LOS ABUSOS A LOS INDIGENAS DEL ALTIPLANO BOLIVIANO

 

Mujeres indígenas en un mercado en Tupiza (Potosí, Bolivia)

Tomado de: La tragedia del Altiplano, de Tristan Marof (ensayo- 1934)

El indio ha venerado siempre la tierra, y la ha querido como no la quiere ningún doctor ni poeta del altiplano. Y ha salido a defenderla porque es su madre, y porque, a pesar de su menguada entraña, le ha nutrido siempre. Las sublevaciones indigenales tienen una verdad profunda y una justicia a la luz del día.

No poseyendo propiedad el indio, viviendo de raíces y de yerbas, muchas veces, en la más terrible ignorancia, sometido al patrón, al corregidor y al cura —la trinidad que le explota— , no le ha quedado sino su fuerza física que tampoco le reporta provecho alguno, ni siquiera un mísero salario en la mayoría de los casos. Se ha convertido, así, en una masa disponible, humillada y a los pies de los patrones, como es de regla en el régimen feudal.

Entre sus obligaciones perentorias —y de las que no puede excusarse so pena de ser eliminado—, están: sembrar las tierras del patrón, recoger las cosechas y aún venderlas, como sucede en La Paz, donde los indígenas soportan un yugo más fuerte que los del sur. En algunas haciendas se les paga un salario que no excede de diez centavos al día por un trabajo de sol a sol; pero en mayoría de los casos el indio trabaja gratuitamente porque existe la “obligación”.

Las siembras y cosechas, como hemos dicho, corren por cuenta del indio, el cual, curvado, se entrega a la tarea, bajo la mirada vigilante de un capataz, generalmente mestizo, si no es el propio patrón que vigila sus intereses. Y los dos no escatiman el látigo, las trompadas y los procedimientos expeditivos. Cientos y algunas veces miles de aborígenes reúnense, siguiendo sus viejas costumbres de cooperación, trabajando y comiendo juntos, proporcionándose su alimentación, sin que de las faenas se excluyan las mujeres ni los niños.

El cuidado de los cultivos, así como el sostenimiento de la hacienda, incluso el de los rebaños, se encuentra :encomendado a los nativos, sin que el patrón del altiplano se tome otro trabajo que el de recibir los productos de la ciudad, junto con el dinero que el indígena de servicio le deposita en sus manos. Y no es posible que este empleado gratuito haga abstracciones o incurra en lamentables olvidos. El indígena de servicio, llamado ―"pongo" —del cual nos ocuparemos más adelante— está conminado a llevar una contabilidad en extremo laboriosa y sutil, porque parte de la conservación de su salud depende de ella. El terrible patrón jamás le perdonaría la pérdida de una carga de patatas o de quesos.

En otras haciendas está establecido el servicio de "hilacatas", funcionarios ad honorem de la comunidad indígena, encargados de hacer cumplir las "costumbres" y las "obligaciones". El ―hilacata‖, sometido al patrón —porque no tiene otro remedio—, es elegido por sus mismos compañeros de trabajo y sufrimientos, anualmente. Para merecer el honor de este puesto debe demostrar excepcionales cualidades de honradez, rectitud y juicio. Lo malo es que estas virtudes indias, que vienen de muy lejos, sean explotadas, precisamente por los opresores, transformándose el "hilacata" en capataz gratuito, vigía de intereses ajenos, contra su propia raza.

Pero mucho más denigrante es el servicio personal del indio, remachado al yugo de las haciendas y sin poderse evadir. Ya dijimos que junto con la tierra, el patrón impuso su dominio sobre las familias que la habitaban. Es muy natural, entonces, que su autoridad se extienda hasta el hogar de sus colonos, intervenga en los matrimonios de éstos, goce de las vírgenes y arregle sus asuntos domésticos. La autoridad del patrón es absoluta; sus decisiones definitivas. Sus competidores, en menor escala, son el cura y el corregidor. El curioso y pintoresco anticlericalismo de algunos patrones es, simplemente, debido a esto. El cura, en nombre de Dios, se ingenia para que los diezmos y primicias vayan a la Iglesia — su diligencia es inapreciable—, molestando al patrón y debilitando su prestigio, mucho más cuando el señor cura —siempre en nombre de Dios— interviene en las cuestiones espirituales y catequiza a indiecitas jóvenes, robustas y en estado de gracia, robándoles su inocencia.

Foto: Mercado en Tupiza (aprox. principios de siglo XX)

 

LA APARICIÓN DEL PARTIDO SOCIALISTA DE SANTA CRUZ (1918 Y 1919)

 

Santa Cruz, entre 1927 - 1929. (Deutsche fotothek)

Tomado de: Historia del Movimiento Obrero Boliviano (1923 - 1933), de Guillermo Lora.

La agria polémica habida en la capital oriental entre Adolfo Flores y José Peredo (Erlando) durante los años 1918 y 1919, fue resumida por el segundo en un folleto 1. Esta circunstancia permite arrancar del olvido un importante hecho de la historia del socialismo boliviano.

Adolfo Flores, que, como se ha indicado, concluyó siendo ministro de Saavedra en un período trágico para el movimiento obrero, comenzó a difundir las ideas socialistas en 1916, constituyendo en Santa Cruz el primer esfuerzo en este sentido. Flores se había hecho marxista en la Argentina, a donde se trasladaba periódicamente.

A diferencia de los numerosos partidos socialistas que aparecieron en el interior del país, el socialismo cruceño creció bajo el ala protectora del Partido Socialista argentino de Palacios y Dickman; habiendo sido la única influencia que recibió.

Se llamó Partido Socialista a secas y su suerte quedó definida por la no siempre rectilínea conducta de su fundador, cuya capacidad intelectual y amplia cultura no pueden ser puestas en tela de juicio. Comenzó publicando el periódico llamado “El Socialista” y su actividad propagandística desembocó en la formación de la “Biblioteca del Obrero Cruceño”, que lanzaba a la circulación pequeños folletos.

En 1917 aprobó su Programa mínimo (siempre dentro de la poco correcta diferenciación de objetivos mínimos y máximos que hacía la socialdemocracia), que se publicó en el número uno de “El Socialista”. Se trata de un catálogo de reivindicaciones democráticas que tienen como eje la pureza del sufragio universal. Una de sus consignas más temerarias era la “escuela laica”, tema preferido de nuestro liberalismo. Los socialistas cruceños, al igual que los argentinos, confiaban que la acción parlamentaria y municipal les permitiría llevar felicidad a las mayorías y estructurar una nueva sociedad. Atinadamente Peredo se remonta al modelo porteño para atacar al partido de Flores.

El flamante partido presentó candidatos en las elecciones municipales de 1919. Vale la pena reproducir su plataforma electoral:

1.- Salario mínimo de dos bolivianos diarios o 60.- Bs. mensuales para todos los obreros que trabajen por cuenta de la municipalidad o de contratistas o empresarios de servicios públicos municipales. 2.- Organización permanente, libre de todo gravamen, para la venta en calles, plazas y mercados de todos los artículos alimenticios. 3.- Vigilancia (“contralor” dice el original) por la comuna sobre la clase, medida y precios de los artículos de consumo. 4.- Provisión de libros, útiles escolares y ropas a los alumnos que lo soliciten. Creación de restaurantes escolares para iguales casos. Fomento de los deportes al aire libre. 5.- Prohibición de conceder el uso de sitios públicos (veredas, calzadas, plazas) para la venta de bebidas alcohólicas. 6.- Prohibición de venta de bebidas alcohólicas en locales donde se vendan otros artículos. 7.- Impuesto sanitario con carácter de licencia a las tiendas de bebidas alcohólicas, mínimo de Bs. 200.-. 8.- Reforma del régimen impositivo municipal. “Atribución de la Municipalidad para establecer un impuesto progresivo sobre el valor del suelo libre de mejoras. 9.- Efectividad de las ordernanzas sobre salubridad y ornato.

No se puede poner en duda que los socialistas ofrecían realizar, desde el gobierno comunal, modestísimas reformas. Los adversarios del nuevo Partido vieron en este hecho una trampa preparada deliberadamente para cazar incautos. El resultado de las elecciones fue adverso a los candidatos del Partido Socialista y este se apresuró a denunciar, en mitin público, el fraude electoral. Hablaron médicos, abogados y un artesano. Sólo este último centró sus críticas al régimen de la propiedad privada y la despótica explotación del capitalismo.

Adolfo Flores y sus seguidores atacaron frontalmente la indiferencia del pueblo cruceño ante su sistemática propaganda y creían que se debía al alcoholismo y otras formas de degeneración que dominaban el escenario. Esta actitud acentuó el aislamiento de los socialistas y la resistencia de las masas. En Santa Cruz siempre ha flotado en el ambiente la idea de que los blancoides son una raza superior con referencia a los collas. “Se nos llama extravagantes, nos dicen hasta locos... por nuestras bizarras ideas, nuestro altruismo en favor de los desheredados”, habría expresado uno de los oradores del Partido.

Las seguidores de Adolfo Flores repudiaron públicamente la huelga y “la revuelta” como métodos de lucha de las masas y proclamaron, haciendo suyas las palabras del argentino Dickmann, al parlamentarismo como el único medio de efectivizar “el poderío político” de los obreros y neutralizar su “debilidad económica”. Sin embargo, cuando estalló una huelga de carniceros las autoridades y los portavoces de la derecha se apresuraron en señalar que esa era la consecuencia de la prédica socialista en Santa Cruz.

La dirección y hasta los cuadros medios estaban constituidos por intelectuales y profesionales, pero el Partido Socialista logró arrastrar a las capas más valiosas del artesanado. Este primer ensayo de organización del socialismo cruecño concluyó con la defección de Adolfo Flores, que se hizo saavedrista. Los discípulos se dispersaron silenciosamente.

No se tienen noticias de que el Partido Socialista cruceño se hubiese interesado en coordinar sus movimientos o unificarse con los partidos de izquierda que se movían en otras regiones del país.

Peredo dice que si bien Flores comenzó propagando un socialismo moderado, no tardó en degenerar “en anarquismo, nihilismo y bolchevisnmo”. No ha sido posible encontrar pruebas de esa radicalización y si ocurrió nos parece que fue la respuesta del intelectual aislado en medio de la indiferencia.

Lo que sí es remarcable es la campaña de “El Socialista” contra los abusos que cometían los reenganchadores de peones con destino a las estradas gomeras. En manos de los hacendados los trabajadores eran reducidos a la condición de esclavos. Este hecho es suficiente para justificar la existencia del Partido Socialista en Santa Cruz.

Si bien los intelectuales socialistas abandonaron el escenario, la bandera quedó replegada en manos de los obreros y volvió a flamear cuando éstos se organizaron sindicalmente.

La Federación Obrera del Trabajo de Santa Cruz creyó de su deber llevar hasta el seno del grueso de las masas la voz orientadora de los intelectuales de izquierda. En vísperas de la guerra del Chaco, cuando la FOT estaba timoneada por Elíseo Vaca Franco y Pablo Castro, fue invitado a ocupar la tribuna el universitario de izquierda Federico Jofré.

El orador sostuvo que la causa del malestar social debía buscarse en la desocupación y miseria (productos de la crisis mundial y del latifundismo), y también en la medida represiva llamada “ley de defensa social”. Estaba convencido que la tarea de los intelectuales no era otra que dirigir al pueblo hacía su liberación: “que la clase más capacitada, el organismo joven de la nación mueva al pueblo y lo conduzca al puesto del deber para el resguardo de sus instituciones y para la defensa de sus derechos, imponiendo las formas y procedimientos que respondan a las necesidades del país” 2.

Después de constatar la crisis de los partidos tradicionales de su labor corruptora frente a los obreros, no propone formar el partido obrero, sino la “unión obrerouniversitaria”, a fin de que pudiese realizar una efectiva acción socialista.

Jofré desea algo muy diferente a todas las experiencias pasadas y, por esto mismo, se niega a formular un programa principista, porque dice que una de las debilidades bolivianas es darse programas con y sin motivo. Sin embargo, no puede menos que enunciar una plataforma de reformas inmediatas:

“Que el pueblo trabajador no vea con indiferencia dilapidar los fondos fiscales y repartir el terreno entre los latifundistas y capitalistas”; que el mejoramiento de las condiciones de vida corresponda al progreso industrial; que no se permita vender impunemente el territorio nacional a los países vecinos; impuestos proporcionales y desgravamen de los artículos de primera necesidad; aumento de salarios; “disminuición de la mortalidad infantil y de la criminalidad”; desarrollo del sindicalismo, “organización de comités y centros obrero-universitarios de cultura, educación y resistencia”; ganar bancas en el parlamento, “para librar al pueblo de la expoliación fiscal”; emancipación de la mujer, etc. Considera que Bolivia está madura sólo para una serie de reformas y no así para la revolución social, cuyo advenimiento dice desear vivamente el conferencista. “No es que yo proclame la revolución social, no. No es hora todavía, a pesar de todo. No es hora. Felizmente para esta nuestra desgraciada patria, no lo es. Ella vendrá cuando la clase imperante se obstine en mantener este estado de cosas...”

Sostiene que los obstáculos para la materialización del socialismo son los siguientes:

1.- La falta de sinceridad de los que aparecieron como paladínes del programa obrero, la traición de los jóvenes universitarios que concluyeron alineándose junto a la reacción. 2.- La actitud pesimista de la masa obrera, corrompida por los clubes electoralistas. 3.- La campaña antisocialista del clero. 4.- El que las mayorías no consideran una necesidad la inmediata transformación social.

 

---------

1 José Peredo (Erlando), “El Socialismo”. Artículos publicados en “El País” de Santa Cruz”, La Paz, 1920.

2 Federico Jofré, “La crisis de nuestra democracia y la acción obrero-universitaria”, s. f.

LOS AIMARAS Y LOS QUECHUAS SEGÚN TRISTAN MAROF

 

Mujeres indígenas de Villazón, Potosí (Principios de siglo XX)

Tomado de: La tragedia del Altiplano, de: Tristan Marof.

Antes de la conquista española, lo que hoy se llama Bolivia tuvo otros nombres. Constituía una de las cuatro ramas en las que se dividía el Tahuantinsuyo, o sea el imperio de los Inkas. Estaba poblada casi por entero de quichuas y aimarás, que se diferenciaban por ciertos rasgos étnicos y por su lengua. Los aimarás, que luego fueron sometidos por el ejército del Inka, habitaban el norte del país, junto a sus monumentos históricos de Tiahuanacu, a la orilla del Titikaka, su lago sagrado, de donde emergieron, según la leyenda, los grandes reformadores del Kollasuyo.

Los quichuas se esparcieron hacia el sud y, para evitar las insurrecciones de los aimarás, siempre rebeldes e insumisos, el Inka previsor ordenó formar un círculo de ―mitamaes‖ a su alrededor, vastas pobladas de súbditos que se entremezclaban con los reacios. De esa manera, en el propio riñón aimará, cuyo foco de población actual es La Paz, encontramos hoy día algunas provincias como las de Muñecas, Apolo y otras, habitadas por quichuas.

El calificativo que los conquistadores dieron a los pobladores de América, como es sabido, fué una equivocación. Todos los naturales desde las Antillas hasta el cabo de Hornos, para los españoles, eran indios. El término se hizo general y no se diferenciaba a los caribes salvajes, por ejemplo, de los civilizados peruanos, entre los cuales había una enorme diferencia de mentalidad, de costumbres, exactamente la misma que hubo entre los negros del Africa y los egipcios. En verdad, si reflexionamos seriamente, no hubo en América otra civilización que la de los Inkas en el sur, la de los mayas en el centro y la de los toltecas y aztecas en el norte. Los pobladores de otras regiones se encontraban en un estado muy primitivo. Es importante saber esto, si se quiere estudiar la sociología americana, y no caer en el error muy difundido por propios y extraños, de confundir el indio guaraní [con el] araucano, o caribe con el quichua o el aimará, mentalmente superiores, organizados en pueblos, con sus leyes, sus filósofos, sus poetas y sus funcionarios responsables, mucho antes de la conquista.

Los quichuas y los aztecas formaban imperios enormes, tenían leyes, conocían el arte, y su afán civilizador se extendía hasta las tribus atrasadas y bárbaras que vivían nómadas en los bosques de América.

Sería inútil en este estudio, agregar el testimonio de los cronistas españoles para fortalecer nuestro juicio. Quien desee penetrar en la historia admirable de estos pueblos, puede acudir a Prescott, a Cieza de León, a Herrera, a Garcilaso de la Vega y, por último, buscar en el archivo de Indias los documentos de Ondegardo y Sarmiento. Pero lo que nos interesa, hoy día, es considerar la situación social de los pobladores indígenas que habitan Bolivia y Perú.

Aimarás y quichuas constituyen dos ramas étnicas diferenciadas. El aimará es bajo de estatura por lo general, ancho de espaldas y de pecho; miembros cortos y pómulos del Asia; nariz aplastada y ojos japoneses. Su contextura física fuerte y su temperamento igualmente.

Raza guerrera y batalladora, más tenaz que el quichua, pero tal vez menos sensible y menos artista. Le gustan al aimará las artes mecánicas y siente un gran atractivo por las armas de fuego, con las cuales, sabe, le domina el blanco. Le interesan los inventos modernos y siente verdadero interés por la electricidad, la química y los cálculos. Excelente comerciante, recorre distancias enormes vendiendo sus artículos y haciendo permutas. Solamente él sabe lo que vende. Baja y sube sus montañas, y no se confía a nadie si no es de su propia raza. Hosco, huraño, poco sociable: he aquí sus defectos. Misántropo, la soledad es su mundo. Sus mejores amigos, los cóndores y los huanacus. Menos sumiso y, no obstante, más explotado que el quichua, vive en el altiplano trabajosamente. Ninguna raza podría vivir a tanta altura y soportar como él las durezas del clima. Su alimento frugal consiste en un poco de maíz, unas patatas heladas y quinua. La tierra inclemente y fría no tiene verdor, y su entraña miserable apenas le proporciona míseros alimentos. Algunas ocasiones, en las largas caminatas, se alimenta de tierra salitrosa y durante meses y aún años no prueba carne, a pesar de que posee rebaños de ovejas y llamas. Se contenta con trasquilarles la lana, con la cual se fabrica vestidos. Es indudable que la coca significa para él un elemento importante en su vida. Mascando las hojas de este vegetal puede trabajar sin fatiga, caminar distancias increíbles y aniquilar su apetito. Es posible que su pasividad se deba en parte a este alcaloide.

Su vivienda es miserable y consiste ella en un rancho pequeño, las paredes de barro y el techo de paja. No conoce absolutamente el más elemental confort ni se ven en su casa sillas, mesas ni camas. Duerme él y su familia en promiscuidad, sobre pellejos de oveja o de cabra, cubierto con mantas de gruesa lana, policromadas. Sus rebaños, si es ―rico‖, consisten en unas cuantas docenas de ovejas o de llamas. Otros no poseen nada, y viven de lo que les produce el pedazo de tierra que cultivan. Regularmente pasan hambre y la mortandad de las criaturas acusa uno de los más altos porcentajes entre los países de América.

El quichua es de facciones finas y atildadas; nariz aguileña y ojos negros, cabello lacio y, por lo general, ojos ligeramente oblicuos. Su contextura física difiere de la del aimará, así como su carácter. El quichua es delgado, espigado y de maneras amables y pacíficas. Excelente diplomático, confía la resolución de los asuntos más difíciles a su palabra y a sus razonamientos, y, cuando éstos no bastan, recurre a otros más sutiles y complicados. Sabe simular y sonreír, disculpa los errores, contemporiza con los males irremediables y es menos levantisco y alzado que el aimará. Se acomoda con mayor facilidad al blanco y llega a captarlo con su dulzura y bondad. En cuatro siglos de dominación, el indio se ha rehusado a aprender el castellano; el blanco ha aprendido el quichua.

En las dos razas indígenas, no obstante, hay un sentimiento de clase bien definido que se exterioriza cuando estallan las insurrecciones del campo. Basta la más mínima chispa para encender la campaña y convertir a los pacíficos labradores en rebeldes intransigentes. El sueño que alimentan ambas razas es la reivindicación de sus tierras, y, cualquiera que les hable con autoridad en este sentido y les haga ver posibilidades inmediatas de lucha, logra sublevarlos. La burguesía boliviana comprende perfectamente cuál es el punto neurálgico de su sistema social, basado en la más completa sumisión, y evita por todos los medios preservar la agitación entre los campesinos. Las sublevaciones indigenales no son de ayer ni aparecieron con el comunismo actual. Son tan viejas como su misma esclavitud. Todas

terminaron ahogadas en sangre, reprimidas bárbaramente, fusilando a los caciques, ametrallando pobladas enteras. Quien desee enterarse de estos crímenes colectivos del gobierno boliviano no tiene que tomarse otro trabajo que leer las crónicas de los mismos diarios de Bolivia. La última insurrección indigenal en el departamento de Potosí, durante el gobierno de Siles, costó más de doscientas vidas. El ejército boliviano ejercitó la puntería de sus armas modernas en los cuerpos de hombres, mujeres y niños. ¡Los lanceros hicieron magníficas proezas y derrotaron completamente a los pobres indios armados de palos!

El error de los indios, indudablemente, ha sido levantarse contra la autoridad o simplemente reclamar sus elementales derechos, sin estar provistos de armas suficientes y de una buena organización. Supliendo estas fallas, uniendo sus reivindicaciones a las de los mineros y formando un frente común, es posible el éxito.

LUIGI BALZAN Y SU VIAJE DE LA PAZ A LOS YUNGAS

 

Fotografía tomada en la región de los Yungas, en La Paz Bolivia. (Circa Aprox. finales del siglo XIX)

Compartimos nuevamente un fragmento del diario de viaje del italiano Luigi Balzan.

Y vuelvo a mi viaje. Cuando se parte de La Paz a los Yungas49 , se toma un camino que bordea la montaña, ladera; se sigue así por algún tiempo después se atraviesan pequeñas pampas, se pasan algunos riachuelos y se llega después de algunas horas a una pampa en la cual existe una pequeña laguna alimentada de un río, el cual se atraviesa y se sigue subiendo de manera inperceptible pero se sube.

El camino no sería feo pero las continuas lluvias del verano lo dejan en tal estado, que en algunos lugares en una especie de pampa hay que abandonarlo y dar grandes vueltas para no quedar enterrados en el fango. En la llanura no hay ningún árbol ni arbusto.

Llegando a la pampa de la laguna, empieza una subida en zig-zag no muy larga que conduce al paso de la cordillera, a cuya izquierda se oye el murmullo una graciosa cascada. El punto se llama precisamente Alancha que en aymará quiere decir "cascada". Hasta allí y por toda la pampa nos acompañó una buena nevada. Mi barómetro indicaba 4.500 m.s.n.m. al llegar al paso.

Después del paso se entra en una cañada o quebrada llena de nubes, profunda y cerrada por las laderas de la alta montaña. Ya no nevaba pero llovía fuerte. La bajada, de escalones angostos y muy pendientes, estaba en muy mal estado por las lluvias. A cada rato se encontraban arroyos y pequeños torrentes y de cuando en cuando, si se abrían las nubes, aparecían las montañas de la derecha altísimas y tan pendientes que parecían que querían caer a cada momento sobre el incauto pasajero. Desde lo alto se precipitan sutiles cascadas que parecen hilos de plata. Se sigue un camino por los lados de la montaña o ladera hasta llegar a una bajada en zig-zag con flores y un poco de vegetación. Terminada la bajada se encuentra una hostería miserable llamada Pongo.

Recuerdo algunas compuestas y crucíferas, un Tropaeolum a hojas lobuladas y una enredadera con flores rojizas acampanadas. Durante el viaje, había observado cultivos de patatas, a menudo en lugares muy escarpados. Encontramos muchas recuas de asnos y llamas que venían de Yungas cargadas de coca y otras llamas libres y apacibles. Encontramos también un funeral de indios: habían muchos hombres al lado del camino que estaban cavando una fosa en silencio y mascando coca.

Entramos en el patio de la hostería de Pongo. Me abrieron una habitación en la cual había sólo una cama de madera con listas de cuero. Puse en la habitación mis baúles. El indio encargado de la hostería preguntó al arriero cuánta cebada quería para la mula; él respondió que no pensaba comprarla entonces vino a decirme que no podía prepararme la cena porque el arriero no quería comprar cebada. Lógica sublime! Tuve que demostrarle que mi estómago no tenía nada en común con la de mi cabalgadura. Se convenció y me hizo preparar una especie de sopa.

El barómetro señalaba alrededor de 3.600 m. así que habíamos descendido 900 m. imperceptiblemente.

El día 2 de marzo partimos a las 7 a.m. Se baja hasta otra hostería llamada Unduavi, de allí se bordea un río que me dijeron se llamaba río Unduavi. Noté que había ya una buena vegetación; mimulus amarillos y una flor blanca muy parecida, incluso en la planta a la Cineraria. Habían bellísimos colibrís con plumas largas en la cola que creo son de la especie sapho.

A poca distancia están dos casas donde se paga el derecho de pasaje50 para entrar a Yungas. En ese punto la vía se bifurca; una, la de la derecha, continúa recta y va por la orilla derecha del río Unduavi hacia Irupana, pueblo de Yungas; y la de la izquierda, empieza a subir hacia Coroico, otro pueblo de la provincia de Yungas a cuyas cercanías yo me dirigía. La subida del camino que yo tomé es de una legua de largo y no muy cómoda en ciertos puntos. Aquí empiezan los árboles y cerca de la cima helechos semi-arbóreos.

En la cumbre hay una gran cruz y en la base trozos de piedra pizarra negruzca acumulados verticalmente y esqueletos de animales, especialmente de mulas. Durante el camino vi a menudo, sobre todo en los sitios peores, las mismas piedras pizarra clavadas en los huecos de las rocas, me dicen que esta es una costumbre de los indios y lo hacen para distraer los ojos y que así no les invada el cansancio por el camino.

Nos detuvimos en la cima y vi llegar varias recuas de asnos y llamas. Los indios que las conducían se quitaban el sombrero y me pareció decían oraciones mientras caminaban. La bajada era larguísima y poco cómoda por la gran cantidad de piedras que obstruyen el camino. La hice a pie bajo una fuerte lluvia

La vegetación es estupenda, árboles de copa alta, helechos arbóreos, altísimos, zarzas, un amaranto igual a los que tenemos y se ven apetitosos y tordos, un arbusto cubierto de magníficas flores color carmesí, una especie de bambú, musgos, hongos verdosos que parecen conchitas, culantrillo, una planta herbácea de flor roja parecida a la digital y una graciosa violeta con flores con pétalos blancos y violeta en el centro.

La lluvia continuaba y se veían en todas las puntas de los cerros cascadas y arroyos algunos de ellos bellísimos. Las gotas de lluvia, cayendo desde lo alto al borde del camino hacían vibrar las hojas de los helechos y los musgos que habían debajo en fin, un espectáculo estupendo.

La montaña por la que se asciende y después se desciende y el camino mismo llevan el nombre de Sillutincara que significa en aymará "capirotazo" es decir el golpe que se da con la uña del medio y del índice haciendo sonar uno de los dos dedos con el pulgar. Tal vez lo llaman así porque las piedras del camino arruinan las uñas de los animales.

En la cumbre mi barómetro indicaba alrededor de 3.450 m.

Terminada la larguísima bajada que bordea profundos precipicios que no se ven por la frondosa vegetación, se sigue por una ladera y después de varias vueltas de dulce descenso se llega a una hostería montada sobre el camino que se llama Bella Vista. Se dominan desde allí varias montañas cubiertas de bosques y se oye en el fondo el rumor de un torrente que no se lo ve por la estrecha red de plantas. El barómetro indicaba 2.100 m.

Llegamos a la hostería a las 3.30 p.m. Me hospedé en una habitación con la cama igual a la de Pongo y me sirvieron la misma sopa. Desde por la mañana estábamos ya en la provincia de Yungas.

El día 3 de marzo partimos a las 7 a.m. Se va por un caminito más bien estrecho entre terrenos que desde poco antes de Bella Vista, están cultivados de bananos; después se empiezan a ver plantas semi-salvajes de café y naranjos. El camino bordea siempre la montaña y desciende lentamente hasta las orillas de un bellísimo torrente rodeado de bosques que creo se uno de los afluentes del río Coroico. Allí se encuentra una cabaña no muy fea que pertenece a la finca de los Sandillani. Después y sobre la ladera de Huancani hay una pequeña aduana del mismo nombre donde se recolectan los derechos de exportación de coca de los Yungas. Las faldas de los cerros son boscosas pero no tanto como en la bajada de Sillutincara ni la vegetación es tan lujuriosa. En las torrenteras rumorean cascadas y arroyos que invaden el camino a menudo. Al lado de éste crecen plantas de café, naranjos y algún árbol de cacao, abajo caña de azúcar en algunas planicies formadas por el río.

A un cierto punto se encuentra una fuerte pendiente que se llama tuncajenta que en aymará quiere decir "diez vueltas". Al final se pasa por un alto puente de madera que esta sobre un impetuoso y pintoresco río que baja encajado entre las montañas, es el Chajro que entra por la orilla derecha en el futuro Coroico.

Siguiendo por la ladera está la finca Guarinillas donde varias casas están agrupadas a los dos lados de la vía. Se pasa después por un rústico puentecillo sobre el río Elena que es otro arroyo afluente del futuro Coroico. De allí se sigue por una ladera hasta un descenso que conduce al puente colgante con dos cables de fierro sobre el río Yolosa. Allí hay una pequeña playa plana llamada la pampa de Yolosa. Encontré en esta pampita una cosa de la que me había hablado el amigo Germain, es decir una infinidad de mariposas, especialmente amarillas y también azules sobre el orín de las mulas. En esta pampa los arrieros y fleteros que vienen de La Paz se quedan los sábados con las provisiones que llevan a Coroico. Baja entonces la gente del pueblo que compra allí todo lo que hay de bueno y lo revende en el mercado a precios muchos más altos. La autoridad parece que quiere intervenir para terminar con tales monopolios.

De la pampa de Yolosa empieza una fuerte subida, fea y con grandes piedras que lleva hasta el pueblo ascendiendo alrededor de 900 m. A menos de un tercio de la subida se encuentra una planicie con dos o tres casuchas y a la izquierda hay una laderita estrecha y casi toda cubierta de hierbas que conduce a San Gertrudis donde yo me dirigía. El perfil del monte por el que corre la ladera es boscoso y muy rípido, en ciertos puntos casi vertical y termina en el lecho del río Grande o Coroico que se lo oye correr y a menudo se lo ve entre los árboles. Noté entre éstos un inmenso Cereus y entre la hierba una planta de Vainilla aromática. La ladera es cada vez más difícil. Frecuentes derrumbes la vuelven muy peligrosa, ya que la mula debe pasar por un caminito hecho sobre las piedras del derrumbe mismo habiendo al otro lado un precipicio desnudo sin árboles. Más o menos a la mitad hay un tortuosa bajada para después seguir por una ladera casi plana.

Todo parecía ir bien en este mal camino hasta que encontramos tres piedras que la bloquearon completamente. La mulas las sobrepasaron fácilmente pero el caballo criollo que el arriero me dio a montar desde hacía dos días por ser más seguro, quiso pasar por el borde del barranco. De improviso sentí que me faltaba el suelo y caímos; no se cómo me encontré sentado sobre la tierra a diez metros de la cuesta, por suerte, frenado por unos pocos arbustos y con el caballo encima. Este era tan mezquino que le di un empujón para que vaya a resbalar por su cuenta, pero él también encontró un árbol que lo paró a pocos metros. Yo quedé solo y resbalé todavía un poco hasta encontrar un arbusto donde poner el pie y esperé.

Apareció entre las plantas del borde del camino el arriero mascullando 51: Jesús, María!. Le grité que no me había hecho nada y que viera si el caballo estaba sano. Entonces él bajó agarrándose de los troncos y por una sendero oblicuo pudo sacar al caballo que también estaba sin daño. Era mi turno: yo no podía moverme porque si perdía aquel punto de apoyo resbalaba aún más, cayendo perpendicularmente varios metros. Tenía un arbolito muy cerca pero era palosanto, el cual al mínimo movimiento se cubre de hormigas terribles por sus picaduras. Pero al final el arriero, sosteniéndose con los arbustos me remolcó con su poncho hasta el camino.

Continué a pie porque tenía suficiente del caballejo criollo! Encontramos muchos derrumbes pero finalmente llegamos al río Coroico después de una breve bajada llena de barro, piedras y huecos. El río corre con ímpetu entre las montañas. Hicimos pasar las mulas, una a una, sobre otro puente suspendido por cables de fierro en mal estado. Este oscila más que el anterior y un día u otro el puente se va con el río si no lo reparan.

Y aquí es oportuno decir algo sobre los caminos de Yungas. Es indudable que la pobreza de Bolivia depende en gran parte de la falta de vías de comunicación buenas y cómodas. Si por lo menos mantuvieran en buen estado aquellas que existen, cosa que aquí costaría bastante poco porque el trabajo se paga poquísimo y con poco gasto se podrían mantener algunas cuadrillas móviles.

Recuerdo que en la subida, poco antes de la cima del Sillutincara, encontramos un tronco de árbol atravesado sobre el camino; apenas se podía pasar. También hay mulas muertas que asustan a las vivas a cada momento. Por las laderas de Huancani encontramos un derrumbe en el que había un tronco atravesado de en el sendero hecho por las otras mulas que tuvimos que descargar las bestias y pasar los baúles a mano. Y nadie se ocupa de echar las mulas muertas al barranco, ni de levantar el tronco, etc. etc. Una vez pasado el peligro y se deja el trabajo para el que viene detrás!.

En fin, pasando el puente se hace una breve pero horrible ladera llena de barro, piedras y derrumbes hasta llegar casi al nivel del agua del río Coroico y se bordea su orilla izquierda. Algo más allá se vadea el pequeño río Yarisa que entra por la misma orilla izquierda al Coroico y se empieza a subir nuevamente entre bosques y campos cultivados de caña de azúcar y coca, de la que se siente un fuerte olor.

Monté de nuevo sobre una mula y llegué así a una explanada donde hay una finca con mucho café llamada Santo Domingo. Pocos cientos de metros más allá hay otra finca llamada Chij-chipa con algunas casuchas y una capilla sobre una pequeña plaza. De allí, hay una subida llena de barro, después se baja un poco hasta un arroyo y desde allí se empieza a subir otra vez.

El barro es verdaderamente intransitable. A un cierto punto tuvimos que bajar de la mula, un poco más allá tuve que abandonarla en el barro para llegar a la cima de la colina donde encontré muchas casas y una capilla. Yo creía que había llegado en cambio estaba en Mururata, vice-cantón de Coroico donde se veía al frente en las faldas de la otro cerro, San Gertrudis.

Esperé en vano las mulas con los baúles que había dejado atrás. Sin embargo dos horas más tarde llegó a buscarme un negro 52 RJC de San Gertrudis porque yo había mandado una carta. Lo mandé a buscar mi mula y las otras cargadas pero volvió una hora después conduciendo la mía y diciendo que aquellas con la carga no podían seguir. Aunque estaba mojado y enfangado yo pensaba pasar la noche en Mururata pero el negro no quiso diciendo que tenía orden de conducirme a San Gertrudis. No me quedaba otra cosa que obedecer.

Y así, alrededor de las 9 p.m. emprendimos el camino con una noche oscura. Yo caminaba agarrado de la mano del negro, quien arrastraba la mula que no me dejó montarla bajo ninguna condición. Bajamos la colina del Mururata por una pendiente a zig-zag con mucho fango pero sin problemas. Llegados abajo, vadeamos el pequeño río de San Gertrudis e iniciamos la subida de la colina del mismo nombre, en cuyas faldas esta la finca. Finalmente a la 9.45 p.m. llegué todo mojado y enfangado tomé un café y me fui a la cama. La mañana del 4 de marzo mandé algunas mulas y hombres en auxilio y llegaron a las 10 a.m. con mis baúles cubiertos de barro.

Y aquí pongo punto reservándome el describir en otra de mis cartas estos lugares y hablar del cultivo y cosecha de la coca.

Devotísimo,

Luigi Balzan.

---------

49 Región de los valles calientes de la vertiente andino oriental que se especializó a partir de la Colonia en el cultivo de la coca y de frutas.

50 Los caminos bolivianos eran sometidos a un régimen de peaje como de aduanas interiores.

51 Mascullar: se trata de la costumbre de consumo de la coca.

52 Una pequeña población de origen africana (27.941 en 1846, según Dalence, y de sólo 3.945 en 1900 según M.V. Ballivían) desciende de los antiguos esclavos de la colonia. Esta población fue liberada con la independencia y se instaló en las regiones de los Yungas en La Paz, para dedicarse a la agricultura.

Fuente: MEMORIAS Y RELACIONES VIAJE DE LUIGI BALZAN - 1890-1892 Desde Asunción hasta Villa Bella y retorno.


ORUREÑOS ENLISTADOS PARA IR A LA GUERRA DEL CHACO

 


Oruro, durante los años que duró la Guerra del Chaco, fue también contagiado por el sentimiento de profundo patriotismo que emergía de todos los rincones del país, y pese a que sabían que les esperaba un viaje difícil, antes de llegar al campo de batalla, y otro al permanecer en él, muchos muchachos orureños partieron al frente de batalla; alentados por el deseo de defender la patria, los reclutas se embarcaron en los vagones del tren con la firme intención y la esperanza de volver victoriosos.

El aviso de convocatoria a todas las clases que voluntariamente deseaban enrolarse a las filas del ejército, ponía las siguientes condiciones: Los cabos y sargentos egresados de las filas del Ejército que hayan tenido buena conducta o capacidad de comando serán aceptados como instructores en las reservas que se organizan, la capacidad de los inscritos deberá ser comprobada con la Libreta de Servicio Militar u otro documento; los sargentos y cabos aceptados percibirán el haber mensual de 60 bolivianos con opción a la ropa interior y el uniforme, para los sargentos de 40 bolivianos con la opción de ropa interior y también uniforme; las inscripciones se realizaron en la secretaría de la Comandancia de la Primera División.

Uno de los avisos militares de la época, anunciaba la disposición del Estado Mayor General, donde los conscriptos del año 1933, no se presentarían de inmediato, pues oportunamente se les haría conocer la convocatoria respectiva, mientras tanto todos los conscriptos del indicado año debían permanecer en sus hogares.



RESERVISTAS

Fueron incorporados al Ejército por Orden del Estado Mayor General, los reservistas de servicio auxiliar: Dr. Benigno Guzmán Bozo, Dr. H. Prado Barrientos, José E. Peña, distribuidos en distintas reparticiones militares, asimismo, los señores Hernán Cortéz B., Luis Rodolfo Vizcarra Urquidi, Enrique Cárdenas Condarco y José Gonzales.

Marcharon también varios ciudadanos que desempeñaban labores administrativas dentro la sociedad orureña, como Don Luis Humberto Beltrán, especializado en el manejo de mortero, arma de artillería utilizada por el Regimiento Camacho; además el jefe de la Policía de Seguridad de Oruro, que durante la contienda fue herido en la parte dorsal, lo que le imposibilitó caminar.

También se incorporaron otros orureños como Arsenio Pinza Polar, redactor del Diario de la Mañana; Gilberto Rojas, el mayor compositor de la historia del país, destacándose en la contienda; Luis Mendizábal Santa Cruz, periodista, poeta y escritor quien retornó herido de bala y recibido por una multitud de paisanos; Luis Llosa Beckrich; Capitán Arturo Valle Peralta, cuyo avión cayó en el Fortín Toledo en un bombardeo.

El recordado aviador Rafael Pabón, que junto su observador el subteniente orureño Mario Calvo caen derribados en el sector de la florida, entre tantos otros nombres que se pueden destacar.

Los religiosos de la Orden de los Padres Franciscanos también fueron a la guerra, en el campo de batalla fueron muy útiles curando a los heridos; y otro hecho curioso es la participación de los integrantes del conjunto folklórico Morenada Cocanis, quienes se enrolaron para marchar al frente, dejando a Oruro sin su Carnaval durante la contienda.

Estos fueron algunos hechos que marcaron el periodo de reclutamiento de orureños, en la contienda bélica del Chaco, muchos de estos nombres recordados, no solo por su participación en la guerra, sino por el aporte realizado durante su vida desde diferentes ámbitos.



- Extraído del libro "Oruro en la Guerra del Chaco" de Elvira Cárdenas Román.

 

DEBATE DE LA MUERTE DEL CAP. WALTER KHON

 

Walter Kohn 

Estos dos escritos se publicaron en el foro: Memorias de La Guerra del Chaco, el 16 y el 20 de julio de 2022, por su autor, Miguel Baez Presser. / https://www.facebook.com/groups/mdchacop

 

Walter Khon (el único héroe tanquista): Lo mataron 2 veces

Km=Kilómetros Gral=General Cnel=Coronel Tcnel=Teniente Coronel My=Mayor RI=Regimiento de Infantería Cmdo=Comando JEM=Jefe de Estado Mayor DI=División de Infantería CE=Cuerpo de Ejército GM=Guerra Mundial

La situación

La 1ra muerte de W Khon: En Saavedra el 27-12-1932. Manejaba un blindado, por el exceso de calor salió del tanque, con coraje y pistola ametralladora en mano se abalanzó sobre las trincheras paraguayas. Lo mató una ametralladora pesada paraguaya. Tuvo una muerte heroica.

La 2da muerte de W Khon: Cual extraño sortilegio, ocurrió en Nanawa el 04-07-1933. Manejaba un tanque y muere en él, lo mataron unos foristas. Con esta muerte sin grandeza: Le sacan el privilegio de ser un héroe boliviano.

¿Quién era Walther Khon?

Walter Khon, era de nacionalidad austriaca y ex oficial de los ejércitos imperiales de Austria en la 1ra GM, donde llegó al grado de Cap. de Artillería.

Meses antes de la guerra, su novia y un amigo habían sido encontrados muertos en el pueblo de Zongo. Khon, condenado a prisión por delito de asesinato, obtuvo libertad provisional para salir de la cárcel al ofrecerse de voluntario para concurrir a la campaña del Chaco.

Ya en el Chaco, sabemos que:

13-10 13:00h Del Cmdo. del 1er CE boliviano (Cnel. Peña) en Muñoz al Cmdo. de la 4ta DI en Arce:

“Los 2 tanques deben quedar en esa”.

16-10 10:25h Volando a muy baja altura aparece un avión boliviano y se pone a describir círculos sobre la zona entre Arce y Tejerina, explorando el bosque y el campo: Era el avión pilotado por el Tte. Valle que, teniendo como observador al Cap. W Khon, estaba levantando un croquis del sector.

17-10 15:30h Del Cmdo. del 1er CE boliviano (Cnel. Peña) en Muñoz al Cmdo. de la 4ta DI (Cnel. Peñaranda) en Arce:

“Mañana en la tarde aterrizará en ese avión para recoger observador Khon y colaborar reglaje de artillería. Debe Ud. aprovechar de él para enviar informe que se le pide, el oficio que no pudo ser recogido hoy, las relaciones de oficiales y todo documento que crea conveniente”.

NOTA: Esta orden indica que el Cnel. Peñaranda conocía a W Khon ya que debía entregarle los documentos para el Cnel. Peña.

17-10 00:20h Del Cmdo. del 1er CE boliviano (Cnel. Peña) en Muñoz al Cmdo. de la 4ta DI (Cnel. Peñaranda) en Arce:

“Apruebo plan defensa remitido con su oficio sin número de fecha hoy con observador Khon, en todas sus partes remarcando que se ejecutará solo en caso extremo. Khon viajará esa para continuar trabajos posiciones con misión particular dirigir trabajos de limpieza y ampliación pista aterrizaje…”.

19-10 07:00h Se presenta el avión pilotado por el Tte. A Valle, acompañado del observador de artillería Cap. W Khon, que con señales convenidas ayuda a reglar rápidamente el tiro de la artillería boliviana.

20-10 El Cap. observador W Khon debía llegar a Arce para dirigir trabajos de ampliación y limpieza de la pista de aterrizaje a fin de permitir llegar allí los aviones Lloyd y trimotores, para lo cual se le debía entregar 100 hombres cada día.

25-10 El Cnel. David Toro, JEM del 1er CE, envió al Cap. W Khon para iniciar los trabajos a fin de ocupar las posiciones del Km 7 de Saavedra.

Días después, el Cap. W Khon es nombrado miembro del EM de la 4ta DI.

08-12 Parte del Cnel. Peñaranda, Cmte. de la 4ta DI boliviana:

“El tanque actuó en el ala izquierda con resultado satisfactorio”.

11-12 15:30h Comunicado del Gral. Guillén, Cmte. del 1er CE boliviano, desde Muñoz:

“Ha llegado el momento de hacer un buen empleo del tanque para efectuar sondeos de reconocimiento sobre las islas situadas frente a nuestras posiciones, haciendo acompañar con fuertes patrullas de infantería que avancen detrás de él y ocupar dichas islas, quedando como puestos de vigilancia adelantados, siempre que se compruebe que se hallan libres de paraguayos”.

11-12 22:00h Informe del Cnel. Peñaranda:

“El tanque operó con una sección del RI Campos, habiéndose internado dirección las islas del norte manteniendo un combate con fuerzas superiores por 30 minutos habiendo conseguido hacer bajas de consideración a los paraguayos”.

La Batalla de Saavedra del 27-12-1932

Nosotros, los bolivianos, no podíamos quedar atrás ante los paraguayos, si ellos cometían errores, teníamos que demostrarles que, para ellos, nosotros estábamos como mandados a hacer, así fue como incurrimos en el más grande disparate comentable al haber lanzado nuestras tropas al desgraciado ataque del 27-12-1932.

¿Dónde nació semejante disparate? ¿En qué mente se gestó semejante aborto militar? ¿En qué momento de insania o delirio se proyectó semejante suicidio colectivo? Nadie lo sabe. Todos los autores y coautores se esconden detrás de las órdenes y de las contraórdenes que se daban con profusión y mañosamente para que al final no se supiera quién era el responsable de semejante barbarismo militar. Unos culpan al Gral. Kundt, que en esos días se hacía cargo del Cmdo. en Jefe, otros dicen que la orden se originó en el Cmdo. del 1er CE y por último parece que el Cmdo. de la 4ta DI procedió a su manera.

Para la ejecución de este temerario ataque hubo una orden rara del Cmdo. del 1er CE, que, en resumen, ordena y no ordena el ataque, dice que lo hagan y que no lo hagan, o que ataquen hasta por ahí no más. En fin, sería largo y penoso seguir razonando sobre esto que no tiene sentido ni razón y para abreviar, paso a narrar los episodios de aquella cruenta batalla, como testigo presencial y subordinado combatiente.

25-12 18:00h Los soldados paraguayos se hallaban a distancia de asalto (50mt) de nuestra línea defensiva de Km 7. Más tarde, aprovechando la tregua de Navidad se retiran sin mayores molestias ya que en otras circunstancias hubiera sido muy difícil su desprendimiento sin grandes pérdidas.

26-12 El Cmdo. de la DI dispone el avance de fuertes fracciones de reconocimiento, las que con pequeño esfuerzo se apoderan de las islas de bosque situadas casi en el centro de Campo Jordán. Los paraguayos siguen retirando sus fracciones adelantadas y concentran sus efectivos en la principal línea defensiva, 3km atrás. Es posible que el Cmdo. divisionario nuestro creyera que esa retirada mañosa, era una corrida y prepara para el día siguiente la realización del descomunal ataque a las fortificaciones enemigas. De las islas anotadas anteriormente hasta la línea enemiga distaba más o menos 2,5km, de campo completamente descubierto, en el que no se encontraba ni un pequeño arbusto para la protección; la paja brava en algunos lugares de ese campo de muerte, llegaba casi a cubrir a nuestros soldados, sirviendo como magnífica referencia para señalar exactamente su avance. Terreno arenoso, que al influjo de los rayos solares llegaba a la calcinación.

27-12 La hora fijada para el ataque era la de las 06:00. No se sabe por qué razón se postergó hasta las 09:00h y así en la víspera de los Santos Inocentes, sin reconocimiento previo de las posiciones enemigas, echando a un lado la astucia y la sorpresa, el cálculo numérico y toda otra consideración que aporte alguna probabilidad favorable, engañados como niños, nos dejamos arrastrar hacia aquella descomunal y fiera batalla. El puesto de combate del Grupo de Artillería había sido instalado en la Isla Cortada, que quedaba justo al centro de Campo Jordán, por la que pasa el camino Saavedra-Alihuatá cortándola en dos partes, de ahí su nombre. De manera que, desde la cima de uno de los árboles donde se había instalado el binocular de antenas, se podía dirigir el tiro con toda precisión y seguir todas las incidencias del combate en sus menores detalles, y he aquí lo que vimos e hicimos.

La muerte del Cap. Walter Khon

Nuestra ingenua locura comenzó con el ataque a las 09:00h, cuando el sol estaba alto y quemaba hasta los tuétanos. A esa misma hora apareció un tanque, que, tal vez, fue el causante para marcar la absurda hora del ataque; esta máquina infernal aunque algo vetusta, parecía que iba a ser el desiderátum de la situación, porque avanzaba salvando todos los obstáculos y las balas enemigas rebotaban de su blindaje como "peladillas de arroyo". Avanzaba por el centro de este campo de Agramante, arrastrando bajo la protección de su mole a los soldados de una compañía del RI 3 Pérez. Pero la mala fortuna hizo que su conductor el Cap. Walter Khon no pudiendo soportar por más tiempo el tremendo calor o por alguna falla mecánica, salió enloquecido abandonando la máquina algo más allá de la Isla Cortada.

En ese momento y circunstancia, conocí a este personaje de leyenda, que algún tiempo antes, había concentrado en su persona toda la atención del pueblo boliviano, por sus percances novelescos vividos; valiente hasta la temeridad, resuelto hasta la admiración, con nobleza y sencillez tomando su fusil ametralladora, me dijo:

- "Mi My., ahora vamos a pelear como en Europa; lo único que deseo es que Ud. acompañe mis movimientos y mi avance con la protección de su artillería; para marcarle la línea más avanzada en la que yo me hallaré, llevo este espejo colocado en la nuca a fin de que Ud. pueda abrirnos el camino con sus fuegos".

Nos despedirnos y ante tanta resolución y nobleza, abracé a este bravo deseándole buena suerte.

Para mí fue una novedad esta manera de marcar la situación exacta de la progresión del avance de la primera línea y es así, que, con la Batería Velarde, pude apoyar ese avance suicida. El espejito, cuyos reflejos entraban de lleno en las antenas de mi anteojo y que me ayudaba a escalonar distancias, un momento después ya no apareció más, KHON EL VALEROSO, KHON EL TEMERARIO, había sido acribillado por una ametralladora pesada. Murió románticamente por su "amada inmóvil" y por la patria grande del universo. ¡Gloria Victis!

El fin de la batalla

Avanzaban nuestras huestes en cumplimiento del deber, bramaban los cañones apoyando a los infantes en su loco intento de asaltar las posiciones enemigas, reptando con el vientre pegado al suelo, cada salto de no más de 4mt arrojaba un elevado porcentaje de bajas, las ametralladoras enemigas con fuegos cruzados, no permitían el menor movimiento; los collas valientes y temerarios avanzaban sin importarles mayormente la vida, que la habían entregado a la Patria, desde el momento en que iniciaron el ataque. El campo de avance, estaba virtualmente cubierto de tumbas paraguayas, sobre estos túmulos cubiertos de musgo, resaltaban las cruces de madera y sobre esas sepulturas se arrastraban nuestros soldados protegiéndose de las balas. Nuestros heroicos soldados fatigados y con la lengua afuera, muertos de sed y con la canícula que ablandaba el cerebro, seguían adelante en cumplimiento de lo que ellos habían jurado ¡MORIR POR LA PATRIA!

Llegaron los sobrevivientes hasta la distancia de asalto, más o menos 80mt de los paraguayos y ahí, no había nada más que hacer. ¿Asaltar las posiciones enemigas con la insignificancia de gente que quedaba?, absurda idea; ¿mantenerse en esas posiciones completamente batidas por los paraguayos?, tampoco. Lo único que quedaba por hacer era esperar la noche con el vientre pegado al suelo, para retirarse y así fue en efecto. Costó desprenderse de los paraguayos tanto como habíamos perdido en el ataque, pero a Dios gracias, las tropas que quedaron más o menos un cincuenta por ciento del total, lograron replegarse. El resto quedó en el campo, testigo de tantas desgracias pudriéndose en la intemperie, en el estuoso campo, alumbrado por titilantes estrellas.

El uniforme kaki de nuestros soldados confundido con el color de la paja brava tinta en sangre, al caer el sol dejaba en el espíritu la angustia y la rabia de la impotencia, por no poder aspar a gritos el horror de esta matanza. Quedaban allí cientos de cadáveres en actitudes trágicas y grotescas; los heridos gemían encorvados o permanecían en el suelo junto a sus compañeros que jamás volverían a ver la blanca y luminosa aurora de los Andes.

Los Cmdos. de unidades tácticas y de combate, habíamos puesto nuestra fe y todo nuestro esfuerzo, para llevar adelante esta desgraciada acción, porque en nuestro concepto operativo teníamos la esperanza de que este sacrificio serviría para amarrar a los paraguayos en todo ese frente, mientras operaba el Alto Mando en otra dirección, desarrollando un plan de mayor envergadura; más la triste realidad era otra muy distinta, ya que era solamente una operación aislada, sin qué ni para qué. Una acción fuera de toda norma militar, sabiendo por los partes de la aviación, que los paraguayos se hallaban fortificados en un frente de más de 5km, con tropas escalonadas en su retaguardia, en fin sin ninguna consideración de tiempo y distancia, ni de astucia y sorpresa.

He ahí lo que fue el ataque del 27-12-1932 en Campo Jordán, desastre trágico y bárbaro del cual hasta ahora no aparecen los responsables de tamaño y nefando crimen, cometido a sabiendas, sin disculpa posible, porque la tropa en ese tiempo tenía elevada moral, ya que felizmente habíamos logrado adormecer a Don Chaco. Teníamos la munición necesaria y aún no había el flagelo del hambre y de la sed; esta vez faltó lucidez y cerebro al Cmdo. del entonces Cnel. Enrique Peñaranda.

El informe de la muerte del Cap. Walter Khon

Parte de fin de jornada del Cmdo. de la 4ta DI boliviana al Cmdo. del 1er CE, 27-12-1932:

"1- Paraguayos se encuentran fuertemente posicionados a ambos lados de la desembocadura del camino Alihuatá - Campo Jordán, ocupando frente aproximado de 5km, con numerosas ametralladoras.

2- Ataque no pudo progresar en el centro motivo mayor gravedad defensa paraguaya. RI 50 Murguía tomó por asalto posiciones paraguayas en ala izquierda, abandonándolas por fuerte presión paraguaya. Regimientos Loa y Abaroa irrumpieron posiciones paraguayas en nuestra ala derecha y continúan en posesión de ellas.

3- Actualmente se continúa combatiendo en todos los sectores.

4- Bajas nuestras hasta este momento: Cap. Mariano Arrien, Cap. Walter Khon y Stte. Eduardo Collazos. Oficiales heridos 7. Tropa 192 heridos y muchos muertos.

(Fdo.) Cnel. Peñaranda. Cmte. 4ta DI”.

Conclusiones

El Cnel. Alfredo Peñaranda Esprella, Cmte. de la Batería de Artillería que dio cobertura al avance del Cap. Khon, relata su muerte por la ametralladora pesada paraguaya, el 27-12-1932 en Saavedra.

El Cnel. Enrique Peñaranda, Cmte. de la 4ta DI boliviana, tal lo demuestra el relato conocía personalmente al Cap. Khon. Informó sobre su muerte.

¿Pudo el Cmte. de la 4ta DI equivocarse al comunicar la muerte del Cap. Khon, tanquista al que conocía?

¿Pudo el Cmte. de la 4ta DI equivocarse al comunicar la muerte del Cap. Khon, tanquista que además era miembro del Estado Mayor de su División? (Al ser del Estado Mayor es probable que hasta comieran juntos en la mesa de oficiales).

En la Batalla de Nanawa del 04-07-1933 la Artillería boliviana estaba a cargo del Cnel. Alfredo Peñaranda Esprella. Desde su observatorio de artillería a más de 10mt de altura en un quebracho a distancia de 1.000mt de Nanawa observó toda la batalla con sus prismáticos de artillería. No menciona a su admirado Cap. Khon (muerto meses antes y descansando en paz) en esa batalla.

¿Qué negros designios y obscuras intenciones de algunos foristas hacen que el Cap. Khon, luego de morir acribillado por una ametralladora pesada en Saavedra, vaya a conducir un tanque al Sector Norte de la Batalla de Nanawa el 04-07-1933?

¿Cuáles son las intenciones de algunos foristas, por las que privan al Cap. Khon de una muerte HEROICA (KHON EL VALEROSO, KHON EL TEMERARIO) para llevarlo a morir sin grandeza en un tanque del Sector Norte de la Batalla de Nanawa el 04-07-1933, retirándole su condición de héroe?

Es mi opinión, no es la última palabra, no es la definitiva. Orgulloso de todos nuestros héroes del Chaco.

Agradecimientos: Grales. Roberto Olmedo y Aurelio Burgos B. Cneles. Roque Acosta y Alcides Bento. Tcnel. Diego Torres V. Enrique Dentice. Hermes Gómez G. Santiago Bañuelos. Óscar Gaona. Luís A Mello. Carlos Lombardo. Stella Arza. Rafael L Franco. Hugo Santacruz. VK, Horacio A. Eduardo Pereira. Eduardo Álvarez. Fernando Villasboa B. Maurice Cazorla. Hugo Florencio.

Bibliografía: 1- Don Chaco - Cnel. Alfredo Peñaranda Esprella. 2- La Guerra del Chaco - Cnel. Aquiles Vergara Vicuña.

---------

Walter Kohn (el único héroe tanquista): Tuvo 1 homenaje póstumo, lo mataron 2 veces

Km=Kilómetros Gral=General Cnel=Coronel Tcnel=Teniente Coronel My=Mayor RI=Regimiento de Infantería Cmdo=Comando JEM=Jefe de Estado Mayor DI=División de Infantería CE=Cuerpo de Ejército GM=Guerra Mundial

La situación

La 1ra muerte de W Kohn: En Saavedra el 27-12-1932. Manejaba un blindado, por el exceso de calor salió del tanque, con coraje y pistola ametralladora en mano se lanzó contra las trincheras paraguayas. Lo mató una ametralladora pesada. Tuvo una muerte heroica.

La 2da muerte de W Kohn: Cual extraño sortilegio, en Nanawa el 04-07-1933. Manejaba un tanque y murió en él, a manos de unos foristas. Al morir sin grandeza: Le sacan el privilegio de ser héroe boliviano.

El Cnel. Alfredo Peñaranda, Cmte. de la Batería de Artillería que cubrió al avance del Cap. Kohn, relató su muerte por la ametralladora pesada paraguaya el 27-12-1932 en Saavedra.

El Cnel. Enrique Peñaranda, Cmte. de la 4ta DI boliviana, conocía en persona al Cap. Kohn. Informó su muerte.

El referente de hoy: Cnel. Julio Díaz Arguedas, Historiador Oficial del Ejército Boliviano. De 03-1935 a 1937 fue Jefe de la Sección Historia del Cmdo. Superior del Ejército en Campaña. Colaborando con gente entendida en archivos, fue el encargado de recopilar la mayor información producida durante y después de la Campaña del Chaco. Tuvo acceso a toda la información y documentos sobre la guerra.

El armisticio de Navidad

En esta situación llegaron los días de Navidad, en los que a iniciativa del Su Santidad Pío XI se estableció un armisticio de 24h, durante el cual jefes, oficiales y soldados de ambos ejércitos celebraron en fraternal camaradería la clásica Noche de Navidad dedicando un recuerdo al hogar ausente.

Pero la tregua de Navidad había sido perjudicial para las operaciones en Campo Jordán, pues los paraguayos se replegaron en aquellas 24h hacía el bosque de Alihuatá, desprendiéndose de su rival para atrincherarse a 300mt al sur de la desembocadura del camino Alihuatá-Campo Jordán, a ambos lados del camino con más o menos 5km de frente. Las posiciones adelantadas paraguayas estaban cubiertas con pocas tropas y numerosas ametralladoras ubicadas en las islas y en nidos construidos en los pajonales.

Batalla del 27-12-1932

Para volver a tomar contacto con los paraguayos, el Cmdo. del 1er CE boliviano dispuso que un destacamento de la 4ta DI avanzara en persecución paraguaya hasta establecer el contacto de fuegos. Empero, el Cmdo. Divisionario fue más lejos disponiendo un ataque general envolvente para el día 27, y dictó las respectivas órdenes a las diferentes unidades. Esta determinación la había tomado en vista de la poca resistencia y del repliegue paraguayo con el que había logrado atraer a la DI boliviana.

26-12 Los movimientos de aproximación comenzaron, iniciando su avance el bizarro RI Pérez, que era la unidad de dirección y de contacto y sobre la cual debían reglar sus movimientos las demás unidades de la División, cuyo dispositivo y fraccionamiento fue:

Derecha: RI 4 Loa, RI 2 Sucre y RC 1 Abaroa.

Centro: RI 3 Pérez.

Reserva: RI 5 Campero y RI 19 Tarija.

Izquierda: RI 38 Socabaya, RI 50 Murguía y RI 18 Junín.

Reserva: Una Compañía del RI 27 Chacaltaya.

Todas estas unidades sumaban 3.135 hombres, el efectivo de la 4ta DI era de 3.292 hombres.

El Pérez inició el asalto a la ‘Isla Cortada’, mientras que las otras unidades, apoyadas por algunos tanques, ejecutaron su despliegue, ante cuya presencia las fracciones adelantadas paraguayas comenzaron a replegarse hasta el bosque de Alihuatá, desde donde la artillería paraguaya regló su fuego para batir el campo por donde avanzaba la División boliviana en forma de abanico. Cada regimiento hizo su despliegue y aproximación durante la noche.

27-12 Al amanecer, la 4ta DI boliviana pudo lanzarse resueltamente sobre las posiciones paraguayas mientras ambas artillerías iniciaban un duelo a muerte. A la distancia de 800mt el avance comenzó a hacerse en forma individual ‘infiltrándose’ por entre el pajonal, en tanto que algunos aviones bolivianos surcaban el cielo de Campo Jordán descendiendo hasta 800mt sobre la copa de los árboles para arrojar sus bombas a los sitios ocupados por los paraguayos.

10:00h La batalla se generalizó por todo el frente en forma dantesca, desarrollándose en medio de un ruido ensordecedor producido por los cañones, ametralladoras y fusiles de ambos bandos, al cual fue a sumarse el crepitar de los aviones. En estas circunstancias, el Pérez se había adelantado imprudentemente impulsado por el Cap. Walter Kohn, quien con una bandera boliviana en la mano arrastraba a sus soldados mostrándoles "cómo se pelea en Europa", hasta llegar a la distancia de asalto obligando de este modo al Cmdo. a enviar otras unidades para desprenderlo de los paraguayos, ya que había dispuesto la suspensión del ataque. Kohn murió valientemente, sacrificando empero, alrededor de 200 soldados del Pérez.

Sangrienta y porfiada fue la batalla. Todas las unidades de la división boliviana rivalizaron en valor, atacando a los paraguayos que fuertemente atrincherados, se defendieron furiosa y heroicamente sin ceder. Pues su centro y una de sus alas se mantuvieron firmes: es decir que los regimiento, atacantes no pudieron lograr el envolvimiento por no haber podido tomar contacto entre sí. Como el ataque no había dado el resultado que se esperó, el Cmdo. tuvo que ordenar el repliegue de las tropas hasta sus primitivas posiciones del Km 7, orden que se dictó al atardecer del mismo día 27, disponiendo que el repliegue fuese protegido durante la noche por el RI 22 de Infantería.

28-12 La batalla del 27, en la que los bolivianos perdimos a los oficiales Arrien, Kohn, Collazos y Murguía, juntamente con casi 700 soldados, fue un sacrificio estéril, puesto que no se pudo lograr el objetivo propuesto, causó enormes bajas a los bolivianos, especialmente en el RI Sucre, que fue casi destruido. De ahí que el Cmdo. Superior boliviano dijera:

- "Lamento vidas y sangre sacrificadas y munición gastada sin provecho para situación conjunto en sector 4ta DI. Prohibido por ultima vez ataques dicho frente hasta que se defina situación ala derecha”.

Después de estas acciones, ambos contendores habían paralizado sus actividades en Campo Jordán, concretándose a mantener sus posiciones. La lucha se cristalizó en una guerra de trincheras con las mismas características, la misma fisonomía y casi los mismos episodios de la guerra europea de 1914.

Capitán Walter Kohn Nauss (1897-1932)

Walter Kohn merece la gratitud del pueblo boliviano porque brindó su vida generosamente en defensa de una patria que no era suya, luchando al lado de los héroes bolivianos con el mismo amor y entusiasmo con el que ellos supieron vencer o morir.

Nació en Viena, Austria, el 30-01-1897, en una de las más aristocráticas familias israelitas, sus padres fueron Phillip Kohn e Ida Nauss de Kohn, de la alta sociedad vienesa. Después de brillantes estudios se tituló como ingeniero y cuando comenzaba a ejercer su profesión estalló la gran guerra de 1914 que ensangrentó a Europa. Se enroló en el ejército y peleó en el frente de Italia, en cuyas innumerables acciones de armas se hizo acreedor a que su gobierno le otorgara 5 condecoraciones de gran mérito. Desde soldado raso, fue conquistando ascensos hasta el grado de Capitán.

Concluida la guerra europea, Kohn volvió a su hogar, enlutado ya por el fallecimiento de su padre, y tuvo que hacerse cargo de la joyería que había heredado del padre. Empero, los créditos contraídos por su padre y la mala marcha de las finanzas hicieron que liquidara el negocio y se embarcara para América, tierra que le fascinaba y atraía desde hacía tiempo por sus riquezas y sus leyendas. A principios de 1931, Walter Kohn llegó a Bolivia en compañía de la señorita alemana Lina Grisson, donde su vida fue llena de tragedia y de dolor. Sabiendo de la existencia de minerales de oro en la región de Zongo (La Paz), el desventurado Kohn y la Grisson se encaminaron allá en compañía de un joven alemán llamado Hans Shell.

A Zongo llegaron el 26-04-1931, allí se produjo una tragedia que la justicia no pudo aclarar y que culminó con la muerte de los 2 jóvenes compañeros de Kohn, quien sindicado por justicia y la opinión pública fue procesado y encarcelado. Walter Kohn ocupó desde ese momento la atención de la prensa boliviana, por esa tragedia. Tomaron cartas en ella policía y justicia, al final el proceso se hizo célebre y misterioso.

La madre del infortunado Kohn, dijo al corresponsal de ‘La Razón’ de La Paz, en Viena:

"Mi hijo se dirigió a Bolivia. Lo acompañó su ayudante, señorita Linee Grisson, sobre la que podría dar muchos datos sugestivos; pero a los muertos se los respeta y con esto concluimos este punto. Luego recibí varias cartas de mi hijo, me hablaba de negocios en aquella república. Más tarde supe el crimen en el que se vio envuelto Walter. Al principio no sabía que me sucedía; pero luego, reflexionando con mayor serenidad, pensé que Walter jamás podía llegar a tal extremo y por ello afirmo ahora que él es inocente.

Para afirmar que Walter jamás podía cometer un crimen, diré que el 28 de abril, día en que se dice sucedió el crimen, Walter recordaba religiosamente a su padre porque ese día era el cumpleaños de mi esposo. La sentencia la conozco, me apenó enormemente. No es posible que a un hombre inocente se le aplique una sanción; pero felizmente supe que después de esa sentencia, el proceso pasó a otro Juez o a la Corle Superior de Distrito, estoy segura que allí, con las pruebas que se han recibido, se probará la inocencia de mi hijo".

Dijo el corresponsal:

“Cabe ahora preguntar si Walter Kohn era en realidad un delincuente vulgar o se trataba de uno de tantos errores de la Justicia. Sindicado como autor de un delito pasional, el proceso apenas obtuvo la sentencia de la primera instancia, para morir en seguida en los estrados de la Corle Superior de La Paz”.

Walter Kohn purgaba en la cárcel publica el delito que se le imputó, cuando sobrevino el conflicto del Chaco. Obtuvo libertad provisional bajo fianza y se marchó al teatro de guerra donde tuvo una brillante actuación. Partió el 23-09-1932, y prestó sus servicios unas veces en artillería, otras como observador aéreo; pero su especialidad consistió en su destreza para lanzar bombas desde los aviones de bombardeo.

Murió heroicamente, batiéndose con arrojo desesperado, quizá buscando la muerte, en la batalla del 27-12-1932 en Campo Jordán, donde le hemos visto avanzar con una tricolor boliviana que llevaba en la mano izquierda y una ametralladora Berman en la derecha, poniéndose a la cabeza del RI Pérez que iba a la vanguardia, impulsando con su ejemplo el avance de las tropas atacantes.

“Marchaba de pie, se detenía cada 100mt y disparaba una ráfaga de su arma contra las posiciones paraguayas. Entregaba la pieza al asistente y proseguía su gallarda marcha. Los soldados que iban a saltos y al arrastre a sus costados, en medio de una lluvia de proyectiles, le gritaban:

"Mi Cap., tiéndase".

Él, impertérrito, apenas inclinaba la cabeza. Cuando ya estaba en distancia como para arrebatar de un salto una ametralladora paraguaya, aquella feroz arma automática le atravesó el tórax con una banda íntegra”.

El homenaje póstumo

La noticia de la triste muerte del infortunado Walter Kohn produjo honda pena en Bolivia, máxime si aún estaba fresco el recuerdo del sensacional proceso en el que se le acusó del doble asesinato de Irene Grisson y del joven Sheell, en su loco afán de riqueza y de aventura.

08-01-1933 10:00h Cierta o no su culpabilidad, Kohn merece la gratitud de Bolivia por haberle ofrendado la vida. En memoria de ese valeroso excombatiente de la Gran Guerra, que murió con gloria en los campos chaqueños defendiendo a Bolivia, se tributó un emocionante homenaje en la cárcel de La Paz, denominando el salón de actos como "Sala Walter Kohn". La ceremonia fue sencilla y conmovedora. Se ofició una misa en la capilla de la cárcel, donde se había arreglado un catafalco adornado con los emblemas de Bolivia y Austria. Asistieron a dicha ceremonia el Cónsul y la colonia austriaca: numeroso público todos los penados. El Gobernador de la Cárcel pronunció un breve discurso en el que hizo notar el entusiasmo con que Kohn había contribuido a la formación del Salón de Actos de la cárcel, rememorando que dicha sala fue hecha v adornada gracias a la iniciativa y esfuerzo de Kohn, quién había obsequiado todo lo que en ella se encontraba y diseñó los mapas de Bolivia del Chaco que aún adornaban las paredes de dicho salón.

Ese fue el fin de aquel extranjero cuya muerte fue la mejor vindicación de su vida. Murió como un valiente: cayó como saben caer los héroes, probando que no era un delincuente vulgar.

Conclusiones

¿Pudo equivocarse el Estado Mayor boliviano al informar la muerte de un miembro del Estado Mayor de la 4ta DI, valorado y estimado tanquista (solo había 2 tanquetas en Saavedra)?

¿Pudieron equivocarse el Gobernador de la Cárcel de La Paz y el Embajador de Austria al rendir un solemne y sentido homenaje a otra persona, que no sea el Cap. Walter Kohn?

¿Pudo equivocarse el Historiador Oficial del Ejército Boliviano al redactar la memoria del Cap. Walter Kohn?

¿Con qué intenciones quieren privar al Cap. Kohn de una muerte HEROICA, llevándolo a morir en obscuridad y sin grandeza en un tanque del Sector Norte de la Batalla de Nanawa el 04-07-1933, retirándole así su condición de héroe?

Es mi opinión, no es la última palabra, no es la definitiva. Orgulloso de todos nuestros héroes del Chaco.

Agradecimientos: Grales. Roberto Olmedo y Aurelio Burgos B. Cneles. Roque Acosta y Alcides Bento. Tcnel. Diego Torres V. Enrique Dentice. Hermes Gómez G. Santiago Bañuelos. Óscar Gaona. Luís A Mello. Carlos Lombardo. Stella Arza. Rafael L Franco. Hugo Santacruz. VK, Horacio A. Eduardo Pereira. Eduardo Álvarez. Fernando Villasboa B. Maurice Cazorla. Hugo Florencio.

Bibliografía: Los elegidos de la gloria - Cnel. Julio Díaz Arguedas, 1937. Courtesy of the Latin American and Caribbean Collections, George A. Smathers Libraries, University of Florida.

 

DE IMPROVISTO GERMAN BUSCH APARECE EN ORURO

 


En los andenes de la estación central, la llegada de heridos como es costumbre, congregó a numerosas personas. En medio de todo ese gentío de pronto cundió la voz: “El Capitán Busch, el héroe ¿lo ha visto usted?”. Y en efecto apoyado en uno de los pilares, conversa con un joven, al acercarnos alguien lo saludó y el como respuesta dijo: Voy a Cochabamba con 15 días de licencia”. Le pregunta ¿cómo está usted?, él respondió “ya me ve, estoy bien”. Capitán, Oruro no sabía de su llegada, porque si no lo hubiéramos recibido como se merece”. Contesto: “pero si no hay motivo”. “No crea, su nombre es muy popular y lo felicitamos por su actitud”, y se acercan mas personas, entre ellas una señora que pregunta por sus hijos, y le presenta a varias señoritas. Se le aproxima un soldado del sexto de caballería, mutilado del brazo derecho. “Mi Capitán, ¿Cómo está usted?”. Se abrazan con afecto de camaradas. “Me han amputado un brazo Capitán”. El capitán sonríe, como manifestando que esa cicatriz es gloriosa por haberla conseguido defendiendo la patria y dice al oír el pitazo del tren: “agradezco sus conceptos, y mucho me hubiera gustado relatarles, pero ya es tarde, y sube al tren.

Fuente: Oruro en la Guerra del Chaco de Elvira Cárdenas Román.  

 

MARIANO ANTEZANA CASAFRANCA, UN PRÓCER FILÓSOFO

 


Por: Luis Antezana Ergueta / Publicado originalmente en Ideas, de Página Siete, el 10 de julio de 2022. / https://www.paginasiete.bo/ideas/un-procer-filosofo-en-la-guerra-de-la-independencia-AF3124255

La Guerra de los 15 Años que el pueblo del Alto Perú sostuvo y culminó con la liberación del país del coloniaje español, y la fundación de Bolivia hace 197 años, no fue un episodio protagonizado sólo por guerrilleros y patriotas civiles y militares, sino también por destacados pensadores, que no sólo aportaron con sus ideas a la victoria popular, sino con su vida misma.

Son conocidos los actos de heroísmo de los combatientes altoperuanos en los episodios del 25 de mayo en La Plata, del 16 de julio en La Paz, o del 14 de septiembre en Cochabamba, encabezados por abogados e intelectuales, como Zudáñez, Murillo y otros próceres notables; sin embargo, las figuras de algunos héroes importantes aún se encuentran bajo la loza del olvido aunque, pese a su enorme peso, están siendo reivindicadas por historiadores contemporáneos que se han propuesto revelar sus actos de valentía, poniendo de relieve el orgullo nacional y los grandes actos que son el cimiento de la nacionalidad boliviana, próxima a cumplir dos siglos de vida.

Una revelación notable en ese sentido se asocia a un insigne héroe de Cochabamba que se caracterizó por su extraordinaria actividad intelectual, puesto que en su juventud realizó estudios filosóficos hasta obtener el título de licenciado y maestro en Filosofía en la Universidad de Córdoba (actual Argentina) el año 1789.

Entre 1806 y 1807, participó en las primeras filas de la defensa de Buenos Aires contra las invasiones inglesas y en 1809 formó parte de la red de criollos ilustres que prepararon los movimientos libertarios de Chuquisaca y de La Paz, y que también promovieron los dos grandes levantamientos libertarios de Cochabamba del 14 de septiembre de 1810, el primero, y del 29 de octubre de 1811 el segundo.

Nos referimos a Mariano Antezana Casafranca quien, a la edad de 13 años se trasladó a las tierras de Tucumán y durante seis años siguió la carrera de filosofía en la Facultad de Artes de la Universidad de Córdoba, hasta vencer todos los exámenes en los grados de bachiller, licenciado y maestro en filosofía.

En octubre de 1788, junto con su condiscípulo tucumano Nicolás Laguna, presentó y defendió su tesis de grado, que estaba referida a una decena de materias de filosofía, en ambientes del colegio de Nuestra Señora de Monserrat de la ciudad de Córdoba; no sin antes haber obtenido la aprobación del virrey del Río de La Plata, Nicolás del Campo, para la publicación de la tesis en la imprenta tipográfica de Buenos Aires.

Formado en las ideas de los filósofos modernos, en torno al método cartesiano del “pienso, luego existo” y luego de haber concluido en 1789 su rutilante formación académica, Mariano Antezana ingresó a la carrera militar. Para el año 1802 figuró con el grado de alférez del Regimiento de Milicias Provinciales de Cochabamba.

Años más tarde incursionó en el ámbito comercial, con mucho éxito, pues llegó a ser cónsul de comercio y diputado comercial de Cochabamba, actuando en estrecha relación con los cónsules comerciales de las demás provincias unidas del Río de la Plata y, especialmente, con el Consulado Comercial de Buenos Aires a cargo del ilustre general Manuel Belgrano.

Durante la primera Revolución de Cochabamba fue miembro de la Junta de Gobierno y capitán de la Sala de Armas y proveedor de general del Ejército. Sofocada esa primera revolución por el ejército de Goyeneche (en Amiraya, el 13 de agosto de 1811) Antezana preparó y dirigió, junto a otros cochabambinos ilustres, la segunda Revolución de Cochabamba que estalló el 29 de octubre de 1811 y duró ocho meses (hasta fines de 1812, cuando fue cruelmente aplastada en la colina de San Sebastián).

Al iniciarse el segundo levantamiento y mediante proclamación popular fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno. Al poco tiempo, en enero de 1812, fue nombrado prefecto de la Provincia de Cochabamba, por orden del general Martín Pueyrredon; designación que fue aprobada por la Junta Gubernativa de Buenos Aires y ratificada por el Cabildo de Cochabamba reunido en febrero de 1812.

Antezana organizó la resistencia y defensa de Cochabamba para rechazar el contraataque de Goyeneche quien –al conocer la segunda insurrección de Cochabamba– dio media vuelta desde Potosí, cuando su expedición militar incursionaba en dirección a Buenos Aires.

El ejército realista retornó siguiendo la ruta por Chuquisaca y Mizque y, en guerra declarada, volvió a atacar Cochabamba, donde se produjeron diversos combates con el ejército patriota, que culminaron con la masacre de la Coronilla, el 27 de mayo de 1812, que abrió paso a las huestes de Goyeneche, quien permitió que soldados realistas ingresen a saquear la ciudad.

El patriota Mariano Antezana fue apresado y encadenado, luego fue sometido a un juicio marcial que ordenó su ejecución en la plaza principal de Cochabamba. Cumplido el acto de fusilamiento, los realistas procedieron con su decapitación y desmembramiento, repartiendo sus miembros entre la colina de San Sebastián y otros puntos de la ciudad cochabambina.

Al margen de ese significativo episodio de inicios de la guerra de la Independencia y retomando el ámbito académico, cabe señalar que el contexto general del período virreinal, los antecedentes universitarios y los contenidos de la tesis de filosofía, así como la tesis misma aparecen con todo detalle en el libro titulado La tesis de filosofía de Mariano Antezana, prócer de la Independencia, defendida junto a Nicolás Laguna en la Universidad de Córdoba el año 1788.

En ese libro, escrito por los investigadores Luis Antezana Ergueta y Alejandro Antezana Salvatierra, se demuestra con todo rigor científico la formación académica de Mariano Antezana: el primer altoperuano cochabambino en ostentar el título de filósofo y, al mismo tiempo, destacarse como prócer de la Independencia americana.

 

Con la tecnología de Blogger.