Los prisioneros querían reivindicarse de lo que llaman injusticias y desean
“poner a salvo su dignidad” y dar una respuesta a sus detractores. Sin más
preámbulo, damos a conocer las palabras de los prisioneros bolivianos,
publicadas con el título Declaración de sucesos que formulan los exprisioneros
que actuaron en el fortín boliviano ‘Vanguardia’, el 5 de diciembre de 1928,
con motivo del asalto de tropas paraguayas.
“HE AQUÍ NUESTRA RELACIÓN CIRCUNSTANCIADA”:
VANGUARDIA.- Es un fortín en las proximidades de las posesiones militares
paraguayas, está ubicado a quince kilómetros hacia el norte del fortín Galpón
paraguayo; es un lugar bajo, que en la mayoría de los meses del año se inunda,
por lo que se hace inhabitable. Su vegetación consiste en pajonales
improductivos y palmares. Dicho fortín ubicado en medio de llano dista del
fortín Vitriones veinte cinco kilómetros hacia el Sud; no tiene trincheras ni
fortificaciones de alguna naturaleza; su temperatura es cálida y generalmente
por las madrugadas hay espesa neblina, tal vez producida por la evaporación del
agua de los extensos curichis de la región.
Atropello a traición.- Era la madrugada del cinco de diciembre del año próximo
pasado mil novecientos veintiocho, como a horas cinco de la mañana, en
circunstancias en que nos hallábamos cuarenta y tres hombres de guarnición y
los oficiales teniente Lozada y Subteniente Manchego (únicamente porque el
Comandante del fortín Capitán Cárdenas estaba en Puerto Suárez que
recientemente se había marchado).
Nos estábamos formando para tomar el desayuno, cuando el Cabo de servicio José
Arrázola distinguió a lo lejos y hacia el Oeste unos bultos. No podía
apreciarse lo que eran a causa de la espesa neblina que había. En esto le
confirmo que eran hombres que se aproximaban, por el ladrido de un perro que
los venía acompañando. Entonces el indicado Cabo dio parte inmediatamente al
teniente Lozada, quien observó con su anteojo y confirmó que eran tropas
enemigas por un jinete que se adelantó a galope y que era un parlamentario.
No debe extrañarse que no haya sido algún centinela el que haya dado la voz de
alarma, puesto que no habiendo sido el ataque del lado Oeste, fue
verdaderamente una sorpresa, ya que el centinela del lado Sud o sea el del
camino que conduce al fortín paraguayo Galpón, quedaba en lado opuesto, y no
podía observar nada. Ahora no teníamos culpa alguna en cuanto a disposiciones
de seguridad, puesto que los oficiales que nos acompañaban y la tropa han
cumplido estrictamente las disposiciones dejadas por el Comandante Capitán
Cárdenas.
Como avanzaba el parlamentario, el Subteniente Manchego ordenó que fuera el
cabo Arrázola a capturarlo, siendo entonces que hecha la intimación de “alto”
el jinete se desmontó de su caballo y mostrando bandera blanca preguntó por el
jefe del destacamento. Arrázola le vendó los ojos y lo condujo ante el teniente
Lozada, a quien le entregó una carta en la que se imponía el término de diez
minutos para que la compañía se ponga a la derecha del cuartel armando
pabellones; entonces el teniente Lozada, indignado, le contestó verbalmente que
no éramos ovejas y que defenderíamos nuestro suelo.
Inmediatamente retiró Arrázola al parlamentario a veinte metros al Oeste del
cuartel y el teniente Lozada distribuyó toda la munición que había entre los
cuarenta y tres soldados, y con el soldado Gonzalo Zambrana envió un parte a
Vitriones a comunicar el asalto y pedir refuerzos. Fue alcanzado por los
paraguayos a las dos leguas de distancia y lo volvieron.
Mientras el parlamentario hablaba con el teniente Lozada, las tropas paraguayas
en número de trescientos hombres en su mayor parte de caballería y de
infantería, se aproximaban hacia nuestras posesiones a la carga y en línea de
tiradores. Casi no nos dieron tiempo para disponernos, puesto que no esperaron
ni el regreso del parlamentario menos los diez minutos impuestos.
El teniente Manchego, para hacer el alto a las tropas que avanzaban
precipitadamente, personalmente tomó un fusil y disparó, pero no salió el
proyectil. Cambió cuatro fusiles para lograr su intento porque el armamento era
malo, viejo, modelo argentino, algunos descompuestos atracados o sin aguja
percutora y los cartuchos eran de fusil modelo boliviano (razón tenían los
tenientes Lozada y Manchego de exigir se nos provea de buen armamento para no
servir de pasto de los enemigos).
Desigual. Trescientos paraguayos tardaron tres horas en reducir a los 28
bolivianos
Mientras esto hacía el teniente Lozada (ordenó) que cada clase tome su escuadra
y luego haga fuego de retirada hacia Vitriones; antes de escuchar esta orden,
varios de nuestros compañeros huyeron sin esperar órdenes y nosotros en número
de veintiséis soldados y los dos oficiales mencionados resistimos el ataque del
enemigo hasta que se nos agotó la munición, pues este se vino sobre nosotros en
línea envolvente dadas las enormes ventajas de que disponía.
La refriega de trescientos paraguayos contra veintiocho valientes bolivianos
duró tres horas, pues comenzó a las cinco de la mañana y terminó a las ocho del
día en que caímos prisioneros.
Como se nos agotara la munición, tuvimos forzosamente que cesar el fuego,
siendo entonces que dos escuadrones de caballería de dos alas derecha e
izquierda paraguaya se nos vinieron sobre nosotros que estábamos tendidos en
los pajonales del lugar. Fue imposible cualquier resistencia a la esgrima, dado
el crecido número del enemigo. Antes de cesar y caer en manos del enemigo con
nuestros fusiles, recibimos la orden de botar los cerrojos de nuestras armas
entre los pajonales.
RESULTADO DE LA REFRIEGA.- Los que resistimos el ataque paraguayo fuimos los
siguientes: teniente Filiberto Lozada, subteniente Tomás Manchego. Soldados:
Elías López, José Arrázola, José M. Arauz, Juan Hurtado, Cándido Peña, Cándido
Vargas, Ignacio Vargas, Jesús Antelo, Jesús Paniagua, Ceferino Orellana,
Zacarías Vaca, Samuel Vaca, Luciano Salvatierra, Gonzalo Zambrana, Modesto
Mercado, Ignacio Suárez, Bautista Fernández, Mariano Rivero, Carmelo Ibáñez,
Luis Farell, Ricardo Antelo, Alfredo Viera, Domingo Arroyo, Adrián Bazán,
Augusto Pizarro, resultando gravemente herido en el hombro izquierdo el teniente
Lozada y Francisco Justiniano en la cabeza, quien se hizo el muerto y fugó a
Vitriones.
Nos honra hacer mención de nuestro malogrado compañero Adrián Bazán, que
estando gravemente herido se acercó un teniente paraguayo a preguntarle lo que
tenía, a lo que Bazán le contestó con un tiro de rifle que hirió gravemente al
oficial, siendo entonces que los demás paraguayos le brincaron y cometieron la
barbaridad de destriparlo y cortarle los testículos; las bajas paraguayas
fueron diez y seis, contando a un oficial que derribó el teniente Manchego y
varios heridos; esta información fue dada por los paraguayos a sus jefes y
nosotros la escuchamos.
PRISIONEROS DE LOS PARAGUAYOS.- Los que quedamos con vida fuimos ultrajados de
hecho y de palabras y conducidos al trote de los caballos hasta el fortín
Galpón paraguayo, haciéndonos caminar por varias veces por un solo camino que
hacía dar vueltas a un palmar donde había una aguada que nos servía de
tentación, porque en ayunas y cansados queríamos tomar agua y no nos dejaban,
máxime que estábamos débiles porque hacían tres días que comíamos muy poco y
sin sal, por la carencia de víveres y el trabajo muy fuerte.
La caminata a Galpón duró diez horas porque llegamos a las seis de la tarde; no
hemos de dejar desapercibido el hecho de que en el camino, nuestro compañero
Ignacio Vargas, tan débil y rendido como estaba, les pedía por favor que lo
dejen descansar un momento, pero sus ruegos fueron desoídos; como no pudiera
sostenerse sobre sus piernas se caía a cada momento, hasta que en una de las
veces un cabo paraguayo lo asesinó, descargándole su rifle en su pecho y
robándole a continuación su mochila.
Cuando llegamos al fortín Galpón nos metieron a un cuarto pequeño y nos
encerraron juntos a todos habiéndonos dado un vaso de agua y dos galletas a
cada uno. Serían las cinco de la madrugada del día siguiente, nos sacaron y nos
hicieron viajar hacia el fortín Patria. Allí a horas once de la mañana nos
dieron mate cocido con cuatro galletas a cada uno y luego nos embarcaron en una
chata con destino a Bahía Negra, donde llegamos como a horas cuatro y treinta
de la tarde; allí sin bajarnos del barco nos entregaron arroz, trigo y frijoles
y continuamos viaje hacia Puerto Diana donde llegamos como a las ocho de la
noche del mismo día; luego nos encerraron, a los oficiales en un cuarto y a
nosotros en otro.
Media hora después, nos dieron comida consistente en un cocimiento de los
víveres que embarcaron en Bahía Negra. Al día siguiente se presentaron varios
oficiales paraguayos a tomarnos informaciones sobre lo sucedido en Vanguardia.
También visitaron a nuestros jefes y un cirujano paraguayo lo operó en el
hombro al teniente Lozada para sacarle la bala.
La incomunicación que teníamos era absoluta, no nos dejaban hablar con las
personas que venían a vernos. Así estuvimos quince días. Nos sacaron al
corredor de nuestra prisión y de allí pudimos ver a un avión boliviano que
bombardeó Bahía Negra con cuatro bombas que al decir de los paraguayos no
explotaron.
A los quince días nos embarcaron en el vapor Parapetí, el que nos hizo pasar
por todos los puertos con destino a Villa Hayes; en esos puertos nos insultaban
y amenazaban de muerte; a los ocho días después de la salida de Puerto Diana
llegamos a nuestro destino en donde nos metieron en un calabozo dentro del
cuartel que colinda con una calle, a los oficiales los metieron en otro lugar.
Después de mucho tiempo recibimos por parte del cónsul boliviano residente en
Corumbá, ropa para vestirnos porque varios de nosotros habíamos quedado casi
desnudos por la sorpresa que nos dieron en Vanguardia, donde se robaron todo lo
que teníamos e incendiaron el fortín.
Todo el tiempo que estuvimos en nuestra prisión no pudimos ver a los tenientes
Lozada y Manchego, a excepción hecha del cabo Arrázola, que con motivo de que
el teniente Lozada se enfermó gravemente a los tres meses que llegamos a Villa
Hayes, se le permitió a aquel que lo asista.
Sacrificio. El fortín de la foto se llama Ballivián. Vanguardia fue construido
en tres meses por los soldados
Nosotros fuimos mal tratados por los paraguayos, desde la comida escasa que nos
daban hasta los calabozos sucios que nos servían de morada, llenos de humo a
diario por colindar con la cocina del cuartel. En uno de esos días los
oficiales paraguayos nos visitaron y nos distribuyeron a cada prisionero de a
1533 pesos paraguayos, manifestándonos que era remisión de nuestro gobierno.
Nada sabíamos de nuestra casa común, lo que sucedía en nuestra frontera, hasta
que un buen día vimos que circulaba entre la tropa un boletín anunciando
seguramente algo que al leer veíamos que se ponían tristes, siendo entonces que
a un soldado paraguayo de los que nos hacían el servicio de guardia, le
ofrecimos paga para que nos traiga un boletín y aceptando la propuesta nos trajo
uno a escondidas de los demás, donde nos dimos cuenta de la toma por fuerzas
bolivianas de los fortines paraguayos del Pilcomayo a base de un brillante
triunfo sobre fuerzas de Asunción.
En nuestra prisión los paraguayos nos fotografiaron, luego llegó un hidroavión
argentino con dos pilotos habiendo estos solicitado nos dejemos fotografiar,
negándonos rotundamente a tal solicitud, porque vimos que con la primera
fotografía que nos sacaron servíamos de fiesta en el pueblo, dada nuestra
indumentaria, pues se vendía cada copia en cinco pesos.= Nos indicaron allí que
podíamos escribir a nuestras familias con la condición de que digamos que
estábamos bien atendidos y que les entreguemos las cartas abiertas para
revisarlas, así lo hicimos al principio, pero cuando supimos que los paraguayos
aprovechaban de este recurso para inventar cosas en contra de nuestra patria,
el teniente Lozada nos hizo prohibir que escribiéramos a nuestras casas. No es
cierto que nos haya visitado el Presidente paraguayo, pues hasta ahora no le
conocemos, tal vez lo haría a nuestros oficiales.
De regreso de la prisión.- El primero de julio poco más o menos nos embarcaron
de Villa Hayes con dirección a Corumbá en el vapor de guerra paraguayo Triunfo,
habiéndonos desembarcado el siete a este puerto, nos recibieron los
representantes del Brasil, de Estados Unidos y el Cónsul Boliviano de Corumbá,
luego nos pasaron incomunicados al vapor brasilero “Argentina” que estaba
anclado en dicho puerto.- Al día siguiente se reunieron los mismos representantes,
más el Cónsul paraguayo y nos hicieron interrogaciones aisladamente; cuando
terminaron de esta diligencia, nos embarcaron a una lancha y nos trajeron a
Puerto Suárez, donde el Representante Yanqui que vino con nosotros, nos entregó
oficialmente.
EN NUESTRA TIERRA.- Grande fue la alegría experimentada al llegar a Puerto
Suárez después de siete meses de prisión, donde hemos llevado una vida de
sufrimiento, pues no hay cosa que más extrañe un ciudadano desde la distancia
que su patria misma, donde cree siempre hallar ambiente para su tranquilidad y
un estímulo para cualquier sacrificio que se hace como buen servidor de su
patria (...)
Luego nos pasaron a un cuarto fuera del cuartel y a los oficiales en otro, allí
estuvimos nueve días. Al cabo de este tiempo el Coronel Kaiser y el Comandante
de la Quinta División, nos manifestaron que podíamos viajar a Santa Cruz y
pagándonos de ocho meses de socorro, de un año que nos debían desde el veinte
nueve de junio de mil novecientos veintiocho en que viajamos de esta ciudad
hasta nuestra vuelta de la prisión, nos dijeron además que en esta nos pagarían
de los cuatro meses restantes, bagajes y nuestras libretas que acreditan haber
prestado el servicio militar.
A nuestros oficiales teniente Lozada y Subteniente Manchego, les han pagado
mal, pues como premio de su heroica resistencia en Vanguardia se les ha puesto
en disponibilidad con residencia fija en Puerto Suárez y en la categoría B sin
que se les oiga el deseo que tienen de que se les llame a La Paz para juzgarlos
legalmente y puedan salir libres de cualquier injusticia que se les hace y tal
vez puedan decir algo respecto de nuestro heroico comportamiento en dicha
acción de armas.
EN CAMINO A SANTA CRUZ.- Al venirnos tuvimos que comprar un rifle Winchester
para nuestra defensa contra las fieras y los salvajes del camino.En San
Lorenzo, un fortín antes de llegar a Roboré fuimos encontrados por una comisión
militar compuesta por el coronel Cárdenas, por el teniente Pol y un capitán que
le conocíamos y nos recibieron informaciones respecto de los sucesos en
Vanguardia. Cuando terminaron, el Coronel Cárdenas que había sido hermano de
nuestro Capitán Cárdenas en Vanguardia que ahora esta ascendido a Mayor, nos
encargó con mucho interés que cuando hayamos llegado a Roboré y una vez que el
coronel Alcoreza nos interrogue sobre lo mismo, que no le demos declaración
alguna; ignoramos nosotros el por qué de este encargo, el hecho es que así lo
hicimos en Roboré (...). Luego pasamos nuestro camino donde hemos llevado una
vida de peripecias durante un mes de viaje donde trajimos enfermos a dos
compañeros.= Llegados a la ciudad, nos presentamos al cuartel de la Policía
donde el Mayor de Plaza coronel Ferrufino, nos manifestó que no tenía
instrucciones de ninguna naturaleza y que nadie le había mandado nuestras
libretas, prometiendo comunicar al Estado Mayor nuestra llegada.
Dejamos constancia de nuestro agradecimiento al pueblo de Santa Cruz por la
generosa acogida de que hemos sido objeto a nuestra llegada y al Centro Amigos
de la Ciudad, por la iniciativa de colecta en el pueblo para darnos algún
subsidio.
Santa Cruz, diez y seis de septiembre de mil novecientos veintinueve. José
Arrázola- Cándido Peña- Modesto Mercado- Luciano Salvatierra- José M. Arauz-
Jesús Antelo- Bautista Fernández- Ceferino Orellana- Zacarías Vaca- Juan
Hurtado- Ignacio Suárez- Luis Farell- Carmelo Ibáñez- Jesús Paniagua- Samuel
Vaca- Gonzalo Zambrana.
(Firma de soldados de
Fortín Vanguardia). Moisés Astete, Notario Público.
LA GUARNICIÓN DEL FORTÍN BOLIVIANO
“Esta estaba compuesta por cuarenta y tres soldados nuevos, todos cruceños
cuyos nombres son los siguientes; José Arrázola, José M. Arauz, Juan Hurtado,
Cándido Peña, Cándido Vargas, Ignacio Vargas, Jesús Antelo, Jesús Paniagua,
Ceferino Orellana, Zacarías Vaca, Samuel Vaca, Luciano Salvatierra, Gonzalo
Zambrana, Modesto Mercado, Ignacio Suárez, Bautista Fernández, Mariano Rivero,
Carmelo Ibáñez, Luis Farel, Ricardo Antelo, Alfredo Viera, Domingo Arroyo,
Adrián Bazán, Augusto Pizarro, Francisco Justiniano, Eliodoro Peña, Francisco
Vial, Pedro Camargo, Erasmo Leiva, Marcos Conema, Benigno Banegas, Esteban
Chuviro, Teodosio Cuéllar, Vicente Barba, Juan Chimba, Juan Rojas, Gavino
Sánchez, Hermógenes Sánchez, Demetrio Suárez, Emiliano Menguta, Pedro Lauriz,
Asencio Abiyuí, Roberto Núñez, José Barbosa, Moisés Cabral e Ignacio Cruz.- Con
el Comandante Capitán Cárdenas, Teniente Filiberto Lozada y Subteniente Tomás
Manchego formábamos la primera Compañía del Regimiento Quijarro trece de
Infantería que estaba acantonada en el fortín Vitriones cuyo jefe era el
Teniente Coronel Ángel Ayoroa. Nosotros hemos sido los edificadores de las
instalaciones de dicho fortín Vanguardia por espacio de tres meses de trabajo
fuerte, porque teníamos que luchar contra las inclemencias del tiempo y la
falta de materiales cerca de nuestra posición. Nos enorgullecemos de haber
hecho flamear por primera vez en dicho lugar nuestra tricolor”. Como testigos
del documento figuran Felipe Medina M. Y Jesús Pareja C.
Tomado de boliviadecide.blogspot.com/2011/06/vanguardia-el-fortin-donde-empezo-la.html
/ Foto: Los paraguayos construyen un puente, julio de 1934. (getty images)
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