El talento desbordante del mayor emblema del fútbol
boliviano lo llevó a vivir episodios épicos, sobrecogidos de una idolatría
colectiva pocas veces vista en toda la historia de Bolivia. Paradójicamente,
así como pudo alcanzar la gloria, le tocó probar el sabor amargo del olvido.
Hoy el recuerdo del héroe deportivo, se transforma en una leyenda urbana digna
de ser conocida y repasada, hasta tatuarse en la memoria de todos los
bolivianos.
El texto que se
presenta a continuación está basado en entrevistas y testimonios de informantes
clave, y es resultado de un trabajo de revisión y búsqueda de material
bibliográfico, hemerográfico y documental que en gran medida fue proporcionado
por la familia de Víctor Agustín Ugarte y por el coleccionista Julio Mamani
Ticona.
El presente compilado fue cotejado por Juan José Ugarte
(hijo), Erika Ugarte (hija), Edwin Navarro (yerno), Ramiro Blacut (amigo) y
Mario “Cucho” Vargas (periodista), y si bien proviene de hechos y experiencias
reales, también navega por una dimensión intangible, propia de las leyendas y
los mitos.
LA CUNA DE “AGUTI”
El 5 de mayo de 1926, un escenario modesto y humilde de
Tupiza –pueblo de grandes acantilados y cañones colorados–, vio nacer y crecer
al “Maestro” del fútbol boliviano.
Juan José Ugarte Llosa, –quien anuncia la presentación de un
libro de su autoría sobre su padre Víctor Agustín Ugarte para la primera semana
de julio del presente año– cuenta que la madre biológica del futbolista emigró
a Argentina junto a sus otros hijos, dejando al pequeño Agustín a cargo de su
padre. Éste, a su vez, también dejó Tupiza, encargando al niño a su abuela
materna.
Las diferentes reseñas biográficas dedicadas al “Maestro” y
publicadas en libros, artículos de prensa y documentales audiovisuales que se
difundieron durante y después de su vida, se acercan a esta versión con
pequeñas discrepancias entre sí, pues se sabe que el ídolo deportivo se
caracterizó por ser una persona reservada en cuanto a su vida personal.
Erika Ugarte –hija del Maestro– manifiesta haber escuchado
la historia de la infancia del deportista de boca del protagonista, así como en
su oportunidad lo hicieron su esposo Edwin Navarro, su hermana Kattia y Roberto
Ugarte (Q.E.P.D.), hijo mayor de la estrella de fútbol:
“Aguti” (de Agustín) era llamado así por familiares y
amigos. Fue hijo único de los señores Roberto Oviedo (cordobés dedicado a la
actividad del transporte y propietario de buses que viajaban de Argentina a
Bolivia) y Juana Aramburo Ugarte, de descendencia paraguaya.
Debido a los viajes y ausencias prolongadas de Roberto,
Juana rehízo su vida con una nueva pareja, dejando al hijo en custodia de su
madre, Leandra Ugarte. Como resultado de la nueva relación de Juana Aramburo
con Andrés Pérez, “Aguti” tuvo seis medios hermanos de nombres Bernardo,
Carlos, Corina, Nely, Marina y Bety.
Al estallar la Guerra del Chaco, Roberto Oviedo decidió
dejar Tupiza e intentó llevarse a su hijo a su país. Sin embargo, Leandra se
rehusó a entregar al niño, a la vez que Agustín no quiso alejarse de su abuela,
a quien consideraba su madre. El padre regresó a su tierra y Leandra y Agustín
siguieron viviendo juntos en compañía de los hermanos de Juana: una tía enferma
de nombre Elena y el tío Fermín, a quien Víctor Agustín consideraba su hermano
mayor y con quien trabajaba en el negocio de sustento familiar, una herrería.
Más tarde, como resultado de la difícil situación económica
que generó el periodo post guerra (Guerra del Chaco), la madre biológica de
“Aguti” se marchó a la Argentina junto a sus hijas, dejando a los varones
Bernardo y Carlos a cargo de su padre. Pasado un tiempo, éste emigraría a la
ciudad de La Paz en compañía de ambos.
De esa manera, Leandra Ugarte registró a Víctor Agustín
Oviedo Aramburo como Víctor Agustín Ugarte Oviedo, siendo este último el nombre
que acompañaría a la futura estrella deportiva a lo largo de su vida.
EL NIÑO FUERTE DE TUPIZA
Según los relatos que el propio Ugarte compartió con sus
hijos, éste tuvo una infancia de mucha escasez; por días no tenía qué comer, ya
que a menudo su familia no percibía los ingresos necesarios. Se trepaba a los
árboles, donde aprovechaba de alimentarse de la llamada “lechuana” (colmena de
abejas) y a menudo acudía a la Iglesia del pueblo, donde el párroco alemán que
llegó a ser el primer Cardenal de Bolivia, José Clemente Maurer, lo proveía de
maíz.
Despertaba a las cuatro de la mañana para colaborar a su tío
Fermín en la herrería, levantando fierros y desarrollando así un peculiar vigor
físico. También ayudaba a Leandra en su tarea de lavar ropa para otras
personas.
Estudiaba en la escuela fiscal “Suipacha” y, a pesar de la
adversidad, Agustín era un niño fuerte, sano y recio que tenía como fiel
compañero a su perrito “Reks” y que no escondía sus condiciones innatas para la
práctica deportiva.
Gustaba de jugar al fútbol hasta altas horas de la noche,
sea con una pelota de trapo o con naranjas, y era el defensor consagrado de sus
amigos, pues siempre salía airoso de los enfrentamientos contra los mayores
abusadores.
Según el texto de “Juan Ángel Gese”, Ugarte: El camino
de los sueños (1961), por años las calles del barrio norte de Tupiza
fueron testigos de infatigables carreras de pequeños pies y alpargatas tras la
bola, y de culto a los ídolos de revista del fútbol bonaerense. “Pasala
Minella, cortala Labruna, ¡viva el gaucho de Boedo!”, eran los gritos de guerra
de “Aguti” y sus compinches, y a seguir jugando en la calle o en su casa, donde
el niño no cesaba en la tarea de hacer tecniquitas con algún objeto que amarraba
a su pie para dominarlo una y otra vez…
JOVEN TEJEDOR DE SUEÑOS
Cuando los clubes deportivos de Tupiza como The Strongest,
Huracán, Ferroviario y Red Star decidieron crear equipos infantiles, la vida de
los mozuelos del lugar cambió. De las calles pasaron a una cancha oficial y la
pelota de trapo fue reemplazada por una reglamentaria. Las ropas sucias y
desaliñadas fueron sustituidas por impecables uniformes y los gritos de guerra
se vieron acallados por los de la tribuna que se daba cita en el campo
deportivo para disfrutar de las delicias de los jóvenes deportistas.
Víctor Agustín formaba parte del Club deportivo “Huracán”,
pero su energía y vitalidad le alcanzaron para incursionar como velocista de
cien metros planos y salto con garrocha en la Escuela Municipal, donde llamaba
la atención de los lugareños que apostaban que en el deporte reposaba la
vocación y el futuro del muchacho. Mientras tanto, él se preguntaba a sí mismo
y cuestionaba a Fermín: “¿Si llego a ser buen deportista, podré conseguir
dinero?”, a lo que el herrero contestaba: “No conozco a nadie que viva del
deporte…”. Agustín se quedaba triste y en silencio porque conservaba la ilusión
de que su madre bilógica pudiera regresar a Tupiza algún día y de que su abuela
Leandra pudiera gozar de mejores días.
A los diez y ocho años, el joven prestó Servicio Militar en
la ciudad de Tarija y, regresando a Tupiza, su destacado despliegue en el
balompié le permitió conseguir un trabajo en la empresa ferroviaria del lugar y
formar parte del equipo del Club Ferroviario.
Vislumbraba la posibilidad de estudiar una carrera
profesional como lo planeaban sus amigos y, al mismo tiempo, su buen
rendimiento deportivo lo llevaba a presentir que en su porvenir había algo
grande, difuso, que lo inspiraba y animaba a levantarse cada mañana con un
brillo de ilusión en la mirada.
A lo largo de una adolescencia llena de dudas, dos hitos
hicieron posible que la mente del joven se vaya aclarando: Un día escuchó la
frase “el fútbol es una profesión como cualquier otra”. Y al poco tiempo
Tupiza, destacando a nivel nacional por la calidad de sus equipos, recibió la
visita del Club Bolívar para jugar un amistoso con el cuadro local. La consigna
de los lugareños era no permitir la goleada, sin imaginar que, a escasos
minutos del final del partido, un gol contundente sellaría la derrota del temido
Club Bolívar y la victoria inesperada del equipo anfitrión.
Víctor Agustín, no sólo en calidad de jugador sino también
como testigo de la proeza, retuvo en su retina la imagen del creador del gol y
crack local, Víctor Navarro, abandonando el campo cargado en hombros y adulado
por la hinchada en pleno.
De pronto, todo estaba claro para él: Se haría futbolista,
¡el más grande de Bolivia!
EL SALTO A LA FAMA
Existen varias versiones sobre la llegada del joven Ugarte a
la ciudad de La Paz. Cuenta Edwin Navarro (yerno) que dejó Tupiza con la
finalidad de estudiar una carrera relacionada a la educación física aunque, en
su lista de intereses, las letras también ocupaban un lugar importante. En esa
etapa de asentamiento en la gran ciudad y de toma de decisiones, fue su medio
hermano Bernardo quien lo animó a probarse para jugar al fútbol en algún club
y, después de un par de intentos fallidos, Ugarte llegó al Club Bolívar en el
momento oportuno.
Resulta que el técnico del equipo estaba en busca de un
elemento cuando se encontró con el delgado joven tupiceño, cuyo aspecto físico
distaba bastante de la imagen de jugador imponente, musculoso o robusto. No
obstante, el entrenador probó al muchacho llevándose una grata sorpresa.
Concluida la sesión, Víctor Agustín Ugarte firmó la tarjeta de habilitación
(pase) que lo haría propiedad del Club albiceleste. Ugarte asumió el reto de
responder a las expectativas de los exigentes dirigentes paceños, sin sospechar
que su sueño se encontraba a la vuelta de la esquina.
Su debut en el Club Bolívar –donde reemplazó al jugador y ex
DT de básquet, Roberto “El Negro” Ayllón–, llegó acompañado de una serie de
contiendas en las que sus exquisitas gambetas, mágicas jugadas y sorprendentes
goles no tardaron en ubicarlo en un lugar de privilegio dentro del imaginario
colectivo de bolivaristas, strongistas, orientales, chaqueños, orureños y
potosinos…
LO QUE NO SE PUEDE VER…
Hoy lamentamos no contar con imágenes en movimiento que
reflejen con claridad el nivel de talento y calidad que poseía el Maestro
Ugarte, tanto dentro como fuera del campo de juego, pues no se debe olvidar que
se destacó como un diestro malabarista del balón que no sólo podía dominar por
horas la pelota reglamentaria, de trapo o de goma, sino también tapitas de
cerveza o de refresco, frutas y otros objetos que, según cuentan quienes lo
vieron en acción, parecían estar colados a su empeine.
A partir del siguiente resumen de testimonios, esperamos
poder llenar la retina de nuestros ávidos lectores y dibujar lo que este jugador
hacía en la cancha:
Era habilidoso, muy rápido y dominaba ambas piernas (rodilla
y taco), el dribling y la gambeta. Sabía posicionarse en la cancha;
remataba de volea, tanto con la derecha como con la zurda; cabeceaba con
perfección y estilo; bajaba el balón con pecho, parándolo con vehemencia; hacía
jugadas de hombro, espalda y chilenita; hacía pases milimétricos e
inteligentes; era recio al jugar y difícilmente su rival lo hacía caer; era un
jugador de altísimo rendimiento (jugaba 180 minutos en un partido de 90) y no
presentaba altibajos; era un especialista en toques, quiebres, sombreritos y
colgadas leves; solía meter penales de espalda y rematar de taco, o bien, se
daba la vuelta y metía un puntazo; hacía goles magistrales. Jugaba de área a
área, consiguiendo buenos resultados en la marca, en la creación de las jugadas
y en la definición de las mismas.
En resumen, Víctor Agustín Ugarte fue el jugador más
sorprendente, completo y poli-funcional que tuvo Bolivia.
PROFESIONALISMO Y PREPARACIÓN
El Maestro Ugarte fue el primer jugador profesional de
fútbol de Bolivia, cuya única actividad era la de ser futbolista. Esto
significaba que mientras el resto de los jugadores dividían su tiempo entre el
fútbol y otras actividades que les brindaban ingresos económicos, Ugarte
entrenaba todos los días (de lunes a lunes) y sólo vivía del fútbol.
El Maestro motivó a muchos jóvenes a querer ser como él y a
aprender de él; querían saber cómo entrenaba, qué ejercicios hacía para tener
ese talento, cuál era su rutina, cómo se alimentaba, cuánto descansaba, etc.
Resulta que se despertaba todos los días a las cuatro de la
mañana y se dormía a las ocho de la noche. Desde que llegó al Club Bolívar y
fue ubicado en la Residencia Ballivián del centro paceño, el tiempo que no estaba
entrenando formalmente, lo aprovechaba practicando en su cuarto con pelotas de
tenis o con pelotitas de ping pong.
Más tarde, cuando vivía en la calle Colón, salía de su casa
en la madrugada con su hijo Roberto en hombros, y jóvenes deportistas que lo
admiraban –como Ramiro Blacut, René «Fiero» Rada y otros–, lo esperaban para
seguirlo mientras él trotaba rumbo a la zona Las Delicias donde realizaba su
rutina de preparación, previa al entrenamiento en su Club. A veces también se
sumaban a esta actividad de “persecución del ídolo” los periodistas deportivos
Tito De La Viña y Cucho Vargas.
RECORDS
A continuación, resumimos los principales records alcanzados
por Víctor Agustín Ugarte, quien debutó con la camiseta celeste el 29 de junio
de 1947 y con la Selección nacional el 30 de noviembre del mismo año:
En 1950, de la mano del Maestro, Bolívar se coronó como el
primer Campeón Nacional de la era profesional y en 1953 el Club logró ser
Campeón Nacional invicto, también a la cabeza de su líder histórico.
Máximo goleador de los clásicos paceños desde 1947 al
presente con aproximadamente 35 goles anotados.
“Mejor Atleta del Siglo XX” por el Comité Olímpico Boliviano
(homenaje póstumo, 2000).
Goleador histórico de la Selección boliviana con 17 tantos,
mismos que fueron registrados en partidos oficiales, no amistosos.
Hasta los años 90 fue el jugador record en participaciones
con el seleccionado.
Máximo goleador de la Copa Paz del Chaco que se jugaba con
Paraguay, registrando la ejecución de 6 tantos. Las únicas victorias alcanzadas
por el Seleccionado boliviano en este torneo se dieron en la etapa en la que
Víctor Agustín Ugarte jugó.
Máximo goleador boliviano del Campeonato Sudamericano
(actualmente llamado “Copa América”), con 11 goles anotados en los torneos de
1947, 1949, 1953, 1959 y 1963 (Conmebol).
EL ÍDOLO DEL BOLÍVAR
Las clases magistrales del Maestro –el Nº 8 del equipo– se
impartían cada domingo por la tarde y consistían en demostraciones en vivo y en
directo de su innata capacidad para hacer magia con el balón.
La hinchada esperaba los intermedios o finalización de los
encuentros para plantar su atención en el centro de la cancha donde el Maestro
realizaba piruetas, filigranas, malabares y técnicas fuera de serie, exhibiendo
con orgullo su absoluto dominio sobre la pelota.
No por nada cada semana, terminada la contienda, la hinchada
lo trasladaba del Estadio miraflorino a la Plaza Murillo donde el Bolívar tenía
su sede, cargado en hombros por centenares de personas. Luego de dos vueltas a
la Plaza, los aficionados lo dejaban en su domicilio ubicado en la calle Colón,
esquina Comercio, punto donde el ídolo saltaba a la patilla de la Iglesia y
agradecía humildemente a sus fieles seguidores.
La idolatría de la hinchada albiceleste por el crack
tupiceño, se fue consolidando conforme se registraban episodios como los
siguientes:
En un partido de Bolívar frente a Aurora, el Maestro se hizo
cargo del arco y se dio el lujo de rechazar con la cabeza y el taco, luciéndose
con la usanza propia de los zagueros.
En un encuentro de Bolívar y Millonarios de Colombia,
durante el intermedio, Ugarte comenzó a dominar la pelota y brindó a la tribuna
un espectáculo con el que se ganó a propios y extraños, pues era capaz de hacer
más de 400 técnicas seguidas.
Un día antes de un clásico paceño, Ugarte se anotició de que
el ser que lo había criado (su abuela materna a quien consideraba su madre),
había fallecido. La dirigencia de su Club no le permitió ir al velorio porque
quería que juegue el clásico. Ugarte, sintiéndose impotente y frustrado, decidió
que no se presentaría en el Estadio y se encerró en su residencia de la calle
Colón. Por radio se anotició de que su equipo iba perdiendo por 2 goles a 0 y,
faltando media hora para que termine la contienda, uno de los directivos se
presentó en su domicilio y le pidió que aceptara jugar el clásico,
comprometiéndose a llevarlo hasta Tupiza una vez concluido el partido. Ugarte
llegó al campo deportivo faltando 15 minutos para que el juego terminara y, sin
calentar, entró a la cancha de emergencia. En 10 minutos marcó dos goles y dio
el pase para el tercer gol, hecho que hizo posible la victoria del Bolívar
sobre su rival.
ALGUNAS CONQUISTAS Y HAZAÑAS DEL MAESTRO
Ugarte fue autor de muchas conquistas y hazañas en el campo
de juego, a nivel departamental (como jugador de la Selección de La Paz,
consiguiendo varios campeonatos para el departamento), nacional e
internacional. A continuación, repasamos las más importantes:
Campeonato Sudamericano de 1949
Por ejemplo, marcó el primer gol de la Selección Boliviana a
Brasil, hecho histórico que se registró en el marco del Campeonato Sudamericano
de 1949, realizado precisamente en ese país.
En el mismo escenario y año, el Maestro marcó el primer gol
de triunfo de Bolivia sobre el cuadro uruguayo, coadyuvó a la primera victoria
de Bolivia sobre Chile (3 a 1) y a triunfos frente a Ecuador y Colombia. Así
hizo posible que Bolivia saliera cuarto en el Campeonato Sudamericano del 49,
convirtiéndose en el máximo goleador del torneo con cinco goles.
El apodo de “Maestro” se lo ganó en el citado evento, donde
pateó un penal de espaldas al arco, derribando al famoso arquero hasta ese
entonces invicto, Moacir Barbosa. La prensa del país de la batucada se refirió
a Ugarte como “El Maestro del Penal” y fue destacado como el mejor jugador del
torneo.
Club Bolívar (Bolivia) vs. Club Millonarios (Colombia), 1953
En febrero de 1953 el Club Bolívar enfrentó al Club
Millonarios de Colombia, equipo que había hecho una gira por todo el mundo y se
mantenía invicto con poco más de 30 partidos; en esa ocasión el Maestro Ugarte
anotó dos goles, consiguiendo un resultado a favor de 2 a 1 y quitándole el
invicto al cuadro colombiano.
Campeonato Sudamericano de 1953
En 1953 la Selección nacional dio el inolvidable “Campanazo”
frente a la Selección peruana, cuando Ugarte metió un gol de fantasía en la
inauguración no sólo del torneo sudamericano, sino del flamante Estadio
Nacional de Lima. De esa manera truncó la aspiración de los anfitriones de
“lucirse goleando al más débil” frente a 50.000 espectadores. La hazaña
transmitida por el periodista Cucho Vargas, arrancó el júbilo popular y orgullo
nacional de los cientos de bolivianos que seguían el “match” desde sus hogares.
Amistoso Bolívar vs. Rot-Weiss (Alemania), 1954
En 1954, en un amistoso de Bolívar frente a Rot-Weiss
(Subcampeón de Alemania), Ugarte arrancó de la mitad de la cancha y superó a
tres defensores germanos a fuerza de gambetas y cuando tuvo que enfrentar al
arquero, marcó de emboquillada con un golpe de taco, consiguiendo el gol para
el cuadro boliviano, con un resultado final de 2 a 2. En la oportunidad, el
famoso jugador alemán Helmut Rahnn corrió y abrazó al Maestro en medio de la
algarabía popular, expresándole su admiración.
Club Bolivar vs. Club River Plate (Argentina), 1956
El 14 de enero de 1956 Bolívar derrotó al entonces Campeón
argentino, Club River Plate con un contundente resultado de 7 a 2. Tres goles
fueron anotados por el Maestro Ugarte.
Eliminatorias Copa del Mundo 1957
El Maestro contribuyó a la hazaña de que Bolivia le gane a
Argentina por primera vez en el marco de las Eliminatorias a la Copa del Mundo
de 1957 (Bolivia 2 – Argentina 0).
ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES
“El Fierrito” Ugarte
Pocos saben que durante años, el Maestro del fútbol
boliviano jugó magistralmente con un fierro incrustado en el pie derecho.
Cuando niño y en su natal Tupiza, se clavó el objeto al llevar adelante las
tareas propias de la herrería. Por falta de recursos económicos no acudió al
médico oportunamente y, este hecho hizo que –sin quererlo y por necesidad– el
niño deportista desarrollara gran habilidad en la pierna izquierda. Fue
consolidando así el hábito de jugar con la zurda mientras conservaba su
habilidad natural de jugar con la derecha. Cuando su carrera estuvo
consolidada, tuvo la oportunidad de que, mediante una intervención quirúrgica,
el cuerpo extraño fuera extraído de su organismo. A raíz de esta anécdota, el
periodista Cucho Vargas lo llamaba “El Fierrito” Ugarte.
¿Colgar los cachos yo?
A su llegada a Bolívar, un médico le recomendó dejar el
fútbol, arguyendo que tenía el corazón más grande de lo normal, lo cual
probablemente le traería dificultades en su carrera e inclusive podría poner en
peligro su vida. Sin embargo, el ícono deportivo nunca consideró la posibilidad
de colgar los cachos por este diagnóstico de alarma.
Peculiaridades del Maestro
Ugarte era considerado un personaje “fuera de serie” y, como
tal, tenía ciertas peculiaridades. Una de ellas –cuentan ex futbolistas de la
Selección Boliviana como Wilfredo Camacho–, era que mientras sus compañeros de
equipo vestían buzos de entrenamiento color verde, él lucía buzo blanco.
Asimismo, muchos aseguran que fue El Maestro quien propuso que la Selección
Boliviana cambiara el color blanco de la casaca nacional al verde, ya que el
primero era considerado “de mala suerte”.
También se dice que el ídolo usaba cachos confeccionados a
su medida, gusto y necesidad, hábito que poco a poco fue copiado por sus
compañeros del Club Bolívar, mientras la tienda proveedora de calzados “Crack”,
incrementaba su popularidad en el medio futbolístico.
Replay de Enfoques (Cucho Vargas)
En una simpática ilustración del “Replay de Enfoques” (con
dibujos de Wilson Castillo), se relataba que en una ocasión en la que el
árbitro del cotejo expulsó a Ugarte, los policías entraron al campo de juego
exigiendo que el juez permita jugar al Maestro. En otra ocasión, el zaguero
argentino de Always Ready le rompió el tabique de una chilena al despejar el
balón. Cuando el Maestro cayó inconsciente, la hinchada en pleno tomó el campo
de juego a punta de “cinturonazos” con la intención de “aniquilarlo como al ex
Presidente Villarroel”. En esta ocasión la fuerza policial salvó al zaguero.
Rey Pelé: “Tú eres mejor que yo”
El Maestro protagonizó episodios anecdóticos a nivel
internacional: En 1958 el Club San Lorenzo probó a Ugarte en un partido de un
campeonato relámpago amistoso que se realizaba en Lima, Perú. En el partido
frente al Santos, el Maestro conoció al Rey (Pelé), quien le hizo pasar el
balón de sombrerito. Ugarte, no satisfecho con ello, le devolvió la jugada con
otro sombrerito, al cual agregó un caño o “rosquita”. “Tú eres mejor que yo”,
le insistía Pelé a partir del episodio. Ugarte siempre se sintió orgulloso de
su amistad con los jugadores brasileños Pelé y Didí.
Alfredo Di Stéfano, admirador y amigo
El famoso jugador argentino nacionalizado español y máximo
goleador histórico del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, tuvo amistad con el
ícono boliviano, a quien admiraba profundamente y le decía “grande Maestro”.
Cuando Los Merengues tenían la pretensión de incluir al boliviano en sus filas,
el propio Di Stefano llamó a su amigo (por intermedio del dueño de una librería
que importaba la revista “Selecciones”) y le dijo: “Ugarte, tienes que venir a
Madrid, ya les conté de tu calidad”.
Tecniquitas con Diego
En 1979 –cuando el Maestro tenía más de 50 años– Diego
Maradona llegó a La Paz con su equipo Argentinos Juniors para jugar frente a
The Strongest. Anoticiado de la visita del jugador que ya empezaba a tener
fama, Ugarte pidió a su hijo Roberto que lo lleve al Estadio miraflorino para
conocerlo. Una vez allí, acudió a su encuentro cuando el ágil jugador calentaba
en el frontón, practicando técnicas con la pelota. Ugarte, por minutos, se
quedó en silencio, observando al astro argentino, hasta que la pelota cayó y
rodó hasta sus pies. El ex jugador elevó el balón y empezó a hacer toques de
cabeza, hombros, pecho y pies. De cabecita, se la pasó a la estrella mundial,
misma que respondió armónicamente a la jugada. Ambos mantuvieron un intercambio
de dominio por aproximadamente media hora. Terminada la sesión, Maradona no
dejaba de preguntarse y preguntar quién era el capo, de dónde había salido y si
todos los bolivianos podían dominar el balón como él…
El malabarista consagrado
Cuando Ugarte era adulto mayor, llegó a Bolivia un grupo de
malabaristas del balón de Colombia a presentarse en la cancha del Estadio
municipal “Luis Lastra”. En el entretiempo del partido, Ugarte pidió una pelota
e hizo una demostración sin precedentes. A continuación entró en competencia con
los artistas extranjeros y su indiscutible dominio de balón lo reafirmó como el
mejor en las artes de los malabares.
Cachos para el Maestro
En 1993, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), a la
cabeza de Guido Loayza, hizo las gestiones necesarias para llevar al Maestro
Ugarte al Mundial de Estados Unidos 1994 como “Capitán de Honor”, hecho que le
causó una alegría enorme al ex jugador. En la oportunidad pudo compartir con
los jóvenes deportistas que lo trataban con respeto y admiración. El jugador
Ramiro “Chocolatín” Castillo le obsequió sus cachos como una sincera muestra de
afecto, detalle que conmovió al Maestro.
Hasta en sueños
El Maestro Ugarte –desde joven hasta anciano– jugaba fútbol
hasta en sus sueños, aseguran sus hijas. “De dormido deliraba con sus goles,
con sus jugadas y repetía palabras como ‘pasámela’, ‘dame el balón’ y
‘goooool’”.
LOS VALORES HUMANOS DEL CRACK
No está demás repetir que Víctor Agustín Ugarte era un
atleta altamente disciplinado en su preparación física. Como jugador, era un
deportista muy seguro de sus condiciones, que nunca dejó de preparase para ser
el mejor y que jamás se sintió menos que ningún jugador extranjero.
La actitud que le ponía a los partidos y su carisma natural
fueron los condimentos que le dieron el toque de sabor a su gran talento y
capacidad.
De acuerdo a todos los testimonios y publicaciones que
pudimos revisar, Víctor Agustín Ugarte fue dueño de una serie de cualidades
humanas dignas de resaltar, como el desprendimiento, la sensibilidad, la
humildad, la alegría y la educación.
“Lo único que quería era el reconocimiento y el cariño
de la gente”, coinciden sus familiares y amigos. Es por eso que en la lista de
prioridades del crack, lo material nunca ocupó un lugar importante.
Pruebas de ello hay muchas: El dinero que pudo llegar a
tener, lo invirtió en la implementación de escuelas de fútbol en la mayoría de
los departamentos del país que, tarde o temprano, terminaron fracasando porque
no percibían los ingresos necesarios (él no cobraba) y porque no contaban con
el apoyo institucional o gubernamental necesario para prosperar.
Motocicleta que recibió de premio por su brillante
participación en el Campeonato Sudamericano de 1963 y en mérito a su
trayectoria deportiva, destinada a un sorteo entre la gente pobre de Tupiza.
Vehículo que adquirió de una liberación para autos de orden
público para usarlo como taxi, destinado a un sorteo entre los damnificados de
Viacha.
Terrenos que tenía en la población de Viacha para la
Alcaldía de ese lugar.
Cóndor de Los Andes que recibió por su destacada
participación en el Campeonato Sudamericano de 1963, destinado a las víctimas
del deslizamiento de Cotahuma (entrega registrada en programa de televisión de
Lalo Lafaye).
Medallas y trofeos para subastas y sorteos (entregas
registradas en programa de televisión de Compadre Carlos Palenque).
Medallas y trofeos para el Club Bolívar.
Su prestancia a ayudar a los demás siempre estuvo acompañada
de una actitud humilde y sencilla, pues sus amigos y compañeros de juego
testifican que nunca fue engreído o extravagante.
Asimismo, los testimonios coinciden en confirmar que, a
pesar de que no terminó el colegio por las dificultades económicas a las que
estuvo enfrentado de niño, siempre mantuvo vivo el hábito de leer, hecho que lo
llevó a ser una persona instruida y educada.
BOCA, REAL MADRID, ROT-WEISS, ETC.: NO, NO Y NO…
El goleador, en distintas etapas de su exitosa carrera,
rechazó tentadoras ofertas de clubes internacionales porque ingenuamente
esperaba que las promesas de sus gobernantes se cumplieran y con humildad se
resignaba a aplazar sus propias aspiraciones anteponiendo la premisa de los
dirigentes de La Academia de mantenerlo como “su patrimonio”.
A lo anterior se sumó el hecho de que nunca pensó en sí
mismo, como lo declaraba su esposa Graciela Llosa en una entrevista (1962).
Ugarte fue convocado para el Seleccionado de América (años
50) y conformó un listado de clubes internacionales que lo pretendieron,
fracasando en el intento:
Sporting Cristal del Perú que por cuatro años consecutivos
intentó lograr su pase, sin buenos resultados.
Millonarios de Colombia (1952) cuando era uno de los mejores
equipos del mundo y contaba con los mejores jugadores de cada país
sudamericano.
Boca Juniors de Argentina (1952).
Real Madrid de España (1953) cuando era el mejor equipo del
mundo. El cuadro «merengue» le ofreció al boliviano un contrato millonario para
la época y condiciones altamente ventajosas, pero en La Paz se tejieron hilos
para neutralizar las pretensiones del equipo español, privando al crack de
tomar una oportunidad única en su vida deportiva.
Rot – Weiss de Alemania (1954) cuando era Sub Campeón
alemán. Ugarte no aceptó la oferta, aludiendo que tropezaría con el idioma.
Club Oro Negro de Guadalajara, México (1962).
EL MAESTRO EN EL MUNDO
San Lorenzo de Almagro, la “mansión de las estrellas”
En 1958 asumió el reto de salir del país, uniéndose al Club
Atlético San Lorenzo de Almagro de Buenos Aires donde rápidamente fue
identificado como el “Jugador de Oro”. Cuenta Ramiro Blacut que los jugadores
del equipo argentino, a la cabeza del llamado “dios”, José “Nene” Sanfilippo,
boicotearon la estancia del boliviano al percibir que éste les hacía sombra con
sus goles de factura y de cabeza. La prensa argentina, por su parte, comparaba
a Ugarte con el vasco Isidro Langara que sumaba a la comunidad de residentes de
su país al grupo de simpatizantes e hinchas de San Lorenzo.
Sanfilippo, con actitud altanera, cuestionaba al boliviano:
“¿Y vos qué te creés? ¿Malabarista?”, hasta que un día sumó a su pregunta una
afirmación que movió todas las fibras defensivas de Ugarte. San Filippo le
atribuyó un adjetivo calificativo propio de la jerga argentina, cuyo
significado equivale a “capo” o “diestro”. El “morocho centro delantero”, en su
inocencia y desconocimiento del significado real de la expresión “sos un hijo
de p…”, empujó al dios gaucho exigiéndole que no se vuelva a meter con su
sagrada madre. A continuación San Filippo respondió a la agresión provocando
que el tupiceño sacara a relucir toda la fuerza adquirida en sus años de
trabajo en la herrería de su pueblo y golpeara a la estrella argentina. A
continuación reaccionaron otros dos jugadores gauchos, quienes también fueron
golpeados por el Maestro. El episodio llegó a oídos del DT José Barreiro, quien
tomó cartas en el asunto, planteándole al Nº 8 la posibilidad de que regrese a su
país o que haga un traspaso a otro club. Ugarte, sin vacilar, decidió volver a
su añorada tierra.
El futbolista extrañaba la Patria, el calor humano de su
gente y los mimos de su hinchada. No le importaban los contratos o la
remuneración; sólo le interesaba vivir el presente disfrutando del juego. Así,
tras entender que el ingreso a la “mansión de las estrellas” tenía un costo
elevado y resignado a los bajos salarios que le ofrecía el fútbol boliviano,
regresó al país con una pequeña lesión y anoticiándose de que no había sido
considerado para asumir los nuevos retos de la Selección.
Años más tarde, San Filippo y su equipo visitaron La Paz
para jugar contra The Strongest y solicitaron la presencia de Ugarte en el
Estadio. El ídolo boliviano acudió al encuentro y el “Nene”, a nombre del
equipo que lo desairó en su país, le ofreció una disculpa.
Nuevos bríos en Once Caldas
En el aparente ocaso de su carrera, otra oportunidad de
salir al extranjero llamó a su puerta, por lo que se trasladó, junto a su
esposa e hijos, al vecino país de Colombia. Entre 1961 y 1962, el Maestro
boliviano hizo jugadas magistrales en el Once Caldas de Colombia, armando una
dupla invencible con Delio “Maravilla” Gamboa. La prensa colombiana aplaudía
“los goles de antología” de Ugarte y publicaba titulares como: “Víctor Agustín
Ugarte 2 – Medellín 0” o “Ugarte a la Selección”.
LA CONQUISTA DEL 63
Se cree que Ugarte no fue convocado a la Selección albiverde
a su regreso de Buenos Aires, debido a que se rumoraba, sin fundamentos, que el
tupiceño había asumido una nueva nacionalidad. Sin embargo, a miras del
Campeonato Sudamericano del 63, el clamor popular se impuso y reivindicó a su
ídolo de 37 años, ubicándolo de titular en la Selección del director técnico
brasileño, Danilo Alvim.
El delantero Ramiro Blacut, 18 años menor que Víctor Agustín
Ugarte, cuenta que el Maestro siempre había demostrado mayor interés por
relacionarse con los más jóvenes –a quienes consideraba más sanos y con menos
complicaciones–, por lo que la relación de afecto y mutuo entendimiento surgió
naturalmente. “El Maestro siempre pedía compartir habitación con el jugador
Blacut por la disciplina y seriedad con la que éste se manejaba”, relata Edwin
Navarro.
Ugarte y Blacut se trataron por un tiempo en Bolívar y
también en la Selección Nacional, donde compartieron la experiencia de haber
sido internados en la misma clínica, en piezas aledeñas, a vísperas del
Sudamericano de 1963; el primero por una apendicitis y el segundo por una
complicación en el pie. Ambos salieron airosos del centro hospitalario y, días
después, de la cancha de juego donde se consagró la histórica victoria del equipo
boliviano.
Ugarte lideró la conquista junto a un equipo de virtuosos
como Ausberto “El Oso” García, Wilfredo Camacho, Max Ramírez, Máximo Alcócer y
Ramiro Blacut, entre otros que sudaron la camiseta boliviana con amor propio,
fuerza interna y fervor patriótico. El Maestro reafirmó su popularidad y la
idolatría de la hinchada, anotando dos tantos definitorios en la contienda
final frente al gigante brasileño.
¿ARGENTINO?, ¿COLOMBIANO?
Las oportunidades de obtener otra nacionalidad, además de la
boliviana, se le presentaron a Víctor Agustín Ugarte desde muy temprano.
La primera fue en una gira a Jujuy en la que el joven
futbolista de aproximadamente 12 años participó de la mano del Club Huracán de
Tupiza. Los directivos del Club Gimnasia y Esgrima vieron sus cualidades y le
ofrecieron la posibilidad de llevarlo a Buenos Aires para prepararlo y
gestionar su nacionalidad argentina. La invitación fue rechazada por Ugarte
quien priorizó la importancia de permanecer al lado de su mamá Leandra.
En 1958 la Asociación de Fútbol Argentino pretendía la
nacionalización del futbolista boliviano a fin de que éste integrara el equipo
de ese país para el V Campeonato Mundial a realizarse en Suecia. En esta
oportunidad el Club San Lorenzo le ofreció la posibilidad de realizar los
trámites de nacionalización argentina, oferta que fue rechazada por el
goleador.
En Colombia también le ofrecieron la nacionalización
colombiana, además de 30.000 dólares americanos, una casa y un auto, con el fin
de que se asiente en la capital y juegue en la Selección de ese país. Las
autoridades bolivianas (ex Presidente Víctor Paz Estenssoro) pegaron el grito
al cielo y solicitaron a Ugarte mantener su nacionalidad y representar a su
Patria.
EN FAMILIA
Víctor Agustín Ugarte asentó su familia en La Paz, casándose
con Graciela Llosa con quien tuvo tres hijos varones: Roberto Pablo (Q.E.P.D.),
Víctor Pedro (Q.E.P.D.) y Juan José.
Graciela era una ama de casa dedicada a la crianza de sus
hijos. En 1981, a sus 49 años, falleció a causa de una hipertensión arterial,
hecho que desequilibró la estabilidad emocional del futbolista y de la familia
en su conjunto.
En una entrevista de principios de los años 80, el Maestro
manifestaba sus deseos de ir a Argentina a pasar un tiempo en compañía de sus
hijos que habían acabado de perder a su madre.
Años más tarde, el Maestro tuvo dos hijas con Guadalupe
Llosa (hermana de Graciela): Erika y Kattia y, de acuerdo a la versión de esta
familia, tuvo también otro hijo de nombre Luis Ugarte Valdez.
A principios de los años 90, los dos hijos mayores del
futbolista, siendo adultos, hicieron un mal negocio y fueron sujetos de un
proceso penal en el que el Maestro figuraba como garante. En esa época todavía
había sentencia de cárcel por deuda, de manera que el ex deportista se vio
injustamente obligado a cumplir el castigo en la Cárcel de San Pedro de La Paz.
Sus hijas recuerdan que cuando a Bolivia le tocó jugar el
último partido para la clasificación al Mundial de 1994, Ugarte consiguió una
autorización especial para seguirlo desde su casa de Villa Copacabana. Al
terminar el cotejo, la felicidad generalizada, se transformó en profunda
tristeza para el ex ídolo y su familia, cuando, escoltado, tuvo que regresar a
prisión.
A pesar de haber sido un deportista de primer nivel y
altamente cotizado en el mundo, Víctor Agustín Ugarte no tuvo lujos durante su
etapa activa. Al contrario, a menudo no le alcanzaba para hacer regalos a su
familia cuando llegaban las fiestas de fin de año. Eso sí, el hecho de ser un
personaje respetado, admirado y querido, hizo posible que en fechas especiales
no faltara un platillo, ropa, equipos electrónicos y detalles para la familia.
RETIRO DEL FÚTBOL PROFESIONAL
En 1964, mientras jugaba sus últimos partidos en Bolívar, el
Tribunal de Penas de la Asociación de Fútbol de La Paz, suspendió al Maestro
por un año, debido a que la dirigencia de la Federación de Fútbol de Bolivia lo
sancionó por haber ejercido como DT en la Mina Milluni. De acuerdo a sus
familiares, este año fue el más triste de la vida profesional del ídolo,
mientras su Club sufría un importante descenso.
Su retiro definitivo del fútbol profesional se dio en 1966,
dejando al Club Mariscal de Santa Cruz de La Paz a sus 40 años. Aunque su
actividad de sustento estaba al frente de un volante de taxi, seguía jugando en
villas o en calles, pues nunca se sintió preparado para encarar una vida sin
fútbol.
Cuando el implacable final del ciclo deportivo dejó de
hacerle concesiones e irremediablemente llegó el momento del adiós, el equipo
albiceleste de sus amores no le hizo despedida alguna. El Club The Strongest lo
despidió adjudicándole la recaudación de un partido en su favor.
Si bien siempre sintió un profundo agradecimiento por el ex
directivo del Club Bolívar, doctor Germán Jordán y valoró la permanente acción
de reconocimiento hacia su persona de parte de don Mario Mercado, cerró el
ciclo de gloria con una lista de promesas recibidas que nunca se cumplieron:
Promesas del ex Presidente Jaime Paz Zamora de cambiar el
nombre de Estadio “Hernando Siles” a “Maestro Víctor Agustín Ugarte” y de
levantar una escultura de la personalidad en la entrada. La Prefectura sacó los
moldes del futbolista pero el proyecto nunca se concretó.
Promesa del ex Presidente Víctor Paz Estenssoro de dotar a
la figura deportiva de un salario vitalicio, terrenos, casa y auto para que
éste no se nacionalizara colombiano ni jugara para la Selección cafetera. Sin
embargo, la casa de la familia Ugarte en Sopocachi fue adquirida gracias al
esfuerzo de Graciela Llosa, a través de ingresos propios, de ingresos de su
familia y sueldos de su esposo.
Promesa del ex Presidente Mamerto Urriolagoitia de dotarlo
de bienes como un chalet en La Paz y otro en Tupiza cuando el ícono recibió una
tentadora oferta de Boca Juniors.
La imagen de Ugarte fue explotada para fines políticos, como
un “símbolo de la bolivianidad”, pues su ejemplo reflejaba el supuesto salto de
la humildad a la pujanza del boliviano, hecho que se evidencia en piezas
publicitarias, ensayos sociológicos de la época y cintas de película.
ENTRENADOR DE NUEVOS TALENTOS
Apuesta por las divisiones menores
El Maestro –convencido de que la transformación del fútbol
boliviano se encontraba en las divisiones inferiores–, siempre manifestó su
ilusión de formar deportivamente a niños y jóvenes bolivianos y empezó a
hacerlo a principios de los 60, entrenando al Seleccionado de Milluni para el
Torneo Nacional Minero.
A partir de lo anterior, aportó a la fundación de la Escuela
Juvenil del Bolívar porque permanentemente llevaba a sus equipos a jugar a las
minas por bolsas de víveres. Los viajes a las minas con las inferiores del
Bolívar corrían a cuenta del Maestro Ugarte, hecho que –según su familia– nunca
fue recompensado o reconocido por el Club.
Ya retirado, a inicios de los 70, invirtió lo poco que tenía
en proyectos de formación en La Paz, Tupiza, Beni, Cochabamba, Tarija y Santa
Cruz, donde prácticamente se enseñaba gratuitamente, por lo que las escuelas no
prosperaron como se esperaba. También impartía clases a niños de bajos recursos
de zonas como Villa Armonía, Villa San Antonio o Villa Copacabana. Lo hacía en
plazas o en canchitas, durante las mañanas de los fines de semana.
En 1973 fue DT de Chaco Petrolero y en 1979 preparó al Club
Petrolero de Cochabamba. Dirigió también a las selecciones de La Paz y de
Tupiza y fue director técnico del Club Bolívar ante las acefalías de este
cargo.
Entre los años 70 y 80, el Maestro Ugarte se desenvolvió
como preparador físico del Colegio Militar, entrenando también a ex Presidentes
como Jaime Paz Zamora.
Ugarte y La Tahuichi
A partir de que el Maestro había recibido la oferta de ir a
jugar a Alemania de la mano del DT que lo vio jugar en el partido de Bolívar contra
Rot – Weiss (1954), se ganó la admiración de la comunidad alemana residente de
La Paz. Fue así que, a finales de los 70s, la Embajada de Alemania donó
equipamiento de primer nivel (pelotas, redes, banderines, etc.) para contribuir
a la creación de la Academia de Fútbol “Víctor Agustín Ugarte” a inaugurarse el
22 de octubre de 1977 en la Cancha Kennedy de la capital oriental.
Por un tiempo el Maestro entrenó a jóvenes promesas como
Roly Paniagua y Henry “Avioncito” Vaca que llegaron a ser campeones en 1979. De
allí que la Escuela Tahuichi Aguilera –a la cabeza del Ingeniero Roly Aguilera–
se consolidó en base a la escuela de Víctor Agustín Ugarte, cuyos alumnos
migraron a la primera junto al equipamiento donado por la diplomacia germana.
Ugarte fue el primer DT de esta iniciativa deportiva que formó a grandes
talentos bolivianos.
El año 80, la Tahuichi y sus jugadores viajaron a La Paz
para recibir un galardón de la Alcaldía paceña y, en esa oportunidad, el equipo
encontró al Maestro Ugarte en proximidades de la Alcaldía donde se llevaría la
sesión. Los jóvenes deportistas lo cargaron en hombros como su hinchada lo
hacía en el pasado.
Por documentación atesorada por su hijo Juan José, se sabe
que en 1993, poco antes de que el Maestro falleciera, el Ingeniero Rolando
Aguilera Pareja, en representación de la Secretaría General del Deporte de la
Presidencia de la República, contrató los servicios de Ugarte como técnico de
diferentes escuelas de fútbol infantil de Bolivia.
DECLIVE
Graciela Llosa falleció y un conjunto de problemas de índole
familiar complicaron la situación económica y desarticularon la tranquilidad
emocional del viudo.
Cuando se retiró del fútbol oficialmente, los presidentes,
ministros de Estado, senadores, diputados, embajadores, militares, empresarios,
dirigentes ejecutivos de instituciones que en el pasado le rendían homenajes,
le organizaban agasajos y le daban regalos, lo habían abandonado. La gente ya
no lo saludaba en las calles, ya nadie lo adulaba ni trataba como en su época
gloriosa de futbolista.
Ni en el ocaso de su vida el Maestro Ugarte pudo
acostumbrase al olvido de la fanaticada, mientras sus problemas económicos y
familiares se iban haciendo cada vez más difíciles de sobrellevar. La decepción
deportiva y familiar que experimentaba lo llevó a enfrentar un paulatino
deterioro de su salud.
MUERTE
Meses después del Mundial del 94, a partir de una
complicación de la vesícula que después derivaría en un problema de páncreas,
fue internado en el Hospital San Gabriel. Por falta de recursos, fue trasladado
al Hospital Obrero, donde permaneció un par de semanas.
Dado de alta, salió muy contento del recinto hospitalario,
pero esa misma tarde volvió a recaer y tuvo que regresar a la internación,
donde permanecería unas cuantas horas.
El 24 de febrero de 1995, en pleno Carnaval, un paro
cardíaco lo agarró en el quirófano y terminó con la vida del Maestro de 68
años. Terminó también con la añoranza hiriente de los tiempos de mocedad en
Tupiza y de los domingos de gloria en el Hernando Siles.
DESPEDIDA
De acuerdo a las hijas del Maestro, el velorio realizado en
el Gran Centro Club Bolívar fue muy poco concurrido. Acudieron a despedirlo
algunos ex jugadores del Bolívar y de la Selección de 1963 como Mario Mena,
Edgar Vargas, Wilfredo Camacho, Max Ramírez y Ramiro Blacut; residentes
tupiceños; y personas que nunca se habían acercado a él y que llegaron
presentándose como familiares.
En la ocasión, el ex jugador Max Ramírez manifestó
públicamente su indignación por la ausencia de autoridades de la Federación
Boliviana de Fútbol (FBF) y de la Asociación de Fútbol de La Paz, instituciones
a las que el Maestro había brindado por años un espectáculo deportivo
excepcional, como “noble servidor de la Patria y ejemplo para la juventud”.
El entonces titular del Club Bolívar, Mario Paz Zamora, se
refirió a Ugarte como “un ser humilde en su grandeza y un boliviano de bien”.
Sus restos descansan en el Cementerio “Celestial” de la zona
sur de La Paz.
RECONOCIMIENTO
En vida, Ugarte recibió importantes distinciones como el
Cóndor de Los Andes y la Copa de Campeones. Asimismo, recibió la réplica del
Trofeo del Campeonato Sudamericano de 1963, Medalla de Reconocimiento al Mérito
Deportivo y una distinción por la Secretaría General del Deporte y la Juventud,
además de medallas, diplomas y trofeos varios.
El Museo Club Deportivo «Huracán» de Tupiza lleva en su puerta
el rostro pintado del ex jugador y custodia los trofeos adquiridos por el ídolo
cuando niño y antes de ser profesional.
Los principales estadios de Tupiza y Potosí llevan su nombre
y esculturas que lo representan.
Se fundaron escuelas deportivas con su nombre en La Paz y en
Tupiza, población considerada “cuna y semillero de cracks”.
Por muchos años el Estadio Nacional de Lima conservó una
placa de bronce que recordaba: “El boliviano Víctor Agustín Ugarte hizo el
primer gol en este campo de juego”. La placa fue retirada cuando el estadio fue
remodelado en el 2012.
En el Estadio del Gasómetro de Buenos Aires figuraba una
lista de los ídolos del San Lorenzo, donde estaba incluido el nombre del
Maestro boliviano.
La imagen de Ugarte fue reproducida en estampillas de 3
bolivianos.
Poemas y ensayos sobre el Maestro reflejan su talento
sinigual. Por ejemplo, en 1975 Fernando Díez de Medica publica un texto en que
se refiere al Maestro Ugarte de la siguiente manera: “Blasón más alto del Club
Bolívar”; Ugarte brindó “los mayores regocijos al entusiasmo popular”;
“arquitecto de los triunfos”; “…desató tempestades de alegría en los
corazones”; “ídolo de multitudes”, “limpio en el juego, hidalgo en los
incidentes”; “Ugarte, institución paceña”. En la novela del mismo autor
titulada Mateo Montemayor (1969) se incluye un pasaje que describe el
arte de Ugarte en una contienda del Bolívar frente a River Plate, en la que
gracias al “estratega y goleador”, el primero logra una conquista de 7 a 2.
Esta contienda futbolística fue calificada como “Bailecito de Orquesta” por el
periodista Tito De La Viña.
El libro Un Pajarillo llamado Mané de Luis H.
Antezana J., relata los momentos de fútbol del Maestro Ugarte y los relaciona a
los grandes jugadores de Brasil.
El libro Ugarte: El camino de los sueños de “Juan
Ángel Gese” (1961), relata parte de su biografía.
Escritores y periodistas nacionales e internacionales –como
Tito De La Viña, Luis Aramayo Quintela, Mario “Cucho” Vargas y Gastón Bordieu,
entre otros– dedicaron páginas al Maestro Ugarte.
Documentales audiovisuales de realizadores de Alemania,
Brasil y Argentina también retrataron y ponderaron el aporte del deportista
boliviano.
Las múltiples y nobles iniciativas de reconocimiento no
alcanzan, sin embargo, a hacerle justicia a la enormidad de esta Estrella de
brillo sin par.
// Edición 1.20. ESTRELLAS DEL FÚTBOL La Paz – Bolivia. Beatriz
Villa-Gómez C. (El presente articulo fue tomado de: rediez.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario