UNA EXTRAÑA COINCIDENCIA, BARRIENTOS Y EL "CHE"


Por: Tomas Molina Cespedes // Artículo publicado el 9 de octubre de 2014. // Fotos: Barrientos Ortuño y Ernesto Guevara "Che".

El 9 de octubre de 1967, a Hrs. 13.10, fue fusilado en La Higuera el mítico guerrillero Ernesto Che Guevara y luego su cadáver trasladado en el HELICÓPTERO Hiller H-23 a Vallegrande, donde al día siguiente fue exhibido al mundo. El fusilamiento fue presenciado y verificado por el agente de la CIA Félix Rodríguez, quien anotó la hora exacta de la ejecución. Gobernaba el país el Gral. Barrientos. Matador y matado se catapultaron a la fama y entraron en la historia universal. Un año y medio después, concretamente el 27 de abril de 1969, a Hrs. 13.10, cae en Arque el HELICÓPTERO Hiller H-23 del Presidente Barrientos y este muere horriblemente carbonizado. La extraña coincidencia es que el helicóptero era el mismo en el que había sido trasladado el cadáver del Che de La Higuera a Vallegrande y la muerte de ambos se produjo exactamente a las 13.10. A esto se debe que dicho aparato fue bautizado por el pueblo con el nombre de “qhencha” helicóptero.

¿QUIEN TIENE EL RELOJ DEL CHE GUEVARA?


Por: Tomas Molina Céspedes // artículo publicado el 7 de octubre de 2014. // Foto: El argentino-cubano Guevara.

 Conforme pasa el tiempo, los hechos ocurridos luego de la captura y fusilamiento del Che Guevara, el 8 y 9 de octubre de l967, se desdibujan y entran al campo de la legenda, generando anécdotas que entretienen y enriquecen el relato histórico. Uno de esos hechos es el referido a lo ocurrido con el reloj del Che, luego del combate en la quebrada del Churo.   
 Es un hecho cierto, que en vida el Che Guevara tenía un reloj fosforescente suizo, marca “ROLEX”, que marcaba no sólo la hora, sino también la ubicación, la altitud, la humedad, la temperatura y la fecha. A esto se debe que en su diario, antes de comenzar el resumen del día, señalaba con exactitud la altitud en la que se encontraba. Ese reloj acompañó al Che en todos los momentos culminantes de su vida. 
 El día que el Che cayó prisionero llevaba su famoso reloj. ¿Qué pasó con él? Aquí comienza la legenda. Por lo  menos tres personas alegan tenerlo como botín de guerra: 1) El General Gary Prado Salmón, que comandó la captura del Che; 2) Un miembro del Comando de Ejército de entonces; 3) Uno de sus soldados y 4) Félix Rodríguez, el agente de la CIA, que interrogó al Che en la Higuera antes de su fusilamiento.
 Las pertenencias de los hombres célebres siempre han suscitado interés y codicia. El distinguido historiador  Edgar Oblitas Fernández, me decía que muchas personas, incluyendo un boliviano, aseguran tener el reloj auténtico del Libertador Simón Bolívar. Así fue y al parecer así siempre será mientras exista el ego y la ambición de las personas.
 Pero ¿qué pasó con el reloj del Che? Primero conozcamos la versión de Gary Prado Salmón, el militar boliviano que capturó al Che, quién según su libro: “LA GUERRILLA INMOLADA”,  sostuvo esta conversación con su prisionero, el 8 de octubre en la noche, en la escuelita de la Higuera: “...Comencé a hablar con él -- dice--. Me interesaba sobremanera conocerlo mejor. 
 ¿Cómo se siente?
 -Bien. El teniente me ha puesto una venda y aunque siento algo de dolor, no se puede evitar ¿no?.
-Lamento que no tengamos un médico con nosotros, pero de todas maneras mañana, a primera hora, vendrá el helicóptero y será llevado a Vallegrande donde podrá ser mejor atendido.
 -Gracias, me imagino que deben estar ansiosos por verme allí.
 -Seguramente, ¿Hay algo más que pueda hacer por usted?
 -Sí, hay algo más Capitán, aunque no sé cómo decirlo.
-Dígalo, no tenga reparos.
     -Se trata de esto. Tenía conmigo dos relojes, UNO MIO y otro de uno de mis compañeros que me fueron quitados por los soldados cuando veníamos aquí.
 Reaccioné rápidamente. Yo no había autorizado aquello. Sabía quienes eran los soldados que lo habían acompañado en el trayecto desde el Churo, así que salí y los hice llamar de inmediato. Efectivamente, tenían los relojes Rolex Osteer Perpetual, de acero inoxidable idénticos. LOS RECUPERE y después de reprenderlos severamente, retorné a la escuela. 
 -Acá tiene sus relojes. Guárdelos. Nadie se los quitará.
 -Me temo que son muy notorios para poder seguir teniéndolos. Preferiría que me los guarde usted hasta cuando pueda recuperarlos o para que los haga llegar a los míos cuando sea posible. ¿Me haría ese favor?
 Vacilé un momento, pero luego decidí aceptar, porque seguramente en Vallegrande se los QUITARIAN nuevamente.
 ¿Cuál es el suyo?, pregunté.
 -Lo marcaré, dijo. Tomó una piedrecilla del suelo trazando una “x” en la parte inferior del reloj (falso, porque el Che históricamente tenía las manos amarradas). Este es el mío, el otro de Tuma – explicó --, ENTREGÁNDOME ambos relojes, que guardé en uno de mis bolsillos...”
 Esta versión contradice el inventario de las pertenencias del Che, que incluye dos relojes, dado a conocer por el  Comando del Ejército en Vallegrande, el día 10 de octubre. Si el Che entregó el 8 de octubre a Gary Prado dos relojes y,  éste se los guardó en el bolsillo, resulta inexplicable que ambos relojes aparezcan dos días después formando parte del inventario de prendas encontradas en el cuerpo del guerrillero. Al respecto “Pombo”, el sobreviviente cubano de la guerrilla, en sus memorias, dice: “En la tarde del día 10 escuchamos la noticia de la muerte de Che, no había dudas, daban la descripción de su persona y la forma como estaba vestido; hablaban del suéter que perteneció a Tuma y que él llevaba como recuerdo, DE LOS DOS RELOJES: el de él y el de Tuma, que conservaba para entregárselo al hijo de éste que no había conocido, las abarcas que le había hecho Ñato, los dos pares de medias (Che siempre usaba dos pares, pues tenía la piel muy fina y así la protegía)” (POMBO, Un hombre de la guerrilla del Che, Pag. 216). Según esta versión algún jefe militar de importancia del Ejército se apropió de los relojes en Vallegrande.   
 Por su parte, el agente de la CIA Félix Rodríguez, el único extranjero que conversó y fotografió al Che, la mañana del 9 de octubre de l967, en sus memorias, dice: “...El reloj Rolex, que el Che tenía en la muñeca izquierda, UN SOLDADO se la había quitado poco después de la captura. Vi que lo mostraba a los otros y le pedí que me lo diera para examinarlo y comprobar que no tenía microfilmes. Le prometí que se lo restituiría de inmediato. Me aparté y velozmente cambié la pulsera del Rolex del Che y de mi propio Rolex. Después le di al SOLDADO mi reloj con la pulsera del Che...Después de estrechar la mano a Guevara salí y MANDÉ a Terán que cumpliera la orden. Le dije que debía dispararle por debajo del cuello porque tenía que parecer muerto en combate. Terán pidió un fusil y entró en la habitación con un par de soldados. Después oí los disparos. Miré el reloj del Che y anoté en mi cuaderno: hora 13:10 del 9 de octubre de l967...” (El Guerrero de la Sombra)
 Según esta versión, un soldado que participó en el operativo del Churo se quedó con un Rolex, lo que significa que a estos tres personajes –Prado, Rodríguez y algún jefe del Ejército --, que dicen haberse quedado con el reloj del Che, se agrega un cuarto que a estas horas también debe creer tener tan valioso botín en su poder. 
 ¿Quién dice la verdad? Quién tiene el Rolex auténtico del Che. Tal vez nunca se sepa, porque la leyenda alcanza no sólo a la vida de los personajes célebres, sino también a cuanto les perteneció. Lo único cierto es que el Rólex del Che  aún debe estar marcando la hora de uno de sus verdugos. (De mi libro “CHE, EL ÚLTIMO COMBATE”) Я посвящаю эту статью, чтобы моя дочь Татьяна и ее мать света, с любовью.

GERMAN BUSCH A LAS ARMAS


Por: Augusto Céspedes // Foto: Busch en el colegio militar, en La Paz.

Al disponernos a partir hacia Tarija , horas 11 de la mañana luminosa, veo cerca de un camión al capitán Germán Busch. Vuelve, después de su licencia , a la pelea de las armas en la que se ha revelado tan campeón como en la de los puños. 
Le recuerdo, a este propósito, haberle conocido hace ocho años de la aventura nocturna de la cual un fornido amigo mío obtuvo un puñetazo de gran magnitud que le dio Busch y que pasó exactamente a tres milímetros de mi oreja derecha. Busch era entonces un cadete adolescente. Ahora sigue siendo un muchacho , delgado y elástico, lleno de fuerza interior. Su fuerza exterior no me ha animado a confirmarla, por falta de un compañero con quién hacer el experimento.
-“Vuelvo con la misma fe de antes – dice Busch-y con la misma confianza”-
Percibo a través de sus frases una sencillez infantil y , acerca del peligro y de la muerte, un escepticismo fatalista. 
-“Todo es cuestión de suerte”- murmura, cerca al ruido del camión que ha de llevarle, nuevamente , al encuentro de su camarada el Destino y de su amiga la Muerte.

Hace embarcar unos paquetes cuyos destinatarios son sus soldados. Esos paquetes son obsequios de las damas de Cochabamba para ser distribuidos en la línea de fuego. Los llevará personalmente, como nosotros llevamos también unas cajas misteriosas que ha traído Pancho Villa y que encierran según él 5.000 raciones de chocolates y galletas para los combatientes. Pero no hay que creerle. Desde anoche hemos perdido la confianza en este mago del fuelle.

Se hace más frecuente la vibración de los motores. Ya ha partido Busch. Los cirujanos militares de Aramayo , Guzmán  Téllez,  Alcoreza y Sardón se embarcan en este momento y luego el zumbido creciente de los camiones se ahoga en el camino, bajo el cielo matinal de Villazón , rumbo a Tarija. 

13 de febrero de 1933.  

Fuente: Augusto Céspedes. 1975. Crónicas heroicas de una guerra estúpida. Editorial Juventud. La Paz-Bolivia.  P.p 13.

ORÍGENES DEL HABLA POPULAR DE SANTA CRUZ



Por: Gustavo Adolfo Navarro Occhiuzzo // Pintura de Ángel Blanco.

Desde hace cientos de años, Santa Cruz se ha constituido como una cultura de frontera, donde confluyen influencias chiquitanas, chaqueñas, amazónicas y vallegrandinas, que en muchos casos, han trascendido las fronteras del territorio departamental y nacional.  No hay mejor expresión de esta característica que el habla popular cruceña, producida por un largo proceso de sedimentación lingüística,  resultado  del permanente mestizaje, una infatigable actividad comercial y la constante migración externa e interna. 

Por eso mismo, el habla popular cruceña se encuentra enriquecida por las siguientes vertientes: 

.- Arcaísmos: Vocablos pertenecientes al castellano antiguo traído por los conquistadores como ser: Apear, camal, cucarro, querencia, panteón, recova, recua, tiricia, o el famoso “Elay” (helo ahí). También el “voseo” que no es de origen bonaerense como algunos suponen, sino que proviene de los antiguos hidalgos que llegaron al continente, para los cuales, el “voseo” era una expresión de estatus. 

.- Antillanismos: Vocablos heredados por los pueblos caribes con los cuales tuvieron contacto con los primeros conquistadores españoles, como ser: Ají, cacique, canoa, caoba, guayacán, maíz, yuca, pitajaya.

.- Quechuismos: Vocablos de origen quechua que se fueron asumiendo como producto del intercambio cultural con la región vallegrandina, el comercio con los valles de Cochabamba y Charcas, como así también la migración:  Apasanca, carachupa, chicote, concho , coto, chafra, charque, chilchi, choclo, chulupi, chujcho, guatoco, pascana, acullico, huacha, liquichiri, yapa.

.- Chiquitanismos: Vocablos adoptados gracias al mestizaje con los pobladores originarios de chiquitos y el comercio con las misiones jesuíticas como ser: Achachairú, cuchuquí, curucusí, ochoó, chío, curupaú, cotibí, jarubichi, jone, paico, taita, toborochi. 

.- Guaranismos: Las cuales fueron incorporadas al habla cruceña por los núcleos fundantes de guaranís y mestizos que llegaron con los conquistadores españoles, y el posterior mestizaje que se dio con los Chiriguanos que a su vez conquistaron a los Chané y se asentaron en la actual Provincia Cordillera: Cunumi, cuña, cuñapé, chichapí, guapurú, jacuú, jatupú, jenecherú, sapicuá, tapeque.

.- Portuguesismos: Debido a las diversas influencias de un país fronterizo como Brasil, entre los que se destacan: Chute, bosta, caneco, cachuela, saudades, charola, mucama, peta, venda, vendaje.

.- Lunfardismos: Debido a los argentinos que desde hace muchísimo tiempo vivieron en Santa Cruz y a los cruceños que viajaban a estudiar o comerciar con la Argentina y retornaban a la ciudad como ser: Boliche, caramañola, cachafaz, boludo, pelotudo, chiflao, piantao, bacán, facha, falluto, badulaque. 

Nota: Estas son solo algunas palabras, existen muchas más.

¿CUÁL FUE EL PRIMER PERIÓDICO DE LA AMAZONÍA BOLIVIANA?


EL ECO DEL BENI  (Capítulo de Siringa)

A fines de junio de 1897 empezó en serio la actividad tipográfica. La presentación de ´´El Eco del Beni`` con sus más vistosas galas, debía hacerse el 16 de Julio, como contribución de los paceños al festejo que se hacía todos los años. 
No eran sino ocho páginas, pero de gran formato, las del periódico. El trabajo se comenzó son singular empeño, no dándonos ningún reposo a los tipógrafos, para cumplir con el compromiso contraído con los jefes, y que éstos a su vez habían contraído con el público. ´´El Eco del Beni`` debía ser entregado la noche del 15 de julio a la medianoche, en circunstancias en que , acabado el banquete, comenzaba el gran sarao. Nos vimos en duros aprietos, primero, por los menudos accidentes que traía la nerviosidad del patrón y, segundo, por las muchas deficiencias de la prensa e inconvenientes imprevistos. Las diez de la noche, las once…..las doce. 

El tiraje de la última página se atrasó porque los rodillos se fundieron. Hubo que poner tinta a mano, emparejándola con un cepillo. La impresión no era nítida y atrás, los cuatro ojos de don Lucio y las exclamaciones entrecortadas de don Abel, todo lo acabaron por estropear. El pobre Rafael, literalmente, sudaba tinta……en tanto que de la calle, llegaban los acordes de la banda ´defendiendo` un chotis del maestro Tavarez. De balde iban y venían los caballeros almidonados, del baile a la imprenta y de la imprenta al baile, en la esperanza de ser unos, primeros que otros, los portadores del gran numero. Al fin – por la madrugada- pudo ser satisfecha la ansiedad general.

Las aclamaciones en los salones del Hotel, atronaron el ambiente. Corrió sobre las copas el Clicquot, el Prince Alexandre y la Pomery, que eran las champañas más conocidas de entonces. Nosotros celebramos el bautismo de nuestro diario, durmiendo como troncos descabezados, después de tres fatigosos días de labor. Se impuso ``El Eco del Beni`` hasta en los estados brasileños fronterizos, no tanto por el esmero de la presentación que nosotros cuidábamos desvelados, cuanto por la calidad de la información escrita con atildamiento. De todo se ocupaba el periódico: prevenciones a los industriales, cotizaciones, tráfico, fletes, accidentes, notas de sociedad (con inefable adjetivación) y artículos de fondo y referencia a los acontecimientos del interior en general.   

Juan B. Coimbra.1944.(1993) Siringa. Empresa Editorial Urquizo. La paz –Bolivia. P.p 165-167
Foto: Tapa del libro Siringa de Juan Coimbra.
Transcripción: Gustavo Adolfo Navarro Occhiuzzo

HOMENAJE PÓSTUMO A LAS MADRES CUYOS HIJOS MARCHARON A DEFENDER EL LEJANO CONFÍN DEL TERRITORIO BOLIVIANO


(Por Diego Martínez Estévez) // Foto: Torrico Zamudio.

A lo largo y ancho del país, miles de hijos se despidieron para nunca más volver, por lo que ya no tenía sentido acudir presurosas, al llamado del aullido de la sirena del tren que desde Villazón retornaba con heridos y también con gran cantidad cartas. En cada estación y población, multitudes de desesperadas madres esperaban ser nombradas por los carteros.

La gran mayoría no sabía leer ni escribir; empero, no faltaban personas, en especial señoritas, que les leían los amorosos mensajes remitidos por sus hijos. Algunas de estas cartas se encuentran transcritas en el libro titulado, “Epístolas de la Guerra del Chaco”, cuya tapa se observa adjunta a este artículo. En la imagen se observa a una madre escuchando atenta, la lectura de la epístola remitida por su hijo.

Desde el punto de vista de la Sociología de la Guerra, la triada: madre – hijo – guerra, al menos en Bolivia, es una asignatura pendiente. Nunca se la abordó, ni siquiera tangencialmente y uno de los miles de casos soslayados incluidos sus efectos psicológicos y materiales, es el que se leerá a continuación.

La señora Epifania viuda de Manchego tuvo cuatro hijos que combatieron en la Guerra del Chaco. Dos ellos - Tomas y Francisco – eran militares de Carrera.

Tomas era capitán cuando en Boquerón, una esquirla de granada de artillería lo hirió de muerte. Era quizás, el oficial que más odio sentía por los paraguayos y no era para menos. El 5 de diciembre de 1928, el Fortín Vanguardia que se hallaba instalado al sur de Vitriones,  dentro del denominado Parque Otuquis, fue sorpresivamente atacado por más de 300 paraguayos. Era un pequeño cuartel donde inclusive existían viviendas para casados y solteros. Las familias pudieron huir, pero no sus cuatro decenas de defensores. Fueron tomados prisioneros y conducidos a látigo, hasta fortín Galpón, situado a unos 80 kilómetros al sur. En el trayecto, dos soldados fueron asesinados; el resto y durante seis meses, recluidos en el “Jardín Botánico” situado en las proximidades de Asunción donde eran sometidos a trabajos forzados y salvajemente vejados, tanto así que todas las mañanas debían entonar el himno nacional del Paraguay. La Liga de las Naciones, después de haber investigado y arribado a conclusiones, estableció sin lugar a dudas que fue el Paraguay el agresor y no Bolivia, disponiendo que el gobierno guaraní reconstruyese el cuartel incendiado. Existen fotografías donde se observa la firma del acta de entrega del cuartel totalmente restaurado.

En Boquerón, cuando las ametralladoras y fusiles dejaban de vomitar sus fuegos, la pieza de Tomás, por mayor tiempo continuaba traqueteando sus mecanismos, hasta que un día, el propio teniente coronel Marzana le llamó la atención por considerar que desperdiciaba munición. El oficial, airado le respondió que no las malgastaba.

Su madre, la señora Epifania viuda de Manchego recibió la terrible noticia sobre el fallecimiento en combate de su querido hijo Tomás, a través de una carta remitida por el Estado Mayor Auxiliar de La Paz, donde se lee:

“La Paz, octubre 26 de 1932”.

“Señora Epifania V. de Manchego”.

“Presente:”.

“Con profundo sentimiento comunico a usted que su hijo, el Capitán Tomás Manchego F., ha muerto en Boquerón, dejando en el seno de sus camaradas y el Ejército en campaña un vacío insustituible. ¡Su nombre lo recordaremos juno a los héroes que murieron en defensa de la Patria! Su ejemplo y civismo será imperecedero. En nombre mio y del Ejército expreso a Ud. mi consideración”.

“Respecto al Mayor Manchego, otro hijo que tiene Ud. en servicio de la nación en el Chaco, no es posible que acceda a su viaje a esta en mérito de que se halla en un puesto de confianza, a la cabeza de su unidad, estimando su concurso como necesario.”.

“Reitero a Ud. mis consideraciones y sentimientos con que la saludo atentamente. (Fdo.) Armando Bretel”.

Desde antes que estallara la guerra, Francisco esperaba vengar las atrocidades cometidas en prisión a su hermano menor, quien, por entonces ostentaba el grado de subteniente. Le llegó la ocasión de saldar cuentas cuando el Regimiento Florida a su mando que cubría “El Mutún”, punto fronterizo con el Brasil, recibió la misión de capturar fortín Bogado que lo encontraron vacío, porque dos días antes, el capitán Rafael Pabón había bombardeado y ametrallado el punto, poniendo en fuga a medio centenar de jinetes. .Aclarar que “El Mutún” se encuentra a unos 40 kilómetros al noreste de fortín Vanguardia donde su hermano, el año 1928 se encontraba destinado.

Al replegarse por falta de sustento logístico y por encontrarse enfermos la mayoría de sus integrantes, el mayor Francisco Manchego se anotició de su muerte. Desde entonces, se empecinó por buscar combate. Su regimiento, para incorporarse a la Tercera División que venía actuando en el sector de Corrales, marchó aproximadamente 700 kilómetros. Esto fue en enero de 1933.

En cuanto a su anciana madre, sumida en una profunda depresión y extrema pobreza, le quedaban tres hijos. En una de sus últimas cartas recibidas, Francisco le expresa:

“Un día solemne, tus hijos militares hemos jurado defender nuestra bandera con abnegación y sacrificio mismo de la vida, uno de ellos, el menor, cayó heroicamente en su puesto, el otro sigue cumpliendo calladamente con su deber y es justo que aspire a cumplir debidamente su juramento…”.

De nada servían los consejos de: “sea prudente mi mayor”. “Los soldados del Florida eran testigos de su valentía hasta la temeridad. Muchísimas veces lo vieron en combate avanzar impertérrito exponiendo su vigoroso pecho de atleta al fuego del adversario, para asaltar con sus hombres las trincheras enemigas”.

Aquel juramento tuvo una trágica consecuencia.

Para el 18 de junio de 1934, el mayor Manchego ya no era Comandante del Florida. El mando superior lo nombró Jefe de Estado Mayor de la 4ta. División. Esta gran unidad de combate cubría el sub sector sudeste y apoyaba su ala en la orilla izquierda del río Pilcomayo. Estaba encuadrada en el Primer Cuerpo de Ejército, cuyo frente – Ballivián - se extendía hacia el noroeste por aproximadamente 100 kilómetros. Aquella fecha, su querido ex Regimiento Florida soportó parte del peso del ataque de la 5ta. División paraguaya que logró abrir una brecha en el sector del Regimiento Pérez. El bolsón fue duramente castigado por la aviación, morteros y artillería. Dos días después, la 4ta. División se lanzó al contraataque y Manchego, como en sus viejos tiempos cuando encabezaba el equipo de futbol del Colegio Militar, se aprovisionó de granadas de mano y corrió al punto amenazado para rectificar la línea. Desde una trinchera improvisada comenzó a lanzar sus granadas de mano siendo emulado por sus soldados. Momentos después, a una orden suya, sus hombres saltaron de sus posiciones para irrumpir en las líneas enemigas y luchar cuerpo a cuerpo. Los bolivianos disponían de reservas y podían continuar renovando su empuje incontenible animados por su jefe que peleaba junto a ellos. Atropellaron las sucesivas y tenaces resistencias que les opusieron el 3ro y 7mo. Regimientos enemigos, provocándoles a lo largo de dos días de intensa lucha, 500 muertos. Esta cifra la brinda el coronel Nicolás Delgado en su libro titulado HISTORIA DE LA GUERRA DEL CHACO.

El triunfo fue rotundo para “La Brava Cuarta”, pero a un elevado precio: otro de los mejores oficiales del Ejército de Bolivia: el mayor Francisco Manchego Figueroa, cayó acribillado por una ráfaga de ametralladora.

He aquí las consecuencias por educar a los hijos en los moldes del honor, la lealtad y la defensa a ultranza de la patria.

“Francisco dejó de existir a la edad de 37 años”.

“Nuestro héroe dejó en pobreza a su anciana madre que enfrentado abnegada a las necesidades de su condición, había alcanzado ya los 71 años de edad. Uno de esos días, inmediatamente posteriores a la muerte de su segundo hijo, fue entrevistada en su domicilio en la ciudad de La Paz por un grupo de periodistas de la prensa local y aunque la afligía un profundo dolor por la pérdida de sus hijos militares, Francisco y Tomás y por la ausencia de José y Ramón que aún combatían como simples soldados en el Chaco, la digna matrona se mostró serena y resignada; consciente ante el deber de madre abnegada, en aquella hora suprema de peligro para la patria que exigía de los bolivianos los mayores sacrificios; manifestó que creía haber cumplido ese deber sin esperar recompensa alguna como posiblemente lo habrán hecho otras madres bolivianas”.

“Pocos días después fallecía la señora Manchego en una situación de extrema miseria; junto a su venerable lecho de muerte se encontraron algunas cartas escritas a lápiz que sus hijos Francisco y Tomás le enviaban desde la zona de operaciones del Chaco en la que las que los valientes, con frases de ternura le expresaban su cariño y la consolaban; era el único tesoro que conservaba la generosa matrona. Asimismo, entre esos documentos íntimos estaba una nota oficial del Estado Mayor Auxiliar” donde le hace conocer la muerte de su hijo Tomás. Nota transcrita párrafos más arriba.

“En la Orden General del 20 de junio de 1934 fue ascendido al grado de coronel. En la misma orden, el Regimiento Florida, al que le había dedicado lo mejor de su vida profesional hasta situarlo entre los mejores de nuestro Ejército, pasó a denominarse “Regimiento Manchego 12 de Infantería”.

“En el segundo aniversario de su muerte, los oficiales que habían combatido bajo sus órdenes en el Regimiento Florida mandaron a oficiar una misa solemne en la Catedral de La Paz, en recuerdo del brillante soldado y querido jefe”.

Con el presente artículo, hoy 27 de mayo, fecha consagrada para recordar el “Día de la Madre”, rendimos nuestro más sentido homenaje a las heroínas de la Guerra del Chaco, quienes, como la señora Epifania viuda de Manchego, entregaron a la patria para defenderla, el tesoro más preciado: sus hijos.

BILBIOGRAFÍA CONSULTADA:

CORONEL FRANCISCO MACHEGO FIGUEROA. Autor. General Roberto Ayoroa Zorrilla.

RECUERDOS DE LA GUERRA DEL CHACO. Autor. General Oscar Moscoso Sánchez.

UNO DE LOS SARGENTOS, LLENO DE ENTUSIASMO, GRITÓ “¡CHILENOS DE MIERDA, AMÁRRENSE LOS CALZONES, QUE AQUÍ ENTRAMOS LOS “COLORADOS DE BOLIVIA”!


26 de mayo de 1880 — Batalla del Alto de la Alianza

Mientras bajaban a la pampa su banda de música los despidió con su pieza favorita: "La Canterita". Los "Colorados" vestían kepis negros, protegido con un forro de tela blanca, chaqueta roja con cuello y bocamangas negras, pantalones blancos con franja también negra. Calzaban la clásica “ojota” de los indígenas. Los del "Aroma1” llevaban igual uniforme (que les valió el apodo de “Coloraditos”), con la sola diferencia del color gris en sus pantalones. Se cede la narración al Coronel Idelfonso Murguia: “Fue en ese instante que el Coronel Agustín López, edecán del General Campero, se me acercó para reiterar la orden de “Avance". En vez de volver a su puesto quedó a mi lado. Una bala lo mató poco más tarde. La orden de avance se cumplió pasando sobre cadáveres. Logramos restablecer la linea en 17 minutos de mortífero fuego. Los batallones Esmeralda, Santiago y Navales, que habían avanzado hasta cerca de nuestro campamento, tuvieron que cedernos el terreno. Se arrebató al enemigo seis piezas de artillería (2 cañones Krupp de calibre mayor, tres Krupp de calibre menor y una ametralladora) además de sus municiones y tres banderolas que se colocaron el Subteniente Manuel T. Córdova (argentino), un sargento y un soldado. Creyendo mi gente asegurada la victoria levantó en alto los rifles tomados al invasor. El sargento Florentino Salazar me ofreció un Winchester.  Ordené que se dejasen los trofeos y que se continuase el avance con prontitud...  Ganamos más y más terreno”. Los "Colorados” y los “Coloraditos” llegaron así hasta donde habían alcanzado los “Amarillos" una hora antes. “Estaban allí, casi completos, tendidos en filas que mostraban muy pocos claros”—según versión del Subteniente Daniel Ballivián. “Entre cadáver y cadáver los espacios prescritos por la “guerrilla de San Juan”, que seguramente se mantuvieron rigurosamente durante la pelea, estaban inmovilizados por la muerte, cuatro pasos de hilera a hilera y dos pasos de hombre a hombre. Era una línea larga de más de 250 metros, una línea de chaquetas amarillas, pantalones blancos y morriones cubierto con funda blanca.  Doscientos metros más allá, otra línea igual, y todavía doscientos metros más adelante, los restos de los que integraban la quinta y sexta compañía. En esta última casi no había claros. — Casi todos estaban allí. La mayor parte con heridas en la cabeza” 
El comando chileno, al observar que sus batallones que habían llegado hasta el pie del “Alto de la Alianza” retrocedían acosados por los combatientes de la chaqueta roja, movilizó a ese sector a la Tercera División. Pero como ésta tuviese que recorrer algún trecho antes de llegar al punto crítico, don José Francisco Vergara, que estaba más cerca con la unidad de caballería del Comandante Tomás Yávar, se lanzó al galope con los 500 granaderos. Se devuelve la narración al Coronel Murguia: “Presentóse la caballería enemiga en veloz carrera y por escuadrones, pretendiendo flanquear nuestro costado izquierdo y envolvernos. Ante la carga de la caballería chilena, ordené formar cuadrilongos. Se formaron en números de seis. Al centro tres dirigidos por los intrépidos Mayor José María Yánez, Capitán Gumersindo Bustillo y Capitán Juan S. Gonzáles. A mi izquierda otro, por el jefe del tercer batallón, Teniente Coronel Zenón Ramírez, que a mil metros a retaguardia había perdido su caballo. Por último, otros dos cuadrilongos a mi derecha bajo el mando del Teniente Coronel Felipe Ravelo. La rapidez de su formación correspondió a la rapidez del avance del enemigo. Una inmensa nube de polvo y el estruendo de sus armas acampanaba a los corceles. Llegó el enemigo hasta 15 metros de nosotros. Una descarga que parecía hecha por un solo hombre lo recibió, y después otra y otra. La caballería dio vuelta en menos tiempo del que basta para decirlo. Ordené dispersión enguerrilla para seguir con el avance. Se me obedeció con pasmosa serenidad. Los bravos del batallón se lanzaron en persecución del agresor. Estruendosos vivas a Bolivia, al Perú y a la alianza se gritaron por los más entusiastas. La nueva progresión de los dos batallones de Murgía chocó con los infantes de la Tercera División chilena, que llegaron frescos a la refriega y bien amunicionados, a cumplir la misión en la que habían fracasado sus camaradas de a caballo. Las bajas de los “Colorados” y del “Aroma", que habían sido reducidas hasta ese momento, se multiplicaron. Cayeron muertos los tenientes Nereo Sanjinés y Enrique Monje; y heridos, el Teniente Coronel Mateo Medrano, el Mayor Juan Reyes (“el indio de pura sangre”), los tenientes Miguel Ortuño y José David Cevallos, los subtenientes León Flavio Rico y Rigoberto Solis, y numerosos sargentos, cabos y soldados.
Eran las dos y media de la tarde cuando los aliados llegaron al límite de sus fuerzas Tanto numéricamente, sin un solo soldado más que echar a la pira del sacrificio; como físicamente, con la resistencia de la tropa agotada por la falta de descanso desde el día anterior, el hambre y la sed. Los muertos y heridos de ambos campos sumaban más de 5.000 con excesiva proporción de jefes y oficiales. De los peruanos 6 coroneles, 7 tenientes coroneles, 14 mayores. 24 capitanes, 32 tenientes, 19 subtenientes y 2.000 elementos de tropa. De los chilenos 105 entre jefes y oficiales y 2.128 soldados.  De tos bolivianos alrededor de 2.000 figurando entre los jefes caídos el veterano General Juan José Pérez que recibió el impacto de una bala en pleno rostro, y el Coronel Heliodoro Camacho, a quien una esquirla le perforó el bajo vientre, cerca de una ingle. (GUANO, SALITRE, SANGRE HISTORIA DE LA GUERRA DEL PACÍFICO — La Participación de Bolivia - Roberto Querejazu Calvo) 
Imagen de fondo: Captura de vídeo documental Gloria del Pacífico. Fotos originales B/N. Las imágenes del posteo fueron coloreadas. #cortegosky

EL SURGIMIENTO Y LA CONSTRUCCIÓN DEL MNR


Tomado de: El embrollo boliviano, de: Jean-Pierre Lavaud.

El 9 de abril de 1952, los habitantes de La Paz escuchan por la radio que los insurgentes del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), dirigidos por Hernán Siles Suazo, con el apoyo de los carabineros, han derrocado a la junta militar que se había instalado en el gobierno hacia apenas un año, precisamente, con el fin de detener al candidato del MNR, que había ganado las elecciones presidenciales. En efecto, Víctor Paz Estenssoro había obtenido 54.049 votos frente a 52.940 del conjunto de la oposición tradicional, dispersa en varias tendencias rivales.
2¿Cómo se llegó a esa instancia? Desde la Guerra del Chaco contra el Paraguay (1932-1935), la historia política boliviana que encamina al país hacia la Revolución de Abril de 1952 se puede resumir, sencillamente, como la del nacimiento y, luego, consolidación de una contra-élite civil y militar (intelectuales, maestros, empleados, oficiales jóvenes) que, a la larga, es capaz de derrotar a la oligarquía minera —la de los llamados “los barones del estaño”—, que, por su parte, contaba con el apoyo de los hacendados, los importadores y la mayoría de los oficiales del ejército.3456789101112

A partir de 1936, los gobiernos favorables a una u otra de estas dos élites en pugna alternan: socialista militar (1936-1939), de partida, conservador militar (1939-1943), luego, nacionalista reformista militar-civil (1943-1946) y, finalmente, reaccionario civil-militar (1946-1952).
Cada uno de estos gobiernos adopta políticas opuestas en lo que a los reglamentos y las prerrogativas estatales, por un lado, y, por otro, en lo que al trato relativo a las organizaciones sindicales se refiere. En el período reformista, se multiplican las prerrogativas y reglamentaciones pro-estatales, debilitando desde arriba los poderes de la oligarquía, y se fomentan y remuneran a las organizaciones sindicales, las que, a su vez, minan los poderes patronales desde abajo. Así, los “barones del estaño” y sus epígonos se encuentran atenazados entre los administradores del Estado y sus aliados obreros. A la inversa, durante los períodos conservadores, la oligarquía tiende a reconquistar sus posiciones, alegando controles y saneamientos estatales en nombre del liberalismo.
Los nacionalistas del MNR se instalan finalmente en el poder porque fueron los únicos capaces de conjuncionar la contra-élite civil y militar, por un lado, y, por otro, los obreros —principalmente los mineros. Esta coalición es posible debido al descrédito que sufrió la principal organización política de la postguerra con arraigo popular, el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), marxista, porque colaboró con los gobiernos conservadores del “sexenio” (1946-1952) y, también, gracias al acercamiento que se produce, por intermedio de los sindicatos mineros, entre el Partido Obrero Revolucionario (POR), troskista, y el ala izquierda de los nacionalistas. Esta alianza eclosiona entre el 9 y el 11 de abril, cuando el golpe de estado del MNR parecía condenado al fracaso: entonces, el pueblo de las barriadas de La Paz y los mineros de Oruro aúnan sus fuerzas con las del Movimiento para asegurarle un triunfo definitivo.
El MNR se constituye entre 1936 y 1944. Su primer programa político se hace público en 1942. Incorpora diversos núcleos: una logia de excombatientes de la Guerra del Chaco, la “Estrella de Hierro,” conservadora (Víctor Andrade), un círculo de periodistas e intelectuales reunidos en torno al periódico La Calle, harto virulentos en relación a los “barones del estaño,” y anti­imperialistas (Augusto Céspedes, Carlos Montenegro); y, en fin, un conjunto de abogados, profesores universitarios, altos funcionarios (Víctor Paz Estenssoro, Walter Guevara, Hernán Siles Suazo). Este grupo inicial es notablemente homogéneo: todos sus miembros —o casi todos— provienen de familias ya inmersas en la vida política y sólo 10 años separan a los mayores (Céspedes: 37 años en 1941) de los más jóvenes (Monroy Block).
Podemos echarle una mirada a la doctrina del MNR, resumiendo las Bases y principios del MNR, publicados en junio de 1942 (cf. Anaya 1966). Los males de Bolivia son atribuidos a enemigos extranjeros: los “barones del estaño” (los dos de origen boliviano se habrían, en cierta forma, expatriado) y los judíos. Por eso, el partido busca el “consenso” entre los bolivianos para eliminar los grandes monopolios y para que el comercio minorista quede exclusivamente “en manos de los bolivianos”;1por otra parte, demanda que se dé fin a la inmigración judía. La otra cara de esta xenofobia es un nacionalismo teñido de indigenismo, en nombre del cual las prerrogativas del Estado deben ser ampliadas para que éste se convierta en el principal artífice de la construcción nacional; un Estado donde el agente privilegiado es el individuo de raza indomestiza.
A fines de 1944, el Movimiento tiene una primera ocasión de poner en práctica sus ideas políticas cuando un grupo de jóvenes militares reformistas, conducidos por el Teniente Gualberto Villarroel, toma el poder e incluye en su gabinete a varios miembros del MNR, entre ellos, a Paz Estenssoro, nombrado ministro de Finanzas. Efectivamente, este gobierno dicta medidas destinadas a reforzar el poder del Estado (aumento de impuestos en las exportaciones mineras, obligación del depósito de divisas en el Banco Central, grandes proyectos lanzados por medio de nuevas empresas del Estado...); por otro lado, también promueve una importante legislación social y, finalmente, fomenta la expresión de las reivindicaciones populares: en junio de 1944, surge la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y, en marzo de 1945, se organiza un primer Congreso Campesino, que culmina en la supresión del “pongueaje,” o sea, el servicio personal gratuito campesino.
Expulsados del poder en julio de 1946, como consecuencia de un golpe de estado, los movimientistas se ven luego perseguidos y muchos de ellos se ven obligados a vivir en la clandestinidad o en el exilio. Desde ya, acumulan y fermentan los beneficios del descontento popular. Pese a su difícil posición, sus candidatos participan en todas las elecciones convocadas, pero, cuando logran ganarlas, se las anula inmediatamente. No les queda otra salida que la conspiración y, en efecto, entre 1946 y 1952, realizan una docena de intentos.
Durante esta travesía por el desierto, abandonan sus posiciones profascistas y xenófobas, ya muy atenuadas luego de su paso por el gobierno, y, en 1946, optan por una revolución nacional no marxista, como la única capaz de crear las condiciones para una democracia boliviana.
A partir de 1952, el MNR logra tres presidencias sucesivas y, en los tres casos, respetando las normas constitucionales. Una serie excepcional, dicho sea de paso, en el problemático contexto de la vida política boliviana. Pero, en 1964, un golpe de estado militar lo expulsa del poder. Es necesario analizar, entonces, tanto las razones de su longevidad como las de su fracaso.
Por razones de claridad en la exposición, centraré el análisis del arraigo del MNR en el período gubernamental que va de 1952 a 1956 (primera presidencia de Paz Estenssoro), y, el de su caída, siguiendo las dificultades políticas y sociales del período siguiente 1956-1964 (presidencia de Siles Suazo, segunda y tercera presidencias de Paz Estenssoro).

CHUQUISACA, LA DE CHARCAS.


Por: Alexis Pérez Torrico Historiador // 18 de agosto de 2019.

Las efemérides no solo son para recordar acontecimientos, a próceres o derrotas, sino, también sirven para reflexionar sobre nuestro presente y el devenir de nuestro país. El presente artículo tiene por objetivo exponer la conducta social de la oligarquía y la población en la República de Bolivia en sus primeros años en relación al gobierno del Mariscal José Antonio de Sucre, que gobernó entre fines de 1825 y los primeros meses de 1828, y el rol que jugaron sus colaboradores. También, se pretende hacer conocer las características económicas relevantes. 
Sucre llegó a La Paz en los primeros días de febrero de 1825 y el 9 del mismo mes, emite un decreto convocando a una asamblea deliberante para decidir el destino del territorio de Charcas, a pesar de la oposición de Simón Bolívar, que tiempo atrás en Yanca, en el cantón de Yanahuanca, (Perú), había sugerido llamar a una asamblea.
Lo que sucedía es que existía un contexto en el Sud de América Latina nada definido. Perú sufría la presión de Colombia por cuentas pendientes y agravios a súbditos colombianos. Por su parte, la Audiencia de Charcas estuvo unida en el pasado colonial al Virreynato de Perú hasta 1786, cuando se establece el Virreinato de la Plata e incorporando a la Audiencia de Charcas a este nuevo centro político, dependencia que se extendió hasta 1810, cuando vuelve nuevamente a Perú, debido a la declaratoria de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Por esta razón, Bolívar esperaba la posición de Argentina y la aquiescencia de la asamblea peruana sobre el destino de Charcas. El pasado histórico creaba incertidumbre, ya que ambos países podrían tener pretensiones territoriales. Pronto se disiparon los temores del Libertador ante el reconocimiento de Bolivia como país independiente por parte de ambos países.
Luego de aproximadamente cuatro meses de gobierno en la nueva República, Bolívar dejó el mando a Sucre bajo el respaldo de la Asamblea. Muchos se preguntan ¿porqué los líderes guerrilleros no asumieron la dirección política de la nueva República? No es difícil contestar, ya que en 1825 habían muerto todos a excepción de Juana Azurduy, José M.Lanza y algún otro. Por otra parte, las guerrillas se habían agotado entre 1816 y1817, ya que habían actuado con escasos recursos y solo entre siembra y cosecha, además eran montoneras locales sin mando común. Estas razones explican los motivos por los cuales no pudieron asumir el mando y la dirección política del nuevo país. Por otra parte, con la presencia del ejército colombiano se abrió un espacio político para que los asambleístas buscaran libremente el camino a seguir.
Cuando Sucre ingresó a Charcas conversó con comerciantes y propietarios de haciendas en La Paz y en Potosí y percibió que éstos no eran hombres de fiar ya que actuaban con doblez. No es extraño que expresara que eran “más godos que los godos”. No comprendía que eran “patriotas de último momento”, que venían del régimen colonial, habiendo obtenido privilegios, educación y posición social.
Cuando asumió el mando de la nueva república obtuvo el reconocimiento externo, pero no así el interno, ya que el nuevo estado carecía de estatidad, es decir aún no tenían los símbolos patrios en circulación y existían serias dificultades en la recaudación y en la administración. Se formó un Estado, pero no la nación. 
A pesar de las manifestaciones de elogio, de admiración y aprecio, Sucre fue combatido y lo primero que hizo fue colocar a sus hombres su confianza en los cargos importantes, como lo haría cualquier gobierno, además comprobó que,  con algunas excepciones, los nuevos ciudadanos carecían de capacidades administrativas. 
La pequeña oligarquía se resintió ya que esperaban cargos públicos, demanda que más adelante será una constante en la historia del país. Precisamente una de las características que ayuda a entender la inestabilidad política y la mala administración fueron los “pegueros” o en el lenguaje de la época “la empleomanía”.
A insistencia de esta pequeña oligarquía colocó, por sus méritos, al guerrillero J. Miguel Lanza en la prefectura de La Paz; a los pocos meses Sucre recibió un primer informe, en el que se constaba que la prefectura había sufrido un desfalco de 70.000 pesos. No es de extrañar que Sucre afirmara que Lanza era: “un animal en dos patas”. Sin embargo, Lanza había señalado el camino que debían seguir los bolivianos del futuro para usufructuar los fondos públicos. 
Sucre fue execrado, vilipendiado y sufrió una oposición tenaz debido ala Reforma Tributaria que aplicó y que, entre otras medidas, determinó la abolición del tributo indígena y estableció un impuesto personal sobre los ingresos y otro sobre el patrimonio. 
Por otra parte, se preocupó por organizar la educación pública bajo la influencia de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar. Introdujo la educación práctica con asignaturas como física, química, ciencias naturales y las artes mecánicas. Además, los estudiantes debían aprender a manejar la forja, la escofina, el serrucho, etcétyera. Pasando a segundo plano la abogacía y la teología. Esto escandalizó a los propietarios de haciendas, ya que pretendían que sus hijos, es decir los “pedigrees”, estudien las profesiones tradicionales y no aprendieran oficios tan propios de la plebe; no comprendían que Sucre buscaba mano de obra calificada para una futura industrialización. 
Pero lo más grave fue que debían establecerse escuelas para que los indios aprendan a leer y escribir, con esta medida prácticamente firmó su sentencia de muerte. Sucre sí que fue un liberal declarado y confeso, mientras que la oligarquía simplemente eran republicanos con alma de gamonales.
Querían un país de propietarios para propietarios y una república a la medida de sus intereses. La propiedad, los ingresos, leer y escribir, les otorgaba el derecho a elegir y ser elegidos. Ellos eran el pueblo, los “bolivianos” y los otros eran “la chusma, la canalla, la indiada”.
Se organizó una república sobre tres siglos de coloniaje, nunca se la fundó –que la fundieron, ya es otra cosa–. Las reformas fiscales y educativas de sucre fueron un fracaso, por el sabotaje y la penuria fiscal.
El nuevo país, era muy pobre, con escasa población, enteramente agrícola, había sufrido sequías y hambrunas entre 1800 y 1806, factores que dislocaron la actividad minera, además se sufría de fuga de capitales, por valor de 500.000 pesos, el 45% del presupuesto, muchas minas se inundaron y la mano de obra escaseaba. En la agricultura prevalecían formas precapitalistas de producción: el latifundio y las comunidades. En el régimen del trabajo se mantenían las relaciones serviles, es decir, la servidumbre: yanaconas, mitanis, muleros, aljiris y otros. 
La estrechez del mercado hacia inviable la industrialización. Ante esta realidad, el artesanado prolongó su existencia por muchos años. Los propietarios abrigaban la esperanza de reactivar la minería a fin de hacer viable la existencia de la nueva República. Se carecía de carreteras, todo el transporte se realizaba a lomo de bestia y las distancias eran enormes; por ejemplo, del puerto de Cobija a Potosí se tenía que recorrer 700 Km.
Se debía modernizar las minas y Sucre compartía este punto de vista, pero no quería entregar las minas a los oligarcas, porque para ellos la mano de obra india era el capital. Entregó las minas al capital inglés, ya que la mentalidad de estos era de inversión, riesgo-costo-beneficio. Esto no prosperó debido a los altos costos de producción. 
En este contexto, la conspiración no se hizo esperar. Sucre, que deseaba regresar a su patria y no solo eso, sino que en reiteradas veces expresó que no tenía interés en gobernar y administrar la cosa pública, se consideraba un soldado que había cumplido su misión, Bolívar denegó su solicitud, considerándolo idóneo para la primera magistratura. Solamente le quedaba el apoyo de su tropa, esta se hallaba en la inacción, en la molicie, estaban impagos y añoraban regresar a su patria. 
El desarraigo los mortificaba, en consecuencia introducirse en el cuartel no fue difícil. El motín del 18 de abril de 1828 puso en evidencia que los días para Sucre estaban contados. Las deserciones y las desafiliaciones se hicieron continuas. Casimiro Olañeta, la cabeza visible de este movimiento, entró en combinación con Andrés de Santa Cruz, que se hallaba en Chile. A esto se sumaba el avance del ejército peruano, al mando del general Agustín Gamarra, éste y Santa Cruz odiaban a Sucre por su inteligencia y su grandeza. 
Estos militares, incluido el general Pedro Blanco, sirvieron en el ejército realista y cuando las armas les fueron adversas, defeccionaron y se pasaron al ejército patriota. Sufrían complejos frente al carisma y la talla moral de Bolívar y Sucre, esto se constató en los movimientos y acciones del ejército independentista.  Algunos militares fueron “honestos”, como Blanco, quien pidió a Sucre y al Congreso, retirarse de las filas, permiso que fue denegado y seguidamente se pasó al bando de Gamarra, junto a una fracción del ejército boliviano.
Olañeta azuzaba a la plebe urbana contra los extranjeros. Luego de la sublevación en el cuartel en la que fue herido Sucre, corrió presuroso a visitar al presidente que se hallaba en reposo y le ofreció sus servicios. En respuesta, Sucre, con dureza, le respondió: “sus servicios podrían ser útiles a su patria, sí la consecuencia y la lealtad viven todavía en el ánimo de Ud”. En carta dirigida al libertador, de 27 de abril de 1828, le comunica que los facciosos pretendían ultrajarlo y le confiesa que: “Se admirará Ud. de saber que el doctor Olañeta era el consejero y director de los malvados”. Olañeta ya estaba en contacto con Santa Cruz para que sustituya a Sucre y comunicó a Gamarra la sublevación en el cuartel y el intento fallido de asesinar a Sucre cuando procuraba sofocar el motín. 
El coronel Blanco entró en contacto con Gamarra y conjuntamente invadieron la Bolivia. Su papel fue muy importante, ya que con “un escuadrón con banderolas peruanas avanzó a la hacienda Ñucho e hizo prisionero al gran Mariscal, llevándolo al campamento de Gamarra en la población de Siropo”.
La capitulación de Piquiza, acordada por José María Pérez Urdidinea frente a Gamarra, significó el final del gobierno de Sucre, quien calificó a Urdidinea como “traidor”. 
Olañeta y los oligarcas reclamaban a voces la presencia del ejército peruano en Charcas, preferían la invasión a su propio país con tropas peruanas, a que Sucre sea presidente. 
Esto pone en evidencia que la oligarquía llevaba en su seno gente de doblez, de conducta sinuosa y que iniciaron el camino del golpismo y los cuartelazos. 
Olañeta, en una ocasión dirigiéndose a un militar de cúpula, le expresó: “mi general cuando le daremos glorias la patria?”. Años más tarde el déspota Mariano Melgarejo dijo a sus correligionarios: “voy a gobernar este país, hasta cuando me de la gana y al primero que se oponga lo haré patalear en la plaza”. 
Entonces, no debe extrañarnos esta conducta social, tan propia de un país poco desarrollado, donde las oportunidades son escasas, si el aparato productivo que es la base de la sociedad es estrecho y no cambia, el comportamiento social será el mismo. El arribismo, el oportunismo, el sentirse postergado, sin méritos los lleva a buscar los ingresos del Estado, dándole la espalda a su pueblo.
¿Y qué sucedió con Sucre? Como se conoce, estaba preso y posteriormente fue puesto en libertad con la finalidad de presentarse al Congreso y renunciar. Forzado, se vio obligado a salir del país en medio de aprietos económicos, pues lo que ganaba se lo repartía a sus parientes, para obras de caridad y tenía sueldos devengados, que nunca se los cancelaron.
Al dejar la República, en una nota de respuesta a Gamarra sobre su invasión a territorio nacional, Sucre afirma: “la mayor de las calamidades públicas es que tropas extranjeras se mezclen con las disensiones de una nación”. Más adelante lo desenmascara, diciéndole: “Ud. dice que vino a mediar entre los partidos. Puedo asegurar que con la sola excepción de un pequeño número de genios turbulentos o de gente hambrienta y traposa los bolivianos ¿aman sus instituciones?”. Se debe explicar que la plebe urbana también participó bajo el influjo del alcohol y pagados por los conspiradores.
En el viaje a Ecuador, al encuentro con su consorte, reflexionaba sobre los sucesos en Bolivia, comunicando su experiencia al Libertador a orillas del río Guayaquil en fecha 18 de septiembre de 1828. En esa misiva, muestra la atmósfera política que se vivía a su salida: “De otro lado Gamarra cuenta con que Santa Cruz será más amigo del Perú que de Ud. y para mejor arreglarse, le han dado el mando de las tropas a Blanco que está vendido a los actuales mandatarios del Perú y muy comprometido con su conducta”. Añade que la traición de Urdidinea le dio al “inepto y cobarde de Gamarra sus ventajas en Bolivia”.
Finalmente, dolido por lo vivido expresa a su camarada de armas: “Vuelvo a Colombia con el brazo derecho roto, por consecuencia de estos alborotos revolucionarios y por instigaciones del Perú, al que  he hecho tantos servicios, y de algunos bolivianos que tienen patria por mí”. Agrega: “El servicio a pueblos ingratos me es tan molesto como la carrera pública”.

DANIEL SALAMANCA, Y LA GUERRA DEL CHACO


 Por: José Antonio Loayza // 14 de junio de 2019. 

En memoria a los valientes guerreros del Chaco.

Ahí está el Chaco, siempre estuvo ahí, en ese triángulo ardiente y jadeante, en ese sexo ondulante con olor a animal de monte, en ese vientre de pajonal que todos querían llevársela en brazos. ¡En él se cosieron las mortajas y se armaron los ataúdes por millares desde el 15 de junio de 1932! La Standard Oíl deseaba ese ardor lubricante, la familia Casado también, los argentinos y chilenos tenían hasta los ojos torcidos de lujuria por esa piel que se humedecía al tacto. Y cómo no, si por arriba de su espesa selva surca el río Parapetí, y por el divino muslo izquierdo junto al pubis plateado fluye el río Paraguay, y por el derecho junto al pubis mercurial lamiendo las orillas sin sombras corre el río Pilcomayo... Ese es el cuerpo con tajo de laguna doncella que intrigó e inspiró el crimen donde se dieron con todo los ejércitos que nunca se odiaron y más bien terminaron tres años después bailando polcas y cuecas. 

Pero no fue la guerra asesina la mayor adversidad. El rescoldo de los soles fue el conflicto en sí. El tormento de la sed, la ausencia de agua en esa tierra deseca, donde las risas locas de los guerreros sedientos bebían con repugnancia sus orines, o humedecían sus labios en la sangre que manaba de las heridas soñando con caramañolas de fantasía...
¿Verdad? El Presidente boliviano Daniel Salamanca Urey, buscó odio, buscó sangre y buscó agua. Acarició el pubis bajo el rubor de la sábana topográfica sorteando sereno su excitación. Notó que la mata no era hirsuta, sintió que olía a líquido, confirmó que esa concavidad llorosa que encontraron era un oasis de agua milagrosa, la misma que encontró un año antes el general ruso Balaieff, oficial de la Guardia Imperial del Zar Nicolás II, y más tarde la vio el piloto boliviano Jorge Jordán, cuando la ocupaba un fortín paraguayo y la cuidaba su cabo Talavera, a quien después lo desalojó el mayor Oscar Moscoso. Los "bolis" la llamaban laguna Chuquisaca, y los "pilas" la llamaban Pitiantuta ¡Y en esa puta laguna Salamanca decidió hundir sus dedos y hurgándola originó el celo guerrero! El ejército boliviano decidió avanzar y conquistar otros fortines para abrirse paso entre ese boscaje libidinal e impúdico como Corrales, Toledo y Boquerón... 

El general boliviano Filiberto Osorio no quiso acudir al convite, se negó levantando sus hombros de niño antes de cumplir la orden de Salamanca: "Prefiero dejar mí puesto a obedecer esa orden" —dijo Osorio con la ceja alzada−. "¿Qué hará mi general dejando ese puesto?" —preguntó Salamanca, queriendo hacer una carambola con los corazones de los generales−. "¡Me iré a la línea de fuego!", dijo Osorio con aire de macho. "¡Su renuncia queda aceptada!" —respondió Salamanca−, mientras Osorio levantaba sus cejas aterradas poniendo los corazones de sus colegas en las troneras de la guerra. 

Más consentido que nunca, Salamanca, que no podía tomarse por si el gusto de fornicar por su climaterio varonil, le dio una chupada a su cigarro y le dijo al general Carlos Quintanilla que la posea a nombre de él: "¡Ejecute la orden, si hay en ello algún mérito será suyo, si surgen responsabilidades serán mías!" 

El 15 de julio de 1932 se inició el zafarrancho. Los estrategas con el estrago de sus corpulencias y tan sesudos como los mostrencos recién reclutados, atacaron los objetivos pero no llegaron a la Isla Poi, que era el centro vital de los dispositivos enemigos. Los soldados morían por las balas que les devolvían, morían por la prosperidad del sol, morían en los epílogos de cada batalla, a veces devorados por los mosquitos, o por la abrasión de la sed, y las más de las veces por el bonapartismo militar que fue el malapartismo de la guerra. 
Dos meses después llegó el frío del alma antes de la primavera: El 9 de septiembre la contraofensiva paraguaya tomó el fortín Boquerón después de 23 días de combate, ¡11.500 paraguayos contra 443 bolivianos! Un mes después cayó el fortín Arce, y unos días más tarde Alihuatá; y se produjo la retirada hasta el fortín Saavedra. La defensa de Kilómetro 7 fue la primera gloria y la retoma de los fortines platanillos, Bolívar, Loa y Corrales; pero el primer ejército boliviano ya estaba destruido. 

La llegada del general teutón Hans Kundt, fue recibida con un gozo de mil albricias, y todos dijeron con la servilleta en el cuello, con que salsa nos engullimos a los pilas, y al poco tiempo fueron ellos los comensales. En 1933, principió la ofensiva a Nanawa; el ejército logró ocupar Alihuatá, pero no destruyó al enemigo que se parapetó en Gondra. La segunda incursión a Nanawa fue la más cruel y sangrienta de todas, en 9 horas de batalla murieron 2.000 bolivianos; el triángulo menstruó. 

La distancia de La Paz a ese fortín era de 2.500 kilómetros, y de Asunción solo 350 kilómetros. La gente decía: "Los pilas llegan al Chaco en ocho días, ¿qué hacemos si nosotros llegamos en tres meses?", la impertinencia de Salamanca, respondió: "Muy sencillo, salgamos tres meses antes" ¡Qué guerra más vaciada de entrañas y majadera! 26.700 paraguayos rodearon Alihuatá y Campo Vía, y tomaron prisioneros a 8.000 bolivianos con todo su armamento; hasta sus lágrimas entraron a las cárceles. Kundt, el superhombre, se quedó con los pelos tremolando al viento cuando lo relevaron del comando y nombraron en su lugar al superniño Peñaranda. 

Era así, mientras Paraguay tuvo en la guerra a un sólo comandante en jefe del ejército paraguayo, al general José Félix Estigarribia, ¡Bolivia se dio el lujo de cambiar a cuatro jefes: Filiberto Osorio, José L. Lanza, Hans Kundt y Enrique Peñaranda! Para la locura, Salamanca y el Comando se pusieron a jugar como dos mozalbetes intercambiando telegramas: “General Peñaranda, hago saber a Uds. que el pueblo ya no tiene confianza en la pericia del Comando"; y el Comando devolvía el cuchicheo: "Respecto a la opinión del pueblo no debe Ud. preocuparse, porque aquí en la línea también se piensa lo mismo de su gobierno y no por ello nos alarmamos". 

Era diciembre de 1934, el pubis deseado ya era paraguayo, y de los 70.000 hombres movilizados, 10.000 cayeron prisioneros, 14.000 perecieron, 32.000 fueron evacuados a la retaguardia, 8.000 servían en la zona de etapas y 6.000 habían desertado a la Argentina. La línea de defensa se parapetó en el fortín Ballivián como en un retiro de seminaristas; mientras Paraguay tomaba el fortín Tarija, El Condado, Isopoirenda, el Algodonal, Picuiba, Irindague, Carandaiti y El Carmen, donde fueron tomados presos 4.000 y 2.000 murieron La contra-ofensiva boliviana reconquistó Charagua, muy cerca de Camiri, que días antes ocupó Paraguay. 

Llegó junio, la guerra de trincheras continuó al frente. Salamanca viajó al sitio de la guerra con la cara de un legislador draconiano, miró de arriba abajo, buscando a Peñaranda para decirle con un bastonazo que se vaya, entretanto los generales hicieron un cerco con una estacada de fusiles en Villamontes, y con una estocada de viles derrocaron al débil Salamanca, cuyo acto hizo gritar al más ejemplar: "¡Me da vergüenza ser general boliviano!". 

Al año siguiente los paraguayos rompieron la línea de defensa, pero fueron rechazados en Villamontes. Finalmente el 14 de junio de 1935, se declaró el armisticio. El saldo humano: Bolivia con 200.000 hombres movilizados, 50.000 más que el Paraguay; 25.000 prisioneros, 10 veces más que el Paraguay; 50.000 muertos, 10.000 más que el Paraguay. Y económicamente destruidos con una deuda de 228 millones de dólares, 100 millones más que el Paraguay, siempre más que el Paraguay, y así sucedió una guerra "sin vencedores ni vencidos...". El pubis fresco y virgen lo aprovechó Paraguay, aunque ambos países dejaron sobre la sábana ardiente, la sangrienta muestra de su honor.

DE PACOS, TOMBOS Y JACHOS


Este artículo fue publicado en: Grupo de relatos históricos de la policía boliviana, en noviembre de 2019. // Foto: tropa policial en la década de los 50s a 60s.

Los servicios policiales que día a día se desarrollan en nuestro país, han ocasionado un sin fin de reacciones la mayoría de las cuales están motivadas por el resentimiento que algunas personas profesan a los policías debido a que nuestro accionar ha mellado o perturbado sus intereses personales, generalmente relacionados a temas económicos fruto de la comisión de hechos delictivos.

Una de las consecuencias más comunes y vulgares es referirse a la autoridad policial con algún adjetivo calificativo peyorativo, siendo los más comunes en nuestro país los de “Paco”;”tombo” y “jacho”.
PACO, el uso de esta palabra para referirse a los policías, se aplica también en la República de Chile, para referirse  a los Carabineros, de donde se habría originado el termino, para llegar después a nuestro país.

1) Algunos historiadores  chilenos, señalan que el origen viene de 1730-1750, cuando construido el puente de Cal y Canto, se contrataron a guardias que impidieran "los salteadores y malvivientes"; destacándose entre los dos guardias de nombre Francisco, ambos celosos en extremo de su deber y quienes eran frecuentemente mencionados como "los pacos" quedando así en la mente popular desde entonces. (Beovic, 2012), este término no era utilizado como un adjetivo denigrante, por el contrario,  su uso estaba  dirigido a elogiar y reconocer el trabajo  bien realizado y celosamente cumplido. 
2) Otras fuentes señalan el origen de la época de la masiva migración a las ciudades y al auge de la minería del siglo 19. El término "paco", vendría entonces, de una deformación de la palabra quechua "p'aku" que hace referencia al color marrón o café, que era el color de las botas, fornituras y viseras que usaban en los uniformes los Policías. El termino habría surgido como una forma disimulada o encubierta para que las personas de mal vivir o del ampa, avisen de la presencia policial  diciendo los “p'akus”.

3) El diccionario de Chilenismos de Zorobabel Rodríguez, publicado en 1875, tiene como término PACOS, Policía en Chile; que viene del quechua p\'aku que significaría rubio. Los antiguos policías de Santiago (en esos entonces llamados "serenos") se abrigaban con ponchos castaños, de ahí la relación con ese color. (Rodriguez, 1875).

TOMBO, otro de los términos utilizados para describir o nombrar a los policías, el origen de este término seria netamente urbano, pues guarda una relación con el denominativo de Botón o Botones, que era como se designaba en los grandes centros urbanos a los muchachos que trabajan en los hoteles, realizando el traslado de las maletas, estos jóvenes se caracterizaban por tener uniformes de corte militar cuya principal característica era la de tener pegados al mismo grandes botones.
Las  fuerzas policiales en la antigüedad, no contaban con la gran variedad de uniformes  como en la actualidad, la mayoría de ellas por razones logísticas contaba con un solo uniforme  para el servicio  el cual  tenía como una de sus características los botones metálicos que eran a la vez una alegoría relacionada al tipo de servicio que prestaban y a la unidad a la que pertenecían.

El general de la Policía Nacional del Perú (r), Marco Miyashiro, conocido por ser uno de los artífices de la captura de Abimael Guzmán, nos habló sobre el origen de la palabra "tombo". "Tombo es un lenguaje común con el cual se conocía a los antiguos policías debido a que usaban un uniforme con muchos botones y de la palabra botón, el uso popular lo tergiverso y hablaba del botón: ton-bo" (Miyashiro, 2016).
Se cree que el termino se originó en las ciudades argentinas, como una forma de referirse a  los policías, al igual que el termino de paco,  tombo era una forma disimulada para  describir a los policías, incluso el termino sigue siendo usado como una forma de referirse  a una persona mala, que no se copa a nada, aburrida, "mala onda", esto debido a que la presencia policial en muchas ocasiones podría haber sido vista como algo que afectaba la diversión.

Los servicios policiales que día a día se desarrollan en nuestro país, han ocasionado un sin fin de reacciones la mayoría de las cuales están motivadas por el resentimiento que algunas personas profesan a los policías debido a que nuestro accionar ha mellado o perturbado sus intereses personales, generalmente relacionados a temas económicos fruto de la comisión de hechos delictivos.
Una de las consecuencias más comunes y vulgares es referirse a la autoridad policial con algún adjetivo calificativo peyorativo, siendo los más comunes en nuestro país los de “Paco”;”tombo” y “jacho”.

PACO, el uso de esta palabra para referirse a los policías, se aplica también en la República de Chile, para referirse  a los Carabineros, de donde se habría originado el termino, para llegar después a nuestro país.
1) Algunos historiadores  chilenos, señalan que el origen viene de 1730-1750, cuando construido el puente de Cal y Canto, se contrataron a guardias que impidieran "los salteadores y malvivientes"; destacándose entre los dos guardias de nombre Francisco, ambos celosos en extremo de su deber y quienes eran frecuentemente mencionados como "los pacos" quedando así en la mente popular desde entonces. (Beovic, 2012), este término no era utilizado como un adjetivo denigrante, por el contrario,  su uso estaba  dirigido a elogiar y reconocer el trabajo  bien realizado y celosamente cumplido.
2) Otras fuentes señalan el origen de la época de la masiva migración a las ciudades y al auge de la minería del siglo 19. El término "paco", vendría entonces, de una deformación de la palabra quechua "p'aku" que hace referencia al color marrón o café, que era el color de las botas, fornituras y viseras que usaban en los uniformes los Policías. El termino habría surgido como una forma disimulada o encubierta para que las personas de mal vivir o del ampa, avisen de la presencia policial  diciendo los “p'akus”.
3) El diccionario de Chilenismos de Zorobabel Rodríguez, publicado en 1875, tiene como término PACOS, Policía en Chile; que viene del quechua p\'aku que significaría rubio. Los antiguos policías de Santiago (en esos entonces llamados "serenos") se abrigaban con ponchos castaños, de ahí la relación con ese color. (Rodriguez, 1875).

TRISTÁN MAROF RETRATA A SALAMANCA


 Por: Tomas Molina Céspedes. Este artículo fue publicado el 12 de septiembre de 2014. // Foto: Tristán Marof.

El brillante intelectual boliviano Gustavo Adolfo Navarro Ameller, cuyo pseudónimo literario es Tristán Marof, en plena guerra del Chaco, 1934, publicó en la Argentina su obra “LA TRAGEDIA DEL ALTIPLANO”, uno de los mejores libros que leí, que es una denuncia demoledora del sistema feudal que imperaba en Bolivia, la triste condición de los siervos indígenas y la desastrosa guerra del Chaco a la que nos arrastró el Presidente Salamanca. A continuación transcribo trozos de la descripción que hizo Marof del indicado Presidente, como modo de alejarme y alejarlos de los torpes y vulgares comentarios de los politiqueros que han inundado esta red.   
“Salamanca, el actual Presidente de Bolivia, es un hombrecillo menudo, amargado y de color cetrino… Su fisonomía sin expresión y sus ojos soslayados y fríos, no revelan en él ningún dinamismo e inquietud. Sus setenta años sopesados y su vieja enfermedad dolorosa, han hecho de este anciano un ser irascible, lleno de mezquindad y rencoroso, arrebatado y guerrero, que reacciona a ráfagas contra todo lo que le circunda… Su pobre contextura, sus miembros débiles y su rostro eternamente  interrogante al vacío, guardan ritmo con su mentalidad retardada, excesivamente en retardo para las necesidades urgentes de su país… En 1932, resulta simplemente un estorbo y una antinomia para la realidad y el dolor bolivianos. Hombres paralíticos no impulsan a la historia. La detienen. Pretenden que camine hacia atrás. Pero como esta parálisis, es el resultado de la descomposición de la clase feudal que hasta ahora ha dominado a Bolivia, Salamanca, su “hombre símbolo”, para “salvarla” y continuar su política conservadora en otro terreno, no ha vacilado en precipitar a su país a la guerra… Salamanda es el hombre típico del feudalismo boliviano. Latifundista, abogado ladino, sofista consumado y enredador de pleitos y expedientes… Ni sus ideas, ni sus actos, guardan ritmo con su vestimenta liberal. Aquel pálido liberalismo de otrora muere de pudor en las faltriqueras de su viejo chaquet. Salamanca es el ejemplo más caracterizado de la politiquería altoperuana, pintoresca y demagógica, que comienza generalmente por una verborragia plañidera y sentimental y termina en la ferocidad reaccionaria… Solamente es posible la popularidad de Salamanca, gracias a la taumaturgia y al atraso en que viven las masas, ausentes de sentido crítico… Pero, sin este anciano inepto, no podría haber revolución… Salamanca no es mejor ni peor que todos los políticos bolivianos. Defiende los intereses de su clase. Es un hombre feroz y reaccionaria como los de su clase… Este “hombre simbólico”, para evitarles a los trabajadores bolivianos la indignidad de morir en las minas y en los ranchos, roídos por la miseria, les ha preparado una tumba más triste pero más “honrosa”, en los desiertos del Chaco… Lo único que se le ocurre a este “brillante cerebro”, es repetir su frase hueca y vacua: “necesitamos pisar fuerte en el Chaco”… La vanidad de Salamanca no reconoce límites. Parte de los desastres en la guerra se deben a él. Este anciano tozudo, descubrió a sus setenta años que, además de jurista, tenía pasta de estratega y desde el Palacio de La Paz se puso a dirigir las operaciones militares… El resultado no se dejó esperar; fue un desastre…”
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