Perteneció al regimiento Lanza 5 de Caballería, fue ayudante
de órdenes del entonces Capitán Germán Busch Becerra.
Un 28 de agosto del año 1932, encontrándose a su mando una fracción del
regimiento Lanza, haciendo labores de patrullaje por el sector de Huijay, es
sorprendido por tropas enemigas, estas abrieron fuego. Inmediatamente Irusta
ordena a sus soldados disparar a las tropas Paraguayas, no contaban con
suficiente munición para poder hacer frente al ataque, solo contaban con la
valentía que tenían, muchos de sus soldados fallecieron en esta acción, otros
lograron escapar. Irusta y otros combatientes fueron capturados y hechos
prisioneros.
Tras ser capturado es golpeado y torturado, fue llevado hasta Asunción. Durante
varios meses pasó el tiempo haciendo retratos y caricaturas para sus
compatriotas Bolivianos que también habían caído prisioneros.
Fue llevado a un taller de imprenta donde sus dibujos y caricaturas eran
utilizados en afiches, según conto a sus descendientes. Compartió trabajo con
distintas personas, entre ellos Hombres de nacionalidad Alemana y Portuguesa.
Era vigilado por dos Alararifes (artesanos).
Un día que se encontraba en la imprenta, se le ocurrió la manera de poder
escapar. Aquejando dolores pidió permiso para ser revisado por un médico, dos
días siguientes nuevamente fue al médico. Esa día por la noche indico a sus
custodios que tenía que ir nuevamente a ser examinado, sus custodios le dijeron
que el ya había ido por la mañana, Irusta respondió, que se sentía mal y que
tenía que ir para ser examinado. Ellos aceptaron la solicitud de Irusta, con la
condición de que un Alararife lo acompañaría. Cuando llego al consultorio del
doctor se percató que no traía consigo la receta médica que le habían
extendido, hizo conocer esto a su custodio, insistiendo a su custodio le dejase
ir a recoger dicha receta, el custodio cedió a su petición.
Él y cuatro prisioneros se dieron a la fuga, contratando a una persona que los
llevo hasta la frontera Argentina en automóvil. Caminando con cautela para no
ser descubiertos, llegaron a un pueblo, donde observaron una fogata.
Acercándose a las personas que se encontraban allí, fueron recibidos y llevados
hasta la ciudad de Oruro, donde con honores los acogieron.
Posterior a la guerra, durante la presidencia del Tgral. Germán Busch Becerra,
lo invitó a palacio de Gobierno donde entablaron conversación, tres meses
después, Busch moriría.
Cuenta su nieto:
“Allá por los años 90 le dije: El alararife debe seguir buscándote no?" A
lo cual su abuelo respondió simplemente con una sonrisa burlona.
Querejazu Calvo Roberto, "Masamaclay".
Marzana Oroza Manuel, "La gran batalla".
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