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INDIOS AYMARAS, QUECHUAS, MESTIZOS Y BLANCOS BOLIVIANOS / Apuntes de Felipe Medina Espada sobre la Guerra del Chaco (parte III)


Por: Felipe Medina Espada. 

INDIOS AYMARAS Y QUECHUAS
MESTIZOS Y BLANCOS BOLIVIANOS
(Guerra del Chaco)

Apuntes 4

17 junio 2020. Hrs. 12:35

Los soldados bolivianos eran de antesalas diversas, de pisos ecológicos opuestos, de costumbres de las más heterogéneas, pueblos con idiomas distintos, la mayoría arraigados a sus hábitos centenarios, "hombres pegados a la tierra de sus mayores" , cuando de pronto carteles de anuncios sorpresivos “llamamientos de la Patria” rompieron sus rutinas en sus querencias convocándoles ‘voluntariamente u obligados’ para acudir porque la Patria requería de sus servicios; enlistados y alistados fueron conducidos hasta la tierra asemejada con el infierno terrenal, que, antes del 15 de junio del año ’32 su cotidianidad vivía en armonía.

El presidente Daniel Salamanca, luego de que su pedido de préstamo de 50 mil libras esterlinas fuera aceptado por el “Rey del Estaño, Patiño”, con el propósito “de destinarlo para defender y dominar el Chaco y para incorporarlo a la soberanía de Bolivia hasta donde sea posible tener éxito” (LLALLAGUA, Trono del Rey del Estaño, Simón I. Patiño. 1998. Roberto Querejazu Calvo), se puso manos a la obra. Cuando miembros del ejército boliviano realizaban su labor encontraron una laguna en Pitiantuta, un oasis “milagroso en medio la inmensa sequedad del Chaco”, aunque ya los paraguayos lo habían “descubierto” resguardado por un grupo reducido de soldados, pero fueron desalojados por uniformados bolivianos, éstos, ofendidos, retornaron en número de 80 y luego 300 recuperando lo que “les pertenecía”. Fente a ello en un empuje de honor y represalia el ejército boliviano conquista el fortín paraguayo Boquerón... Fue en ese momento de junio de 1932 que las “pertenencias territoriales” empujaron a dos países en una guerra fratricida por tres años. 

Villamontes, ciudad pronteriza boliviana chaqueña es la meca, aunque, antes que brindar sanidad espiritual a los arribados, más bien es la intermedia adonde decenas de miles de jóvenes bolivianos de todas las altitudes llegan y desde donde son “destinados” a los sitios del “frente”, el “frente” es único, seco, árido y con un calor asfixiante y con frío extremo debido a los surazos. 

Ahí se los ve a los soldados padillenses Pastor Quevedo y Raúl Barrero, a Sixto Tapia, Wilfredo Dávila, Raúl Herboso de entre los presteños que caminaron larguísimas jornadas para conformar el Destacamento 111 chuquisaqueño, se juntarán los hermanos Querejazu Calvo (Carlos, Roberto, Gastón); llegará en otro momento “El Niño Soldado, Agustín Miguez”; llegarán decenas de miles de todo el territorio nacional, alrededor de 50 mil jamás retornarán a ver a sus madres ni hermanos ni hijos; de ahí a kilómetros, monte adentro, está el “frente”, éste, itinerante, se convertirá en el techo de soldados como Nolasco Medina Pacheco los prolongados 36 meses de sacrificio, demandado por la Patria. 

Esta historia continúa…

Con afecto, MANDINGO. 

Fotografía tomada de la obra Bolivia en el Siglo XX. 1999.

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