabado y Salustio Choque), las seis maletas encontradas en Casa de Calamina por el capitán Silva en febrero pasado y el jeep de Tania, dieron claras referencias sobre la participación cubana en el financiamiento y organización de las operaciones guerrilleras, posiblemente jefaturizada por Ernesto Che Guevara. Desde entonces, las fuerzas legales tenían entendido que entre las filas guerrillas figuraba una mujer de nombre Tania.

Así lo da a entender el siguiente radiograma militar:

“Hrs. 0300 hoy incautóse un jeep Toyota gris placa La Paz 6811 modelo 66 propiedad Laura Gutiérrez “posiblemente Tania” conteniendo 4 valijas diferentes tamaños, un bidón y otros implementos viaje stop Vehículo hallábase depositado garaje Julio Galvarro partir 5 de marzo stop Conviene averiguar tránsito esa stop Necesario investigar actividad Regis Debray alumno Escuela Normal Superior agregado de la universidad y que figura con residencia 4 Av. De la Puerta Brian con relaciones pueda tener con Laura Gutiérrez".

"Firma: Gral. David La Fuente S.".

Tania, desde el 3 de marzo ya se encontraba en Campamento Central a donde había arribado desde Sucre junto a Debray y Bustos.

La última vez que durmió entre sábanas fue el día anterior, en un alojamiento situado frente a la Terminal de Buses de la ciudad capital. Ella y sus dos acompañantes durmieron en la misma pieza. La argentina, antes de acostarse no se hizo problemas para desnudarse, bañarse y acostarse sin ropa. Al otro día prosiguieron viaje hasta Camiri; se alojaron en el hotel Marieta y salieron a cenar en la acera del hotel Londres; en estas circunstancias apareció “El Loro” (Jorge Vázquez Viaña); retiraron sus maletas, las guardaron en su jeep y fueron conducidos en el otro jeep hasta Casa de Calamina. Esta fue la segunda y última vez que ingresaba a la zona guerrillera; la primera lo hizo a finales del pasado año viajando en avión desde La Paz a Camiri para concurrir a la reunión programada por el Che con el objeto de organizar la red de apoyo urbana, con la designación de funciones. También se hicieron presentes el Secretario General del Partido Comunista Mario Monje, Loyola Guzmán y Rodolfo Saldaña. En esta reunión, Tania recibió la misión de viajar a la Argentina y permanecer en las ciudades como componente imprescindible de la red de apoyo.

El 1ro. de enero viajó a Buenos Aires y se entrevistó con Eduardo Jozami. Lo citó para febrero en La Paz y en esta ciudad le pidió que los primeros días de marzo viajara a Tarija y recogiera allí una carta en el correo central; no llegó a remitirla al incumplir la orden del Che, de salir de la base guerrillera para no retornar más. Acerca de este hecho, años más tarde, Jozami relató su versión:

“Yo me reuní con Tania en enero de 1967. Me dijo: 'El Che te manda a buscar”. En febrero me encontré con ella en La Paz. Me presentó a Inti Peredo, quien me dijo que el Che tardaría algunos días en volver al campamento porque estaba en una exploración bastante lejos. Tania me dijo que en marzo fuera a Tarija, y que esperara un mensaje en la Oficina de Correos. Pero nunca llegó”.

En el libro de Bustos titulado “El Che quiere verte”, afirma que Tania y por instrucciones precisas del Che, no debía revelarle quien lo convocaba a Ñancahuazú, sin embargo, le dijo: “el Che quiere verte”.

Resulta que, no fue únicamente ella quien no alcanzó a comprender la importancia de guardar en el más absoluto secreto la presencia en Bolivia del ya famoso guerrillero de Sierra Maestra, también algún otro develó este gran detalle como afirma Jozami en su entrevista a Clarin.com. Además, ya desde el mes de febrero y pese a las recomendaciones del Che, algunos cubanos venían comentando a los futuros desertores, pormenores sobre la figura de Ernesto Guevara de la Serna, asimismo, dejando diversos indicios, incluso documentos que las patrullas irían hallando en sus rastrillajes, desde Casa de Calamina, a campamento Central.

Cuando el 3 de marzo Tania ingresó por segunda vez a Campamento Central, todavía no se encontraba bloqueada militarmente la zona. En lugar de dejar a los invitados (a Debray y Bustos) en la base guerrillera y salir para dar cumplimiento a la orden del Che, se puso a esperar su retorno de su marcha de entrenamiento efectuada a la zona de Río Grande que duró 33 días. La columna de 25 hombres arribó a Campamento Oso el 17 de marzo. Para entonces, el Comando General del Ejército ya venía desplazando desde la zona del interior, a la primera media docena de unidades de nivel compañía. La única salida de los campamentos era por la ruta de Casa de Calamina que fue ocupada por las tropas militares.

El 23 de marzo de 1967 se produjo la primera emboscada al Ejército.

Descontando a los tres primeros desertores, en los dos principales campamentos guerrilleros se encontraban 50 hombres. Eran muchas las bocas tener que alimentar. Día tras día, la logística insuficiente hacía sentir sus efectos. Por la gran cantidad de grasa de caballo consumida, casi todos enfermaron del hígado; las diarreas eran cotidianas; otros sufrían hinchazones en piernas y brazos y se acababan los medicamentos para contrarrestarlas; las últimas pilas fueron utilizadas en el único radio receptor; las botas envejecieron y las reservas de alimentos se agotaban.

Con la inauguración formal de su lucha, permanecieron once días cubriendo con emboscadas y desde puntos adelantados situados al sudoeste y este del Río Ñancahuazú, las entradas a sus campamentos. “Ramón” (El Che), nuevamente vez tuvo que recurrir a su férrea autoridad a fin de mantener la disciplina. Algunos cubanos obedecían con tibieza. Les recordó sus omisiones de seguridad e indisciplina. La ira de Ramón hizo llorar a Tania considerada el número uno de la organización de la red urbana. Incumplió la orden de permanecer en La Paz; dejó guardado su jeep en un garaje de la pequeña población de Camiri y al día siguiente de la emboscada fue casualmente descubierto por la Dirección de Investigación Criminal (DIC). Por soslayar elementales normas de seguridad, fue develada su identidad y la de otros contactos suyos al haber sido sometido a un exhaustivo análisis su libreta de direcciones que lo dejó en el interior de su vehículo; además, las cuatro maletas conteniendo ropa de confección extranjera fueron indicios claros de la conformación multinacional de la guerrilla. Tania, a la hora nona se olvidó de las extremas medidas de seguridad que recibió como enseñanza. Ramón - según Ciro Bustos – “también se refirió a los argentinos que Tania llevó; pero, “...por su estupidez para no entender órdenes, había fracasado todo...”.

Ante la falta de alimentos y luego de dos exitosas emboscadas más (las últimas en ocho meses de guerra), los guerrilleros abandonaron sus campamentos.

El 19 de abril, la columna guerrillera se dividió en dos grupos: la primera al mando del Che y la segunda al mando de Joaquín integrada por enfermos; de esta última pasó a formar Tania, desde entonces y hasta el final de sus días, su vivencia sería un verdadero martirio.

Usaba una pistola Browning de 9 mm.; a mediados de julio ya no podía leer bien; su cuerpo estaba infestado de picaduras de mosquitos e insectos. Sucia, harapienta, con la cara manchada de tiznes; poseía un cuchillo plateado y otro al parecer de oro; portaba una boina y vestía pantalón militar verde olivo y era el único combatiente que calzaba botas que no se las podía quitar porque el cuero remojado se había pegado a su piel, produciéndole heridas supurantes y dolorosas al caminar; también sentía agudos dolores en una pierna y en el vientre. Recibió vejámenes de Joaquín y Braulio por su lentitud en los largos recorridos por abruptas elevaciones; lloraba constantemente y no podía dominar el pánico que le producía la proximidad de las patrullas. Solía alejarse de sus compañeros para captar noticias radiales que daban cuenta de los dislocamientos militares y posibles apariciones del grupo del Che en uno y otro punto; sobre estas novedades le informaba en privado a Joaquín y a quien frecuentemente le reclamaba por el mal trato que dispensaba a los bolivianos.

Este grupo era constantemente acosado por las patrullas de la 4ta. División, por lo que Joaquín, cansado de aguardar el retorno del Che de Muyupampa, abandonó la zona y decidió marchar al norte, a dar encuentro al Che que también lo buscada en esa región anteladamente conocida por ellos. Ambos grupos orientaban su ruta basándose en informaciones radiales que daban cuenta sobre su fugaz aparición en tal o cual punto de ese inmenso monte montañoso. El grupo de Joaquín marchó 200 kilómetros por tramos difíciles de atravesar; Tania y Alejandro marchaban retrasados.

Antes de morir, su indisciplina la condujo a atravesar por muchos padecimientos. No sólo por el caso de Tania se infiere que las mujeres y debido a su debilidad física, no debieran ser empleadas en el campo operativo, sino, en los campos de Inteligencia y Logística. Varios años atrás y por imposición del senado norteamericano, el Ejército de EE.UU. se vio compelido a permitir que algunas damas militares hicieran cursos especiales de índole combativo. El que escribe estas líneas, más de una vez pudo comprobar que las damas uniformadas - con excepciones - son proclives a no poder soportar presiones que implican desplegar “fuerzas morales” (Clausewitz).

Prosigamos.

El 30 de agosto arribaron a la casa del campesino Honorato Rojas informante de la 8va. División, quien, junto a otros lugareños recibió entrenamiento en tareas de búsqueda y recolección de información, en el cuartel de La Esperanza, situado en las proximidades de la ciudad de Santa Cruz. Le pidieron que les hiciera cruzar el Río Grande. Al parecer, su intención era internarse aguas arribas por el Río Frías y por este cañadón, arribar a sus campamentos. El grupo del Che se encontraba a 30 kilómetros, también dirigiéndose a la casa del campesino.

Al día siguiente y terminando la tarde, Rojas los condujo al lugar del vadeo. Esa mañana se había puesto de acuerdo con el capitán Mario Vargas Salinas para llevarlos a su trampa dislocada en ambas orillas. Vargas y sus 40 hombres, tuvieron que realizar una marcha forzada a lo largo de 30 kilómetros, desde su base de patrullas situada en Lajas.

El experimentado satinador Braulio, campesino cubano curtido en las guerrillas de Sierra Maestra cruzó primero para explorar la orilla opuesta. No pudo ascender la pequeña barranca formada de arena. Por encima de su cabeza, una treintena de fusiles aguardaban la apertura del fuego. En la orilla de partida, el sargento Barba, lo propio, con seis hombres elegían sus blancos.

Tal como se esperaba que sucediese, a las 4 de la tarde se presentaron en la casa del campesino y fueron guiados hacia el lugar del vadeo. Joaquín quiso evitar su desplazamiento por la playa internándose en la vegetación, lo que le habría conducido directamente a las espaldas del Sargento Barba. Honorato lo convenció que sería una pérdida de tiempo y le dijo:

“Vámonos por esta playa arriba aprovechando este pedregal que por ahí no vamos a dejar huellas”. Esto lo hacía para que las tropas nos vean y se alisten haciéndoles señas con mi sombrero. Cuando llegamos a emboscada en medio de las tropas del ejército, les dije: acérquense todos, vamos a pasar en grupo, en lo que acercaron. Conocí a Tania, me miró ella y yo miré que era mujer y los guerrilleros me observaron con exigencia si me seguía fijando en ella, entonces noté eso y disimulé. Me dice Joaquín: “Indícanos bien por donde vamos a ir y vos anda y consigue sal para que mañana carneemos una vaca. Procura volver de dónde vas a ir por la sal, dijo. Le dije que de Arenales. Procura volverte esta noche. Les dije, muy bien voy y vuelvo esta noche”. Entonces les indiqué bien por dónde iban a pasar el río y querían pasar uno por uno; les dije no, pasen en grupo, van a pasar más rápido y pasando uno por uno van demorar mucho y en grupo van a pasar más rápido ya que es un poco tarde. Esa fue la ventaja de la sal que me libró de la muerte. Les metí al río y les dije, yo me voy borrando las huellas que hubieran dejado ustedes y “me dijeron bueno” …”.

Cuando al atardecer llegaba a su ocaso y el capitán Vargas se disponía a ordenar que sus hombres, por turno bajaran al río a saciar su sed, a la lejanía observó que el enemigo subía por la playa. Cerca de las posiciones del sargento Barba descubrieron algunas huellas que los soldados no llegaron a borrar. Olvidando toda eventualidad de peligro y obedeciendo la sugerencia del campesino de cerrar la columna para facilitar la puntería de los tiradores, confiadamente acortaron su distancia hacia la zona de muerte.

Braulio, desde el frente les dijo: “pasen, no hay problema”.

Diez guerrilleros ingresaron a la zona de muerte. Tania, al sentir el impacto, apoyó sus manos sobre su pecho y cayó de bruces. Tres sobrevivieron a la matanza:

El Negro, de nacionalidad peruana. Su nombre era Restituto José Cabrera Flores. Zambulléndose nadó aguas abajo y se internó en el Río Frías; tres días más tarde fue descubierto mientras se desplazaba. Toda la compañía Toledo que se avanzaba en sentido contrario abrió fuego sobre él. Cayó herido y se rindió. Un sargento lo remató.

El médico beniano Maimura, de nombre Freddy Maimura Hurtado fue capturado vivo; también fue rematado por un Cabo trinitario conocido suyo.

El boliviano Paco, de nombre José Carrillo. Herido en un brazo, vivirá para relatar la odisea atravesada por Tania.

Pasada la emboscada, la Compañía “Tigre” del subteniente Eduardo Galindo recibió la orden de marchar al lugar y por radio recibió la orden de recuperar los cadáveres de los guerrilleros. Con mitad de sus hombres reconoció aguas arriba y el subteniente Alberta Molina en sentido contrario. Al finalizar la tarde y a 800 metros de lugar de la emboscada, esta fracción encontró el cuerpo de Tania atascado en una piedra; lo evacuó hasta una parte alta de la orilla y se replegó a su base de patrullas.

Como era norma de la guerrilla ocultar sus bajas, el Comandante de la 8va. División temía una tentativa de rescate del cadáver de Tania y recién a media noche, después de insistentes llamados logró comunicarse con Tigre, recomendándole con todo tipo de explicaciones proteger a la guerrillera a fin de evidenciar ante la prensa la invasión extranjera del que era objeto Bolivia.

Para dar cumplimiento a la incómoda tarea de buscar el cuerpo de Tania, la unidad, a pasos forzados y bajo una torrencial lluvia tuvo que salvar mayor distancia, pues, las turbulentas aguas ya se llevaban el cadáver de la guerrillera atascado en una gran piedra. La patrulla, con el cuerpo a cuestas retornó al Puesto Comando de la compañía y un soldado procedió a levantar el inventario del contenido de su mochila. Además de alguna ropa interior, encontraron un libro, 100 dólares, una pequeña libreta de apuntes (su cuarta libreta) y una carta dirigida a un tal Vargas, residente en la calle Santibáñez de la ciudad de Cochabamba. Presentaba una herida en el hueso de su brazo derecho que le hizo florecer sus carnes, por lo que se presume que murió ahogada. Otro disparo penetró su mochila y fue a impactar en su pequeña pistola que la tenía guardada en su interior. Los soldados, al ver su cadáver lo emprendieron a puntapiés, culpándola que por ella no retornaban a sus hogares.

EL PRESIDENTE RENÉ BARRIENTOS ORTUÑO TENÍA RAZONES PERSONALES PARA ASISTIR AL SEPELIO DE TANIA.

Informado de la tenencia del cadáver, el general René Barrientos Ortuño, Presidente de la República, aterrizó en la base de la compañía. Galindo le dio parte que desde cinco jornadas atrás sus hombres se alimentaban con raciones muy disminuidas. En el acto, el helicóptero retornó a Vallegrande en busca de raciones, pero no pudo volver ese día por el mal tiempo reinante. El 5 de septiembre, Tania, por la fuerza de las circunstancias convertida en guerrillera, en el cementerio de Vallegrande recibió cristiana sepultura.

Un año antes, Tania encontró la oportunidad de entablar amistad con el Presidente valiéndose del Ministro de Informaciones de la presidencia, allegado del guerrillero Inti Peredo. Barrientos fue invitado a una ceremonia cultural en un pueblito situado en las orillas del Lago Titicaca y allí se dirigió Tania y se sentó en el palco, junto al Mandatario. A la conclusión del acto, el mujeriego de Barrientos, conduciendo personalmente uno de los vehículos la llevó de vuelta a La Paz, a la zona de Obrajes donde, como en otras ciudades, disponía de una casa alquilada y allí amaneció con ella. Su edecán de turno durmió en el segundo vehículo.

No cabe duda que su vocación revolucionaria la llevó a Bolivia, sin embargo, la disciplina revolucionaria implica reunir ciertas condiciones.

Mayores informaciones las podrán leer en los siguientes enlaces:

https://www.facebook.com/contraguerrillasche

https://martinezestevez.wordpress.com/

LA CURIOSA HISTORIA DE MIRTA IRIARTE RODRÍGUEZ Y EL M.I.R.

 

Mirta Iriarte Rodríguez (Créditos: La H Parlante)

Por: Sergio Medinaceli Soza, esta nota fue publicada en Página Siete de La Paz, el 15 de enero de 2021.

El 17 de julio de 1980  se encarama en el poder el gobierno narcotraficante de García Meza, luego de un golpe de Estado cruento desplazando a la joven democracia boliviana; su ministro del interior, Arce Gómez, después de cometer las atrocidades más grandes en contra de los derechos humanos, anuncia el exilio de dirigentes sindicales, el confinamiento de políticos y sentencia: “Todos los elementos que contravengan al decreto ley tienen que andar con el testamento bajo el brazo. Vamos a ser taxativos y no va a haber perdón”

No obstante de semejante amenaza, el 7 de septiembre de 1980, se publica en el periódico Presencia la foto de una niña con el nombre de Mirtha Iriarte Rodríguez que invitaba a celebrar sus nueve años de vida; era un claro mensaje del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, anunciando que el partido ya estaba organizado y luchando contra la dictadura.

Este anuncio de enorme creatividad política, tuvo un impacto muy fuerte en la población boliviana en contra de la dictadura que puso en marcha su plan para eliminar al MIR, único partido que había organizado su Dirección Nacional Clandestina y sus frentes sectoriales de lucha,  desplegando una férrea conspiración contra la dictadura que iba a decretar medidas económicas antipopulares, razón por la cual, se decidió reunir a los dirigentes del MIR para aprobar acciones y medidas, y denunciar a nivel nacional e internacional este atropello a la economía popular.

La Dirección Nacional Clandestina se reunió aquel fatídico 15 de enero de 1981 con la presencia de Gloria Ardaya, José Reyes, Artemio Camargo, Ricardo Navarro, Ramiro Velasco, Arcil Menacho, Jorge Baldivieso, José Luis Suarez y Gonzalo Barrón. Iniciada la reunión, en la calle Harrington, es interrumpida por paramilitares que ingresan al domicilio abruptamente, rompiendo ventanas, pateando puertas y disparando sus metralletas. José Reyes salió al encuentro de los paramilitares pidiendo que no disparen, con pañuelo blanco en mano, indicando que estaban desarmados, cae muerto con el fuego de la metralla; continúa la matanza, ultimando a Artemio Camargo, quien es arrastrado al pie de una cama, donde se encontraba debajo, oculta, la valiente compañera sobreviviente Gloria Ardaya, que observaba atormentada la agonía de Artemio. El compañero  Gonzalo Barrón corre hacia la terraza pidiendo auxilio, siendo asesinado vilmente por los paramilitares. Así, terminan su macabra misión, ejecutando a los demás dirigentes del MIR.

Calladas las armas se oye una vos que dice: “Hipótesis confirmada”. Planificaron matarlos, llegaron y los mataron. 

La historia nos muestra que García Meza y sus secuaces tenían la misión de acabar con los revolucionarios de la época. Fue así que el 21 de marzo terminaron con la vida del P. Luis Espinal, director del periódico Aquí. El 2 de junio de 1980, Jaime Paz Zamora sufre un atentado de aviación,  junto a otros dirigentes de la Unidad Democrática Popular. Milagrosamente Jaime Paz, candidato a la vicepresidencia por la UDP, es el único sobreviviente, habiendo sufrido horrorosas quemaduras. 

El 8 de junio arrojaron una granada de guerra a una marcha de la UDP, provocando muertos y heridos. El 17 de julio se produce el golpe de Estado en contra de Lidia Gueiler, asesinan a Marcelo Quiroga, Gualberto Vega y Carlos Flores, y apresan a todos los dirigentes de la Central Obrera Boliviana y miembros del Comité Nacional de Defensa de la Democracia, ocasión en la que logra escapar el compañero Óscar Eid Franco. El 15 de enero cierran su ciclo asesino.

Hoy, al recordar cuarenta años de la masacre de la Dirección Nacional Clandestina del MIR, se afirma que la democracia ha sido para el partido histórico del MIR un objetivo para construir el Estado de Derecho, buscar la igualdad entre los bolivianos y defender siempre la democracia en contra de cualquier dictadura.

¡¡Honor y gloria a los mártires de la democracia!!

 Sergio Medinaceli Soza es periodista.

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MIRTA, LA DEL 7 (Tomado de La H Parlante)

Regía en Bolivia la dictadura del general Luis García Meza.

En los diarios de La Paz, apareció este aviso un 7 de septiembre. La militancia del MIR estaba despachando un saludo en clave secreta por su aniversario y la mejor manera de evadir la censura militar fue disfrazar el homenaje.

Inventaron una niña, Mirta Iriarte Rodríguez (foto), las iniciales daban MIR, igual que la primera sílaba del nombre. Buscaron una foto que aparentara 9 años, eran la edad que cumplía el partido. El mensaje llegó al público y corrió de mano en mano de quienes sabían descifrarlo. Mirta saludaba a todos sus "compañeritos" y hacía votos por una Bolivia libre.

La dictadura tardó en darse cuenta del mensaje. Cuando lo leyó, publicó la misma foto denunciando a la niña como extraviada. Los insultos corrieron por cuenta del redactor del aviso.


JAIME PAZ REVIVE LA HISTORIA DE SU PARTIDO. ¿EVO LE DEBE AL MIR?

 

Jaime Paz, ideólogo del MIR

Por: Erick Ortega / Esta nota fue publicada originalmente en Página Siete de La Pa, el 7 de septiembre de 2021.

El 7 de septiembre de 1971 se fundó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), exactamente hace 50 años. Nació a los 17 días del golpe de Estado de Hugo Banzer Suárez, en una época difícil para definirse como un partido político de izquierda.  Jugó un papel central en la historia  del país.

El líder mirista Jaime Paz Zamora, de 82 años,  dio una entrevista a Página Siete en la cual repasó la historia de su sigla. Contó los años difíciles de las dictaduras, la gestión que le tocó presidir tras un acuerdo con varios políticos incluido Banzer. Y también narró cómo la ausencia del MIR fue capitalizada por  Evo Morales.

¿Cómo espera  este aniversario?

Espero con una doble emoción, la emoción por ser mirista y saber que nuestro movimiento está vivo, aunque no tiene personería jurídica, pero está en las calles, está en el campo, e incluso ha ganado la Universidad de Santa Cruz, el 1 de septiembre.

Es una emoción, la emoción del mirismo, pero yo tengo una segunda emoción. Mi hijo menor  cumple 15 años el 7 de septiembre. Él cumple 15 años. Se llama Néstor Mauro. Néstor por mi hermano que murió en Teoponte, en la guerrilla,  y Mauro porque era mi nombre en la clandestinidad.

Al cumplir los 50 años de la fundación de nuestro movimiento tengo un profundo sentimiento de satisfacción. Está claro que no hemos arado en el mar ni sembrado en el desierto.

Nuestro objetivo central era terminar con las dictaduras provenientes del golpismo civil-militar boliviano.

Y el otro objetivo que teníamos era instaurar la democracia moderna en nuestro país, objetivo logrado también porque más allá de los partidos políticos, más allá de las visiones ideológicas, es increíble  que hoy en día todo el mundo comprende que sin democracia no hay Bolivia, no hay país.

¿Cómo se funda el MIR?

Nos fundamos como una especie de respuesta al golpe de Banzer. Nos fundamos 17 días después del golpe de Banzer en plena clandestinidad.

Somos el primer partido en la historia de Bolivia que nace en la universidad y después va al campo, va a la clase obrera, va a la COB, va a las clases medias, pero nacemos en la universidad. Entonces, cuando viene el golpe de Banzer el MIR tenía la conducción prácticamente de todas las direcciones estudiantiles universitarias de Bolivia. Nos empiezan a perseguir como MIR universitario.

Hubo un pánico muy grande porque había compañeros que fugaron al extranjero por las fronteras de Perú, Chile y Brasil. Existía otro núcleo de compañeros,  más pequeño, en el que me encontraba yo y decíamos “no podemos abandonar el territorio nacional sin dejar un núcleo de conducción, un núcleo de representación dentro del territorio nacional”. Nos reunimos en la calle Jaimes Freyre, cerca de la iglesia Sagrados Corazones, para fundar nuestra dirección nacional clandestina. En realidad la reunión tenía que hacerse en la parroquia Sagrado Corazón porque el párroco era amigo, pero cuando llegamos, a las ocho de la mañana, justamente los tiras del Ministerio del Interior junto con los Marqueses (que era un grupo de terror de la época) estaban jugando básquetbol.

Nos organizamos para resistir, pero después de siete años, en 1977,  nos volvimos a reunir en lo que llamamos los seminarios de Achocalla, en la casita de un compañero, Ramón Rada. Ahí se funda el MIR ideológico.

Hicimos una especie de un juicio crítico a la izquierda boliviana porque había pasado a la historia viviendo al margen del país, más pensando en Rusia, China, Cuba que en Bolivia misma. En Achocalla generamos este punto de vista de la democracia como objetivo. Sabíamos que Banzer iba a convocar pronto a elecciones e hicimos la estrategia que denominamos entronque histórico. Es decir de qué manera podíamos entroncar este movimiento popular nacional que viene desde la Guerra del Chaco, pasa por la revolución nacional del 52 y cómo debemos incorporarnos a él. Es ahí donde nace la UDP en la alianza con el doctor Siles Zuazo,  que era uno de los grandes líderes de la revolución.

Entonces era una estrategia diseñada por nosotros y surge la UDP,  que es un movimiento nacional popular democrático como base política y social de la democracia en Bolivia. Probablemente el movimiento popular más grande que el que tiene el MAS hoy día, pero que después se fue deshaciendo poco a poco.

Se logra el objetivo de instaurar el primer gobierno democrático donde en 1982 Siles Zuazo es presidente y yo vicepresidente.

Luchó contra la dictadura y en 1989 se unió con Banzer.  ¿Cómo ve esto a través del tiempo?

Lo veo como lo correcto, como lo que debería de ocurrir. No  te olvides que no era con Banzer sólo, esto trataban de deformar los enemigos nuestros y sobre todo los compañeros de Goni Sánchez de Lozada, que eran todos gringos. Y se inventaron los ríos de sangre, pero primero que los ríos de sangre nuestros fueron más con García Meza y lo segundo es que se trataba de lograr algo que parecía imposible,  que la izquierda encabece un gobierno en Sudamérica en plena Guerra Fría y cuando caía el Muro de Berlín.

Era un Banzer democrático,  porque él había convocado a elecciones y sobre todo había soportado la prueba que el MIR le puso el año 85, cuando ganó las elecciones y no Paz Estenssoro, pero el MIR   dio los votos a Paz Estenssoro y se los negó a Banzer. Eso en el MIR se lo llamó “arreglar las cuentas con la dictadura”.

Hay varias cosas que tienen que ver con lo que fue el MIR en su etapa clandestina contra la dictadura, luego el inicio democrático y finalmente siendo el tercer gobierno de la democracia encabezada por un izquierdista llamado Jaime Paz Zamora y con un partido de izquierda.

Se recuerda a Banzer más como dictador  que como demócrata…

El problema era que en Bolivia nos íbamos a seguir sacando los ojos entre bolivianos o íbamos a hacer lo que en  países civilizados como España. En España muere Franco pero llegan a un acuerdo donde el franquismo de 40 años se incorpora a proceso democrático; entonces incorporar a Banzer era incorporar a gran parte de las Fuerzas Armadas, para evitar el peligro de todo lo que todavía estaba  en la calle.  García Meza y Arce Gómez estaban ocultos en los cuarteles, conspirando.

En determinado momento el MIR llegó a tener 20% de preferencia electoral y cuando pierde la personería tiene menos del 2%…

Era un momento crítico, ya habíamos tenido una ausencia en las elecciones de 2005,  las que gana Evo. El MIR no se presentó por un problema interno, nuestro candidato era Hormando Vaca Diez pero termina no presentándose y ese 20% que tenía el mirismo no pudo expresarse en 2005 y por eso todos los miristas, al no tener candidato, votaron por Evo. Por eso es que Evo tiene más del 50% de votos, porque si había un candidato mirista hubiera ganado con un 38% o 39% máximo; Evo le debe mucho a la ausencia del MIR. Cuando nos quitan la personería jurídica resulta que Evo gobierna 14 años sin el partido que debería ser su oposición popular que era el mirismo. Es difícil entender los 14 años de Evo si no se toma en cuenta el MIR.

Estábamos en plena crisis,  también yo mismo había renunciado a la dirección del MIR. Les dije que armen con representantes de distintas regiones y en realidad nos presentamos por obligación a la elección de la Constituyente, pero no se organizó ni se preparó nada, se dejó que cada quien se inscriba como pueda. Era un momento de profunda crisis interna, pero al mismo tiempo de un interés fuera del partido para deshacerse del MIR. Interés del MAS. Fuera del país los americanos que nunca nos terminaron de tragar hasta que se dieron cuenta que éramos la mejor expresión democrática del país.

En su gobierno había aquello de “Coca no es cocaína”.

Sí, además en general la administración norteamericana todavía vivía la psicología de la Guerra Fría y no podían admitir que después de lo de Allende en Chile aparezca un Jaime Paz o un Siles Zuazo, conspiraron contra eso. Sin escrúpulos usaron los medios que estuvieron en sus manos.

Es un hecho que llamaron narcovínculos y donde no se encontró un solo gramo de droga; sencillamente era la amistad de un señor que tampoco estaba registrado como narcotraficante. La amistad con el partido que dio pie a que la DEA de los Estados Unidos haga el montaje que hicieron. Como no tenían pruebas de nada, se tiraron contra una persona, contra Óscar Eid. El operativo de la DEA se llamaba Objetivo sin fin, se hizo con la complicidad de Goni Sánchez de Lozada y todo el MNR que todavía no podían admitir que les hayamos ganado las elecciones. Además,  Gonzalo Sánchez había hecho ya las reformas neoliberales que sabían que si me reelegía para el año 97 iba a borrar todas las reformas neoliberales de Goni porque nosotros no hicimos política neoliberal.

“Morales gobernó durante 14 años sin el partido que debería ser su oposición popular, el cual era el mirismo”.

Expresidente Paz Zamora

“Nos fundamos 17 días después del golpe de Hugo Banzer, el 7 de septiembre de 1971,  en plena clandestinidad”.

Líder mirista

Disponible en: https://www.paginasiete.bo/gente/2021/9/7/evo-le-debe-algo-al-mir-jaime-paz-revive-la-historia-de-su-partido-en-el-aniversario-50-307351.html

EL MIR DE MEDIO SIGLO

Siles y Lechin.


Este artículo fue originalmente publicado en Pagina Siete de La Paz, el 9 de septiembre de 2021.

Este martes 7 de septiembre, el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) recordó, casi extinguido o disperso, medio siglo de su fundación; hecho sucedido en aquel 1971 de la clandestinidad, dentro de una casa de la calle Jaimes Freire de La Paz, en la zona de Alto Sopocachi. 

Los concurrentes al minuto inaugural fueron diez hombres y una mujer. Según “Testimonio y Legado” (2018), libro escrito por Alfonso Camacho, Fredy Camacho y Hans Moeller, aquella reunión también tuvo lugar un día martes y cobró solemnidad con la presencia de Jaime Paz Zamora, Óscar Eid, Antonio Araníbar, Alfonso Camacho, Ricardo Navarro, Marcel Ramírez, María Esther Ballerstaedt, Dulfredo Rúa y Carlos Guzmán. Dos extranjeros completaban esta casi docena de apóstoles del mirismo: Alain y Sebas (solo se revelan sus nombres de guerra).  

Si los “Marqueses”, el grupo de agentes de seguridad de la dictadura de Banzer, hubieran logrado cercar, a solo dos cuadras de la parroquia de Cristo Rey, a estos conjurados, el recién posesionado gobierno civil-militar hubiese engrosado sus listas de detenidos, pero no evitado que aquella corriente política, que se habría paso entre la clase media boliviana, asumiera un rol central en la vida pública del país. 

Si bien la resistencia al septenio banzerista le entregó al MIR mística y admiradores, recién en 1977 este joven partido adquirió sus armas para alcanzar predominio, cuando se congregó en el seminario interno de Achocalla.  Allí, los miristas descubrieron la fórmula para enamorar a un país que ya empezaba a medirse los pantalones largos de la democracia. En la casa de campo de Ramón Rada, los ya citados Paz Zamora, Araníbar, Eid y Camacho, además de Alfonso Ferrufino, Guillermo Capobianco y Ernesto Araníbar, el hermano de Toño, se alinearon a la llamada izquierda nacional. Este salto es poco valorado por los observadores.

No es que el MIR archivara el marxismo de sus primeros pasos, sino que empezaba a estudiar en serio la Historia de Bolivia. En su balance, los miristas entendieron la profundidad de la Revolución Nacional de 1952 y con ella decidieron entroncarse, aunque nunca de forma indiscriminada, es decir, no con cualquier rama. De Achocalla salió la orden de pactar con un ala de izquierda del MNR, es decir, con Lechín, Siles Zuazo o ambos. En enero de 1978, Antonio Araníbar, enviado del partido a suscribir la alianza, firmaba en Caracas el pacto que dio lugar a la UDP.  Siles se convertía así en el candidato con más opciones electorales de la etapa siguiente.

La teoría del entronque histórico es la admisión modesta por parte de unos recién llegados de que el camino ya fue desbrozado antes por sus mayores. Solo queda entonces seguir la senda trazada y profundizar el avance. El MIR fue quizás algo así como la juventud del MNR, aunque organizada fuera del partido. Los miristas entendieron en Achocalla que en el pueblo latía un corazón movimientista y que solo sobre ese cimiento era posible construir la renovación. Cinco años más tarde, eran recompensados al ingresar al Palacio provistos de seis ministerios y la vicepresidencia.

Sin embargo, en 1985, el partido que había entendido el meollo de la política boliviana se hacía trizas. De su fuerte musculatura salían tres destacamentos de militantes enojados. El entronque histórico le había servido para ganar elecciones y hacerse visible, pero fue funesto a la hora de gobernar.

Los acomodos de los tres MIRes resultaron todos equivocados. Paz Zamora se entroncó con el neoliberalismo, aduciendo un apego instrumental a la democracia; Araníbar hizo algo similar, aunque bajo la promesa de ligarse al katarismo liberal; mientras Del Granado, profundizando esa misma vía, dio impulso al ascenso de Evo Morales, a quien acompañó hasta la Asamblea Constituyente de 2006. Al final, los aliados con los que el MIR, separado en sus tres versiones, buscó recuperar hegemonía, terminaron por enterrarlo.  Tras la primera daga de 1985, la agonía estuvo a cargo de tres verdugos: Banzer, Goni y Evo. Atrajeron a los miristas del mismo modo macabro en que el fuego de las velas seduce a las polillas.

Sí, el legado del MIR es la democracia, pero hay algo también valioso y poco apreciado: la teoría del entronque histórico. En Achocalla, los miristas dejaron de refunfuñar contra el mal llamado “populismo”, que se había ganado el favor de la gente y salieron a cortejarlo. El que se haya caído del caballo en el intento por domarlo, no permite colegir que el MIR haya errado de cabalgadura.

Rafael Archondo es periodista.

Disponible en: https://www.paginasiete.bo/opinion/2021/9/9/el-mir-de-medio-siglo-307581.html

 

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