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LO QUE NO SE DIJO SOBRE LA MASACRE DE SAN JUAN 24 DE JUNIO DE 1967

 


Por: José Antonio Loayza Portocarrero. 23 de junio de 2025.

¿Sabían algunos dirigentes mineros que las fuerzas militares invadirían la Empresa Minera Catavi la noche de San Juan? ¿Sabían que atacarían causando muerte? ¿Si sabían, por qué no informaron por las emisoras para que el pueblo se proteja? ¿Si sabían, por qué ocultaron la verdad?... ¿Requerían mártires para provocar una reacción nacional en favor del Che?

QUÉ OCURRIÓ LA NOCHE DE SAN JUAN

Junio 23.

Llegaron a Siglo XX, 207 delegados de 43 representaciones obreras con las retinas llorosas por el humo temprano de los troncos calcinados para asistir al ampliado de la FSTMB, convocado por Simón Reyes. Había en el aire ceniza y humo de los troncos que ardían y olían a resina tiznando el cielo, y por donde uno iba no faltaba el calor ni el ponche, y extrañamente, las piedras lloraban en medio de un raro vacío…

A medianoche, las madres decían que las brasas resurgirían para recibir a San Juan, que acudiría a calentarse en el fuego, si esta relucía blanca alguien se casaría, si lucía dorada vendría la riqueza, cuando terminaron los auspicios el fuego enrojeció, y nadie supo el significado.

El frio de Catavi cruzó por el cementerio, subió por la pampa Barzola hacia Siglo XX, bebió unos ponches y pasó a Llallagua llevando los gritos de alegría hasta cerca de las 5:00 de la madrugada… A esa hora, cientos de teas todas en línea bajaban de la Estación de Cancañiri con un fulgor extraño… y sobre esa alegría protagónica, vino lo inesperado, la muerte agónica…

¡De pronto se oyeron explosiones, estallidos, centellas! ¿Era júbilo, eran truenos, dónde? Las piedras se partieron, los techos irradiaron un brillo inusual, los gallos enmudecieron no así los ladridos de los perros... Las miradas viraron hacia las teas, y estas se convirtieron en botas de pasos dementes que bajaban a trote por el campamento Montes. Unos decían que era la paja brava que crepitaba, otros que las parafinas y los troncos chisporroteaban como ruidos de marcha, y no era ni uno ni otro, ¡era el “plan pingüino”, o el acabamiento de la poca gloria que le restaba al punible ejército! Desde la estación, tres rastreros de mal rostro se arrastraron: El Gral. Amado Prudencio a Llallagua, el Cnel. Alfonso Villalpando al Sindicato, y el Mayor Pérez a la bocamina, el objetivo: ¡Matar!… Una bengala voló al cielo y la noche se hizo día, cientos de soldados de rodillas como si rezaran dispararon con metrallas y bazucas concentrando el fuego a la bocamina y al Club Racing, otros bajaron por la pulpería al Sindicato de Siglo XX, donde Rosendo García Maisman conducía a un grupo que trataba de rescatar la sede sindical antes de caer preso por el jefe de la DIC, que le descerrajó un tiro sobre el labio superior.

Junio 24.

A las pocas horas, una tropa se apostó cerca al ingenio y los talleres. Los trabajadores de la tercera punta subían al cerro para esconderse en las barrancas. Se oían disparos con orden de ejecución, las tropas ingresaban a los campamentos y rompían puertas con las culatas mandonas para entrar disparando.

Después de la muerte de García Maisman, tomaron la Plaza del Minero, destruyeron los equipos de la Radio la Voz del Minero, las tropas de Uncía ocuparon Llallagua. Dos ametralladoras se ubicaron frente al Club Racing para contener a los mineros que subían de la bocamina y el ingenio. A las 7:00, todo estaba consumado.

Cientos de presos fueron llevados a la pista de Uncía para ser lanzados a los aviones militares. Las ambulancias recogían a los muertos y heridos para tenderlos en los pasillos del hospital. Los delegados huyeron a la mina para esconderse, y 50 muertos eran velados entre lacrimosos cirios blancos en el Club Racing.

Agosto 6.

Barrientos, con ese comparecer del esquizoide político, dio su informe al Congreso relatando la matanza de San Juan, no habló de su crimen, dijo.

“Una vasta conspiración estimulada por los partidos comunistas, en conexión con la guerrilla castro-comunista, iniciada por los partidos derrocados del gobierno…”.

Algo de cierto había, pues en los centros mineros se lanzaban proclamas de adhesión a las guerrillas y se colectó dinero para continuar la lucha.

“Si hemos de morir —dijo el poeta Claude MacKay–, no lo hagamos como puercos perseguidos y acorralados en el estercolero mientras nos rodean los perros locos y hambrientos que se burlan de nuestro maldito destino. Si hemos de morir, muramos noblemente de modo que nuestra preciosa sangre no haya sido derramada en vano, sino por un gran ideal.”

LO QUÉ NO SE DIJO DE LA NOCHE DE SAN JUAN

Tres meses antes, el 1 de mayo, cuando en el país resonaba el día Internacional de los Trabajadores, se difundió desde Chile el Comunicado Nº. 1 del ELN., cuyas instrucciones llegaron a la COB, al PRIN, y a los obreros por las radios mineras y las agencias internacionales de noticias, demandando que todos integren y apoyen la guerrilla de Ñancahuazú:

“La única alternativa es defender la democracia con el fusil al hombro de los trabajadores y desocupados. Los guerrilleros luchan por la liberación de la patria del funesto yugo extranjero que se halla en el Palacio de Gobierno y el Gran Cuartel de Miraflores.”

Luego de ese mensaje, Lechín publicó otro documento insistiendo en crear un frente de apoyo a la guerrilla como única salida para Bolivia. Barrientos ordenó que se aprese a Lechín, Gueiler, Simón Reyes, René Chacón y Cirilo Valle. Decretó la detención de los dirigentes de la FSTMB y de los partidos políticos. ¿Fue esa la vasta conspiración que aludió Barrientos?

Después de la masacre, los mineros acusaron al Secretario General del Sindicato, de que tenía conocimiento que las tropas tomarían el distrito minero. Había un corrillo de voces que expresaba cada vez con mayor fuerza, que algunos dirigentes mineros sabían la hora de llegada del tren de la muerte, y nadie avisó nada a nadie. Se sabía que el Ampliado Nacional de los sectores laborales de mineros y fabriles de La Paz y Cochabamba declararían territorio libre a Siglo XX y Catavi. Pero los intentos activistas-voluntaristas de ciertos dirigentes ligados a la aventura de la revolución guerrillera, pudo más que el grito de vida del minero.

Posteriormente, por los testimonios de muchos dirigentes mineros, se supo que sabían que la gerencia de la Empresa Catavi en complicidad con el plan militar, cortaría la corriente eléctrica a las 5:10; y qué hicieron los dirigentes del PCB, callaron. Uno de ellos que bebía en Catavi a las 11:30 de la noche, ¡declaró que otro le comentó que a las 4:00 llegaría el tren militar, y no hicieron nada, ocultaron la verdad que hubiera salvado vidas! Se dijo incluso que el Secretario del Sindicato huyó por el camino viejo a Challapata a las 3:00 de la mañana, ¿acaso no iba a dar la bienvenida e iniciar el Ampliado? ¡Era claro, el minero estaba reducido a la potencia militar, y en el reverso, a su impotencia por el silencio comprometido!

Si se sabía mucho o poco, ¿por qué no se acudió a las emisoras para advertir aquello? ¿Pudo más el dogma que la vida del minero? ¿Era Cuba o el Che antes que la vida minera? ¡Que se esperaba!, ¿lograr mártires? ¡61 mineros fueron muertos y 74 cayeron heridos, y quedaron viudas y huérfanos! ¿Sabían los dirigentes lo que ocurría?, o había que dejar que ocurra lo peor y lograr una reacción en el resto del país... Lo espantoso estuvo en el hecho que por sacralizar a un guerrillero reconocido por el método de su lucha como teorema de violencia, se sacrificó a los mineros para glorificar la cultura política del autoritarismo. ¿Hubo raciocinio humano en ese latrocinio?, o sólo rituales floridos de éxtasis sin éxito, como gritar y huir: “¡Patria y muerte!”

A la memoria de los mineros muertos en ese entonces. A la memoria de los que se fueron o se van como una cuantificación marcada por la efectividad inmanente del destino, y a esta triste fecha que se reduce y destituye a sí misma por su equivocidad histórica.

Felicito a quienes recopilaron los testimonios de los protagonistas elegidos 1952-1985, en la obra “Historia del Movimiento Minero de Bolivia”, Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional; sin cuyo documento no hubiera sido posible develar la verdad oculta. Por tanto, este texto hay que ponerlo en su contexto, es una lámpara que no es para guardarla... porque aún la noche de la historia verdadera, esta oscura.

 

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