21 DE AGOSTO DE 1971, GOLPE DE BANZER EN BOLIVIA

El 21 de agosto, la COB y la Asamblea Popular llamaron a una concentración general en el estadio de Miraflores para el mediodía, desde donde asaltaron la intendencia del ejército. Consiguieron 1400 armas en su mayoría máusers vetustos.
El presidente había amanecido con la noticia: todos los regimientos que le habían prometido lealtad el 20 a la noche se habían pasado al golpe. A la una y media de la tarde el general Luis Re que Terán le pidió la renuncia. “Me sacaran muerto de aquí”, le contesto Torres. Rubén Sánchez lo apoyo y le dijo a Reque Terán: “El ultimátum es del gobierno para los facciosos”. Sánchez se transformaría en el militar más leal a Torres. Peleo hasta el final. En la batalla perdió un hijo. Desde sus oficinas, el ministro del Interior Jorge Gallardo coordino parte de la defensa del régimen. Semanas antes del golpe, Gallardo le había sugerido a Torres proveer con armas al movimiento obrero. Según la versión de Gallardo, no quiso prepararse para la guerra. “Torres escogió al ejército y no al pueblo, pero el ejército no lo eligió a él”, es su conclusión con la perspectiva de los 25 años trascurridos.
Sin apoyo de las fuerzas armadas, Torres conto con el voluntarismo de Sánchez y Gallardo. Entregaron al movimiento obrero, totalmente dispuesto a pelear, 500 fusiles, según la versión de Sánchez y 200, según Lechín.
A primera hora de la tarde la resistencia se centró en el cerro de Laikakota. Mineros, estudiantes y trabajadores se movían entre los pastizales bajos. A las tres y media, el Grupo Aéreo de la Base El Alto retiro su apoyo a  Torres y al rato sus aviones se dirigían a Laikakota para ametrallar a las fuerzas de izquierda. Las radios pedían ambulancias, remedios de cama y plasma. Sin taxis ni colectivos por la suspensión de los bombeos de gasolina y kerosen, la ciudad quedo semivacía. Algunos ladrones saquearon tiendas del Prado. Se incendió el Panóptico. Una nube de humo se posó sobre el cielo de La Paz. LA ciudad se llenó de gritos.

Los estudiantes resistieron después en la Universidad. Banzer les dijo: “Ya o habrá más gases lacrimógenos sino balas”.
A las 21, radio Illimani cerro su transmisión por la presencia de tanques en las inmediaciones de la Plaza Murillo. La suerte de Torres ya estaba echada. El golpe termino con decenas de cadáveres desparramados por las calles de La Paz. La Cruz Roja informo que el saldo fue de 96 muertos y 569 heridos.

Tomado del libro: El dictador elegido: biografía no autorizada de Hugo Banzer Suárez. De: Martín Sivak.

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