Por: Christian Trigoso. Articulo originalmente publicado en https://microbiosdetrigoso.blogspot.com // Fotos: 1) Néstor Morales y sus colaboradores. 2) Vista frontal del Instituto de Bacteriologia (1909). 3) Néstor Morales Villazón. 4) Néstor Morales y sus colaboradores.
LOS
INICIOS
Para las culturas precolombinas que habitaban nuestra
geografía las enfermedades se hallaban asociadas con la posesión por un
espíritu demoníaco, de tal forma que para lograr la curación era necesario
eliminar este cuerpo extraño. Ocasión en la que se realizaban ceremonias
de carácter mágico religioso; en los casos de lesiones externas la observación
había permitido definir métodos de tratamiento en los que la situación mágica
cedía su paso a la práctica básicamente herbolaria.
Nombres como hahuari, supay, machala, lari – lari, anchancho y aukeservían
para denominar a estos espíritus malignos (dependiendo también de la región).
La idea de la propagación de las enfermedades era conocida pues una vez
fallecido el enfermo se procedía al pichara (pichay = limpiar), es
decir a limpiar la habitación y la ropa del finado; este hecho nos demuestra
que el concepto de contagio ya se hallaba arraigado en nuestras culturas.
Inclusive se individualizaron algunas entidades infecciosas, tal es el caso de
la sífilis que era conocida como huanti. Es más, con referencia al
paludismo (chucchu) obligó a nuestros pueblos a reconocer las epidemias y
designarlas con el nombre de marka – usu y los focos de epidemias con
el nombre de llacta – ccolloy.
En el periodo de la colonia poco o nada se hizo con referencia a las
enfermedades que reinaron en nuestra geografía; el “mal de minas”, el
paludismo, la sífilis, el tifus, la peste bubónica y la viruela campearon en
esta época; se conocía a la tifoidea o al tifus con el nombre de chavalongo, tabardillo
pintado a la misma enfermedad con exantema, y garrotillo a la
difteria.
Los Ulloa describieron la situación de la siguiente forma: “las
enfermedades más frecuentes que en ella se conocen (alturas) con las
constipaciones, efectos de pecho, pleuresias y reumatismos y las fiebres
intermitentes en las partes bajas. El asma, que le llaman ahoguidos, se cura
cambiando el aire. El uso inmoderado de las bebidas alcohólicas y el mal
venéreo en el Alto Perú debilitan la naturaleza. Las lombrices que se curaban
con el zumo de la hierba llamada hedionda, las viruelas, el arrojar sangre por
la boca, eran enfermedades de las alturas y el pasmo de las partes bajas. La
pleuresía se curaba con el hígado de zorrillo. En algunos climas calidos se
conocía el mal de San Lázaro y la culebrilla, esta última se creía ser
importada por lo negros de África”.
En los inicios de la época republicana se mantuvo invariable esta distribución
de las enfermedades, llegándose a extremos insoportables, así pues Nicolás
Ortiz afirmó que; en una epidemia de viruela (1888) en Sucre, se produjeron
2000 defunciones, en 3815 atacados de este mal”.
En 1832 la ciudad de La Paz fue también azotada por una epidemia de viruela.
En el caso del paludismo, tan generalizado se hallaba este mal que todos
terminaron por creer que esta era una enfermedad irremediable y que tarde o
temprano todos habrían de ser sus víctimas.
El 24 de diciembre de 1889, a través de un decreto del Dr. Aniceto Arce se
establece un nuevo estatuto de enseñanza donde además de la distribución de las
disciplinas para siete años de estudio en la Carrera de Medicina de la
Universidad Mayor de San Andrés, se incluye en el contenido de cuarto año a la
bacteriología.
LA
CREACIÓN
“… El joven Néstor Morales, distinguido alumno de la
Facultad de Medicina ha logrado, con los escasos útiles que ha podido
procurarse, hacer los cultivos de varios microbios patógenos hallados en la
fuente que surte al local del colegio Nacional, microbios que pueden ser causa
de muchas enfermedades endémicas …” (año 1909).
Quien habría de imaginar que con el transcurrir de los años este estudiante
nacido en Cochabamba el 2 de febrero de 1879 ya convertido en médico, llegaría
a ser fundador del “Laboratorio de Bacteriología” posteriormente conocido como
Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (INLASA) empero entretanto,
imaginemos a este joven estudiante en el año 1900 munido con elementales
utensilios a la vez que con la inspiración pasteuriana – siempre habría de
reconocerse admirador de este insigne francés – enfrentándose a lo que sería su
debut como buscador de microbios y que posteriormente significaría el encuentro
con su destino, un destino grandioso y luminoso como solo puede ser el de los
elegidos.
Corría el año 1908 y debido a la muerte del presidente electo, Dr. Fernando
Guachalla, quien no llegara a asumir la primera magistratura del país, es que
el Congreso resolutivo otorgar un año de prorroga al mandato de Don Ismael
Montes, hombre enérgico y bien preparado que ganara las elecciones en 1904 y
que llegó el gobierno precedido de una fama bien merecida por su buen actuar
durante la campaña del Acre.
Si hay algo que le preocupó a Montes fue el impulsar la educación, así como las
ciencias, empero el año que nos ocupa en cuestión se dio a conocer el fallo
arbitral argentino sobre nuestros límites con el Perú, avivándose la llama
patriótica que inflamaba el espíritu nacional; por otro lado ya era parte de la
historia la construcción de tramos ferroviarios de vertebración y la
promulgación de la Ley de Libertad de Cultos. Es en medio de este movimiento
que agitaba al país que el 8 de agosto se funda el “Laboratorio de
Bacteriología” ocupando tres habitaciones en el segundo piso de una casona que
albergaba a la floreciente Facultad de Medicina (Calle Indaburo).
La labor que empezara como estudiante Néstor Morales Villazón, labor
solitaria cono la de todo científico, se proyectó en la nueva función de primer
director del laboratorio, pues tan solo contaba con la colaboración del Sr.
Luis Dávila (estudiante de medicina) y el material que poseían, escaso y
precario, era suficiente para desilusionar a cualquier practicante de
bacteriología actualmente; sin embargo al decir del Dr. Néstor Morales: "Nos
sentíamos con el ánimo bastante para dominar el mundo y los obstáculos, lejos
de causarnos temor, avivaban nuestro entusiasmo” ¡ Que temple el
demostrado por estos hombres! Y es que sin duda alguna, una gran empresa
precisa de grandes personalidades.
Un año más tarde y ya en el gobierno del Dr. Eliodoro Villazón se decide
ampliar las instalaciones del Laboratorio en la calle Campero, donde habrá de
contar con más espacio físico para el desempeño de sus funciones.
En abril de 1912 se funda la Revista de Bacteriología e Higiene, la cual es
editada hasta enero de 1924, editándose posteriormente el Suplemento del
Instituto Nacional de Bacteriología desde mayo de 1933 hasta julio de 1947,
luego en el año 1992 apareció un nuevo ciclo de esta publicación que
lamentablemente volvió a caer en el letargo desde 1994 a la fecha.
El 31 de diciembre de 1924 el reglamento de esta institución es aprobado por
resolución expresa instruyéndose también que tanto las farmacias como las
boticas debían remitir muestras de los productos que tenían para la venta, a
fin de ser analizadas.
Así mismo el material se fue incrementando paulatinamente merced a la ayuda
decidida del Dr. Eliodoro Villazón así como la de Don Ismael Montes, quien en
su segundo periodo presidencial decidió terminar la obra iniciada en 1908.
Este era el personal que trabajaba en el año 1915 en el Instituto Nacional de
Bacteriología, conocido también como el Instituto Montes de Bacteriología, tal
vez por la simpatía y el afecto que demostraba el presidente Montes a esta
institución:
Director: DR. NESTRO MORALES VILLAZÓN
Secretario: SR. CARLOS NIETO NAVARRO
Primer practicante de bacteriología clínica: SR. NESTOR ORIHUELA
Segundo practicante de Bacteriología clínica: SR. MARCELINO BELLOT
Primer practicante de Sueroterapia y vacunoterapia: SR. DOMINGO FLORES
Segundo practicante de sueroterapia y vacunoterapia: SR. JOSE SANJINES
Practicante de investigaciones especiales: SR. DESIDERIO LLANOS
Practicante de consultorio: SR. ENRIQUE HERTZOG.
Entre las tareas que desempeñaba esta repartición podemos citar: análisis
bacteriológico del agua para consumo, producción de Vacuna antitífica, vacuna
antiestafilocócica, suero antidiftérico, vacuna anticarbunclosa, vacuna
anticolibacilar, producción de aglutinómetros y exámenes microbiológicos en
general.
Cabe recalcar que después de la medalla otorgada por el V Congreso Médico
Latinoamericano el Instituto mereció que la Academia de Ciencias de Le Mans
(Francia) le confiera la medalla científica internacional del año 1914.
Es durante la presidencia del notable financista Don José Gutiérrez Guerra, que
el 10 de agosto de 1919 se inauguraron las nuevas instalaciones del Instituto
en la zona de Miraflores, conocida tan bien como valle de Poto – Poto (actual
local que ocupa), después de gestiones realizadas en forma perseverante por el
Dr. Morales Villazón y que culminaron en este notable acontecimiento.
Para dicha ocasión se invitó a autoridades y ciudadanía en general, y si bien
el material encomendado a la Casa Adnet de Paris y otra de Suiza llegó por
barco en los días precedentes siendo trasladado luego en tren, todo el equipo
del Dr. Morales febrilmente disponía los microscopios, matraces, estufas,
mecheros y reactivos en los ambientes del nuevo Instituto hasta prácticamente
horas antes del acto de entrega. Día nublado y con fina llovizna sirvió de
marco, el Dr. Morales V. Temía que ante esta situación climatológica no se
presentaran los invitados, sin embargo grande ha de ser alegría cuando
advierten que una alegre y bulliciosa caravana de automóviles se acercaba a los
predios de esta obra, ¡el pueblo no quería mostrarse indiferente en la fiesta
de su Instituto!
Recorriendo ahora los pasillos de la construcción antigua de esta repartición,
creo percibir en el ambiente la alegría y el legítimo orgullo del Dr. Morales
Villazón al contar con un conjunto de laboratorios que respondían a las
necesidades de ese momento… ¡Cuánto habían avanzado desde las reducidas y
desprovistas dependencias que compartían en la calle Indaburo hasta este sueño
hecho realidad!
Y cuán de cerca se seguían en América y el resto del mundo, todas las
actividades del Bacteriológico, y es que simplemente piense el lector que si
bien Roberto Koch entre los años 1986 – 1880 sentaba las bases de la moderna
bacteriología otorgándole el rango de disciplina científica, en Bolivia 28 años
más tarde, ya contábamos con un laboratorio que realizaba exámenes
bacteriológicos además de la preparación de biológicos, sin desmerecer la
actividad del “Instituto Médico Sucre” (Sucre – Chuquisaca) fundado el 3 de
febrero de 1895 y que poseía un laboratorio de Microbiología y Micrografía,
dirigido por el eminente hombre de ciencia Dr. Manuel Cuellar, convirtiéndole
en el primer laboratorio de bacteriología que habría de operar en Bolivia.
No es desconocida la copiosa correspondencia que mantuvo el Dr. Morales
Villazón con destacados bacteriólogos del mundo entero, además del intercambio
de todos los números de la Revista de Bacteriología e Higiene con revistas
provenientes de todos los institutos más importantes de esa época.
Lo más importante de la producción bibliográfica y científica del Dr. Néstor
Morales Villazón puede resumirse de la siguiente manera: “Análisis
Bacteriológico de las Aguas Potable”, “Blastomicosis en La Paz”, “Elías
Metchnikoff”, “Higiene Escolar”, “Labor Omnia Vincit” , “ Nuevo Medio de
Cultivo para el Gonococo”, “Tuberculosis en Bolivia”, “La Bacterioterapia
Antitífica en el Niño”, “Epidemia Gripal”, “Pasteur y su Obra”, “Vacuna
Antitífica Nacional”, “La Fievre Tiphoide en Bolivie”.
El reconocimiento del gobierno se plasmó en una resolución legislativa de fecha
19 de Noviembre de 1913 concediéndole una medalla de oro en cuyo anverso se
leía: El Senado Nacional de Bolivia – 1913” y el reverso “al Dr. Néstor Morales
Villazón, por sus labores científicas”, además de 5.000 Bs.
En algo que se habría de convertir en una mala tradición para la ciencia del
país, la politiquería empezó a manosear las instituciones y a la vez inició la
denigración de quienes tan solo intentaban caminar por senderos intelectuales,
buscando engrandecer la Patria. Es así que durante los luctuosos sucesos políticos
que golpearon a Bolivia durante la década de los veinte, el Dr. Morales
Villazón identificado con una fracción política fue obligado a exiliarse lejos
de su amado Instituto, recibiéndole la República de Argentina donde continúo su
trabajo en el campo de la bacteriología. Su patriotismo jamás dejó de
acompañarle pues inclusive durante la Guerra del Chaco, colaboraba con el país
mandando vacunas e insumos para no detener el trabajo del Instituto Nacional de
Bacteriología.
Supo desafiar al destino, supo ganarle y por ende supo ser inmortal.
LA
CONSOLIDACIÓN
En cuanto se alejaba el Dr. Morales Villazón de la Dirección
del Instituto, otro hombre la ocupaba y habría de constituirse en la segunda
columna del edificio en el apoyaría toda su jerarquía el Bacteriológico, sin
ánimo de restar importancia a la enorme colaboración que prestaron todos y
cuantos desempeñaron funciones de trabajo en la microbiología nacional.
Graduado bachiller el año 1906 Félix Veintemillas decide seguir el
curso de su vocación y estudiar Medicina. Acostumbrado a buscar el porqué de
las cosas, pasaba horas y horas observando todos los fenómenos naturales que se
sucedían a su alrededor, no quedando nunca satisfecho con las explicaciones que
se le daba, precisamente ese espíritu es el que habría de llevarlo a ocupar el
cargo de ayudante del ya famoso Instituto Nacional de Bacteriología.
Es indudable que tuvo que haber sido influenciado por el legendario Morales
Villazón en su práctica bacteriológica. Demostrando gran capacidad, al poco
tiempo ocupa el cargo de Primer Auxiliar, manteniendo esta posición hasta el
momento de graduarse como médico.
En el año de 1912 tiene la oportunidad de observar a un paciente hospitalizado,
paciente con quien no pudieron llegar a un diagnóstico aquellos que fueran sus
profesores de Clínica Médica en la Facultad de Medicina; educado para taladrar
la dura roca hasta encontrar la verdad, Veintemillas decide obtener una serie
de muestras de este paciente, las cuales posteriormente son procesadas por él
mismo.
Transcurridos días de trabajo intenso y cuando parecía que la verdad nuevamente
se habría de ocultar en forma coqueta, en una de las placas y bajo el ocular
del microscopio descubre un acumulo de bacilos preciosamente teñidos de color
rojo por un método especial de tinción; este dato junto a la signo-sintomatología
del paciente, inclina la balanza a favor del diagnóstico de lepra,
convirtiéndose así en el primer caso de lepra con confirmación bacteriológica
diagnosticado en La Paz, Este trabajo le permite ingresar en las filas del
reducido ejército de buscadores de microbios, acarreándole serias dificultades
con algunos de sus profesores pues publica un artículo científico respecto a
este caso en el “Comercio de Bolivia”.
En 1913 lee su tesis doctoral con un soberbio trabajo titulado “Infección o
Fiebre Pseudotifoidica en La Paz” en el que describe una patología diferente a
la presentada en la fiebre tifoidea.
Entre 1913 y 1914 tiene la oportunidad de viajar becado al Instituto Oswaldo
Cruz (Río de Janeiro – Brasil) donde se especializa en Bacteriología y Patología
Tropical. Empero su sed y ansias de conocimiento habrán de llevarlo hasta
Europa donde también recibe especialización en Otorrinolaringología y
certificación de práctica en Dermatología y Venereología.
Ya en Bolivia, en el año 1921 publica un trabajo donde aclara la entidad
patológica descrita en sus tesis, como tifus exantemático.
Finalmente en 1924 se hace cargo de la Dirección del Bacteriológico además de
la Cátedra de Bacteriología, pues era prácticamente norma que quien ocupara el
cargo de Director del I.N.B., ocupaba también la Cátedra de Bacteriología en la
Facultad de Medicina en forma ad-honorem (tiempos en los cuales la
enseñanza era apostolado y muchas cosas se hacían sin interés alguno).
A partir de este momento se sucede vertiginosamente una carrera contra el
tiempo y las limitaciones del medio, a fin de llevar adelante las
investigaciones que habrían de darle fama imperecedera a Veintemillas y su
equipo de colaboradores.
A no olvidar que un año más tarde se celebra el centenario de la fundación de
la república y fungía como Presidente, el Dr. Bautista Saavedra, quien se
hiciera del poder después de una revolución que estalló el 12 de julio de 1920,
ocasión en la cual los republicanos desplazaron del gobierno a los liberales y
es en ocasión del Centenario de la república que se instituye la condecoración
de “El Cóndor de los Andes”, no llegando a recibir nunca este galardón pese a
todo el trabajo desempeñado y el esfuerzo realizado, por paradójico que
parezca.
Identifica en Vallegrande la peste bubónica, luego de llevar adelante una
confrontación con algunas personas, ya que pensaban que era imposible que
existiera esta patología en nuestro país, debido a las características
epidemiológicas, sin embargo y luego de lograr la confirmación por el Dr.
Krauss en Chile, se abalanzó sobre sus detractores resolviendo esta cuestión,
ya que inclusive habiéndose preparado un debate en el paraninfo de la
Universidad Mayor de San Andrés, el principal opositor ni siquiera se presentó.
Rápidamente organiza campañas contra esta patología. Estudia el Pinto o
Carate, Pían, Anquilostomiasis, Leishmaniasis, Blastomicosis, etc. En
1932 a raíz de un brote de tifus exantemático en La Paz,
realizará estudios pormenorizados al respecto.
En año 1934, en pleno vértice de la Guerra del Chaco, desempeñando las
funciones de Director del Laboratorio de Sanidad Militar, tiene la oportunidad
de cambiar el manejo del cuadro disentérico que diezmaba a las tropas
bolivianas, al demostrar científicamente que este se debía a causa bacilar
(bacteria) y no a amebas (protozoario). En 1963 identifica el granuloma
venéreo, siempre sosteniendo grandes discusiones.
Representa a Bolivia en congresos, simposios, conferencias y comisiones
científicas. Por otra parte hasta este año desempeña las funciones de Director
del Hospital General que le fueran encomendadas en 1930. En 1941 “Los Amigos de
la Ciudad” le confieren la medalla al mérito.
En el terreno de las rickettsias alcanzó un dominio extraordinario,
tanto así que aprovechando viajes de estudio a Estados Unidos y México, tuvo la
oportunidad de trabajar con Zinsser y Ruiz Castañeda intercambiando
experiencias y conocimientos, inclusive fue comisionado para llevar cepas de
estos microorganismos desde América al Dr. Nicolle en Casablanca (Argelia),
realizando pases y subcultivos a bordo de un laboratorio improvisado en el
barco que lo trasladó, estudiando variantes nativas definió una probable nueva
especie con algunas variaciones también en el cuadro clínico.
Dos veces Ministro de Salud en 1946 es consultado como candidato para las
elecciones presidenciales de la república, la que declina honorable y
caballerosamente. En 1947 es elegido Decano de la Facultad de Ciencias
Biológica de la Universidad de San Andrés.
Dentro de la Microbiología su producción intelectual más destacable es: “Lo que
es la bacteriología” (1912), “Coloración de la Spirochaeta pallida” (1912), “La
lepra en La Paz” (1912), “Las enfermedades Tropicales” (1913), “Patología
Tropical”(1912), “Trabajos Científicos” (1925), “Informe del Instituto Nacional
de Bacteriología” (1926), “La Vacuna Humana Antirrábica” (1930), “La Epidemia
de Peste Bubónica en Valle Grande” (1930), “Comprobación de Focos de la Peste
en Bolivia” (1933), “Suplementos del Instituto Nacional de Bacteriología”
(1937), “La Ciencia Bacteriológica, sus Peligros y sus Triunfos” (1937),
“Tratado sobre las Rickettsiasis y la Fiebres Exantemáticas - El Tifus
Altiplánico” (1944), “Investigaciones sobre el Modo de Transmisión Natural de
la Peste Bubónica y Septicémica” (1947).
El año 1951, durante los acontecimientos políticos por los cuales el Dr.
Urriolagoitia entregaba voluntariamente el mando de la República al comandante
en Jefe de las Fuerzas Armadas, general Ovidio Quiroga, quien organizó una
junta militar, misma que fue presidida por el general Hugo Ballivián, fallecía
en La Paz el 1 de Agosto la figura señera del Prof. Félix Veintenillas,
cerrándose una de las páginas más gloriosas de la ciencia microbiológica
boliviana.
Como hubiese deseado estar presente en la exequias de este hombre para poder
parafrasear a Roberto Koch cuando asistió a la honras fúnebres de Thuiller
(mártir de la microbiología), quien depositando unas coronas sobre el ataúd
dijo: “Son muy sencillas, pero son del laurel. Como las que se ofrecen a
los héroes…”
EL
DESENLACE
En el año 1894 nace en Cochabamba el Dr. Luis Prado
Barrientos, cursa estudios universitarios en Santiago de Chile, se gradúa en
1924, pasando a ser Jefe de Laboratorio en la Clínica del Profesor Prado Tagle,
posteriormente realiza cursos de perfeccionamiento en los Institutos “Oswaldo
Cruz” de Río de Janeiro “Butantán” de Sao Paolo y “Pasteur” de París en los
temas de lepra, sueros antiofidicos y anaerobiosis respectivamente; más
adelante cursa estudios de salud pública a cargo de la Liga de Naciones en
1930. Ha de ser miembro representante por Bolivia al Primer Congreso de
Microbiología celebrado en París, donde presentó el aparato para determinar
el índice Delta, que lleva su nombre. Fue comisionado para combatir
diversas epidemias de fiebre amarilla y peste bubónica en el oriente boliviano
y también se desempeñó como Profesor de Parasitología y Enfermedades Tropicales
en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
Logró construir un aparato purificador de aguas contaminadas denominado
“Ilbacter” patentado en nuestro país. Trabajando en el terreno de las
enfermedades tropicales, preparó una lepromina para el diagnóstico de
lepra. Por los servicios prestados al país fue condecorado con el “Cóndor de
los Andes” en el grado de Oficial.
El gobierno de la República de Chile también le condecoró con la medalla “Al Mérito”
en el grado de Gran Oficial.
Luego de una vida al servicio del país, la docencia universitaria y la ciencia,
falleció en la ciudad de La Paz el año 1950.
Su trabajo perdura en la motivación que legó a las nuevas generaciones.
Desde 1951 y hasta 1968 se hace cargo de la Dirección del Instituto el Dr. José
A. Knaudt, quien también llevó adelante las funciones de Profesor de
Bacteriología en la Facultad de Medicina.
Durante la presidencia del Dr. Hernán Siles Suazo (primera gestión) por Decreto
Supremo del 20 de mayo de 1957 se denomina al Instituto con el nombre de Néstor
Morales Villazón.
A manera de ejemplo podemos citar la siguiente producción intelectual del Dr.
José A. Knaudt: “La Acción Bacteriostática in vitro e in vivo de la
Estreptomicina sobre la Pasteurella pestis – Contribución experimental”,
“Programa de Despiojamiento Sistemático y de Vacunación Antivariolosa”.
Un 5 de febrero de 1917 nacía quien habría de convertirse en otro pilar sobre
cual asienta no solo el INLASA sino también la microbiología nacional su
autoridad en el terreno científico y su fama bien merecida. Es otro buscador de
microbios y su nombre completo es Luís Valverde Chinel, es el prototipo
del hombre enamorado de la verdad y de los caminos para buscarla y conocerla.
En 1950 obtiene la Cátedra de Parasitología en la Facultad de Medicina, para
veinticuatro años más tarde obtener también la de Microbiología.
Su espíritu inquieto a la par que noble, sus atributos morales y su excelente
preparación intelectual lo llevan a ocupar la sub-dirección del Bacteriológico
en el año 1958, además de la Jefatura de Producción de Vacunas, logrando en
1960 el biológico liofilizado antivariólico.
Hacia el año 1959 – 1960 apareció la Fiebre Hemorrágica en Bolivia,
precisamente en los llanos de Moxos, frente las poblaciones de san Joaquín y
Magdalena (provincia Itenez y Mamoré del Departamento del Beni) causando un
temor tan grande entre los pobladores de esa zona, así como en el resto de la
población. Tan letal era el poder del microbio que causaba esta enfermedad que
ni siquiera las tripulaciones de los aviones que transportaban pasajeros o
carga, abandonaban las aeronaves cuando llegaban a estas poblaciones y
esperaban el momento para volver a despegar con las puertas cerradas.
Decidido y con el mayor desprecio hacia los peligros que existían a su
alrededor, el Dr. Valverde emprende el estudio de esta epidemia – considere el
amable lector que no se conocía la etiología y mucho menos el mecanismo de
transmisión – llegando finalmente al año 1963, cuando junto a investigadores
del Middle Amrican Research Unite (MARU) y profesionales bolivianos como el Dr.
Rodolfo Mercado, el Sr. Humberto Cuenca y otros, consigue aislar su agente
etiológico, el virus Machupo, descubriendo también se reservorio y
transmisor , el roedor selvícola Callomys callosus, organizando
posteriormente la Comisión de Investigación de la fiebre Hemorrágica en
Bolivia.
¡Que triunfo espectacular el de la microbiología nacional! Merced a la labor de
este investigador.
En 1968 en invitado por la OMS para asistir a un seminario viajero sobre
Control de Vectores de Enfermedades” realizando el Leningrado y Moscu, donde
presenta los resultados del control de Callomys callosus.
En 19968 es nombrado Director del Instituto Nacional de Laboratorios de salud
“Néstor Morales Villazón” organizando con la cooperación francesa del
“Instituto Pasteur” el nuevo pabellón de biológicos.
En 1973 es invitado al “Seminario de Patología de las Grandes Alturas” en
Toulousse (Francia).
En 1977 es designado relator del tema “Fiebres Hemorrágicas Sudamericanas” en
Amberes (Bélgica).
Una vez más el país demostró su agradecimiento hacia quien dedicara su vida a
engrandecerla y honrarla, confiriéndole en 1965 la condecoración del “Cóndor de
los Andes”, en el grado de Caballero, en mérito y reconocimiento por su gran
labor en el campo de la investigación y la salud.
En julio de 1980 se retira de la actividad profesional después de treinta años
consagrados a la enseñanza y a la investigación.
Todo aquello que se hace con excelencia es loable y reconocido, y en este caso
toda su obra es loable y para siempre reconocida.
Es necesario, y en merito a la verdad, reconocer la actividad científica
desplegada por quienes se constituyeron en seguidores de una tradición
brillante en la microbiología nacional. Tanto en los inicios del siglo XX como
en lo sucesivo, un grupo de profesionales en el área biomédica desarrolló
tareas dentro de la bacteriología, inmunología, parasitología, virología,
entomología, micología, biología y enzimología; son nombres que se asocian a un
trabajo fecundo en los laboratorios y hospitales, al margen de que desde las
cátedras universitarias supieron mantener esta tradición y guiar a los
científicos del futuro.
En las páginas agradecidas de la memoria nacional deberán quedar inscritos los
siguientes científicos: Dr. Manuel Cuellar (hijo), Dr. Jaime Mendoza, Dr. Elías
Sagarraga, Dr. Ernesto Navarre, Dr. Luis Viaña, Dr. Néstor Orihuela, Dr.
Domingo Flores, Dr. Andrés Muñoz, Dr. Desiderio Llanos, Dr. Arturo Ballivián,
Dr. Alejandro Sardón, Dr. Belisario Díaz Romero, Dr. L. Trujillo, Dr. José C.
Arteaga, Dra. Laura Prado de Pinell, Dr. Juan Guerra Mercado, Dra. Erika
Habetswallner de Hannover, Dr. Nicolás Salazar, Dra. Aurora Cardona, Dr.
Reynaldo Martínez, Dr. René Anglés, Dra. Wilma Strauss, Dr. Rafael Torrico,
Dra. Martha Silva de Lagrava, Dr. Mario Borda Pisterna, Dr. Jorge Zamora
Hernández, Dr. René Rojas Ledezma, Biotec. Remo Estévez Martini.
Finalmente con un fervoroso agradecimiento y sentimiento de respeto a quien ha
formado muchas generaciones de profesionales, y a quien nos guió en la ciencia
apoyando todos los esfuerzos realizados, enseñándonos por sobre todo la
humildad y la constante preparación debían ser los objetivos en la vida de todo
investigador, a la par que solucionar los problemas en los que se debate
nuestro pueblo: Dra. Graciela López de Murillo. Microbióloga de labor
fecunda en el Laboratorio de Serología del Instituto Nacional de Laboratorios
de Salud - INLASA, Profesora Emérita de Microbiología en la Facultad de
Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
La sencillez, sabiduría y bondad con las que impartía sus conocimientos, son
todavía la inspiración de quienes intentamos seguir sus pasos.
EPÍLOGO
El planeta continua en sus sempiternas orbitas, el universo en su expansión, el
tiempo sigue alejándose del momento de máxima singularidad del que nació, y la
humanidad a fuerza de golpes y fenómenos de adaptación, donde es probable que
nuestros genes egoístas sean los responsables de todo nuestro devenir, aprende
a tomar de conciencia de su entorno y de si misma. Los adelantos tecnológicos
deben servir para ratificar nuestro instinto aventurero; perseguir un sueño,
buscar una estrella o simplemente aprender no solo a maravillarnos sino también
a sentirnos aguijoneados por la insaciable curiosidad que alimenta nuestras
vidas; empero si no aprendemos simultáneamente que la posibilidad de auto
destruirnos también está latente siendo probable que no nos alcance el tiempo
para encontrar a nuestros hermanos cósmicos, o que cuando estos descubran
nuestro planeta, con seguridad vayan a hallar solo a unas inquietas bacterias
intentando reconstruir el rompecabezas genético de un futuro “despegue” de otra
probable especie inteligente.
“Cogito ergo sum”
Ciudad de Nuestra Señora de La Paz – Bolivia, verano del año 2008.
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