TARIJA (BOLIVIA) EN LOS MAPAS DEL MUNDO (COLONIA E INICIOS DE LA REPÚBLICA)

 


Del Libro:“Tarija... Apuntes Históricos” de Jesus Miguel Molina Gareca V. /

Este trabajo tiene origen en la discusión establecida hace poco más de 25 años en la ciudad de Sucre, cuando con varios de los entonces compañeros de colegio discutíamos sobre cuál era el mapa más antiguo donde apareció por vez primera el nombre de Tarija y el de Charcas.
Estábamos, entonces, muy lejos de alcanzar algo concreto con esa discusión pero ello obligó a buscar información que señalase desde cuándo Tarija aparece en los mapas del mundo.
Siempre queda la posibilidad, para que estudiosos con mayores y mejores conocimientos puedan dar más luces sobre este tema, sin embargo de aquello va este aporte.

El mapa de Diego Gonzáles (Amberes 1562) denominado “Región del Perú”, hace figurar ya a Potosí y muestra parte de la cordillera denominada, desde poco antes, de los Chiriguanos, aunque no está así escrita en el mapa. No aparece Tarija, pero las estribaciones cordilleranas tanto de Chiriguanos como de Lipez sugieren ya la presencia del valle. Posterior a este mapa aparece el año 1589, el mapa del P. Diego Méndez (Peruvias Auriferae Regiones Typus), este mapa a colores (rojo, azul, sepia y amarillo), si bien no menciona a Tarija (ya para entonces con 15 años de vida), sí menciona al río Pilcomayo y se nota claramente la cordillera de los Chiriguanos y la ciudad de Potosí, además de otros componentes geográficos, permanentes ya en forma posterior, y en casi todos los mapas.
Una característica de este último mapa es que sólo muestra la parte de la costa del Pacífico desde lo que hoy es América Central hasta el Trópico de Capricornio que el autor hace pasar poco más debajo de Potosí, podríamos decir casi a la altura de Tarija.
Sin embargo, en ambos mapas, el trazado de las costas y la ubicación de las dichas poblaciones son inexactas y -por ejemplo en el caso del Mapa del P. Méndez- hechas en base a criterios muy personales, el P. Méndez oficiaba en el altiplano, por lo que los nombres de las poblaciones de dicha zona están profusamente nombradas. La ubicación de los ríos de igual manera son en muchos casos imprecisa; sobre este punto una nota aclaratoria de José Mesa:
“Hay que dejar establecido que los mapas europeos de los siglos XVI - XVIII con respecto a América fueron levantados y dibujados por personas no especializadas. Son el fruto de navegantes si bien conocían las normas elementales del “Arte de Navegar o Marear” y podían interpretar las cartas marinas, no conocieron sino elementalmente los sistemas de proyección que recién se difunden por Europa en 1569, a raíz de la publicación por Gerhard de Kremer “Mercator”, del mapa titulado “Nova et actúa Orbis sterra descriptio...” planisferio decisivo para la geografía y cartografía mundial.” (1)
Tarija en los mapas
Posteriormente, y hasta 1638, desconocemos de algún mapa que cite a Tarija entre las poblaciones anotadas. Este año de 1638 se publica el mapa con la leyenda Excudebat lonnes lanbonius (Amstelodami), con el título: “Paraguay, o Prov. de Río de la Plata cum regionibus adiacentibus. Tucuman et Sta. Cruz de la Sierra”. Este mapa tácitamente indica: V. Taryia & San Bernardo de la Frontera a faldas de la cordillera y junto a CHICAS, seguramente Chichas. También son mencionadas otras poblaciones y fuera de sus cauces geográficos actuales los ríos Pilcomayo y Bermejo, que es tomado también como Salado.
En forma posterior se difunde el mapa de Sansón d’Abeville, fechado en 1656, el título en su integridad dice: “LE PEROU, et le tours de la RIVIERE AMAZONE despuis fes fources jusques a la Mer Tires de divers Autheurs et de diverges Relations Par N. SANSON d’ Abbeville Geogr. Ord du Rey A PARIS, grabado según J. Mesa por lohannes Somer Pruthenus. Fue editado por Pierre Mariette en París, el dicho año.
Este mapa a colores es uno de los más interesantes por la precisión de las poblaciones y accidentes geográficos citados, en cuanto a Tarija se refiere, indica el dicho mapa: “S. Bernardo de la Frontera”, al sur de un río Taricha (?) y del Pilcomayo, se anotan también V. Omaguaca al oeste y Churumates al este, al sur se vuelve a notar CHICAS, suponemos por Chichas y un dato interesante más, como este mapa es a color, los investigadores paraguayos lo tomaron como un argumento más para demostrar su posesión sobre el Chaco, ya que aquí aparece el Chaco del mismo color que el Paraguay (verde agua) y la Prov. de los Charcas de otro color (amarillo).
Otro mapa en el que se observa a Tarixa (San Bernardo de la Frontera) es el incluido en el Atlas de Guilgelmus Blaeuw (1715), en realidad el mapa detalla la costa peruana y sin embargo de ello llega a ubicar a nuestra población.
Posteriormente se imprime el mapa de Homanianos Heredes (1725); “Mapa del Paraguay. Misiones de los Padres Jesuitas”, de d’Anville (1733), en él rodeado por Mocobis, Tobas y Chichas aparece mencionada la capital. También está el Mapa “Carta del Perú”, anónimo del año 1776, donde figura Tarija dentro de los límites del dicho Virreynato.
Un mapa que es de importancia fundamental es el publicado el año de 1787 y que lleva por nombre “Carta Geográfica que comprende los Seis Partidos que comprende la Provincia de Potosí. Año 1787”, este mapa obra de Hilario Malaver, define de manera concreta los límites del Partido de Tarija y como tal está registrado. Este trabajo está dedicado a Dn, Pedro Vicente Cañete y acota “actual Gobernador interino de la Villa de Potosí”. El Partido de Tarija limita al norte con el Partido de Porco al oeste con el Partido de Chichas, al sudoeste con el Tucumán y es cabeza de los llamados “Llanos de Manzo” al este y la “Parte del Chaco” al sur. Interesante es notar que no existe Partido de Cinti y que más bien dice “Parte Sintí” y anota adjunto “Viñas”, sin embargo la dicha zona de “Sintí” está -si se quiere- dividida entre el Partido de Tarija, Chichas y el de Porco. De ahí tal vez uno de los argumentos históricos, que andando el tiempo se hizo costumbre y se transmitió de generación a generación para que los actuales habitantes del actual Camargo, Villa Abecia y Carreras, se identifiquen con nuestras costumbres, cultura e historia.
Además de los mencionados existe, por ejemplo, la Tableau General de L’amerique de M. Brion (1775) o el Mapa Geográfico de América Meridional de 1776, donde se aprecia a color el Virreynato de Buenos Aires y el de Lima, más el Reyno de Chile, donde igual se menciona el valle de Tarixa.
Finalmente un mapa, dentro los muchos ya anotados, que destaca la importancia de Tarija, como “puerta” al Chaco es el consignado en el Atlas de C. Carey y J. Lea (1823), trabajo realizado en los Estados Unidos mostrando la estratégica ubicación de Tarija, en el contexto sudamericano. Los otros mapas de épocas republicanas no son del todo cabales con la extensión territorial de Tarija, así en alguno tan solo se la menciona como parte complementaría de otros departamentos y lo que es motivo de futuras investigaciones es el hecho de la “repartija” que se hizo del Chaco, siendo que desde el principio este territorio estuvo, descubierto, poblado, vinculado y estrechamente asistido por Tarija para su desarrollo.
El mapa que muestra más precisa la verdad sobre la extensión territorial del departamento de Tarija -a nuestro humilde entender- es el impreso por J. Colton en 1855. Similar opinión merece el de 1859, bajo gobierno de J. M. Linares y levantado por Juan Ondarza y J. Mariano Mujía y que fuera impreso por el mismo Colton señalando los límites del departamento de Tarija en un amplio espectro territorial, que luego sería desconocido por autoridades bolivianas de manera misteriosa.
Aquí un elemento muy interesante para la historia “territorial” tarijeña y es que desde tiempos inmemoriales se hace presente que Tarija y el chaco, formaban un solo cuerpo territorial, aspecto que se modifica notablemente a partir del acuerdo de jurisdicciones y territorios correspondientes al Uti Possidetis de 1810, donde se pone a Tarija como punto final de las provincias del Río de la Plata y ya totalmente separada del Chaco. De esta manera de un día para el otro toda la influencia y acción tarijeña en el chaco se desvanece por un mal entendido patriotismo boliviano que de un tajo separa todo el Chaco de Tarija poniendo todo ello bajo jurisdicción de Chiquitos, de Santa Cruz, etc. Es un hecho insólito y que merecerá mejor atención por los estudiosos.

 

EL ORURO COSMOPOLITA DE FINES DEL SIGLO XIX

 


Oruro como centro social, es ya un pueblo cosmopolita, casi como las ciudades marítimas; porque en su pequeñez es el puerto mediterráneo de la parte más poblada de la República - Hay de todo un poco.

En sus calles, plazas y hoteles se oye hablar los principales idiomas modernos, siendo dominante el español.

Las modestas y honradas damas autóctonas de Oruro, de quienes, según el proverbio, no se dice ni bien ni mal, se confunden en los lugares públicos con las mujeres de otros países, ocasionando lamentables equívocos en los forasteros que llegan y pasan; porque no siempre es oro todo lo que reluce.

Entre las distinguidas señoras y señoritas avecindadas en Oruro y que forman parte de su actual vecindario, hay respetables matronas y muy bellas señoras y señoritas que nos honran con su presencia.

Las buenas costumbres, la cultura social, las reglas de moral y urbanidad, son fielmente observadas, por la gran mayoría del vecindario, sin que falten, como en todas partes, notas discordantes: que tal es la humanidad, con las extravagancias de algunos desequilibrados que nos visitan.

La antigua Plaza de Armas, que era un vasto campo de instrucción de reclutas, rodeada por casuchas de mal aspecto está completamente transformada. Con su elegante kiosco, sus bonitos jardines, sus verdes árboles, la hermosa pila con sus adornos de bronce, sus focos de luz eléctrica, etc., aspira á ser un precioso parque; y será un vergel cuando las aceras centrales se cubran con galerías de vidrieras, ornamentación que es indispensable en Oruro por su clima, por sus condiciones atmosféricas. Los paseos públicos deben adecuarse á los países, sin duda alguna. Entonces, será un agradable centro social la que se llama ahora Plaza 10 de Febrero, en homenaje de esa fecha gloriosa de Oruro.

Oruro como centro comercial, es sin duda el más importante de la república, por el ferrocarril á Antofagasta; puerto en el Pacífico.

Las importaciones de mercaderías alemanas, inglesas, norteamericanas, francesas, italianas y austriacas, alcanzaron el año 1900 á 435,244 qq. métricos, en la sección boliviana.

Las exportaciones, en su mayor parte de metales y minerales de estaño, plata, cobre, algunas pequeñas cantidades de bismuto, antimonio, wolfran, etc., cueros de bueys, goma elástica traida de noroeste, alcanzaron á 1.015,513, qq. métricos.

La carga de pago movilizada en 1900 fué de 135 millones de toneladas metricas, por el ferrocarril de Antofagasta.

El ingreso total del ferrocarril ascendió á 8.562,287 -18 pesos.

(Fuente: Noticia y proceso de la Villa de San Felipe de Austria. la real de Oruro - Adolfo Mier)

Foto: actual plaza 10 de febrero, Oruro aprox. 1910 y 1920.

//Historias de Bolivia.


LAS PRIMERAS BICICLETAS QUE LLEGARON A BOLIVIA FUERON INGLESAS Y ORURO FUE LA PRIMERA CIUDAD EN RECIBIRLAS

 


Por: Sabrina Lanza Bugueño (Parte de la nota) / Los Tiempos de Cochabamba, 3 de septiembre de 2017.

Pasaron varias décadas desde la creación de la primera bicicleta, para que Bolivia pueda acceder a este medio de transporte. Aunque no se tienen datos exactos, se estima que la bicicleta llegó al país en la década de 1920.

El departamento que recibió las primeras bicicletas fue Oruro, debido a la presencia de centros mineros que albergaban trabajadores ingleses que promovieron este novedoso medio de transporte.

“¿Por qué en Oruro? Porque es ahí donde existía una importante colonia de emigrantes extranjeros que trabajaba en las minas, en la Bolivian Railway y en “casas importadoras”, y que practicaban deportes europeos”, explicó Walter Sánchez, docente del programa de Música de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).

Bicicletas inglesas en Bolivia

Avisos del periódico “El Heraldo”, entre enero a julio de 1925, anunciaban la venta de bicicletas inicialmente en Oruro. “Entre las fábricas inglesas de Bicicletas, la Remington Cicle Co. Ltd. Inglaterra, representa la última palabra, estos vehículos, son los únicos que han alcanzado una duración de 20 años, y nos han entregado su representación general en Bolivia”, informó el comerciante Serafín Ferrufino, en un comunicado del Heraldo de 1925, adjunto a una dibujo de la bicicleta.

Otros anuncios del mismo año ofertan el alquiler de todo tipo de bicicletas por días y horas, “para caballeros, damas y niños”. En algunos casos, el valor de las bicicletas se pagaba a través de un “sistema corporativo” y, ocasionalmente, se daba lugar a sorteos de bicicletas Remigton mediante la compra de “acciones”.

Diferencias sociales

Algunos testimonios señalan que la diferencia de estratos sociales se manifestaba en los modelos de bicicletas que lucían los miembros de las familias cochabambinas. “Yo recuerdo en esa época de mi infancia que había discriminación económica entre los grupos sociales, los hijos de las familias que tenían dinero, tenían una Raleigh Chopper que era carísima en esos tiempos y los que no tenían recursos una Taylor”, recuerda el arquitecto Fernando Ferrufino.

Cuando la bicicleta era una novedad en Bolivia, muy pocos pudieron acceder a ella ante los altos costos que representaba adquirirla. Por ello, la mayoría de ciclistas pertenecía a los estratos más adinerados. Sin embargo, después de unos años los costos fueron bajando. En ese momento, los obreros que trabajaban en las provincias llegaban a las obras en bicicleta, también quienes transportaban tarros de leche desde el campo para distribuir en la ciudad y escolares para ir a las escuelas.

El primer club de ciclismo

En 1925 se fundó el “Ciclo Club Cochabamba”, con el impulso de Carlos Soruco, Luis Guzmán Oblitas y el famoso fotógrafo Rodolfo Torrico Zamudio, conocido como “El Turista”. El grupo deportivo conformado por más de 50 ciclistas siguió dos motivos: promover el ciclismo y por “fines patrióticos para avivar los espíritus aletargados en el campo deportivo”, según un comunicado del periódico El Heraldo de mayo de 1925.

El club de ciclistas destacó por su presencia en actividades artísticas y fiestas nacionales, cumpliendo tareas deportivas y, a la vez, inmiscuyéndose en la vida cultural de la ciudad.

“Este club, que admitía como ‘socios’ a quienes tenían bicicletas, realizaba una serie de actividades: paseos por la ciudad, viajes a la campiña y a distintos pueblos, incluso muchas veces eran invitados por los alcaldes de otras provincias como Sacaba para que participen de sus eventos”, señaló Walter Sánchez.

El 25 de mayo de 1925, los ciclistas realizaron un desfile desde la plaza Colón hasta la plaza principal, durante las festividades del primer grito libertario. Al llegar a su destino, fueron recibidos entre aplausos y el “tráfico quedó paralizado”, según una crónica del periódico El Heraldo.

Foto: Ciclistas en las calles de Cochabamba en la década de 1920. (Torrico Zamudio)

//Historias de Bolivia.

 

LA PRORROGA DE WALTER GUEVARA ARZE (1979). DE LA DEMOCRACIA AL MILITARISMO (Parte III)

Guevara (Wikipedia)
 

Por: José Antonio Loayza Portocarrero / septiembre de 2019.

Todo empezó con una sola idea… Había que fregar a Guevara…

Cuando Guevara se inició como Presidente interino de la República por un año, no supo que sólo gobernaría dos meses y 23 días para ser exactos, y saldría una semana antes sin cobrar su tercer sueldo.

Al entrar, se enfrentó a una situación financiera desastrosa a causa de los sabihondos de la anterior administración militar que llevaron al país a una inflación anual del 25%, a un déficit en la Balanza de Pagos de 350 millones de dólares, y a un crédito externo que entre 1972 y 1978, ascendió a 1.000 millones de dólares. En lo político, lo de siempre, una oposición que espera que acontezca un hecho impensado para que los hombres propicios encuentren la oportunidad de hacer posible lo imposible: ¡Y se dio el caso: En una charla por charlar, el flamante Presidente, dijo que para resolver el problema económico se requería un poco más de un año. Desde ese momento los filósofos del péndulo fatal, Guillermo Bedregal y José Fellman del MNRH, convirtieron aquella frase en una detonación de espanto, y gritaron: ¡Prorroguismo!, se rasgaron sus ternos ingleses y torcieron sus gestos porque la escena les produjo un oportunidad de preparar una aparatosa conspiración como le encantaba al doctor Paz, con quien barajaron las cartas y encontraron el As del juego: ¡El Cnel. Alberto Natusch Busch!, a quien nadie lo conocía, pero si se conocía su meritorio segundo apellido: Busch, el héroe de la Guerra del Chaco, el mártir sacrificado por la Rosca minera.

El plan para proceder fue una niñada. Primero, conseguir que el Congreso revoque el mandato de Guevara, segundo, que las FF.AA. preocupadas por el futuro del país, recojan en su corazón vendido, la decisión heroica de hacerse cargo del poder. ¿Pero, y la IX Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo evento diplomático tenía como fin obtener el apoyo continental para la causa marítima del país? No importaba, nunca importó, antes estaba el poder, después el mar, pero primero… había que fregar a Guevara.

Guevara para salvar su gestión, visitó el Cuartel General de Miraflores para convencer al Alto Mando, que le dejen gobernar durante el tiempo previsto, pero la visita resultó vana, porque sólo escuchó silencio de las miradas. La conversación con los militantes del MNRH, a quienes les ofreció una participación en el gabinete, fue una charla de ven otro día y hablamos. Con Lechín sucedió lo mismo, sólo un compromiso de tono ambiguo con algo de sonrisa sublime y oportunismo, porque el 8 de octubre se realizó un ampliado minero con el fin de superar la crisis de COMIBOL, y otra vez se planteó el retorno a la frustrada cogestión obrera. El 11 de octubre se produjo un levantamiento militar en Trinidad, el Comandante en Jefe del Ejército, Gral. David Padilla, ¡mandó una comisión de investigación dirigida por el Tte. Cnel. Alberto Natusch Busch y Cnel. Oscar Larrain, es decir, ¡mandó al ratón a cuidar el queso!

A esa altura del cinismo ya era demasiado elocuente ignorar un golpe militar. Guillermo Bedregal, declaró en El Diario: “Sobre un posible golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, no creo en ese fantasma, porque actualmente las Fuerzas Armadas tienen una vocación institucionalista”. Si Bedregal negó un posible golpe de Estado, era porque ya afloraba un golpe de Estado. Guevara en una entrevista periodística, insinuó una prórroga hasta 1981, tiempo que según él era posible para enmendar la crisis económica. Pero el genio político más elocuente del MNR y después del PRA, cometió un desliz imperdonable en el ajedrez político: pretender hacer un enroque estando jaqueado, eso era dar un paso más allá de la plausibilidad lógica. La Prensa lo acusó de prorroguista, y Bedregal y Fellman, discaron el teléfono para llamar a Estados Unidos y hablar con Paz: “Jefe, buenas noches. De acuerdo a todo lo que usted conoce y tal como se vino trabajando en las últimas semanas con el amigo Alberto, es necesaria su presencia inmediata en La Paz”.

Víctor Paz Estenssoro llegó a La Paz, una semana antes del golpe, el 23 de octubre, como llegó el 15 de abril de 1952 con la misma prisa del ansioso. El mismo día se sentaron de frente y con las piernas cruzadas, Paz Estenssoro y Natusch Busch, para definir los detalles. El doctor Paz declaró después: Natusch me manifestó que no veía la posibilidad de una continuación de Guevara en el gobierno debido al deterioro no sólo de la situación política. Me dijo que estaba enterado de los contactos que sostuvo con los dirigentes de su partido y que avalaba todo lo acordado hasta el momento. Me indicó que se había entrevistado con Guevara horas antes y me reveló algunos temas que el presidente abordaría en su charla conmigo, básicamente referidos a la posibilidad de un golpe militar y mi participación en él.

Cuando se dio la conversación entre Guevara y Paz, la respuesta del astuto conspirador, fue: “No, de ninguna manera, tengo mis años, mi carrera y un prestigio que no puedo enterrar tan infantilmente”. Pero eso era un decir, primero estaba el poder, y después fregar a Guevara.

Y llegó el día. La Asamblea de la OEA, efectuada entre el 21 al 31 de octubre, fue el momento oportuno para continentalizar el problema de la mediterraneidad, y conseguir el respaldo hemisférico aprovechando la competencia de la OEA con el fin de solucionar el conflicto marítimo. Las condiciones estaban dadas, el criterio de muchos de los 27 países americanos más sus observadores europeos y asiáticos, eran afines a la aspiración boliviana.

La Asamblea por medio de los países asistentes, y con el ánimo de resolver pacíficamente las diferencias en el hemisferio, adoptó el 26 de octubre de 1979, la resolución histórica de oír el clamor y el reclamo vivo de las conciencia y de la justicia de los países hermanos de América Central y el Caribe, y aprobó por unanimidad, la siguiente resolución:

“La Asamblea General: RESUELVE:

1. Recomendar a los Estados a los que este problema concierne más inmediatamente que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión libre y soberana con el océano Pacifico. Tales negociaciones deberán tomar en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado, y así mismo tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales.

2. Continuar la consideración del tema “Informe sobre el problema marítimo de Bolivia”, en la próxima Asamblea General de la Organización”.

Al día siguiente de la clausura de la Asamblea, el 1 de noviembre de 1979, el Cnel. Alberto Natusch Busch., dio el golpe anunciado, no importaba el mar… el caso era fregar a Guevara. 

CARLOS MEDINACELI Y SU HOMENAJE A “MISS TARIJA”

 


Foto: De Izq. a Der.: Miss Potosí, Miss Cochabamba, Miss Chuquisaca, Miss Bolivia: Enna Gonzáles Aguilera de Santa Cruz; Miss La Paz y Miss Oruro; que dedicaron esta fotografía a la Miss Foto: Edwin Rivera Miranda


Por: Edwin Rivera Miranda – Publicado en El País de Tarija, el 20 de octubre de 2021. / Extraído del libro “Tarija… Las raíces de lo nuestro, siempre perceptibles”. de Edwin Rivera Miranda

 

El 14 de febrero de 1936, el “Club Social” presidido por Bernardo Trigo Pacheco, patrocina un Concurso de Belleza para elegir a “Miss Tarija”.

La convocatoria se realizó a tráves del periódico de los Amigos de la Ciudad: “¡Adelante!”, que en cada edición emitía cupones de sufragio, los cuales eran depositados en un ánfora que se encontraba en la administración del club, sellada por un Notario Público. La proclamación estaba fijada para la efeméride tarijeña: el 15 de abril.

El 8 de abril, en cumplimiento a lo solicitado por la convocatoria, se reunió el Jurado compuesto por el Prefecto del departamento, Tomás Prieto Delfín; el Alcalde Municipal, Isáac S. Attié; el Jefe del Distrito Escolar, Adolfo Piñeiro Román; el delegado del Presidente de los “Amigos de la Ciudad”, Juan de Dios Mealla Otarola; el Presidente del “Club Social” Bernardo Trigo Pacheco, y el representante de la prensa local, Alberto Rodo Pantoja. En presencia del Notario Público, Néstor Castellanos, se procedió a la elección de “Miss Tarija”. Habiendo sido electa por unanimidad, la señorita Aida Martínez Martínez.

El 15 de abril, en ambientes del “Club Social” fue coronada “Miss Tarija”. En el acto, los vates, el tarijeño Alberto Rodo Pantoja y el paceño Luis Felipe Lira Girón, dan lectura a dos poemas en homenaje a la reina de belleza:

HOMENAJE A S.M. AIDA MARTÍNEZ “MISS TARIJA”

Me ha ordenado mi musa, soberana señora,

que viniera a tu trono en esta lírica hora

a verter mi caudal de emoción.

En un brindis con vino de quimera,

por su majestad doña Aida Primera,

levanto mi áurea copa de ilusión.

Reina, este noble pueblo que te aclama, rendido,

como su soberana excelsa te ha elegido

porque te sabe digna de ostentar, princesa,

el preclaro blasón de gracia y de belleza.

Muy gentil te tributa su gran admiración,

y yo soy el heraldo de cada corazón.

Que a tus vasallos lleguen, llevadas por la brisa,

las diáfanas y armónicas perlas de tu risa.

Tiende el albo prodigio de tus manos princesa,

y habrá en los corazones palpitante tibieza.

Vierte sobre tu pueblo la luz de tu mirada

tierna y soñadora,

y habrá en nuestras pupilas, fulgurante, aromada

eclosión de aurora.

Poeta de Tarija, soberana señora,

he venido a tu trono e esta lírica hora

a verter mi caudal de emoción.

Y en un brindis con vino de quimera,

a nombre de Tarija, por doña Aida Primera,

levanto mi áurea copa de ilusión.

Alberto Rodo Pantoja

 

HOMENAJE A “MISS TARIJA”

Señor, soy el juglar

que en el roquedal sin fin

encintó su mandolín

para llegar a tu lar.

Ya en tu lar voy a cantar

en tu honor mi juglería…

Romero de romería,

arrastraré mis quimeras

saludando a las banderas

de toda tu señoría.

Si por vereda ignorada,

bajo el estupor del sol,

vino el abuelo español

tendida al valle la espada,

al fulgor de tu mirada,

milagro deshecho en luz,

traigo yo bajo el capuz

la cantiga landatoria

que se enredará en la gloria

de tu cabello abenuz.

Luis Felipe Lira Girón

 

El 18 de enero de 1937, Aida Martínez acompañada de su madre y de su hermano Luis Zacarías, se traslada a la ciudad de La Paz para participar en el concurso de “Miss Bolivia”. El torneo nacional de belleza estaba previsto para el 23 de ese mes.

Pero, el 20 de enero, el periódico paceño “La Calle” publica un artículo denominado: “Mi Homenaje a Miss Tarija” de Carlos Medinaceli -bajo el seudónimo de Tristán Shandy-:

Mi Homenaje a Miss Tarija.-

…Después de la guerra con el Paraguay, la mejor guerra que podrían emprender estos patriotas [tarijeños] es la guerra contra sí mismos, contra su andalucismo, su aletargamiento y su somnolencia intelectual.

Este otro gran problema que no obstante su notoriedad, nadie ha tenido la sinceridad de plantearlo en términos claros: la falta de lucidez en la inteligencia del tarijeño corriente.

Este hecho que podría reconocer una de sus ejecutorias de abolengo en la chicha, según el doctor Genaro Villa, deriva de una causa física, de la falta de yodo en la atmósfera. Según el mismo facultativo, esa también es la causa para la propagación del bocio. Y como ya sabemos por los modernos estudios de endocrinología, el bocio es, según el Dr. Marañón, causa de ineptitud mental.

En el pueblo de Luis de Fuentes, reina un tal ambiente de zoncera que es una de las cosas más encantadoras del mundo. Por eso es que les ha gustado tanto a los poetas y colaboradores espontáneos de los diarios metropolitanos. En cuanto ponían los tales el pie en la Loma de San Juan ya sentían que dentro de sí les nacía la musa de Pierre Loti o de Paul Moranda. Y se creían obligados a enviar a “El Diario” o “La Razón” el inevitable poema o impresión de viaje del Guadalquivir, imprescindiblemente también dedicado “a la señorita X”. Efectos de la atmósfera. No de la zoncera.

Hay un tal ambiente de “Eterno Femenino” aquí que mezclado con el fuerte olor de los naranjos, es algo que absorbe los sentidos y embota la inteligencia hasta enervar la voluntad. Y, esto, que si individualmente para los que visitan Tarija de paso es un regalo de vida, en cambio, socialmente, o sociológicamente hablando, si el término no es pedante, es lo peor que le puede ocurrir a un pueblo. En primer lugar, es obvio pensar que en una sociedad donde ya sea por una causa u otra, por su belleza, por su abundancia, por su mayor euforia vital o su actividad, es la mujer que la predomina y domina, ese pueblo ha de permanecer arrebatado a las modalidades propias, a las virtudes pequeñas y comineras del espíritu de la mujer.

…-Bueno, se dirá, pero esto no es un homenaje a Miss Tarija ¿Qué más homenaje que la verdad? Si yo pudiera ser absolutamente sincero, no le haría un soneto ditirámbico a ninguna Miss o Reina de Belleza. Le diría: - Mire, señorita, no se engañe ni se enfatúe con su reinado, porque como dijo el auténtico Sócrates, “la belleza de la mujer es una soberanía que dura poco tiempo”. Y, además estos concursos de belleza actuales, como toda invención yanqui, tienen un repulsivo carácter comercial, los mejores ejemplares para obtener el mejor rendimiento económico. El que a una buena y casera jovencita se la proclame Reina de la Belleza es hacerle un mal, en nuestro económico país, porque ya casi nadie se anima a casarse con ella ¿Quién ha de ser el guapo que cargue con una Venus de Milo a su casa? Porque se necesitaría nada menos que tener el valor de un Júpiter para decir: -Oye Afrodita, alcánzame esos calzoncillos. O, lávame esos calcetines. Y Anadiómena conteste malhumorada: Allá tú con tus cosas. Yo tengo que dar de mamar a la guagua. He ahí la soberanía de la mujer.

Apenas sale la publicación del periódico “La Calle”, se armó un alboroto que fue mayúsculo, el “Centro de Acción Tarijeña” (residentes tarijeños) de la ciudad de La Paz, se reúnen; una de sus primeras determinaciones es que la soberana tarijeña no participe del concurso nacional de belleza. Conocedor de esta noticia, el Presidente de la República, David Toro Ruyloba, se traslada al hotel “Sucre Real Palace” donde se alojaba la Miss Tarija para convencer a que participe del concurso; pero, los residentes tarijeños, sacan a la reina del hotel por la parte posterior, no llevándose a cabo el encuentro.

La Liga de Juventud Femenina y los periodistas de La Paz, organizan un “excelso homenaje” a “Miss Tarija”, entregándole un pergamino en señal de desagravio. El principal “defensor de Tarija” en la ciudad de La Paz, fue Heriberto Trigo Paz, quien publicó un artículo, que fue difundido en los principales periódicos del país: La Cobardía, frente al valor y la verdad:

La Cobardía, frente al valor y la verdad. -

Como quien lanza una piedra para después esconder la mano, un cobarde anonimista -oculto bajo el seudónimo de Tristán Shandy- ha ultrajado sin tasa ni medida la honorabilidad de nuestro pueblo, la dignidad de nuestra Raza, en un artículo publicado en “La Calle”, de La Paz, bajo el rubro inocente de “Mi Homenaje a Miss Tarija” …

Tristán Shandy nos habla del Valor y la Verdad. Y no tiene este triste individuo, ninguna de tales virtudes. Por el contrario, solo nos muestra su inaudita cobardía. Predica valor. Y, para difamar a un pueblo, se escuda en un ridículo seudónimo.

Nos habla de “machismo”. Y allá en Tarija, cuando era la Guerra del Chaco, Medinaceli lamió la bota militar para conseguir refugio en la regencia de una cátedra del Colegio Nacional “San Luis”.

Valor habría tenido el repudiable personaje que nos ocupa, si cuando estuvo en Tarija, en vez de exaltarnos desmedidamente, como lo hizo, hubiese puntualizado las taras y miserias que cree encontrar en nuestro pueblo Chapaco. Pero, por el contrario, ha esperado estar lejos de Tarija para endilgar a una bella damita de nuestra sociedad, su bilis contenida largo tiempo. Así cualquiera es Valiente…

Y, por último, valiente ha de ser el tal Tristán, si responde a las tantas iniciativas que le venimos haciendo los tarijeños residentes en La Paz para que salga al campo del honor. Lo reclamamos como Hombre. Y, no aparece. Está oculto como gallina…

Cree ser poseedor de la Verdad, y, a su concepto, la beldad de la mujer no es Verdad. Como que tampoco es verdad para él la generosidad del pueblo tarijeño a cuyo amparo vivió por espacio mayor de un año…

Los periódicos paceños “Última Hora”, “El Diario” y “La Razón”, se ponen de acuerdo y publican extensos artículos en defensa del pueblo tarijeño.

…Walter Dalence, potosino y ferviente admirador de las virtudes cívicas del pueblo tarijeño, en dos artículos hace pública su protesta por infamia cometida con la señorita Tarija, diciendo que no es ni puede ser un potosino quien haga aquello, ya que los hombres de la Ciudad Única, son incapaces de una infamia. Señala a Medinaceli como cinteño. Cualquiera que fuese su origen nativo, es un boliviano quien nos ultraja y nos hiere (“Última Hora”. 29 de enero de 1937).

Contra Homenaje a Miss Tarija…No quiero en este momento discutir las desde luego discutibles aseveraciones del articulista a que me refiero; quiero solamente tocar otro punto de la cuestión. Dicho individuo puede muy bien tener las ideas que expresa y que descaradamente dio a la prensa; pero por ningún motivo era el momento de publicarlas; y de haberlo hecho, no era un diario y mucho menos un diario paceño, el medio apropiado. En el mejor de los casos las habría podido dar a la luz pública en un folleto de mala muerte, folleto que nadie leería. Es de elemental cortesía personal y colectiva el tratar a los huéspedes con las consideraciones y respeto. Desgraciadamente, en este delito, tienen tanta culpa el autor del artículo como el director del artículo y el personal de redacción del mismo… (“La Razón”. Guillermo Mariaca 28 de enero de 1937).

Otro de los tarijeños que repudiaron la publicación de Carlos Medinaceli en el periódico “La Calle”, fue el Prof. Víctor Varas Reyes que trabajaba en el Colegio “Pichincha” de Potosí. El 15 de abril de 1937, dio una Conferencia en el Salón principal de Universidad “Tomás Frías” de Potosí, a profesores y alumnos del Colegio, refutando a Medinaceli:

Sr. Rector:

Colegas:

Alumnos del “Pichincha”

El hecho de que en un periódico de La Paz, con ignorancia del Director, cobijado bajo un seudónimo y mediante un artículo cuyo autor ensayó con poca fortuna la ironía, se calificó a Tarija poco menos que como un país de idiotas, que no ha dado nada de sí a excepción del Presidente Arce, nos sugiere el hacer conocer en forma esquemática, que la tierra de don Luis de Fuentes supo dar, a través de toda la Historia boliviana, hombres que representaron dignamente no sólo a su terruño, sí que también a la patria entera…

El Director General de Propaganda del Gobierno Nacional, emplazó al Director de “La Calle”, Nazario Pardo V., para que realice una explicación de lo publicado por su periódico; quien manifestó: Recibí el artículo y creí que se trataba de un respetuoso homenaje a “Miss Tarija” y sin darle mayor lectura lo pasé a caja imprenta. La Unidad gubernamental dispuso que el periódico, suspenda sus ediciones por 15 días.

Al final, la “Miss Tarija”, no fue partícipe del concurso de belleza nacional, a pesar de los ruegos de los organizadores del evento.

Si bien Aida Martínez no fue concursante del torneo de belleza nacional, estuvo presente en el evento. Fueron seis las representantes: de Potosí, Cochabamba, Chuquisaca, Santa Cruz, Potosí y Oruro. Fue elegida “Miss Bolivia”, la Srta. Enna Gonzáles Aguilera, representante del departamento de Santa Cruz, que fue coronada por el Presidente de la República. Pasado el programa, las seis representantes, se toman una fotografía y la dedican a la reina tarijeña.

El 2 de febrero de 1937, Aida Martínez, retorna a la ciudad de Tarija, fue recibida por numerosas señoritas presididas por Rosa Pizarro Aráoz (la primera “Miss Bolivia”), acompañada de autoridades políticas y representantes de varias entidades sociales, culturales, deportivas y obreras.

Años después, el Director del periódico “La Calle”, Nazario Pardo Valle, manifestaba:

[El Centro de Acción Tarijeña] averiguaron el nombre del autor y en una reunión de residentes tarijeños acordaron matarnos. El Coronel [Armando] Ichazo [Urquidi] les dijo que no necesitaban sortear, que él se ofrecía para pegarnos dos balazos. Medinaceli tuvo que desaparecer de La Paz y esconderse en la propiedad de su padre, cerca a Cotagaita hasta que amainara la tormenta.

Un día que el Prefecto Alfredo Santalla Estrella, me invitó a tomar unos tragos en un restaurante, me acometieron unos tarijeños y uno de ellos, un teniente, me dio un golpe con la cacha de su revólver sacándome el ojo de su órbita. En otra ocasión cuando salía del teatro Municipal, otro grupo me agredió. El periódico fue clausurado por dos semanas. Medinaceli pudo volver a La Paz, recién cuando lo eligieron Senador. La representación tarijeña amenazó con retirarse si él asistía a las reuniones y tuvo que intervenir Víctor Paz Estenssoro para tranquilizar los ánimos.

Carlos Medinaceli lamentó después que se hubiera producido tal alboroto y siempre recordó a Tarija con afecto, al extremo de que dispuso de que el único bien que poseía, que era su biblioteca, fuera donada a la Universidad Autónoma “Juan Misael Saracho”, encargo que cumplió su hermana (Mariano Baptista Gumucio).

Aida Martínez Martínez, nació en la ciudad de Tarija el 13 de noviembre de 1917. Hija de Marcio Martínez y María Martínez.

En primeras nupcias con Carlos Paz Vásquez, tuvo dos hijos: Luis y María Teresa.

Habiendo enviudado, se casó con el Gral. Armando Ichazo Urquidi.

Falleció el 31 de julio de 2006. Sus restos mortales descansan en el Cementerio General (calle 2 entre B y C).

 

LA PRORROGA DE VÍCTOR PAZ ESTENSSORO (1964) DE LA DEMOCRACIA AL MILITARISMO (Parte II)

 

Paz Estenssoro (Centro)

Por: José Antonio Loayza Portocarrero / septiembre de 2019.

¿No le servía Barrientos a Paz? Claro que le servía. Es más, cuando alguien hablaba mal de Paz, Barrientos reaccionaba furioso y decía: “Yo no soy golpista, quiero ayudar al jefe, estar en la dirigencia del partido”. Pese a esos deseos, el problema de la reelección presidencial acabó por desmoronar la estructura del partido de gobierno, que más que un grave error político, fue el pronóstico que llevó al país a una gran etapa de retraso histórico.

En mayo de 1964, Víctor Paz Estenssoro se postuló para un tercer periodo presidencial, se apoyó en una forzada enmienda constitucional. El 31 se realizaron las elecciones, en la práctica era una fórmula única. Ganó por mayoría aplastante, 1.100.000 votos (el 86%), perspicazmente la oposición se abstuvo en su conjunto.

Fue en esos tiempos que el país se transformó por la polarización en un surtido de ideologías. Paz se acercó a las Fuerzas Armadas y acató lo que tres años atrás le sugirió el Embajador norteamericano Stephansky, de unirse a los militares para cumplir sus fines. Tampoco lo dejó el PCB, no porque le profesaran un especial sentimiento de amistad, sino porque era un partido peregrino y de espíritu práctico que convivía con todos para sobrevivir sin espantos. Fue el principio para que varios dirigentes disidentes de la línea chino-maoísta organicen el Partido Comunista Marxista-Leninista (PCML), obediente a la línea de Pekín, con Federico Escobar como primer secretario general. Después de 12 años, las Fuerzas Armadas serían parte del poder, junto a los disidentes del MNR, el PRA, el MNRI, el PRIN, y el PCML, formaron las condiciones de una nueva oposición.

El 6 de agosto de 1964 se inició el tercer y efímero mandato de Paz. Se habían debilitado los postulados de 1952 y deteriorado las relaciones con los sectores obreros. Se generó una oposición plena de los partidos conservadores y de los partidos de izquierda, elementos que confluyeron hacia una decisión antojadiza del ejército: volver al gobierno.

13 de agosto, una semana después del juramento de rigor, Paz convocó al gabinete a una reunión de emergencia para dar paso a la insistencia de Estados Unidos de romper con Cuba, de ese modo el gobierno cortó relaciones con aquel país.

Septiembre y octubre fueron la chispa que incendió noviembre.

Día 2 de octubre, el magisterio convocó a la huelga nacional. Ahí se inició todo.

Día 6, los mineros de Siglo XX, apoyaron a los maestros.

Día 16, los universitarios saquearon el Centro Cultural Boliviano-Americano.

Día 17, se declaró emergencia en todos los centros estudiantiles.

Día 18, se organizó una marcha de hambre. La policía secreta informó que Siles, Guevara y Barrientos, preparaban un golpe.

Día 20, el Gobierno dictó estado de sitio por 90 días, precaviendo la llegada de Charles de Gaulle. Horas después, San Román apresó a 60 políticos. Siles y 30 hombres del PRIN fueron enviados al Paraguay. Lechín se ocultó. Se censuró a la prensa y desde el 24 ningún periódico funcionó excepción de La Nación.

Día 21, las fuerzas del gobierno tomaron las armas y un estudiante herido murió dos días después, el padre entre lágrimas desafió públicamente al asesino a un duelo a muerte.

Barrientos recurrió al silencio ante las acusaciones de insubordinación. Al rato llegó la noticia del avance minero a Oruro para vengar a los estudiantes muertos. Daniel Ordoñez organizó el despliegue de Huanuni. Gilberto Bernal del PCB, avanzó al frente, y a ellos se unieron varios grupos de trotskistas de Santa Fe, Japo y Morococala. Un contingente del POR, que eran los mejor armados, avanzaron bajo el mando de Rosendo Osorio.

Día 29, los mineros fueron interceptados en Sora Sora, se produjo un encuentro con los Rangers, decenas de dirigentes fueron heridos y detenidos. Isaac Camacho y Cesar Lora, convocaron a todos los combatientes a formar un arco orientado hacia Machacamarca, al ver la imposibilidad de vencer se replegaron a sus distritos con sus muertos y heridos. Lejos estaban de imaginar que luchaban por Barrientos que era el hombre que encarnaba al Pentágono y a la Doctrina de Seguridad Nacional, pero eso no sabían los mineros, lo sabrían más tarde, cuando precisamente ya era tarde.

Viernes 30. Los milicianos asaltaron las instalaciones de la FSTMB. Se combatió en las calles de Oruro, la familia de Paz Estenssoro abandonó su residencia en Calacoto.

Sábado 31. Los milicianos y las barzolas desesperados por mantener sus privilegios atacaron varias instituciones.

Domingo 1 de noviembre. El país se dedicó a los ritos de Todos los Santos y los Difuntos.

Lunes 2. En la noche, los oficiales se reunieron con Ovando. Había llegado el momento.

Martes 3. A las 13:00, Paz informó y acusó a Barrientos de hacerle el juego al comunismo. Los altos dirigentes del MNR se entrevistaron en Cochabamba con Barrientos, y este confirmó su acción revolucionaria contra el “viejo”. Muchos del MNR buscaron asilo en las embajadas. Paz continuó en el Palacio, se enteró que Ovando fue tomado preso, pero luego llegó al Palacio y entre sollozos le pidió renunciar “en aras de la pacificación nacional”, el Regimiento Escolta ya no respondía al Gobierno. Barrientos dirigió dos proclamas al país: Pidió ser reconocido jefe del movimiento armado, y exigió la renuncia de Víctor Paz Estenssoro.

Miércoles 4. Después de la medianoche el Presidente y su hijo Ramiro se retiraron a descansar. A las 6.30 se realizó la última reunión con varios dirigentes del MNR, se escucharon disparos y algunos aún creían que podían sostenerse considerando que las fuerzas del gobierno eran de 8.250 efectivos armados en La Paz, contra 5.900 efectivos armados en Cochabamba. Ovando acompañó a Paz Estenssoro al aeropuerto, se despidieron dando la impresión que volvería. Radio Continental anunció “¡el mono está escapando!”, la turba salió a cortar el paso pero la comitiva pasó. En el aeropuerto Ovando abrazó al Jefe y le aseguró que volvería en un mes. Paz Estenssoro tenía la idea de volver en dos semanas, y partió al exilio junto a su esposa y sus hijas. Ovando volvió rápidamente al Palacio.

Muy tarde los dirigentes Mineros se dieron cuenta el error que cometieron, como dijo Isaac Camacho: “Creo que pagaremos a muy alto precio la línea que hemos impreso, de que todo era preferible a que Paz siga en el gobierno”

La CIA sentó sus bases para vigilar al Ejército y cogobernar el país, ordenó las masacres de los mineros, el juicio político en Camiri, la guerrilla de Ñancahuazú, la muerte del Che, e hizo del país un centro de operaciones de control latinoamericano”
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PLÁCIDO YAÑEZ, EL ASESINO AJUSTICIADO POR EL PUEBLO

 


Ensayo investigado y escrito por el periodista Ramiro Duchén Condarco para Urgente.bo / disponible en: https://urgente.bo/noticia/pl%C3%A1cido-ya%C3%B1ez-el-asesino-ajusticiado-por-el-pueblo

El 23 de octubre de 1861 se produjo uno de los más sangrientos sucesos de nuestra agitada historia: la masacre de renombrados belcistas en el Loreto y sus inmediaciones, a instancias de Plácido Yañez, quien, ante la pasividad de las autoridades de entonces, un mes después fue linchado por el pueblo que clamaba justicia. El número de las indefensas víctimas, según algunos historiadores llegó a 50 y sobrepasó los 60, de acuerdo con otros. Es el mayor crimen político de todos los tiempos ocurrido en nuestro país.

INTRODUCCIÓN

Apenas iniciado  el año de 1861, se produjo una sublevación, encabezada por el general Manuel Antonio Sánchez y los ministros Ruperto Fernández y José María Achá, que puso fin a la dictadura civil de José María Linares (1857-1861). Era el 14 de enero de ese año de 1861.

Linares, a su vez, cuatro años antes, truncó torpemente la primera sucesión constitucional en la historia nacional, al consumar, luego de una década de tenaces conspiraciones, su largo y enfermizo anhelo de hacerse del gobierno; fue a costa del de Jorge Córdova (1855-1857). En ese extenso periodo, Linares corrompió a gran parte de la soldadesca, instituciones y militares de grado para dar rienda suelta a su insania antibelcista, y curiosamente, una vez en el gobierno trató de “moralizar” al país…

Sobre el cuartelazo que terminó con el gobierno legal de Córdova, Moreno dice: “El origen legítimo de su investidura no era tachable según los dictados de una sana política. En cualquier país medianamente constituido hubiera sido inviolable en su puesto de primer mandatario”.[1]

Sabido es que a lo largo del siglo XIX Bolivia sufrió —y aún a lo largo del siglo XX— uno de los mayores males que afectó el desarrollo del país: la interminable serie de cuartelazos que cambiaban presidentes con alarmante facilidad, por lo que se vivía en un ambiente de permanente agitación y zozobra. Unos más que otros, los gobiernos prestaban especial a atención a sofocar los motines.

El de José María Achá (1861-1864), no fue, pues, excepción a la regla, sino que —como todos— tuvo que enfrentar varias revueltas durante su administración.

En ese contexto, tuvo lugar un hecho que fue el origen de la espantosa matanza que sucedió en el Loreto y sus proximidades. Veamos:

Al finalizar septiembre de 1861 Plácido Yañez, extrañamente nombrado por Achá comandante de La Paz, alertó sobre la existencia de un supuesto conato subversivo organizado por partidarios de Belzu en la ciudad del Illimani, y sindicó al Batallón Segundo de estar involucrado en el mismo. Esto ocurrió mientras Achá estaba en el Sur del país, donde se ausentó para sofocar otro intento de alterar el nuevo orden que trataba de imponerse.

¿QUIÉN ERA PLÁCIDO YÁÑEZ?

Plácido Yañez (1813-1861), fue un militar  que hizo carrera en el ejército desde 1828 en los gobiernos de Andrés Santa Cruz (1829-1839) y de José Ballivián (1841-1848), hasta adquirir el grado de coronel. Fue exilado en las administraciones de Manuel Isidoro Belzu (1848-1855) y Jorge Córdova (1855-1857), lo que hizo que en su alma creciera un odio enfermizo contra todo lo que se relacionaba con el belcismo.

Así, se dedicó a conspirar, junto a Linares, para echar a ese partido del poder. Durante esta administración gubernativa, “mandó el batallón Angelitos, á los que disciplinaba á palos, con crueldad y fiereza”.[2] En esta ápoca lo encontramos al frente de las tropas de Cochabamba, al lado de Mariano Melgarejo, durante la insurrección del 27 de septiembre de 1857, que culminó con la caída del gobierno de Córdova. Yañez, gracias al apoyo de Linares, fue reincorporado al ejército donde ocupó diversas funciones, aunque sin relevancia alguna; luego volcó su lealtad a Achá, que terminó con el gobierno de Linares,[3] como vimos en párrafo anterior.

Y es, precisamente, bajo esta administración que adquiere cierta relevancia al granjearse la confianza del nuevo gobernante, y adquirir posiciones de relativa importancia, como la comandancia de La Paz.

Alcides Arguedas, a través de Ruperto Fernández, da a conocer la siguiente descripción de Yañez:

"Su carácter —dice el ministro Fernández, inspirador de sus actos,— participaba de los errores de una viciada educación por los hábitos adquiridos en el cuartel desde la clase de tropa; de modo que el prolongado imperio de la tiranía de nueve años, cuyos rigores sufrió, vino a formar en él un odio profundo y una especie de horror a sus autores. Era además, un hombre original: llegaba a convertir el valor en temeridad, la justicia en crueldad, la fortaleza en capricho y el patriotismo en intransigencia perseguidora”.[4]

Según establece Moreno, Ruperto Fernández mediante dos cartas escritas a Yañez inmediatamente antes y después del 23 de octubre, estaba al tanto de los acontecimientos.

PREPARATIVOS PARA LA MASACRE

La excusa esgrimida por el alucinado militar, conveniente o accidentalmente a cargo de la comandancia de La Paz, fue el preparativo de una conspiración que pretendía reponer en el gobierno a Belzu y Córdova, como se vio precedentemente —ambos enemigos irreconciliables de Yañez—, por quienes además, sentía un odio enfermizo.

Con el propósito de evitar que se consume la supuesta revuelta, Yañez se apresuró a ordenar la prisión de lo más granado del belcismo; de esa manera fue apresado un número elevado de personajes ligados a Belzu.

“En la noche del 29 del mismo mes [septiembre] —relata Gabriel René Moreno— y en la mañana del día siguiente se practicaron en la ciudad numerosas prisiones. Pasaba de una treintena el número de los arrestados. Eran todos de lo más granado del partido belcista allí existente; coroneles, generales, un ex-ministro de Estado, etc./ El 18 de octubre inmediato fue aprehendido en su chacra y reducido a prisión el ex-presidente de la república, Jorge Córdoba./ Estos arrestos y otros de personas de inferior condición se verificaron de orden del comandante general, con o sin consentimiento del jefe político, y dándose fundamento que la autoridad militar había descubierto una conspiración de cuartel contra el orden público”.[5]

Desde Potosí, el gobierno, “declaró en estado de sitio el distrito de La Paz y las provincias de Ingavi y Pacajes”.[6]

“Apenas alejado el gobierno de La Paz —dice por su parte, Alcides Arguedas—, comenzaron a correr rumores alarmantes en la ciudad. Se decía que los partidarios de Córdova y Linares preparaban un movimiento contra los poderes constituidos, y Yáñez se apresuró a comunicar esos rumores al gobierno el 29 de septiembre de 1861 y en hacer apresar en la noche de ese mismo día a varios de los principales sindicados entre los que se encontraban el hermano de Belzu, el mismo Córdova [que fue capturado dos semanas después], un ex ministro de Estado, y varios de los más sobresalientes belcistas, en número de treinta”. [7]

Moreno establece de la siguiente manera la inexistencia de ese complot, utilizado como pretexto para apresar y asesinar a los belcistas en La Paz:

“Es fuera de duda que, durante los días subsiguientes, los vecinos mismos de La Paz no estaban concordes en si hubo o no, en realidad, provocación o conato sedicioso. Después de dos o tres semanas, disipadas ya las naturales sombras del estupor, comenzó a asomarse y se abrió ancho paso en los ánimos la certidumbre clarísima de la verdad: habíase positivamente simulado por la autoridad un ataque”.[8]

“No he podido encontrar constancia —añade el propio Moreno—, en ningún documento entregado a la prensa, sobre el hecho notable de la sublevación, siquiera sea transitoria, de las Compañías del Segundo. Yañez mismo en su parte al gobierno no consigna hecho tan grave. Se refiere a un asalto de cholos a la casa de unos de los jefes del Segundo; afirma que, en esos momentos, los detenidos en el cuartel atropellaron a sus centinelas y avanzaron hacia el cuerpo de guardia; hace valer el hecho de que dicho jefe ha sido desaparecido, lo cual  resultó después sin significado ni exactitud para el caso”.[9]

Enrique Finot señala de manera contundente que “averiguaciones posteriores han demostrado que se trató de un simulacro de ataque, fraguado por Yáñez”,[10]

Esto muestra de manera clara que Yañez urdió un plan para dar rienda suelta a su insania antibelcista y asesinar a lo más representativo de esa tendencia política, bajo el pretexto de salvaguardar el orden público. ¿Para qué inventar un complot, si no tenía claridad sobre su inmediato actuar?, es decir, ¿si no tenía en mente vengarse sangrientamente de Belzu y sus seguidores por lo que —supuestamente — sufrió en los años de su exilio?

LOS HECHOS INOBJETABLES

Moreno relata los sucesos como sigue:

“El 23 de octubre de 1861, el comandante general de armas de La Paz, coronel Plácido Yáñez, en alta noche mandó asesinar con la fuerza pública a un medio centenar de ciudadanos, que arbitrariamente había hecho encarcelar días antes a título de belcistas conspiradores. Un mes cabal después de este suceso, el populacho de La Paz, cansado de ver impune y siempre revestido de autoridad al perpetrador de esta carnicería, tomó por asalto el palacio donde estaba encastillado con su gente, y ajustició al criminal con dos de sus cómplices. Se retiraron las turbas enseguida a sus casas./ Se retiró el populacho justiciero sin querer plegarse a la rebelión militar de tres cuerpos veteranos, rebelión que esa mañana sirviera al pueblo de preludio y base para la ejecución. Triunfante y aterrada a la vez, no se atrevió entonces esa rebelión a vitorear a su caudillo. El caudillo era el ministro de interior, Ruperto Fernández, a quien el pueblo sindicaba de hacer sido el instigador de Yañez. Ausente con el gobierno, estaba a la sazón Fernández en Sucre. La soldadesca rebelde se sometió al orden días después sin resistencia”.[11]

Arguedas, por su parte, narra del siguiente modo esos luctuosos acontecimientos: “Pronto se le presentó la oportunidad de desembarazarse de sus enemigos pues en la noche del 23 de octubre prodújose una especie de motín, fomentado, se dijo entonces, por el mismo Yáñez, para poner en libertad a los detenidos. Púsose en pie el gobernador y se dirigió a la plaza sumida en medrosa penumbra, pues no era costumbre entonces mantener encendidas las velas de cebo. Al llegar al Loreto fue avisado por el capitán de guardia que Córdova había intentado por dos veces atropellar a sus centinelas./ — "¡Que le den cuatro balazos!" — ordenó con voz iracunda./ Un oficial y varios soldados se lanzaron a cumplir la orden en el preciso instante en que Córdova, al sentir el ruido de la plaza, se había incorporado en su lecho y comenzaba a vestirse, halagado, sin duda, con la idea de verse libre merced a los esfuerzos de sus partidarios. No le dieron tiempo ni aun para defenderse y lo acribillaron a balazos, bárbaramente”.[12]

LOS INMOLADOS

Arguedas menciona que el número de víctimas pasaba de los setenta,[13] Martha Irurozqui indica que fueron 55;[14] Arazáes señala que alcanzaron a 60;[15] en ninguno de los casos se proporciona una nómina de la totalidad de los ciudadanos brutalmente ejecutados.

Moreno rescata los nombres de una veintena de los belcistas salvajemente asesinados por órdenes de Yañez, pero afirma que medio centenar fue inmolado. Los nombres de algunas víctimas aparecen en un informe dirigido al gobierno por el comandante ayudante de aquél, el “tuerto” B. Sánchez, quien tomó parte activa en los sangrientos sucesos:

“RELACIÓN DE LOS QUE HAN MUERTO. — José María Torres. — Hermenegildo Clavijo. — Pedro Espejo. — José Agustín Tapia. — Luis Valderrama. — Francisco de Paula Belzu. — José María Ubierna. — Juan Crisóstomo Hermosa. — Mariano Calvimonte. — Victoriano Murillo. — José Ugarte. — José Zuleta./ TROPA. Manuel Aguilar. — Basilio Suárez. — Manuel Alvarez. — Juan C.Cáceres. — Bernardino Camacho. — Carlos Pérez. — La Paz, octubre 24 de 1861. El comandante ayudante. B. Sánchez”.[16]

Aranzáes puntualiza que los inmolados fueron salvajemente ejecutados “en medio de la más espantosa confusión, unos de pié, otros de rodillas y otros tendidos en el pavimento. Mientras el comisario Dávila sacrificaba á los presos de la policía, el alcaide Aparicio a los de la cárcel y el comandante Santos Cárdenas hacía victimar a los presos del cuartel del 2º”.[17]

LA VERSIÓN DE YAÑEZ

Pero veamos seguidamente qué argumentó Yañez por entonces:

“En la versión defendida por Yáñez, éste dijo que se había despertado al oír ‘un tiro en el cuartel del batallón Segundo situado a pocas calles del palacio de gobierno’. Su alarma quedó confirmada por el bullicio procedente de la plaza y por el hecho de que cuando él y su hijo Darío se asomaron a los balcones recibieron descargas de arma. Tras llamar al coronel Luis Sánchez para que sostuviese el fuego con seis rifleros y dos fusileros, Yáñez salió con la columna municipal —unos cien hombres— a la plaza. Ésta fue dividida en dos secciones. De una se hizo cargo el oficial Benavente con el cometido de atacar al grupo que les disparaba, mientras la otra con Yáñez al mando, tras defender los otros lados de la plaza, se dirigió al Loreto. Una vez allí preguntó al custodio del lugar, el capitán Rivas, por las novedades acaecidas y éste le contestó que ninguna, salvo que Córdova había intentado dos veces atropellar al oficial de guardia Núñez. En respuesta Yáñez dio la orden de ‘pegarle cuatro tiros’, acción que cumplió el oficial Leandro Fernández. Después de indicar a Fernández y al oficial Cárdenas que ejecutaran a los detenidos en el cuartel del batallón Segundo, Yáñez hizo salir a todos los presos del Loreto de cuatro en cuatro. A excepción del general Calixto Ascarrunz, por el que intercedió Darío, todos fueron muertos. A ellos les siguieron los presos encarcelados en el cuartel de policía y en la cárcel, ocurriendo la matanza a mayor escala en el cuartel del batallón Segundo. Allí el único superviviente fue Demetrio Urdininea, del que se supo más tarde que era un espía de Yáñez”.[18]

Como se aprecia, con meridiana claridad todo fue parte de un plan preconcebido y tramado durante años por el extraviado criminal.

Aranzáes menciona que “el victimador para su defensa, hizo publicar una hoja inmunda El Boliviano, de quien [sic] un hombre serio, dice: ‘escrito impávidamente por puños más diestros en manejar la daga que la pluma’. No tuvo circulación y fué secuestrado por el odio público".[19]

ALGUNAS REACCIONES

El gobierno —como veremos adelante—, apenas conocidos los hechos, reunió al gabinete que sacó un pronunciamiento tibio sin condenar el desenlace, quizá con el pensamiento puesto en que evidentemente fue controlado un golpe de estado, abortado gracias a la oportuna intervención de Yañez y su caterva. Al respecto, Martha Irurozqui sostiene:

“Achá recibió la noticia en la ciudad de Sucre a través del ministro Fernández, quien interpretó muy favorable para los septembristas la casi desaparición de los principales miembros del partido de Belzu. La actitud victoriosa de muchos de ellos no sólo obligó al ministro Bustillos a renunciar a su cargo, sino que también debilitaba políticamente a Achá ya que mostraba fracasada la política de fusión a causa de la irredente actitud conspiradora de los belcistas. Bajo el entendimiento de que con lo ocurrido se había abortado una revolución y salvado el orden público, las cartas que el presidente envió en un inicio a Yáñez no lo reprobaron, sino que parecían aceptar que las autoridades escarmentasen a los belcistas por el miedo a una conspiración. Si bien ello fue más tarde utilizado para imputar a Achá la responsabilidad de los hechos, es necesario precisar que las primeras informaciones oficiales remitidas justificaban lo sucedido, sin que personajes críticos con Yáñez como el jefe político Rudesindo Carvajal expresase aún el horror que le producían sus actos. También hay que tener en cuenta que en esos momentos Achá se encontraba en una situación delicada debido al comportamiento hostil de Fernández y al favor que recibía de los linaristas”.[20]

“Por un lado —continúa Irurozqui—, estaban quienes aplaudían y alentaban el celo demostrado por el militar para evitar una nueva revolución; por otro, quienes no sólo consideraban extremas las medidas contra los belcistas, sino contrarias a la ley, siendo al principio mayoría los primeros. Frente a ello, en su papel de ‘sostenedor del orden público’, Yáñez persistió en su conducta de encarcelar a todos los belcistas de La Paz, incluido el ex presidente Jorge Córdova. Tras un intento fallido de demostrar que en su quinta de San Jorge éste hacía reuniones conspiradoras y acopio de armas, fue apresado el 21 de octubre debido a una nueva denuncia hecha por un sargento segundo y un soldado de la columna municipal que le acusaban de haberles abordado en la pulpería del barrio de Huturunco y pagado para que le ayudasen a liberar a los prisioneros. Se le recluyó en el Loreto junto a los principales prisioneros políticos”.[21]

EL SILENCIO DE LA PRENSA

Lo que llama la atención de este hecho atroz, es que la prensa de la época mantuvo un silencio sepulcral sobre el mismo… apenas escuetos comentarios sobre el particular, lo que induce a pensar, inclusive, que se trató de hacer que el hecho pase desapercibido, salvo por la frontal y  valiente actuación de un solo periódico que intervino como una especie de juez ciudadano. Al respecto, Moreno dice:

“La prensa setembrista y la prensa gobiernista, que juntas formaban la mayor parte de la prensa, sepultaron en una ola inmensa de olvido la carnicería del 23 de octubre. Por eso mismo y persiguiendo en ello una especie de reparación, he querido conceder, en estos anales, páginas extensas al asunto, y por ende a El Juicio Público que fue, contra ese crimen, el campeón denodado de la vindicta pública”.[22]

Publicaciones como El Boliviano, El Telégrafo y El Constitucional, se ocuparon de indisponer a la opinión pública contra el belcismo.

EL PUEBLO TOMA LA JUSTICIA EN SUS MANOS

Habida cuenta que las autoridades de gobierno no sancionaron a los culpables de semejante masacre, el pueblo, que tardó en salir de su asombro ante la crueldad demostrada por los asesinos, a treinta días de los luctuosos sucesos, tomó la justicia en sus manos, y en medio de una asonada, ajustició a Yañez y a algunos de sus subsecuentes seguidores, o mejor dicho en este caso concreto, cómplices.

Llama la atención la actitud tibia y hasta complaciente de Achá con los acontecimientos. Si bien es cierto que en los hechos significó quitar del camino a un significativo grupo de belcistas, con lo que resultó seriamente herido el partido, bajo ningún punto de vista es admisible la bestialidad con la que obraron Yañez y sus esbirros. Y más aún, que todo haya quedado como si nada hubiera pasado.

“El gobierno a la noticia oficial de los terribles acontecimientos de La Paz —refiere Nicanor Aranzáes—, comunicada por su promotor, la consideró inmediatamente en consejo de gabinete. Asistieron a este acto y tomaron parte en las deliberaciones los ministros, Ruperto Fernández, Rafael Bustillos, Manuel Macedonio Salinas y Celedonio Avila. De común acuerdo con el Presidente Achá, acordaron contestar en términos vagos e indefinidos, esto es sin pronunciarse sobre los hechos producidos”.[23]

Añade Aranzáes: “El General Achá descendiendo de su alto puesto de primer magistrado de la Nación, escribió al asesino el día 10 de noviembre de 1861, titulándole su querido amigo, demostrando una señalada afectuosidad en el hecho de expresarle que le deja esa carta en el correo, porque al día siguiente tenia resuelto emprender viaje al Norte, tomando esa precaución para que no le falten sus comunicaciones ni entre en cuidados”.[24]

“Pasado un mes de estos espantosos asesinatos políticos —relata José Macedonio Urquidi—, el 23 de noviembre, el Coronel Narciso Balza se sublevó en la misma ciudad, pronunciándose á favor de Ruperto Fernández; atacó, con el batallón de su mando y la columna municipal, al batallón del Coronel José María Cortés, militar pundonoroso que cayó herido de muerte; el pueblo, aprovechándose de este desorden, se amotinó en grandes masas, pidiendo la ‘cabeza de Yáñez’, el que sitiado y atacado en el palacio, en su desesperación había logrado escalar uno de sus muros y, herido por una bala certera en el tejado, rodó (desde 15 m. de altura) hasta el suelo, siendo después arrastrado por las calles su sangriento cadáver, que fue desgarrado por la ira popular…”.[25]

Enrique Finot dice: “Cuando Achá llegó a Oruro, Balsa se encontraba en La Paz, al mando de un batallón, con el que se sublevó el 23 de noviembre, atacando el cuartel de las fuerzas adictas a Achá. Dominadas éstas, con el auxilio de la plebe que se congregó con propósitos de venganza contra Yáñez, la tropa amotinada fue arrastrada por el pueblo hasta la casa de gobierno, en la que se había refugiado el asesino de octubre, al mando de un piquete que no pudo resistir el ataque. Tomado el palacio, Yáñez pretendió escapar por los techos, pero derribado de un balazo hasta el patio de una casa contigua, donde se descubrió su cadáver, el populacho lo escarneció y arrastró por las calles. Así fueron castigados, por la justicia popular, los crímenes perpetrados por aquel malvado”.[26]

El tendencioso historiador chileno Ramón Sotomayor Valdés, en su incomprensible afán de atenuar la responsabilidad de Yañez en los dramáticos sucesos dice a la letra: “Nada prueba concluyentemente que Yañez tuviese meditado i resuelto un plan para aquella trajedia, ni que no hubiese creido de buena fé en las provocaciones i síntomas de desórden de aquella noche. Pero aceptado todo esto en favor de Yañez, ¿con qué puede medirse todavía su ferocidad i su torpeza en aquellas órdenes de matar á tantos desdichados prisioneros, sin más que oir algunos tiros i ver algunos grupos de gente alzada en la calle?/ El pueblo, que á menudo adivina la verdad i suele pesar los grandes sucesos en justiciera balanza, vió en Yañez la única cabeza responsable de aquel atentado. Maldíjole en su corazon i esperó la oportunidad del castigo”.[27] No obstante, como dijimos antes, el hecho de que haya fraguado una asonada para justificar los asesinatos, de suyo es suficiente para tener la certeza de que todo fue parte de un plan previamente elaborado para acabar con el belcismo y el “peligro” que representaba.

Más adelante, sin embargo, el propio historiador chileno apunta: “…mui bien pudo atravesar por la mente febril de Yañez la idea de sacrificar de una vez á sus prisioneros, lo que para el importaba romper los lazos convencionales de la justicia humana para dar, sin embargo, un golpe merecido a un partido funesto i evitar muchos nuevos trastornos a la nación”.[28]

Este hecho no tiene parangón en la historia de Bolivia ni pretérita, ni actual, tanto por la sangre fría con que ocurrieron las ejecuciones, cuanto por la cantidad de inmolados. En efecto, los ajusticiados no tuvieron oportunidad de defenderse, ya que desarmados todos ellos, fueron fusilados sin contemplación de ninguna naturaleza ya sea en grupos de a cuatro o individualmente, como ocurrió en el ex presidente Jorge Córdova.

Sin embargo de ello, Arguedas sostiene que el sangriento suceso fue “la repetición, con ligera variante, de la victimación de Blanco, el 1° de enero de 1829, sólo que esta vez las víctimas eran cincuenta, comprendiendo hasta soldados cuya lealtad se había hecho sospechosa. Una verdadera carnicería, imputable principalmente a la ferocidad de Yáñez. Tanto en el edificio del Loreto, como en la plaza principal, en el cuartel del batallón segundo y en la cárcel, lugares de concentración de los presos, la matanza fue espantosa. El gobierno, al conocer los sucesos, no tomó medida alguna, aunque se conocían anticipadamente las intenciones de Yáñez”.[29]

Esta matanza queda registrada como una mancha imperecedera que cubre de sangre la administración de José María Achá, aunque la responsabilidad no ha sido imputada directamente al ex presidente, ya que el peso de la misma recayó exclusivamente sobre el extraviado militar Plácido Yañez.

Por ello, Aranzáes señala de manera contundente: “Tan horrendo crimen llenó de terror y espanto á la nación, solo Achá permaneció impasible, no le negó sus favores al asesino, no le destituyó ni le sometió a juicio cual lo requería la justicia y la vindicta pública. Responsable ante la posteridad, así como sus ministros que no supieron llenar su deber”.[30]

Consideramos, pues, que dada la frialdad de la reacción del mandatario, que ni siquiera pretendió llamar la atención de Yañez por la brutalidad de los ajusticiamientos, que al menos secretamente en su interior, avaló el accionar del enajenado militar, si no es que dio luz verde para tal conducta, ya que, como vimos en párrafo anterior, no eran desconocidas las intenciones de Yañez, y convenientemente, en los días previos, Achá se alejó al sud del país a restaurar el orden…

Fuentes consultadas

 

Aranzáes, Nicanor. Las revoluciones en Bolivia. Segunda edición, Librería editorial Juventud, La Paz, 1980.

Aranzáes, Nicanor. Diccionario histórico del departamento de La Paz. Segunda edición facsimilar, Fondo editorial municipal Pensamiento Paceño, La Paz, 2018.

Arguedas, Alcides. Historia General de Bolivia. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Sucre.

Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia. Ensayo de interpretación sociológica. 7ª Edición. Editores: Gisbert & Cia. S. A., La Paz, 1980.

Moreno, Gabriel René. Matanzas de Yañez. Librería Editorial Juventud, La Paz, 1976.

Irurozqui, Martha. “Muerte en el Loreto. Ciudadanía armada y violencia política en Bolivia (1861-1862)”.  Revista de Indias, 2009, vol. LXIX, núm. 246.  Págs. 129-158.

Urquidi, José Macedonio. Compendio de Historia de Bolivia. Segunda Edición, notablemente corregida y aumentada, Imprenta de El Heraldo, Argentina, 1905.

Sotomayor Valdés, Ramón. Estudio histórico de Bolivia bajo la administración del jeneral D. José María de Achá.  Con una introducción que contiene el compendio de la guerra de independencia i de los gobiernos de dicha República hasta 1861. Imprenta Andrés Bello,  Santiago, 1874.  550 P.

 

 

Webgrafía

https://es.wikipedia.org/wiki/Pl%C3%A1cido_Ya%C3%B1ez recuperado el 10 de mayo de 2020.


[1] Moreno, Gabriel René. Matanzas de Yañez. Librería editorial Juventud, La Paz, 1976. P. 14.

[2] Aranzáes, Nicanor. Diccionario histórico del departamento de La Paz. Segunda edición facsimilar, Fondo editorial municipal Pensamiento Paceño, La Paz, 2018. P. 799.

[3] V. https://es.wikipedia.org/wiki/Pl%C3%A1cido_Ya%C3%B1ez recuperado el 10 de mayo de 2020

[4] Arguedas. Historia General de Bolivia. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. P. 167.

[5] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 22.

[6] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 23.

[7] Arguedas. Historia… P. 167.

[8] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 39.

[9] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 40.

[10] Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia. Ensayo de interpretación sociológica. 7ª Edición. Editores: Gisbert & Cia. S. A., La Paz, 1980. P. 262.

[11] Moreno, Gabriel René. Matanzas…. P. 8.

[12] Arguedas. Historia… P. 169.

[13] Arguedas. Historia… P. 169.

[14] Martha Irurozqui. “Muerte en el Loreto. Ciudadanía armada y violencia política en Bolivia (1861-1862)”. P.  129, 130.

[15] Aranzáes, Nicanor. Las revoluciones en Bolivia. Librería editorial Juventud, La Paz, 1980. P. 173. Reproduce el informe de B, Sánchez, transcrito inicialmente por Moreno. Matanzas… P. 27.

[16] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 27.

[17] Aranzáes, Nicanor. Diccionario… P. 799.

[18] Irurozqui. “Muerte…”. P. 138, 139.

[19] Aranzáes, Nicanor. Las revoluciones… P. 174.

[20] Irurozqui. “Muerte…”. P. 139.

[21] Irurozqui. “Muerte…”. P. 138.

[22] Moreno, Gabriel René. Matanzas… P. 20.

[23] Aranzáes, Nicanor. Las revoluciones… P. 173. 

[24] Aranzáes, Nicanor. Las revoluciones… P. 174.

[25] Urquidi, José Macedonio. Compendio de Historia de Bolivia. Segunda Edición, notablemente corregida y aumentada, Imprenta de El Heraldo, Argentina, 1905. P. 109.

[26] Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia... 261, 262.

[27] Sotomayor Valdés, Ramón. Estudio histórico de Bolivia bajo la administración del jeneral D. José María de Achá.  Con una introducción que contiene el compendio de la guerra de independencia i de los gobiernos de dicha República hasta 1861. Imprenta Andrés Bello,  Santiago, 1874.  P. 216.

[28] Sotomayor Valdés, Ramón. Estudio histórico… P. 215.

[29] Arguedas, Alcides. Historia… P. 180.

[30] Aranzáes, Nicanor. Diccionario… P. 799, 800.

 

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