Por: Tomas Molina Céspedes.
“SUICIDIO” ARMA LETAL DEL PODER
La lucha política en Bolivia exhibe casos de muertes enigmáticas y crueles de presidentes y líderes sociales, por diferentes causas: Por SUICIDIO Bush y Unzaga; por ACCIDENTE Barrientos y Max Fernández; por DESAPARICIÓN Marcelo Quiroga Santa Cruz e Isacc Camacho; por VENGANZA Torres y Zenteno; por ATENTADO Álvarez Plata y Paz Zamora; por COLGAMIENTO Villarroel y Waldo Ballivian; por ARMA BLANCA Pedro Blanco; por la ESPALDA Hilarión Daza; por FUSILAMIENTO Eusebio Guilarte; por INANICIÓN Linares y José Ballivián; por MASACRE Jorge Córdova, etc., muertes rodeadas de misterio que nunca fueron esclarecidas del todo. Parece que hubiese un sino fatal que persigue a todo el que busca el poder en estas tierras del Alto Perú.
Buscar el poder o por lo menos pretenderlo en Bolivia es buscar la gloria o la muerte a través de la puñalada o el disparo aleve. Todo el que se mete en política o simplemente es un opositor a un gobierno autoritario, debe estar preparado para ser un “suicidado” –como en las cárceles— o un desaparecido. Y, en el mejor de los casos ser un perseguido, un exiliado, preso político o un MUERTO EN VIDA. En el último caso no tener trabajo, por más capacidad que tengas, ni documentos para comenzar una nueva vida en cualquier país del mundo, es decir, ser un INDOCUMENTADO.
En el primer gobierno del entonces coronel Banzer conocimos a muchos compatriotas en el exterior, como el caso de mi amigo Diógenes Guarachi Zárate, que por todo documento de identificación tenía un salvoconducto de apátrida otorgado por las Naciones Unidas, porque había sido expulsado del país sin documentos, con la ropa en el cuerpo y en el exterior, las legaciones de nuestro país se negaban otorgarle a él y a muchos compatriotas un pasaporte con el que puedan trabajar y desplazarse por el mundo.
En este recuento de exilios y muertes misteriosas, hoy quiero narrarles la triste historia del Ing. JOSÉ NUÑEZ ROSALES, un notable compatriota nuestro que apareció SUICIDADO y cuya muerte es otro misterio en nuestra historia.
José Núñez Rosales era un notable ingeniero industrial, vinculado a las filas
del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), que durante el gobierno de Hertzog, 1948 – 1949, había sido Gerente del Banco Minero de Bolivia, con destacada actuación a favor de los intereses nacionales frente a la gran minería privada. En la historia minera boliviana se lo conoce como el pionero de los hornos de fundición.
“Tres hombres jugaron un rol eminente en el pasado inmediato –dice Sergio Almaraz Paz–, dos de ellos universitarios y el tercero un autodidacta de asombrosos conocimientos en la metalurgia: José Núñez Rosales, Jorge Zalesky y Mariano Peró; a ellos y a unos pocos técnicos más, debe el país casi todo lo que sabe en la metalurgia del estaño. José Núñez Rosales era un profesor universitario imaginativo que ganaba fácilmente la simpatía de los que lo conocían. Sus discípulos de la universidad de La Paz se contaban entre sus partidarios más entusiastas. Su paso por el Banco Minero de Bolivia inclinó sus preferencias profesionales por la minería.
Las situaciones desiguales en la minería y esa constante tirantez entre los intereses nacionales y extranjeros que agota o quiebra a los hombres, era el acicate que encendía la imaginación de este ingeniero cuya real vocación era la de un caudillo popular. Vino el 9 de abril de 1952 y Núñez
Rosales retornó a la actividad minera, esta vez como Vicepresidente de la Corporación Minera de Bolivia” (“EL PODER Y LA CAÍDA”, Págs. 182, 201).
Según Almaraz Paz, la personalidad independiente de Núñez Rosales y la
audacia de sus planes, no armonizaron con la burocracia existente en labCorporación Minera de Bolivia, por lo que pronto entró en colisión con los jerarcas del MNR y tuvo que salir al exilio. Se radicó en Chile, donde contrajo matrimonio con una ciudadana de dicho país, con la que tuvo dos hijos (En la fotografía José con su esposa y sus dos hijos). Allí trabajó en su profesión y fue docente universitario. Núñez vivió holgadamente en el vecino país con su fina esposa e hijos, sintiendo todos los días la nostalgia por la patria ausente y la necesidad de regresar al terruño. Núñez Rosales pudo quedarse a vivir en Chile, donde no le faltaba nada, pero cometió el error o tal vez la imprudencia de regresar a la patria en 1960 contra la oposición total de su esposa, quien finalmente aceptó acompañarlo y venir a Bolivia, por no dejar solo a su esposo,
conservar la unidad de su familia y mantener el amor que los unía por
sobre toda adversidad. Como toda mujer extrajera casada con boliviano, tenía verdadero pánico venir a Bolivia, por la inestabilidad política que por entonces nos caracterizaba, por la pobreza, la falta de fuentes de trabajo y sobre todo por la forma cómo tratan los gobiernos de turno a quienes no comulgan con sus ideas. Cuán premonitora fue la Sra. Núnez.
Acostumbrado como estaba, después de haber vivido ocho años en Chile, país en el que no era delito pensar de manera diferente al caudillo de turno en el poder, Núñez Rosales ya en La Paz, se rodeó de un selecto grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Adolfo Siles Salinas, AlbertobCrespo, Gonzalo Romero, Miguel Bonifaz y otros, con quienes en tertulias de camaradería trataba temas de la política del país y en especial el tema minero, que era su especialidad, criticando las medidas del gobierno en este campo, que en su concepto estaban llevando al desastre al país. Núñez Rosales, hombre culto, de palabra fácil y elocuente, sobresalió en aquel grupo de intelectuales que pensaban en una Bolivia mejor.
Así las cosas, pronto la policía política del Dr. Paz Estenssoro, a la cabeza de los temibles sayones San Román y Menacho, infiltraron el grupo y planificaron su eliminación.
Lo que se conoce es que Núñez Rosales tomó contacto con un alto jefe militar, quien le persuadió a dar un golpe al MNR, tumbar a Paz Estenssoro y llevar al país por otro rumbo. Núñez Rosales mordió el anzuelo. El jefe militar le ofreció apoyo con hombres y armas. Le dijo que luego del golpe él sería el Presidente de la República, que todo el trabajo lo haría el ejército, porque todos los militares estaban hartos del gobierno, que la toma del poder sería algo sencillo contando con la fuerza armada. El panorama que el jefe militar pintó a Núñez Rosales era óptimo. El día del golpe saldrían a las calles varios regimientos del ejército, tomarían el Palacio de Gobierno y los edificios públicos principales de La Paz y
le entregarían la Presidencia de la República en bandeja. Las dos únicas
condiciones puestas por el militar a Núñez Rosales fueron: contratar unos doce camiones para trasladar soldados desde el cuartel de Vicha a la ciudad de La Paz y hacer conocer los nombres de su futuro gabinete.
Al parecer Núñez Rosales sólo cumplió la primera condición, pues la segunda la cumplió la Policía Política del MNR, que puso en la lista a todos los opositores más destacados al régimen. Uno de los parientes de Núñez Rosales contrató doce camiones del servicio público, para el traslado de material en desuso de El Alto a La Paz, fijándoles el lugar donde debían concentrarse.
El día señalado para el golpe, toda la policía política del régimen, el cuerpo de carabineros y el Ejército estaban en apronte para reprimir el golpe y apresar a toda la oposición, a la cabeza de Núñez Rosales.
“Con ese exagerado optimismo que ponía en todas las cosas que coincidían con sus propios deseos –dice Almaraz Paz–, Núñez Rosales poco tiempo después de retornar al país, consideró ultimadas las negociaciones con MILITARES DE ALTA GRADUACIÓN para derribar al gobierno de Paz Estenssoro”. ¿Quiénes eran estos militares?
Lo cierto es que la noche del 18 de octubre de 1961, los camiones contratados se concentraron en el lugar acordado. Desde allí fueron conducidos al Cuartel del Regimiento de Viacha donde debían cargar la chatarra. La columna de camiones se aproximó al cuartel y alguien desde adentro les dijo que entraran por la puerta trasera. Una vez concentrados todos los automotores en el patio del cuartel, fueron apresados sus conductores. Ese momento, el Comandante del Regimiento era el Cnl. Rogelio Miranda Baldivia y el Comandante del Ejército el Gral. Alfredo Ovando Candia, quienes eran muy amigos y les unía una relación espiritual.
El Gral. David Padilla que conoció de cerca a estos dos personajes, sobre la muerte de Núñez Rosales, dice:
“Debo referirme a un fallido golpe de Estado en el que se trató de involucrar
al Comandante del Regimiento Motorizado de esa época. Se dijo que tenía algunas conexiones con civiles, lo cual no se pudo comprobar. Creo que para justificar este hecho se realizó un allanamiento en una casa de Miraflores en la que murió el Ing. Núñez Rosales”.(Ob. cit. p. 60).
Retomando el relato sobre el golpe prefabricado, debemos señalar que en
la ciudad los complotados militares conocían con exactitud el domicilio en
el que se encontraba el Ing. Núñez Rosales, porque de allí le prometieron trasladarlo a Palacio para ungirlo Presidente de la República. Dicho domicilio fue allanado a las 4 de la mañana del 19 de octubre del que sacaron al Ing. Rosales agonizante con un disparo en la sien derecha, bajo la leyenda del suicidio. Dos horas después Núñez Rosales fallecía en un hospital público mientras la policía política del MNR procedía a detener a todos los líderes de la oposición, bajo la sindicación de haber estado comprometidos en el golpe de Núñez Rosales.
En el cuarto en el que Núñez Rosales esperaba noticias del golpe, la policía
política encontró un mensaje redactado por éste, en el que anunciando al pueblo el éxito de la revolución, decía: “La revolución es obra de las fuerzas regulares del ejército y carabineros” (PRESENCIA, 20 de octubre
de 1961), exactamente lo mismo que el mensaje de Únzaga del día 19 de abril de 1959, día de su muerte.
Como ya señalamos, Paz Estenssoro años después, en su exilio de Lima, lamentando haber confiado en los más altos jefes militares, que lo derrocaron, reconoció que éstos lograron conquistar su confianza, develándole trajines subversivos de la oposición, al precio de sacrificar incluso la vida de algunos opositores.
En declaraciones a la prensa, el Ministro de Defensa, Juan Luis Gutiérrez, dijo: “El complot era un movimiento de vastos alcances y que ha sido seguido DESDE HACE LARGO TIEMPO por los organismos de
inteligencia”. (El Diario, 20 de octubre de 1961).
Don Luis Antezana Ergueta, autor de la monumental obra “HISTORIA
SECRETA DEL M.N.R.” en 12 tomos, en conversación con el autor, la mañana del 1 de septiembre de 2011, dijo: “La muerte de Núñez Rosales fue un crimen político. La orden es posible que provino de los más altos niveles del MNR, pero lo más probable es que la orden la dio el Presidente
Paz Estenssoro”.
Pasada la tragedia, la esposa y los hijos de Núñez Rosales abandonaron el país, volvieron a Chile, donde alguna vez habían sido felices y no volvieron nunca más a Bolivia.
Todo parece indicar que en estas tierras del Alto Perú el “suicidio” es nomás un instrumento letal del poder para deshacerse de opositores molestos.
El “suicidio” de Núñez Rosales no fue investigado y es una muerte misteriosa más que se inserta en las trágicas páginas de nuestra historia política.
¿ Quien era ese "alto jefe militar" que engatuso a Nuñes Rosales ?.....todos los indicios apuntan a Alfredo Ovando Candia...
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