Fuente: La guerra del Chaco – Historia (Grafica) y
Literatura. De Mariano Baptista Gumucio / Comunicaciones El País, La Paz –
Bolivia, marzo de 2002.
En su obra El último girón de la patria escrita después del
conflicto, Bautista Saavedra analizaría duramente otro de los factores en el que debió haberse pensado antes de
afrontar el desafío “En cuanto a la
deficiencia profesional de los señores militares –decía el viejo
republicano- no hay mucho que decir. Al
comienzo del conflicto bélico habían en Bolivia Veintiún generales, incluso el
general Montes, y ninguno era capaz de manejar y dirigir un ejército, menos una
guerra. Es que todos ellos carecían de instrucción, ciencia y práctica
militares. Salidos casi todos del colegio militar, a donde iban a parar todos
los jóvenes indóciles a la educación paterna, los indómitos para el estudio, aquellos
que desde temprana edad eran reacios a toda disciplina y buenas costumbres, ese
centro no podía ser sino un seminario de fracasados y de candidatos a la disipación.
Los gobiernos pusieron muchos y solícitos ciudadanos para que ese plantel fuera hogar de cultura y moral, pero
en manos de jefes militares que no velaron porque el reuniese condiciones
educativas siquiera a medias no llego nunca a ser selección de futuros soldados
de honor y trabajo… Salidos del seminario militar y desparramados por los cuarteles,
no se preocupaban de completar su espíritu militar ni ilustrar su inteligencia.
Después de las faenas cotidianas de carácter usual, el juego, las diversiones,
las jaranas y las mujeres eran sus habituales ocupaciones. ¿Es que con tales
elementos podía ganarse la guerra? ¿Es que con tal composición militar podía
formar un ejército capaz de defender el honor y la integridad territoriales?”
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