Por: J. L. Bernabe C. para: Historias de Bolivia.
20 años después de la guerra del Acre, uno de los miembros de la Columna
Porvenir, Federico Román, convertido en coronel del ejército, dio una
conferencia en La Paz en la que acusó a Suárez de haber luchado en la guerra
exclusivamente para defender sus intereses económicos; de haber tratado de
rendirse ante los invasores en vísperas del encuentro de Bahía, acuerdo que los
brasileños habían rechazado; de haber saboteado la causa boliviana, retirando
de la batalla a la tropa que respondía a su mando, actitud que solo cejó cuando
la victoria boliviana ya se hallaba consolidada.
Esta acusación dio lugar a una curioso proceso entre las partes, que tuvo un
poco de jurídico y otro poco de historiográfico, y también a un desafío a duelo
entre Román y el hijo del patriarca Suárez, quien también se llamaba Nicolás.
El 3 de febrero de 1923, Suárez hijo respondió a las “hostilidades” de Román
con una carta abierta en la que lo invita a “un Tribunal de Honor, para
comparecer ante él y hacerlo el depositario de documentos y antecedentes que
comprueben la modesta pero patriótica actuación de los unos y las felonías y
falsedades de los otros”. Al finalizar su carta, Suárez hijo introduce una
frase cuya exacta interpretación sería causa de un conflicto potencialmente
grave. Dice: “Con su respuesta iremos al terreno del honor”.
Sea que la intención del Coronel Román fuera distraer la atención, apartándola
del asunto del Tribunal de Honor, que como veremos el militar rehuirá hasta el
final, o sea que Román realmente entendió la citada frase como un desafío a
duelo (costumbre entonces todavía vigente), lo cierto es que respondió a Suárez
lo siguiente: “Mi respuesta es que, dentro del término más breve, veamos la
forma de colocarnos a una decorosa distancia de algunos pasos, para lo que he
encargado la tramitación de este asunto a verdaderos caballeros”.
En esta carta Román también ratifica lo que había afirmado en su conferencia y
advierte de que aún se había quedado corto, ya que por pedido de la Sociedad
Beneméritos del Acre había suprimido algunas de las denuncias que tenía
planeado hacer (posteriormente prometería revelar informaciones de “repercusión
internacional”, sin hacerlo).
En cambio, Román cumplió su amenaza de enviar dos padrinos a Suárez, y este
hizo lo propio. Entre ellos acordaron las condiciones en las que se darían
tanto la aclaración histórica como el duelo. El libro incluye todas las
comunicaciones entre estos equipos de padrinos/abogados, que manejaron ambas
cuestiones más o menos por separado. Sus cartas y actas están escritas con
ponderación, cortesía, idoneidad y buena redacción, por lo que distan años luz
de cualquier relación escrita de una querella judicial hecha en la actualidad.
La educación de estos hombres era muy distinta, incluso considerando que vivía
en una región marginal de la República.
El equipo de Román se opuso a la conformación de un Tribunal de Honor de
carácter especial, y en cambio solicitó que el asunto se tratara en el Tribunal
Supremo de Guerra, el máximo órgano de la justicia militar. Cedió a ello el
equipo de Suárez y ambas partes quedaron en que debían entregar sus pruebas en
60 días. Suárez hizo el trámite ante el Ministro de Guerra, que se avino y
convocó a Román a presentar estas pruebas, a lo que este replicó cambiando de
argumento; señaló que el Tribunal de Guerra tenía que considerar los hechos no
en calidad de Tribunal de Honor, sino de corte penal, porque en el proceso él
denunciaría graves delitos contra la patria. Ante ello, el Tribunal prefirió no
arriesgarse a prejuzgar sobre un potencial caso criminal.
Así se cerró esta parte del conflicto, sin soluciones, lo que impulsó a Nicolás
Suárez padre a publicar el libro sobre la guerra, y sobre su actuación en ella,
que estamos reseñando.
En cuanto al duelo, los padrinos tuvieron que dirimir primero, acudiendo a un
árbitro, si Suárez hijo había desafiado a Román o si Román había desafiado a
Suárez… El árbitro dictaminó que lo segundo. Posteriormente, los padrinos
llegaron a la conclusión de que era insulso concertar un duelo que, en el mejor
de los casos, se verificaría seis meses después, ya que ambas partes habían
acordado pleitear ante el Tribunal de Guerra (lo que, como sabemos, al final no
ocurrió). De modo que decidieron suspender el duelo sine die, seguramente para
gran alivio de las partes, que parecen haber sido arrastradas a este lance más
por la dialéctica epistolar que por real encono o arrojo violentista.
Dada la actitud evasiva de Román, uno tiende a creer que sus acusaciones fueron
falsas; sin embargo, no hay prueba concluyente: las que presenta Suárez son
circunstanciales. En todo caso.
Dato
Federico Román Calderón, héroe de la guerra del Acre nació en Chulumani,
departamento de La Paz el 21 de febrero de 1875. Es muy destacable que Román
aparte del servicio que brindo en la defensa del Acre también desempeñó un
papel clave en la defensa del Chaco en la guerra con el Paraguay (1932-1935).
Federico Román falleció en el Chapare el 1 de Julio de 1943.
Foto: Federico Román. / Mas: Historias
de Bolivia
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