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RADIOGRAMA EXPEDIDO POR EL PRIMER SATINADOR MILITAR BOLIVIANO


(Por Diego Martínez Estévez)  

¡SER O NO SER, ESA ES LA CUESTIÓN! (Shakespeare).
¡SER ANTES QUE PARECER! (Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de Bolivia)

Para aquellos que orgullosos lucen su “Hacha del Satinador”, sugiero tomar nota del siguiente radiograma expedido por el primer satinador militar boliviano:

Parte al Comandante del Regimiento Loa, sobre el reconocimiento de ruta, iniciado el 29 de abril de 1932:

“El día 27 a Hrs. 12.50 llegamos a Fortín Camacho, en momentos en que salía la comisión del subteniente Valdez en nuestro auxilio. Total distancia recorridos 211 kilómetros R.G.47 grados 30 minutos. Distancia en línea recta 165,5 kilómetros. Datos de esa comandancia: rumbo 50 grados distancia 142 kilómetros. Comprobado que Baptista debe quedar más al norte y a mayor distancia. Todo el recorrido ha sido en bosque. El mayor trabajo que he tenido, fue abriendo la picadita desde el día en que tomé el rumbo. Durante 11 días estuvimos sin alimentarnos, el ganado varios días sin agua ni forraje. No obstante todas estas dificultades pude volver una vez más con todo mi efectivo y ganado. Al finalizar debo dejar constancia de la labor esforzada del subteniente Mercado, quien reúne cualidades poco comunes para esta clase de servicios. (Fdo.)”.

“Capitán Víctor Ustariz”.

EL CONTEXTO DE ESTE RADIOGRAMA:

Tareas inherentes a las Operaciones Estratégicas Previas y Cobertura Estratégica, eran los planes elaborados por el Estado Mayor General. Guardaban íntima relación con su Plan de Campaña para hacer frente a una hipótesis de guerra que ya se avecinaba.

La Cobertura Estratégica fue denominada por el general Filiberto Osorio, como “Plan General de Penetración al Chaco”, cuyos objetivos a alcanzar eran tres: Penetración, ocupación y enlace.

Al Plan de Campaña a desarrollarse en una segunda fase, se lo denominó “Plan de Operaciones” y que la mirada histórica sobre los acontecimientos desarrollados a lo largo de la Guerra del Chaco, nos hace concluir que no pudo ser más adecuada a la realidad y con grandes posibilidades de ganar la guerra en pocos meses, explotando la sorpresa estratégica. Planes a los que Salamanca, cuando le fueron expuestos a mediados de julio de 1932, los calificó como “poético” y a su objetivo militar a conquistar - Fuerte Olimpo - como “el dedo meñique de la mano izquierda”, o sea, lo conceptuó como insignificante. Como suele suceder, su pedantería y menosprecio a la calidad intelectual de los militares, le impedía razonar. Tal conducta y a lo largo de su mandato, será la norma.

El Plan de Penetración incluía la instalación de fortines a lo largo de una línea convexa enlazada por caminos, desde Camacho en el norte y desde Ballivián en el sur.

Lo del sur, el Presidente Bautista Saavedra ya lo había encarado, desde Ballivián hasta Saavedra, fortín situado frente a Nanawa, en poder de una empresa británica adquirida del gobierno paraguayo. La comisión encargada de tan gigantesca y sacrificada tarea, la cumplió el mayor Miguel Alaiza, quien, a la sazón, escribió un libro muy didáctico sobre los derechos de Bolivia del Chaco Boreal. Uno de los oficiales – el subteniente Víctor Ustariz estuvo a su mando. Ustariz, en esa época – 1923 – en su reconocimiento llegó hasta Concepción, situado a 300 kilómetros al este de Nanawa.

Lo del norte y sin apoyo de ningún gobierno, el Ejército lo venía encarando desde el año 1927.

El radiograma que el capitán Ustariz remite a su comandante, daba cuenta de uno de aquellos enlaces entre uno y otro fortín, o en busca de lugares donde existiera agua para abastecer a las tropas. Estos patrullajes eran realizados basándose en los reconocimientos aéreos, cuyos pilotos como el mayor Jordán, trazaban rumbos en la carta, señalando sitios donde se observaban la existencia del líquido elemento. Una de esas fuentes, la más extensa, de dos kilómetros de ancho por tres de largo, era la laguna Chuquisaca, que Ustariz no pudo encontrar.

Por la lectura del radiograma expedido al comandante del Regimiento Loa, se infiere que el oficial inició su reconocimiento de ruta partiendo del Fortín Saavedra o inmediaciones, porque ese Regimiento formaba parte de la 4ta. División, cuyo puesto comando se encontraba instalado en Saavedra. Por tanto, marchar desde el extremo sur, al norte, rompiendo monte a lo largo de 211 kilómetros, fue ciertamente todo una proeza.

En el norte, una de las unidades que se abría paso al sur abriendo caminos y fundando fortines, era el Regimiento Ingavi, donde el año 1931 revistaba otro satinador: el teniente Germán Busch. En cumplimiento de la orden emanada por el Palacio de Gobierno, de encontrar el hábitat de la etnia de Los Zamucos, estuvo a punto de perecer de sed.

Dos emblemáticos satinadores: Ustariz y Busch. En épocas distintas ofrendaron sus vidas, llevando en la sangre el amor profundo que sentían por su patria. Jóvenes militares, cuyo legado de "celo en el cumplimiento del deber", conceptualmente se expresa en el lema del satinador de todas las jerarquías y que moralmente, a lo largo de su existencia, le obliga a ser consecuente:

¡LA PATRIA TIENE QUE VIVIR, ASÍ TENGAMOS QUE MORIR!

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