Anoche, la sinfonia de las ametralladoras y de los fusiles no ha cesado un
punto. Maestros en el manejo de las automáticas, nuestros soldados saben dar
cierto ritmo, cierta musica al terrible matraqueo.
-Tac. Tac. Tac, tac, tac. Tac. Tac…
-Tatán, tatán, tata-tan-tan tan…
Y cada arma posee su timbre inconfundible.
-Es ametralladora pesada.
-Esa es una liviana.
-Esa otra es una pistola ametralladora.
Comentan los muchachos de la batería.
A veces los pilas tratan de imitar a los nuestros y casi siempre fracasan. Sus
pesadas se oyen como el croar de un sapo enorme, conocido con el nombre de
“rococo”.
-Allí va una rococo pila. –dicen los soldados.
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Extraído de: Repete de Jesús Lara // Más historias en: Historias
de Bolivia.
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