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LA EXPULSIÓN DEL NAZI KLAUS BARBIE Parte I (EL PENAL DE SAN PEDRO)

 

Klaus Barbie, ex jefe de la Gestapo de Lyon, en la prisión de San Pedro, la Paz – Bolivia, en mayo de 1973. (Foto de Nicole BONNET/Gamma-Rapho a través de Getty Images)

Fuente: Criminal hasta el final Klaus Barbie en Bolivia / Gustavo A. Sanchez y Elisabeth Reimann

Dos oficiales de la policía nacional, que prestaban servicios en el Ministerio del interior como ayudantes de Roncal, serían los custodios. Tenían autorización expresa para usar sus armas en caso de emergencia. La Paz hervía de rumores el embajador de Francia había visitado al presidente en 3 ocasiones ese día. ¿trataría a alguien de rescatar a Barbie? ¿sus amigos militares? ¿sus amigos narcotraficantes? ¿sus amigos viejos nazis alemanes? ¿sus amigos terroristas?

Antes de abandonar el edificio del Ministerio del interior situado en la avenida Arce, Sánchez ordenó que la puerta del garaje principal quedará abierta con 2 guardias armados con metralletas como centinelas. El gobernador de la cárcel de San Pedro fue invitado a subir al automóvil ministerial, lo que hizo junto con los 2 oficiales asignados al caso. El chofer hombre entrenado para salir de apuros y apodado “el diablo” tenía el motor encendido y las manos en el plantel el grupo partió velozmente hacia la cárcel de San Pedro iban contra el tiempo, al penal sólo se podía ingresar para entregar documentos oficiales hasta las 6 de la tarde.

La plaza De San Pedro estaba llena de periodistas, unos 200, además de medio millar de curiosos esto podía crear graves problemas en el momento de sacar a Barbie. Algunos hombres de prensa, amigos de muchos años, quienes llamaban a Sánchez por su apodo familiar del “el chino”, se pusieron a gritar ¿qué va a pasar? “¡Expulsen a ese carajo¡” “!Di algo no seas boludo, Chino¡” “!Habla carajo¡”.

Una fracción del Grupo Especial de seguridad (GES), regimiento escolta del Ministerio del interior abría paso para poder entrar al penal eran las 18.02 Horas. Sánchez llevaba del brazo al coronel bustillos.

La muchedumbre apiñada en la plaza volvía peligrosa la faena de sacar a Barbie. De inmediato Sánchez se comunicó con el Ministerio y le informó que cumpliría el plan, pero sin Barbie. En otras palabras, simularía sacarlo encapuchado dentro de un jeep, con las motocicletas de tránsito ya previstas para ir abriendo camino. Los periodistas abandonarían la plaza siguiendo a la caravana del falso Barbie hasta el aeropuerto de El alto a 4300 m sobre el nivel del mar.

Así se hizo utilizando bastones, la policía abrió paso para el jeep se  estacionara frente a la puerta de la cárcel. Tomando de ambos brazos por los 2 oficiales metieron al encapuchado dentro del vehículo. El tamaño del hombre era más o menos el mismo que el de Barbie; fácilmente pensaría que se trataba de él. Sin embargo, quien salía de la cárcel era el propio gobernador del penal, quién se había ofrecido sonriente para el simulacro. Incluso iba esposado y los guardias que lo llevaban, lo tendieron en el piso del jeep llegando hasta pisarle el cuerpo, tanto que el coronel bustillos empezó a gritar: ”!no me pisen carajo¡ ¡Soy su coronel¡ ¡y quítenme la mierda esta porque me ahogo¡” le quitaron la capucha y se disculparon pero tuvieron que volver a ponerle capucha y esposas para hacerlo entrar enlazará del protocolo del aeropuerto, donde llegó seguido de una multitud de periodistas.

Para más tarde había previstos 2 vuelos: Aeroperú hacia Lima y Lloyd Aéreo Boliviano al Brasil. El coronel podía ser embarcado en cualquiera de los dos. La pequeña sala de protocolo estaba rigurosamente custodiada. Una compañía del regimiento número 3 de la Policía Nacional, con base en El Alto montaba la Guardia de seguridad. El despliegue de carros y motocicletas fue perfecto. Todo daba la impresión de que Klaus Barbie se encontraba en ese Lugar.

Frente a la cárcel de San Pedro quedaba una treintena de periodistas los viejos zorros, los escépticos, los que habían adivinado el truco. No quedaban camarógrafos. Por segunda vez embarcó a un encapuchado en otro jeep. Ahora, los restantes hombres de prensa siguieron el vehículo convencidos de que esta vez sí se trataba del alemán. La plaza había quedado vacía.

Barbie seguía en su celda estaba sentado en el borde de su cama de hierro cuyo colchón cubría una frazada destinada a los reclusos. “! alístese que se va¡” le dijo un oficial. Rápidamente metió en un viejo maletín sus efectos personales y sus medicamentos.

“¡Esposarlo al carajo¡” ordenó el viceministro, y así se hizo.

Barbie preguntó por su nuevo destino, pero nadie respondió. Fue llevado en dirección a la puerta principal de la cárcel. Los detenidos que miraban por las cerraduras de las celdas comenzaron a gritar y a silbar. “! Asesino¡ ¡maten al carajo¡” pedían. El rostro altivo del ex oficial de las SS es empezó a cambiar. Era obvio qué se esforzaba por mantener su seriedad.

El portal de la cárcel de San Pedro fue abierto de par en par. El gran automóvil semi blindado entregado al servicio personal del Ministro Roncal estaba parado frente a la salida. Un oficial subió primero al vehículo; luego Barbie, y enseguida el otro oficial que sujetaba al peso de la manilla. El motor estaba en marcha y Gustavo Sánchez se sentó al lado del chofer el famoso diablo y ordenó “!Arranca¡”.

(Continuara…)

 

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