Por: Guido Peredo Montaño, Washington, 26 de marzo / Urgentebo // //Foto:
El barco en el que las delegaciones de Bolivia y Perú intentaron negociar en
igualdad de condiciones, Chile buscó otras tácticas.
Antes, durante y después de la llamada Guerra del Pacífico, el estado chileno
llevó adelante una estrategia de presión total sobre Bolivia para hacerse de
sus recursos naturales en el departamento del Litoral. Documentos a los que
accedió el portal Urgentebo en Washington dan cuenta que Chile amenazó con
tomar el Lago Titicaca para invadir La Paz y buscó al gobierno de Paraguay para
que, desde esa lado de la frontera, avance hasta el territorio nacional.
Ambos puntos fueron pasos posteriores a la invasión de Antofagasta en febrero
de 1879 que dio lugar a que Chile declarase la Guerra del Pacífico y procediera
con otras medidas para imponer los tratados que suscribió con Bolivia y Perú,
para explotar los recursos naturales que permitieron el desarrollo económico
del país trasandino.
El Tratado de 1904 es el que ha sido mencionado una y otra vez por las
autoridades chilenas y por el equipo jurídico que defiende los intereses del
vecino país en la Demanda Internacional que se desarrolla en La Haya.
"Chile "cumplirá y hará cumplir" los pactos internacionales,
como el tratado de 1904, "que constituye una verdadera piedra angular que
regula las relaciones pasadas, presentes y futuras entre Chile y Bolivia",
dijo la anterior semana el presidente Sebastián Piñera.
Los datos hallados en Washington permiten entender el contexto en el que se
desarrollaron las negociaciones entre Chile, Bolivia y Perú, países que fueron
presionados por el gobierno transandino hasta lograr tratados como el de 1904,
pues contaba con la suficiente información sobre los recursos arrebatados a
Bolivia, que le garantizarían el desarrollo.
HACIA EL LAGO TITICACA
Desde 1840, 39 años antes de la invasión a Antogasta, Chile envió expediciones
al Litoral boliviano y hacia la peruana Tarapacá para cuantificar y verificar
la riqueza de sus tierras, llenas de salitre y guano. Los resultados llevaron a
la definición de un proyecto que incluía la toma de esos territorios, pues con
los abundantes recursos se aseguraba el futuro promisorio de la nación, según
documentos a los que accedió la revista Oxígeno en Estados Unidos.
Hoy, de manera reiterativa, Chile defiende y exige el respeto a los tratados.
Con Bolivia firmó dos: uno el Acuerdo de Paz de 1884 y, dos, el llamado Tratado
de Paz y Amistad suscrito en 1904. Los documentos muestran que la suscripción
de ambos documentos no tiene relación ni con la paz ni la amistad, sino con la
amenaza chilena sobre el más vulnerable, en este caso Bolivia y Perú.
El 4 de abril de 1879, el representante del gobierno de Estados Unidos en
Chile, Thomas Osborn, en una nota diplomática confidencial, le confiesa al
Secretario de Estado en Washington Dc, William Evarts que: “militares cercanos
al general (Manuel) Baquedano le hicieron saber que Chile sabía el valor astronómico
de los territorios conquistados a Bolivia y Perú, y que los retendrían a
cualquier precio”. Por eso se explican los hechos que ocurrieron antes y
después de esta cita oficial enviada a Washington.
Entre 1881 y 1886, Chile fue gobernado por el abogado Domingo Santa María,
quien antes fue Ministro de Relaciones Exteriores en pleno desarrollo de la
Guerra del Pacífico. En noviembre de 1883, ante la negativa de las autoridades
bolivianas, el mandatario ordena al Coronel Diego Dublé Almeyda cargar en el tren
lanchas torpederas (entre ellas la Colocolo) con miles de soldados rumbo a
Arequipa, que luego debían continuar el viaje a Puno, para finalmente tomar el
lago Titicaca con el objetivo de invadir La Paz. Así revelan documentos que se
encuentran en el Archivo del Senado de EEUU y en la biblioteca histórica del
Departamento de Estado, en Washington DC.
En las memorias del Ministerio de Guerra de Chile (paginas 180 -185 del año
1884) se evidencia que Santa María planificó la toma del lago Titicaca como medida
de presión para obligar a Bolivia a firmar el Acuerdo de Paz. Sobre este
episodio, el historiador Willian F. Sater, en su libro titulado “Andean
Tragedy” (Tragedia Andina), dice: “Bolivia en abril de 1884 entendió el mensaje
de Santa María, que ordenó a su comandante enviar una masa de soldados a tomar
el Titicaca”.
Chile presionó económica y militarmente a Bolivia y Perú para que ambos
gobiernos firmen los acuerdos de paz bajo condiciones insostenibles. Federico
Pezet y Manuel Maurtua, en su libro titulado The Question of The Pacific-1901,
describen “el Departamento de Estado sabía que Chile ofreció a Ecuador tomar lo
que quedaba del Perú para beneficio propio y que repartirse Perú garantizaría
la ansiada paz”.
En otro texto oficial, con más 850 cartas y notas de diplomáticas restringidas,
titulado “Mensajes del presidente de Estados Unidos, en los trámites de la
guerra en Sud América, y planes para traer la paz” _editado por el Senado en
enero de 1882_, se revela que en medio de las “Conversaciones de Arica”
iniciadas el viernes el 22 de octubre de octubre de 1880 a bordo del barco
USS-Lackawanna, Thomas Osborn confiesa a sus colegas que “empresarios, y
diplomáticos calcularon que el valor de la conquista superaba fácilmente 400
billones de dólares en oro y por ello Chile impondrá los derechos del
vencedor”.
A bordo del Lackawanna estuvieron presentes los representantes bolivianos
Mariano Baptista, Juan Carrillo, y los chilenos Eulogio Altamirano y Eusebio
Lillo (este último amigo íntimo y viejo conocido de Baptista), además de los
peruanos Antonio Arenas y Aurelio García. La delegación norteamericana estuvo
compuesta por Isaac Christiancy (delegado ante Perú), Osborn (Chile) y el
diplomático Newton Pettis, enviado a Bolivia.
La conferencia en Lackawanna duró tres días, (22, 25 y 27 de octubre 1880) pero
en la primera sesión los enviados chilenos lanzaron una agenda de siete puntos
rechazada inmediatamente por los aliados. El diálogo no iba a tener
condiciones, según los representantes del Departamento de Estado, pero Chile
expresó que deseaba que Perú y Bolivia cedan Tarapacá y Atacama, y pidió una
indemnización por gastos de la guerra. Desde hace más de un siglo, la
diplomacia chilena insiste que los tratados fueron sellados voluntariamente,
pero la historia demuestra lo contrario.
El 23 de octubre, según “Los mensajes y papeles de la Guerra en Sud America
-1882”, el enviado ante Perú del Departamento de Estado reconoce que antes de
reunirse en el Lacakawanna viajó a Santiago para persuadir al presidente Aníbal
Pinto de negociar sin condiciones. El mandatario rechazó la propuesta, pero el
diplomático mintió al enviar a EEUU una nota donde dice que “Chile negociaría
sin condiciones un acuerdo con Perú- Bolivia”. Un año después fue destituido
por el Departamento de Estado.
Fracasado el dialogo, el estadounidense Osborn confiesa en sus notas a
Washington que “Chile organizaba el asalto a Lima, y que otros miles de
soldados estaban listos para cruzar a Potosí”. A fines de diciembre del 1879,
un reporte del alto mando chileno dice: "el ejército ya marcha hacia Lima
a pesar de todo" (Ministerio de Guerra Chile- memorias de 1880 pág.
84-180)
TODOS CONTRA BOLIVIA
La evidencia sobre las presiones y extorsiones chilenas suman. Entre diciembre
de 1880 y junio de 1881, el Departamento de Estado recibe notas de sus enviados
en Sud América indicando que “el gobierno de Chile invitó a Ecuador y Paraguay
a incursionar en Bolivia y Perú para devorar lo que quedaba de ambos países”.
En una nota de marzo de 1879, el mismo Osborn indica que “en medio de la
invasión a Antofagasta, el gobierno chileno planificaba el envío de varios
cargamentos de armas al Paraguay”. Una revisión de la historia muestra que el
15 octubre de 1879, el presidente paraguayo Cándido Barreiro redefine fronteras
con Bolivia, mediante un decreto, busca eliminar el acceso natural al río
Paraná que conecta a Bolivia con el Atlántico. Luego, militares paraguayos
toman fuerte Olimpo y fundan un puesto militar en territorio nacional. En
consecuencia, mientra Chile tomaba el Litoral, el gobierno de Bolivia se ve
obligada a firmar los tratados Quijarro - Decaunt, y posteriormente el Tratado
Tamayo - Acebal con el gobierno de Asunción.
Todos estos detalles de las negociaciones entre Chile-Bolivia, se encuentran en
un legajo de más de 8 mil cartas y documentos diplomáticos que eran
confidenciales en el archivo de la librería del Departamento de Estado, hoy
abiertas al público bajó el título: “Affairs in Chile, Perú and Bolivia-1882”
(Relaciones en Chile, Perú y Bolivia – 1882”).
DIPLOMACIA, MINERÍA Y HACIENDA
Las exigencias de Chile para firmar el Acuerdo de Paz de 1884 y el Tratado de
1904 encontraron en los gobiernos Aniceto Arce, José A. Aramayo, Gregorio
Pacheco y finalmente en el de Ismael Montes los socios perfectos. Un episodio
relatado por el historiador chileno Gonzalo Bulnes, en su libro “Guerra del
Pacifico”, expone con detalles y documentos de la Cancillería de Chile las
gestiones realizadas por su gobierno para acordar la paz. En la página 192 se
dice: (…) Arce, Baptista y Campero, eran hombres entendidos partidarios de
llegar a un entendimiento con Chile y sin condiciones. El 12 de diciembre de
1881, en Tacna por mediación del militar Camacho, Baptista se reúne con el
enviado personal de Santa María, E. Lillo, e intercambian ideas y documentos
sobre un acuerdo con Campero (…).
Cartas diplomáticas confirman que desde la hacienda Pullalli (Chile) se enviaba
a Washington, cartas confidenciales. Pullalli, perteneció a los padres del
General Manuel Baquedano y luego a la familia del controvertido Benjamin V.
Mackenna. La diplomacia norteamericana usaba la hacienda por sugerencia del
General Judson Kilpatrick, entonces representante de USA ante Chile en 1881.
Mackenna y Kilpatrick habían desarrollado gran amistad en Miami y Nueva York.
En 1866 el historiador chileno fue enviado a EEUU para crear una milicia,
comprar armas y reclutar ciudadanos chilenos y peruanos con el objetivo de
atacar Cuba, que estaba en manos de España.
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