Por: José Antonio Loayza Portocarrero. 23 de junio de 2025.
¿Sabían algunos dirigentes mineros que las fuerzas militares
invadirían la Empresa Minera Catavi la noche de San Juan? ¿Sabían que atacarían
causando muerte? ¿Si sabían, por qué no informaron por las emisoras para que el
pueblo se proteja? ¿Si sabían, por qué ocultaron la verdad?... ¿Requerían
mártires para provocar una reacción nacional en favor del Che?
QUÉ OCURRIÓ LA NOCHE DE SAN JUAN
Junio 23.
Llegaron a Siglo XX, 207 delegados de 43 representaciones
obreras con las retinas llorosas por el humo temprano de los troncos calcinados
para asistir al ampliado de la FSTMB, convocado por Simón Reyes. Había en el
aire ceniza y humo de los troncos que ardían y olían a resina tiznando el
cielo, y por donde uno iba no faltaba el calor ni el ponche, y extrañamente,
las piedras lloraban en medio de un raro vacío…
A medianoche, las madres decían que las brasas resurgirían
para recibir a San Juan, que acudiría a calentarse en el fuego, si esta relucía
blanca alguien se casaría, si lucía dorada vendría la riqueza, cuando
terminaron los auspicios el fuego enrojeció, y nadie supo el significado.
El frio de Catavi cruzó por el cementerio, subió por la
pampa Barzola hacia Siglo XX, bebió unos ponches y pasó a Llallagua llevando
los gritos de alegría hasta cerca de las 5:00 de la madrugada… A esa hora,
cientos de teas todas en línea bajaban de la Estación de Cancañiri con un
fulgor extraño… y sobre esa alegría protagónica, vino lo inesperado, la muerte
agónica…
¡De pronto se oyeron explosiones, estallidos, centellas!
¿Era júbilo, eran truenos, dónde? Las piedras se partieron, los techos
irradiaron un brillo inusual, los gallos enmudecieron no así los ladridos de
los perros... Las miradas viraron hacia las teas, y estas se convirtieron en
botas de pasos dementes que bajaban a trote por el campamento Montes. Unos
decían que era la paja brava que crepitaba, otros que las parafinas y los
troncos chisporroteaban como ruidos de marcha, y no era ni uno ni otro, ¡era el
“plan pingüino”, o el acabamiento de la poca gloria que le restaba al punible
ejército! Desde la estación, tres rastreros de mal rostro se arrastraron: El
Gral. Amado Prudencio a Llallagua, el Cnel. Alfonso Villalpando al Sindicato, y
el Mayor Pérez a la bocamina, el objetivo: ¡Matar!… Una bengala voló al cielo y
la noche se hizo día, cientos de soldados de rodillas como si rezaran
dispararon con metrallas y bazucas concentrando el fuego a la bocamina y al
Club Racing, otros bajaron por la pulpería al Sindicato de Siglo XX, donde
Rosendo García Maisman conducía a un grupo que trataba de rescatar la sede
sindical antes de caer preso por el jefe de la DIC, que le descerrajó un tiro
sobre el labio superior.
Junio 24.
A las pocas horas, una tropa se apostó cerca al ingenio y
los talleres. Los trabajadores de la tercera punta subían al cerro para
esconderse en las barrancas. Se oían disparos con orden de ejecución, las
tropas ingresaban a los campamentos y rompían puertas con las culatas mandonas
para entrar disparando.
Después de la muerte de García Maisman, tomaron la Plaza del
Minero, destruyeron los equipos de la Radio la Voz del Minero, las tropas de
Uncía ocuparon Llallagua. Dos ametralladoras se ubicaron frente al Club Racing
para contener a los mineros que subían de la bocamina y el ingenio. A las 7:00,
todo estaba consumado.
Cientos de presos fueron llevados a la pista de Uncía para
ser lanzados a los aviones militares. Las ambulancias recogían a los muertos y
heridos para tenderlos en los pasillos del hospital. Los delegados huyeron a la
mina para esconderse, y 50 muertos eran velados entre lacrimosos cirios blancos
en el Club Racing.
Agosto 6.
Barrientos, con ese comparecer del esquizoide político, dio
su informe al Congreso relatando la matanza de San Juan, no habló de su crimen,
dijo.
“Una vasta conspiración estimulada por los partidos
comunistas, en conexión con la guerrilla castro-comunista, iniciada por los
partidos derrocados del gobierno…”.
Algo de cierto había, pues en los centros mineros se
lanzaban proclamas de adhesión a las guerrillas y se colectó dinero para
continuar la lucha.
“Si hemos de morir —dijo el poeta Claude MacKay–, no lo
hagamos como puercos perseguidos y acorralados en el estercolero mientras nos
rodean los perros locos y hambrientos que se burlan de nuestro maldito destino.
Si hemos de morir, muramos noblemente de modo que nuestra preciosa sangre no
haya sido derramada en vano, sino por un gran ideal.”
LO QUÉ NO SE DIJO DE LA NOCHE DE SAN JUAN
Tres meses antes, el 1 de mayo, cuando en el país resonaba
el día Internacional de los Trabajadores, se difundió desde Chile el Comunicado
Nº. 1 del ELN., cuyas instrucciones llegaron a la COB, al PRIN, y a los obreros
por las radios mineras y las agencias internacionales de noticias, demandando
que todos integren y apoyen la guerrilla de Ñancahuazú:
“La única alternativa es defender la democracia con el fusil
al hombro de los trabajadores y desocupados. Los guerrilleros luchan por la
liberación de la patria del funesto yugo extranjero que se halla en el Palacio
de Gobierno y el Gran Cuartel de Miraflores.”
Luego de ese mensaje, Lechín publicó otro documento
insistiendo en crear un frente de apoyo a la guerrilla como única salida para
Bolivia. Barrientos ordenó que se aprese a Lechín, Gueiler, Simón Reyes, René
Chacón y Cirilo Valle. Decretó la detención de los dirigentes de la FSTMB y de
los partidos políticos. ¿Fue esa la vasta conspiración que aludió Barrientos?
Después de la masacre, los mineros acusaron al Secretario
General del Sindicato, de que tenía conocimiento que las tropas tomarían el
distrito minero. Había un corrillo de voces que expresaba cada vez con mayor
fuerza, que algunos dirigentes mineros sabían la hora de llegada del tren de la
muerte, y nadie avisó nada a nadie. Se sabía que el Ampliado Nacional de los
sectores laborales de mineros y fabriles de La Paz y Cochabamba declararían
territorio libre a Siglo XX y Catavi. Pero los intentos activistas-voluntaristas
de ciertos dirigentes ligados a la aventura de la revolución guerrillera, pudo
más que el grito de vida del minero.
Posteriormente, por los testimonios de muchos dirigentes
mineros, se supo que sabían que la gerencia de la Empresa Catavi en complicidad
con el plan militar, cortaría la corriente eléctrica a las 5:10; y qué hicieron
los dirigentes del PCB, callaron. Uno de ellos que bebía en Catavi a las 11:30
de la noche, ¡declaró que otro le comentó que a las 4:00 llegaría el tren
militar, y no hicieron nada, ocultaron la verdad que hubiera salvado vidas! Se
dijo incluso que el Secretario del Sindicato huyó por el camino viejo a
Challapata a las 3:00 de la mañana, ¿acaso no iba a dar la bienvenida e iniciar
el Ampliado? ¡Era claro, el minero estaba reducido a la potencia militar, y en
el reverso, a su impotencia por el silencio comprometido!
Si se sabía mucho o poco, ¿por qué no se acudió a las
emisoras para advertir aquello? ¿Pudo más el dogma que la vida del minero? ¿Era
Cuba o el Che antes que la vida minera? ¡Que se esperaba!, ¿lograr mártires?
¡61 mineros fueron muertos y 74 cayeron heridos, y quedaron viudas y huérfanos!
¿Sabían los dirigentes lo que ocurría?, o había que dejar que ocurra lo peor y
lograr una reacción en el resto del país... Lo espantoso estuvo en el hecho que
por sacralizar a un guerrillero reconocido por el método de su lucha como
teorema de violencia, se sacrificó a los mineros para glorificar la cultura
política del autoritarismo. ¿Hubo raciocinio humano en ese latrocinio?, o sólo
rituales floridos de éxtasis sin éxito, como gritar y huir: “¡Patria y muerte!”
A la memoria de los mineros muertos en ese entonces. A la
memoria de los que se fueron o se van como una cuantificación marcada por la
efectividad inmanente del destino, y a esta triste fecha que se reduce y
destituye a sí misma por su equivocidad histórica.
Felicito a quienes recopilaron los testimonios de los
protagonistas elegidos 1952-1985, en la obra “Historia del Movimiento Minero de
Bolivia”, Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa
Plurinacional; sin cuyo documento no hubiera sido posible develar la verdad
oculta. Por tanto, este texto hay que ponerlo en su contexto, es una lámpara
que no es para guardarla... porque aún la noche de la historia verdadera, esta
oscura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario