EL REGIMIENTO INGAVI, DESDE SUS TRINCHERAS, CON FRUICIÓN DIABÓLICA OBSERVABA EL ESCENARIO ESPANTOSO QUE SE DESARROLLABA EN LAS TURBULENTAS AGUAS DEL RÍO

 


(Por Diego Martínez Estévez)

El autor de este libro – publicado a su muerte por sus hijos en abril de 2919 - era el ex combatiente Jorge Salazar Mostajo.

En su “Nota preliminar”, nos aclara:

“Las anécdotas ahora relatadas fueron parte de la vida de humildes y anónimos combatientes de un solo Regimiento Ingavi 4 de Caballería. Pequeñeces, falsedades, dirán los escépticos; pero, piénsese que el conjunto sumado en los frentes de operaciones y en todo lo largo de la campaña es el retrato de toda esa carne cañón – estoica y discreta – que forma la verdadera generación del Chaco…” …

La descripción de los hechos que se leerá más abajo ocurrieron en la orilla derecha del Río Parapeti a partir de la tercera semana de diciembre de 1934, cuando el Destacamento Garay, conformado por tres Divisiones, después de la Batalla de Picuiba (7 de diciembre de 1934), prosiguió su avance por la ruta: El Cruce – 27 de Noviembre – Huirapitindi – Ibarenda – Santa Fe, con el propósito de consolidar esta conquista con la captura de Charagua que la ocupó recién y por pocas horas, el 17 de abril de 1935.

Fue a partir del fortín “27 de Noviembre” en que las fuerzas invasoras de Garay comenzaron a ser retardadas en la dirección general mencionada más arriba. La primera fuerza retardante en este fortín fue efectuada por el solitario Regimiento 19 de Infantería. Dependía de la Segunda División y esta, del Segundo Cuerpo de Ejército que se reorganizaba en Saipurú, situado al norte de Charagua.

En la parte que nos interesa, transcribimos los hechos relatados por el autor, sucedidos en la región de San Pablo (ver carta militar), entre el 15 y 20 de diciembre de 1934.

A fin de encuadrar al lector en el terreno, mencionar que frente a San Pablo y cruzando el río, esto es, en la orilla izquierda, se encuentra Mariqui, convertido en un Puesto de Abastecimiento. Mariqui es un puesto ganadero cuyo propietario - fallecido unos 15 años atrás - era “don Chico Gómez”, a la sazón, su hijo es coronel del ejército boliviano. El establecimiento conserva un ambiente dividido en alacenas donde depositaban los víveres. De Mariqui hasta Charagua y siguiendo las sinuosidades del terreno media una distancia de unos 40 kilómetros. Para enlazar a ambos se instaló una línea telefónica que pendía de postes gruesos de unos 12 metros de altura; esos postes – de propiedad del Ejército - plantados cada 50 metros, en los primeros años de los 80’ comenzaron a desaparecer en provecho de algún aserradero, de los varios que existen también en esta región.

El 12 de diciembre de 1934, esto fue, cinco días después de haber finalizado la Batalla de Picuiba, lo soldados del Regimiento Ingavi que junto a otras unidades se replegaron hacia 27 de Noviembre, prosiguiendo por el estratégico empalme caminero de Huirapitindi, alcanzaron Amboró Nuevo (ver carta militar); cruzaron el río Parapeti al lado izquierdo e hicieron alto en Amboró Viejo donde sus organismos debilitados por el martirio del hambre arrastrados desde el pasado 7 de diciembre, fueron en parte compensados con uva que encontraron en abundancia en un extenso viñedo. Los abastecimientos estrictamente racionados los recibían de Santa Fe (ver carta militar), que por entonces era un pequeño villorrio. Después de dar fin con el viñedo, el Ingavi se replegó a la orilla propia y recibió la orden de retardar al enemigo “a caballo de camino”, en el tramo Amboró Nuevo – Santa Fe.

El Regimiento Ingavi 4 de Caballería se encontraba físicamente maltrecho y carecía de hachas y machetes para cortar ramas, instalar en los flancos del camino puntos de apoyo y sendas de repliegue. No había tiempo para encarar estos trabajos de organización del terreno. A los dos días, el enemigo se hizo presente por esa ruta, por lo que la defensa instalada sobre el camino no sirvió de mucho, pues, el enemigo la flanqueó y a media noche llegó hasta la retaguardia, capturando al mayor Roberto Mercado. Al otro día, la maniobra, esta vez por el flanco derecho se repitió y fue capturado otro oficial y algunos soldados.

Defenderse cortando un camino no es precisamente la manera de retardar y menos ocasionar bajas al enemigo. Ante este tipo de situaciones, en otros frentes, los bolivianos organizaban en ambos flancos y en profundidad, puntos de apoyo (reductos) mimetizados con ramas. Permitían penetrar y retornar a las patrullas enemigas de exploración, aguardando la aparición del grueso guiados por ellos, para abrirles fuego. En su acción retardatriz, más a retaguardia les aguardaban sus relevos en posiciones preparadas.

Ante la imposibilidad de defenderse en un terreno sin organizar y haber perdido a dos valiosos oficiales, tomó el mando del Ingavi el Subteniente de Reserva Estanislao Díaz Belgrano y decidió replegar a la unidad por un campo quemado que les facilitó su rápido desplazamiento. Guiados por la brújula del Cabo Arturo Villanueva llegaron a un grupo de montículos de arena donde esperaban formar la nueva línea de resistencia. A las siete de la mañana, el regimiento y a pasos forzados inició su marcha hasta encontrar la picada (camino) que conducía a esas alturas.

Dicho esto, dejemos que el autor del libro nos relate lo sucedido a partir de este momento:

“En eso se inicia el intenso fuego adversario; solamente armas automáticas y fusilería, mientras nosotros, desorganizados, retrocedemos por el ancho camino. Pese al inicial caos, sin embargo, la moral es elevada, pero, nos hallamos inermes, indefensos ante el potencial de fuego. ¿Qué hacer? Emprendemos precipitada fuga por sobre la picada, porque ahí sí que, ante el riesgo de perecer, la moral acompaña nuestros talones. No pretendemos internarnos en el monte porque tal cosa sería el desbande”.

“La metralla enemiga disminuye en intensidad; el enemigo está a trecientos metros, a doscientos cincuenta, a doscientos, con otra ocupación más importante para él, causa de la disminución de fuego: cuando menos un escuadrón de feroces hordas de Gengis Kan nos persigue a caballo”.

“Están más cerca de nosotros. El trote casi hecho carrera no puede competir con el galopar de los centauros; pero, Mercurio nos ayuda colocando sus alas en nuestros talones”.

- ¡A la colina! ¡A la colina!!! Es el grito que acicatea los esfuerzos para llegar a ella donde podremos emplazar ametralladoras; pero, la meta se aleja más, más”.

- ¡Por Dios, que disparen los morteros…! ¡Santo Dios, ayúdanos…! Mamita, ¡a dónde nos han traído!!!

El “Pisco Villanueva” es el jefe del Grupo de Morteros, Subteniente de Reserva, se hizo fama por su puntería; pero, ahora está cogido por la hidra de la desmoralización y del pánico colectivos. Villanueva huía, pues, con sus morteros, sin atender ruegos para que emplazara las dos piezas”.

“Nos cuentan después: justamente detrás de la colina, a menos de doscientos metros de nosotros, a no más de trescientos de los paraguayos, el Teniente Estanislao Díaz:”.

- ¡Deténgase, carajo, emplace sus morteros!!!

- ¡Voy a perder mis morteros, voy a perder mis morteros…!!!

Dice entre histérico y suplicante - ¡Nos van a degollar a todos!!!

- ¡Antes me limpio un cobarde – Díaz encañona su revólver a la cabeza del otros - ¡Ya, maricón!!!

“Villanueva, en la alternativa de morir a machete o tal vez salvarse si obedece la orden, se serena y coloca a ambas armas en posición. Ayudado a señas por uno de los sirvientes de pieza, ubicado éste en lo alto de la colina, mide puntería y ordena a los cabos Villanueva y Gutierrez: ¡Fuego!”.

“Primeramente, dos granadas, de inmediato seguidas por otras dos, son escupidas por los mortíferos cañones. ¡Blam, blam !”.

“Vemos, tras de nosotros, a pocos metros, elevarse cuerpos humanos y de bestias, cabezas que hacen zigzag en el aire, vísceras desparramándose en toda dirección”.

Aclarar al lector que cuando la espoleta toca un árbol, hace explotar la granada produciendo dos efectos: su fragmentación en infinidad de esquirlas que al esparcirse llevan consigo astillas arrancadas de los árboles; al mismo tiempo, la onda expansiva despedaza las ramas y también las riega al entorno en un radio de treinta o más metros. Cada esquirla o pedazo de árbol puede cobrar una vida.

Sigamos leyendo el relato del ex combatiente Jorge Salazar Mostajo:

“…Los superiores comprenden que es suicida mantener una línea defensiva que no se presta para ello y ordenan repliegue hasta Santa Fe y cruce del Río Parapetí”.

“Llegamos en efecto a la bella población (de Santa Fe). Las aguas están torrentosas y nos amenazan diciéndonos que si no nos apresuramos, se encargarán de engullirnos. Formamos cadenas humanas, el morral pegado al cuello, el arma sobre ambos hombros cruzada en la nuca. Nos cogemos de las manos y llegamos al frente, a Mariqui. La Plana Mayor nos espera con almibarado y candente tojorí, en latas nuevecitas, sin mango, que los porteadores abrazan al pecho”.

“Comentarios, caras jubilosas… y el estallido espeluznante, el típico estampido de una granada de mortero y nada más. Silencio. Sin embargo, se hace el caos, cunde la confusión; el rancho es desperdiciado. ¡Los pilas… los pilas están cruzando el río…!!!

“La serenidad de los más devuelve calma a los pocos, porque se les hace comprender que el río es nuestra mejor defensa y que no existe posibilidad de que el enemigo se atreva a realizar la hazaña”.

“Una hora más tarde, los paraguayos… inician el cruce del torrente.

¡Viva la Patria, bolis…! ¡Viva la Patria!!!

“Esperábamos su aproximación para diezmarlos o tal vez para nosotros ser exterminados; pero, no fue necesario, porque se produjo el milagro, vimos bajar la riada, el turbión, la avenida en proceloso y oscuro oleaje. Los vivas del adversario se silenciaron como segados por gigantesca guadaña. Entonces espectamos – quizás horrorizados, tal vez más bien satisfechos y alegres, con el alivio del retorno de la vida a nuestros cuerpos – cómo el río rompía las cadenas y engullía centenares de cuerpos que reaparecían más abajo, de trecho en trecho, dando tumbos, mostrando panzas y cabezas a ratos y en otros, los brazos levantados en angustiosa plegaria de misericordia”.

“La calma se hizo indefinida y los bolivianos comenzamos a gozar del paraíso que nos brindaba la naturaleza”.

………….

El autor nos dice que centenares de jinetes – se infiere que tambien sus caballos - fueron arrastrados por el embravecido río. Un río turbulento se desplaza rapidamente arrastrando consigo troncos y ramas que golpean a sus víctimas ocasionales.

¿Cuántos centenares podían haberse ahogado? Como referencia, lo más que podemos decir, es: un regimiento de unos mil hombres que se defiende en la orilla de un río, abarca un frente que sobrepasa dos kilómetros. El enemigo hipomóvil, dislocado en línea, para cruzarlo bajo fuego, podría abarcar un frente mucho mayor y esto requiere el empleo entre trecientos a cuatrocientos jinetes.

A propósito de caballos y también mulas.

A mediados de septiembre de 1932, unas 300 mulas con sus jinetes galoparon desde la ciudad de Concepción, hasta situarse en el flanco derecho de Fortín Boquerón; los que no murieron de sed y de hambre por falta de forraje, murieron cuando sus jinetes se lanzaron al asalto por ese sector, que el Ayudante del coronel Marzana lo relata en su libro.

Aproximadamente el 15 de diciembre de 1934 y como se lee párrafos arriba, “centenares” fueron “engullidos” por el Río Parapeti.

El 17 de abril de 1935, cuando se inicia la Batalla del Parapeti, en la quebrada de Cuevo, las tropas bolivianas de ese sector capturaron alrededor de 300 mulas ensilladas, más una veintena de camiones cargados de logística.

Tomando únicamente estos datos de las tres acciones descritas en párrafos anteriores, sumamos más de un millar de acémilas perdidas en combate. La campaña militar y con muchísimos eventos duró tres años, donde obviamente, la caballería hipomóvil enemiga participó.

¿De cómo es que el ejército paraguayo pudo haber reunido tanto ganado caballar?

La respuesta no puede ser otra que de su aliada la Argentina que como se lee en el libro titulado CARTAS DIPLOMÁTICAS, el gobierno de este país le dotó a su aliada de casi todo para sostenerse logísticamente. En otra obra y en documentos inéditos, mencionan la participación de una parte de sus cuadros profesionales como conductores de tropas y también, de su Estado Mayor del más alto nivel de planificación operativa, que en varios artículos anteriores ya desarrollamos estas referencias.

En la Argentina comenzaron a abundar los caballos y las mulas a medida que eran reemplazados por el sistema ferrocarrilero que a partir del año 1855 se fue extendiendo por el gran territorio de este país. En el Chaco, su punta de rieles alcanzó hasta Formosa – situado en las proximidades de la desembocadura del Río Pilcomayo con el Río Paraguay - inaugurado como estación ferroviaria el año 1932 y este mismo año se extendió hasta la frontera con Bolivia, en Yacuiba.

El ejército boliviano, también disponía de unidades de caballería, como el Regimiento Lanza y otras fracciones menores, el resto, al no disponer de acémilas, combatían a pie. Fue el caso del Regimiento Ingavi 4 de Caballería, aunque sí, pasado el combate de Mariqui llegó a contar, pero, con cierta composición de su caballería que el autor del libro citado lo menciona de este modo:

“El Regimiento Ingavi se había convertido (en el mes de mayo de 1935), por fin, en una perfecta unidad montada – a lomo de asno se entiende. Los doscientos asnos eran rollizos, de piel cubierta con lucio corto pelaje. Nos sirvieron durante largo tiempo, para los patrullajes, para proveernos de verduras y hortalizas de los chacos; todo ello en el Parapetí abarcando la zona al norte; es decir, Charagua y más allá. Realmente nos sentíamos orgullosos de pertenecer al Regimiento Ingavi 4 de Caballería, digamos de burrería. Omití señalar nuestros 25 a 30 caballos”.

Entremedio de muchos pasajes como el anterior, el autor, a propósito del paso de su regimiento por Matico (ver carta militar), nos relata que “sienten un olor nauseabundo” y dice:

“El ambiente me recuerda a la Batalla de Segundo Condado, donde – por la fetidez que despedían miles de cadáveres paraguayos en el campo de nadie y en las trincheras recapturadas - (se refiere a un bolsón abierto en el sector defensivo de Ballivián, en la primera semana de julio de 1934), ambos ejércitos se vieron obligados a retroceder posiciones mientras se efectuara el entierro piadoso o los buitres consumaran su festín”.

LA AVIACIÓN BOLIVIANA EN LA BATALLA DE EL CONDADO

 


—LAS TROPAS PARAGUAYAS QUE PUGNARON POR PENETRAR POR LOS BOLSONES DE "CAÑADA CHILE" Y "EL CONDADO" FUERON SANGRIENTAMENTE RECHAZADAS CON SIGNIFICATIVAS BAJAS DE MUERTOS Y HERIDOS—

LA AVIACIÓN EN LA BATALLA DE EL CONDADO (Del 18 al 20 de junio de1934)

El Ejército boliviano había formado una línea defensiva de trincheras desde el río Pilcomayo hasta Cañada Cochabamba y los paraguayos con tres Cuerpos de Ejército ejecutaban una fuerte ofensiva de envolvimiento por nuestro descubierto flanco izquierdo. En "El Condado" rompieron nuestra línea principal en un frente de cinco kilómetros, pero el contraataque boliviano no se dejó esperar y entraron a actuar rápida y enérgicamente nuestras tropas de reserva apoyadas por escuadrillas de aviones Osprey y Hawk. que se tenían en alerta en la base aérea de Ballivián. En efecto, la situación aérea en estos espacios geográficos era favorable, nuestras unidades estaban escalonadas en profundidad en las aeropistas de los fortines ribereños del río Pilcomayo. desde Ballivián Cururenda, Samaihuate hasta Villamontes. Respondiendo las presiones ofensivas ejercidas por las tropas paraguayas contra Ballivián, se reforzó el Grupo Aéreo que teníamos en la base de Cururenda al mando del Mayor José P. Coello con algunos aviones Osprey y Hawk.La batalla de "El Condado" se libró con mayor intensidad del 18 al 20 de junio de 1934, coadyuvando la aviación al Primer Cuerpo de Ejército boliviano. El Grupo Aéreo despegando de la base de Ballivián distante apenas unos treinta kilómetros al sitio de "El Condado", intensifica sus acciones de asalto aéreo concomitante con nuestros infantes contra las tropas paraguayas que se introducen y forman el gran bolsón de "El Condado", creando una situación táctica delicada que comprometía el sistema defensivo de conjunto. En el empleo a fondo de los aeroplanos bolivianos, se exageró peligrosamente la aplicación de la modalidad del bombardeo táctico a bajas alturas en las fases cruciales de las rupturas, tanto en la zona de Cañada Chile como en la ruptura de más de cinco kilómetros de la línea de "El Condado". El éxito se había logrado combinando la mutua cooperación entre fuerzas tierra-aire, con acciones sobre los frentes inmediatos a los campos de batalla de El Condado y Cañada Chile, operaciones aéreas que fueron de difícil ejecución porque había que batir objetivos móviles y pequeños como los cañones, morteros e infantes enemigos que estaban dispersos, pues corríamos riesgos de bombardear y ametrallar a nuestras propias tropas, lo que nunca ocurrió porque nuestros aviadores con la destreza y experiencia que tenían, estaban seguros de la precisión del lanzamiento de sus bombas y de sus tiros de metralla. Volando a las más bajas alturas, bordeando las cambiantes posiciones enemigas, los enlaces con nuestras tropas mediante paneles y mosquiteros extendidos nos daban las pautas de seguridad y confianza, y los partes de nuestros infantes de primera línea eran siempre en términos de valor y eficacia. Las tropas paraguayas que pugnaron por penetrar por los bolsones de Cañada Chile y El Condado fueron sangrientamente rechazadas con significativas bajas de muertos y heridos. (Conducción de la Fuerza Aérea en la Guerra del Chaco - Gral. Alberto Paz Soldán). #LLOK3

LA GUARDIA REPUBLICANA DE SAAVEDRA


 

Era un cuerpo paramilitar al servicio del Partido Republicano y que sólo respondía ante el presidente Bautista Saavedra. La Guardia Republicana recibía mejores salarios y estaba mejor armada que el Ejército o la Policía. Sus uniformes eran de colores azul y rojo. Hombres peligrosos y violentos con los opositores a Saavedra, al finalizar su gobierno fueron asimilados al Ejército, convirtiéndose en el Regimiento Ingavi de Caballeria.

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El gobierno de Gutiérrez Guerra, fue de zozobra y acciones ofensivas liberales radicales que impusieron medidas de excepción, intervención de la prensa opositora, reiteradas represiones policiales en las principales ciudades y tensión con los universitarios, que terminaron por desgastar al gobierno hasta que el 12 de julio de 1920, los republicanos con el apoyo del Ejército propician un golpe de estado bajo la dirección de Bautista Saavedra
Después del golpe, Saavedra creó la llamada “Guardia Republicana” en reemplazo de la “Guardia Blanca” de los liberales, un grupo paramilitar que respondía a sus órdenes directas y que fue duramente criticado porque se consideraba una forma de desmerecer al Ejército.
La Guardia Republicana recibía los mejores salarios y estaba mejor armada que el Ejército. Sus uniformes eran de color azul y rojo. Hombres peligrosos y violentos con los opositores a Saavedra.
Al finalizar el gobierno de Saavedra fueron asimilados al Ejército convirtiéndose en el Regimiento Ingavi e inmediatamente en la primera unidad policial al mando de David Toro, en realidad es la creación de la policía como institución independiente al Ejército.

(Fuentes: Archivo Julio Cordero, / "El general y sus presidentes", Robert Brockmann.)

LA TESIS DE PULACAYO EN LA PRENSA BOLIVIANA DE 1946

 

Villaroel, "el presidente colgado"

Por: Grecia Gonzales Oruño   / Artículo publicado originalmente en el matutino paceño, Pagina Siete, el 30de diciembre de 2020.

74 diciembres han pasado desde que se publicó, excepcionalmente, en los periódicos la Tesis de Pulacayo, que fue aprobada el 8 de noviembre de 1946, en el Primer Congreso Extraordinario de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb). Ese documento fue punta de lanza de la lucha obrera en el sexenio (1946-1952) y blanco de crítica de la oligarquía.

Después de los regímenes nacionalistas de David Toro (1936-1937) y Germán Busch (1937-1939), las fuerzas conservadoras retomaron el poder de la mano del presidente Enrique Peñaranda (1940-1943). Sin embargo, el 20 de diciembre de 1943, la alianza Razón de Patria (Radepa) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) ejecutaron un golpe de Estado. Así llegó a la presidencia el teniente coronel Gualberto Villarroel.

De acuerdo con  El poder y la caída, de Sergio Almaraz, el nuevo gobierno tuvo una posición anti-oligárquica y popular. Gerardo Irusta, en La lucha armada en Bolivia, afirmó que Villarroel se enfrentó a los barones del estaño, las empresas mineras, los latifundistas, la aristocracia y sus militares. 

Golpe

En 1946, la oligarquía desplazada asestó un golpe mortal. Agustín Barcelli, en Medio siglo de luchas sindicales revolucionarias en Bolivia, reveló que los fusilamientos en Challacollo y Chuspipata, el secuestro de Hochschild y el atentado contra el jefe del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), José Antonio Arze, “dieron a la reacción motivos de propaganda (…) para organizar la destrucción de ese régimen”.

Fue así que - en palabras de René Zavaleta - en El desarrollo de la conciencia nacional, la mañana del 21 de julio, el cadáver de Villarroel fue colgado de un farol en la Plaza Murillo, “trofeo mórbido de la venganza oligárquica y lábaro de combate del nacionalismo”. 

Con su muerte retornó la rosca. Waldo Álvarez, en Memorias del primer ministro obrero, contó que la nueva Junta de Gobierno fue formada por personajes de derecha (encabezada por Tomás Monje) a excepción del artesano  Aurelio Alcoba, quien fue nombrado Ministro de Trabajo. Por otro lado, varios miembros de Radepa fueron dados de baja y los dirigentes del MNR huyeron o cayeron presos.

Pulacayo

En el marco de la nueva situación política, la Fstmb convocó a un congreso, que se celebró en Pulacayo, Potosí, del 5 al 9 de noviembre de 1946. Asistieron 47 delegaciones mineras, autoridades de gobierno y periodistas.

El Diario publicó el temario:

1) Informe de los secretarios y las delegaciones; 2) Balance nacional y sindical; 3) Creación de una Central Obrera y el Frente Único Proletario; 4) Semana de trabajo de 40 horas y salario básico; 5) Supresión de las “pulperías baratas”; 6) Lucha parlamentaria y acción directa; 7) Adopción de una “Tesis Central”; 8)  Elección de dirigentes, y 9) Pactos con otras organizaciones.

La primera sesión comenzó a las 21:00 y culminó en la madrugada. Allí, se entregaron credenciales, se aprobaron reglamentos y se formaron comisiones, informó La Razón.

Tomas

En esa jornada se produjo una “violenta” y larga discusión por la presencia del jefe del Partido Obrero Revolucionario (POR) Guillermo Lora, adscrito a la delegación de Llallagua. Los mineros de Colquiri y Llallagua amenazaron con retirarse. 35 delegaciones apoyaron la participación de Lora, sin derecho a voto.

Según El Diario, el día 6, el secretario general de la Fstmb, Mario Tórrez, inauguró la segunda sesión. A continuación, el secretario ejecutivo de la Fstmb, Juan Lechín, expresó que no se admitirían en sus filas a “pícaros y vividores”: “No podemos seguir a traidoras directivas que buscan el equilibrio entre el capital y el trabajo. Nuestro camino es la formación del Frente Único Proletario”. Lora -luego- lanzó “un violento discurso y atacó duramente al PIR”. 

La Razón  explicó que las delegaciones “declararon que lucharían hasta el triunfo de la revolución social” y que Lechín expresó: “Si los capitalistas quieren arrojarnos a las calles, después de destrozar nuestras vidas y hacer caer la minería (…), no tenemos más remedio que ocupar las minas”. 

Militantes

El Diario, el día 7, informó que se conformó el “Frente Único Proletario”. Además, destacó las palabras de Lechín: “Somos militantes de la lucha de clases y no simples y vulgares terroristas”. “Somos luchadores marxistas revolucionarios y sólo la muerte nos arrancará de la lucha que nos hemos impuesto. No podemos contemplar callados cómo se explota a los trabajadores, cómo se les niega el derecho a la vida humana. Por eso sabemos que de esta lucha el triunfo ha de ser nuestro. Nuestros pasos se acercan a la sociedad sin clases”.

En esa oportunidad, el inspector general del Trabajo, Alejandro Arzabe, fue acusado por los proletarios de Machacamarca de “traidor y de organizador de bandas de pistoleros en Llallagua, y de dar prisión a los trabajadores de Huanuni”. Arzabe negó las acusaciones.

Poder

En la cuarta sesión, el 8, El Diario narró que en el Congreso se aprobaron varias medidas, entre ellas 1) la aplicación de un salario básico y la escala móvil de haberes, 2) la supresión de las “pulperías baratas” y 3) “la toma del poder mediante la revolución” y no por elecciones.

En esa ocasión, se proclamó a Lechín como candidato a la Presidencia. 40 delegaciones aprobaron la designación y cuatro la rechazaron. Lechín no aceptó la candidatura.

En la última jornada del cónclave -de acuerdo con  La Razón- los trabajadores del subsuelo censuraron al Ministro de Trabajo por actuar a favor de las empresas mineras;  expulsaron al secretario de deportes de la Fstmb, Hugo Téllez, por “traidor”, y rechazaron, de forma unánime, al PIR, a la rosca y a los partidos  tradicionales. Asimismo, decidieron la ocupación de la mina San José. 

Atentado

El rector de la Universidad Mayor de San Andrés, Héctor Ormachea –impulsor de la caída de Villarroel– advirtió, en El Diario, en fecha 10, que  con “la actitud adoptada por los mineros se desprestigiará a Bolivia en el exterior. Además, será un toque de alarma para los inversionistas. Ya ningún capitalista pensará colocar sus dineros en ninguna actividad”.

Ese mismo día, el Ministro de Trabajo difundió un comunicado en todos los periódicos: “Ante los rumores propalados con relación a disturbios que hubiese podido producirse en los distritos mineros”, se declara que 1) existe tranquilidad en las labores mineras, 2) ninguna empresa ha dispuesto la paralización de sus trabajos y 3) una comisión de ministros se reunirá con los empresarios de la mina Oploca para evitar la suspensión de labores.

El ministro de Gobierno, José Saavedra, envió a El Diario, el 12, un telegrama a los obreros de Pulacayo, en el que advertía que “la conculcación de la ley, la violación de la propiedad y cualquier suerte de atentado contra la estabilidad del poder público o la seguridad de las personas, se juzgarán como actitud de franca rebelión contra el orden constituido”.

Agitación

Un día después, el primer dignatario hizo “un último llamado a la concordia de los mineros para que infundiéndose de una mayor sagacidad puedan comprenderse mejor con las empresas en las que trabajan y así esas diferencias (…) puedan resolverse satisfactoriamente”. El Diario, dos días después, alertó sobre una agitación en los centros mineros. En Colquiri, el gerente y el personal administrativo abandonaron el campamento, porque se inició una huelga. En Churquini, las labores se paralizaron. Sumado a eso, el secretario general de Telamayu y el secretario de la Confederación de los Sindicatos del Sud “tomaron el armamento del Club Telamayu”.

Un mes después del evento, el 8 de diciembre, los periódicos El Diario y La Razón difundieron la “Tesis aprobada en el Primer Congreso Extraordinario de la Fstmb”, con una aclaración: “Está circulando en los sindicatos de trabajadores del país el siguiente documento”. 

Los conflictos mineros continuaron hasta 1947. La Tesis de Pulacayo fue un instrumento que guió las luchas obreras del sexenio, que concluyeron con la revolución de abril de 1952.

Grecia Gonzales Oruño  es comunicadora social. 

El contenido de este artículo es de absoluta responsabilidad de la autora.

"UN ANÁLISIS INCONCLUSO DE ANTONIO PAREDES"

 


"PAREDES CANDIA NOS MUESTRA OTRA HISTORIA OCULTA DE NUESTRO PAÍS: SEXO, HEGEMONÍA Y CULTURA, EN UNA SERIE DE DIEZ TÍTULOS QUE NUNCA FUERON PUBLICADOS"

— Por Oscar Córdova Sánchez

La bibliografía es muy escasa en relación a la trascendencia histórica que tuvieron aquellas primeras mujeres que desarrollaban el comercio con su cuerpo y labia. Antonio Paredes Candia escribió un libro, de una serie de diez títulos que nunca fueron publicados, que marcó una línea para develar los orígenes de la prostitución en nuestro país.

Publicado en 1998, el título del primer fascículo es llamativo. De Rameras, Burdeles y Proxenetas. Historia y tradición, publicado por Ediciones Isla, aquella casa editorial que publicaba títulos y estudios más que sugerentes. La dedicatoria era para aquellas “hadas madrinas que tomaban en belleza la tosquedad del existir”. Este primer capítulo, ordenado cronológicamente, sería la primera serie de la colección La vida galante del país, que tenía otros títulos como: Diplomáticos que dejaron historia sexual, Pequeñas biografías de bujarrones célebres o Picardías y curiosidades sexuales. Así, truncado sólo en el primer fascículo que ahora abordaremos, Paredes Candia hubiera publicado una aproximación casi completa de la historia sexual en las calles de nuestro país.

El libro está dividido en dos partes: La primera es un recuento cronológico del desarrollo de la prostitución en Potosí, Sucre y La Paz, otorgando más cabida a esta última por tener varias zonas donde funcionaron estos negocios de intercambio sexual; y la segunda describe las leyes, reglamentos y los nombres vulgares con que se señalaban a varias mujeres que ejercían la prostitución.

Entre el siglo XVII y XVIII, en la época de esplendor de Potosí, muchas mujeres españolas y mestizas se dedicaban al negocio. Mientras crecía poco a poco, fue frecuentado por nuevos clientes: potentados, nobles y gente de toda estirpe social. Con el paso del tiempo el oficio fue censurado por imposiciones eclesiásticas. Entre los escritos de ese tiempo, se encuentran los de Jimenez de Espada y Bartolome Arzans de Orsua y Vela.

En la ciudad de Sucre (antigua Charcas) los datos del inicio de la prostitución son más precisos. Paredes menciona a Jose Antonio Del Busto Duthulburu, donde refiere este acontecimiento: “Las busconas o rameras pueden tener su principio con Juana Hernandez... pero pruebas más fehacientes señalan a María del Toledo, que ejercía la prostitución en la Villa de la Plata (Sucre)”. Pero todo el contexto general y de búsqueda histórica de la prostitución se inicia en los albores del siglo XX, con el arribo de las chilenas al país.

Tristán Marof escribe al respecto: “Por ese tiempo llegaron a Sucre por primera vez, unas mujeres chilenas y pusieron un burdel. El escándalo en la sociedad fue mayúsculo, pues su conservatismo era rígido y cerrado”. Paredes da a conocer que ellas venían por el buen camino económico que nuestro país tenía en la época liberal.

En cuanto al contexto histórico de La Paz, Paredes realiza una labor dedicada y con mucha abundancia de nombres, lugares y personajes que coadyuvaron a la aparición de estos centros de lujuria y placer. El inicio de la prostitución en La Paz se inicia en los años 70 del siglo XIX, algo tardío en comparación con otras ciudades.

Este fenómeno se caracteriza por la llegada de damas peruanas. Su lugar de acogida, “La Casa de las Limeñas”, ubicada en la actual calle Colombia, fue el primer prostíbulo conocido y diseñado para una estética de clase internacional. Con el tiempo, la casa se fue vaciando, ya que muchas damas encontraban el abrazo de algún galán que las sacaba de tal lugar y oficio. Algunas peruanas que no tuvieron la misma suerte que sus compañeras, deambulaban por la ciudad encontrando el barrio de Chijini como un lugar propicio para volver a ejercer su oficio.

Ya entrados los primeros años del siglo XX, Ismael Montes, siendo presidente de la República, quería crear al estilo extranjero un burdel elegante para los hijos de la alta alcurnia paceña; delegando a un ministro trajo a varias damas chilenas y se instalaron en una casa antigua localizada en la calle Sucre, a la altura de la calle Jaén. La “Torre de Oro” era frecuentada por políticos; la lengua popular señalaba que el presidente asistía para beber champagne hasta altas horas de la noche. En cuanto a las clases medias y bajas, se inauguraron nuevos locales por el famoso callejón Conde-Huyo.

Paredes menciona que “estaba llena de tiendas de abarrotes y algunas bodegas de ínfima categoría”. Estas damas se distinguían de otras por portar un pañuelo rojo en la cabeza. Otro caso fue el de las “mutinchas”, mujeres de alta categoría. Entre sus clientes estaban ministros y presidentes como David Toro o Enrique Peñaranda.

Tanta fue su fama que escritores como Carlos Medinaceli consideró que lo primordial era “extirpar de raíz esta clase de negocios ilícitos que comerciando con personas en forma asquerosa e antihigiénica, van propagando diferentes enfermedades sexuales”.

El callejón Topater tenía dos famosos prostíbulos, que eran, en ese momento, los más conocidos por el pueblo paceño. Uno de estos fue dirigido por la chilena Ana Ramirez, quien daba instrucciones y lecciones a sus nuevas empleadas, para dar una forma más placentera al sexo opuesto. Paredes menciona que tenía un amante de fina categoría política y literaria; ese fue “A. C., el famoso y admirado Chueco C,, escritor boliviano de fama internacional”.

Diversión, fama y codicia, los prostíbulos tenían características singulares, pero también las damas cumplieron un rol durante los tiempos bélicos: es el caso de la Guerra del Chaco.

El gobierno de Daniel Salamanca ordenó llevar al Chaco a mujeres que ejercían su labor sexual. Se crearon tres regimientos de prostitutas: Luna, para oficiales y subtenientes; Terán, para suboficiales, sargentos y cabos; y Cabo Juan, para la tropa en general. En Villamontes, se creó “La Casa Blanca”, donde la Marihui, la más deseada por la tropa, sólo daba su cuerpo a aviadores; o la Miss Chawaya, que daba servicio a suboficiales y grados superiores. También fue famosa la Trimotor, cuya habilidad era saciar los deseos sexuales con tres hombres a la vez. Fue en esta época donde creció el comercio sexual.

Paredes nos muestra otra historia oculta de nuestro país, aquella que todavía sigue siendo interpretada a través del imaginario colectivo de manera dispersa y errónea.

Fuente: https://www.paginasiete.bo/.../un-analisis-inconcluso-de...

 

A PROPÓSITO DE LA NOCHE DE SAN JUAN.

 


(Por Diego Martínez Estévez)

En la ciudad de Cochabamba, en el parque La Torre, en la parte aledaña a la calle Sucre y frente a la Universidad de San Simón, conocí a un señor octogenario que se dedicaba a fletar a los estudiantes universitarios de ese sector, canchitas de futbolín. Cierto día conversamos. Le pregunté a qué se dedicaba en los pasados años. Me respondió que en Siglo XX trabajó como Sereno.

Este dato me interesó muchísimo, pues, casualmente y meses antes, mi persona defendió la tesis titulada “La lucha en la retaguardia de Ñancahuazú”; es decir, la lucha casi encubierta que el año 1967 llevaron a cabo las fuerzas legales contra los miembros de la red urbana de apoyo a las guerrillas del Che Guevara.

Las preguntas y respuestas sostenidas con mi interlocutor derivaron en los pormenores de la tristemente célebre fecha conocida como “La noche de San Juan”.

Palabras más o palabras menos, este fue el diálogo:

¿Qué hacía usted aquella noche del 23 de junio de 1967?

- Esa noche me encontraba de turno y al día siguiente muy temprano nos atacó el Ejército.

Sí – asentí – fue un gran error del Ejército atacar tres poblaciones mineras, en lugar de enviar agentes del gobierno para localizar, identificar y capturar simultáneamente a los principales dirigentes; por ese error murieron una quincena de inocentes, entre éstos, una niña. Los mineros, ni se imaginaban que serían atacados.

El ex sereno me miró fijamente y dijo:

- Los dirigentes de Siglo XX sabían que serían atacados.

Su respuesta me tomó por sorpresa. – Por favor explíqueme cómo usted llegó a informarse que los dirigentes sabían que serían atacados.

Me respondió:

- Esa noche me encontraba de turno y como era mi costumbre, pasé ronda por el sector que me correspondía vigilar y luego, a eso de las nueve de la noche me dirigí a la Plaza del Minero donde tradicionalmente, año tras año se reunían los dirigentes de Siglo XX para festejar la Noche de San Juan. Cuando ya se encontraban sentados alrededor de la gran fogata, alguien apareció y les dijo algo que no llegué a escuchar; pero, inmediatamente apagaron la fogata y rápidamente se recogieron a sus domicilios.

Me puse a pensar quién podía haber sido la persona que tenía conocimiento antelado sobre el inminente ataque militar a Siglo XX, Llallagua y Catavi.

Repasando mentalmente mi tesis recordé que el Ejército contaba con dos espías dentro la propia organización dirigencial minera: El Secretario General, o sea, el principal dirigente de Siglo XX: Waldo Sandoval; el otro, Crescencio Herrera. Ambos, militantes del PCB (Partido Comunista de Bolivia).

Los informes de Inteligencia del Ejército dan cuenta de lo siguiente:

En esa época, el Partido Obrero Revolucionario (POR) y disidentes del PCB organizaron “las guerrillas mineras”. Precisamente la noche del 23 de junio y en complicidad con el Cabo Ferrel y soldados de la guardia y aprovechando cuando los oficiales estuvieran ebrios, tenían planeado atacar el cuartel militar de Miraflores. Esta tentativa fracasó debido a una oportuna delación. Con el material capturado en ese cuartel, la segunda fase consistía en capturar el campamento de los ingenieros militares que construían un puente sobre el Rio Lawa Lawa, próximo a Chucuita, situado en el camino a Sucre. La tercera fase consistía en marchar sobre Oruro y en coordinación con los mineros y universitarios de esta ciudad, atacar los cuarteles militares.

Siempre remitiéndome a uno de los Informes de Inteligencia, acotar que, para el ataque al cuartel de Miraflores, los mineros contaban con 17 fusiles Máuser, 6 carabinas M-1, granadas y artificios de lanzamiento.

El comandante de la unidad de ingenieros se informó que también su campamento, a media noche sería atacado y despachó un radiograma dando este parte al Comando General del Ejército.

Las FF.AA. dedujeron que la insurrección de los mineros venía siendo coordinada con la guerrilla del Che, con la agravante que las zonas mineras habían sido declaradas “territorios libres”. Por este antecedente, el Comando de la Segunda División acantonada en Oruro, ya tenía elaborados dos planes denominados: “La Mascarada” y “La Diablada”.

No existía ninguna coordinación; no podía habérselo establecido por una serie de razones. El mismo Che lo aclara en su Diario.

Por la tarde de este mismo día – 23 de junio – el Presidente René Barrientos Ortuño, en un avión aterrizó en la pista de Uncía y en los breves momentos que habló con el personal militar presente, les deseó éxito en la misión que estaban a punto de cumplir. Antes de reembarcarse, a cada uno les obsequió un revolver de fabricación brasileña marca Tauro.

Los dos grupos políticos que se propusieron atacar las instalaciones militares eran el POR y el PCBML. (Partido Comunista de Bolivia Marxista Leninista). Este último, disidente del PCB, como fue el caso de la JCB (Juventud Comunista de Bolivia). Los miembros juveniles de este partido, al descubrírseles sus preparativos previos al estallido la guerrilla, fueron expulsados de su seno. El 1ro. de enero de 1967, Mario Monje Molina, antes de abandonar el campamento guerrillero de Ñancahuazú, todavía intentó persuadir a su ex militancia juvenil, de marcharse con él (Los hermanos Peredo, Jorge Vázquez y Loyola Guzmán).

El PCB, fiel a su estrategia de toma del poder por la vía eleccionaria o democrática – burguesa, rechazaba todo acto de violencia y menos aún, apoyar a una guerrilla. Además, para su existencia; es decir, el pago de sueldos a sus dirigentes era remitido desde Moscú, cuya política exterior era la “coexistencia pacífica” con el bloque ideológico, político y militar hegemonizado por EE.UU. Por tanto, prohibió a todas sus agencias políticas regadas por el mundo, apoyar o integrarse a cualquier movimiento guerrillero.

A esa instrucción se debió la conducta asumida por el PCB en el distrito minero de Siglo XX, ejecutada a través de su representante Waldo Sandoval, “buzo” o espía del Ejército que le ponía al tanto de toda actividad insurreccional de aquella población. Así y dando cumplimiento a las directivas emanadas de Rusia, el PCB se daba a la tarea de neutralizar o anular toda actividad contraria al régimen democrático del general René Barrientos Ortuño. Concurrentemente, en la ciudad de La Paz, las delaciones de miembros de este partido ante la embajada norteamericana, menudeaban.

Otra forma de traición esta vez delatando y anteladamente la presencia del Che en Bolivia, se dio casi simultáneamente en Alemania y Uruguay.

En los primeros días de enero, en la capital uruguaya, durante el Congreso continental de Partido Comunista, Jorge Kolle Cueto, a la sazón el nuevo Secretario general del PCB, se vio compelido a informar que en Bolivia se preparaba un movimiento guerrillero bajo la dirección de Ernesto Che Guevara.

En este mismo mes – enero de 1967 – en Bonn, capital de Alemania Occidental, el Agregado Militar de Bolivia, teniente coronel Federico Arana Serrudo, en un Vino de Honor ofrecido por la embajada de un país amigo al que concurrió, fue abordado por una persona de estatura alta y contextura militar. En castellano perfecto y con acento de Europa del Este, sin rodeos, le dijo: “como resultado de la Conferencia Tricontinental llevada a cabo en La Habana (evento a que el PCB también asistió), ciertos poderes habían decidido que se reforzaría la lucha antiimperialista en tres continentes: Asía, África y Latinoamérica. El foco revolucionario en América estará bajo el mandato de un personaje internacional conocido. Bolivia sería usado como “plataforma de lanzamiento”. Añadió que esto se debía porque era el país con mayor número de fronteras; que el personaje ya se encontraba en el Bolivia realizando labores de preparación.

Efectivamente, en "Campamento Central" y en “La Clínica”, situado más al norte, al mando de Che Guevara y desde la segunda semana de noviembre del año anterior, se hallaban concentrados entre nacionales y extranjeros, alrededor de cincuenta, realizando varias tareas, entre estas, cavando trincheras y trasladando todo tipo de abastecimientos para ser depositados en las “cuevas”.

Aquella noche del 23 de mayo, el espía y por defecto traidor de sus compañeros, si bien demostró ante sus pares un ápice de lealtad al anunciarles que su distrito sería atacado por el Ejército, sin embargo, éstos últimos, no transmitieron esta alerta a los mineros de base, no obstante que disponían de la potente y combativa “Radio la Voz del Minero” y también de la sirena instalada en el edificio del sindicato. Sabían los mineros y sus familias que cuando la sirena aullaba en horas no programadas, era señal que algo grave estaba a punto de suceder.

¡En esos momentos tan cruciales, la “sirena del sindicato” no sonó!!!

Otras informaciones relacionadas con este artículo lo podrán leer en este enlace:

https://www.facebook.com/contraguerrillasche

GUERRA DEL CHACO, JUNIO DE 1934


 

Guerra del Chaco - junio de 1934.

"Ballivián, 22 de junio de 1934.- Epifanía Figueroa v. de Manchego.- La Paz.- Comando, jefes, oficiales y tropa I Cuerpo, conmovidos irreparable pérdida Tcnl. Francisco Manchego, ruégole aceptar su profunda condolencia.- Murió en pleno combate y a la cabeza de sus tropas, escribiendo una gloriosa página en la historia de Bolivia.-Para usted respetable señora, madre de dos héroes caídos en el campo de batalla, será eterna la gratitud de la Patria. - Cnl. Toro".
Era Jefe de Estado Mayor, de la 4a. División, cuando el Presidente de la República había llegado al Chaco, en los últimos días de abril de 1934. En momentos en que el Capitán General le tendía la mano para despedirse, Manchego le había expresado: -"Señor Presidente: Tenga usted la más plena confianza de que la 4a. División cumplirá con su deber; y de que sus jefes, oficiales y tropa no levantarán las manos en esta campaña".
En enero de 1934, fue destinado como Jefe de Estado Mayor de la 4a. División, último de los cargos que desempeñó, pues el 20 de junio su alma de guerrero y de patriota volaba al cielo de la inmortalidad. La prensa de todo el país le dedicó extensos artículos necrológicos, haciendo resaltar sus virtudes cívicas y militares, así como refiriendo algunos episodios y anécdotas de su vida.
Uno de ellos, publicado en "La Unión" de Santa Cruz, narra el siguiente episodio: "Caído en una emboscada juntamente con dos soldados chiquitanos, en poder de fuerzas paraguayas, preguntaron sus soldados a Manchego: qué hacemos mi jefe, disparamos? Manchego, impertérrito, contestó: disparen. Y los pilas, que creían que se refería a que los soldados se pondrían en precipitada fuga, dejando a su jefe, cayeron atravesados por las balas chiquitanas, pues aquellos ante la contestación del jefe, dispararon sus armas contra los paraguayos y salvaron a su jefe que desde entonces no perdió ocasión para celebrar a los chiquitanos y declarar que son de los mejores entre los mejores soldados de Bolivia".
(Cnel. Julio Diaz A.) -cortegosky®-

CORONEL FRANCISCO MANCHEGO FIGUEROA

 


Coronel Francisco Manchego Figueroa (1897- 20 de junio 1934)
Era Jefe de Estado Mayor, de la 4a. División, cuando el Presidente de la República había llegado al Chaco, en los últimos días de abril de 1934, en momentos en que el Capitán General le tendía la mano para despedirse, Manchego le había expresado: —"Señor Presidente: Tenga usted la más plena confianza de que la 4a. División cumplirá con su deber; y de que sus jefes, oficiales y tropa no levantarán las manos en esta campaña”.
Caído en una emboscada juntamente con dos soldados chiquitanos, en poder de fuerzas paraguayas, preguntaron sus soldados a Manchego: qué hacemos mi jefe, disparamos? Manchego, impertérrito, contestó: disparen. Y los pilas, que creían que se refería a que los soldados se pondrían en precipitada fuga, dejando a su jefe, cayeron atravesados por las balas chiquitanas, pues aquellos ante la contestación del jefe, dispararon sus armas contra los paraguayos y salvaron a su jefe, que desde entonces no perdió ocasión para celebrar a los chiquitanos y declarar que "son de los mejores entre los mejores soldados de Bolivia”.
El 20 de junio de 1934, en la batalla de Condado su alma de guerrero y de patriota volaba al cielo de la inmortalidad. Murió en pleno combate, comandando sus tropas.
Manchego rendía tributo a la gloria poniéndose a la cabeza de sus “queridos soldados”, como simple granadero, asaltando las posiciones enemigas.
Por eso, cuando se inhumaban sus despojos, uno de sus soldados que se había formado en el bizarro regimiento Florida, decía despidiendo al invicto Jefe:
“Todos tus hijos del Regimiento Florida, al saber tu heroica muerte, con el corazón henchido de dolor, pensamos que Bolivia ha perdido uno de sus más aguerridos y pundonorosos Jefes, y nosotros tus fieles soldados del Florida, que fuimos testigos presenciales de tu valor, sentimos perderte para siempre; pero vivirás eternamente en nuestros corazones”.
En La Paz a las 17 horas del 29 de junio de 1934, eran conducidos los restos de Manchego en medio de una enorme muchedumbre que quiso testimoniar el homenaje postrero al "Gran Defensor del Chaco", encabezada por el Presidente de la República y sus Secretarios de Estado. Poco después, la urna funeraria era depositada en el mausuleo de notables donde permanecerá para siempre y para que las generaciones venideras vayan a rendir allí su homenaje al gran soldado que se llamó Francisco Manchego.

MARIANO MELGAREJO, EL RENACIMIENTO DEL MAL PODER

 


Por: José A. Loayza. / Diciembre de 2018.

“La ambición es un droga que convierte al que le es adicto en un demente potencial” E. M. Ciorán (1911-1995) escritor y filósofo rumano.
28 de diciembre de 1864, 6 de la mañana. El capitán Ávila del Regimiento Rifleros, frente al el Convento de los Jesuitas (hoy ENTEL-Cochabamba), formó dos compañías. En el momento que se abrió la puerta del cuartel entró Melgarejo vestido con uniforme de gala y acompañado de tres oficiales se proclamó Presidente de la República. Al rato fue a El Paso, distante a 10 Km., y tomó el Regimiento de Artillería. A las 6 de la tarde el depuesto general José María de Achá abandonó el palacio (hoy Sala de Concejales de Cochabamba). Melgarejo regresó a la ciudad, y los demás cuerpos del ejército se plegaron quedando consumada la revolución.
21 de enero de 1865, Melgarejo fue aclamado en su ingreso a La Paz, por los villorrios de El Alto, no por sus virtudes que no las tenía, sino porque la ciudad expresaba su desprecio y rechazo al gobierno de Achá por sus crímenes en el Loreto, apreciando por desquite a quien sin saber sería su peor verdugo.
6 de agosto de 1868, se reunió la Asamblea Nacional Constituyente, una vez concluida la Constitución, fue entregada a Melgarejo quien la promulgó en un acto solemne y en medio de un suntuoso banquete con invitados y diplomáticos; dijo:
“¡Sepa el doctor que acaba de hablar, y sepan los señores diputados, que la Constitución de 1861 que era muy buena, me la metí en este bolsillo, y la de 1868 que es mejor según estos doctores, me la metí en este otro, y nadie gobierna en Bolivia más que yo!”
Melgarejo ignoraba que la razón del gobierno es la preservación de la libertad y la garantía el funcionamiento regular del derecho, pero le incomodaban las restricciones que imponían la Constitución y la libertad individual, como lo expresó en el curso de su gobierno dictatorial:
“Mandaré en Bolivia hasta que me dé la gana y al primero que me la quiera jugar lo hago patalear en media plaza”.
¿Por qué Melgarejo que prometió trabajar por la humildad, la unidad, la moral y la economía, actuó diferente?
En la humildad, Melgarejo que venía de un origen humilde y pobre, de pronto se vio impulsado por una ambición desmedida que le permitió ascender hasta las posiciones más altas de la sociedad, a la que escandalizó con su conducta histriónica.
En la unidad, no pretendió unir al país, adoptó la sentencia de Julio Cesar: “Divide y vencerás”, y desarrolló una estrategia orientada a mantener bajo control al país, dividiendo y fragmentando el poder en distintas facciones de manera que nadie pueda reunirse bajo un objetivo común. Es más, apuntó al prejuicio social para generar hostilidad o rechazó a otro individuo o grupo o categoría social con características de raza, religión, discapacidad, etc. A ello sumó la distancia social, dificultando la comunicación bajo determinados estereotipos.
En la inmoralidad, aprovechó de su condición de mandatario para enamorar a cuanta mujer encontró en su camino, como su amante oficial, Juana Sánchez “La Juanacha”, con quien celebró, cantó, bailó y compartió su euforia hasta llegar a la agresividad judicial y física.
En lo económico, derrochó el dinero en diversiones y extravagancias con sus “leales” que le surtían de adulaciones, calificándolo de insustituible, y se creyó invencible, único y vanidoso por una erudición que no poseía. Vestía capa y poncho rojo, dominó al ejército, conspiró y mostró poco respeto a la vida humana, abuso en complacencia con sus camaradas, a los que abandonó cuando cayó en la batalla de las Barricadas el 15 de enero de 1871.
¿Será el poder tan inmenso y ambicioso como para llevar a los mandatarios a lo grotesco y a los absurdos más complicados para no soltar y tomar y retomar el poder? Este problema nos lleva a analizar los trabajos de Foucault, que siguiendo a Maquiavelo, vio el poder como "una compleja situación estratégica en una determinada sociedad". Max Weber, dijo que la sociedad moderna está amenazada por el fenómeno creciente de la concentración del poder dentro de las organizaciones. Pero el peligro de una prórroga va más allá, Robert Michels advirtió que la política actual, tiende a satisfacer y a formar una élite, como lo advirtió Rosa Luxemburgo en 1904, un ultracentrismo brutal, donde el partido crea estamentos burocráticos para ser dirigidos por un grupo de dirigentes privilegiados y seguidores sometidos a la obediencia más estricta pero separada de la cúpula decisoria, donde más tarde se forman grupos reducidos pero poderosos en la política y las finanzas. Para el gusto socialista, Trotsky también criticó la concepción leninista del partido, anticipó que el modelo produciría dos efectos letales: 1. La elite de revolucionarios privilegiados tomará a su cargo la labor de dirigir y educar al proletariado y este la de obedecer, y 2. El partido sustituirá la voluntad del proletariado por su Comité Central precedido por un dictador.
Aunque los líderes son elegidos democráticamente, se observa una tendencia a integrarse en élites de poder que se preocupan básicamente por la defensa de sus propios intereses y posiciones. En otras palabras, puede decirse que en la actualidad corremos el peligro de que las élites de poder, a través de amañados procedimientos, entren en un proceso mediante el cual su poder aumente, se perpetúe y retroalimente produciendo más poder. El poder enferma cuando los criterios no se traducen en el respeto a la Constitución, como consecuencia de un trastorno obsesivo asociado a la necesidad de tomar el poder a toda costa. De esto deriva el trastorno asocial, o la falta de escrúpulos que lleva a cometer las acciones más turbulentas incluso, como que no importa que suceda una guerra civil con tal de lograr el fin buscado. En esa suma o trastorno adictivo, el sujeto obsesivo se engancha al gozo, al placer, al trastorno histriónico, a la acción “teatral” por medios publicitarios. Por último viene el trastorno narcisista, que es la idea de creer ser el centro del mundo, y viajar, gastar, divertirse a costa del Estado, sin que haya poder social que lo pueda impugnar por su complicidad.
Mariano Melgarejo vivió su auge para llorar su caída. Un día fue en busca de Juanacha que estaba en Lima, caminó por la acera derecha hasta llegar a la casa. Levantó la vista y observó el portón. Golpeó la puerta y volvió a golpear con violencia. La puerta se abrió, salió José Aurelio Sánchez, fue breve el forcejeo. Dos tiros de revolver le disparó Sánchez, el primero al mentón, y el segundo y el mortal le penetró en la fosa occipital superior izquierda. Melgarejo retrocedió unos pasos y cayó en la calzada como un árbol gigante abatido por el vendaval, apenas respiraba, lo llevaron a la botica de Isaac Calmet, éste le aplicó un poco de álcalis a la nariz, pero no se pudo hacer nada. Melgarejo murió a las 22:55 aquella noche.
El ministro Juan de la Cruz Benavente, representante de Bolivia en el Perú, adquirió un nicho a perpetuidad. Las exequias por el eterno descanso de Melgarejo, se celebró en la legación el 25 del corriente a horas 11, en la iglesia de Nuestra Señora de La Merced.
En el cementerio “Presbítero Maestro”, a 4 Km de la ciudad de Lima, se ve una tumba.
CAPITAN GENERAL BOLIVIANO
MARIANO MELGAREJO
MUERTO EL 23 DE NOVIEMBRE DE 1871
RECUERDO DE LA LEGACIÓN DE BOLIVIA
Yo hubiera añadido en su epitafio, la sentencia de Francisco Benavente, premio Nobel de Literatura 1922:
LOS DICTADORES PUEDEN ULTRAJAR LAS LEYES, PERO NO LA VOLUNTAD DEL SOBERANO.

AFROBOLIVIANOS, DEL CONGO A POTOSÍ

Moreno en el carnaval de Oruro (1939) 


Por: Juan José Toro / Página Siete, 17 de junio de 2021

El Congo y Potosí son lugares tan lejanos y distintos entre sí que parece imposible pensar que alguna vez hayan tenido un destino común. Sin embargo, no sólo estuvieron interrelacionados mediante un comercio infame, sino que constituyeron la base de lo que hoy se conoce como la comunidad afroboliviana.

El vínculo fue indudablemente económico. La mita, que era un sistema de trabajo obligatorio, se convirtió en un fenómeno desestabilizador de la fuerza laboral e incrementó la demanda de mano de obra. La mejor, desde luego, era la gratuita, así que eso determinó la necesidad de comprar esclavos.

Prohibiciones

Aunque la esclavitud fue una institución que en tiempos antiguos era considerada natural, la caída del feudalismo europeo provocó su disminución debido a lo caro que resultaba mantener a los esclavos. Entonces, la servidumbre esclava pasó de economicista; es decir, necesaria para la producción, a característica de riqueza, ya que sólo las familias acaudaladas podían darse el lujo de tener esclavos en ciudades como Londres y París.

Pero un hecho cambiaría la historia de la humanidad. La llegada de Colón a América que, para todos los efectos en el siglo XV, aparecía como un nuevo continente, una tierra en la que había riquezas que necesitaban explotarse y, para eso, hacía falta mano de obra.

Lo primero que intentaron los europeos fue someter a los nativos y éstos se resistieron. Eso provocó resistencia, masacres y la desaparición de pueblos enteros. Las constantes quejas de algunos sacerdotes, como Bartolomé de las Casas, Antonio de Montesinos, Alonso de Espinar y Pedro García de Carrión dieron resultado y el rey Fernando II, el Católico, accedió a emitir normas, que son conocidas como las Leyes de Burgos, el 27 de diciembre de 1512, que abolían la esclavitud indígena y consideraban hombres libres a los naturales.

Por tanto, los indios no podían ser esclavizados y, como los conquistadores necesitaban mano de obra para trabajar los campos y las minas, debieron comprar esclavos. “Que para esto su majestad haga merced a los que viven en la dicha ciudad (de la Concepción, en la isla La Española) é á (sic) ella vinieren a vivir, de cuatrocientos negros para que se repartan en la dicha ciudad entre los vecinos del la á (sic) cada uno según lo que justo fuere”, dice una carta que Pedro López de Mesa dirigió al rey Fernando en 1523.

La demanda de esclavos coincidió con el dominio que Portugal había asumido de territorios africanos, como el Congo, así que “la esclavitud floreció en las haciendas y minas de las Américas, desde el siglo XVI hasta el XIX”, según Mark Welton en El derecho internacional y la esclavitud.

Pero aunque importantes cantidades de esclavos eran llevados a las colonias inglesas, las minas más productivas eran de plata y estaban en territorios españoles, Zacatecas, en Nueva España, hoy México, y Potosí, en Nueva Toledo, después Charcas y hoy Bolivia. El colombiano Hermes Tovar dice que Zacatecas aportaba el 20% de la producción de plata mientras que Potosí cubría el 80% restante. La mita

Entonces, comenzaron a llegar esclavos africanos a la mayoría de las ciudades de América y Potosí no fue la excepción. Al contrario, documentos de 1572 conservados en el fondo Escrituras Notariales del Archivo Histórico de Potosí demuestran que la compra y venta de esclavos era una actividad habitual y puesto en la Villa Imperial alcanzaba precios altos.

Así, un documento suscrito por Juan de Angusiana, que se identifica como “oficial de la Real Hacienda de su majestad”, certifica la venta de un esclavo de 23 años llamado Aton por la suma de 400 pesos ensayados. Esta suma es considerada elevada ya que, para ese tiempo, el peso ensayado, que todavía no era el acuñado, equivalía a 450 maravedíes.

Pero otro hecho económico cambiaría la historia.

Atendiendo las ordenanzas del virrey Francisco de Toledo, la mita comenzó a operar en 1575 y determinó que una gran cantidad de indios, de un total de 17 provincias de Charcas, sean asignados a trabajar por turnos en las minas del Cerro Rico. Citado por Cañete, Ramiro Valenzuela refiere que los asignados inicialmente por Toledo eran 91.000 y, de esos, 13.500 debían turnarse para trabajar anualmente en los socavones pero, como casi todo lo que tenía que ver con la mita, las normas no se cumplieron. Ni las cifras que recogieron los visitadores ni la de los propios virreyes son confiables porque los dueños de minas falsearon la información.

Lo cierto es que la mita produjo una notoria escasez de mano de obra no sólo porque absorbía una gran cantidad de elemento indígena, sino porque provocaba que los hombres en edad de ir a trabajar a la mina huyan para evitar un destino que solían asimilar a la muerte. “Ahora los pueblos han quedado asolados que aunque hay algunos donde no hay un solo indio que pueda ir a las minas”, dice un documento de fines del siglo XVII que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España.

La inexistencia de mano de obra en por lo menos 17 provincias de Charcas incrementó la demanda de esclavos africanos que, empero, debido a su alto costo, no fueron destinados en su mayoría a las minas: “la excesiva altitud de Potosí limitaba la capacidad de los negros para trabajos físicos pesados; según informes contemporáneos, haber sometido a los negros a tales trabajos en las minas de Potosí les condujo a una muerte rápida; en vista de estos problemas, los mineros encontraron que no valía la pena invertir en mano de obra esclava negra los muchos cientos de pesos que costaba un esclavo”, según Peter Bakewell.

Sin embargo, citando a Wolff, Bakewell afirma que “unos 5.000 negros vivían en Potosí a comienzos del siglo XVII. Muchos eran esclavos domésticos de comerciantes, oficiales y productores de plata. Otros varios eran artesanos, y varias docenas de esclavos negros estaban empleados en la acuñación de moneda”. Pero el dato llamativo es que “algunos de los 5.000 fueron, sin duda, liberados, dado que en especial, se les encontró, libres, en las chacras agrícolas alrededor de Potosí”.

Haciendas

Pero lo que Bakewell llama chacras eran, en realidad, haciendas que se habían establecido como tales en lugares próximos a Potosí, con un mejor clima, tanto que eran aptas para la producción de alimentos que podían ser vendidos en la Villa Imperial y un producto igualmente importante, el vino.

En las ya referidas Escrituras Notariales se puede encontrar documentos de transacciones que involucran a estas haciendas como, por ejemplo, un alquiler de “viñas, casas, ganados, recuas, esclavos, herramientas, fragua y todo lo demás a ello concerniente” que Juan Sánchez Mejía cede en favor de Pedro Sánchez Calderón el 14 de octubre de 1628 por la suma anual de 900 pesos corrientes de a ocho reales, según información que se halla en las Escrituras Notariales -70.3009 del Archivo Histórico de Potosí.

Si bien este documento no es lo explícito que uno quisiera, otro, labrado 17 días después, el 31 de octubre de 1628 despeja todas las dudas respecto a la presencia africana en las haciendas próximas a Potosí.

Éste es el inventario de bienes del menor Josephe de Oquendo, heredero del difunto Joan de Oquendo junto a su madre, Augustina Feliz de Santander. El documento es un detalle de los bienes del niño en los que destaca una viña en el valle de Mataca que incluye huertas, frutales y acequias, además de muebles y utensilios de diverso valor, entre los que destacan objetos de plata. “Y ten un majuelo de hasta cuatro cinco mil cepas” (Ídem. 3010), además de otra viña de 10.000 a 11.000 cepas (ídem. 3009).

El niño Oquendo tenía también 1.500 botijas vacías y 600 botijas de vino, lo que permite tener una idea de la producción vitivinícola en su propiedad. Pero lo que más llama la atención es la cantidad de esclavos africanos, 25, de diferentes sexos y edades. Con excepción de dos, que llevan el de Congo, la mayoría de esos esclavos está registrada con el apellido Angola, que denota su procedencia, mientras que los niños son mentados sólo por sus nombres: “Miguel, Matías, Julián, muchachos a dos a tres años, negritos; dos negritas, una Melchora, de 11 años, y otra Juana, de cinco (…) Dieguillo muchacho, Pablo muchacho” (Ídem. 3011).

Pero lo que hace verdaderamente importante a este documento es su contexto. Aunque es de 1628, ya bien entrado el siglo XVII, señala que la casa principal “tiene una cuadra sala y recámara otra cuadra y despensa un corral grande de gallinas una cocina y otro corral grande donde se entierran los negros con algunas casas de tapias para los dichos negros con un lagar y dos bodegas…” (Ídem. 3009).

Entonces, encontramos que, para 1628, esta casa de hacienda ya había visto pasar por lo menos una generación de esclavos de los que algunos fueron enterrados en el corral grande. El hecho es expuesto como algo natural y eso permite formular la hipótesis que, para aquel año, el manejo de esclavos en las haciendas próximas a Potosí era algo corriente.

Todavía no se ha levantado un listado, y menos un censo de las haciendas de los alrededores de Potosí y uno de los obstáculos para ello es que muchas ya han desaparecido. Se sabe, empero, que estas propiedades, que eran herencia de las encomiendas o repartimientos que la corona había concedido a los españoles desde 1503, se extendían por Caiza, Puna, Betanzos, Chachí, Oronckota, Vilacaya, Pilaya o Paspaya, en los actuales cintis, y, en general, en todas las cabeceras de valle aledañas a la Villa Imperial. En una visión más general, cubrieron lo que hoy son el área rural de las provincias Frías, Linares, Saavedra, Nor Chichas, Sud Chichas y Omiste, en el departamento de Potosí.

En plan de hipótesis, entonces, se puede presumir que, tras el fracaso en la adaptación de los africanos al trabajo en las minas, se optó por emplearlos en las haciendas, en labores agrícolas. Aun así, había esclavos trabajando en las hornazas de la primera Casa de Moneda y otros cumpliendo labor de servidumbre en las casas de los vecinos más ricos de Potosí. Su presencia y función se testimonia en el cuadro Entrada del arzobispo virrey Morcillo en Potosí, que Melchor Pérez de Holguín pintó en 1716 y en el que se puede ver a africanos vestidos de librea y hasta montando a caballo, lo que permite suponer que eran hombres libres o libertos.

Ahora bien, respecto a los que fueron llevados a las haciendas, se entiende que vivieron en éstas por generaciones y, al hacerlo, desarrollaron su cultura, así sea con las limitaciones que les imponía la esclavitud. Prueba de ello son los elementos africanos que pasaron a formar parte de la cultura andina, como el mondongo. No se puede descartar que su actividad vitivinícola haya dado lugar a ciertas manifestaciones, como la Morenada.

Aunque hubo negros libres y libertos, la condición de esclavos de los descendientes de africanos se prolongó hasta los primeros años de la República, cuando por fin se abolió la esclavitud. Durante el gobierno de Andrés de Santa Cruz, comunidades enteras de afrodescendientes dejaron las haciendas de Potosí y fueron a establecerse en los Yungas de La Paz.

En lugares como Vilacaya dejaron huellas como la danza Los negritos, que se baila en la fiesta de la Virgen de La Candelaria, y cuyos movimientos y matraca recuerdan de inmediato a la Morenada. La Casa de Moneda ha documentado otra danza, La mariposa, en el área rural de Chaquí. Su actual director en ejercicio, Benjamín Condori, dice que la capa que usan los bailarines se parece a la ropa de morenos que se exhibe en el Museo Etnográfico de Buenos Aires.

Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí.

Imagen: Detalle del cuadro de Holguín con afrodescendientes.

 

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