Grabado que representa a Francisco Burdett O’Connor, explorando
las costas bolivianas. Fuente: Andre Bresson, Bolivia. Sept années
d’explorations, de voyages et de séjours dans l’Amérique australe, París,
Challamel Aimé, 1886.
Por: José E. Pradel B. / Publicado en el periódico El Diario
(Revista Nuevos Horizontes) el 10 de Junio de 2014.
Desde el nacimiento de Bolivia (1825), hasta el inicio de la
denominada Guerra del Pacífico (1879) diversos científicos, cartógrafos,
geógrafos, exploradores, marineros y militares desembarcaron en el Litoral
Boliviano y registraron en informes, memorias de viaje, apuntes y descripciones
sobre la riqueza mineral, vegetal y experiencias personales de cuando
estuvieron en esta región del Pacífico.
En ese sentido, en este trabajo describiremos y
presentaremos uno de estos apuntes, que son parte de las memorias de Francisco
Burdett O’connor. Para entender de una mejor manera, sobre quien fue este
personaje, Julio Díaz Arguedas, nos menciona: “nació en la ciudad de Cork,
Irlanda, el 12 de junio de 1791. Estudió en colegios y escuelas militares
francesas…en junio de 1819 se embarcaba con cien oficiales y otros tantos de
tropa formando la legión inglesa, la misma que desembarcaba en América o
Colombia, en los últimos días de febrero de 1820 para ponerse a órdenes del
gran Simón Bolívar, que acababa de proclamar la libertad e independencia de los
americanos. O’Connor tenía en ese momento 18 años de edad.
Desde ese momento fue un infatigable luchador por la causa
de la independencia americana y por el engrandecimiento de Bolivia. Asistió a
las batallas por la causa libertaria con Bolívar y Sucre, y más tarde, ya en
Bolivia, a las de la Confederación con Santa Cruz, ganando merecidos honores y
grados militares hasta el de general de división.
Ya un tanto cansado se radicó definitivamente en la ciudad
de Tarija, una de cuyas provincias lleva su nombre como premio a su constante
labor bolivianista y en bien de Tarija, ciudad donde había formado su hogar.
Falleció a la edad de 80 años el 5 de octubre de 1871” 1.
En este contexto, a fines de octubre de 1825, mientras
permaneció el coronel Francisco Burdett O’Connor, en la ciudad de Tarija, le
llegó una nota oficial emitida el 25 de ese mes, por el Gral. José Antonio de
Sucre, que le ordenaba, por disposición del Libertador Simón Bolívar, lo
siguiente:
“…marche a la provincia de Atacama a hacer el mas prolijo
reconocimiento, i levantar un plano de sus costas; al mismo tiempo que forme
US. los mas esplicados detalles que acompañen a los planos i reconocimientos.
Hai tres puertos de que puede escojerse el mejor; que son el que se llama de
Atacama, el de Mejillones i el de Loa; los dos primeros no tienen agua, i el
último que por ser un río, dicen que no es bueno en su fondeadero, aunque el
Libertador tiene por él inclinación, por tener ya ese río, i porque es el más
cerca de Potosí. Si fuere totalmente desechable, es menester examinar los otros
dos, o cualquiera otro, i ver de donde se lleva agua, en el concepto de que sea
cual fuere el que se elija, ha de considerarse, que allí debe fundarse una
ciudad o un gran pueblo. Es preciso calcular que el agua que se lleve sea
bastante, no solo para el consumo de los habitantes i de las bestias que se
empleasen en el tráfico, sinó también para regar el terreno, en que han de
sembrarse muchos alfalfares i también las legumbres i artículos de consumo para
la población, i aun para proveer de algu-nos objetos a los buques. Por supuesto
que con un examen prolijo de todo, formará US. un presupuesto del costo que se
causaría en llevar toda esa agua al puerto.- Después de esta primera
dilijencia, debe practicarse la de reconocer cual sea el mejor camino de ruedas
o de carro que pudiese abrirse desde el puerto a Potosí, o a cualquiera de las
ciudades de el Alto Perú…” 2.
Sobre la misión de Francisco Burdett O'con-nor, de partir al
Litoral Boliviano cumpliendo la orden de Sucre, este gran militar irlandés,
anotó: “pocos días después, en cumplimiento de esta orden salí de Tarija y me
dirigí a la Villa de Tupiza, llevando de ayudante al cadete Matilde Rojas,
tarijeño, y un sirviente mío, colombiano” 3.
De Tupiza, se dirigió a la rinconada de Salta, luego llegó a
las minas de oro de Santa Rosa. Partió después hasta Tocanao, “el primer
pue-blo de la costa de Atacama, pasando por la cordillera” 4, en este pueblo lo
dejó a Fermín Torres. Posteriormente llegó a San Pedro de Atacama, la capital
de la provincia, donde encontró al capitán Casanova y la compañía de Cazadores
del Batallón Segundo del ejército del Perú. Pasó dos días en esta población
bus-cando burros fletados y cebada en grano para las mulas. En ese lugar luego
dejó al cadete Rojas, sus equipajes y mil pesos con el capitán Casanova y
partió a la población de Calama, con su asistente y los arrieros de las cargas
de forraje. Recorrió Calama, Chacance y Cu-lupo, llegando a Cobija sin novedad,
aunque el principal problema que tuvo fue la falta de agua. Sobre esta última
población, escribió: “en Cobija no encontré más que un hombre, cochabambino, llamado
Maldonado. Este me dijo que habían muerto de viruelas todos sus changos,
pescadores de lobos, que no había más viviente en el puerto que él y su
hermano, que había traído todos los santos de la Iglesia, que se hallaba abajo
en la playa, á su casa, para que no se apestasen, y dormí esa noche en su casa
con todos ellos” 5.
Al día siguiente llegó al puerto de Cobija el bergantín de
guerra colombiano ‘Chimbora-zo’, con la orden de llevarlo y reconocer todos los
puertos solicitados en sus instrucciones. Sobre el puerto de Cobija,
inspeccionó que: “tenía el mejor fondo para anclar y el puerto más cómodo
también, aunque escaso de agua”6. Luego se separó de la embarcación comandada
por el comodoro Carlos Wright, en el puerto de Loa, que según el coronel irlandés
“no es más que una rada, y con el agua del río Loa, tan salada que no se puede
beber” 7. Re-ferente al puerto de Mejillones, declaró: “es hermoso, pero carece
de agua. El de Paposo tiene río con pescado que le entra, pero el tránsito
desde Paposo por tierra á Atacama no tiene una gota de agua, ni pasto, y por
estas razones inverificable” 8. Posteriormente, el coronel irlandés continúo su
recorrido por tierra, pero con anterioridad encargó al corre-gidor Maldonado
llevar sus mulas hasta la boca del río Loa.
En Quillagua, Burdett O’Connor, se detuvo unos días y
escribió: “este pueblo tiene una calle larga que corre de naciente á poniente,
y se decía que esta calle era la línea divisoria entre el Alto y Bajo Perú;
pero que habiéndose dado parte al rey que la guarnición que se mantenía en
Arica, y que se relevaba mensual-mente, se enfermaba de una terciana muy
mortífera se dio una real orden para que se retirase esa guarnición y que no se
relevase más… Al poniente del pueblo de Quillagua, en la costa, hay un puerto
que tiene por nombre Mamiño, entre Cobija y Loa. Lo reconocí con el comodoro.
Tiene agua buena, contenida en el hueco de una peña en la costa. El puerto no
sirve, ni hay tampoco terreno inmediato sobre que formar una población” 9.
Desde este poblado, despachó á su asistente á Atacama con la
intensión de traerle los animales y equipajes dejados conjuntamente al cadete.
Mientras tanto el coronel irlandés re-corrió las inmediaciones del pueblo y
envió un informe pormenorizado al general Sucre, de las actividades realizadas.
Transcurrido el tiempo llegaron a Quillagua, su asistente acompañado de lo
citado anteriormente.
Luego partieron hacia la plaza de Manin, de la cual
escribió: “este lugar había sido un potrero de alfalfares, pero dejado por la
falta de agua… dejé los animales en Manin, y me dirigí á Huatacondo, un
miserable lugar” 10. En esta localidad O’connor se alojó en la casa de un cura,
luego retorno a Manin, posterior-mente se dirigió á Chiuchiu, para continuar su
recorrido con dirección hacia Potosí, fijando puntos para hacer construir casas
de posta, corrales y potreros. Sobre ello escribió: “Pasé por el cerro de San
Pedro á la mano derecha, y el cerro Cebollazo á la izquierda, los dos de la
Cordillera de los Andes, á Polapo, de aquí á Viscachilías, hasta San Cristóbal.
De aquí al campo de Avilcha, con mucha piedra imán en todo el campo, y llegué á
Potosí, por el cerro de Mauquí y Cebadillas, tardando en todas las pascanas
para dar el debido cumplimiento á mi comisión” 11. De esta manera concluyó la
exploración de Francisco Burdett O’Connor, al litoral boliviano.
A su regreso, inmediatamente entregó al ge-neral Sucre, su
diario y un mapa de las costas bolivianas, además de todos los apuntes y
declaraciones relativas á las demarcaciones de las costas. Al día siguiente
dicho general lo mandó a llamar y le dijo: “que había examina-do con atención
mi mapa, mi itinerario y mis datos tomados en el curso de mi comisión, y que
estaba muy contento. Me dijo que iba á nombrarme jefe de Ingenieros de la Repúbli-ca”
12.
Pero su informe, tuvo como resultado que el Libertador
Bolívar promulgué: “el decreto emitido el 28 de diciembre de 1825, habilitan-do
el puerto de Cobija con el nombre de La Mar (en homenaje al gran mariscal José
de La Mar, vencedor de Ayacucho), como la princi-pal vía marítima de la
República” 13. De esta manera, fue refundado el antiguo puerto heredado de la
Real Audiencia de Charcas, Cobija, que fue instituido en 1587 con la intensión
de “establecer un puerto propio pa-ra Potosí por el cual exportara la plata a
Europa en vez de hacerlo por Arica. Fue bau-tizada con el nombre de Puerto
Santa María Magdalena de Cobija” 14.
A modo de conclusión, en palabras del pro-fesor Fernando
Cajías, podemos decir que: “el viaje de O’Connor es de suma importancia, sobre
todo porque… influyó enormemente en la habilitación de Cobija” 15, como vimos
anteriormente.
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