Historias de Bolivia
Ignacia Zeballos Taborga enfermera boliviana que participo
en la denominada guerra del Pacifico en sus escritos y testimonios revela dos valiosos
datos, como por ejemplo que al inicio de la guerra, ella se encontraba en Puno
(Perú), así lo cita Oporto (2022) “Cuando se declaró la guerra de Chile contra
nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor
al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al
Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la
guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después
el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más
tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”.
Zeballos en su testimonio también habla de una hija: “al
presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una
hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por
ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por
gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y
que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los
que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”.
Por lo tanto, se puede concluir que Ignacia Zeballos se encontraba
en Perú y que dejó una hija para salir en defensa de la integridad nacional.
Datos
Ignacia Zeballos Taborga nació en La Enconada, Santa
Cruz, Bolivia el 27 de junio de 1831 y falleció en la ciudad de La
Paz, Bolivia el 5 de septiembre de 1904.
El 17 de junio de 1948, el Presidente Enrique Hertzog mediante
decreto supremo Nº 1232 instruyó que la Escuela Nacional de Enfermeras de
La Paz sea nombrada “Ignacia Zeballos” en honor a esta valerosa mujer.
Sobre la batalla del 26 de mayo
Supuestamente existe un escrito de lo que vio después de la
batalla del 26 de mayo, Una publicación del Ministerio de Defensa de Bolivia (2012)
lo transcribe de la siguiente manera:
“Al día siguiente me dirigí al lugar donde fue la batalla,
llevando carne, pan y 4 cargas de agua, acompañada de dos sanitarios; al pasar
por ese lugar y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloró
sangre…el cuadro no sólo era de mortandad, tenía un elemento vivo , pero mucho
más triste que la figura de los muertos; mujeres vestidas con mantas y polleras
descoloridas, algunas cargando una criatura en la espalda o llevando un niño de
la mano, circulaban entre los cadáveres; encorvadas buscando al esposo, al
amante y quizás al hijo, que no volvió a Tacna. Guiadas por el color de las chaquetas,
daban vueltas a los restos humanos y cuando reconocían al que buscaban, caían
de rodillas a su lado, abatidas por el dolor al comprobar que el ser querido al
que habían seguido a través de tantas vicisitudes, tanto esfuerzo y sacrificio,
había terminado su vida allí, en una pampa maldita, de una manera tan cruel,
desfigurado por el proyectil polvoriento y ensangrentado, convertido en un
miserable pingajo de carne pálida y fría que comenzaba a descomponerse bajo un
sol sin piedad y un cielo inmisericorde, ¡Oh Rabona boliviana, tan heroica como
los guerreros yacentes!, la más anónima de los héroes anónimas” (Min. Def. 2012, pp. 18-19)
Bibliografía
Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia (2012)
Mujer y FF.AA. en el Estado Plurinacional de Bolivia (P. 18). La Paz:
Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia.
Oporto, L. (24 de abril de 2022). Las heroicas mujeres
en la Guerra del Pacífico. Ahora El Pueblo, Suplemento Crónicas, pág. 2 y 3.
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