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4 DE MAYO DE 1849, MUERTE DE EUSTAQUIO "MOTO" MÉNDEZ


Por: Elías Vacaflor Dorakis / Este artículo fue publicado en el periódico Nuevo Sur de Tarija, el 4 de mayo de 2019. Disponible en: https://diarionuevosur.com/4-de-mayo-de-1849-la-muerte-del-moto-mendez/
En esta oportunidad, me referiré en concreto a un hecho totalmente desconocido en la historiografía tarijeña; por lo tanto, es la primera vez que es objeto de un trabajo y su respectiva publicación. Se trata de los acontecimientos suscitados entre el 30 de abril al 5 de mayo de 1849 y; a su principal protagonista: Eustaquio Méndez Arenas. Él, es nuestro hombre histórico. Y, con el único propósito de rectificar algunos detalles de su vida, fue necesario trabajar y ubicar incuestionables documentos, que me permitieron posicionar la verdad histórica. Esos documentos, ignorados por décadas, facilitaron que se haya mutilado y tergiversado la vida del Prócer, con la imposición de protagonistas, hechos y fechas inventados. Para el cumplimiento de esos objetivos, dediqué años en buscar todas las fuentes necesarias que me dieran la oportunidad de contextualizar los hechos tal cual sucedieron entre el 30 de abril y 5 de mayo de 1849. En ese entendido, es necesario decir que el fatídico desenlace del 30 de abril de 1849, tuvo un motivo: el odio y rivalidad entre José Miguel de Velasco y Manuel Isidoro Belzu. El 6 de diciembre de 1848, Belzu derrotó a Velasco en la batalla de “Yamparaez” y asumió la Presidencia Provisoria del país. Escapando los vencidos a la Argentina, y desde allí tramaron resistencia e ingresaron a Bolivia por la frontera; es decir, por Tarija.
La tropa estaba al mando del Gral. Sebastián Agreda y del Cnel. José Rosendi, acólitos de José Miguel de Velasco, que ante la escasa defensa que ofreció el Prefecto de Tarija, Pedro González y el Comandante Militar, Cnel. Gandarillas, ingresaron y ocuparon la Ciudad de Tarija para cumplir dos órdenes expresas: desestabilizar al Gobierno de Manuel Isidoro Belzu y atrapar a Eustaquio Méndez Arenas. Méndez, anoticiado de la situación imperante, organizó un Escuadrón de 500 chapacos y; al mediodía del lunes 30 de abril de 1849, se dirigió desde “San Lorenzo” a la Ciudad de Tarija. En el lugar denominado “Santa Bárbara” a escasos dos kilómetros al Sur del pueblito de “San Lorenzo”, aproximadamente a las 17:30 ambas tropas se enfrentaron y; luego del cruce de fuego, se impuso la tropa al mando de Rosendi. Méndez y algunos de sus hombres lograron escapar dirigiéndose hacia “San Mateo” y “Las Barrancas” pero fueron alcanzados. El Prócer, muy mal herido, cayó de su caballo para luego ser atrapado. Ultrajado y torturado brutalmente, fue trasladado a lomo de animal hasta la cárcel del Cabildo Capitular en la Ciudad de Tarija, y en la celda denominada “infiernillo”, continuó siendo objeto de torturas.
El Parte Militar Oficial, dice lo siguiente:

República Boliviana

E.M. General del Ejército
Cuartel General en San Lorenzo, a 1 de mayo de 1849.
Al Señor Secretario General de S.E. el Presidente de la República.-
Después de seis días de esforzadas marchas, ocupó el día de ayer la División de Operaciones del Ejército Nacional la Capital de Tarija. Con noticia de que los rebeldes al mando del caudillo Eustaquio Méndez se hallaban en el Cantón de San Lorenzo, continuó su marcha con el objeto de destruirlos. A las cinco y media de la tarde los encontramos posesionados de las alturas de “Santa Bárbara” en el número de quinientos hombres de ambas armas. Diez minutos fueron suficientes para destruirlos completamente. Su infantería quedó toda prisionera, y la caballería cargada y perseguida por la nuestra, se dio a la fuga. En la obstinada persecución que se le hizo, fue hecho prisionero con graves heridas el caudillo Méndez. Se cree que morirá. S.E. el General en Jefe juzga que este acontecimiento afianzará para siempre la causa de la razón y proporcionará al Ejército Nacional un completo triunfo sobre todos los traidores. Al participarle a V.G. de orden de S.E. el General en jefe, con el fin de que se sirva elevarlo al conocimiento de S.E. el Presidente Provisional de la República, me suscribo de V.G. Atento servidor

S. Agreda.
En la cárcel permaneció aislado, y sometido a todo tipo de vejámenes por sus captores hasta el 2 de mayo, situación que provocó que su salud se deteriorara aún más. En ese grave cuadro de situación, ese mismo día, a la una de la tarde, Méndez dictó su testamento ante el Escribano Público, Dr. Agustín de Mendieta, antiguo amigo y compañero. Inmediatamente, la Señora Francisca Ruiloba de O’Connor, en un gesto que la enaltece por su humanismo, interpuso sus buenas gestiones y logró convencer al Prefecto golpista Gral. Sebastián Agreda para que Méndez sea trasladado al domicilio del Gral. O’Connor y; ahí, reciba los auxilios necesarios. Aceptada la solicitud, fue trasladado y allí permaneció hasta el día de su muerte. Al atardecer del viernes 4 de mayo de 1849, a la edad de 65 años, en la habitación cercana a la vieja cocina -sobre la actual calle Bolívar, falleció el Prócer.
El Certificado de Defunción, dice:
En esta Santa Iglesia Matriz de la Ciudad de Tarija, el día cinco de mayo de 1849 fue enterrado en este panteón con oficio rezado el cuerpo mayor de Eustaquio Méndez, blanco, de edad como de sesenta años, marido de María Rojas de Carachimayo; recibió los sacramentos de confesión, viático y extrema unción de mis manos y para que conste firmo yo el rector y gobernador delegado.
Dr. José M. Rodo
Respecto a los restos mortales del Prócer, éstos nunca fueron encontrados. La Urna que se encuentra en la “Casa Museo” y la tumba en el Cementerio General en “San Lorenzo”, sólo son repositorios simbólicos.
Esta es la reseña histórica del héroe y caudillo indiscutible, cuya realización vital se movió en la jurisdicción de la otrora Provincia de Tarija, pero cuya fama trascendió las fronteras entre la gloria y el fracaso, entre el exterminio y la destrucción, entre el silencio y el terror y el respeto de propios y extraños por su protagonismo. Es, entonces, la historia de una vida repleta de triunfos y satisfacciones, pero también, de esfuerzos, carencias, tristezas, penalidades, deslealtades e innumerables sinsabores vividos cerca y al mismo tiempo lejos de su familia. Ese es el precio de la fama y la gloria y; el común denominador que se arraigó entre la memoria colectiva del pueblo tarijeño y siempre se impuso: el olvido y la indiferencia.

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