Por: Gil Ricardo Salamé Ruiz es economista. ARGENPRESS.info
Un destacamento de las tropas imperiales al mando de Araujo
é Silva, sin previo aviso invadió la Provincia de Santa Cruz de la Sierra e
intimó al Gobernador independiente de esa provincia don José Videla para que la
evacuase la provincia sin demoras, amenazándolo, en caso de desobediencia en
talar al país y pasar a cuchilla la guarnición, pero allí no paró el
asunto, tuvo la imprudencia de amenazar también nada menos que al General en
Jefe del Ejército Unido, Antonio José Sucre, bajo cuya protección se habían
puesto las provincias altoperuanas. El cumanés, que no se andaba por las
chiquitas le devolvió la afrenta y le escribió:
CUARTEL GENERAL ENCHUQUISACA, A 11 DE MAYO DE 1825
Al señor comandante en jefe de las tropas del Brasil en las
fronteras de Chuiquitos,
Don Manuel José Arenales:
“La nota que Vd. se sirve dirigirme el 26 de abril acaba de
llegarme a mis manos. El comandante Ramos gobernador de Chiquitos, no sólo
carecía de facultades para ninguna negociación con Vd., sino que no tenía
ninguna credencial para entrar en relaciones con el gobierno extranjero. La
entrega que ha hecho de la provincia de Chiquitos a Vd. es una traición y una
perfidia; y Vd. ha cometido una agresión injusta en ocuparla. La provincia de
Chiquitos perteneciente a estos territorios, y puesta bajo las armas
libertadoras, no pueden recibir otra autoridad que las que se les destine por
su gobierno legítimo.
“No puedo persuadirme que Vd. tenga órdenes del gobierno del
Brasil para la invasión que ha hecho; y la conducta de Vd. que marchando de
mano armada a posesionarse de un modo usurpador de esa parte de nuestro país,
sin haber precedido una notificación de guerra ni explicación alguna, es la
violación más escandalosa del derecho de gente y de las leyes de las naciones,
y un ultraje que no sufriremos tranquilamente.
“Nuestro gobierno desea el mantenimiento de la paz y de la
más estrecha amistad entre los gobiernos americanos; pero no teme de nadie la
guerra: poco ha que acaba de humillar diez y ocho mil soldados de sus más
orgullosos enemigos, y su ejército están dispuestos para hacerse respetar y
castigar a los injustos.
“Prevengo pues, al señor comandante general de Santa Cruz,
que si Vd. no desocupa en el acto la provincia de Chiquitos, marche contra Vd.
y no se contente con libertar nuestra fronteras, sino que penetre en el
territorio que se nos declara enemigo, llevando la desolación, la muerte y el
espanto para vengar nuestra patria, y corresponde a la insolente nota y a la
otra guerra que Vd. ha amenazado.
“Reservo el derecho para elevar los reclamos sobre este
suceso al gobierno supremo del Brasil.”
Sucre quien siempre fue un hombre ecuánime, al recibir la
nota grosera del comandante de las tropas del Brasil José de Araujo y su
invasión al Alto Perú lo hicieron salir de sus casillas, reaccionó
violentamente, como nunca lo había hecho en su vida, ordenó al coronel
Francisco López del Regimiento de Lanceros que marchase con todas las fuerzas
que tenía a Santa Cruz para no solo resistir a los brasileros sino para
invadirles su territorio y llevarle la guerra, la muerte y la desolación en
venganza de la agresión y del ultraje que nos ha hecho. Añadió Sucre: “Nuestra
intención es tomarle el Mato Grosso y llevar el espanto a esos injustos
enemigos....”
Dice un dicho:
¡Dios nos guarde de la furia de los hombres pacíficos!
Inmediatamente después el coronel López fue en auxilio de la
provincia invadida.
Sucre, también le dio similares ordenes al comandante
general Videla para que levantase guerrillas y aniquilase a los brasileños y lo
autorizaba a invadir el territorio brasilero, agitar las masas para que se
lazaran contra el imperio. De todo esto le dio cuenta al Libertador, quien
abrazó la vía diplomática para resolver el asunto, y tomó sus precauciones
porque temía que no hubiese sido un acto espontáneo de Araujo sin autorización
de la corte de Río Janeiro e informó a los gobiernos de México, Colombia y
Chile del suceso, y le sugirió a ellos volver a reunir un Congreso en Panamá.
La actitud de Sucre tuvo los resultados que él, sus tropas y
los altos peruanos esperaban: Aterrorizó a las autoridades de Mato Grosso por
el proceder de Araujo y las consecuencias que le estaban trayendo, anularon el
convenio mediante el cual se anexaba Chiquitos al territorio de Brasil. Araujo
fue depuesto, pero en su retirada hizo desastres, saqueando las poblaciones por
donde pasaba, y por esa conducta el gobierno imperial del Brasil lo removió de
los puestos de confianza que ocupaba.
Invasión del Alto Perú por tropas del Brasil:
Mientras el comandante José Araujo invadió con sus tropas al
Alto Perú, territorio que posteriormente sería la República de Bolivia, hubo un
brasileño que se destacó por la lucha de la independencia de países que liberó
Simón Bolívar, el fue José Ignacio Abreu y Lima, nacido en Recife el 06-04-1794
y murió en Pernambuco el 08-03-1869. Abrue de Lima fue descen-diente de familia
noble y acaudalada, y perdió toda su fortu- na por haber participado su padre
en el movimiento revo-lucionario por la independencia. Abreu de Lima logró
huir, junto con su hermano Luis a los Estados Unidos auxiliado por la
masonería, de allí continuó su viaje a la Guaira, atraí-do por el renombre de
Simón Bolívar. En 1818, Abreu y Lima, ofreció sus servicios mili-tares como
capitán, grado obtenido en Brasil y fue aceptado por el Libertador en Angostura
en 1819, durante la vigencia del congreso del mismo nombre. Luego participó en
el equipo de redacción del Correo del Orinoco. En 1819 estuvo con Bolívar en la
Campaña de Apure, en la marcha de paramo de Pisba, tomando parte en la batalla
de Gamaza (11 de julio). Pantano de Var-gas (25 de julio) y Boyacá (7 de
agosto) Siempre al lado del Libertador, actuó en la batalla de Carabobo (24 de
junio 1821), donde fue herido en el pecho. Participó en las operaciones navales
en la toma de Maracaibo (1823). Bajo las órdenes del general Páez estuvo en
acciones contra de Puerto Cabello (08-10-11-1823). Su amistad con Bolívar,
conjuntamente con otros oficiales extranjeros, generó recelos e intrigas; el periodista
Antonio Locadio Guzmán director de Argos, publicó un ataque anónimo contra
Abreu y Lima (1825), de quien recibió repuesta categórica y violenta. Guzmán le
entabló juicio y logró que lo condenaran 6 meses de prisión en el castillo de
San Carlos del Zulia (octubre de 1825).
A pesar de estar desilusionado y ansioso de volver a Brasil,
independiente desde 1822, decidió quedarse para defender a Colombia la Grande,
que estaba amenazada a desintegrar-se; sirvió de intermediario entre Francisco
de Paula Santander y José Antonio Páez, en el intento de reaproximarlos. Ante
la imposibilidad de reconciliación, se inclinó por la fidelidad a Bolívar,
aceptando seguir a Ecuador y combatir en la batalla de Portete de Tarquí
(27-02-1829) al lado del Gran Mariscal Antonio José de Su-cre. Ya coronel,
recibió del mismo Bolívar autorización para defenderlo en Europa de los
ata-ques de Benjamín Constant. Escribió el Resumen histórico de la última
dictadura del Libertador Simón Bolívar, comprobada con documentos, que
distribuyó en panfletos; organizó el periódico La Torre de Babel, en
(Colombia), en defensa de Bolívar. Cuando finalmente se desintegró la Gran
Colombia (1830), acompañó a Bolívar a Santa Marta con Daniel Florencio O’Leary,
Mariano Montilla y algunos otros. Asumió por órdenes del Libertador, el Estado
Mayor del departamento de Magdalena; aplastó a los rebeldes en Río Hacha,
inclusive al bando de Pedro Carujo. El 9 de agosto de 1831 fue expulsado en
compañía de otros oficiales extranjeros, por decreto del ministro de Guerra de
Nueva Granada.
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