Foto: Biblioteca de Ciencias Económicas y Estadísticas de la
Universidad Nacional de Rosario. Argentina. //
Fuente: Orígenes del poder militar: Bolivia 1879-1935. De: James
Dunkerley. Plural editores, 1987.
Bolivia perdió gran parte del Acre, no porque sus fuerzas
hubieran sido derrotadas en combate, pues en realidad ganaron gran parte de las
refriegas, sino por su incapacidad para procurarse los recursos necesarios para
controlar la provincia. Esta situación se manifiesta fundamentalmente en la
confianza puesta por el Estado en empresas privadas, la misma que termino con
la “concesión del Acre” al Bolivian Syndicate, una compañía angloamericana
registrada en Nueva York en diciembre de 1901.
Entre los muchos derechos otorgados
a la compañía que habría de explotar alrededor de 194.250 Km2, se la eximia a
esta de pagar impuestos sobre ganancias durante sesenta años, podía retener
hasta el 40% de los ingresos fiscales, de los que iba a actuar como garante, y
era responsable de aplicar la ley en esa región, siendo esto lo menos aceptable
para el Brasil. De esta forma, el Estado boliviano reconocía su incapacidad
para administrar el territorio salvo nominalmente, y con ello origino la intervención
brasileña, convenientemente fundamentada en términos de “antiimperialismo”.
Desde el principio de la campaña, el ejército había dependido de la Orthon Company y de Suarez para su transporte y provisiones, con el acuerdo negociado por el gerente ingles de la Orthon Company para recibir el 40% de las provisiones alimentarias de todo el ejército, a cambio de transportar el resto a la Orthon, Suarez realizo acuerdos similares, pero durante mucho tiempo se negó a ceder a la insistencia de alistar a su fuerza de trabajo en remplazo de las tropas llevabas por el ejército regular y que sucumbieron rápidamente a causa de las enfermedades (De una expedición de 269 hombres, 11 murieron por enfermedades. Aguirre Acha). Eventualmente la presión fue tan grande que las compañías aceptaron firmar contratos con el compromiso por parte del ejército de devolver a sus hombres; con todo, siguieron ocultando a la mayor cantidad de hombres que les era posible, “(…) como el delegado boliviano viajara pronto a Orthon, cumpla usted su parte (…) a fin de que nuestra gente del rio de arriba se mantenga en lo profundo de la selva”. (Frederick G. Halles (Director de la ORthon Company) a Carl Meyer, rio Tahuamanu % de marzo 1900, citado en Stkes, P. 299.).
Desde el principio de la campaña, el ejército había dependido de la Orthon Company y de Suarez para su transporte y provisiones, con el acuerdo negociado por el gerente ingles de la Orthon Company para recibir el 40% de las provisiones alimentarias de todo el ejército, a cambio de transportar el resto a la Orthon, Suarez realizo acuerdos similares, pero durante mucho tiempo se negó a ceder a la insistencia de alistar a su fuerza de trabajo en remplazo de las tropas llevabas por el ejército regular y que sucumbieron rápidamente a causa de las enfermedades (De una expedición de 269 hombres, 11 murieron por enfermedades. Aguirre Acha). Eventualmente la presión fue tan grande que las compañías aceptaron firmar contratos con el compromiso por parte del ejército de devolver a sus hombres; con todo, siguieron ocultando a la mayor cantidad de hombres que les era posible, “(…) como el delegado boliviano viajara pronto a Orthon, cumpla usted su parte (…) a fin de que nuestra gente del rio de arriba se mantenga en lo profundo de la selva”. (Frederick G. Halles (Director de la ORthon Company) a Carl Meyer, rio Tahuamanu % de marzo 1900, citado en Stkes, P. 299.).
Las propiedades de Suarez se vieron amenazadas a medida que
evolucionaba la campaña, por lo que organizo una columna independiente, bajo el
comando de un propietario de goma, el capitán Federico Román, quien expulso a
los “acrenses”(en realidad eran súbditos brasileños) del rio Tahuamanu, y su
columna resulto la unidad más exitosa de toda la guerra, debido a que la componían
hombres del lugar y que adoptaron las tácticas guerrilleras apropiadas al
terreno. A pesar de los altercados prsonales y a jactancias fuera de lugar que
en una ocasión terminaron con el secuestro de Montes y del vicepresidente
Velazco, que no fueron liberados sino bajo la promesa de “olvidar el movimiento
revolucionario”, el ejército cumplió con su cometido con la eficacia que le fue
posible dentro de su tradición.
El gobierno podría haber mantenido esa posición relativamente
fuerte, de haber contado con un delegado
juicioso y de no haber reemplazado a sus funcionarios por otros, que se sometieron
mucho más a un prefecto típicamente autoritario y que traslado al Acre los métodos
de intimidación política que había aplicado en Oruro en la era
post-revolucionaria. Cabe anotar que el predominio de funcionarios de este
calibre hicieron que ese nombramiento fuese posible aún más la limitada
capacidad del Estado durante ese periodo.
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