Por: Oscar Cordova. / Foto del posteo, publicación del 23 de
junio de 1934.
Promediaban las fechas entre el 19 al 20 de junio (1934), el sector defendido
por el Regimiento Pérez, había sido localizado por el enemigo y allí
concentraron la mayor parte de sus efectivos. En efecto en estas fechas ya
comenzaban a desarrollarse intensos combates con miras a lograr abrir brechas
en profundidad que les permitieran sus intentos programados.
La artillería boliviana entraba en acción coordinada con la maniobra, los
efectos debían dar excelentes resultados, ya que todo el campo estaba reglado
matemáticamente, los stocks también hacían su ingreso y todo estaba concentrado
en el bolsón donde ellos habían concentrado un gran número de efectivos.
También la aviación hacía su ingreso con intenso bombardeo al mismo objetivo,
el fuego era demoledor, la batalla encarnizada, se luchaba con persistencia y
tenacidad, se atacaba en todas las direcciones y se mantenía control sobre las
puntas extremas del bolsón.
En medio del combate y a no dudarlo cuando ya faltaba muy poco para el completo
éxito de nuestras armas, ocurría lo imprevisto, el Mayor Francisco Manchego que
cual un soldado más se había colocado en las funciones de un granadero, en uno
de sus momentos de arrebato patriótico era alcanzado por un proyectil que
estalló en la propia granada de mano y con ello caía mortalmente herido este
digno jefe de nuestro Ejército, que momentos después rendía su vida en los
campos de batalla del “Condado”.
El enemigo seguía resistiendo y aún recibía mayores refuerzos para defender a
sangre y fuego las posiciones alcanzadas y que tanto daño les estaban
ocasionando. Mas la tenacidad y el fuego que cual cortina de humo barría con
los adversarios, obligó a batirse en retirada, dejando cientos de muertos y
heridos, material y equipo. Dura lección que recibían y desde luego serio
contraste para futuras intentonas. Retomamos las posiciones antes alcanzadas.
habíamos derrotado al adversario y dejaban más de 700 muertos y otro tanto de
heridos, por nuestra parte alrededor de 250 entre muertos y heridos, capturamos
un buen número de prisioneros, ametralladoras pesadas y livianas, fusiles y
granadas. La retirada fue precipitada y por suerte para ellos lograron escapar
algunos, pero en forma desordenada.
(EL CAMPO DE LOS MUERTOS - Tte. Jose S. Garcia G.)
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