Por Gustavo Rodríguez Ostria / Los Tiempos de Cochabamba, 1
de agosto de 2010.
La madrugada del sábado 18 de julio de 1970 un grupo de 67
hombres, arropados para combatir el invernal frío que secularmente golpea en La
Paz, espera para partir a un destino que la mayoría ignora. Mientras, ultiman
detalles y conversan. Los días precedentes se les tomó muestras de sangre y
archivos dentales por si acaso fuese necesario identificarlos. Ocultas, con el
mismo propósito, penden del cuello identificaciones con el grupo sanguíneo y el
respectivo nombre de guerra. Las han pulido en monedas de distinto tamaño.
Portan banderas blancas con una gran “A” azul y luce en los
brazos distintivos de la “Campaña de Alfabetización” que ofrecen una momentánea
cobertura. La pantalla es perfecta para la mirada ajena. Pero, fuera de su
ángulo visual, desparramados en el suelo, bultos de cotense envuelven las
mochilas cargadas de vituallas y uniformes verde olivo; en cajas se esconde una
diversidad de armas, municiones, granadas hechizas y de las otras.
La caravana parte a las 8.30 de la mañana de las inmediaciones
de la Plaza Villarroel en Miraflores, La Paz. En el serpenteante trayecto hacia
la selva del norte paceño no se presentan problemas. Los controles militares se
sortean sin problema. El grupo se detiene unos momentos en el poblado de
Caranavi, al norte de la ciudad de La Paz, sede del Batallón Román de
Ingeniería; luego continúa sin problemas hasta la localidad de Alcoche. Desde
allí, a las doce de la noche, tras una tensa espera de cinco horas, siguen
hacia el norte, hacia su objetivo.
TOMA DE TEOPONTE
Corren las dos de la mañana del 19 de julio, cuando el
grueso de los guerrilleros, fuertemente armados, interrumpe el sueño del
poblado minero de Teoponte e inician su insurrección armada. La región esta
cruzada de ríos, quebradas y monte alto, es inhóspita y plaga de alimañas.
Justo dos años antes, el 19 de julio de 1968, Inti Peredo, lugarteniente del
Che, proclamó en la prensa boliviana su desafío: “Volveremos a las montañas”.
Bajo el mando de Chato Peredo, de 29 años, médico formado en Moscú en la
Universidad Patricio Lumumba, hermano menor de Coco e Inti, toman la población.
Allí tiene sus instalaciones a la SAPI, compañía aurífera norteamericana.
Despiertan a sus habitantes con disparos al aire. Rápidamente desarman a la
reducida y desprevenida guardia policial, a la que arrebatan dos fusiles
ametralladora CK 365, una sub ametralladora CZ y cuatro revólveres. Saquean el
hospital de la empresa. Inutilizan varias movilidades. Balean a una pequeña
avioneta privada. Se destruye equipos de radio. Se “expropia” de la caja de la
empresa cincuenta mil bolivianos (unos 4.200 dólares). Ni un solo gramo de
refulgente oro.
Las arcas estaban vacías. La remesa ha sido enviada a La Paz
el día anterior, pero aún hoy una leyenda recorre por los pueblos como un
prometedor fantasma que siempre tiene oídos. Los guerrilleros -susurran-
escondieron en su huída decenas de kilos del precioso metal en las playas del
turbulento río Dinamarca. Más de un lugareño ha muerto buscando el tapado que
lo sacaría de la sempiterna miseria.
La columna armada se compone de 67 hombres, todos varones.
Cincuenta y tres eran bolivianos. De los catorce extranjeros, ocho son
chilenos. Predomina la clase media, apenas cuatro provienen de filas obreras y
una docena de familias campesinas, aunque en su mayoría no trabajan en el campo
y son universitarios. El mayor de todos bordea los 37 años y el menor aún no
cumple los 18. Del grupo local, el grueso militó en el Partido comunista, pero
los hay también quien viene de los trotskistas de POR (Combate), del maoísmo.
Once proceden de filas cristianas, entre ellos el más conocido, pero no el
único, será Néstor Paz Zamora, ex seminarista. Un par de argentinos, seis
chilenos ex integrante del Partido Socialistas, un peruano, un español/norteamericano
y un brasileño constituyen el núcleo extranjero.
PRIMERAS ACCIONES
Al amanecer del 19 de julio, cruzan el rio Kaka. La
guerrilla se ha propuesto encarar tres fases. La primera es una caminata por
terreno despoblado, con el objetivo de cohesionar el grupo y ambientar a
quienes no tenían experiencia en la vida de selva; situación que alcanzaba al
menos a dos tercios de la columna, la mayoría compuesta de estudiantes y
universitarios bolivianos de clase media. La segunda de enfrentamiento y combates
“con el enemigo” para probar la capacidad de fuego de tropa y, finalmente, la
tercera de ingreso a la zona de operaciones, establecida en las proximidades de
las poblaciones mineras auríferas de Caranavi y Tipuani. En ella se esperaba
una mayor recepción que entre las comunidades campesinas. No se alcanzó nunca
esta fase, pues fueron derrotados y muertos en su mayoría apenas concluía la
primera.
Uno de los contratiempos iniciales se confrontó cuando tuvo
que abandonarse el pesado generador del equipo de Radio, lo que dejó a la
columna totalmente incomunicada de la red urbana en La Paz, que no supo que
ocurrió con la guerrilla hasta que esta acabó. Sin embargo, la primera fase se
cumplió con relativa tranquilidad salvo por un inesperado combate con la fuerza
militar causándole una baja y ocho abandonos de las columna, en la mañana del
29 de julio. Los motivos son distintos, pero en todos hubo descontento,
cansancio, hambre y nostalgia. Siete proceden del sector cristiano. Detenidos
por las tropas del Ejército, tras ser obligados a cavar sus tumbas, los
eliminaron con ráfagas de ametralladora el 30 de agosto. Fueron los primeros
caidos.
La segunda fase comenzó a mediados de agosto una vez que la
columna abandonó el pequeño y pobre poblado campesino de La Esperanza, a
orillas del río Anten. Para entonces- en gran parte por el tiempo que
imprudentemente le otorgó la guerrilla durante su caminata- la estrategia
militar había logrado desplegarse totalmente. El mando guerrillero subestimó al
Ejército. No tomó en cuenta que asumiría rápidamente la experiencia de la
guerrilla contra el Che. Unificaría por tanto el mando en la persona del
coronel Constantino Valencia, quien se había destacado en las operaciones
contra Guevara en la VIII División. Se dispuso también que las patrullas se
movieran conservando una prudente distancia entre sus integrantes para no
ofertar un inocente y continuo blanco y que los oficiales usaran seudónimos.
También se impidió totalmente el ingreso de la prensa, a fin que sus información
no filtraran orientaciones a la guerrilla, tal como ocurrió en la época del
Che.
DESASTRE
Al principio la tropa militar rehusó el combate con la
guerrilla, esperando que el cansancio y el hambre hicieran su parte, pero una
vez que recibió el refuerzo de tropas especializada en antiguerrilla, la atacó
con fuerza y decisión. Dos combates sellaron la suerte de la guerrilla. El
primero de produjo en las proximidades de Chocopani el 28 de agosto. La
guerrilla avanzaba lentamente pues debía cargar a Jorge Fernández (Felipe),
norteamericano de padres republicanos españoles, que tenía el pie fracturado.
Sin prever que las fuerza militares se encontraban muy cerca, el mando
permitió, mientras decidían dónde dejar a Felipe, que varios guerrilleros se
dirigieran a un choza campesina cercana a procurase víveres. Cuando el tiroteo
empezó fueron los primeros en caer presos o muertos. Bajo ráfagas de
ametralladoras Browning P. 30, la columna guerrillera intentó retirarse
desordenadamente.
Confundida, una parte de ella, intentó trepar por la lodosa
ladera de un pequeño cerro ofreciendo el blanco ideal. Casiano, el popular
cantor de protesta Benjo Cruz/Benjamín Inda Cordeiro, cayó allí herido. Había
estudiado medicina en la Universidad de La Plata, donde integró el grupo “Siglo
XX” y luego se sumó a la guerrilla boliviana.
Se dejó a dos guerrilleros para cuidar a Felipe y a otros
tres, - dos médicos-, para hacer lo propio con Casiano. Sumados los siete a los
cuatro caídos en el primer momento de la refriega, la columna perdió ese día
once de sus integrantes. Quedó reducida a cuarenta y seis. (Un par habían
desertado entre La Esperanza y el combate de Chocopani). Cabizbajos, y con el
miedo carcomiéndoles las entrañas, continuaron rumbo al sur en pos de alcanzar
su teatro de operaciones. Más el Ejercito no pensaba en darles descanso.
Alertados por campesinos, que colaboraban frecuentemente con ellos, les dieron
nuevamente alcance cuando la guerrilla se aprestaba a cruzar el Río
Chimate.
DIVIDIDOS
Al atardecer del 1 de septiembre de 1970, las tropas
atacaron a la columna guerrillera, ocasionándoles un quebranto irrecuperable.
La mayor parte, al mando de Chato, logró cruzar bajo fuego de morteros y
aviación, las caudalosos aguas. Otros trece, a la cabeza de Estanislao Wilka,
Alejandro, el mismo que en febrero de 1968 sacó a Pombo y Benigno a Chile, se
extravió y quedó en la otra orilla, la del sur. En la confusión reinante cuatro
guerrilleros quedaron a la deriva y nunca más se juntaron con sus compañeros.
Tampoco lograron contactarse el grupo de Alejandro y el de Chato. Allí en
verdad acabó la guerrilla de Teoponte, a menos de un mes y medio de su inicio.
El grupo comandado por el boliviano Alejandro, tomó rumbo al
Sur, posiblemente tratando de alejarse de la presencia del Ejército. Para
eludirlo, se fraccionó en cuatro pequeños grupos. La estratagema no dio
resultados. El Ejército copaba las rutas y centros poblados, a más que contaba
con la colaboración campesina, que con frecuencia delataba a los campesinos. En
menos de un mes todos resultaron muertos, la mayor parte luego capturados
fueron fusilados.
En el grupo del Norte, la suerte también fue descaradamente
adversa. La marcha de los veintiocho combatientes, estuvo plagada de hambre,
deserciones y muerte. La guerrilla carecía de depósitos de aprovisionamiento de
modo que dependía de la alimentación que podía cazar u obtener de los
campesinos. En ninguno de los dos frentes obtuvo réditos, de manera que el
hambre se convirtió en una proverbial compañera. Para mediados de septiembre,
tenían que conformarse con hongos, alguna fruta silvestre y, muchas veces,
engañar al estómago con una sopa de hierbas o simplemente con sueños de futuros
banquetes. En esas condiciones los abandonos por desconfianza en el futuro de
la columna o por agotamiento físico se hicieron frecuentes.
La presencia del Ejército, que contaba en la zona con unos
mil hombres organizados en tres círculos de seguridad, indujo a nuevos
combates. El 13 de septiembre la maltrecha guerrilla se dio modos de emboscar a
una patrulla causándole una baja. Pero descuidaron luego la guardia, de modo
que el Ejército pudo tomar venganza matando a dos guerrilleros. La columna de
Chato quedó reducida a 14 combatientes, la mitad exacta que cruzara el río
Chimate el primero de mes. “resulta lamentable tanto esfuerzo y esperanza
puesta en nosotros (…) estamos prácticamente diezmados y, lo que es más grave,
aislados. No hay capacidad de combate” confesó Chato en su Diario el mismo 13
de septiembre.
A partir de allí, la idea de constituir una vanguardia y una
fuerza combatiente dejó de motorizar al grupo, que solamente trató de
sobrevivir. Al finalizar Septiembre, luego de pasar largos periodos de
hambruna, Chato y otros tres salieron en busca de contactos y alimentos. La
conciencia de la derrota, el hambre, el desequilibrio emocional, hizo de esta
fase la más dura de la guerrilla.
Las relaciones internas llegaron a tensos extremos. El 26 de
septiembre Chato disparó contra dos de sus compañeros, un chileno y un
boliviano, acusándolos de deserción y robo de una lata de sardina, pero en
rigor porque a sus ojos habían vulnerado los códigos del honor, virilidad y heroicicidad
que sustenta a un grupo armado. El 8 de octubre Néstor Paz, murió de hambre.
El 13 de octubre, el menor de los hermanos Peredo fue
capturado en Tipuani, pero antes pudo enviar ayuda al famélico resto de sus
compañeros. La colaboración de mineros y algunos campesinos, en parte
facilitada por el asenso al poder del General izquierdista Juan José Torres el
7 de octubre, logró rescatar a seis de ellos, que el 4 de noviembre lograron
salir a La Paz y al día siguiente, junto a Chato y otro sobreviviente (David,
Mario Suárez), asilarse en Chile.
DE RETORNO
Durante 1970 y 1971, el ELN intentó reagruparse y organizar
nuevas acciones en Bolivia. Tras el derrocamiento de Torres, en agosto de 1971,
el gobierno militar de Hugo Banzer concentró sus operaciones de represión en
esta organización. Decenas fueron a la cárcel, a la tortura y la muerte. A
mediados de 1972, decidieron replegarse a Chile, donde aun contaban buenos
contactos operativos y una cierta solidaridad en las esferas gubernamentales
donde sus ex compañeros chilenos se hallaban bien insertados en el Gobierno de
Salvador Allende.
Fue durante ese agitado 1972, que las relaciones con Cuba se
restablecieron; obvia consecuencia de la situación represiva en Bolivia. Chato
viajó a La Habana donde se reunió con Fidel Castro. La organización decidió a
enviar nuevos contingentes hasta Cuba con el objetivo de entrenarlos para
montar una nueva guerrilla en Bolivia. A mediados de ese año, alrededor de
medio centenar de hombres y mujeres, la gran mayoría oriunda de Bolivia y un
puñado de Chile y otro de Argentina, partieron desde Santiago y Lima a los
campos de entrenamiento.
No requirieron el habitual viaje de enmascaramiento de los
años 60. Cubana de Aviación los trasladó directamente desde Santiago a La
Habana. Una vez allí, se dividieron en dos grupos: urbano y rural. El primero,
que traía la novedad de contar con una veintena de mujeres y apenas tres
hombres. El entrenamiento urbano se desarrolló en Punto Cero y la Habana.
Recibieron el programa consabido: manejo de armas, criptografía, embutidos,
chequeo y contra chequeo, operaciones de logística. Mientras tanto, una
treintena de varones, la mayor parte bolivianos y dos o tres chilenos, se
concentraron, para el entrenamiento rural, en Pinar del Río, en la Cordillera
de los Órganos. Fue en esta misma zona donde en 1966 el Che se preparó para
instalarse en Bolivia.
Concluida la fase de entrenamiento para combate rural,
asistieron a un sofisticado curso de lucha en la ciudad, que durante dos meses
incluyó manejo de tanques, lanzamiento de cohetes antitanques y operaciones
inteligencia y sabotaje.
El plan de retorno incluía organizar la cobertura en Chile y
Bolivia, tal como había ocurrido entre 1969 y 1970. Un núcleo pequeño ya estaba
en Chile -nuevamente concebido como zona de tránsito y refugio- y el grueso
iniciaba la operación de retorno, cuando fue sorprendido por el golpe de
Pinochet. Consumado el golpe, el ELN boliviano ya nada tenía que hacer allí. No
era su lucha. Salieron clandestinos de Chile rumbo a Perú/ Argentina y de allí
Cuba, o se refugiaron en embajadas europeas y latinoamericanas. La totalidad
logró eludir las secuelas represivas del golpe, pero el dramático vuelco en la
política chilena el 11 de septiembre de 1973, impidió que la guerrilla pudiera
asentarse en Chile para trasladarse luego a Bolivia.
UN BREVE BALANCE
La guerrilla de Teoponte fue una repetición tendencial de la
del Che, aunque su derrota fuera más vertiginosa y dramática. Concebida para
durar 10 años, perdió en Teoponte a 58 de sus integrantes, mientras que el
Ejército solamente tuvo 4 bajas, en poco más de 100 días de combate. En el
balance posterior el ELN atribuiría su catastrófico desempeño a una
subvaluación del aprendizaje del Ejército Boliviano luego de confrontación con
las fuerzas de Guevara, a los errores tácticos cometidos por la inexperiencia
del mando y al deficiente reclutamiento entre jóvenes estudiantes. La
imprevisión en el equipamiento del aparato radio-eléctrico, pesado e
inservible, sería también mencionada como uno de los factores de la desconexión
con la red urbana, a lo que se sumó el aislamiento humano de la columna. El
grupo operativo de las ciudades no tuvo tiempo ni presencia para torcer el
curso de los acontecimientos y aliviar la presión sobre las fuerzas del monte.
Pero esta vez se trataba de una red propia, que respondía al mando del ELN, por
lo que, como en el caso del Che, no se pudo acusar a los comunistas de
defección ni tampoco atribuirles el fracaso.
Más profundo que el quiebre de sus conexiones con el
inoperante aparato urbano era, aunque sugestivamente no fuera ni mencionado en
el balance aludido, exactamente tal como ocurrió en la caso del Che en 1967, el
abismal divorcio con las luchas sociales que se intensificaron en Bolivia en
1970 en las ciudades y el campo. En mayo de 1970, apenas un par de meses
previos al alzamiento de Teoponte, la emblemática Central Obrera Boliviana
(COB) proclamó su medular tesis socialista, mientras que las señales de la fractura
del pacto militar-campesino- soporte de cada gobierno boliviano- comenzaban a
ser visibles, aunque no determinantes. El autismo del Estado Mayor del ELN, su
autoproclamado vanguardismo y su obtusa seguridad en la “victoria final”
cerraron el paso a toda vinculación con esas masas, a la par que se subestimaba
su tradición y formas de lucha en las ciudades.
EPIÍLOGO
De los 58 caídos, en 1969 y 1970, el Ejército devolvió los
restos de cerca de la mitad. El resto quedó en el abandonó hasta el año pasado,
compartiendo una imagen de limbo, de eternos fluctuantes entre la vida y la
muerte. ¿Acaso no dice Dante que “los cuerpos insepultos vagan en las tinieblas
frías y no tienen descanso”? Trágica situación que persiste mientras el cadáver
no se entierra; al que no se puede nombrar, que es un hueco en la memoria
familiar. La ausencia del cuerpo impide celebrar el ritual de despedida,
aceptar y humanizar la perdida. Sin tumba visible, sin espacio físico como
morada final, el duelo entre los familiares es trágico e infinito.
Durante nuestra investigación, hallamos mapas militares que
permitieron rastrear los restos de los caídos. Los validamos el 2005 en un par
de visitas realizadas a la zona de Teoponte con Jorge Bayro, nuestro permanente
colaborador y compañero de investigación. En base a esta indagación, e
pesquisas realizadas posteriormente por ASFAMD, el año pasado y este año, el
Ministerio de Justicia con la colaboración del Equipo Argentino de Antropología
Forense, ya halló nueve restos. Tras la pruebas de ADN, cuatro ya fueron
identificados y retornados a su familias. El ciclo iniciado cuarenta años atrás
empieza a cerrarse.
-----------------------
Links relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario