De la nota escrita ayer, sobre la lectura del libro “CARTAS PARA COMPRENDER LA HISTORIA DE BOLIVIA” en el largo viaje La Paz - Cochabamba, la parte que más llamó la atención de algunos amigos de esta red, es la enviada por una monja virgen de clausura al Presidente José Antonio de Sucre, la que ha pedido especial de ellos, paso a resumirla.
La carta de la monja INÉS es de diciembre de 1827. Luego de llamar Venerable Padre de la Patria, al Mariscal Sucre, le relata que a la edad de 15 años, sus padres influidos por una tía monja, la metieron contra su voluntad en un convento de clausura para que nadie más de Dios pueda disfrutar de su belleza, claustro oscuro en la que se la tenía encerrada rezando desde el amanecer hasta altas horas de la noche.
“Desde la tumba de inocentes – dice la desdichada monja --, desde el solitario recinto de un funesto claustro, albergue solo de la inocencia y para mí cubierto de las horrendas sombras de la noche del pesar, del horror y del tormento; de entre muros espantosos, cuya vista recuerda sin cesar el alma mía que, nacida libre, sociable y señora de sí misma para huir del mal y buscar mi dicha, SUFRO UN CAUTIVERIO ESPANTOSO en el reinado de la libertad y arrastro una cadena cuando en el último ángulo del continente sólo existen fragmentos de las que oprimían al Nuevo Mundo; yo me atrevo a elevar mi clamoroso ruego, acompañado de torrentes de lágrimas; me atrevo, digo, a elevar a los piadosos oídos de vuestra excelencia las quejas de una VÍCTIMA DEL FANATISMO, de la violencia, del respeto, del engaño, de la inexperiencia y de la debilidad y me lisonjeo esperar de un héroe que ha consagrado su vida, su sangre, sus intereses y su quietud a la libertad de la patria y al bien de los hijos de América, que no se desdeñará de echar una mirada de compasión sobre la más desdichada de las mortales…” La carta el larga y vale la pena leerla íntegra. Y, la historia dice que Sucre, hombre noble, luego de leer la carta dispuso la libertad inmediata de la monja INÉS, que a la sazón tenía 30 años, por considerar injusto su encierro por falta de consentimiento voluntario. A poco, Sucre sufrió un terrible atentado, 18 de abril de 1828, le destrozaron el brazo derecho de un balazo y lo pusieron al borde de la muerte. Cinco meses después, ya recuperado Sucre se fue de Bolivia dejando su famoso testamento, que no supimos cumplirlo. Pasados menos de dos años, Sucre fue muerto en Berruecos el 4 de junio de 1830, a la edad de 35 años. Su muerte fue todo un misterio y se lo esclareció gracias a un suceso paranormal. Unos soldados conducían a un forajido montado sobre su caballo y debidamente amarrado. Y, cuando se encontraban justo en el lugar donde cayó Sucre, el caballo del bandido se encabritó y no quiso moverse. Como el sitio era conocido, por el asesinato que allí se perpetró, los soldados intrigados por el misterioso suceso, sometieron a tortura al bandido, logrando su confesión de haber sido uno de los cuatro bandidos que mataron a Sucre, por encargo del Gral. José María Ovando, un caudillo militar de la zona del que nadie sospechaba ser autor intelectual del asesinato. Sucre fue el presidente más joven que tuvo Bolivia, tenía 30 años cuando se lo ungió presidente y fue el verdadero CREADOR de Bolivia, nuestro Padre. Los cielos esclarecieron su muerte por su noble obra en Bolivia y muchos actos de clemencia, humanidad y compasión como la liberación de la monja INÉS.
¡SALUDOS Y FELIZ NAVIDAD!
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