Por: Guido R. Peredo Montaño / 25 de mayo de 2010. / Tomado
de: https://www.bolpress.com/?Cod=2010032506
El 14 de Febrero de 1879 la logia chilena "Sociedad de
Socorros de la Patria" dirigida por su maestro Evaristo Soublete coordinó
la toma y la ejecución de bolivianos en Antofagasta. Ya con el puerto en su
poder Chile, dice haber descubierto un tratado secreto entre Perú y Bolivia;
además nos acusa de violar el tratado de 1874, por el incremento mísero de 10
centavos por quintal de salitre extraído de nuestro territorio, que debía ser
empleado para reconstruir los pueblos en nuestras costas, tras un terrible
terremoto.
Isaac Tamayo en base a información de Vicente Ochoa, quien
llevo el diario de campaña del Ejército boliviano, publicó en 1884 un libro
titulado "Habla Melgarejo"; en el se afirma que a pocas semanas de
haberse firmado el tratado "secreto" el diplomático chileno Carlos
Walker Martínez consiguió copia del documento. Pero en Noviembre de 1873 el
embajador de Chile en Argentina, Blest Gana, gracias a su colega brasileño el
Barón de Cotegipe recibe otra copia del tratado. Entonces Chile conocía la existencia
del tratado 6 anos antes de tomar Antofagasta.
Una nota editorial publicada por el diario chileno Ley, en
noviembre de 1896, que transcribo textualmente, sostiene: "El gobierno
esquiva confirmar la existencia del tratado i el riesgo de ello para Chile.
Pero que si el tratado fue conocido mucho antes de la guerra, el gobierno había
engañado a su pueblo llevándolo a una guerra injusta y abominable".
El lucido Edgar Oblitas Fernández en su libro "Historia
Secreta de la Guerra del Pacifico" sostiene que cuando el prefecto
Zeverino Zapata ordenó arrestar al ciudadano chileno José Hicks, la masonería
chileno-boliviana defendió su honorabilidad. Hicks y Soublete eran amigos; este
último fue quien propuso y garantizó al gobierno chileno que una "acción
rápida" solucionaría los problemas de las compañías en territorio
boliviano y que ello serviría como plataforma para tomar puertos peruanos.
Oblitas Fernández, en base a datos extraídos de archivos chilenos, sostiene que
desde el inicio de la campaña la oficialidad peruana menospreció el valor del
combatiente boliviano. Además, el presidente del Perú Manuel Ignacio Prado,
propuso a Daza firmar un pacto por el cual en caso de que los aliados ganaran
la guerra los territorios en disputa se quedaría con Perú, "hasta
compensar gastos la guerra".
La caída de Pisagua fue el inicio de nuestro lamento. El 2
de noviembre de 1879 Chile desplazó 6 navíos de guerra y casi 10 mil soldados
bien armados para tomar este poblado; el tren y el agua eran el objetivo de la
maniobra. Los batallones bolivianos Victoria e Independencia custodiaban el
Puerto comandados por los coroneles Juan Granier y Pedro Vargas. Disponían de
1000 hombres y algunos refuerzos peruanos. Por cada 100 soldados bolivianos
había 1.000 chilenos.
Las fallas estratégicas cometidas por el general Ignacio
Prado ocasionaron sin duda la dispersión en el morro de San Francisco y la
retirada de Camarones, de la cual hasta hoy historiadores desafortunados
achacan a Daza. El general Prado y su general Juan Buendía no planificaron la
defensa; además su táctica suicida violo toda lógica militar; pues dividieron
un numeroso ejército en fracciones frente a las cañoneras chilenas.
Sobre el episodio, el historiador Benjamin Vicuna Mackena
dice: "Habían centenares de cadáveres de soldados bolivianos quemados por
el sol y cubiertos por arena: los bolivianos vendieron cara su derrota. Se
lanzaban como suicidas contra un ejército superior, mientras los soldados
peruanos escaparon a las montañas. Fue una muestra de heroísmo y valor que dejo
pasmados a nuestros combatientes". Recordemos; Mackena, escribió el diario
de campaña del ejército chileno, por ello su versión de los hechos es
determinante para esclarecer este y otros episodios de la guerra.
Con el tren en su poder, el enemigo ocupo posiciones
estratégicas. El general Buendia observo desde las alturas la arremetida
chilena contra nuestros soldados y escapo dejando intacta la línea férrea,
bombas de agua, y alimentos, con los que el enemigo sació la sed. Luego se
instala en Agua Santa donde llegan los batallones bolivianos Aroma y
Vengadores. Los mandos medios exigían un contra-ataque inmediato; pero
extrañamente Buendia ordena quemar provisiones y marcha hasta Pozo Almonte.
Tomas Gaivano y Mariano Vargas, reconocen, indirectamente, que la dispersión de
San Francisco se dio ese contexto.
Los textos de Diego Barros Arana y Vicuna Mackena, coinciden
con que el 8 de noviembre el general Daza sale de Arica hacia Camarones; al día
siguiente Prado comunica a Buendia que Daza se acercaba al morro de San
Francisco con dos divisiones y que luego llegarían 15 piezas de artillería,
pertrechos y agua. En realidad las tropas de Daza carecían de apoyo logístico y
en el camino, muchos soldados perecieron por falta de agua y alimentos. Pero el
11 y 14 de noviembre Buendia recibe otro telegrama del presidente Prado, con la
contra-orden de: "Atacar sin trepitar" (de inmediato). Pero este no
acata la orden por cobardía, muy a pesar de la superioridad de sus fuerzas. En
ese lapso el enemigo reunió una ponderosa fuerza gracias al tren, que el dejo
intacto días atrás. Este episodio esta documentado en las memorias del ejército
chileno, pues en Pisagua el enemigo encontró agua, alimentos almacenados y
municiones. El parte oficial del comando chileno dice: "Ejercito a salvo
encontramos agua y alimentos".
Por datos de Baros Arana, en su libro "Historia de la
Guerra del Pacifico 1879-1880", se confirma que Daza comunicó a Prado con
anterioridad su retirada de Camarones y la imposibilidad de continuar con toda su
tropa. Daza avanzó, rumbo a camarones, con un pequeño grupo hasta encontrarse
con soldados que escapan ya de aquel sanguinario episodio. Baros Arana, dice en
su libro, (paginas 160 – 169) que hay telegramas y partes oficiales del
ejército chileno, que dicen (…) El presidente Prado en una junta de Guerra
realizada el día 11 de noviembre ordeno a Buendia atacar solo el 15 de
noviembre a sabiendas de que Daza ya no venía. (…) Baros Arana nos recuerda que
un grupo de avanzada chileno tomó el telégrafo en Iquique y por ello sabían con
precisión los movimientos de Prado y Buendia. Así el invasor se anticipo a la
toma del morro de San Francisco.
Baros Arana va mas lejos y dice: "Muy variado
comentario hacen los historiadores peruanos y bolivianos sobre Daza en episodios
de la Guerra; pero en nuestro concepto, en Camarones, hizo lo mas lógico. Como
se enfrentaría con sus infantes hambrientos y fatigados, contra un ejercito
descansado y bien armado".
Entonces Daza llegó a Camarones sacrificando al máximo sus
hombres; sin municiones, sin agua y cientos de combatientes descalzos. A la luz
de estos datos fue abandonado en el desierto. Hay más. A finales de 1880 el ex
presidente peruano Ignacio Prado y Juan Buendia ante un Consejo de Guerra
admiten su responsabilidad sobre este episodio. ¡No culpan Daza por la retirada
de Camarones! Admiten que fue grave error dejar alimentos y las vías del tren
intactas. Los "historiadores" peruanos nos achacan una traición que
nunca existió. Bolivia por el contrario, actúo en la medida de sus
posibilidades con valentía y nobleza.
Chile bajo la presidencia de Federico Errázuriz, tras
verificar el "acuerdo secreto" Perú-Bolivia, ordena la compra dos
acorazados; El Cochrane y el Blanco Escalada. En cambio el congreso peruano,
sabiendo que esta compra generaría desequilibrio, prefirió incrementar salarios
de militares y de su ejecutivo; cuando sectores tradicionales limeños,
proponían adquirir armamento, ya que el conflicto armado era inminente. Chile
había planificado la guerra y su objetivo no era Bolivia; los socios ingleses
querían el control del comercio de minerales que generaba millones libras
esterlinas al Perú.
Bolivia era un escollo que Chile debía sortear. La prueba de
nuestra nobleza radica en que el gobierno de Daza no dudo, en reenviar al Perú
las cartas que el gobierno chileno envío al General Daza y en las cuales nos
"invitaban a unirnos al ejército chileno para tomar el Perú".
Prado, por el contrario, se refería en tono burlón a los
militares y soldados bolivianos, por la forma en que habían llegado a Tacna.
Los generales peruanos se mofaban de nuestra apariencia en momentos en que
debíamos estar unidos para defender la "hermandad". ¡Recorrimos mil
kilómetros por el desierto, poca agua y alimento escaso!
Luego del desastre Perú firmo el tratado de 1929; que en
realidad es un candado a nuestras legítimas aspiraciones marítimas. Este
tratado fue firmado y debatido en secreto. Bolivia se anoticio del contenido
vía cónsul chileno. En la ultima reunión de UNASUR (2009), Alan García hizo
"referencia" a ese tratado y denuncio al mundo que "habían
tratativas secretas entre La Paz y Santiago para solucionar nuestra
mediterraneidad". Lima, sabiendo que existía un dialogo sincero y franco
entre La Moneda y el Palacio Quemado no dudo en acudir a la Haya, con la
argucia de "zanjar el conflicto de su límite marítimo" con Chile para
frenar nuestro acercamiento. Desde 1879 hasta hoy los gobiernos peruanos se han
opuesto a cualquier arreglo entre Chile y Bolivia. Perú nos empujo,
detestablemente, a polarizarnos con Chile, mientras ellos recibieron más 15 mil
millones de dólares en inversiones privadas en la última década.
La diplomacia boliviana, con todas sus miserias, fue y es
coherente con el sentir de su sociedad civil. Bolivia deberá re-definir sus
relaciones con Perú, y además, urge una alianza estratégica con Chile, que
abarque intercambio tecnológico, económico y cultural; ¡no para olvidar la
historia!…para construir un mejor futuro.
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