ÁLVAREZ, EL MINISTRO OBRERO QUE HIZO TEMBLAR AL PODER

 

La Federación Obrera Local, que junto a la Federación Obrera del Trabajo, eligió a Álvarez como delegado obrero ante la Junta Mixta de Gobierno en 1936. Foto Ministerio de Trabajo.

Grecia Gonzales Oruño  / La Paz/ Publicado en Página Siete, el 27 de junio de 2020

Hay historias y personajes que no se deben olvidar. La retina de los trabajadores debe conservar la imagen de quien fue uno de los más prominentes íconos del sindicalismo boliviano y primer ministro obrero: Waldo Álvarez. Desde el Ministerio de Trabajo (de mayo a noviembre de 1936), él impulsó medidas de avanzada que hicieron temblar a la rosca minero-feudal y sus colaboradores. 

Pasada la guerra del Chaco, la rebelión de mayo de 1936 pateó el tablero del proyecto liberal. Los gráficos y los asalariados impulsaron una huelga general que tumbó a José Luis Tejada Sorzano. El matutino La República, el día 19, anunció “el fin de un régimen de privilegios”.

Ese momento fue clave para entender que algo había cambiado en el país: la conciencia social. Por ello, la Junta de Gobierno, dirigida por David Toro, prometió incluir en su gabinete a un representante obrero, electo desde “las bases populares”. 

Así, la Federación Obrera del Trabajo (FOT) y la Federación Obrera Local (FOL) llamaron a asamblea, el 19 de mayo, y eligieron a Álvarez como delegado obrero ante la Junta, informó el rotativo La Fragua de fecha 20. Un día después, fue posesionado como Ministro de Trabajo y Previsión Social. 

Suplementero

En su libro Memorias del primer ministro obrero, publicado en 1986, narró su “abstrusa” vida. Gran parte de este escrito se basa en dicha obra.

 Waldo Álvarez España (1900-1983) nació en el seno de una familia de escasos recursos. Sus progenitores fueron Plácido Álvarez y Jesusa España.  Debido a que su padre murió y su madre emigró a Chile, él vivió con su tío, Juan España, su abuela y sus primas.

Su niñez fue difícil. A los ocho años empezó a trabajar como “suplementero”. Bautizado como el Machacka (el nuevo) y junto a su amigo Chichilo, vendió en las calles los periódicos La Tarde, El Diario y El Tiempo. En sus horas libres fue “niño de goma” y también “gladiador” en el primer circo infantil de La Paz. 

Linotopista

Por sus limitaciones económicas, cursó sólo la primaria. Así, emprendió con su tío la carrera de aprendiz de tipografía en El Diario. Luego, en El Tiempo se instruyó en el manejo de la linotipia. Más tarde, se convirtió en uno de los primeros linotipistas del país. Con esa especialidad, la vida de carencias terminó y su madre retornó a casa.

En plena adolescencia inició su carrera sindical. En 1916, en unidad con los trabajadores en imprenta, fundó la Federación de Artes Gráficas. 

Con una economía estable, Álvarez también se dedicó a la música. Ingresó al conjunto  Lira Roja y las estudiantinas Punto y Coma y Verdi. Al ritmo de la guitarra y la mandolina participó en serenatas, cumpleaños y bautizos.

Futbolista

Esa época fue la más oscura de su existencia. Se hundió en los vicios, el alcohol y los juegos de azar. Al poco tiempo, lo echaron de su casa y vendió sus posesiones. 

Después de seis años de enervamiento, consiguió un trabajo en una empresa pequeña y a los 23 años se casó con Teresa Cornejo. Tuvo cinco hijos: Elsa, Waldo, Tita, Yolanda y Antonio. Tiempo después fue contratado como linotipista en el rotativo La Verdad.

Alejado de la música, en sus momentos de ocio se dedicó al fútbol. Jugó en los campeonatos gráfico-periodísticos, en La República y El Diario. En los partidos conoció a Juan Lechín Oquendo, miembro de The Strongest. Esa amistad duró hasta la fundación de la Central Obrera Boliviana (COB).

Dirigente

En esa nueva etapa de su vida, ocupó los cargos de Secretario de Actas de la Federación de Artes Gráficas y delegado de la FOT. Se capacitó en sociología, política y filosofía cuando ingresó al Centro de Estudios Sociales.

En 1930 fue nombrado Secretario de la FOT y Presidente de la Federación de Artes Gráficas. En ejercicio de sus funciones, Melitón Monje, jefe de talleres de la Empresa Tipográfica Imprentas Unidas, lo invitó a formar parte de los masones. Él no aceptó. 

“En defensa de los intereses y los derechos de los trabajadores”, creó el periódico  La Huelga y el semanario El Mundo. Asimismo, a lo largo de su vida, fundó los diarios Acción Sindical, Trabajo, El Pueblo y Jornada. Sumado a eso, fue gerente de Última Hora y Jefe de Talleres de La Noche.

Agitador

En 1931 fue recontratado por El Diario. En el trabajo se relacionó con intelectuales, catedráticos y periodistas, entre ellos José Cuadros Quiroga y José Antonio Arze. Esa época fue nombrado presidente de la primera Agrupación Socialista Revolucionaria. Walter Guevara Arze y José Cuadros Quiroga formaron parte de la directiva.

Era febrero de 1931, cuando Daniel Salamanca ingresó al poder. Su “concepción anti-comunista” y anti-obrera generó terror en las filas proletarias. Un primer golpe al obrerismo se consumó con la destrucción de la Federación Nacional Postal, Telegráfica y Radiotelegráfica. Por ese hecho, Álvarez dejó la presidencia de la Federación de Artes Gráficas.

Un segundo golpe del salamanquismo fue perpetrado, en diciembre, con el proyecto de Ley de Defensa Social. Correspondió al Ministerio de Gobierno “disolver cualquier tumulto ordenando a la policía disparar sus armas en caso de que a la tercera orden de retirarse no se obedeciera a la autoridad”.

Álvarez no fue indiferente a esa situación. El 3 de enero de 1932,  junto a la FOT, la FOL y la Federación Universitaria Local, organizó un mitin en contra de la siniestra ley. La manifestación tuvo éxito. 

Exiliado

En junio de 1932 se desató la guerra del Chaco. En esa adversa coyuntura, el movimiento sindical se constituyó en blanco del gobierno de Salamanca. 

Bajo presión del régimen, Álvarez, al igual que cientos de dirigentes, apeló al “exilio voluntario”. Su destino fue Perú.  A los pocos días, retornó a Bolivia porque se enteró por un telegrama que su hijo se cayó enfermo. A los tres días de su llegada, el niño murió debido a una dolencia intestinal. 

Además del luto por su hijo, pasó varios meses desempleado, hasta que Última Hora lo contrató. Su historia, pronto, se complicó. En noviembre de 1934, fue acusado de ser autor de “un manifiesto que instaba a los combatientes a no luchar contra los paraguayos y más bien confraternizar”. Ese documento  fue firmado bajo el seudónimo de “Adams”. Según los denunciantes “Adams” era Álvarez. Por ese delito se pretendió enviarlo a la guerra como carne de cañón.

El 9 de noviembre, sin pruebas en su contra, lo deportaron a Perú.

Socialista

El exilio forjó en él una “tendencia socialista” de avanzada influida por José Antonio Arze, Atilio Sivirich, Rómulo Betancour y Víctor Raúl Haya de la Torre.


En 1936 regresó al país y empezó a trabajar en El Diario. En paralelo, fue secretario del Bloque Socialista de Izquierda, fundado por José Aguirre Gainsborg, Hernán Siles, Ricardo Anaya, Luis Durán y disidentes de Beta Gama. 

En esa coyuntura, reorganizó el Sindicato Gráfico, que fue vanguardia de la insurrección de mayo del 36. 

Ministro

El 22 de mayo de 1936 fue designado Ministro de Trabajo. Nombró como asesores a Ricardo Anaya y José Antonio Arze y subsecretario a José Aguirre Gainsborg.

En su gestión, se fijó el salario mínimo, se creó la Asamblea Nacional Permanente de Organizaciones Sindicales y se fundó la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia, semilla de la COB. También, se dictó los decretos referentes al trabajo y sindicalización obligatoria. 

En septiembre de ese año, la rosca y su prensa cuestionaron el decreto de sindicalización y a la institución. Afirmaron que el Ministerio “no cumple su verdadera misión porque está ocupado por agitadores rojos”. A esa reacción se sumó el Partido Centralista, que acusó al Ministro de “comunista”. Todo eso ocurrió en ausencia de Álvarez.

Días después, Toro dictó un decreto “anti-comunista”, informó el rotativo La Razón, el 22 de septiembre. Por la normativa se apresó a altos funcionarios y a más de 100 jóvenes, varios de ellos miembros del Bloque Socialista de Izquierda. Anaya, Arze, Aguirre Gainsborg y otros fueron deportados a Chile.

Defensor

Al enterarse de lo ocurrido, el ministro obrero retornó a La Paz y se reunió con el presidente Toro. Allí planteó su renuncia y exigió libertad para los detenidos y confinados. Acto seguido, sugirió a la FOT convocar a un Congreso para elegir a un nuevo ministro.

El 28 de noviembre presentó su renuncia irrevocable. El Diario, el día 29, advirtió “crisis de gabinete”.

Según el matutino La Calle del 2 de diciembre, él entregó su cargo al Congreso Obrero para nominar, por asamblea, a un nuevo delegado ante el gobierno.

Luchador

El Congreso se realizó un día después de la dimisión. De acuerdo a La Calle del 15 de enero, por la división que se gestó en el cónclave, el gobierno nombró como titular de Trabajo al abogado y miembro del Partido Socialista Javier Paz Campero.

Tras su renuncia, en 1938 fue asambleísta ante la Convención Nacional y luego diputado. Pasada la Revolución de 1952, ocupó el cargo de Secretario de Cultura de la COB. 

Después de tres intensas décadas de actividad sindical y política, en mayo de 1953, Waldo Álvarez se retiró a sus cuarteles de invierno.

 
Grecia Gonzales Oruño es comunicadora social.
El contenido de este artículo es completa responsabilidad de la autora.

 

RECUERDOS DEL CARNAVAL DE ORURO DE ANTAÑO

 

Oruro, Bolivia / Diablos de la FAC La Diablada / 1977.

Por: Misael Pacheco Loma.

Escribo estas líneas a solicitud amable de un personero de “El Diario” que ha querido dedicar una de sus prestigiosas páginas a la rememoración del histórico 10 de Febrero de 1781, fecha cívica principal de Oruro, ciudad consagrada últimamente “Capital Folklórica de Bolivia” y coincidentemente la motivación de estos párrafos tiene conocimiento con el folklore orureño pues creo interesante decir algo sobre la evolución de la ya famosa Entrada del Sábado de Carnaval y en ella “La Diablada” que es la que concita la máxima expectativa popular.

Por lo menos de diez años a esta parte, viene manifestándose en Oruro un interés verdaderamente eufórico y al parecer más y más creciente por aquella entrada carnavalera con sus tradicionales comparsas de “Morenos”, “Llameros”, “Cullahuas”, “Incas”, “Chunchus” y alguna más entre las cuales la de los “Diablos” es la más brillante, bailarina y ágil y la que el público mira con especial deleitación. Pero el caso es que no fue siempre así con los rutilantes diablos de nuestros días.

Apelando a mis recuerdos de los años de 1920, puedo decir que a diferencia de los diablos de hoy, tan numerosos, tan elegantes, suntuosos, costosamente ataviados y en cuyos conjuntos hay “gente bien”, los diablos del pasado eran gente de humilde escala social, en su mayoría matarifes, popularmente llamados “mañazos” y eran tan pocos que no formaban sino un solo conjunto. Con raras excepciones, iban pobremente ataviados con disfraces en los que la pechera y el faldellín estaban descoloridos y deslustrados porque a no dudar, el disfraz había servido ya para muchas entradas, más lo que recuerdo es que en aquel atuendo la camiseta y el calzoncillo de muchos de los diablos estaban tan sucios que al escribir esto, tengo la idea de que eran los mismos que el danzarín usaba a diario y no habían sido lavados vaya uno a saber cuánto tiempo. En el traje diablesco lo singular era la careta por lo pesado que debió resultar (quizás hasta unos 3 kilos) por estar fabricada de yeso. Los diablos de aquel tiempo, además iban armados de tridentes de hierro que los chicos de entonces llamábamos “trinches” que blandían amenazadoramente a tiempo que lanzaban su peculiar y mefistofélica exclamación “Aaaarrrrrr….”

Como hoy, la antigua diablada tenía también “osos”, “china supay”, “cóndores” y “monos”. ¡Oh los monos! Eran el terror de los chicos, vestidos de amarillo y portando largos chicotes se hacían temibles porque si bien los diablos solo amagaban con sus trinches, los monos pegaban en serio con sus chicotes por lo cual los chicos optábamos casi siempre por escapar o por lo menos ocultarnos al amparo de las personas mayores.

La entrada se la realizaba siempre a lo largo de la entonces “Avenida Colombia” (hoy 6 de Octubre). Cada conjunto iba acompañado de su caravana la cual a diferencia de las actuales que se arreglan en autos, se las disponía en mulas con orfebrería y platería acaso más genuinas que ahora y era conducida por el dueño de pintoresca apariencia porque iba emponchado en fina vicuña, la cara blanqueada por entero con “harina de Chile” y profusamente engalanado con serpentinas de vistosos colores y delicada fabricación pues eran importadas. No duraba mucho la entrada de aquellos tiempos, quizás una hora a lo más y se la podía presenciar cómodamente desde cualquier sitio de la Colombia porque a diferencia de lo que ocurre hoy, no se producían agolpamientos de muchedumbre, bloqueo de esquinas ni mucho menos era necesario “agarrarse campo” o “señalar sitio” desde días antes como sucede al presente en que a mayor abundamiento, hay que pagar por los “sitios estratégicos” de la Bolívar y la plaza 10 de Febrero.

No podía precisar si el año 1927 o 1928 pero recuerdo que por esa época, las autoridades comunales considerando que la costumbre de la entrada había mucho de vulgar, plebeyo y pagano, resolvieron suprimirla radicalmente. Por lo visto la tradición se impuso y hoy por hoy la poco menos que mundialmente famosa entrada constituye poderoso medio de incremento del turismo nacional.

En fin, cabe destacar el hecho de que los refinados y opulentos diablos de hoy, descienden de aquellos pobres diablos de antaño, ni más ni menos…

Oruro, Febrero de 1977.

Foto: Fraternidad Artística y Cultural La Diablada.

 

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

 


Fernando Arduz Ruiz / 16 de diciembre de 2018 / Cántaro de El País de Tarija.

Independencia de las Colonias inglesas de América.— Su influencia en Francia. Movimiento espiritual en Europa,— La Situación de España.
En el siglo XVII los ingleses establecieron en la América del Norte unas Colonias e igualmente los holandeses. Estas alcanzaron un rápido progreso porque los emigrantes que abandonaron sus tierras de origen vinieron a establecerse definitivamente, todo lo contrario hicieron los españoles en la América del Sud, pues estos, luego de poseer riquezas, volvían a España para gozar de la fortuna llevada de América.
El Parlamento inglés, creó algunos impuestos como el del papel sellado, por el te etc. obligando en sus colonias que pagasen; los colonos norteamericanos se negaron expresando que ellos, no tenían representación en el Parlamento Inglés y que por tanto no estaban obligados a las imposiciones legisladas lanzando su famosa “DECLARACION DE LOS DERECHOS’’.
El Congreso de Filadelfia declaró la separación de las Colonias y su independencia el 4 de julio de 1776; fueron organizadas fuerzas militares siendo designado como Comandante Jorge Washington.
Iniciada la campaña militar contra los ingleses, obtuvieron éxito en varias acciones de armas como en Lexinton, Buker Hill. Princeton y Saratoga obligando en 1781 al General inglés Cornwalles a rendirse en Yorktonwn, entregando 8.000 hombres como prisioneros, sus barcos y armamento sellándose la independencia de la América del Norte.
En ésta guerra una colaboración efectiva recibieron los norteamericanos de parte del Mariscal Rochambeau y General Lafayette que con sus tropas, intervinieron en las acciones de armas que determinaron la independencia americana; también prestaron su colaboración los españoles Navia, Miranda y otros.
En 1787 los americanos se organizaron en república federal con el nombre de Estados Unidos de Norte América, designando como a Presidente a su Libertador, General Jorge Washington.
Francia hasta 1789 fue una monarquía, absoluta, donde la voluntad de Luis XVI era la única Ley y todo lo que mandaba el Rey era legal. Los franceses se dividían en el Clero y la Nobleza como clases privilegiadas y el Estado Llano o el Pueblo sometido éste a imposiciones de toda clase sin libertad ni garantías, sometido al pago de impuestos creó un ambiente de odio y rencor en contra de la monarquía. La Asamblea Nacional Constituyente había legislado creando y reformando algunas leyes que fueron rechazadas por el Monarca ocasionando verdadera indignación dando lugar a la iniciación revolucionaria al grito ¡A la Bastilla! tenebrosa prisión del Estado edificio que fue demolido, los Reyes y sus favoritos de la Nobleza guillotinados. La Asamblea Nacional Constituyente inspirada en las declaraciones de los Norteamericanos lanzaron también la “DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE” que se funda en que la soberanía radica en la Nación, que todos los hombres nacen libres e iguales en derecho originándose la divisa de “LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD”.
Después de una serie de acontecimientos, fue reconocida oficialmente la República Francesa habiendo la célebre revolución influido poderosamente en el ambiente político de todo el mundo.
La Revolución de los Estados Unidos de Norteamérica originó la guerra con Inglaterra cuyo fin fue su independencia. La Revolución Francesa que acabó con el Poder Absoluto del Rey, originó un nuevo criterio sobre el Poder de los Reyes de toda la Europa y los escritores y filósofos fundamentaban doctrinas de valor indiscutible como: que si el Poder emanaba del Pueblo, éste tenía derecho a pedir cuenta de sus actos al Gobierno; que si los hombres eran iguales ante la Ley, no debía existir división de clases sociales, que todos tenían iguales derechos y obligaciones, que todos debían trabajar y ganar su sostenimiento y que siendo la agricultura la principal fuente de recursos del pueblo, las tierras debían ser distribuidas con mayor equidad destruyendo los latifundios.
Todos estos criterios se difundían con celeridad por Europa y no obstante el especial cuidado y censura que España impuso en las comunicaciones con sus Colonias de América, en una y otra forma llegaron a conocimiento de los escritores americanos que comentaron entusiastamente propalando y creando un clima propicio que inspiraba el ideal libertario.
Ante estos avances sociales, los Reyes de Europa se propusieron defenderse para conservar sus Gobiernos y privilegios poniéndose de acuerdo en una protección mutua fundando la “SANTA ALIANZA”.
España que era una monarquía limítrofe con Francia consideró el Rey un peligro la vecindad apresurándose el soberano español a ingresar a la “Santa Alianza”, en esta situación Napoleón Bonaparte que había conquistado la mayor parte de Europa, invadió España tomando como pretexto su interés de castigar al Portugal por haber violado el bloqueo comercial decretado contra los ingleses. En mayo de 1008, el ejército francés ocupó algunas ciudades españolas suscitándose la consiguiente reacción que dio lugar para que Napoleón sometiera cruelmente a los reaccionarios. En estos días las relaciones .entre el Rey de España Carlos IV y su hijo el Príncipe Heredero Fernando VII surgió una querella que para definir lo designaron como Arbitro a Napoleón, el que logró hacer abdicar a Carlos IV y más tarde a Fernando VII imponiendo a su hermano José Bonaparte como Rey de España.
Este ultraje dio lugar a que toda España se levante en armas contra el usurpador organizándose en Cádiz la Junta Nacional encargada de gobernar con independencia. Los españoles lucharon con elevado valor obligando a José Bonaparte a huir de España. El Ejército francés sufrió tremendas derrotas como la de Bailón donde los Generales españoles Castaños y Reding obligaron al General francés Dupont a capitular entregando prisioneros a 22.000 soldados.
La victoriosa reacción española obligó a Napoleón a invadir la península con 200.000 soldados; los españoles se organizaron en guerrillas para la resistencia las que infligieron severas pérdidas al invasor, sin embargo Napoleón impuso a su hermano José como Rey. Posteriormente Napoleón para la guerra con Austria, tuvo que utilizar las fuerzas que ocupaban España la que más fuerte, recobró su libertad que sin definidas autoridades se anarquizó proclamándose FERNANDISTAS unos, otros CARLISTAS y hasta hubieron BONAPARTISTAS.
Lo descrito, es el estado general en que España se encuentra al estallar la “GUERRA DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA”.

Influencia en el Alto Perú de la invasión a España por Napoleón.— La Universidad de Chuquisaca y las ideas libertarias.— Origen y causas de la revolución del 25 de mayo de 1.809 en Chuquisaca.
Los .alto peruanos al tener conocimiento de que los soberanos de España Carlos IV y Femando VII se encontraban como prisioneros de Napoleón en Bayona y que José Bonaparte era el Rey de España, en el primer momento manifestaron su protesta por la actitud de Napoleón en favor de los soberanos; las tendencias de los súbditos americanos eran disconformes, unes reconocían a Carlos IV, otros a Femando VII y algunos aceptaban de buen grado el poder de José Bonaparte.
Alto-peruanos y en toda América los escritores que conocían de los acontecimientos europeos, vieron como una feliz, oportunidad para desligarse del poder de España y buscar su independencia.
La Universidad de San Francisco Javier, llegó en el siglo XIX a un grado eminente de progreso y de prestigio, en ella se forjaban los hombres en un ambiente severo y disciplinado; de todas partes de América llegaban a sus aulas en busca de la preparación intelectual que dispensaba.
Catedráticos y universitarios discutían los fundamentos y resultados de la independencia de Estados Unidos de Norteamérica y de la revolución francesa no obstante de la cuidadosa censura impuesta por la Madre Patria, de que no llegaran periódicos, folletos ni libros relacionados con los acontecimientos ocurridos en Europa, sin embargo por uno y otro medio llegaban las informaciones más diversas. Se organizaron centros que tenían por objeto estudiar y fomentar los conocimientos que originaron los movimientos libertarios en Estados Unidos y Francia. Los intelectuales universitarios y catedráticos tomaron para si la simbólica fórmula de los revolucionarios: “LIBERTAD IGUALDAD Y FRATERNIDAD”; conocieron las conquistas alcanzadas de los “DERECHOS DEL HOMBRE” y el espíritu de libertad e independencia fue la obsesión de aquellos intelectuales.
El Brigadier Don José Manuel de Goyeneche natural de Arequipa, Oficial de las fuerzas reales en América, viajó a España y por la Junta de Sevilla fue ascendido a la alta clase de Brigadier (entre Coronel y General) siendo comisionado a trabajar en el ánimo americano el reconocimiento de José Bonaparte como Emperador; también debía procurar que Fernando VII sea considerado siempre como Rey y finalmente al pasar por Río Janeiro entrevistó a la Infanta Carlota de Borbón con la que se comprometió hacer que los americanos la reconocieran como a su Soberana. Llegó a Montevideo y allí propuso el reconocimiento de Femando VII: pasó a Buenos Aires donde trató de sorprender al Virrey Liniers de origen francés para el reconocimiento de José Bonaparte y finalmente Pegó a Chuquisaca donde se presentó ante el Presidente de la Audiencia de Charcas Don Ramón García Pizarro poniendo en conocimiento las comunicaciones y pretensiones de la Infanta Carlota, las que fueron del agrado del Presidente y no así de parte del Presidente de la Academia Carolina y oidor de la Audiencia. Boeto, que increpó con energía al intrigante Goyeneche, Boeto y los demás oidores fueron apoyados por los Doctores y universitarios, finalmente por el pueblo. La juventud universitaria dejó escuchar su vibrante oratoria y propaganda libertaria distinguiéndose los oidores Uzós y Ballesteros. Bernardo Monteagudo, Lemoine, Prudencio, los hermanos Jaime y Manuel Zudañez.
El Presidente de la Audiencia resolvió reprimir estas manifestaciones ordenando el apresamiento principalmente de los hermanos Zudañez; el 25 de mayo de 1809 se cumplió la orden, Manuel Zudañez fue apresado el que al ser conducido por la fuerza comenzó a gritar y pedir auxilio -—todo esto fue convenido entre los revolucionarios— el pueblo sabía lo que tenía que ocurrir, comenzaron a tocar las campanas de los templos en señal de alarma, se prendieron hogueras en diferentes sitios y se organizaron manifestaciones de protesta a las que el Presidente de la Audiencia ordenó disolver por la fuerza, el pueblo resistió a las imposiciones armándose de piedras y palos y acabó por tomar preso al Presidente García Pizarro. El 26 de mayo se organizó un Cabildo y se nombraron comisiones para viajar a distintos puntos con el objeto de consolidar la rebelión que buscaba la libertad de los pueblos americanos; a La Paz, vinieron los doctores Michel y Mercado, a Potosí, Monteagudo, a Cochabamba, Alcérreca y Pulido y a Buenos Aires, Moreno.
Es la forma como se inició en el Alto Perú la libertad americana, la que fue secundada por otros pueblos la Guerra de la Independencia o Guerra de los 15 años.

La revolución del 16 de Julio en La Paz.— Combates de Chacaltaya, Irupana y Chicanoma.
Desde años anteriores a 1.809, en La Paz, se intentaba rebelarse contra el poder español, habiendo fracasado por varias veces principalmente por el mayor cuidado que tomaron las autoridades realistas asegurando el mantenimiento del orden. Finalmente los patriotas Pedro Domingo Murillo, Sagárnaga, Monje, Catacora. Lanza, Indaburu y el cura José Antonio Medina, resolvieron deponer a las autoridades españolas y proclamar la independencia; para el efecto debían aprovechar la tradicional procesión de la Virgen del Carmen acto al que asistían las autoridades y las fuerzas militares. Los audaces patriotas rápidamente tomaron el cuartel sometiendo a los pocos soldados que quedaron de guardia, se apoderaron de armas y municiones, fue apresado el Gobernador de la ciudad Don Tadeo Dávila. De inmediato se organizó el gobierno de la ciudad y se, convocó a Cabildo Libre el que decretó la destitución del Gobernador y del Obispo Don Remigio de La Santa y Ortega.
El 24 de julio fue organizada una Junta de Gobierno presidida por Don Pedro Domingo Murillo y nombrado a la vez Jefe de Armas. La labor de la Junta se traducía en la preparación de fuerzas militares para sostener la revolución y efectuar la necesaria propaganda en todos los pueblos y comarcas para que presten su concurso al movimiento libertario.
El Virrey de Lima, Fernando de Abascal alarmado por los movimientos libertarios de Chuquisaca y La Paz, resolvió restablecer el orden y para esto ordenó al Brigadier José Manuel Goyeneche tomase las medidas conducentes a aplastar esos movimientos; además, ordenó al Coronel Juan Ramírez y Orosco se pusiese a órdenes de Goyeneche enviándole a Puno armas, municiones y dinero. Las guarniciones de Puno, Arequipa y Cuzco organizaron un Ejército de 5.000 soldados.
Goyeneche, de inmediato, ocupó el único puente sobre el río Desaguadero que vinculaba al Alto y Bajo Perú. El 13 de octubre de 1809, cruzó el Desaguadero con sus fuerzas, encomendando la Vanguardia al Coronel Ramírez, tomando la dirección general de marcha hacia La Paz.
La aproximación de fuerzas enemigas impuso la necesaria actividad de organizar fuerzas militares en la ciudad, alcanzando a un efectivo de 720 soldados de infantería, la caballería formada por dos escuadrones de 50 jinetes cada uno, la artillería con dos baterías con once cañones y 160 hombres como personal. El Comandante de todas las fuerzas patriotas era Don Gabriel Antonio Castro.
El 24 de octubre el Brigadier Goyeneche intimó rendición a las fuerzas patriotas que ocuparon posiciones en las alturas de Chacaltaya, posiciones que eran favorables para la defensa y permitían mantener una línea general de retirada hacia los Yungas en caso de ser vencidas. El Comandante patriota Castro respondió “que no se rendiría y que estaba resuelto a batirse, puesto que la decapitación de los patriotas ya estaba decretada”.
El 25 de octubre Goyeneche inició el ataque contra Los insurgentes atacando el Coronel Ramírez el flanco derecho y buscando el envolvimiento por la izquierda el Coronal Piérola. Después de una resistencia heroica, los patriotas se retiraron bajo las órdenes de Castro en dirección a los Yungas, quedando una parte de las fuerzas de la defensa a cubrir la retirada a órdenes del bravo soldado Juan Antonio Figueroa.
Vencida la resistencia de los patriotas, Goyeneche entró a la ciudad de La Paz donde tomó crueles v sangrientas represalias; mandó capturar a los cabecillas de la revolución y el 29 de enero de 1810 fueron condenados a la horca los siguientes: Pedro Domingo Murillo, Basilio Catacora, Buenaventura Bueno, Melchor Jiménez, Mariano Graneros, Juan Antonio Figueroa, Apolinar Jaén. Gregorio Lanza y Juan Bautista Sagárnaga. La ejecución se efectuó en la Plaza principal rodeando al acto de un gran aparato militar. El primero en ir al patíbulo fue Don Pedro Domingo Murillo, se presentó altivo demostrando su fe patriótica lanzando su profética expresión: “Yo muero, pero la tea que dejo encendida., nadie la podrá apagar”.
Al ser destituido e1 Obispo La Santa, se retiró a Irupana donde organizó una fuerza para sostener el gobierno del Rey, el patriota Victorio Lanza, resolvió atacar aquella localidad formando un destacamento con los pobladores de esa región, operación que fue adversa a Lanza que perdió 300 hombres, retirándose después más al interior de los Yungas.
Goyeneche se propuso exterminar a los revolucionarios, persiguiéndoles sin descanso, con este motivo mandó una fuerza de 500 hombres a los Yungas a órdenes del Coronel Domingo Tristán. El 11 de noviembre los realistas supieron que las fuerzas patriotas se concentraron en Chicanoma, trasladándose de inmediato a capturarlas. Tristán intimó al Comandante Castro que se rindiera y entregara a sus hombres y armas; el Comandante Castro le respondió: “He de rendir las armas con la vida antes de entregarlas”. Las fuerzas patriotas fueron vencidas. Gabriel Antonio Castro y Victorio Lanza fueron tomados prisioneros en el río Totorani habiendo Tristán ordenado que sean degollados, las cabezas de estos sublimes patriotas fueron remitidas por Tristán a Goyeneche el dispuso que fuesen exhibidas en el Alto de La Paz, pretendiendo escarmentar a los revolucionarios.

EL GENERAL GREGORIO ARÁOZ DE LA MADRID Y LA BATALLA DE LA TABLADA

 


Ricardo Ávila Castellanos / 24 de febrero de 2019 / Cántaro de El País de Tarija

La Batalla de la Tablada, cuyo bicentenario se festeja este año, tiene facetas que convendría analizar en detalle ya que las circunstancias que fueron descritas por los diferentes actores plantean varias interpretaciones. Debido a ello, algunos autores piensan que la propia Batalla no habría en realidad tenido lugar, razón por la cual hablan de: ‘La Batalla de Tarija, o La Toma de Tarija’. Es indispensable, por lo tanto, un análisis de lo sucedido y sus implicaciones.
Se sabe en primer lugar, que la campaña del Tercer Ejército Auxiliar argentino, comandada por el Gral. José Rondeau, terminó en la derrota en Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de 1815. Este fue en realidad el último intento de anexar el Alto Perú a las Provincias del Río de La Plata. Los vencedores, comandados por el Gral. La Serna, amenazaban el frente norte del ejército de Belgrano con varios batallones recientemente llegados de España.
Ante esas circunstancias, el Gral. Manuel Belgrano planificó el envío de un destacamento que apoyara la resistencia en Oruro para desviar la atención de los ejércitos comandados por el Gral. La Serna. El 3 de marzo de 1817 partieron de Las Trancas, en San Miguel de Tucumán, 400 soldados, al mando del Teniente Coronel Gregorio Aráoz de La Madrid, con la misión de dirigirse hacia Oruro para distraer al enemigo que amenazaba con avanzar hacia el sud.
El objetivo era una acción de tipo “comando”, en el corazón de las tropas enemigas, para distraer las acciones del grueso de las fuerzas españolas y la presión que estas ejercían sobre el frente norte de las fuerzas patriotas.
Con 400 soldados y dos piezas de artillería, el General Gregorio Aráoz de La Madrid partió con dirección a Oruro según las órdenes de Belgrano. En el camino, sin embargo, a su paso por Cangrejillos, encontró y capturó un destacamento enviado por la Comandancia del Ejército Realista estacionado en la ciudad de Tarija, con un Despacho del Coronel Ramírez en el que informaba a su Comandancia que había tenido un enfrentamiento con el Coronel Uriondo y que, como resultado, se encontraba: “...con muy escasas municiones…”. Ésta información le hizo suponer a La Madrid la precaria situación en que se encontraba esa guarnición y la oportunidad de caer sobre ella para obtener una fácil victoria.

El Parte de La Madrid
La forma en la cual el General Gregorio Aráoz de La Madrid presentó los hechos en el parte que elevó al General Belgrano, el 18 de abril de 1817, es la fuente principal de controversia sobre este punto ya que introduce serias dudas respecto a la forma en la cual esos hechos realmente ocurrieron y quienes fueron sus protagonistas principales dando lugar a diverso tipo de consideraciones que dificultan la interpretación de lo que realmente sucedió.
La Madrid es desde luego muy preciso y detallista en ciertos puntos pero omite otros de gran importancia que son motivo de las controversias que se suscitan como consecuencia de ello.
Aráoz de La Madrid comienza su parte indicando, directamente:
“...El 14 a las 4 de la tarde me presenté por la puerta del Gallinazo, al Oeste de la Villa, sorprendiendo completamente al enemigo a costa de las mayores precauciones; pues no me sintió, hasta que llegué a dicho punto, que dista seis cuadras del pueblo…”.2
Aunque esto es precisamente lo que ocurrió en la tarde del día 14, omite todo lo que ocurrió en la mañana de ese mismo día que es descrito con detalle por otros informantes (conforme se verá más adelante, varios de ellos indican que, en lo que llaman: “la cuesta del Inca”, La Madrid habría encontrado: “…al caudillo Méndez con 100 hombres…”.3
Continúa describiendo con todo detalle la forma en la cual, en la tarde de ese mismo día, se estableció el cerco a la ciudad de Tarija pero omite cualquier posible intervención de las fuerzas que se le unieron en la “Cuesta del Inca” y que, con toda seguridad, estuvieron igualmente presentes, en el establecimiento del cerco a la Villa y la propia Batalla de La Tablada..
Efectivamente, continúa indicando que, al día siguiente:

“Al rayar el día…” habría dispuesto el ataque a la Villa pero: “…a las nueve de la mañana…”, cuando se preparaba para asaltar las trincheras: “… apareció por las Pampas de la Tablada la caballería enemiga con alguna infantería en número de 140 hombres, lo que obligó a salir en el acto con la escolta y veinte húsares al mando de Ferreyra, llevando a los oficiales Otero, Cainzo y Gainza y del aventurero Don Lorenzo Lugones; a este lo destiné por mi izquierda con ocho hombres, y mandado por mi derecha a mi Ayudante Cainzo con doce, seguí con el resto por el centro a encontrar al enemigo, que venía cargando con vivo fuego; ordenar la carga, tocar a degüello y quedar a campo cubierto de 65 cadáveres, entre ellos dos oficiales, 40 prisioneros, porción de armamento y cabalgaduras, fue todo uno sin haber perdido en esta jornada tan heroica un solo hombre, en la cual se distinguieron los oficiales y tropa con un valor sin segundo…”.4

El hecho de que Aráoz de La Madrid no hubiera mencionado en este importante acontecimiento la presencia y la acción de las fuerzas locales y que tampoco lo hubiera hecho en ninguno de los partes de su informe motivó no solamente justificadas protestas sino que se constituye en una importante fuente de confusión y tergiversación de los hechos por la distorsión del hecho histórico en sí, poniendo inclusive en duda que la propia Batalla de La Tablada hubiera realmente ocurrido.
Si esta actitud estaba destinada a priorizar el protagonismo del General La Madrid, minimizando o suprimiendo, al mismo tiempo, el papel que jugaron las fuerzas locales que le acompañaban, constituye una acción que conduce, contraria e indefectiblemente, a cambiar la verdadera secuencia de los hechos, razón por la cual estos deben ser analizados en detalle.

El Coronel ‘Don Eustaquio Méndez’ en la Cuesta del Inca
Tres testimonios son muy claros en indicar que el Coronel Don Eustaquio Méndez, se unió a las fuerzas de Aráoz de La Madrid en lo que denominan la Cuesta del Inca, conocida también como la cuesta de ‘La Patanka’.
El General Valdéz, en su Refutación, indica, textualmente:

“... el día 14 de abril de 1817, Aráoz de la Madrid se encontró, al pie de la llamada Cuesta del Inca, con el Comandante Don Eustaquio Méndez que estaba al mando de 100 hombres…” y, ambos: “...sorprendieron a la guarnición de La Concepción tomando prisioneros y ocasionando muertos y heridos, resultando preso su Comandante Andrés de Santa Cruz…”.5

Por su parte el General español García Camba señala:

“...El Coronel enemigo La Madrid, después de la sorpresa de Humahuaca, instruido de la falsa posición de Ramírez, marchó contra Tarija, y uniéndosele al pie de la Cuesta del Inca el Caudillo Méndez con su Partida, sorprendió y derrotó los 40 caballos y los 25 infantes, que al mando de Santa Cruz ocupaban la Concepción; pasó en seguida a poner sitio a Tarija, en cuya villa, después de una proporcionada resistencia, se vio Ramírez obligado a rendirse…”. 6

Bartolomé Mitre indica igualmente: “...en la Cuesta del Inca. Allí se le unió el Caudillo Méndez, con su Partida fuerte como de 100 hombres…”.7
Por el contrario, La Madrid, conforme se vio, no menciona este encuentro, negando con ello no solamente la presencia de Méndez sino también la de cualquier fuerza local en todo este accionar. Al ocultar estos hechos, quizás para hacer resaltar otros, introduce un pernicioso factor de distorsión de la realidad que no explica, por ejemplo, el preciso conocimiento del terreno que muestra en el parte elevado a sus superiores, la amplitud de las acciones tomadas para completar el cerco de la Villa e impedir la salida de emisarios con pedidos de auxilio sino también y sobre todo, de la contundencia de la carga a la caballería enemiga del día siguiente, imposible de conseguir por los escasos treinta y tantos hombres que La Madrid menciona en su parte, enfrentados a 140 hombres: “…que venían cargando con vivo fuego…”, a los que causa una derrota total, con 65 muertos y 40 prisioneros.

Los Partes del Ejército Patriota
Esta ‘omisión’ y, en consecuencia, ‘negación’, respecto a la participación del Coronel Don Eustaquio Méndez y de cualquier otra fuerza ‘local’, es parcialmente aclarada por el parte del ejército patriota que eleva Don Francisco de la Cruz, uno de los integrantes del Cuerpo Expedicionario de La Madrid que indica, textualmente:

“...Después de una marcha sin incomodidad …//… llegó esta división a las inmediaciones de Tarija sin ser sentida del enemigo, y habiéndosele reunido allí varios oficiales con cien hombres del país bien armados estubo sobre el pueblo el 14 a las cinco de la tarde …//...el 15 fue arrollada su caballería que desde el Valle de Concepción donde estaba alguna infantería venía a introducirse a la plaza: cargarla el Comandante La Madrid en persona y concluir con ella todo fue instantáneo dexando en el campo sesenta y cinco muertos entre ellos dos oficiales, quarenta prisioneros y todas sus armas…”.

Es necesario hacer notar que esta información se produce muy poco tiempo después de los hechos analizados y no tiene nada que ver, por lo tanto, con los criterios vertidos por los autores españoles anteriormente citados, cuyos reportes fueron hechos muchos años después de que ocurrieron los hechos.

Desarrollo real de los acontecimientos
De acuerdo a este informe, por lo tanto, los hechos tuvieron el siguiente desarrollo secuencial:

Primero, el encuentro con las fuerzas locales en la ‘Cuesta del Inca’. El encuentro de La Madrid: “...con varios oficiales y con 100 hombres del país, bien armados…” se produjo en “...las inmediaciones de Tarija…”, (en lo que otros autores denominan la Cuesta del Inca), en la mañana del 14 de abril de 1817. Aunque de la Cruz específicamente,no lo indica, es muy probable que entre ellos hubiera estado el Coronel Don Eustaquio Méndez, conforme mencionan los comandos españoles anteriormente citados y el mismo Bartolomé Mitre.

Segundo: El ‘Cerco a Tarija’: todos ellos, de forma conjunta, fueron a “cercar” al pueblo de Tarija el día 14 de abril a las cinco de la tarde y proceden a la intimación de rendición.

Tercero: La batalla de la Tablada. El día 15 de abril, a las 9 de la mañana, cuando La Madrid se estaba aprestando para la Toma de la ciudad de Tarija, tuvo que enfrentar a “la caballería” realista que: “… venía de La Concepción…//…con alguna infantería” (La Madrid dice que fueron 140 hombres). El enfrentamiento se habría producido (según el Parte del propio La Madrid) en lo que La Madrid mismo denomina: “…las Pampas de La Tablada…”, donde: “…cargó La Madrid en persona…//… dejando 65 muertos y tomando 40 prisioneros…”. 9
Esto último muestra que, efectivamente, hubo una batalla en La Tablada y que esta fue decisoria para la Toma de la plaza de Tarija y la rendición de la guarnición española que se encontraba dentro de la Villa. Por esto, no fue una simple “Toma” como podría parecer sino fruto de la acción decisoria de la propia “Batalla de La Tablada” como se la conoce actualmente.
Esta acción, ejecutada según Aráoz de La Madrid con tan solamente unos: “...35 hombres y el oficial de la partida que [le] quedaba…”, es, por decir lo menos, algo completamente impensable ya que esos 35 hombres no habrían podido matar a 65 soldados, armados y montados. Todo hace suponer que La Madrid, en ese momento, no se encontraba solo sino acompañado con aquellos: “...varios oficiales…” y, por lo menos, los “...cien hombres del país bien armados…” con los cuales se reunió el día anterior según las informaciones analizadas.
Todas estas apreciaciones fueron ya tomadas en cuenta por Don Luis Paz11, quien indica que: “… bajando la cuesta del Inca…//…se le reunió el caudillo don Eustaquio Méndez, con más de 100 hombres de caballería…//… Estos, conocedores del país, sirvieron desde allí de avanzada y secuestraron a más de 100 personas que encontraron en el camino a fin de que no dieran noticia de su marcha…”. 12 Al quejarse de la: “…Injusticia de La Madrid con los caudillos tarijeños…”13, Luis Paz manifiesta que, aparte de Méndez: “… Uriondo se incorporó el día 14 con 1.000 montoneros de los comandos de Mendieta, Rojas y Avilés que hicieron el servicio de seguridad en los caminos y contornos de la villa, y no dejaron pasar a los emisarios que envió Ramírez a Concepción, Tupiza y Cinti…”. Indica, por otra parte que: “…el número de montoneros el día 15 fue abrumador, porque en la noche del 14 se incorporaron todas las partidas que merodeaban por esos contornos…//… la rendición tan pronta de las trincheras obedeció al cúmulo de los montoneros que se presentaron alrededor de ellas, porque Ramírez pudo haberse batido sin mucho esfuerzo con los soldados de La Madrid, cuyo número apenas superaba al de la guarnición, siendo en mucho superior en calidad y disciplina la de los renombrados granaderos del Cuzco…”. No se ve, menciona Don Luis Paz, “en el parte [de La Madrid] una sola palabra de justicia para ellos [para los guerrilleros], y ni siquiera se menciona su concurrencia a la toma de la Villa de Tarija, cuya plaza quedó a cargo de ellos cuando para proseguir su campaña la desocupó La Madrid…”, lo cual lo atribuye a su “jactancia”.14
Es por tanto evidente que se ha producido una distorsión de los hechos a raíz de las omisiones del parte militar elevado por el Coronel Gregorio Aráoz de La Madrid y publicado en la Gaceta extraordinaria del 22 de mayo de 1817 en Buenos Aires. La acción de las ‘milicias locales’ constituyó una parte fundamental de los hechos que se desarrollaron en Tarija, tanto en lo que se refiere al cerco a toda la villa, al atardecer del día 14 de abril, como, al día siguiente, a las 9 de la mañana, en la batalla que tuvo lugar con las fuerzas de caballería e infantería que venían de La Concepción y que vino a constituir lo que actualmente se llama: “Batalla de La Tablada”.

Toma de Tarija y rendición de Ramírez
Después de dos intimaciones de La Madrid, el Coronel Ramírez se rindió a las Fuerzas Patriotas con toda su división compuesta de 234 hombres, tres Tenientes, ocho Subtenientes y 400 fusiles. La Batalla de La Tablada, propiamente dicha, ocasionó 65 muertos en el campo realista y 40 prisioneros, armamento y cabalgaduras.15
Se destacaron y distinguieron, según el Parte de La Madrid, los oficiales y tropa, particularmente el valiente Manuel Cainzo, Melchor Daza, Manuel Rico, el Sargento Mayor Don Antonio Giles, su Ayudante Don Victorio Llorenti, los portaestandartes Don José Manuel Sueldo, Don Carlos Gonzáles y el Capellán Doctor Don Agustín de la Serna. Ni la más leve mención a las acciones desarrolladas por las tropas tarijeñas…

Actitud subsecuente de Aráoz de La Madrid en Tarija
Aráoz de La Madrid permaneció en Tarija hasta el 5 de mayo de 1817, momento en el cual dejó como Gobernador de la plaza a Francisco Pérez de Uriondo. Marchó luego a Chuquisaca
atacando la ciudad de La Plata el 21 de mayo. El 12 de junio el Ejército de Aráoz de La Madrid es sorprendido en Sopachuy, a 120 kilómetros al sureste de Chuquisaca, donde es derrotado casi sin combatir.
Una actitud completamente diferente es la que adopta La Madrid a su retorno a Tarija, en julio de 1817, después de la derrota de Sopachuy.16 Efectivamente, el 12 de julio de 1817, La Madrid, nuevamente en Tarija, dirige, desde la localidad de Toldos, un oficio al General Belgrano informándole que el Coronel Vigil había enviado a Tarija una división de 800 a 1000 hombres y que La Madrid había ordenado: “...a Roxas, Aramayo y Ruis, se replieguen a Yavi…” así como: “...que el Comandante Méndez con su gente no les permita sacar una cabeza de Ganado…” y que tenía: “...una Partida al lado de Las Salinas, todo el ganado inmediato al Pueblo…” enviando: “...al Capitán Mendieta con 25 hombres hasta el Valle de Concepción…//...para que remita todo el maís que haya en esas inmediaciones…”.17
Incluso el 21 de julio siguiente, La Madrid envía otro Oficio al General Belgrano indicando que había mandado al Teniente Coronel Don Francisco de Uriondo: “... se retire a la cuesta de Orozas…” y que tenía noticias de que: “...el Comandante Méndez que dexé en San Lorenzo había entrado a la Villa matándoles siete soldados y un oficial y tomándoles once prisioneros y parte de los equipages…”.
En posteriores comunicaciones, Aráoz de La Madrid reitera una fluida relación con: “el Comandante Méndez, el Capitán Mendieta, el Teniente coronel Francisco de Uriondo, Don Matías Guerrero, Roxas y Ruiz así como, incluso, con los Yndios de Cuyambuyo…”18 lo cual hace pensar que el “desconocimiento” inicial que tuvo Aráoz de La Madrid respecto a los Jefes de la guerrilla local desapareció completamente para dar lugar a un trato ‘fraternal’ que fue el que se mantuvo en toda la etapa posterior, indicando que esa actitud inicial pudo haberse debido, quizás, más por desconocimiento que por ‘intención’.

1 Mario Barragán Vargas, Presidente de la Sociedad de Etnografía e Historia de Tarija (SOETHIS).
2 Gaceta Extraordinaria de Buenos Aires, 22 de mayo de 1817. En: Minutolo de Orsi, C. Corpus Documental de Tarija. Tomo II, p. 167-171.
3 Idem.
4 Idem.
5 Conde de Torata, Refutación, Tomo II, p. 213-214.
6 Memorias del Gral. García Camba, A., Madrid, 1916, p. 353-354.
7 Historia de Belgrano y de la independencia argentina”. Cap. XXXII, p. 610, Buenos Aires. 1887.
8 La Gaceta de Buenos Aires Extraordinaria del 17 de mayo de 1817. En: Minutolo de Orsi, C., T. II, p. 174—175. Se mantiene la grafía del texto original.
9 Idem.
10 Partes Oficiales y Documentos relativos a la Guerra de la Independencia Argentina., t. II, p. 416 ss.
11 Paz, L., Historia general del Alto Perú hoy Bolivia. Tomo II, p. 484 ss.
12 Urcullu, J.M., Apuntes para la Historia de la Revolución del Alto Perú, hoy Bolivia, 1855, p. 104.
13 Paz, Luis. Ob. Cit., p. 489.
14 Ídem.
15 Ídem., p. 174.
16 Comunicaciones fechadas del 12 al 21 de julio de 1817. Minutolo, C., Ob. Cit. T. II., p. 183—186.
17 Copia del oficio de Gregorio Aráoz de La Madrid al Gral. Manuel Belgrano. En: Minutolo de Orsi, C., Ob. Cit. t. II, p. 177.
18 Idem., p. 183—185.

JOSÉ COSTAS, EL HIJO QUE TUVO SIMÓN BOLÍVAR EN POTOSÍ

 

José Costas y su familia 

Tomado de: https://christianhbarron.wixsite.com/macaale/single-post/2020/05/27/jos%C3%A9-costas-el-hijo-de-sim%C3%B3n-bolivar

"El nombre de María Joaquina Costas se repite en biografías dedicadas al Libertador Bolívar, como las escritas por el argentino José García Hamilton, el colombiano Héctor Muñoz y los bolivianos Julio Lucas Jaimes y Luis Subieta. Maria Costas era esposa de un importante militar rioplatense, Hilarión de la Quintana, tío político del Libertador argentino José de San Martín. Demás está decir que la familia de María Joaquina pertenecía a la alta sociedad altoperuana, y por esto fue protagonista del triunfal recibimiento que los potosinos brindaron a Bolívar en 1825. "A su llegada a Potosí, rociaron a Bolivar con agua bendita y lo condujeron a un sillón ricamente forrado en terciopelo”, se lee en Tiempo de Bolívar, (de Jacobo Libermann). Pronto, 12 ninfas se acercaron al venezolano y le obsequiaron coronas de rosas y laureles y una bella mujer le entregó un ramo de flores, mientras le mascullaba la advertencia del complot para asesinarlo. Era la voz de María Joaquina, quien le explicó que el jefe de la intriga era su tío, el oficial español León de Gandarías.

“Simón se enterneció ante el interés manifestado por la muchacha, la envolvió con palabras galantes, giró con ella alegremente al compás de la música y, a la madrugada, la condujo a sus habitaciones. El nuevo romance le despertó la coquetería y una mañana, al advertir que empezaban a aparecerle canas en la barba, decidió afeitarse el bigote y las patillas”, se lee en la biografía novelada Simón. Vida de Bolívar, de García Hamilton. El Libertador permaneció siete semanas en Potosí, tiempo en que mantuvo la clandestina relación con Costas, quien no veía a su ausente marido hacia tres años, ya que éste se encontraba en campaña con el ejército chileno. La relación terminó cuando Bolívar partió hacia Chuquisaca, Costas envió una serie de cartas a su amante. En una de las misivas le anunció su embarazo. El venezolano respondió inmediatamente:

“Como hombre de mundo y como militar de talento debo confesar y ratificar mi pecado. La lucha interna fue enorme y Cupido derrotó a Marte en buena ley, pero el botín de ese combate debe reservarse en lo más profundo de nuestros corazones, pues si no, ¿qué sería de ambos? No se deje amedrentar y diga usted que mis visitas a su casa fueron nocturnas por algún pretexto. Seguiré de cerca el desenlace y a fuer (sic) de Bolívar y Palacios, pondré a buen recaudo su honra y mi conducta”.

Jose Costas contrajo matrimonio el 2 de octubre de 1895 en Caiza (provincia Linares del departamento de Potosí), quien en aquel acto declaró ser hijo del Libertador Simón Bolívar. Costas a la sazón contaba 69 años de edad, lo que me hace suponer que dicho matrimonio lo contrajo en artículo mortis, como que días después dio “El Tiempo” de Potosí, la noticia de que en el pueblo de Caiza había dejado de existir el señor José Costas, declarando en su último trance ser hijo de Bolívar y de doña María Joaquina Costas. El Libertador en sus charlas con su edecán Luis Perú de Lacroix, le dijo en 1828 encontrándose en Bucaramanga:

“El Potosí tiene para mi tres recuerdos: allí me quité el bigote, allí usé vestido de baile y allí tuve un hijo”.

Otro día, al hablar de la numerosa prole de cada uno de los miembros de su familia, dijo:

“Que él solo no había tenido posteridad, porque su esposa murió muy temprano, y que no ha vuelto a casarse, pero que no se crea que es estéril o infecundo, porque tiene prueba de lo contrario”. (Diario de Bucaramanga, pág. 21).

Encontrándose en el Perú en 1826 y teniendo conocimiento de que en Potosí le había nacido un hijo demostró el justo deseo de conocerlo, enviando el Libertador en comisión especial a don José Miguel de Velasco para que condujera hasta la quinta de La Magdalena a doña María Joaquina Costas y su hijo. Esta comisión le valió al coronel Velasco su ascenso a General, como muy clara y rotundamente lo dice don Benito Gardaos en su obra “Aventuras curiosas de un desterrado”, publicada en Arequipa en 1840 y citada por Cornelio Hispaño en su “Historia secreta de Bolívar”, pág. 56. El viaje de doña María Joaquina se realizó con el mayor sigilo, para que no llegara a oídos del general don Hilarión de la Quintana, esposo de tan bella e interesante dama, que a la sazón desempeñaba papel importante en el ejército de Chile. Pero el general no debió ignorar lo ocurrido, porque no volvió más a unirse con su esposa. Tenía 21 años de edad doña María Joaquina Costas en 1825, y era de un talento y de una hermosura sobresalientes, por lo que las damas de Potosí le dieron la comisión de presidir al grupo de distinguidas señoras que, vestidas de ninfas, debían congratular a Bolívar en su ascensión al Cerro de Potosí, recibiéndolo teatralmente en un templete griego. Allí fue donde doña María Joaquina llamó la atención del héroe pronunciando una arenga patriótica y diciéndole al oído, al colocar en su sienes una guirnalda de filigrana de oro tachonada de piedras preciosas: –¡Cuídese! ¡Tratan de asesinarlo! Intrigado Bolívar con aquella revelación misteriosa y flechado por los dardos de Cupido, solicitó de la hermosa dama una entrevista reservada, que la obtuvo aquella misma noche sin gran dificultad. Allí supo que un oficial español, León Gandarias, en unión de otros realistas, trataba de asesinarlo. Al siguiente día, sin ruido ni aparato alguno, salieron de Potosí, con buena escolta y con rumbo a la costa, Gandarias y sus compañeros. Como fruto de aquella entrevista vino al mundo, al mediar el año 1826, un niño que fue bautizado con el nombre de José. Su educación fue esmerada, correspondiendo a los antecedentes de su distinguida familia, poniendo doña María Joaquina toda su atención y cuidados en el provenir de su único hijo, quien se instruyó en humanidades en el Colegio Pichincha. Según cuentan viejos vecinos de esta coronada Villa, la señora María Joaquina Costas tenía una casita, cerca al templo de San Juan de Dios donde pasaba la vida comerciando con disfraces, que a precios módicos facilitaba a los mineros y campesinos para sus festividades religiosas. Durante el gobierno del general Belzu desempeñó doña María Joaquina la dirección de un internado de niñas en el Colegio de “Santa Rosa”, siendo sus alumnas más distinguidas las entonces señoritas Vicenta Sierra, Virginia Sotomayor, Rosalía Carpio, las hermanas Inés, Julia y Genoveva Vargas, que después llegaron a ser todas ellas notables educacionistas. Así no es extraño que su hijo, a quien se lo conocía con el nombre de don “Pepe Costas”, haya llegado a sobresalir en la sociedad por su ilustración y talento, cultura exquisita y disposición especial para el arte. Cautivaba a la concurrencia en cualquier reunión familiar con su guitarra y melodiosa voz. Era, Pues, el tal don Pepe en Potosí, al mediar el siglo XIX, un adorno en los salones, una joya de gran mérito en la culta sociedad y el espejo de la juventud elegante, ilustrada y culta. La situación económica de doña María Joaquina no debió ser muy desahogada en sus últimos días, cuando, por consejo de algunas amistades, particularmente del muy distinguido y patriota historiógrafo nacional Dr. Samuel Velasco Flor, se presentó ante el gobierno solicitando un montepío en premio a los relevantes méritos e importantes servicios prestados a la causa de la independencia por su esposo el general Dn. Hilarión Quintana; pero el Consejo de Estado en su resolución de 30 de mayo de 1874, rechazó dicha solicitud, fundándose en que el benemérito general Quintana, si bien había sido héroe de la reconquista de Buenos Aires en 1807, uno de los principales promotores de la revolución del 25 de mayo de 1810, jefe distinguido del ejército de San Martín y el verdadero libertador de Chile por su oportuna y decisiva actuación en la batalla de Maipú, en cambio la República de Bolivia –su patria nativa– no le merecía servicio alguno, debiendo en consecuencia la viuda recurrir a los gobiernos de Chile y la Argentina en demanda del montepío que solicitaba. Refiere un testigo presencial –por demás conocido en el mundo literario con el seudónimo de Brocha Gorda el gran Julio Lucas Jaimes – que doña María Joaquina sintiendo llegada su última hora, se confesó con el cura Ulloa –de gran reputación por sus relevantes méritos de discreción y prudencia– a quien en tan supremo trance le hizo el siguiente encargo: “Deseo y pido que no sea separado de mi cuerpo en la tumba, este relicario precioso que lleva el busto del Libertador, y que me fue ofrecido por él mismo en prenda de amor y agradecimiento por haberle salvado la vida en la noche de la solemne subida al Cerro de Potosí. Conocía yo la conjuración contra el héroe fraguada por mi tío el teniente Gandarias y no vacilé ni un momento en sacrificar mi honra a mi pasión y a mis deberes de patriota, evitando que fuera aquel grande hombre indignamente asesinado en su lecho. Pedí luego dinero y salvoconducto para aquellos conjurados y Bolívar fue con ellos grande y generoso como en todo. Dios le haya premiado y me perdone a mí esta única falta grave de mi vida que siempre la consagré al bien de mis semejantes y al recuerdo de Bolívar, mi único amor en el mundo".

Viéndose sólo don Pepe se retiró al campo, eligiendo para su residencia el pueblo de Caiza, donde ha dejado numerosa descendencia".

NOTAS: Extraído de Historia y Leyenda de la Villa Imperial de Potosí - Bolivia

 

EL CNEL. GUILLERMO FERGUSON Y SIMÓN BOLÍVAR

 

Saenz y Bolivar


Por: José Alberto Diez de Medina / publicado originalmente en el Diario de La Paz, el 9 de junio de 2014. (https://www.pub.eldiario.net/noticias/2014/2014_06/nt140609/opinion.php?n=30&-el-cnel-guillermo-ferguson-de-la-legion-britanica)


Guillermo Ferguson nació en Irlanda en 1803 y se incorporó a La Legión Británica en 1819, muy joven. En tierras americanas luchó bajo las órdenes de los generales José Antonio Páez y Antonio José de Sucre. Estuvo presente en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho.

Nombrado edecán el coronel Guillermo Ferguson, no se separó del Libertador Simón Bolívar en el Perú, ni en su ingreso al Alto Perú. Estuvo presente en el ascenso al Cerro Rico de Potosí en septiembre de 1825, y en las visitas a Chuquisaca, Cochabamba y la ciudad de La Paz.

De vuelta a la Gran Colombia, a su capital Bogotá, estuvo siempre al lado del Libertador, después de la Convención de Ocaña, que nombró a Bolívar Libertador-Presidente obligándolo a ejercer una dictadura.

Como edecán de Bolívar, el Cnel. Ferguson no podía separarse de él, más aún en momentos de peligro, como era en esos trances, debido a las intrigas políticas de individuos como Francisco de Paula Santander, que llegaron a concebir que la última forma de separar a Bolívar de la dirección de Colombia era a través de su eliminación.

Pese a que el Libertador incluso había nombrado al Gral. Santander su embajador ante los Estados Unidos de América, éste dirigía todos los complots destinados al retiro del Libertador. La Gran Colombia significó para el Libertador el sacrificio más grande de su vida política, tarde o temprano la vería disgregada en los tres países que la componían: Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.

Y los atentados empezaron el 7 de agosto de 1828, durante un baile realizado por el aniversario de la Batalla de Boyacá, cuando 12 de los conjurados, armados sólo de puñales, habían decidido rodear al Libertador, apretujarlo en medio de la concurrencia y apuñalarlo sucesivamente hasta su muerte final. Parecía una copia de la muerte de César en el Senado Romano.

Pero los conjurados no contaban con el hada madrina que era Manuelita Sáenz para Bolívar. La intuición femenina de Manuelita quiso impedir la concurrencia del Libertador al baile, sin lograrlo. A media noche se presentó en el baile Manuelita, desgreñada y mal arreglada; la guardia quiso impedirle la entrada, pero ella armó tal escándalo y alboroto, que Bolívar tuvo que llevarla a palacio.

Los conjurados ingresaron a la fiesta, sin encontrar a Bolívar, que minutos antes había abandonado el recinto en compañía de Manuelita. Recorrían los salones preguntando: ¿dónde está el Presidente?, ¿dónde está Bolívar?

Los conjurados no se desanimaron, entre el 15 y 16 de septiembre se planeó el asesinado del Libertador.

Dos días antes al 25 de septiembre, una señora de incógnito pidió una audiencia para visitar al Gral. Bolívar. No estando presente el Libertador, Manuelita atendió a la señora, quien le advirtió de los preparativos para el asesinato de Bolívar en los próximos días.

El día 25 de septiembre de 1828, los ciudadanos Agustín Horment, Wenceslao Salaibar, Faustino Gonzales, el comandante Carujo, el capitán José Ignacio López, y otro sinnúmero de personas, tomaron el Cuartel de Artillería, y divididos en tres grupos, se dirigieron al Palacio de Gobierno.

Ultimaron a la guardia, dirigiéndose a los aposentos del Libertador, en su camino se encontraron con el edecán de Bolívar, el coronel Ferguson, quien espada en mano murió luchando contra los conjurados. El cabecilla del grupo, comandante Pedro Carujo, le descerrajó un disparo; el Cnel. José Bolívar también fue asesinado. En esa escaramuza fue herido igualmente el Cnel. Andrés Ibarra.

Manuelita, mientras tanto, facilitaba la huida del Libertador por una ventana del dormitorio.

Así murió en cumplimiento de su deber el heroico Cnel. Guillermo Ferguson, no había llegado a cumplir 25 años.

Sociedad Bolivariana de Bolivia, fundada en 1936.

 

FRANCISCO O’CONNOR B.

 

Francisco O’Connor

Elías Vacaflor Dorakis. / publicado el 5 de octubre del 2019 en el diario Nuevo Sur.

Sus padres fueron: Roger O’Connor y Wilhamena Bowen. Nació en el Condado de Cork (Reino de Irlanda), el 12 de junio de 1791 y falleció a la edad de 80 años en la Ciudad de Tarija el 5 de octubre de 1871. Dictó su testamento el 17 de enero de 1860.
Habiendo cumplido 28 años de edad, a inicios de julio de 1819 abandonó su pueblo y; con el Grado de Teniente Coronel 2° Jefe del Regimiento de Lanceros de la Legión Irlandesa, se embarcó desde Dublín rumbo a Venezuela, donde llegó a la Isla de Margarita para alistarse a las órdenes de Simón Bolívar, a quien recién conoció personalmente a inicios de marzo de 1824. Junto al Libertador Bolívar, participó en pos de la liberación de Venezuela y Cundinamarca (Colombia). Posteriormente organizó un Batallón en Panamá y; desde allí, en octubre de 1823 partió rumbo al Alto Perú al mando de la Segunda División Auxiliar del Perú (Callao). Fue incorporado al Ejército de Antonio José de Sucre (Huaraz), y allí fue designado como Jefe del Estado Mayor General y; en esa condición, participó de la Batalla de Ayacucho (Perú), 9 de diciembre de 1824, donde las tropas Patriotas al mando de Antonio José de Sucre vencieron a las tropas Realistas del Virrey del Perú Don José Álvarez de la Serna e Hinojosa.
Sucre con su Estado Mayor y las tropas libertadoras, se dirigieron desde Ayacucho hasta Huamanga (Perú), y allí estuvieron pocos días. En ese pueblo, el Libertador Sucre tras un intercambio de opiniones con el Cnel. Francisco O’Connor, lo borró de la lista para ascensos a General por la victoria de Ayacucho. Luego partieron rumbo a Cusco donde arribaron el 19 de diciembre y permanecieron varios días en organizar las tropas para su ingreso al Alto Perú. Para ese cometido, el Libertador Sucre en consideración y consciente de los méritos y disciplina militares del irlandés, le envió una escueta nota acompañada por un pliego de instrucciones. Por la importancia y significado de este gesto que enaltece la persona y autoridad de Antonio José de Sucre y; el respeto que éste profesó por su subordinado, interesa conocer el texto de dicha nota:
Señor Coronel: Estando para emprender la campaña del Alto Perú y deseando se termine ella con toda la gloria de las armas libertadoras, como hasta aquí, he elegido a U.S. para que encargándose de la dirección de las últimas operaciones, complete nuestros triunfos. Sucre. A.S.S. el Coronel Francisco Burdett O’Connor, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Unido Libertador.
De esa manera y circunstancias, el Ejército Libertador al mando del Gral. Sucre y con el Cnel. O’Connor como Jefe del Estado Mayor General, partió de Cusco rumbo a Puno a inicios de enero de 1825, donde arribaron a mediados de dicho mes. En dicha ciudad, el Libertador Sucre recibió, conoció y se entrevistó con el Dr. Casimiro Olañeta, sobrino y ex secretario privado del Gral. Pedro Antonio Olañeta, último baluarte del Ejército español en el Alto Perú. Luego de cruzar el Río Desaguadero, frontera arcifinia entre el Bajo Perú (hoy Perú), y Alto Perú (hoy Bolivia), el Ejército Libertador se dirigió a la Ciudad de La Paz donde el Mariscal de Ayacucho conoció y se entrevistó con el célebre guerrillero patriota el Cnel. José Miguel Lanza. Allí también conoció al Gral. Aguilera, sanguinario realista que asoló el oriente del Alto Perú y asesinó al patriota argentino Ignacio Warnes.
Habiendo recibido todo tipo de explicaciones, experiencias, lecturas e interpretaciones personales sobre la situación reinante en la Ciudad de La Paz y la sicología colectiva en el Alto Perú después de las victorias patriotas en Junín (agosto, 1824), y particularmente en Ayacucho (diciembre, 1824), el Libertador Sucre, una gran militar y estadista, consciente de la gravedad de la situación y con la determinación de dar una pronta solución a tan grande problema, determinó la elaboración y promulgación de un decreto cuyo contenido y alcances netamente políticos, habrían de provocar el rotundo rechazo y molestia del Libertador Simón Bolívar y; además, un sismó cuyo epicentro fue precisamente la Ciudad de La Paz, donde diez y seis años atrás (16 de julio de 1809), se encendió la primera llama por la emancipación del Alto Perú. Esa determinación, fruto de sesudo análisis de todos los ámbitos de la vida altoperuana, concibió la idea de la necesidad del nacimiento de un Estado soberano a base de las cuatro Provincias del Alto Perú. Con el mismo sentimiento, O’Connor también hizo lo suyo. Así lo manifiesta el irlandés en sus célebres “Recuerdos” (1895). Es decir, ambos extranjeros –léase un americano y un europeo- concibieron que la única solución a los problemas reinantes y lógica consecuencia de las victorias patriotas y la derrota del Ejército españoló en 1824, era la creación de un nuevo Estado soberano en Sudamérica.
De esa manera, Sucre promulgó el Decreto el miércoles 9 de febrero de 1825, mediante el cual se convocó a los pueblos de las cuatro Provincias del Alto Perú a participar de una asamblea a realizarse en Oruro el próximo mes de abril a través de diputados a ser elegidos de acuerdo a la población de cada una de ellas. Por último y; por razones de sana conveniencia, los desacuerdos entre los Libertadores Bolívar y Sucre fueron limados y se impusieron los razonamientos del Libertador Antonio José de Sucre. Por lo tanto, el verdadero y único creador y arquitecto de la naciente república de Bolivia, fue el Mariscal de Ayacucho, don Antonio José de Sucre y ningún otro.
Con ese conjunto de problemas en mente, el Ejército Libertador partió de La Paz rumbo a Oruro a mediados de febrero de 1825 para presentar combate al último baluarte de la Corona de España en el Alto Perú: el Gral. Pedro Antonio Olañeta. Antes de ingresar a dicha ciudad el Cnel. O’Connor fue interceptado por un individuo que puso en sus manos un paquete y un expediente. O’Connor ordenó la prisión de dicho solado y sometido a interrogatorio. El aludido personaje –de apellido Eccles, de origen alemán y soldado del Ejército español- debía cumplir una misión: envenenar al Libertador Sucre y al Gral. Lanza. Por precisas instrucciones del Gral. Pedro Antonio Olañeta, cobraría la suma de diez mil pesos por la muerte de Sucre y; otros seis mil, por la muerte de Lanza. Al día siguiente O’Connor brindó detallado informe al Libertador, quien dispuso un sumario. De esa manera, se frustró el primer magnicidio en el Alto Perú.
Luego de realizar otras diligencias, Sucre dispuso la marcha del Ejército Libertador hacia Potosí. Después de cabalgar algunos kilómetros, llegaron a Challapata y; desde allí, se dirigieron hasta Condocondo, donde debían encontrarse Sucre y O’Connor. En el trayecto, de acuerdo a O’Connor (Memorias, 1895), se suscitó un hecho relevante e histórico entre él y Casimiro Olañeta. El detalle, que ofrece nuestro personaje histórico, dice:
“…al poco rato de entrar en marcha, encontré a don Casimiro Olañeta, parado a caballo en el camino. Se dirigió a mí, al verme, diciéndome: Señor Coronel, me he quedado aquí ex profesamente, a esperarlo a Usted para que conversemos un rato. He estado hablando con el General Sucre sobre su decreto dado en La Paz, sobre nuestra futura suerte en este Alto Perú y sobre nos convendría más agregarnos al Bajo Perú o a la República Argentina, y deseo conocer la opinión de Usted Coronel en este asunto que nos interesa mucho.
Yo tenía conmigo los mapas del país por donde transitaba y me hallaba bien informado de su historia y sus antecedentes, y le contesté: doctor Olañeta, sí este país del Alto Perú ofrece tantos recursos más adelante, hacia el sud, hasta La Quiaca, como se encuentra desde la Abra de Santa Rosa, que entiendo ser su verdadera demarcación por el norte, yo no veo ve por qué razón tenga necesidad de agregarse ni al Bajo Perú ni a la República Argentina.
El doctor Olañeta no me dio tiempo para explicarme más, picó su caballo y se fue a golpe tendido en alcance del General Sucre.
Por la noche llegué a Condocondo, acuartele los Cuerpos de mi División y luego me dirigí al alojamiento del General Sucre a darle parte de mi llegada sin novedad de la División. Entré, pero antes de hablarle, todos los que allí se encontraban se levantaron de sus asientos y se dirigieron a abrazarme, llamándome a una voz, fundador de la nueva república…”
Fruto de esta interesante y sugestiva conversación, podremos en otra oportunidad profundizar su análisis y concluir con puntos de vista sinceros y saludables para la historiografía nacional.
Luego de ardua y prolongada marcha del Ejército Libertador, éste hizo ingreso a la Villa Imperial el 29 de marzo de 1825, donde se encontraba el Gral Pedro Antonio Olañeta y; que al conocer el arribo de las tropas al mando de Sucre, ordenó abandonar la ciudad para dirigirse a Tupiza y recibir allí el apoyo militar para enfrentarse al Ejército Libertador.
Sucre y sus tropas, permanecieron pocos días en Potosí. Por instrucciones de Sucre, el Cnel. O’Connor al mando de una División, un regimiento y un batallón partieron rumbo a Tupiza en busca de Olañeta. Sin embargo, a pocos kilómetros, un chasqui enviado por el caudillo chicheño Tcnel. Carlos Medinacelli, le hizo entrega de un pliego –oficio- haciéndole conocer que el pasado 1 de abril de 1825 el Gral. Pedro Antonio Olañeta había muerto en un motín en su tropa acantonada en Tumusla. Ante semejante noticia, O’Connor ordenó retornar a Potosí para informar a Sucre y hacerle conocer el Parte de Medinacelli. De esa manera, el último baluarte militar de España en el Alto Perú, sucumbió sin que ambas tropas –patriota y realista- se hayan enfrentado y disparado un solo disparo. Días después, por instrucciones del Gral. Sucre abandoné Potosí para dirigirme a Cotagaita. En el camino, nos cruzamos con las tropas del patriota Cnel. Urdininea escoltando al temible y perverso comandante español Cnel. Manuel “Barbarucho” Valdez y su tropa, llevándolos en calidad de prisioneros a Cotagaita. Así terminó la Campaña del Alto Perú.
A mediados de abril de ese año de 1825, estando en Cotagaita el Cnel. O’Connor se encontró con Medinacelli y Urdininea. Asimismo, conoció a los capitanes Sebastián Agreda y al tarijeño José María Avilés (Regimiento Dragones Americanos), ejemplar militar que luego ascendió a General del Ejército de Bolivia y muy allegado al Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz Villavicencio y Calahumana, Presidente Provisional y Constitucional de Bolivia. José María Avilés, murió en Lima (Perú), envenenado en 1838.
Días después O’Connor con su tropa se dirigió a Tupiza donde se encontró con el Gral. Juan Antonio Álvarez de Arenales, Gobernador Político y Militar y Capitán General de la Provincia de Salta (Provincias del Río de La Plata), que se dirigía a Potosí para entrevistarse con el Gral. Sucre. Acantonó sus tropas y desarrolló todas las actividades militares de rigor y dispuso varias órdenes a sus subalternos. Ante la necesidad de alimentos para sus tropas, dispuso que el Tcnel. Fergunson (inglés), se traslade hasta la Ciudad de Tarija para adquirir todo lo necesario. De esa manera, Fergunson fue el primer militar inglés y componente del Ejército Libertador que ingresó a territorio tarijeño en esa época de nuestra historia.
Desde Oruro se dirigió a Tupiza (Potosí), y la ocupó en abril de 1825 y constató el fin de la dominación española en territorio del Alto Perú al enterarse del asesinato del último Virrey en el Alto Perú, el Brigadier Pedro Antonio de Olañeta, el 1 de abril de 1825 en Tumusla.
A inicios de mayo de 1825, la vida del Cnel. O’Connor iba a tener un giro inesperado. Por instrucciones precisas brindadas por escrito desde Potosí por el Gral. Antonio José de Sucre, se le ordenó trasladarse a la Ciudad de Tarija para constatar personalmente los reclamos elevados ante Sucre por dos personalidades tarijeñas: Bernardo Trigo Espejo y Eustaquio Méndez Arenas. El texto, rotundo:
“…El Coronel Francisco Burdett O’Connor se impondrá de la presente solicitud, se dirigirá a Tarija, y si halla mérito en ella, en uso de las facultades amplias que se le tienen conferidas, mudará al Gobernador de esa provincia, nombrando a otro en su lugar…”
Es decir, a pesar que el territorio de Tarija no pertenecía al Alto Perú, sino, a las Provincias del Río de La Plata y; por lo tanto, ni Sucre, ni O’Connor ni ninguna otra autoridad civil ni militar podían entrometerse en asuntos de otro Estado, así sucedió.
Por lo tanto, A partir de ese mes de mayo de 1825, la vida del Gral. O’Connor estará íntimamente vinculada a la Historia de Tarija. En esa dinámica, el viaje que hizo a Tarija lo hizo acompañado de su ayudante, y un sirviente y; su estadía tuvo decisiva influencia en la designación del Cnel. Bernardo Trigo Espejo como Teniente de Gobernador de Tarija en reemplazo del abogado tarijeño y pro argentino Dr. José Felipe de Echazú, dando así inicio a una relación compleja y tensa entre los Gobiernos de la naciente República de Bolivia y las Provincias Unidas del Río de La Plata y; que a partir de octubre de ese año 1825, la situación alcanzó ribetes de un verdadero conflicto diplomático internacional pues el Libertador Simón Bolívar mantuvo varias entrevistas con Miguel Díaz Vélez y Carlos de Alvear, Miembros de la Legación del Gobierno del Río de La Plata para discutir varios temas y; uno de ellos, la Cuestión Tarija.
Por lo tanto, el Gral. O’Connor se constituye en uno de las personalidades más comprometidos con la idea del Libertador Sucre de crear un nuevo Estado soberano a base del territorio denominado Alto Perú y; en esa dinámica, oponerse para que el territorio de Tarija siga formando parte de las Provincias del Río de La Plata tal cual lo dispuso el rey de España el 17 de febrero de 1807 el Rey Carlos IV cuando mediante Real Cédula se creó la Intendencia Gobernación de Salta y la inclusión del vasto territorio de Tarija dentro de dicha jurisdicción, separándola de la de Potosí. En ese contexto histórico, el pueblo de Tarija fue protagonista de la Guerra de la Emancipación durante quince años (1810 – 1825), y su territorio escenario de tan cruenta guerra.
Desde la promulgación del Decreto de 9 de febrero de 1825 por Antonio José de Sucre convocando a las cuatro provincias del Alto Perú a una Asamblea, en la Villa de Tarija –formando parte del Río de La Plata- comenzaron a gestarse dos corrientes: la proargentina, encabezada por el Dr. José Felipe de Echazú y; la proboliviana, encabezada por Bernardo Trigo Espejo y apuntalada Francisco O’Connor y; muy especialmente, por el Libertador Antonio José de Sucre. Este proceso, tiene como fecha icónica el Cabildo Abierto de 26 de agosto de 1826 mediante el cual el pueblo tarijeño renunció de facto a la jurisdicción de las Provincias del Río de La Plata y exigió su reincorporación a la naciente República de Bolívar, hecho que concluyó definitivamente el 19 de noviembre con la promulgación de la Constitución Política de Bolivia y el reconocimiento de Tarija como Provincia de Bolivia. Por lo tanto, desde fines de 1826 el pueblo tarijeño -de manera voluntaria- decidió anexarse a la República de Bolivia y; de esa manera, la línea de su historia cambió radicalmente con manifestaciones hasta hoy polémicas.
De esa manera, el Cnel. Francisco O’Connor decidió radicarse en Tarija. Adquirió un bien inmueble y; posteriormente, el 2 de mayo de 1827 ante el Provisor y Vicario General Dr. Baltazar de Arce y el Cura Fernando Marín de la Santa Iglesia Matriz de Tarija, el Gral. Francisco O’Connor Bowen contrajo matrimonio con Francisca Ruyloba Echevarría, hija de Juan Ramón Ruyloba y Dolores Echeverría.
El texto de la Partida de Matrimonio, dice:
En esta Santa Iglesia Matriz de la Ciudad de Tarija a los dos días del mes de mayo de mil ochocientos veinte y siete. El Señor Provisor y Vicario General Doctor Baltazar de Arce, desposó según el de Nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana, al Señor Comandante General Francisco Burdett O’Connor, natural de la Gran Bretaña, soltero, con Doña Francisca Ruyloba, soltera, vecina de esta ciudad, hija legítima de los ciudadanos Juan Ramón Ruyloba y Dolores Echevarría, tomado el mutuo consentimiento de que recíprocamente fueron preguntados, siendo testigos los ciudadanos José María Aguirre y María Josefa Ruyloba de esta ciudad. Para que conste, lo firmo Fernando Marín.
Fruto del matrimonio O’Connor Ruyloba, nacieron varios hijos que a temprana edad fallecieron (Carolina y Horacio), sobreviviendo únicamente Hercilla, que nació en la Ciudad de Tarija el 21 de noviembre de 1832 y; que 1852, contrajo nupcias con Charles Adolphe Adhemar d’Arlach (nacido en 1827 en Avignon, Francia), que se desempeñaba como Secretario de la Legación Francesa en Bolivia. Padrino de esta boda fue el Presidente Manuel Isidoro Belzu. De dicho matrimonio nació Tomas Carlos Ademar d’Arlach O’Connor en marzo de 1853 y bautizado el 4 de noviembre del mismo año y; que falleció en la misma ciudad el 9 de diciembre de 1932 a la edad de 79 años.
Concluida la Guerra entre Argentina y Brasil (con la firma del Tratado de Paz en septiembre de 1828), todas las provincias argentinas se sumieron en una Guerra Civil y se dividieron entre Unitarios (Liga del Interior, creada a mediados de 1830), y Federalistas (Liga del Litoral, creada a inicios de 1831), y sus máximos caudillos fueron: Juan Manuel de Rosas (Provincia de Buenos Aires), Estalisnao López (Provincia de Santa Fe), y Facundo Quiroga (Provincia de La Rioja). Después de la victoria de las tropas al mando del caudillo Facundo Quiroga sobre las tropas del Gral. Gregorio Araoz de la Madrid (Unitario) en el Combate de La Ciudadela (Tucumán, 13 de noviembre de 1831), determinó el encumbramiento de los primeros en Tucumán y Salta. El 2 de diciembre de 1831 la Junta de Representantes de Salta y los delegados de Quiroga, firmaron el Convenio de Paz que constaba de nueve artículos, siendo el 1° el más radical, pues señalaba que “…todos los jefes y oficiales que combatieron contra la causa de los pueblos salieren del país…”. Razón por la cual, prominentes políticos salteños Unitarios como Puch, Hoyos, Zorrilla y los hermanos Gorriti (Juan Ignacio, Isabel y José Ignacio Gorriti), tuvieron que huir junto a sus familias y asilarse en la algunas ciudades de Bolivia, previa aceptación del Presidente Santa Cruz. Para su cobijo y protección se les dio precisas instrucciones de asilo, residencia y comportamiento. El Gral. José Ignacio con su esposa e hijas buscaron asilo en la Ciudad de Tarija, donde arribaron a fines de noviembre de 1831. En ese contexto y circunstancias, los esposos José Ignacio Gorriti y Feliciana Zuviría (casados en Salta en 1802), partieron desde esa ciudad el 14 de noviembre de 1831 y se dirigieron a Tarija. Entre sus hijos, figura Juana Manuela quien a fines de febrero de 1832 conoció a Manuel Isidoro Belzu, y contrajeron nupcias el 19 de agosto de 1832. Testigo de dicho matrimonio, fue precisamente el Cnel. Francisco O’Connor. Juana Manuela Gorriti, contaba con 14 años de edad y; el Cap. Manuel Isidoro Belzu, diez años mayor.
En fecha 8 de diciembre de 1831, el Gral. Francisco O’Connor mediante correspondencia informó al Vicepresidente Velasco que de todos los militares que están emigrando desde la Argentina escapando de la dictadura de Rosas, se está elaborando una nómina en la que se indicará: rango y lugares de nacimiento. Además, le hace conocer que S. E. Andrés de Santa Cruz, instruyó no dejarlos pasar más allá de Tupiza y; que la Provincia de Tarija, será el límite con preferencia. Asimismo, por nota de 10 de diciembre de 1831 le hace conocer que en notas anteriores dirigidas a los Coroneles Medinacelli y Arraya y; al Gobernador de Tarija -léase Manuel Fernández Vacaflor-, por instrucciones del Presidente Santa Cruz, los emigrados argentinos no deben tomar contacto con las tropas bolivianas. Por último por oficio de 4 de enero de 1832 le dice que el Presidente Santa Cruz suspendió el tratamiento de las propuestas de Manuel Fernández Vacaflor de crear el 1º Regimiento de la Guardia Nacional en esa Provincia, hasta que éste le haga llegar las listas nominales del 1º Batallón del que Fernández Vacaflor será Primer Jefe y esté incluido el Cnel. José María de Aguirre Hevia y Vaca.
Con la decisión de tratar el proyecto de ley presentado al H. Congreso Nacional por el Cnel. Gabino Ibáñez y Cnel. José María de Aguirre Hevia y Vaca, diputados por la Provincia de Tarija a inicios de julio de 1831, el Presidente Santa Cruz comprometido por asumir una determinación histórica y reivindicatoria para el pueblo tarijeño, el 24 de septiembre de 1831 promulgó la Ley de creación del Departamento de Tarija.
Para el tratamiento de todos esos asuntos de Estado, el Presidente Santa Cruz tenía un hombre de entera confianza: Manuel Fernández Vacaflor, militar de carrera y parte del círculo íntimo. Nació a fines de 1795 en el Partido de Cinti (hoy Camargo)
Fernández Vacaflor, fue designado como el primer Gobernador de la Provincia de Tarija y sus funciones asignadas de acuerdo a la Ley promulgada por Andrés de Santa Cruz el 28 de septiembre de 1831 (Título II, Capítulo Único, Numerales del 57º al 79º)
Meses después, más concretamente en 1832 se iniciaron los problemas políticos entre Bolivia y Argentina. El Teniente Gobernador de Jujuy José María Fascio (militar de nacionalidad española), convocó al pueblo a Cabildo Abierto y; ante el Juramento efectuado el 18 de noviembre de 1834, quedó proclamada la autonomía de Jujuy de Salta. De esa manera, Fascio fue nombrado Gobernador Provisional y; ante la situación planteada, la Legislatura de Salta el 2 de diciembre de 1834 reconoció la autonomía de Jujuy, días después, tropas jujeñas al mando de Fascio invadieron Salta y; el 13 de diciembre, se realizó la Batalla de Castañares. Triunfante la tropa rebelde, se consolidó la autonomía jujeña. El 27 del mismo mes José María Fascio fue elegido como primer Gobernador de la Provincia, cargo que desempeñó hasta su renuncia a fines de febrero de 1835.
De esa manera, el territorio de Jujuy (Federalista), se separó de la Provincia de Salta (Unitaria), y; este asunto tan delicado, fue atribuido a la política exterior del Gobierno de Andrés de Santa Cruz, bajo el argumento que Jujuy buscaba incorporarse a Bolivia, generando un conflicto de límites que derivó en un conflicto militar entre la Confederación Perú – Boliviana a la cabeza de Andrés de Santa Cruz con la Confederación Argentina bajo la conducción del Dictador Juan Manuel de Rosas.
El 9 de mayo de 1836 se creó la Confederación Perú-Boliviana y; las Provincias del Río de La Plata sufrían la Dictadura de Juan Manuel Rosas que, entre otras cosas hizo conocer al Presidente Andrés de Santa Cruz sus reclamos sobre Tarija. Para esa Misión, Rosas encomendó a Pedro Felipe Cavia, quién estando en Salta hizo conocer a su Gobierno que Santa Cruz rechazó la solicitud de entrevista y no quiso recibirlo. Ante esta delicada situación, se rompieron las relaciones argentino-bolivianas y; el Gobierno de Rosas, mediante Decreto declaró la Guerra a Bolivia el 19 de mayo de 1837.
Rosas designó General en Jefe al Gral. Alejandro Heredia y emitió órdenes de invadir la Ciudad de Tarija. El Gral. Gregorio Paz, ocupó militarmente la frontera de Tarija e incursionó por el Río Itaú (hoy Municipio de Caraparí, Provincia Gran Chaco), y se dirigió hasta San Diego y San Luis (hoy Provincia O’Connor). Por su parte, Andrés de Santa Cruz el 17 de agosto del mismo año emitió el “Contra Manifiesto” e impartió órdenes precisas movilizando el Ejército boliviano.
Tomando los recaudos necesarios, el Gobierno de Andrés de Santa Cruz a través del Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Mariano Enrique Calvo, defendió las posesiones de Bolivia sobre el territorio de Tarija e inmediatamente designó al Gral. Otto Felipe Braun (Kassel, Alemania, 1798), como Comandante General del Ejército del Sur y ordenó la reorganización del Ejército en el Departamento de Tarija. Y de esa manera, se organizó el Batallón Méndez al mando del Cnel. Eustaquio Méndez Arenas y; el Prefecto de Tarija Cnel. Bernardo Trigo Espejo, se puso bajo el mando del Gral. Francisco O’Connor y del Tcnel. Sebastián Estenssoro.
El Batallón Méndez junto a las tropas de los Coroneles Fernando Campero, Manuel Dorado y Bernardo Trigo procedieron a su organizaron desde febrero de 1838. A mediados de mayo, partieron desde la Ciudad de Tarija en busca de las tropas argentinas al mando del Cnel. Gregorio Paz. Por otro lado, las tropas del Gral. O’Connor acamparon en San Blas en las afueras de la Ciudad para resguardarla ante el posible ingreso de las tropas invasoras. A mediados de junio de ese año arribó a Tolomosa el Gral. Otto Felipe Braun al mando del Batallón Socabaya y; de inmediato se reunió con O’Connor en San Blas y juntos se dirigieron a la Ciudad de Tarija.
El Cnel. Paz y su Estado Mayor al conocer el sistema de defensa que el Ejército boliviano había desplegado, determinó dirigirse con sus tropas por el Sur hasta el pueblo de La Concepción (hoy Uriondo, Capital de la Provincia Avilés del Departamento de Tarija), y; desde allí, hasta el caserío de Padcaya (hoy Capital de la Provincia Arce), para llegar hasta el curso del Río Bermejo y descender hasta Santa Victoria (hoy Provincia de Salta) En la madrugada del 24 de junio de 1838 tropas bolivianas al mando del Gral. Braun, Francisco O’Connor, Timoteo Raña, Sebastián Agreda, Bernardo Trigo, Eustaquio Méndez, Sebastián Estenssoro y Fernando Campero, después de cruzar el Rio Cuyambuyo, se enfrentaron y derrotaron a las tropas argentinas en la Batalla de Montenegro, en la Cuesta del Espinillo, muy cerca de Padcaya, poniendo fin al último intento argentino de recuperar el territorio de Tarija por la fuerza de las armas, territorio que a fines de 1826 habían perdido debido a los desaciertos del Gobernador de Salta Juan Antonio Álvarez de Arenales y; particularmente de los dos Tenientes de Gobernadores de Tarija -Ciriaco Díaz Vélez y Mariano de Gordaliza-, designados desde Buenos Aires y Salta (Dramática Incorporación de Tarija a Bolivia, Elías Vacaflor Dorakis, 2008). La Confederación Perú Boliviana fue disuelta el 25 de agosto de 1839.
En el 184° aniversario del fallecimiento de nuestro personaje histórico (5 de octubre de 1871), ofrecemos este breve trabajo para expresar nuestro reconocimiento, admiración y homenaje póstumo a este gran ciudadano irlandés que escogió a Tarija como segunda Patria y; a ella, brindó su vida, sueños y lucho por su progreso y bienestar y; dejó brillante descendencia que es ejemplo de amor y dedicación por Tarija, tal el caso de su primer nieto, el Dr. Tomas O’Connor d’Arlach (autor de la letra del Himno Tarijeño), y su bisnieto, Octavio O’Connor d’Arlach (autor del estudio histórico del Escudo de Tarija)
Como testimonio de nuestro sincero respeto, ofrecemos a los lectores del Nuevo Sur, el texto de la Partida de Defunción del Gral. Francisco O’Connor, que por primera vez verá la luz pública de su amada Tarija:
En el año del Señor de mil ochocientos setenta y un en seis de octubre, se sepultó con oficios solemnes y Cruz Alta en la Capilla del panteón de esta Matriz de Tarija el cuerpo mayor del Ilustre Benemérito General Francisco Burdett de O’Connor de ochenta años al parecer natural del reino de Irlanda y vecino en esta ciudad más de cuarenta años, marido de la Señora Francisca Ruyloba. Murió Sacramentado y; para que conste, Yo el Cura lo certifico y firmo. Bernabé Quintanilla
Transcripción a cargo de Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2 de junio de 2012), de la Partida Original existente en el Archivo Parroquial de la otrora Iglesia Matriz de Tarija (hoy Catedral), bajo el título de: Libro Parroquial en el cual se sientan las Partidas de Entierros en el Panteón de esta Ciudad y en el enterratorio de la Vice Parroquia de Tolomosa – Empieza a correr desde veinticinco de mayo del año de 1869 a 1874 – Siendo Cura Rector de esta Santa Iglesia Matriz Don Bernabé Quintanilla.

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