Por: Ricardo Cuya Vera.
La conquista de Litoral Boliviano: No fue una ventura concebida de la noche a
la mañana; fue, como tuvimos oportunidad de ver, un plan bien estudiado y mejor
ejecutado con todos los elementos logísticos más avanzados de aquella época. En
cuanto la escuadra chilena se lanzó a la conquista, las fuerzas de tierra
estaban ya listas para ejecutar el plan. En ese momento se distribuyó entre los
jefes y oficiales chilenos un documento reservado. Se trataba de un documento
secreto cuya divulgación estaba en penada con la muerte. Él constituía nada
menos que un estudio logístico meticuloso de todo el Litoral Boliviano y
Peruano.
El mismo había sido encomendado con muchos años de anticipación a una comisión
secreta al mando del capitán de fragata Ramón Vital Gormaz, que recorrió de
punta a punta todo el territorio boliviano que sería escenario de la guerra. Se
trata de una publicación fresca, llevaba como fecha el mes de febrero de 1879,
vale decir, en los días mismos de la ocupación de Antofagasta. El documento
contiene un mapa, posiblemente el más completo y meticuloso que se haya hecho
de toda ésa región; el mismo que portaban en sus mochilas los oficiales más
caracterizados, preparados especialmente para actuar en estas circunstancias.
Por su importancia y porque se trata de una verdadera revelación, nos vamos a
detener en el análisis exhaustivo de éste extraordinario documento que viene a
constituir la prueba más contundente de nuestros derechos legítimos en el
Litoral del Pacífico y el mentís más estupendo a toda la corriente
pinochetista.
La publicación secreta lleva por título “Geografía Náutica de Bolivia”.
Obviamente, después de la guerra ha debido ser recogida; de ahí se extrema
rareza, pues su
existencia fue ignorada por el Perú y Bolivia.
El historiador boliviano Manuel Frontaura Argandoña, en su obra El Litoral de
Bolivia que seguramente es el aporte más importante a la causa boliviana, en
los últimos tiempos, publica como anexo Nº 1 de su obra un plan logístico de la
ocupación chilena, el mismo que constituyó una verdadera revelación. En
principio, pensamos que el folleto en nuestro poder y el público por Frontaura
Argandoña eran la misma cosa, pero de su confrontación resulta un hecho insólito
que tiene su explicación.
En realidad, el autor de los dos documentos es el mismo Vidal Gormáz, pero el
documento que tenemos a la mano lleva fecha 20 de febrero de 1879 y la
publicación
reproducida en la obra de Frontaura Argandoña “Marzo de 1879”. La primera lleva
el nombre de Francisco Vidal Gormáz y la que tenemos en nuestro poder “Ramón
Vidal Gormáz”, pero en la página tercera a manera de presentación se exhibe una
nota donde aparece nuevamente en forma disimulada el nombre de Francisco Vidal
Gormáz. Aparentemente se trataría de un error de imprenta o de un descuido sin
importancia, pero la realidad es otra.
El error tiene su explicación. La publicación que tenemos a la mano constituye
la mejor defensa de los derechos de Bolivia en el Pacífico ya que contiene una
serie de datos que demuestran en forma irrefutable la presencia de Bolivia en
su Litoral; en cambio, en la segunda publicación, la misma que se produce en el
libro de Frontaura Argandoña aparecen alterados todos estos datos y se habla de
los puertos bolivianos con desprecio olímpico como si nunca hubieran existido.
La explicación es obvia. La comisión encargada de realizar este estudio y de
levantar el plano, consciente de su labor, no tuvo ningún inconveniente de
señalar expresamente a cada paso la condición boliviana de esos territorios y
su estado de progreso. El súbito cambio en las versiones de un mismo documento
en el lapso de pocos días, tiene una explicación: la cancillería chilena ya
tenía en sus manos una circular por la cual la usurpación ya no se llamaba así
sino, “reivindicación”. A partir de aquel momento, obviamente toda la
documentación oficial debía referirse al problema del pacífico como un problema
de “reivindicación” y el documento de Vidal Gormáz venía a resultar en tales circunstancias
un mentís inesperado que echaba por tierra la táctica diplomática, incluyendo
para colmo un mapa con toda la costa boliviana en donde aparecía en letras de
molde y grandes características la inscripción: Litoral de Bolivia.
Este documento de tanta importancia, desconocido en el Perú y Bolivia, fue
exhumado por Frontaura Argandoña en su obra; y ahora la suerte nos depara la
enorme
satisfacción de revelar este otro documento más importante aún que el otro, por
las características anotadas y por el mapa que incluye.
El folleto comienza por señalar expresamente los límites de Bolivia en aquel
momento:
“La república de boliviana, llamada anteriormente Alto Perú, limita al N.O. y
N. con el Perú, al E. por el imperio del Brasil y la república del Paraguay, al
S.E. con la
Confederación Argentina, al S. por Chile y al O. por el Océano Pacífico”. Este
detalle de los límites de Bolivia donde resalta nuestra soberanía en el Litoral
del Pacífico ha sido excluido en la otra publicación. Asimismo, han sido excluidos
todos aquellos datos que en forma implícita o explícita hablaban de los puertos
y caletas como
pertenecientes a Bolivia. Al referirse a los límites ya expresados, la
publicación indica que ella se extiende entre el paralelo 24º S. que es la
frontera de Chile y el 21º 28’ que es el abra por la cual corre el río Loa,
frontera del Perú. Por manera que la costa boliviana, tomada en línea recta,
sólo se extiende a 160 millas, pero mide 202 siguiendo su bojeo”. Obsérvese que
al señalar estos límites el documento chileno se va ya ciñendo el Tratado de
1874.
Más adelante el documento hace una descripción minuciosa de toda la costa
boliviana:
“El Litoral de la república Boliviana corre por término medio de N. 3º 30’ a S.
3º 30’ O.
sin tomar en cuenta la irregularidad que introduce sobre el de la península de
Mejillones”. Y agrega esa observación: ” La marina es muy limpia, permitiendo
que
pueda recorrérsela a corta distancia, barajando sus inflexiones
prudencialmente. El fondo del mar vecino es muy profundo y aumenta rápidamente
hacia afuera, sin ofrecer peligros insidiosos de ninguna especie”.
El documento relata con lujo de detalles la climatología, aspectos de relieve,
fauna marina, los vientos que corren por la costa boliviana, las oscilaciones
de la columna barométrica. Señala con precisión matemática los valores
barométricos para las diferentes estaciones del año, indicando la temperatura.
Y termina estudiando minuciosamente la corriente de Humbolt y la corriente
Litoral que pasan por el Litoral Boliviano.
El estudio del desierto de Atacama están minucioso que no es posible admitir
que el haya sido realizado en poco tiempo, sino en un lapso de siquiera cuatro
o cinco años.
No se descuida en él, el señalamiento de los más pequeños o insignificantes
accidentes geográficos, la ubicación de los ríos y riachuelos, arroyos,
vertientes, las
licuaciones de las nieves, la fauna, la flora, etc. No descuida ni los estudios
geológicos, ya que también contiene datos sumamente interesantes sobre los
yacimientos de oro, bismuto, cobalto, cobre y otros minerales.
El trabajo por otra parte, contiene noticias históricas poco conocidas,
haciendo hincapié a cada paso sobre la soberanía boliviana en dicho desierto.
“La superficie de la república se estima en 50,000 lenguas cuadradas. El suelo
ese su mayor parte elevado y se le puede considerar dividido en tres regiones
de aspectos diferentes. La costa comprende el árido desierto de Atacama, de que
ya hemos hablado”. Determina este capítulo con referencias interesantes sobre
las poblaciones de Calama, Chiu Chiu, Chacanse, Mistanti, etc.
La segunda parte del documento se refiere a la Geografía Náutica de Bolivia, y
se destaca un subtítulo que dice: “Límite Litoral Chileno-Boliviano”. Donde
indica en forma concreta que el límite “es el paralelo 24, conociendo desde el
mar hasta la parte más culminante de los Andes”.
La relación de los accidentes geográficos de la costa es de suma importancia y
no descuida detalles como los siguientes: “El morro de Jara -dice- es el más
austral que
ofrecen los accidentes del Litoral boliviano”. “Se creen -dice- que en el morro
de Jara, llamado también Jorgito, o en sus inmediaciones tuvo lugar el famoso
descubrimiento de oro que hizo Naranjo, hoy perdido y que tanto ha dado que
hacer a muchos mineros y cateadores”. Luego va descubriendo las caletas Bolfin
o el Coloso, Boca Negra, Playa Brava, nombres que jamás serán olvidados por los
bolivianos.
El documento no podía dejar de lado el puerto más importante de Bolivia:
Antofagasta.
Este puerto fue el más floreciente del Litoral Boliviano y su creciente y
progreso acelerado alarmo a la bolsa de Valparaíso que veía el peligro de la
competencia. “Este
puerto -dice- es el más austral del Litoral de Bolivia, abierto al comercio
pocos años ha, para la exportación de minerales de plata y nitrato de soda. Se
halla situado por 23º 4, de latitud Sud, 70º 25’ de longitud O. Grenwich,
coordenadas que corresponden a la parte N. E. del muelle del norte”.
“La ciudad de Antofagasta -dice en otra parte- debe su existencia, como se
sabe, al descubrimiento de minerales de Caracoles, y puede decirse que comenzó
su vida del pueblo en 1870. Su aparición fue casi instantánea y parece que ha
llegado al presente al apogeo de su desarrollo. Su población según el censo de
18 de julio de 1875, es de cerca de 6.000 almas, prevaleciendo el elemento
chileno, pues de esta suma, 4800 son chilenos, 450 bolivianos y el resto
pertenece a diversas nacionalidades de Europa y América”.
Como en los anteriores casos, el estudio refiere detalles poco conocidos:
instrucciones precisas para los buques que deban desembarcar en sus muelles, el
calado de los barcos que deben o pueden operar, etc. Refiere también datos
sobre otros lugares importantes como:
Bahía Moreno, La Lovería, La Poreada, Bahía Jorge, Monte Moreno, Bahía
Constitucional de Mejillones, Banco Lagartos, Roca Esmeralda, Punta y Morro
Jorgino, Cañeta Herradura de Mejillones o de Choros, Punta Baja, Punta Angamos,
Monte de Mejillones, Península de Mejillones, Caleta Guala Guala, Punta Tames,
Rada de Cobija o Puerto La Mar, Rada de Gatico, Caleta de Guanillo, Tocopilla,
Caleta de Paquiza o San Francisco, Punta Arena, etc.
Es digno de destacar -las referencias que la sobre Cobija. “Conoce acerca la
rada de Cobija-dice- se nota sobre el extremo de la punta de este una roca
blanca bien
característica por contrastar con las negras de las tierras que la respaldan.
Esta peña hace conocer a punta Cobija y de igual manera el pabellón boliviano
que se iza en un pequeño fuerte situado en el centro de la península, cada vez
que sea avista un buque a vapor”. Más adelante indica los datos geográficos:
“El puerto de Cobija, como el principal del Litoral boliviano, hace grandes
progresos tanto en el desarrollo de su comercio como en construcciones, lo que
hace que cada año sea más concurrido de buques, cuenta con un muelle, aduana
cuarteles y otras obras que demuestran su adelanto durante los últimos años… La
población de Cobija pasa de las 2.000 almas, sin tomar en cuenta los mineros
que trabajan en los minerales vecinos”.
Sobre el tráfico comercial de Cobija expresa: “las ciudades de Potosí,
Chuquisaca, Túpiza y otras del Sud de Bolivia, introducen por Cobija las
mercaderías extranjeras de que han menester, y como es el principal de entrada
de la república, los buques que quieran cargar al Norte de él tienen que
arribar primero a su rada para obtener la licencia de la aduana. Mejillones y
Antofagasta que también tienen aduanas, sólo introducen víveres y los demás
artículos indispensables para las poblaciones mineras del salar del Carmen,
Caracoles y demás minerales en trabajo”. Los datos estadísticos que refiere no
dejan de ser interesantes para este estudio: “La exportación de Cobija en 1862
fue de 2.207.520 pesos consistiendo principalmente en estaño y cobre en barra,
régulos y varillas, guano, lingotes de plata y lanas. Las rentas de Bolivia se
estiman en 2.252.752 pesos, y los ingresos por Cobija, en 1870 alcanzaron a
148.473″.
Los datos del movimiento de barcos son tan minuciosos que llaman la atención.
Al comenzar el estudio de este documento hicimos notar la marcada diferencia
operada entre la primera y segunda publicación.
La primera publicación que damos a conocer, que fue distribuida en el día mismo
de la ocupación de Antofagasta, es decir al comenzar las operaciones bélicas”
por un descuido” del comando chileno, hacía en sus descripciones elogio del
grado de adelanto de los pueblos y puertos bolivianos de la costa del Pacífico;
lo que no constan ya en la segunda publicación sustitutiva. La explicación
resalta la vista. Chile comenzaba a tergiversar la historia para no darle el
carácter de una conquista a sus hazañas bélicas sino como una simple
reivindicación. En esta tesitura un documentocomo el descrito resultaba
perjudicial a sus intereses. Ellos habían repetido hasta el cansancio el no
ejercicio de soberanía por parte de Bolivia en estas costas, el total abandono
de ellas. De pronto toda esta campaña de falsedades se venía abajo por un
documento emitido por su propio servicio secreto. La cosa resultaba sumamente
peligrosa. Había que recoger el documento y suplirlo por otro. Y es eso lo que
hicieron de inmediato. De esta manera se distribuyó el documento que publica
Frontaura Argandoña, donde se dice todo lo contrario de los puertos bolivianos.
Ya no eran florecientes, progresistas, sino descuidados, abandonados,
miserables. Un solo ejemplo: la descripción de Antofagasta contrasta
notablemente entre la primera y segunda versión. “Es el peor puerto del
Pacífico -dice-; sólo es disculpable haber colocado ahí la floreciente
población, que mediante el carácter laborioso y emprendedor de los chilenos se
ha levantado rápidamente, considerando el estado rudimentario de civilización
de la sociedad boliviana”. Obviamente el infundio no merece siquiera
comentario.
Creemos haber demostrado una vez más en forma irrefragable al señor Pinochet y
a toda la corriente que sostiene semejante absurdo, la poca consistencia de sus
argumentos. En todo caso existe una evidencia mayor: que Chile tuvo que
recurrir a una guerra para apoderarse de algo que nunca fue suyo.
Fuente: Historia Secreta de la Guerra del Pacífico,Edgar Oblitas Fernández,
pag. 22 -26.
// Fotografía: Antofagasta bajo control chileno, 1916.
----------------