EUSEBIO TAPIA ARUNI, EL GUERRILLERO QUE ACOMPAÑO AL "CHE" FUE DURAMENTE TORTURADO

Por: Tomas Molima Céspedes. / Septiembre de 2017.

 EUSEBIO 

Hay tanta historia por investigar. Desconocía que hay un combatiente superviviente de la columna de Joaquín, que vive en El Alto y que había escrito un par de libros sobre su participación en aquella guerrilla. Se trata de Eusebio Tapia Aruni que un mes antes de la masacre en el Vado del Yeso había dejado la guerrilla, para caer en manos del ejército y ser torturado salvajemente. En su libro de recuerdos Eusebio, un indígena aimara de cuna muy humilde, cuenta sobre su niñez miserable en una aldea de El Alto, su trabajo en La Paz como sirviente en una casa de familia en la que sólo le daban comida y lo discriminaban de la peor manera por su origen. Su encuentro con un paisano suyo, que cuando tenía 16 años le habló del comunismo como un sistema liberador de la opresión y la pobreza, canal por el que llegó a la guerrilla del Che, buscando una Patria mejor. Su vida junto al Che hasta la división de la guerrilla en dos columnas, quedando él en la de Joaquín donde estaba Tania. Un libro que vale la pena leer para conocer desde adentro las penalidades que sufrieron los guerrilleros hasta antes de ser aniquilados en el traicionero Vado del Yeso. Eusebio, que hoy vive en El Alto, tuvo la enorme desgracia de caer en manos de Javier “Lince” Hinojosa, un oficial de triste memoria en los anales de las dictaduras militares de Bolivia, conocido verdugo y asesino de guerrilleros y opositores. El “Lince” es acusado de ser el autor de la muerte del padre Espinal, previa tortura, de los guerrilleros urbanos Osvaldo Ukasqui y Mónica Erlt, de los 9 jóvenes asesinados en la calle Harrington, de los prisioneros de Ñancahuazú y Teoponte, así como de prisioneros y desaparecidos durante las dictaduras militares. Una de sus víctimas fue EusebioTapia Aruni, quien fue sometido a verdadero suplicio medieval por el entonces subteniente “Lince”, buscando hacerle confesar la existencia de una imaginaria cueva donde suponía los guerrilleros ocultaron dinero. Nótese que su accionar no buscaba información de inteligencia sino dinero. En su libro “PIEDRAS Y ESPINAS EN LAS ARENAS DE ÑANCAHUAZÚ”, Tapia cuenta su aterradora experiencia en manos del “Lince”. “Me flageó –dice-- colgándome de un árbol, me quemó mis manos con electricidad del generador de corriente, las baquetas metálicas de los fusiles me pusieron entre los dedos y luego las torcieron triturándome los huesos, golpes de puño, garrotazos con las bayonetas, culatazos en las piernas, machacón de las manos con la culata del fusil, apretón de testículos, intento de castración con cuchillo afilado, electricidad en el pene, quemazón con cigarrillo en las orejas y en las manos, hundimiento de costillas, cachetazos de pistola en la cabeza, sadismo total. Nunca pude imaginarme tanta crueldad del “Lince”, decía que fue entrenado en Panamá y no sé dónde más… Habla carajo, ¿dónde están las cuevas? A cada pregunta no respondida me aplicaba golpes con furia salvaje. Me sujetaban los soldados de ambos lados contra un tronco, allí golpes de puño al estómago, cortos… Ahora aquí morirás, cavarás tu fosa… Maldito guerrillero ¡habla! Me llevaron al río tratando de ahogarme, hundían mi cabeza en el agua un cierto tiempo hasta que no podía resistir la respiración… eran circunstancias insoportables, seguramente si algo hubiese sabido se los hubiese dicho, pero no sabía nada. Aunque me hubiesen matado no tenía nada más que decir, pues nada sabía…yo sangraba por todo lado… El Lince era inhumano, desaforado, descargaba toda su furia contra mi…Era una vía crucis tan fatal que pensé, tal vez fue poco lo que hicieron con Cristo…” Págs. 175 y 175.