NO QUEDÓ UN PILA VIVO LOS REFUERZOS QUE ENTRARON, NO
PUDIERON LLEGAR...MURIERON EN EL TRAYECTO...Y LOS QUE LOGRABAN RETROCEDER, ERAN
ULTIMADOS POR LAS BOMBAS DE NUESTRA AVIACIÓN.
Esta mañana he hecho una excursión al “Reducto del Pérez”,
donde se libró la terrible batalla de "El Condado", el 20 de junio de
este año.(1934). Eran las ocho de la mañana cuando nos pusimos en marcha.
Anduvimos a lo largo de las trincheras por espacio de unos setenta u ochenta
minutos. Llegamos a un extenso campo de tuscas. Ya estamos en el "Reducto”
—me dice Guillermo.— De aquí comenzaron el ataque los nuestros. Estas
mariposas, estos cascos son de morteros pilas.
Torcemos a la derecha por una
senda que, por las huellas, se ve que es muy transitada. Esta región se llama
Primer Condado o simplemente El Condado. Las tuscas se hallan destrozadas por
las balas. No hay un arbusto que no tenga el tronco abatido o las ramas
descuajadas. El suelo está sembrado de fragmentos de granadas y de balas de
infantería. Aparecen los primeros pequeños promontorios de tierra: las tumbas
de los soldados paraguayos... Llegamos a la primera línea. Una zanja larga,
ondulada como todas las de las trincheras... —Ahí se posicionaron los pilas
—murmura Guillermo.— Mire usted, cada dos metros y en trechos cada metro y me
dio había un soldado. Hicieron una línea compacta. Mire, tanta vaina de
fusilería, tanta munición gastada por ellos. Vea la zanja: nuestras granadas
cayeron ahí mismo y en las cercanías. No quedó un pila vivo. Los refuerzos que
entraron, no pudieron llegar...murieron en el trayecto...y los que lograban
retroceder, eran ultimados por las bombas de nuestra aviación...Detrás, el
campo está cubierto también de los macabros promontorios. En algunos sitios la
zanja está casi tapada: debajo hay muchos cadáveres. Debió ser así. Junto a
cada morro existe un hoyo del que se extrajo la tierra
indispensable..."Hay algunos cadáveres que están mal sepultados: se ven
trozos de uniforme azul descolorido con formas de miembros humanos momificados
por el sol. —Nuestro segundo batallón —me informa el camarada— actuó en la
batalla con muy buena suerte. Sufrió muy pocas bajas. En todas partes se ven
jirones de uniforme paraguayo, ensangretados, sucios, pendientes de las ramas
destrozadas. Pedazos de morrales pilas. Toscas caramañolas casi cuadradas,
atravesadas por los proyectiles. Cargadores de ametralladoras livianas, en cuyo
seno jamás tornarán a alojarse las mortíferas balas. Mariposas de mortero,
fragmentos de granada, granadas de mano sin estallar, charcos de sangre
ennegrecida y roída por las hormigas. —Esto no es todo —me dice mi compañero.—
Más tumbas pilas hay entre -la línea actual y los retenes. Vamos por
ahí...(REPETE — Jesús Lara)
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