El 21 de agosto, la COB y la Asamblea Popular llamaron a una
concentración general en el estadio de Miraflores para el mediodía, desde donde
asaltaron la intendencia del ejército. Consiguieron 1400 armas en su mayoría
máusers vetustos.
El presidente había amanecido con la noticia: todos los
regimientos que le habían prometido lealtad el 20 a la noche se habían pasado
al golpe. A la una y media de la tarde el general Luis Re que Terán le pidió la
renuncia. “Me sacaran muerto de aquí”, le contesto Torres. Rubén Sánchez lo
apoyo y le dijo a Reque Terán: “El ultimátum es del gobierno para los
facciosos”. Sánchez se transformaría en el militar más leal a Torres. Peleo
hasta el final. En la batalla perdió un hijo. Desde sus oficinas, el ministro
del Interior Jorge Gallardo coordino parte de la defensa del régimen. Semanas
antes del golpe, Gallardo le había sugerido a Torres proveer con armas al
movimiento obrero. Según la versión de Gallardo, no quiso prepararse para la
guerra. “Torres escogió al ejército y no al pueblo, pero el ejército no lo
eligió a él”, es su conclusión con la perspectiva de los 25 años trascurridos.
Sin apoyo de las fuerzas armadas, Torres conto con el
voluntarismo de Sánchez y Gallardo. Entregaron al movimiento obrero, totalmente
dispuesto a pelear, 500 fusiles, según la versión de Sánchez y 200, según
Lechín.
A primera hora de la tarde la resistencia se centró en el
cerro de Laikakota. Mineros, estudiantes y trabajadores se movían entre los
pastizales bajos. A las tres y media, el Grupo Aéreo de la Base El Alto retiro
su apoyo a Torres y al rato sus aviones se dirigían a Laikakota para
ametrallar a las fuerzas de izquierda. Las radios pedían ambulancias, remedios
de cama y plasma. Sin taxis ni colectivos por la suspensión de los bombeos de
gasolina y kerosen, la ciudad quedo semivacía. Algunos ladrones saquearon
tiendas del Prado. Se incendió el Panóptico. Una nube de humo se posó sobre el
cielo de La Paz. LA ciudad se llenó de gritos.
Los estudiantes resistieron después en la Universidad.
Banzer les dijo: “Ya o habrá más gases lacrimógenos sino balas”.
A las 21, radio Illimani cerro su transmisión por la
presencia de tanques en las inmediaciones de la Plaza Murillo. La suerte de
Torres ya estaba echada. El golpe termino con decenas de cadáveres
desparramados por las calles de La Paz. La Cruz Roja informo que el saldo fue
de 96 muertos y 569 heridos.
Tomado del libro: El dictador elegido: biografía no
autorizada de Hugo Banzer Suárez. De: Martín Sivak.
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