Por: Jorge Espinoza / Este artículo fue originalmente
publicado en el matutino paceño El Diario el 19 de Julio de 2014. // Foto: El “rey de la cocaína” Roberto Suárez Gómez junto a su
exótica mascota un tigre de nombre: Cayan.
“El rey de la cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el
nacimiento del primer narcoestado” es el título del libro escrito por Ayda
Levy, viuda del afamado narcotraficante cuya vida adquirió ribetes de leyenda.
El libro revela hechos que nunca mencionó Suárez (1932-2000), o da más detalles
de hechos conocidos por la prensa. Como toda actividad que genera inmenso
movimiento económico, los tentáculos del narcotráfico abarcan actores,
políticos, económicos, militares, policiales, instituciones como la DEA, CIA
etc.
No cabe duda de la extraordinaria capacidad administrativa
de Suárez, líder del cártel de la coca primero y de la cocaína después y
resalta el respeto con que siempre lo trataron conocidos y sanguinarios
traficantes como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez, Pablo Correa y los tres
hermanos Ochoa, líderes principales del cártel de Medellín. Resumo algunos de
los pasajes más relevantes -a mi juicio- del libro.
El dictador Luis García Meza que gobernó Bolivia entre julio
de 1980 y agosto de 1981, junto a su ministro del Interior Luis Arce Gómez
(pariente de Suárez Gómez) propusieron a Suárez un plan a base de la producción
y venta de cocaína, para financiar programas estatales y sacar a Bolivia de la
pobreza extrema. Pusieron a su servicio mercenarios extranjeros (“Los novios de
la muerte”) al mando del criminal de guerra nazi Klaus Altmann (Barbie). Según
Levy los grandes traficantes del país ofrecieron a García Meza un
financiamiento de cuatro millones de dólares para su golpe. Por presiones del
Departamento de Estado de EEUU, García Meza destituyó a Arce Gómez y aconsejó a
Suárez a ponerse a buen recaudo.
En su segundo gobierno (1982-1985) el Dr. Hernán Siles a
través de su emisario Rafael Otazo solicitó ayuda económica a Suárez, que según
Levy en 12 meses pasó de 150 millones de dólares, que no sirvieron para
equilibrar la balanza fiscal, que remató en la devastadora hiperinflación.
Por invitación del general Arnaldo Ochoa, en enero de 1983
visitaron La Habana Suárez y Pablo Escobar, donde junto con Ochoa y el Ministro
del Interior Pablo Abrantes, acordaron pagar diariamente un millón de dólares
para tener la cobertura del gobierno cubano y el libre acceso a sus aguas
territoriales y espacio aéreo. Luego en Cayo Piedra charlaron con Fidel y Raúl
Castro. Después de 16 meses y del pago de casi 500 millones de dólares, el
acuerdo finalizó en junio de 1984, porque Fidel Castro se enteró que Suárez y
el cártel desarrollaban una sociedad paralela con el auspicio del general
Manuel Noriega, gobernante de facto de Panamá, con la CIA y el gobierno
costarricense, para generar ingentes recursos extraoficiales, que utilizaría la
CIA para continuar apoyando a los contras nicaragüenses, ante la negativa de
Washington a seguir respaldándolos.
La CIA transportaría el clorhidrato de cocaína hasta EEUU y
el cártel se encargaría de su comercialización. Suárez, Escobar y la CIA
recibirían cada uno el 30% de las utilidades y Noriega el 10%. En septiembre de
1986 luego de veinte meses de operaciones y habiendo cumplido la producción de
500 toneladas de cocaína acordadas con el Cnel. Oliver North, Suárez dio por
finalizado el acuerdo de Panamá, no accediendo a las gestiones para extenderlo
de North ni de Noriega primero y luego de Escobar y otros miembros del cártel,
a los que más bien les anunció el fin de sus operaciones en general. Continuó
el negocio solo. Después la CIA desataría una implacable persecución de Suárez
y de su hijo Roberto.
En 1985 surgió un video en el que dos hombres fuertes de
ADN, Alfredo Arce (ex ministro del Interior) y el Gral. Mario Vargas (ex
ministro de Trabajo) aparecían compartiendo con Suárez. La tarde en la que el
Congreso puso fin a las sesiones investigativas, en un contacto con la cadena
televisiva RTP, Suárez acusó a la coalición de gobierno Banzer-Paz Estenssoro y
a todos los anteriores gobernantes desde finales de la década del setenta, de
ser y haber sido cómplices del narcotráfico, bajo la protección de la CIA y la
anuencia del gobierno de EEUU. El canal fue clausurado y su propietario Carlos Palenque
fundó su partido Conciencia de Patria, adquirió luego notoriedad, y se
convirtió en importante líder político populista.
Luego de su acordada entrega el 20 de julio de 1988, Suárez
fue condenado a 15 años de prisión, pero fue liberado en 1996 y murió en 2000
de un ataque al corazón.
En septiembre de 1982 Suárez envió una carta a Ronald
Reagan, presidente de EEUU, ofreciendo entregarse si se liberaba a su hijo
Roberto y si EE UU pagaba la deuda externa de Bolivia, de más de 3.000 millones
de dólares. En noviembre de 1983 su hijo fue absuelto -y liberado- por cargos
de tráfico de cocaína en Miami.
Levy indica “Los mayores beneficiarios de las millonarias
ganancias generadas por el tráfico de drogas no fueron los pobres, sino los
gobernantes de los países involucrados, los militares, los policías, las
agencias antidrogas y de inteligencia bolivianas y norteamericanas, y los
políticos de siempre”.
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