El general Melgarejo, amaba lo grande, y por eso amaba a Francia. Profesaba una
especie de culto por esa nación ilustre, para esa gran patria de la Humanidad.
Hallábase excitado por el licor la noche en que recibió la noticia de haber
estallado en guerra francoprusiana.
Era la medianoche y a esa hora hizo tocar generala, mandó que formase todo
el ejército en la plaza mayor de La Paz y dió orden de marcha. Una gran alarma
cundió en toda la ciudad y en el ejército, que no sabía hacia donde era la
marcha en hora tan intempestiva.
Nadie acertaba a explicarse el misterio de aquellas maniobras militares hasta
que se presentó el general Melgarejo en la plaza, con el poncho puesto, con su
gran sombrero de paja y montado en el soberbio Holofernes, parecía orgulloso de
conducir el gran ciudadano de Bolivia y capitán general de sus ejércitos, al
General de división de Chile y Gran Cruz de la Imperial Orden del Crucero del
Brasil; al bravo soldado que había combatido por la patria y había llevado
victorioso el estandarte boliviano en campañas nacionales como las de Socabaya,
Yanacocha, Ingavi, Iruya y Montenegro.
Melgarejo detuvo su caballo frente a su grande y leal ejército de diciembre y
le dirigió esta proclama: ¡Soldados! La integridad de Francia está amenazada
por Prusia. "Quien amenaza a Francia, amenaza a la civilización y a la
libertad. "Voy a proteger a los franceses, que son nuestros mejores amigos
y a quienes amo tanto. "Vais conmigo a atravesar a nado el Océano, ¡pero
cuidado con mojar las municiones!"
Y se puso en marcha a la cabeza de su ejército. Entre tanto todo era confusión
y alarma en el palacio y en la ciudad. Cerca del panteón mandó hacer alto, y
allí le dieron alcance sus ministros, para disuadirle de seguir la marcha; y
como uno de ellos le preguntara por dónde iría el ejército a Francia, Melgarejo
le respondió:
-"¡Por el desecho!"
En aquellos momentos una lluvia torrencial empezó a caer, y con el agua se
refrescó la cabeza del general a quien lograron disuadir, al fin, sus
ministros, del tal atrevido proyecto que intentaba llevar adelante. Al
amanecer, el ejército regresaba a sus cuarteles y el capitán general a su
palacio.
(T. O'Connor D'Arlach - DICHOS Y HECHOS DEL GENERAL
MELGAREJO) CORTEGOSKY©
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