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HISTORIA DE UN EXPLORADOR BOLIVIANO

Por: José E. Pradel B. / Publicado en el periódico El Diario, el 27 de Noviembre de 2012. / En la imagen: Río Madera (conocido en Bolivia, como Beni), durante el siglo XIX, hasta la tercera década del siglo XX, era una corriente totalmente desconocida y poco navegable. Fuente: Andre Bresson, Bolivia. Sept années d’explorations, de voyages et de séjours dans l’Amérique australe, Paris, Challamel Aimé, 1886, p. 513.

Cuando el presidente boliviano Gral. José Ballivían (1805 - 1852), llegó al poder en 1841, el país se encontraba en un total aislamiento comercial, sus únicos puertos en el océano Pacífico; Magdalena de Cobija y La Mar eran muy precarios y se encontraban alejados de las principales ciudades de la época, como fueron: La Paz, Oruro y Potosí. Para llegar a dichos puertos, se tenía que atravesar la cordillera y cruzar el desierto de Atacama. En ese momento, Bolivia miró al océano Atlántico, como una alternativa próspera, pero ¿Cómo llegar al Atlántico? ¿Qué corrientes eran las adecuadas? ¿Son navegables los ríos Beni, Madre de Dios y Mamoré? ¿Qué poblaciones habitan las riberas de estos ríos?, fueron las interrogantes que motivaron al gobierno de la época, el incentivar la exploración y colonización de las tierras bajas bolivianas.

Estos territorios son parte de dos extensas regiones geográficas al norte/noroeste la Amazonia y al sur/sureste el Chaco. En este caso, para llegar al océano Atlántico, la región explorada tenía que ser la Amazonia, que era considerada durante esa época como heredades misteriosas, pobladas por tribus bárbaras y animales legendarios. Pero geográficamente la Amazonia boliviana, está situada en el centro de América del Sur y se encuentra cubierta en su mayor parte por la selva virgen y zonas apantanadas.
Bajo ese contexto, en esta nota describimos la vida de José Agustín Palacios y las exploraciones que condujo, en dicha región entre 1843 a 1846. En ese sentido, es necesario mencionar que Palacios, nació en La Paz, el 28 de agosto de 1802, hijo de Francisco Diego de Palacios, comerciante español que fue partícipe del movimiento Independista de julio de 1809, una vez sofocada la rebelión fue fusilado y confiscaron sus bienes en 1814. En esta circunstancia de orfandad, José Agustín, tuvo que ser criado y educado por el religioso franciscano R. P. Mazuelos, quien le enseñó cartografía y arquitectura.
Para la década de 1830’, su biógrafo y nieto Abel Iturralde Palacios, detalla que Palacios levantó los planos del camino que unía la Alameda (hoy conocido, como El Paseo del Prado, avenida principal de la ciudad de La Paz, desde el siglo XIX, hasta la actualidad), con el barrio de Obrajes y diseñó el antiguo camino de La Paz Yungas.
Posteriormente como uno de los héroes de la Batalla de Ingavi, efectuada el 18 de noviembre de 1841, entre los Ejércitos de Bolivia y el Perú. José Agustín, formó parte de las figuras principales de la administración vencedora del Gral. Ballivían (1841 - 1847), quien lo designó en 1841, Gobernador del Departamento de La Paz y en 1843, Gobernador del Departamento del Beni y Comandante de varias comisiones científicas y de exploraciones. Con el objetivo de resolver e investigar la navegabilidad de los Ríos Beni, Madre de Dios y Mamoré. Sobre esto escribió: “mi espíritu se animó del más vivo patriotismo, y del más vehemente deseo de ser útil a mi patria”.
Como un preludió a su recorrido comenzó a estudiar el curso de los ríos de la Provincia Caupolicán (Iturralde), estas corrientes fueron: Reyes, Yacuma y por tierra parte del territorio de las Misiones y Cayavabas hasta a la localidad de Exaltación (ribera del Río Mamoré), y luego a la población de Trinidad, capital del Departamento del Beni. Después de conocer y recorrer lagos caudalosos, terrenos selváticos, cubiertas de elevadas montañas, fue posesionado como Prefecto, y a fines de 1844, el Gobierno Central le ordenó iniciar su gran exploración al Río Beni, con la misión inicial de “establecer una nueva ruta comercial entre el Departamento del Beni y los Yungas Paceños”.
De esta manera, inició su recorrido por esta corriente, del cual anotó más tarde: “la navegación del Río Beni presenta la dificultad de que solo admite balsas de madera muy ligeras y sumamente angostos por los muchos bancos (de arena) que hay y cuyos canales son demasiado estrechos”.
Tras un largo recorrido Palacios descubrió las ‘cachuelas’, sobre estas áreas Sixto Ballesteros, en su libro A través del Amazonas, señaló: “es el absurdo de la naturaleza en pugna contra el hombre; es el abismo, la muerte, la cólera sorda y bravía de las aguas, dispuesta a tragarse como un monstruo que tiene las fauces abiertas, hombre y embarcaciones a su paso”. Pero en realidad las cachuelas, son aglomeraciones de piedras ferruginosas, que cortan el río de sureste a oeste y cuya caída ó desnivel se calcula en unos seis metros más ó menos e impide la navegación. Es de esta manera, que en dicho río, Palacios halló las siguientes Charia, Guachivo, Sipna, Wayaniboco, Sitipti, Chañami, Napañati y Poraqui, hasta Magdalena, Iripachiqui, Bopinay, Mitti, Puñuya, Bohoy, Pinechi, Toracaya y Siraque.
Después de esta corta exploración, en 1845 aún se mantenía desconocido el oriente boliviano, aprovechando la experiencia obtenida, el Gobierno del Presidente Ballivían, le ordenó investigar la comunicación fluvial, entre el Lago RogoAguado con el río Beni, para facilitar su navegación con el río Madera.
De esta manera, comenzó su peregrinación por el río Mamoré, navegando hasta la Estancia San Carlos, recorriendo por tierra hasta Colina, sobre este trayecto Palacios relató: “en los cabos salté á tierra y reconocí que la montaña se extendía poco, pero los pastales son tan bastos que forman horizonte. Les hice prender fuego y divisamos al noreste el humo de alguna hoguera de los barbaros Chacobos, que después fueron reconocidos y cuyo número pasa de trescientas almas, entre esos individuos se encuentra alguna gente blanca y rubia”. De Colonia se dirigió a Laguna RogoAguado, en este estanque encontró muchas variedades de pescados, rayas y caimanes, además descubrió que este lago era apéndice del Río Mamoré, del cual volvió navegando hasta Trinidad.
Meses después en agosto de 1846, el Presidente Ballivían le mandó a establecer la aspirada ruta fluvial por las corrientes del Mamoré y Madera, hacia el Atlántico, sobre esto escribió: “la navega-ción del Mamoré y Madera, ofrecen un porvenir cuyas favorables consecuencias son incalculables, y es á ellas á la que el Gobierno debe consagrar sus preferentes atenciones…es pues preciso arrástralo todo, vencer las dificultades que de intento se me opusieron y revestirme de la energía necesaria para imponer obediencia á la tripulación compuesta de hombres a quienes nada interesaba una empresa, que habían mirado siempre como irrealizable, ó eminentemente peligrosa”.
Concluidas las preparaciones para el viaje, la gran expedición compuesta por él, su hijo Gregorio, cuarenta fusileros, el Vicario Eustaquio Durán, cuarenta uno indígenas Cabayubas provenientes de Exaltación, quince indígenas Canichanas procedentes de San Pedro y otros quince indígenas Trinitarios, partieron de la localidad de Exaltación, el 7 de octubre, embarcándose en una barca artesanal denominada ‘Garitéa’, tres canoas y un botecito.
En un inicio, durante esta época la corriente del Mamoré se encontraba corta y las costas estaban cubiertas de sauces y cañas bravas. Pero Palacios, ya conocía bastantes detalles sobre el territorio y las poblaciones que habitaban en ellas, esto sin duda, le ayudó a relacionarse con los Jefes o Capitanes de diversas Tribus y dominar las ‘cachuelas’. Al llegar al arroyo Mayosa, el segundo día de recorrido se encontraron con Maba, Capitán de los barbaros Chacabobos, á Bora y dos indígenas más.
Tras estos acontecimientos, el 11 de octubre llegaron a los territorios de la tribu Sinabos, al decimo día bordearon el Río Mamoré, antes de llegar al Rió Beni, se toparon con los indígenas Caripunas, compuesta por 39 habitantes, de la cual José Agustín detalló: “todos tienen flechas en las manos, contestaron con la mayor seriedad nuestra salutación, pero habiéndoles regalado machetes, cuchillos, anzuelos, chaquiras, licor y algunas otras cosas, depusieron su tono airado, se deshicieron de sus flechas, y nos manifestaron una amable familiaridad”.
Dos días después, en una atmósfera serena y despejada continuaron la marcha hacia el suroeste y encontraron la Cachuela Banarera y Pao Grande, una vez delineadas estás, se encontraron con otro grupo de indígenas dirigidos por el Capitán Sonó, en este lugar el Vicario Eustaquio Durán, se quedó ahí para establecer un nuevo pueblo.
El 20 de octubre, descubrieron la Cachuela Madera, Misericordia y Riberón, después de navegar otros dos días, llegaron a un desnivel de aguas, sobre este territorito escribió: “hay cristal de roca, muchas vetas de plata, y unas piedras achinadas que por su brillo y cualidades, anuncian haber criadero de brillantes y diamantes. Finalmente, por todas partes se presentan á la vista aves tan hermosas y de tan variados y ricos colores que unidas á todos los otros objetos que ofrecen grandiosos espectáculos y deliciosas perspectivas”.
Después de haber navegado muchas leguas, el 24 de noviembre descubrió la Cachuela Araras, que significa “Parabas ó Caques”, una especie de loros del lugar, tras haber navegado un poco más, la expedición llegó a la confluencia del Río Abuná, y al salir de ella descubrió la Cachuela Pederneral.
Entre los días 26 al 30, la expedición descubrió las Cachuelas: Tres-hermanos, Yerao, Calderón del Infierno, Morriño, Teotonio, Macacos, San Antonio, Beni, Abuná y Yata Grande.
Finalmente en esta última Cachuela, decidió iniciar la contramarcha de regresó repasando Morriño, Taciparaná, Yerao, Tres-hermanos, Mutumparaná, Paredón, y Pedernera.
Para el 11 de octubre, llegaron a la boca del Río Abuná, donde encontraron varios jeroglíficos grabados en las rocas. Tras navegar muchos días llegaron el día 18 á Yata Grande, Bananera. El día 20, repasaron la Cachuela Guaraguasú y Guayamerín. Después de navegar muchas leguas llegaron a la Junta de Iténes y al arroyo Mayosa, el día 27, para el día el 29 de octubre regresaron á Exaltación.
Así concluyó la exploración dirigida por José Agustín, que duró tres años, permaneciendo un año más como Gobernador del Departamento del Beni, sus exploraciones comprobaron la existencia de diez tribus de indígenas que habitaban las riberas de los ríos, la navegabilidad de los mismos: su fisiología y su clima de cada uno.
Como consecuencia de su exploración, es necesario mencionar, que fue la base para la construcción del ‘Mapa General de Bolivia’; publicado por Juan Ordanza, Juan Mariano Mujia y Lucio Camacho en 1868.

Por otro lado, la información publicada sobre sus exploraciones en el periódico ‘La Época’, en 1852; fue recopilada por su nieto Abel Iturralde, divulgada con el título: Exploración de Don José Agustín Palacios, Realizadas en los ríos Beni, Memoré y Madera y en el Lago Rogo-aguado, durante los años 1844 al 47. Descripción de la Provincia de Mojos, en 1893. Sirvieron como un documento básico, para las posteriores exploraciones dirigidas por: Faustino Maldonado (1860- 61), George E. Church (1871), Edwin R. Heath (1870, 1879- 80), Nicolás Armentia (1881- 82), Víctor Mercier (1887), Cnel. José Manuel Pando (1894) y Percy H. Fawcett (1906-07). Finalmente José Agustín Palacios, falleció en La Paz, en 1875.

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