Por: Fernando Cajías de la Vega / Presidente de la Academia
de Historia y de la Fundación “Huáscar Cajías K.”
LA REVUELTA POPULAR DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA DE 1809
Integrado por negros libres portugueses, negros esclavos,
negros mulatos e indios tributarios de Santa Cruz de la Sierra, este motín
desarrollado entre el 15 y 20 de agosto de 1809 refleja otro caso singular de
protesta popular imperante durante el clima de agitación independentista.
Un hecho, al parecer insignificante, dio lugar a que
germinara en la provincia de Santa Cruz de la Sierra un sentimiento de rebeldía
popular cuando poco antes de la celebración de San Lorenzo la justicia ordenó
el azote público del indígena (sacristán) nombrado Antonio. Este suceso, otrora
habitual y desapercibido, impactó sobremanera a las capas oprimidas que habían
presenciado la condena, por lo que la tertulia secreta no tardó en ser
organizada por un reducido grupo de negros esclavos e indios, quienes haciendo
causa común proyectaron sus propósitos en un repudio por demás elocuente:
Hemos de vengar los azotes, nos hemos de juntar todos los
indios, esclavos, mulatos y negros y hemos de avanzar al pueblo, y matar a
todos los señores, combidando a los de Cotoca, a los Chanes… (Expediente sobre
el tumulto premeditado en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, por los negros
portugueses, negros y mulatos esclavos e indios tributarios, agosto de 1809.
Archivo General de Indias, sección V. Legajo 16).
Un caudillo enérgico surgió de entre ellos: el mulato
Francisco llamado comúnmente “Franciscote”, esclavo del acomodado hacendado
Jossef Salvatierra.
Los acontecimientos se desarrollaron a partir del 15 de
agosto, día de Nuestra Señora de la Asunta, a raíz de un novedoso rumor popular
referido a la existencia de “unos papeles de libertad de los esclavos y de los
tributarios que estaban ocultos en poder del señor coronel y del Ministro de
Real Hacienda”. El asunto fue considerado con sigiloso secreto por
“Franciscote” y otros cabecillas, los mulatos Melchor y Ramón Florián, José
Domingo Aguilar y los indígenas José Joaquín Díaz y otros. Motivados por estas
novedades, todos juntos fraguaron el siguiente plan de rebelión para quedar “dueños
de la ciudad”.
Toda la población negra e india debía darse cita el 19 de
agosto en la noche en el lugar denominado “El Potrero” para, en la madrugada
del 20, “al primer canto del gallo”, apoderarse del Almacén de Pólvora, Sala de
Armas, Administración de Tabacos y Caja Real. Tres compañías compuestas por un
“cresidísimo” número de negros, esclavos e indios tributarios ejecutarían las
acciones. Un cañón ubicado en la “Angostura” y dos en “Coronillas” (serranía
que media a Samaipata), además de palos, machetes y flechas, centralizarían la
fuerza. Luego de estas diligencias pasarían a ejecutar al Ministro de la Caja
Real, las justicias (alcaldes), al comandante Militar, al subdelegado y a “todo
individuo español”; después de ocupar la plaza, se apoderarían finalmente de la
ciudad.
Tales acontecimientos debían ser dados a conocer a la Real
Audiencia de Charcas, organismo del que esperaban su aprobación en vista del
propósito revolucionario manifestado en aquella capital el 25 de mayo de aquel
año. Si la Audiencia llegaba a entorpecer estos propósitos enviando refuerzos
para proteger al gobierno de Santa Cruz, sus autoridades serían también
ejecutadas (tomado del expediente citado).
Como las localidades de Bagio y Porongo estaban ya
convocadas, se comisionó al capitán indígena José Joaquín Díaz para que,
dirigiéndose a Cotoca, asegurara la participación de sus pobladores en el
alzamiento. Con el mismo propósito se encaminó a Chanes y Enconada el capitán
indígena Mariano. La adhesión masiva desplegada entretanto en otras regiones
era irrevocable.
Una inexplicable delación alteró empero los planes. Para el
16 de agosto de 1809 el tumulto fue descubierto por las autoridades locales,
que sin pérdida de tiempo organizaron la defensa de la provincia.
Como el desafío no podía ser más abierto, las autoridades
consideraron oportuno alistar a la tropa miliciana y vecindario con armas y
municiones, a fin de organizar patrullas para controlar campiñas y caminos
hasta aprehender sin mayores dilaciones a Franciscote y a José Joaquín Díaz.
Aquel cabecilla, que a la sazón se encontraba en el paraje
del Bogio, ordenó, por su parte, en vista de la apremiante situación, llevar el
movimiento hasta las últimas consecuencias. Aquel día 18, llegó un indio a la
hacienda de J. Salvatierra y exhortó a los negros e indios que allí trabajaban
a prepararse para el enfrentamiento que el día 20 habían de sostener con la
soldadesca. Fue entonces cuando la perturbación y la escasa fuerza de los
alzados determinaron, a pesar de los esfuerzos, el fracaso del movimiento.
Aquella noche del 18 fue aprehendido Melchor Florián y el
20, día previsto para tomar la ciudad, no se tuvo más novedad que la fuga del
caudillo Franciscote. Dos días más tarde era apresado también José Joaquín
Díaz.
La situación quedó controlada y ninguna alteración se
produjo en los días subsiguientes. De lo obrado se dio cuenta al virrey Hidalgo
de Cisneros de Buenos Aires y a la Audiencia de Charcas.
¿Qué pasó después? Vázquez Machicado señala que para fines
del mes de agosto la mayoría de los comprometidos con el alzamiento huyeron
despavoridos de la provincia aduciendo comparecer personalmente ante el
tribunal de Charcas. “A poco corrobora el mismo investigador, los negros
Antonio Gómez, Manuel Franco, Martín Claros (hijo legítimo de Antonio Franco
Martín), Matero Apóstoles y Joaquín Cardoso se presentaron ante la Audiencia
reclamando por el mal trato que les daban los panaderos a donde habían sido
puestos para que presten sus trabajos”.
El desenlace de los hechos es del todo confuso. La mayor
parte de los insurrectos al parecer fueron exterminados y “… los pocos que se
salvaron remataron en lejanas propiedades campestres y un grupo a pocas leguas
de Santa Cruz, alrededor de una imagen sagrada de la Virgen María que hasta hoy
se venera en el Santuario de Cotoca. A los demás se les limpió con el mismo
sistema que ellos pensaban emplear con sus blancos dominadores (Vázquez
Machicado, Humberto. El alzamiento de esclavos en Santa cruz en agosto de 1809.
La Paz, 1938).
¿Es posible atribuir algún parentesco de enlace a los
movimientos de La Paz y Santa Cruz de la Sierra ocurridos durante el agitado
año de 1809? Tal vínculo parece ser cierto si se tiene en cuenta la
documentación confiscada por Goyeneche al presbítero José Antonio Medina, una
de las figuras más connotadas de la Revolución paceña.
(Resumen del libro “Participación popular en la
independencia de Bolivia”, OEA, La Paz, 1979)
Apuntes de la develada rebelión popular de afroamericanos e
indígenas en Santa Cruz de la Sierra
El principal motivo, según los testimonios de los
involucrados, fue la corrida de un rumor sobre una supuesta Orden Real para
liberar a negros y mulatos de la esclavitud, y del pago de tributo a los
indígenas
A fines del siglo XVIII el Intendente Viedma (1) mandó
realizar un censo a la ciudad de Santa Cruz y sus alrededores. Los resultados
dieron: La población de todo el curato se compone de 4.303 españoles, 1.376
mestizos, 2.638 cholos, 2.111 indios y 150 negros, entre esclavos y libres, de
los que desertan de los dominios del Portugal, cuyo total suma 10.672 almas.
(Viedma, 1969:121)
En cuanto a la cantidad de esclavos y emigrados del Reino de
Portugal que vivían en Santa Cruz, existe una contradicción ya que datos de
principios del siglo XIX hablan de la gran cantidad de transmigrados, negros y
mulatos, esclavos y libres provenientes del Reino de Portugal. En el juicio que
se les sigue a los sublevados de agosto de 1809 se menciona repetidas veces
sobre la gran cantidad de negros que ingresaban a Santa Cruz, alentados por la
perspectiva de mejorar sus condiciones de vida, según acuerdos adquiridos con
la autoridad colonial. (ABNB, 1809 N. 8, Sobre los sucesos de Santa Cruz)
Sin embargo, y de acuerdo con el censo citado poco tiempo
antes, sólo eran 150, un “exótico” según Humberto Vázquez Machicado (1988:85).
A su vez, el informe del registro notarial sobre la fortuna del gobernador
intendente Antonio Seoane de los Santos (1790-1810), del que se decía que era
el que más esclavos poseía, señala: Una casa de altillos en el centro de la
ciudad, dos de menores proporciones en las afueras, un campo agrícola (…) y una
estancia de ganado en la Cordillera de los Chiriguanos (…) y dos negros
esclavos. (Sanabria, Hernando, 1959:65)
Las autoridades y funcionarios públicos españoles, los
criollos propietarios, agricultores y artesanos pudientes poseían algunos
negros y mulatos esclavos y libres provenientes del Reino de Portugal que se
ocupaban de las tareas agrícolas, del duro trabajo en las panaderías, en la
construcción y el servicio doméstico. Se sabe que en varios centros de trabajo
fueron tratados con extrema dureza provocando resentimientos e intentos de
resistencia y rebelión. Tenemos el testimonio de un esclavo que trabajaba en
una panadería: Es intolerable la hostilidad y crueldad con que a mí y a mis
compañeros nos trata el (…) panadero castigándonos con azotes como a
presidiarios. (ABNB 1809 N.8. Sobre los sucesos de Santa Cruz)
Otros afroamericanos se asimilaron a las Milicias cuya
misión era detener el avance de indígenas rebeldes y controlar la penetración
de bandeirantes e individuos que ingresaban por la extensa frontera con el
Brasil. En agosto de 1809 la vida cotidiana en Santa Cruz fue súbitamente
interrumpida por un hecho inaudito, el descubrimiento de una conspiración
liderada por negros, esclavos y libres, e indígenas afectados por el pago de
tributos, del que estaban exentos hasta entonces. Importante señal de
inconformidad, de necesidad de cambio y/o de penetración de influencias
externas.
LA CONSPIRACIÓN
El juicio interpuesto ante la Audiencia de Charcas por la
Subdelegación y el Cabildo de Santa Cruz contra los rebeldes del 20 de agosto
de 1809 da cuenta de la magnitud y los detalles de la conspiración. Una
casualidad a libertado de esta República de su total ruina, porque figurando
los negros esclavos y libres de que abunda, y los indios y mulatos tributarios
haber llegado a estos magistrados, una Real Orden para que los esclavos fueran
libres de servidumbre (…) y que esta se les había ocultado, tenían meditada una
general decisión (…) La determinación era degollar toda persona de cara blanca,
después de los jueces y ministros. (ABNB, Sobre los sucesos de Santa Cruz, EC
1809, N.8)
El principal motivo de la develada rebelión, según los
testimonios de los involucrados, fue la corrida de un rumor sobre una supuesta
Orden Real para liberar a negros y mulatos de la esclavitud, y del pago de
tributo a los indígenas. Según los enjuiciados, Orden que el Gobierno de la
Subdelegación se resistía a cumplir.
La aparente peligrosidad de los rebeldes llevó a Don Joseph
Joaquín de Cuéllar, alcalde de la ciudad, a tomar decisiones radicales,
arguyendo las siguientes razones: Porque los muchos negros que han transmigrado
a este Reino desde Portugal y residen en esta ciudad con el abrigo de continuos
desórdenes y de esclavos prófugos, con otras criminalidades propias de sus
genios orgullosos, y que son unos hombres llenos de vicios y sin subordinación
alguna, he meditado proceder a limpiar esta república de semejante polilla (…)
acordándolo todo con vuestro ilustrísimo Cabildo y referido Subdelegado. (ABNB,
Sobre los sucesos de Santa Cruz, 1809, N.8)
Otro acápite del proceso daba a conocer los alcances del
plan que incluía ejecutar al Ministro de la Caja Real, a los alcaldes, al
Comandante Militar, al Subdelegado y a todo súbdito español. Después de ocupar
la plaza se apoderarían de la ciudad. Harían conocer estos hechos al Gobierno
Revolucionario de la Audiencia de Charcas, institución de la que esperaban su
aprobación en vista de lo manifestado el 25 de mayo. Si no los apoyaban, serían
también ejecutados.
Por su parte, los rebeldes se defendían indicando que habían
ingresado a Santa Cruz para servir al Gobierno. Tuvimos noticia de que nos
quisieron remitir al Brasil de donde emigramos al servicio y amparo de Nuestro
Monarca el Rey de España, a quien siempre hemos servido de soldados contra los
bárbaros y aun contra nuestra misma Nación. (Ídem, carta suplicatoria firmada
por Antonio Gómez)
Al parecer existía un convenio entre el gobierno colonial y
los emigrados del Brasil que encontraron mejor vida en tierras cruceñas, es
posible que ésa hubiera sido la razón de que se hablara de una buena cantidad
de evadidos negros cuando apenas unos años antes se opinaba que eran un
“exótico”. También llama a la reflexión la violencia con que fue planificada la
revuelta, ya que varios autores consideran que a fines del siglo XVIII Santa
Cruz era una sociedad relativamente homogénea con bajos grados de confrontación
y desigualdad socioeconómica. Un móvil importante puede haber sido la coyuntura
ideal para despertar y alimentar las esperanzas de cambio de vida. Nos
referimos a la debilidad del gobierno colonial y a la confusión política
existente, además del estímulo que significaban los éxitos obtenidos por los
revolucionarios de otras regiones del territorio de la Audiencia de Charcas.
El plan fracasó tres días antes del señalado para su
ejecución. La inmediata acción de las autoridades paró el engranaje en marcha.
En el juicio también salieron a la luz pública los nombres de los líderes de la
rebelión. El principal era el mulato esclavo Francisco, alias Franciscote,
propiedad de Don Joseph Salvatierra, secundado por Anselmo, capitán de los
negros y tres dirigentes mulatos, entre ellos Melchor Florián, además de un
indígena.
Casi cuatro meses después de develada la conspiración, las
investigaciones llevaron nuevamente a las repercusiones de las revoluciones del
25 de mayo en Chuquisaca y el 16 de julio en La Paz e insinuaban conexiones o
negociaciones ocultas entre éstas. Es de creer que la novedad ocurrida en la
ciudad de Santa Cruz con los indios, negros y mulatos esclavos y libres contra
los españoles, sea por retoque a las negociaciones ocultas de aquellos infames
o como consecuencia del escandaloso ejemplo dado por las de La Plata y La Paz.
(Archivo Histórico de la Prefectura de Cochabamba AHPC, fs37, 1809, N.6)
En diciembre de 1809 continuaba aún el proceso de
desmantelamiento de la conspiración, todavía con importantes reductos de
resistencia en el monte y pueblos lejanos. Muchos fueron ejecutados, otros
enviados presos a la sede de la Audiencia de Charcas, otros fugaron al monte o
se quedaron merodeando la ciudad.
Durante la Guerra de la Independencia, gracias a la
destreza, ferocidad y coraje de las tropas de color se conformaron dos cuerpos:
el batallón de “los Pardos” y el de “los Morenos”. Inclusión favorecida con una
ley emitida por el coronel Warnes en la que se otorgaba libertad a los esclavos
que tomasen las armas contra el poder español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario