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| Gualberto Villarroel |
Por: José
Antonio Loayza Portocarrero, Publicado el 28 de enero de 2023.
Sobre el oportunista argumento del Gobierno, que ignora el fraude y vocifera el
golpe, sabe que el fraude es verdad y no mentira, y el golpe es mentira y no
verdad. Así como el país sabe, que el fraude por la tiranía sin ley fue la que
activó la rebelión de los libres por un derecho legítimo legado por Bolívar, y
eso hizo: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho.”
El escritor Umberto Eco, en su novela “Número cero”, dice que la comunicología
política reorienta la historia y puede decir que Benito Mussolini no murió sino
su doble. Este giro se llama mentira organizada, y se logra deslegitimando la
verdad y montando dudas eficaces hechas a medida para posicionar la falsedad,
como se hizo en los casos de la fuga de Benito Mussolini y Adolfo Hitler, y
como se duda sobre la irresuelta tragedia de Gualberto Villarroel.
EL DUCE BENITO MUSSOLINI.
Umberto Eco, relata que el 18 de abril de 1945, los aliados pasaron la Línea
Gótica y el Duce intuyó su fin. Pese a ello huyó en un tren alemán con su amante
Clara Petacci y su hermano Marcello; pero a las seis de la mañana del 27 de
abril, cerca de Dongo, un grupo de partisanos de la Brigada Garibaldi detuvo el
tren y desalojó a los pasajeros para un canje de alemanes por italianos. A las
siete de la tarde, cuando el Duce viajaba oculto en un camión y creía estar a
salvo, un partisano lo reconoció y apresó, y el Comité de Liberación Nacional
decidió fusilarlo. Los amantes fueron llevados a la aldea de Mezzegra, y a las
4:10 de la tarde del 28 de abril de 1945, los fusilaron con una ráfaga de
metralla. El día 29, los cadáveres fueron llevados a Milán, y al llegar a la
Plaza Loreto, una muchedumbre los esperó con piedras, palos y los colgó cabeza
abajo en el mismo lugar donde meses atrás fueron colgados los cadáveres de
quince partisanos.
Eco nos hizo imaginar al Duce y a un doble, y dijo que el doble fue muerto y el
Duce llevado al Vaticano y al castillo Sforzesco. Para dar indicios, dijo tener
fotos de Marcello en el aeropuerto de Ciampino, y de su esposa Rachele que pasó
con sus hijos de Ginebra a Buenos Aires.
EL FÜHRER ADOLFO HITLER.
Abel Basti, en su obra “Tras los pasos de Hitler”, relata que el Ejército
aliado después de la rendición alemana, se enteró que Hitler permaneció oculto
en el búnker donde se suicidó junto a su esposa Eva Braun, el 30 de abril de
1945; dos días después del Duce. La incineración de ambos explica por qué no
hubo indicios.
¿Indicios?: El director del FBI, Edgar Hoover, recibió de un agente de
contraespionaje un informe sobre la posible huida de Hitler a la Argentina. El
9 de junio, el mariscal ruso Giorgi Zucov, en una conferencia de prensa afirmó
que no se halló el cuerpo de Hitler, y según los servicios de inteligencia a
pocas horas de su suicidio, un submarino alemán se hizo a la mar en Hamburgo.
El 17 de julio, en la cumbre en Postdam, el secretario norteamericano Jimmy
Byrnes se acercó al líder ruso Joseph Stalin, y tras brindar con él, le
preguntó si creía que Hitler estaba muerto, y le respondió: “No está muerto. Escapó
o bien a España o bien a la Argentina”. El 17 de agosto, llegaron a la costa
argentina dos submarinos, el U-530 y el U-977, transportando a jerarcas nazis
del Tercer Reich. Finalmente, Dwight Eisenhower en 1952, declaró: “No hay
prueba suficiente de que Hitler haya muerto en el búnker de Berlín". Lo
cierto es que en el primer gobierno de Perón, varios nazis buscaron refugio en
la Argentina.
Para los investigadores como Abel Basti, la versión de la muerte de Hitler es
falsa. La correcta sería un escape a la Patagonia argentina, allí se instalaron
en una estancia a unos 15 kilómetros de Bariloche, según testimonios de los
lugareños; y agrega que tiene filmaciones de testigos y de personas que
estuvieron con Hitler en Argentina, informes que cruzó con documentos secretos
del FBI y la CIA, y declaraciones públicas de funcionarios
estadounidenses", añadió.
EL PRESIDENTE GUALBERTO VILLARROEL
Existen bastantes libros sobre la trágica muerte de Villarroel el 21 de julio
de 1946, de Augusto Céspedes, Enrique Finot, y otros, pero ninguno coincide con
lo sucedido, todos difieren en todo. Aunque un ex miembro de Radepa en 1966,
dijo que Villarroel huyó con ellos; veamos el contexto: Villarroel asestó un
golpe de Estado a Peñaranda con Radepa y el MNR, el 20 de diciembre de 1943. La
intención era iniciar un juicio de responsabilidades a los que bajaron a
Salamanca, y a los culpables de la Masacre de Catavi. En otro lado, el pueblo
refutaba los crímenes de Caracollo y Chuspipata, y en medio de esa protesta los
maestros demandaron aumento salarial, medida que rebatió el Ministro de
hacienda Paz Estenssoro con una vacación pedagógica, y de rebote los maestros y
la Universidad, respondieron con una huelga general.
Entre el 10 de julio y el 20, los universitarios, estudiante y el pueblo
reunido en la Plaza Murillo afrontaron a la policía, tomaron los mercados, y el
gobierno respondió con ametralladoras, fusiles y tanques de guerra. Los
maestros y la dirigente Teresa Solari, por medio del Ministro de defensa
Celestino Pinto, exigieron por medio de un ultimátum, la renuncia del MNR. El
próximo gabinete se formó sin participación del MNR, y el ministro de defensa
general Rodríguez, instruyó el repliegue de las fuerzas a sus cuarteles, pero
nada fue bastante. Las discusiones, las decisiones y la conspiración, ya
estaban en marcha.
21 de julio, Villarroel recibió el pedido de dimisión de los jefes y oficiales
de la región militar N 1, del Ministerio de Defensa y del Estado Mayor que
delegó a un traidor al Palacio, y a quien el edecán Waldo Ballivián
levantándolo del cuello, dijo: “Lo sorprendí al capitán Milton López; dando
aviso al Estado Mayor de que el plan de dimisión está por fracasar y envíen
refuerzos” Abajo, en la Alcaldía, Paz Estenssoro, Alfonso Finot, Monroy Block y
otros, cortaron las líneas telefónicas conectadas al Palacio. A las 10 de la
mañana, el Alcalde Gutiérrez Granier, informó que todo estaba perdido.
Villarroel gritó: ¡Que me maten! Al medio día rubricó su renuncia, y a la una
de la tarde las voces y los disparos vaticinaban un desenlace trágico. Sus
colaboradores se alistaron para abrir un forado y huir por los tejados.
Se dice que Villarroel al entrar los rebeldes, bajó y se escondió en el ropero
de la oficina de eficacia administrativa, donde fue muerto por una ráfaga. Aquí
se inician las dudas, ¿bajó en vez de huir? ¿Se ocultó en un ropero en pleno
saqueo? ¿Por qué al caer del ropero no fue reconocido?, de serlo hubiese sido
llevado al balcón de los discursos para mostrarlo como trofeo. Después cayó un
bulto guindo y pesado con un hombre desnudo, desfigurado e irreconocible a la
calle Ayacucho, y uno dijo es Villarroel y otro repitió lo mismo, y los
partisanos criollos lo arrastraron hasta un farol donde fue colgado. ¿Pero era
él, o era uno perecido? He ahí la duda.
Años después, se comentó a medias, que Villarroel no fue inmolado en el farol,
que el bulto que cayó pesadamente ya había sido desfigurado y lanzado a la
calle apoyado por gritos cómplices. Se dijo que subió con otros por el forado
de la cocina, saltó a la tienda de un judío y salió a la calle Ayacucho vestido
con traje de calle confundiéndose con la chusma envalentada de odio…
Quizás fue así, al final la política de hoy es eso, la desorientación
metafísica del hombre, y en complicidad con la justicia es la angustia de su
destrucción por un sistema social absurdo, donde no existe la justicia como
excelencia ni como virtud que oriente a las demás virtudes, por tanto ya no es
una necesidad social, es simplemente, la sublimación de la violencia; es llanamente,
el politicismo de la ley; es tristemente, el imperio de la injusticia donde los
hombres no son iguales.

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