Un día como hoy 17 de septiembre, el invasor a tierras
nacionales lanza su mayor ataque sobre el Verdun Boliviano de Boquerón.
Entretanto, el Destacamento Peñaranda castiga duramente los flancos de las
pinzas invasoras.
El neófito conductor paraguayo, en lugar de aferrar al fortín y con el grueso
envolver a todo el ejército boliviano, se empeña por capturar Boquerón y en ese
inútil afán, sufre la peor sangría en tres años de guerra: 12 mi bajas,
entre éstos, 4 mil muertos, según la información proporcionada por el coronel
argentino Abraham Schweizer, que primero fungía como Jefe de la Misión
argentina en Paraguay, para después integrar un equipo en el Estado Mayor
argentino con el propósito de planificar las operaciones militares paraguayas,
utilizando una metodología propia por este órgano denominado “Estudio de Estado
Mayor”, que en una futura oportunidad, lo daremos a conocer.
La peculiaridad de esta batalla fue que los defensores bolivianos NO SE
RINDIERON, SINO, CAPITULARON.
La Batalla de Boquerón, para el invasor, en los hechos es una victoria pírrica.
Para los bolivianos, es una victoria moral que transciende centurias.
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