Por: Edson López Aquino / La Patria de Oruro, 2 de
septiembre de 2018 // http://www.lapatriaenlinea.com/?t=los-obispos-y-su-actuacia-n-en-la-causa-libertaria-de-bolivia¬a=329705 // Imagen: El arzobispo Benito Moxó y Francolí, ataviado de
lujosas ropas y a sus pies, su pequeña mascota con un fino lazo en el cuello.
BENITO MOXÓ Y FRANCOLÍ. EL ARZOBISPO QUE SE ACOMODÓ A LA
CIRCUNSTANCIAS
Benito María Moxó y Francolí, fue uno de los primeros arzobispos en presenciar
directamente una revolución en su sede. En la jornada de mayo de 1809, dos
bandos estuvieron bien marcados en las disputas: La de Moxó y el presidente de
la Audiencia García y Pizarro (que fueron acérrimos defensores de la monarquía
española y el reconocimiento de Carlota Joaquina) y de algunos doctores de
Charcas que reconocían A Fernando VII como legítimo rey. En las revueltas Moxó
decide huir.
Moxó quien nació en Cataluña, fue arzobispo de la Plata desde enero de 1807,
pertenecía a la Orden Real de los Caballeros de Carlos III, fue un hombre muy
letrado doctorándose en Derecho Canónico y siendo Obispo Auxiliar de Michoacán
en México para luego llegar a La Plata. Según Barnadas, Moxó llegó a Charcas
con toda la buena voluntad y toda la inexperiencia del mundo, porque al fin de
cuentas era un sabio ingenuo" Por ello, la posición del Arzobispo por su
apego a las normas, a su fidelidad al rey y al orden establecido, sin importar
mucho su naturaleza. Roberto Querejazú afirma que Benito Moxó se inclinó a uno y
otro lado según las circunstancias.
En una Carta al Presidente de la Audiencia García León y Pizarro, Moxó da su
opinión sobre la situación de Charcas, llama a los indígenas como: "Una
plebe dócil (…) pero esta natural docilidad es rota cuando se juntan a beber y
cantar; Además el Arzobispo dice que "hombres y mujeres al son de sus
rústicos instrumentos: se atrapan en las tabernas y pulperías donde se convidan
y provocan mutuamente a beber con demasía hasta que inflados por la chicha y el
aguardiente salen furiosos en numerosas pandillas, a correr por los barrios y
cuarteles, dando gritos muy desacompasados".
Según Franz Flores Castro la visión de Moxó sobre los indios y los cholos es
que carecen de ideas políticas, no tienen capacidad de ilustración, por tanto,
no pueden ser el origen de un disturbio político. Si se vuelve irrespetuoso a
la autoridad es porque bebe y cree en la voz de los malvados. Malvados que para
el prelado vienen de Buenos Aires y de las costas, agitando en la
"plebe" la idea de emancipación y desobediencia a cualquier
autoridad.
Una vez vuelta la aparente calma a Charcas después de las jornadas mayas. Moxó
vuelve a su silla episcopal e insistirá en el apego realista descartando los
anhelos patrióticos. En 1808 en una homilía ruega por la felicidad del rey y de
su familia real, así como por la salud espiritual y material de la patria. En
esta prédica también dio a conocer que Dios protegió a los ejércitos españoles
en las revueltas de aquellos años.
Cuando los ejércitos auxiliares llegaron a Charcas, Moxó y Francolí fue
exiliado a Salta donde murió en 1816.
REMIGIO DE LA SANTA Y ORTEGA. EL ENEMIGO DE LA INDEPENDENCIA
Entre los prelados de la colonia, no existe otro arzobispo que fue enemigo
"acabado" de las luchas libertarias que el Arzobispo de la Paz
Remigio de la Santa y Ortega. El prelado de la contrarrevolución cuyos actos
muestran con claridad que se opuso a los anhelos de libertad de los
altoperuanos.
Mariano Baptista Gumucio, ubica las raíces de La Santa y Ortega en el reino de
Murcia. Fue capellán del rey Carlos IV, obispo en Panamá y, luego, viajó a La
Paz para hacerse cargo del Obispado en 1799.
Cuando los patriotas comenzaron la revolución el 16 de julio de 1809, de la
Santa y Ortega quiso frenarlos con serias amenazas y con la excomunión de los
revolucionarios. Pese a las palabras duras del prelado los patriotas siguieron
con la causa. Esto fue una gran humillación para el Obispo que; además de la
desobediencia de sus palabras; tuvo que dejar su cargo. El 18 de julio estuvo
retenido en su casa. Unos meses después; según Baptista, se retira a Irupana.
Será en los Yungas donde el Obispo de la Santa y Ortega organizará una
guerrilla para frenar a los revolucionarios. Con sendos discursos motivó a los
"fieles" a tomar las armas y defender a la corona.
Una vez apagado el foco insurrecto, retornó a La Paz, con órdenes de excomunión
y la condena "al fuego infernal". Pero su obra antipatriota no
terminaría ahí, ya que enjuició a la imagen de la Virgen del Carmen; ya que fue
nombrada patrona de la causa patriota; y condenó por rebeldía a la Madre de
Dios y la confinó a dejar su templo y dirigirse a otro. Todo un escándalo para
la sociedad paceña. Además, pidió a la corona quitar el rango de ciudad por su
"mal comportamiento; y trasladar la Sede Episcopal a Puno.
Baptista Gumucio, confirma que, entre la segunda década del siglo XIX, murió el
Obispo de la Santa y Ortega sin llegar a ocupar el cargo de Obispo de Santiago
de Compostela (un premio por su actitud a favor de los realistas). Según Manuel
María Pinto, el Obispo era soberbio, glotón, chismoso… no practicaba la
confesión ni suscitaba obras piadosas.
FRANCISCO JAVIER DE ANDAZÁBAL. EL OBISPO CRUCEÑO QUE APOYÓ LA REVOLUCIÓN
En las primeras décadas del siglo XIX, Santa Cruz de la Sierra todavía era
llamada aún como San Lorenzo de la Barranca. Una diócesis ubicada en la
frontera. A diferencia de Charcas y La Paz, Santa Cruz en aquellos años era una
urbe más pequeña, carente de muchas obras y algo retrasada a diferencia de las
principales ciudades coloniales del Alto Perú. Sin embargo, no perdería
importancia por su posición, ya que tenía una estratégica ubicación militar.
Estallado el levantamiento del 24 de septiembre de 1810, día de la Virgen de la
Merced. Los patriotas cruceños deciden llamar a un cabildo abierto integrado
por el cura Don José Andrés Salvatierra Chávez y el doctor Vicente Seoane que
llegó de Charcas y vivió la jornada de mayo de 1809 y con la noticia de que
Cochabamba se había levantado 10 días antes, Seoane decide liderar la causa
libertaria en Santa Cruz.
El Obispo de aquella ciudad era Francisco Javier de Andazábal que ocupó la sede
episcopal cruceña el 23 de marzo de 1807 hasta el 24 de junio de 1812 cuando
llega a fallecer.
El Obispo de Andazábal tuvo que enterarse del Cabildo en el mismo momento que
se lo instaló. Y según Querejazú Calvo, el prelado se adhirió al
pronunciamiento libertario del día 24 de septiembre. Es posible que lo haya
hecho porque la realidad de su pueblo era muy sufriente y además había seguido
de cerca la independencia de las provincias de Buenos Aires y a diferencia de
los obispos de La Paz y Charcas, muchas de las ideas de los criollos americanos
eran de mucha coincidencia con las del Obispo.
Por ejemplo, una de las primeras decisiones del cabildo fue liberar a los
esclavos negros de las panaderías y en las fábricas de adobes, esto fue visto
con buenos ojos por el Obispo, además de que uno de los principales líderes era
el cura Salvatierra.
En 1811 los realistas toman nuevamente el gobierno, decidiendo castigar; según
las leyes españolas; a los subversivos. No existen datos concretos sobre la
situación del Obispo de Andazábal hasta su muerte en 1812. Luego vendría la
Sede vacante de Santa Cruz hasta 1821 donde tomaría cargo Francisco de Otondo,
con una posición muy tibia ante el panorama libertario.
Muchos biógrafos de Andazábal, mencionan que el prelado influyó mucho en el
grueso de la población para adherirse a la causa patriótica. Es por eso que
estuvo por muchos años la sede vacante ya que la corona española quería borrar
la imagen motivadora de Andazábal de la memoria del pueblo y buscar a uno que
se acomode a las exigencias españolas y que no favorezca a la causa patriota.
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