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TARIJA Y LOS HEROICOS PATRIOTAS DEL SUR EN LA BATALLA DE SUIPACHA

Batalla de Suipacha

 

Del libro: “Origen de la independencia de Tarija” de Luis Pizarro. Tarija –Bolivia. 1955.

Las divisiones patriotas emprendieron la retirada perseguidas de cerca por el enemigo. Una vez llegadas a Suipacha, de improviso se cambió la suerte de las armas. Aquí cabe hacer reminiscencia de una referencia histórica, que me dejó fuerte impresión y no olvido nunca.

Hace varios años en la ciudad de Salta, en una ocasión, el notable historiador citado, Dr. Bernardo Frías, como conocedor de los datos y documentos pertinentes a las acciones militares en que intervino el coronel Güemes, nos refirió al Dr. Francisco Pizarro y a mí el trascendental suceso de la batalla de Suipacha en la siguiente forma:

Habiendo acampado una tarde en ese lugar el general Balcarce con su tropa, de pron­to se presentó y puso bajo sus órdenes un escuadrón de caballería, formado por doscientos jinetes montados en buenos caballos enviados por el Gobierno revolucionario de Tarija para auxiliar a las tropas derrotadas. Conviene anotar que de aquella ciudad a ese punto no dista más de veinticinco leguas. Es por eso que llegó allí el escuadrón oportunamente, diez días después de la derrota que sufrieron, en Cotagaita, las tropas del general Balcarce.

Con ese fuerte aporte militar, resolvió éste afrontarse al ejército español y planteó la forma estratégica para librar una acción de armas definitiva. Para su ejecución ordenó que el escuadrón permaneciera oculto, en un sitio del camino a Tarija, en la quebrada de Supira, que desemboca en el angosto del río ¡Suipacha, y una vez que llegaran allí las tropas realistas, siguiendo la persecución de las patriotas, que retrocederían hasta ese punto, se lance la caballería a la carga contra aquéllas.

Y así fue que esos centauros tarijeños arremetieron violentamente contra el triunfante y envalentonado ejército enemigo, y, a punta de lanza rompieron sus compactas filas, las dispersaron y “acuchillaron”, como dice Yancy, por las anchas playas del río, adecuadas para la evolución de la caballería, arrojada al asalto sobre los soldados españoles, que caían bajo los cascos de los caballos. Y ese ataque súbito y singular, con arma blanca, fue un cambio genial de táctica, que desconcertó y desbarató al enemigo. En esos momentos de lucha sangrienta y feral, las quebrantadas y maltrechas tropas del general Balcarce, reaccionaron y, a su vez, acometieron a las adversarias, en acción audaz y conjunta con el escuadrón, alcanzando una rotunda victoria: el 7 de noviembre de 1810.

Fue este glorioso triunfo el primero de las armas libertadoras del Alto Perú.

La verdad de esa relación histórica, se halla corroborada y confirmada por documentos oficiales, de los que transcribiré lo esencial a continuación.

Al final del Parte de la batalla de Suipacha, enviado al Gobierno Revolucionario de Buenos Aires, se hace honor y mención especial al valeroso comportamiento de las fuerzas tarijeñas. He aquí lo que el documento oficial concluye diciendo: “No se sabe de nuestra tropa, contando con las de Tarija, cuál la que mejor se ha portado”. Esta gloriosa victoria “aseguró todo el Alto Perú a la revolución”. Tuvo los efectos y resultados de la batalla de Ayacucho.

En esos renglones se cita únicamente a las tropas tarijeñas, distinguiéndolas de las argentinas, para significar así que éstas y aquéllas se hallaban unidas y aliadas para alcanzar el ideal de libertad para los pueblos del Virreinato de Buenos Aires.

Y ello demuestra también, el hecho de que Tarija se encontraba constituida como Nación, gozando de absoluta independencia; es por eso que pudo aportar sus tercios y escuadrones de caballería al ejército de la Libertad.

El coronel argentino Yancy, quien intervino en la batalla de Suipacha, en sus memorias, señala el notable suceso siguiente: “Güemes que comandaba los escuadrones de Salta y Tarija, había acuchillado por una y otra banda del río Suipacha al enemigo”.

Fue una gloriosa y épica hazaña.

Es de notar que dicho coronel no hace mención alguna de otras tropas, y sólo asigna la victoria a los dos escuadrones formados por tarijeños y salteños.

El historiador y eminente escritor salteño D. Juan Martín Leguizamón, en su libro titulado “Límites con Bolivia”, dice en la pág. 77, lo siguiente: “Las milicias de Tarija triunfaron en la batalla de Suipacha”. De modo que sólo y únicamente a ellas atribuye tan brillante victoria.

Y la jornada fue tan grande y trascendental, que el enemigo ya no pudo ni intentó reaccionar, quedó desconcertado y aplanado en todo el altiplano.

La victoria alcanzada en las verdes riberas del río Suipacha, liberó al Alto Perú del dominio español. Desde ese día culminante, se abrió el camino a la cruzada de la libertad. El héroe supremo, nimbado por la gloria de tan brillante proeza, fue el general Balcarce, quien retornó su marcha victoriosa hacia adelante, hacia el Alto Perú, sin encontrar gran resistencia. Liberó Potosí, Sucre, Oruro, La Paz y pasó hasta el Desaguadero, límite del Virreinato de Buenos Aires; pero en Huaqui fue derrotado por el general Goyeneche, jefe del ejército real.

Citaré otro auténtico documento, fechado el 13 de julio de 1811, que coincide con los anteriores. Se trata de la proclama, encendida de patriotismo, del Gobierno Revolucionario de Tarija, en la que llama a los jóvenes a las armas después de la derrota de Huaqui, y dirigiéndose al pueblo, entre otras cosas, le dice: “En Suipacha os cubristeis de GLORIA GANANDO UNA VICTORIA”.

Y esta es la verdad neta y pura.

No podemos resistir a la tentación de transcribir tan importante documento que revela cultura y suprema vehemencia para defender la libertad ganada con cruentos sacrificios, dice así: “Valerosos tarijeños, desde los primeros momentos en que supisteis que la inmortal Buenos Aires trataba de defender a la Patria de la esclavitud y tiranía en que ha gemido por tres siglos, manifestasteis vuestra adhesión a ese gran sistema, y cuando alguno de los pueblos circunvecinos se disponía a sofocarlo en su nacimiento, vosotros le disteis lecciones de patriotismo… La Patria os llamó a Santiago (de Cotagaita) en su defensa y volvisteis a socorrerla. Allí peleásteis con unas tropas veteranas, aguerridas y superiores en número; y a pesar de estas ventajas que debían asegurarles la victoria, las obligasteis a encerrarse en sus trincheras. En Suipacha os cubristeis de gloria ganando Una victoria... En estas críticas circunstancias os vuelve a llamar la Patria, informada de vuestro valor, que ha resonado en los ángulos remotos de este continente… Vosotros tenéis una gran parte en la sagrada obra de nuestra libertad, no la dejéis imperfecta, consumadla; vosotros habéis ceñido vuestras sienes con los laureles inmarcesibles en los campos del honor: no permitáis que una infame cobardía los marchite. No temáis a esas huestes mercenarias... Aprontaos, pues, para correr a Viacha, a uniros con vuestros hermanos, que han dado pruebas de valor en la acción del 20 de junio (la batalla de Huaqui). Regad, si es posible, con vuestra sangre, esas áridas campiñas, para que produzcan la frondosa palma de la victoria, que va a decidir de nuestra felicidad y de nuestra suerte. Haced este último y generoso sacrificio en obsequio de la madre Patria. Ella lo recompensará a su tiempo y trasmitirá su memoria a la posteridad más remota, escribiendo en los fastos de esta sagrada revolución el siguiente epíteto: Tarija me libertó: Tarija me salvó”.

Este heroico llamamiento, lleno de fuego patriótico, encendió el corazón de la juventud, que corrió a alistarse y tomar las armas para defender la Libertad en sangrientas y sucesivas batallas.

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