LA PAZ, BOLIVIA (ANBOLIVIA / Erbol).- Es muy duro vivir la
dictadura por el amedrentamiento psicológico, la violencia física, la represión
de las fuerzas del Estado y la coartada a los derechos fundamentales de la
ciudadanía, dijo una de las cuatro mujeres que se rebelaron contra el régimen
dictatorial de 1977.
Con una mirada, que revisa los días de su sufrimiento,
sentada en una plaza céntrica de la ciudad de La Paz recordó su aprehensión y
los castigos psicológicos y físicos por defender la libertad. Respira profundo
y agregó, Por dos años acudí a las oficinas del Ministerio del Interior para
ver y hablar con mi pareja, quien también fue capturado por defender los
derechos, era insoportable las mentiras de los funcionarios para evitar el
contacto con mi esposo.
LUZMILA ROJAS, GESTORA DE LA DEMOCRACIA
Estos días tortuosos y peligrosos de buscar cotidianamente a
su cónyuge para estar y hablar con el ser que más amaba la hirió el alma y le
infundió la rebeldía. No podía soportar más el abuso –señaló entre una sonrisa
y tristeza- por eso cuando nos reunimos, junto con los activistas de derechos
humanos, estaba decidida a asumir el reto para enfrentar el régimen,
expresó.
Luzmila Rojas de Pimentel, madre de cuatro hijos, nacida el
17 septiembre de 1949, del distrito minero de Siglo XX-Catavi del departamento
de Potosí, en 1977 tomó la decisión de organizar la huelga de hambre, junto a
los activistas de los derechos humanos, en contra del régimen dictatorial del
extinto Hugo Banzer Suárez. “En (oficinas de) derechos humanos (se decidió
iniciar la huelga de hambre) con los sacerdotes Julio Tumiri, Luis Espinal,
Xavier Albó y otros. Yo propuse al padre Espinal llevar algunas mujeres mineras
de Catavi y él dijo magnífico y todos que estén comprometidos o comprometidas
que vengan”, inició su relato Luz, así como la conocen sus compañeras. Luz
asumió la decisión de conspirar contra el régimen, porque sus padres vivían en
la población de Catavi del departamento de Potosí y tenían la convicción, al
igual que ella, de defender la libertad y los derechos fundamentales. “Aunque
no las conocía a las amas de casas mineras pero tenía la convicción de defender
los principios de los derechos y juntar a las mujeres para iniciara la huelga”,
sostuvo. En 1976, la activista fue apresada por defender sus ideales, su pareja
un año antes que tenía la misma convicción que había sido sometido a torturas.
Luz fue liberada después de varios días pero su cónyuge seguía detenido, motivo
por el cual logró vincularse con los activistas de la Asamblea Permanente de
los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB).
“El sacerdote Gustavo Peletier, (de nacionalidad
canadiense), en Siglo XX, recuerdo que dijo yo ‘llegué a las minas a
cambiar (la visión) de los mineros porque son tan rebeldes, pero ellos me
cambiaron a mí’. Era un padre muy revolucionario y era de la congregación de la
orden de Oblatos, que nunca la voy a olvidar”, sostuvo. En diciembre de 1977,
pocos días después de la reunión con los activista de la APDHB, Luz viajó a
Catavi e inicialmente toma contacto con Peletier y se reúnen en la parroquia,
ahí se encuentra con su excompañera de educación primaria, Angélica Romero de
Flores, también conoció a Aurora Villaroel de Lora y luego a Domitila Barrios
de Chungara, quien ya tenía una trayectoria dirigencial. “Aurora dijo que
estaba dispuesta (a asumir la huelga), la señora Angélica dijo lo mismo y se
comprometió a llevar a una compañera más porque sabía (de su convicción por la
libertad), se llamaba Nelly Colque de Paniagua. Y a Domitila la conocía a
través de sus libros, pero no en persona; entonces, ella me dijo que no iba ir
porque estaba perseguida y no creía en estas huelgas, pero la rogué porque era
conocida internacionalmente e iba a ser un ‘peso’ en la huelga”, contó.
Entonces, a pocos días de fin de año Aurora Villaroel,
Angélica Romero y Nelly Colque llegan a La Paz junto a sus hijos y se reúnen
con Luzmila Rojas para iniciar la huelga, aunque muchas personas que eran parte
de la decisión justificaron que no podían instalar el primer piquete porque se
venían las fiestas de fin de año, incluso los mismos estudiantes universitarios
dudaban. Sin embargo, la mañana del 28 de diciembre de 1977, por decisión
unánime las cuatros “mujeres de la democracia” decidieron instalar la huelga de
hambre. El sacerdote Peletier les infundió la fuerza moral para emprender la
extrema medida en contra del régimen. “La primera huelga de las cuatro mujeres
instalamos en el Arzobispado de La Paz, (ubicado en la calle Ballivian, a media
cuadra del Palacio Quemado).
Estábamos Nelly, Angélica, Aurora y yo, fuimos a los
ambientes de San Calixto nos negaron (el espacio) y nos entramos al Arzobispado
de La Paz y de ahí no nos movíamos juntos a nuestros hijos que superaban una
decena. Y el arzobispo Jorge Manrique, a pesar de su negativa, nos tuvo que
soportar”, recordó Luz. Explicó que el primer día de huelga, con una
conferencia de prensa oficializaron la medida de las cuatro mujeres junto a sus
hijos. Estábamos en contra de la “amnistía mentirosa” de Banzer y nos
planteamos pedir la “libertad de todos los detenidos por el régimen y el
respeto de los derechos”.
Que tuvieron que quedarse en la huelga por 22 días. Luz y
sus tres compañeras dijeron al sacerdote Manrique “que el arzobispado era la
casa de Dios y si el realmente era el padre que seguía a Dios no tendría que
sacarlos de ahí. Entonces, él nos tuvo que acoger, fue muy bueno, y nos daba
comida para nuestros hijos. De pronto, nos cortaron la comunicación (con los
compañeros de afuera) pero en los dulces que nos traían lanzábamos (papeles)
con mensajes de que estábamos en huelga y pedíamos ayuda”. Posteriormente,
Espinal les llevó una radio a las mujeres que les sirvió como medio de
información sobre el crecimiento de los piquetes y acciones de protesta contra
el régimen. Pero, en menos de una semana se instaló el segundo piquete de
huelguistas integrado por los activistas de derechos humanos como los
sacerdotes Luis Espinal, Xavier Albó, Julio Timiri y otros, donde se sumó
Domitila que luego fue “creciendo como honguitos las huelgas que llegó hasta el
exterior”, indicó Luz, con una sonrisa.
En los 22 días, las cuatro mujeres se sentían amedrentadas
psicológicamente, algunas personas desconocidas incluso les decían que debían
dejar la medida, otros le ofrecían fuentes laborales todo con el fin de hacer
desistir la huelga. “Pero, Aurora dirigenta de amas de casa de Siglo XX (tenía
experiencia) y sabía cómo manejar la huelga y de mi que era mi primera
intervención, también, tenía experiencia con las autoridades que hacían
promesas porque caminé por dos años queriendo ver y comunicarme con mi esposo”,
recordó.
Dedicación por los derechos fundamentales Luz hasta inicios
del presente año no tenía problemas de salud pero recientemente estuvo en un
tratamiento médico. Actualmente vive en compañía de dos de sus cuatros hijos y
económicamente dijo que “siempre hay necesidades”. La activista de profesión
enfermera no ejerció su carrera sino que dio casi la totalidad de su tiempo y
su vida por la defensa de la libertad y los derechos fundamentales. Además, el
gobierno de Evo Morales con la implementación de la austeridad económica,
después de la llegada al poder político, les quitó la mitad del estipendio
económico que posterior a un trámite de 10 años lograron durante la
administración de Carlos D. Mesa. Considera que la democracia está maltratada
“Ahora lo único que siento, un poco, que yo esperaba mucho de mi democracia,
aguardaba que este cambio fuera un cambio (real) pero no la veo así sino un
tanto maltratada. No sé cómo se podrá arreglar pero creo que nos falta demasiada
educación”, manifestó.
Añadió que actualmente la gente sabe más de sus derechos
pero también debe conocer sus obligaciones, considera que esta dificultad de
los bolivianos se “logrará con la educación para ser más tolerantes”. Pero,
sigo “esperando (el cambio) porque la esperanza es lo último que se pierde y me
gustaría que se conserve la democracia justa, equitativa y sincera”, afirmó.
Recordó que “muy poco ejerció su profesión” porque “la persona nace, adquiere
la convicción en su inteligencia y cuerpo para dedicarse a los derechos humanos
y soy defensora de los derechos humanos de a pie”.
Estoy más cerca de la gente, por eso digo que “muchos están
disconformes con el parecido (proceso de) cambio” y duele que los profesionales
no estén siendo valorados como tales, sostuvo. Complementó que antes se sentía
“impotencia frente al régimen, al igual que hoy porque la democracia está
siendo distorsionada”.
Nosotras luchamos por una democracia más “sincera y nada
egoísta” por eso logramos el respaldo del pueblo y se convirtió en el triunfo
de los bolivianos, expuso.
La Paz, 19 marzo 2012 - J.C.
Este artículo fue extraído de anbolivia.blogspot.com
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