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EL CÉLEBRE DIRIGENTE MINERO FEDERICO ESCOBAR ZAPATA



Por: José Antonio Loayza / Este artículo fue publicado originalmente en Siglo y Cuarto, Documentos Históricos en agosto de 2018.


 FEDERICO ESCOBAR ZAPATA

“¡NOSOTROS AQUI LLAMAMOS AL CARAJO, CARAJO, Y AL TRAIDOR, TRAIDOR!”


— ¿Federico, dónde estás?, te necesitamos, hay un minero herido…

—Estoy muerto hermano, me mataron los del gobierno

—No te pueden matar Federico, los hombres como tú no mueren

— ¡Entonces continuemos la lucha…, que suene la sirena!


Antes de la masacre de septiembre de 1965, Cesar Lora fue asesinado, dos años después Isaac Camacho. Desde entonces Federico Escobar trabajó en la clandestinidad con Irineo Pimentel, Filemón Escobar y dirigentes de otras minas como Salas, Saral y Reyes. ¿Luego, qué pasó?


Después que Federico Escobar salió libre de la cárcel en enero de 1966, sufrió un accidente por un vuelco de jeep al subir de los baños de Uncía a Uncía, y se fracturó el brazo derecho. El 7 de noviembre de 1966, fue llevado a La Paz para ser atendido por el Dr. Bleichner que estaba ausente por haber viajado a España. Fue internado en una clínica de la calle México para ser operaron del codo, una vez puesto sobre la mesa del quirófano, soltaron el fluido del éter, no le hicieron ningún corte, introdujeron una jeringa en la manguerilla de suero… y lo dejaron morir. Misteriosamente perdió la vida. El diagnóstico fue un trabalenguas: “Descortización cerebral por paro respiratorio”, es decir, daño irreversible al cerebro por falta de oxígeno. Se evitó la autopsia de ley, incluso la presencia de la Prensa y amigos, porque el velo de la verdad era demasiado transparente para que se pueda cubrir la mentira, hubo crimen.


Una señora del lugar, contó que Federico llegó muy joven a Llallagua, dijo que tenía 16 años cuando vino de Machacamarca y agarró trabajos de lo que pudo. Era uno más de los 5.000 obreros que trabajaban para Patiño. El año 47, los mineros pidieron un aumento porque según los “ojos de cachina”, como llamaban a los gringos, subió el precio del estaño pero no los sueldos. A los pocos meses empezó la “masacre blanca”, y se distribuyeron las temibles cartas de despido de color azul muerto.


“Martes, 9 de septiembre de 1947. Señor: Federico Escobar Zapata. Por convenir a la empresa, no será usted recontratado después de la presente liquidación. En consecuencia, desocupe su vivienda en el campamento dentro de las 48 horas de recibir esta notificación. Caso contrario será necesario dar aviso a las autoridades. Se le proporcionarán boletos de ferrocarril para usted, su esposa y sus hijos, como una colaboración voluntaria de la compañía”.


Federico pasó penurias, como muchos obreros, trabajó de lo que pudo. La revolución del 52 le permitió volver después de cinco años de ausencia para ser elegido por sus compañeros, Secretario del Control Obrero. Pertenecía al Partido Comunista, y así como se enfrentaba con la administración de la mina, también lo hacía con los dirigentes de la FSTMB y la COB. A consecuencia de esas desavenencias, en 1954 Torres Calleja, movimientista y Secretario General de la FSTMB, lo acusó de fastidiar a la dirigencia nacional y “adoptar posiciones demagógicas”, y para terminar de hundirlo, denunció que recibió un soborno en Cochabamba. Por esa denuncia fue apresado, y una vez libre por la gestión de los trabajadores de Siglo XX, ocupó su cargo hasta 1965.


Escobar e Irineo Pimentel, fueron dos líderes de la historia minera, el primero elegido como Secretario del Control Obrero, y el segundo como Secretario General del Sindicato de Siglo XX, ambos conformaron una dupla contra los aprestos de Comibol y el Gobierno. Se opusieron a la reconstrucción del ejército, al pago de indemnización a la Rosca, al plan de estabilización de Siles, a la aplicación del Plan Triangular, y a otras medidas atentatorias contra el devenir obrero.


Guillermo Bedregal, Presidente de Comibol, lo acusó de promover la anarquía sindical y darse ínfulas de sobrador. Escobar envió un radiograma con una invitación para que visite la mina con un tenor de desplante que Bedregal no respondió: “exigimos su presencia en Siglo XX para poner fin a problemas pendientes. En los próximos días estaremos en La Paz para solicitarle soluciones definitivas para la empresa y no iremos con el propósito de matarlo porque los revolucionarios no tenemos alma de fascistas ni de Al capones”.


El primer año de la algarabía nacionalista, hubo en las minas una sensación de euforia. Todos gritaban en las calles: “¡Nacionalización sin indemnización y Control Obrero con derecho a veto!”, y esa voz se difundió por las ondas hertzianas de las emisoras “21 de Diciembre” y “La Voz del Minero” de Siglo XX, (antes Radio Sucre de los maestros vendido a los mineros en Bs. 125.000, para propagar la Tesis de Pulacayo). Pero en La Paz, en el Palacio, los grandes de la revolución, con una cara de intelectuales serios y reflexivos, hablaban con la ínfula de sabemos mucho de formar directivas sindicales, y algo de eso era cierto, porque después del 15 de abril del 52, cuando llegó Paz Estenssoro de Buenos Aires, hasta el más bucólico se volvió sagaz, y con ellos y otros se fundó el 17 de abril, a las 11:35, la Central Obrera Boliviana (COB), y en premio a esa labor fue nombrado Juan Lechín, Secretario Ejecutivo; Germán Butrón, Secretario General; Mario Torres, de Relaciones; Ángel Gómez, de Conflictos; José Luis Joffre, de Hacienda; Julio Gonzales, de Prensa; y Edwin Möller, de Organización. Federico Escobar Zapata, fue elegido representante del Control Obrero, Irineo Pimentel Rojas, Secretario General del Sindicato de Siglo XX, y junto a Cesar Lora, Isaac Camacho y otros, se formó la base del movimiento obrero revolucionario más activo que el país haya conocido.


Pero el año 64 el Partido Comunista se dividió, Alfredo Arratia, Raúl Ruiz Gonzales, Hilario Claure y Atilio Carrasco, abandonaron la camarilla del Partido Comunista Boliviano de Jorge Kolle Cueto, Mario Monje y Ramiro Otero, por su entreguismo al MNR Esa decisión originó la creación del Partido Comunista Marxista Leninista PCM-L, y el primer secretario del partido comunista de la línea de Pekín, fue Escobar.


Eran los tiempos de las chamarras obreras, cuando algunos dirigentes a fuerza de parecer remedaban a los líderes rusos para ser lo que no eran, con una excitación social tan endeble, y superficial, que muchos se hicieron crecer la barba como el Ché, Kaustky, o Plejanov, o se hicieron críticos como Trotsky, Lukacs, Korsch o Gramsci, o revisionistas como Bernstein. Otros confundieron las realidades, y compararon con una pedantería única al indio con el mujik, al Gobierno con el Presídium, a la ciudad con el soviet, queriendo embellecer lo que ciertamente era feo. Emularon lo insoportable y se obsesionaron con Marx, que era estudiado por la fluencia de su intelecto antes de convertirse en una opción social importada.


El 3 de agosto de 1965, el gobierno quiso demostrar que las ruedas delanteras van delante de las traseras, y suspendió con un Decreto el Control Obrero con derecho a veto. Escobar dijo estar de acuerdo con dejar Siglo XX junto a su familia si Comibol le pagaba su viaje a Cuba o a Rusia para volver y asumir un cargo administrativo en la FSTMB.


Esta es una parte de la vida de este líder, falta ver al dirigente en sí, sus encuentros con el gobierno, su tiempo en la cárcel, sus verdades frente a las mentiras políticas. En síntesis, aún falta mucho que hablar, lo haremos en las siguientes entregas.

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