Las narraciones fabulosas que nos brindan los cronistas que
pasaron por esta región, nos hacen saber que fue un lugar de opulencia.
Hubo un asentamiento prehispánico, el lugar en que se
desarrolló formaba parte de una región que albergó a las más prosperas
culturas. A los pies del Cerro, muy cerca se encontraba Cantumarca o
Cantumarcani como afirma Arzans. Población nativa preincaica con 2.500
habitantes, tenía su importancia desde la época precolombina, con una población
activa de trabajo minero, intensa fundición de plata. En Cantumarca como centro
de la actividad argentífera se hallaba concentradas las tres áreas de
movimiento económico: de la agricultura, ganadería y minería.
Los pobladores de estas regiones eran mineros tan expertos y
tenían conocimiento de la riqueza del cerro.
Huayna Capac
Por el año de 1462, estuvo por estas tierras el undécimo
inca, Huayna Capac para combatir a los guaraníes que invadían estas regiones.
Estando en la laguna de Tarapaya, llamo su atención este majestuoso cerro al
ver la forma cónica y dijo: “Este sin duda tendrá en sus entrañas mucha plata”;
entonces mandó a sus vasallos para que trabajen y sacasen el rico metal.
Los vasallos al estar trabajando, oyeron un estruendoso
sonido Potoj y una espantosa voz que dijo: “No saquéis la plata de este Cerro,
porque es para otros dueños”. Asombrados los indios comunicaron al inca en su
idioma, al llegar a la palabra del estruendo dijeron “Potocsi” que quiere decir
“dio un gran estruendo”.
A partir de este hecho el Cerro Rico se convirtió en un
Cerro sagrado.
Chacón Torres, afirma que esta palabra no parece tener
origen quechua sino aymará, ya que como acertadamente se anota, el fonema pótoj
en quechua no alude a estruendo y en aymará sí, la historia de la enigmática
montaña, comenzaría con los aymaras, antes de la dominación incaica. Hoy en día
se piensa que como Pótoj, en quechua no quiere decir estruendo, la versión de
Garcilaso tendría un sólido fundamento, pues este cronista afirmó que Potojsi,
en la lengua general del Perú no significa nada, siendo solamente el nombre
propio del Cerro. Por su parte Cieza de León manifiesta que los indios llaman
Potosí a los Cerros y cosas altas, quedándosele por nombre Potosí.
La leyenda de la sierra de plata y el rey blanco
Los incas irradiaron esplendor y riqueza del oro y la plata
por toda América del Sur en tiempos anteriores a la conquista española. Muchos
exploradores españoles fueron deslumbrados por las constantes noticias que
daban los aborígenes sobre la Sierra de la Plata y del imperio grandioso que se
hallaba en occidente.
Uno de ellos fue el español Juan Díaz de Solís quien tuvo
conocimiento por boca de náufragos de una expedición española anterior, de la
existencia de grandes yacimientos de oro y plata. Fue quien descubrió el Rio de
la Plata: “llamóse primero rio de Solis”. En 1516, la tripulación de Díaz de
Solís encalló en la isla brasileña de Santa Catalina, donde escucharon a los
aborígenes referirse a una sierra de plata situada en el interior de la selva
formada por cerros del precioso metal, lo que despertó sus ansias de riqueza.
Posteriormente Sebastián Caboto o Gaboto exploró el río de
la Plata hacia el interior y que Arzans hace mención: “Volviendo al poderoso
rey Huayna Ccápac digo que en su tiempo, habiendo salido grandes ejércitos de
los indios guaraníes (que era una nación en el Río de la Plata, la cual
descubrió Sebastián Caboto el año de 1525, distante de esta provincia de los
Charcas más de 500 leguas), gente guerrera, traidora y soberbia, éstos llegaron
al Perú, y después de haber hecho grandes destrucciones en las provincias se
volvieron victoriosos a su naturaleza…”
Los guaraníes realizaron grandes migraciones hacia las
tierras incaicas del Perú con ánimo de conquista, pero fueron expulsados. Como
el que ocurrió en 1462 cuando Huayna Capac vino por estas tierras. Ellos fueron
los que se encargaron de divulgar la fama de la Sierra de la Plata, de las
ricas minas de Charcas. La noticia era cierta, pero deformada por el reflejo
incaico, y mal calculada en su distancia del cerro Saigpurum, luego descubierto
y llamado Potosí por los españoles.
Uno de los exploradores que habla sobre la sierra de plata y
el rey blanco por primera vez es, Luis Ramírez en 1528 (Tripulante de la armada
de Sebastián Caboto). Escribió el 10 de julio de 1528 a sus padres una extensa
relación de viaje, quien testimonia: “bista la gran riqueza de la tierra e como
junto a la dicha sierra abia un rey blanco que traya [...] bestidos como
nosotros se determinaron de yr alla por ber lo que hera los quales fueron y les
ynbiaron cartas y que aún no abian llegado a las minas mas ya abian tenido
platica con unos yndios comarcanos a la sierra e que trayan en las cabezas unas
coronas de plata e unas planchas de oro colgadas de los pesquezos e orejas y
zeñidas por cintos y le enviaron doze esclabos y las muestras de metal que
tengo dicho…”
Sebastián Caboto, regresa en 1530 a España, llevando consigo
la leyenda de “La sierra de Plata y las tierras del Rey Blanco”. Esta leyenda
fue la que indujo a Carlos I (Carlos V) a financiar la expedición ultramarina
de Pedro de Mendoza en 1536. Antes que Solís arribaron Vicente Yáñez Pinzón y
Américo Vespucio y el propio Solís hizo un arribo previo a esta zona en 1512
dándole el nombre de Mar Dulce a la zona creyendo que comunicaba con el
Pacífico que en 1513 descubrió Balboa.
Las extraordinarias riquezas traídas desde México y Perú
provocaron en España un gran interés por la conquista. Pedro de Mendoza, un
noble español que había oído hablar de una Sierra de Plata cerca del río
descubierto por Solís en 1516, firmó una capitulación con el rey Carlos I
(Carlos V).
En 1534 el rey de España autoriza a don Pedro de Mendoza a
"conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís
que algunos llaman de la Plata". Con catorce navíos y unos mil doscientos
hombres, fue por aquel entonces, la expedición más importante y numerosa que
hubiese salido desde Europa hacia América, dando prueba de las fabulosas
riquezas que se pretendían conquistar. Finalmente todas las expediciones
ingresadas por ésta vía -el sur- concluyeron en continuos fracasos.
Descubrimiento del Cerro Rico
Esta leyenda impulsó el descubrimiento y colonización del
Cerro Rico de Potosí.
Por el norte se avecinó Francisco Pizarro ingresando al
imperio incaico en 1532 conquistó Cajamarca. Años más tarde los españoles
moradores de estas tierras del Perú comenzaron a descubrir varios minerales de
plata, entre éstos el año de 1543 descubrieron las minas de Ccolque Porco, que
eran de las que trabajaban los incas.
Continuando con los descubrimientos de los ricos metales,
anoticiados del descubrimiento de plata en el Cerro Rico por el indígena Diego
Huallpa, al mando de Juan de Villarroel, Pedro Cotamito, Diego de Centeno,
Francisco de Centeno y Luis de Santandia, toman la montaña de plata un 1º de
abril de 1545.
Por Cédula Real de Carlos V en 1547, le concede el título de
fundador al primero de los nombrados, por haber remitido (que fue el primero que
después del indio Huallpa descubrió el Cerro) al emperador 12.000 marcos de
plata, que fueron los primeros que allá pasaron sacados de la veta
Descubridora.
Corrió la noticia por todo el Perú y de todas partes
acudieron a explotar riquezas del gran Cerro Rico o Sumaj Orko, ya la fabulosa
sierra de la plata se constituyó en el núcleo de la economía virreinal. Potosí
fue la obra de la fiebre de riqueza de los conquistadores, desde que se corrió
la voz de que muy al occidente estaba la riquísima tierra, dominio del Rey
Blanco, en donde había una gran sierra de plata (no rica en plata sino maciza).
Actualmente se considera que la leyenda de la Sierra de la
Plata se basó en el Cerro Rico de Potosí, que fuera descubierto por los
españoles procedentes del Perú en 1545.
*Jefe de Unidad de Archivo - Casa Nacional de Moneda
No hay comentarios:
Publicar un comentario