Historias de Bolivia, Archivos Históricos.- Sitio dedicado a la recolección de notas periodísticas, revistas, libros, fotografías, postales, litografías, investigaciones, curiosidades, etc., etc. Todo lo relacionado con la historia de nuestra patria Bolivia. (Historia de Bolivia).

JOSÉ M. PANDO Y LOS LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS DE 1896, UN PROLEGÓMENO A LA GUERRA CIVIL DE 1899

Hombre indígena de la zona altiplánica de La Paz. 


La lucha empeñada por la población indígena contra la usurpación de tierras no tuvo carácter puramente social. No represento un levantamiento desprovisto de estandartes políticos. Posiblemente con anterioridad a los desórdenes de 1895, la población campesina comenzó a desear un cambio de jefe y partido en los órganos del estado como medio de contener la ola de creciente de excesos contra la propiedad comunitaria. Pero, en 1896, en que la lucha del indígena contra los usurpadores de tierras adopta un visible carácter político.  

Desde la caída de Melgarejo, el indio sufrió la indiferencia de los poderes públicos. Se le restituyo las tierras usurpadas, pero, a poco, las leyes de exvinculacion, obra del jurisconsulto potosino Antonio Quijarro, introdujo en la vida nacional nuevos métodos de despojo.  Transcurrieron los años bajo el creciente empeoramiento de sus condiciones de vida y sin que las administraciones de gobierno fueran capaces de contener la ola de violencia y usurpaciones que lo hundían en situaciones cada vez mas insufribles. Encumbrada en el poder la llamada oligarquía de la plata, la situación del indio empeoro notablemente. Lo demuestra claramente la sucesión de rebeliones que ocurre durante los años de su hegemonía política. El indio acudió al alzamiento armado como único medio de lograr la restitución de sus tierras y como el mas recomendable expediente para deshacerse de las cargas y abusos con que se los agraviaba de continuo. 1895 fue el año de su máximo apogeo de estas rebeliones. A las rebeliones sucedieron las represiones violentas, las expediciones punitivas, las cárceles, el cadalso…

Desposeído en absoluto de protección oficial, probablemente no estuvo lejos de pensar que los gobiernos plutocráticos constituían un manantial inmediato de sus infortunios presentes, y naturalmente se creyó obligado a intervenir en la contienda política enarbolando la bandera del partido opositor, quizá con la íntima convicción de encontrar en el su sombra salvadora. Es posible que, fuera de su espontanea adhesión al liberalismo, la actividad demagógica de los caudillos liberales haya contribuido grandemente a la enorme popularidad que alcanzo ese partido en el agro.

La campaña liberal encontró en la postración de los pobladores de la campiña un terreno fecundo para sus fines políticos y, a semejanza del artesano, el indio también comenzó a cifrar sus anhelos de liberación, sus ansias de una vida mejor en el caudillo opositor. Las multitudes indias se hicieron simpatizantes del jefe liberal. La idea nació y cundió rápidamente por los alejados confines de la altiplanicie, de las vegas y valles, y se proclamó al tata Pando jefe de las multitudes indias.

Se aproximaban las elecciones de 1896. Pando debía terciar en ellas como candidato a la primera magistratura de la república. La población indígena comenzó a vitorear a Pando.

El año 1896 no fue tranquilo. Reaparecieron los desórdenes del año anterior. La beligerancia de los indígenas de Igachi y Chililaya puso en graves apuros a los vecinos de Puerto Pérez. En marzo la comunidad de Anchallame, que amparada por la de Queroma y Umalaexigia el reconocimiento de sus seculares derechos sobre las tierras de Achora y Luribay, invadió la finca de Totora y, colindante con Achocara, desalojo a sus colonos y degolló ganado.

El indio persistía, pues en la lucha insesante contra la expansión del latifundio y contra la depredación facultada por los poderes públicos. Pero a diferencia del año anterior, su campaña  se halñlaba presidida por una bandera política, y por un grito: Viva Pando.

Cierto día -El 6 de mayo de aquel año, es decir, ya en vísperas de las elecciones de ese mismo mes- crecientes grupos de indígenas se dejaron ver en las inmediaciones de La Paz . Alrededor de mil doscientos labradores nativos coronaron las alturas de la ciudad. La población urbana inquieta y desconcertada se estremeció de pánico. Las autoridades inquirieron las pretensiones de la masa. Los campesinos solo querían congratular a Pando. Las huestes castrenses reaccionaron y dispersaron a los tumultuarios. Se tomaron prisioneros. Se responsabilizo al candidato liberal de instigación al desorden y tumulto.

Sobrevino la represión violenta y criminal. Así lo confiesa la propia prensa oficialista en un gesto desapasionado de indignación ante los procedimientos brutales empleados contra el indio. El sayón de las oficinas de represión se ingenió métodos de tortura. Introdujo puñados de ceniza la boca de los infelices indios y se les obligo a vivar a Pando. El indígena obligado por la imposición brutal del verdugo, tuvo que ser objeto de perverso solaz.

A los pocos días se produjo una revuleta indígena en el campo. Las unidades militares se apresuraron a debelarla. La prensa piudio moderación a la expedición en marcha: “Que estrictamente se ciñan al cumplimiento de su misión -dice El Comercio-, sin abusar de la debilidad ni de la ignorancia del pobre indio como aseguran haber sucedido en otra expedición”

Pando fracasó en el plebiscitario. La opresión se acentuó, pero no conjuro la violencia. En los primeros días de junio se levantaron los indígenas de Omasuyos. Salió de La Paz el escudaron Junín para contenerlos.

En el mes de agosto la sublevación indígena llegó a su apogeo. Se levantaron los indios de Sica Sica, Calamarca y Viacha, casi toda la extensión altiplánica que separa a La Paz de Oruro.

En la legislatura de ese año, el diputado Isaac Criales presento un proyecto de ley encaminada a prevenir las sublevaciones indígenas por el camino de las sanciones drásticas. El proyecto en cue4stion no pudo ser debatido por la ausencia del diputado Criales en la legislatura de 96. Pero no por esto se dejó de reprimir con violencia los alzamientos y desordenes, y como en tantas otras veces, la voz de la rebeldia indígena fue puesta a termino sobre charcos de sangre.

En las comarcas indias, se acrecentó el descrédito del oficialismo y ganó popularidad el caudillo de la oposición. No pasaría mucho tiempo para que nuevamente en el agro vuelva a resonar el grito multitudinario: Viva el Tata Pando.

Tomado del libro: Zarate El “Temible” Willka, de Ramiro Condarco Morales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Historias de Bolivia. Con la tecnología de Blogger.