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EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA BOLIVIANA


Por: José Loayza - abril de 2018, artículo publicado en Siglo y Cuarto - documentos históricos.

Todo empezó el día que llegó Pedro Anzúrez de Campo Redondo con los españoles a esta tierra que fue de los yamparas, amparados por el cacique Aimoro y su esposa Guarimola, y plantaron una cruz y una picota como símbolos del poder espiritual y civil el 16 de abril de 1540 al pie del cerro Churuquella, desde entonces la villa de los Charcas se llamó Chuquisaca, para siempre.

La villa era un damero, de arriba abajo eran siete calles, y las que iban de lado a lado eran diez. Cada calle tenía nombres por lo que allá había, Santo Domingo, la Merced, Audiencia, Retama, Pila seca, Juego de la pelota, Tocopila, Comedia, Cruz Verde; y barrios como San Roque, San Sebastián, Popayán, Mojotorillo, Tickapampa, Buen Retiro, por donde iban caballos, mulas, asnos, literas con terciopelo o sillas de mano cargados por esclavos negros llegados desde Angola que valían entre 500 a 600 pesos los de 16 años, el mismo precio que cobraba un maestro de ceremonias en la Catedral

Cuando Napoleón aplastó a los borbones, España se enfrascó en una disputa entre absolutistas y constitucionalistas, cuyo odio llegó a América y favoreció a los patriotas para que Bolívar venza a Canterac en la batalla de Junín del 6 de agosto, y Sucre a La Serna en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, destruyendo para siempre el dominio de tres siglos del ejército español.

Si bien la querella histórica indígena fracasó en 1781, y el intento plebeyo claudicó en Chuquisaca y La Paz en 1809. Los doctores de Charcas que crearon la Logia “Huauques”, inspirados por la Logia Lautaro fundada en 1812, ayudaron a las fuerzas libertarias por medio de su fraterno Casimiro Olañeta, que fue en busca de Sucre hasta Puno, para elaborar el proyecto de la Convocatoria al Alto Perú con el fin de realizar una Asamblea Deliberante que decida el destino de sus provincias.

El día maravilloso y esperado llegó… La mirada pública estuvo atenta a los debates desde el 10 de julio al 26 de octubre de 1825. Sin embargo los más pesimistas sostenían que no había argumentos para lograr la independencia, ni el suficiente poder para librarnos del criterio vacilante de Bolívar.

El domingo 10 de julio se inició la 1ª sesión de la Asamblea en Chuquisaca. Sucre salió de la villa con su ejército para evitar toda injerencia. La Asamblea formó una comisión que examinó los poderes y credenciales, aprobó el Reglamento de Debates, y eligió como Presidente de la Asamblea al doctor José Mariano Serrano, quien fue miembro de la Asamblea de Buenos Aires en 1813, y del Congreso de Tucumán en 1816. La suerte y la esperanza del Altoperú, dependía de sus hombres.

El día lunes 11, se inició la 2ª sesión, asistieron 40 diputados de los 47 invitados. Se eligió por voto unánime al el general Andrés de Santa Cruz, Presidente del Departamento. Luego se decidió que el pueblo llame a los diputados “Señor”, al Presidente “Excelencia”, y a los secretarios “Señoría”.

El miércoles 13 se postergó la 3ª sesión, hasta contar con la presencia de todos los diputados.

El lunes 18, en la 4ª sesión, se presentaron 44 diputados, ya no había restricciones para empezar a discutir el punto principal de la Asamblea. El Presidente expuso tres razones: si convenía unirnos al Bajo Perú, a la Argentina, o constituirnos independientemente. Citó con cierto sigilo y cierta cautela que no podíamos quedar divididos, y propuso la unión con la Argentina. Olañeta refutó la insólita idea: ¡Dividir la casa para qué!, ¿para ser la mitad esclava y la mitad libre? ¡La unión no se disuelve ni la casa se divide ni se desploma cuando su estructura es legítima y legal. Si se luchó hasta hoy, fue para independizarnos y librarnos de ser apéndices de la Argentina o del Perú, para eso nos entregábamos a la corona española o a un Protectorado inglés!

El día jueves 21 se celebró la 5ª sesión, la asamblea sugirió erigir dos estatuas ecuestres con las imágenes de Bolívar y Sucre. Olañeta objetó, dijo que no había caso hacer estatuas a los caballos. La risa de los diputados y la ironía de Olañeta, postergaron la idea.

En la 6ª sesión , se trató sobre los inconvenientes de ser independientes por la ausencia de un poder marino, falta de puertos, y otros que hacían ver que era mejor asociarse al Bajo Perú, Era el miedo, el bendito miedo, el santísimo miedo que hace al hombre cobarde. Pero no cobarde en lo humano, que al fin es una forma precavida de dotación juiciosa; sino cobarde en lo malévolo y protervo.

7ª sesión, del día 23, se apoyó la independencia, se dijo que teníamos derecho de hacer nuestras leyes, que no debíamos unirnos ni al Bajo Perú ni a la Argentina, y que nada debíamos temer.

8ª sesión del día 28. Se decidió constituirnos independientemente, uniéndonos a los dos vecinos sólo para formar vínculos de federación y amistad.

9º sesión, se leyó el Proyecto de sueldos a los diputados Art. 1º Los señores Diputados que componen la Asamblea General gozarán de dos mil pesos de sueldo al año en razón de dietas.

10ª sesión. Se opinó que no se podía sancionar ley alguna porque el señor Libertador según decreto del 16 de mayo de 1825, dio a entender que las funciones de la Asamblea sólo eran para deliberar sobre la suerte y destino de estas provincias, no para formar otro Estado.

En la 11º sesión, se presentó la moción sobre el borrascoso decreto del 16 de mayo. Se supo que el 3 de junio llegó el Decreto maldito que amarraba a la Asamblea Deliberante a las decisiones del Congreso del Perú, y por esa causa se pospuso la asamblea para analizar el texto. Se pidió suplicar a Bolívar que se digne levantar o explicar su superior decreto contra la patria que llevaría su nombre.

Llego el día. Había que avivar y apurar la fundación. La villa esperó temprano que los diputados elijan con sabiduría, se lea el Acta de la Independencia, la forma de gobierno que adoptaría el nuevo Estado, y la ley fundacional y fundamental para ser dueños de la casa grande. En la 12ª sesión del 6 de agosto, la presidencia de la Asamblea inició el debate. Lanzó muchas piedras de amonestación a los diputados indecisos., las máscaras se rompieron, unas se derramaron y otras se clisaron. ¡Ya no más máscaras! Ese día los 47 diputados serían la prenda de esperanza que llevaría al país a la perpetua vida o a los laboriosos infiernos. Era la hora de decir la verdad, la hora de asistir al nacer de la patria, porque una de las tres preguntas llevaría a la prosperidad y las otras a la iniquidad. Explicadas las circunstancias del voto, el Secretario gritó desde la Tribuna de la Asamblea:

—1º. Si los Departamentos del alto Perú se unirán a la República Argentina, o se declararán separados por ser esto más conveniente a sus intereses y felicidad. ¡Díganlo!

—Hubo primero un murmullo manso, luego el murmullo creció: ¡INDEPENDENCIA!... Se resolvió por la separación

—2º. Si el Alto Perú quedaría unido con la República Bajo peruana, o también se declarará separada. ¡Díganlo!

—¡INDEPENDENCIA!... Los Diputados de La Paz, dieron su voto para formar con el Bajo Perú un cuerpo social, los demás fueron a favor de la separación.

—3º. Pasando a votar sobre si los Departamentos del Alto Perú se erigirán en un Estado soberano e Independiente de todas las naciones, tanto del viejo como del nuevo mundo. ¡Díganlo!

—Las voces enmudecieron, y los ojos lacrimosos no pudieron más, y gritaron con todo el pecho:

¡INDEPENDENCIA!... ¡INDEPENDENCIA!... ¡INDEPENDENCIA!...

¡INDEPENDENCIA!, los concurrentes festejaron, se agasajaron unos a otros, se regalaron abrazos y risas, y a esa Sala histórica donde pronto entró el olor ilustre de los libres, alguien le dijo a Olañeta: “¡Alégrese doctor, a las buenas o malas lo logró!” publicadas las resoluciones, continuó la lectura. Pero nadie oía, los sentidos zumbaban, era una colmena llena de miel, de miles de mieles, de la miel milenaria con dulzor de libertad... Así nació la República de Bolívar, hoy Bolivia para siempre.

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