Carmen Warachi Sinchi-Roca |
Fuente: Periodico Pukara Nro 5 / Artículo escrito por Marina
Ari M.
La persona que haría de Pando el tata apoyado por un poderoso ejército aymara, el vencedor de la oligarquía sucrense, el jefe de la nueva oligarquía paceña y presidente de Bolivia, fue su esposa, Carmen Warachi Sinchi-Roca, descendiente de caciques aymaras y qichwas, oriunda de Sica Sica, uno de los núcleos de la nación aymara.
Los Guarachi en el s. XVII son los caciques más importantes de los Pacajes. Miembros de esta familia tuvieron estrecha relación con los señores del Cuzco, posteriormente se plegaron a los españoles convirtiéndose en colaborantes. El historiador aymara Roberto Choque menciona la importancia del “pacto aymara qichwa” que significa la familia Warachi, una de cuyas ramas tenía ascendencia inka. Esta familia gobernó un territorio comprendido desde el Desaguadero hasta lo que hoy es Potosí y Chuquisaca. En su investigación sobre Jesús de Machaqa, Choque menciona que algunos miembros de esta familia se convirtieron en abusivos caciques, sin embargo meritoriamente conservaron el orden de los originales ayllus aymaras. Este mantenimiento -sobre todo en Pacajes y Omasuyos- facilitó el nucleamiento e irradiación de las luchas libertarias aymaras.
Por otra parte los Sinchi Roca son evidencia del relacionamiento entre aymaras y qichwas. El Cuzco antes de los inkas estaba habitado por aymaras. El primer Sinchi Roca, hijo de Manco Capac y Mama Ocllo, gobernó por más de 20 años, probablemente desde 1230. A él se le atribuye la ampliación del Intiwasi como inicio de los ritos al sol y la construcción de los primeros camellones escalonados en gran escala. El segundo Sinchi Roca, Apu Sinchi Roca, era hijo de Yamque Yupangue décimo Inka y hermanastro de Huayna Capac. Aparentemente los Sinchi Roca se limitan al Perú, sin embargo, es conocida la estrategia aymara para encarar el expansionismo Inka: el casamiento de aymaras con qichwas. Posteriormente la Nación Aymara se unió profundamente con la Qichwa en una hermandad forjada en un origen común y en una historia de similar sufrimiento ante el avasallamiento, explotación y genocidio de la invasión española.
Bajo estos antecedentes familiares de la esposa de Pando se comprende que el apoyo de los aymaras no surgió de la nada, como pretende cierta historia boliviana que buscan minimizar la importancia de los originarios. Cuando no pueden eludir algún hecho relevante protagonizado por un indígena, lo presentan como bárbaro, salvaje, y otros apelativos racistas.
Salvo el profundo estudio de Condarco, no explican cómo un ejército en desventaja de armas y con poca preparación para la guerra (el de Pando), venció al ejercito constitucional, mejor armado y en el que participaban militares entrenados. Pareciera que Pando fue el gran protagonista, el líder de excepcionales cualidades militares, estratégicas y políticas, cuando fue el Willka Pablo Zárate el de las impresionantes dotes guerreras, políticas y estratégicas. Como él era un indio aymara, los bolivianos le reconocen en su historia solo el papel de “salvaje come-q’aras”.
En realidad, la circunstancia que permitió a Pando cumplir
sus ambiciones fue su matrimonio con una influyente aymara qichwa. La familia
Warachi posibilitó ese diálogo intercultural entre la casta minoritaria
blancoide q’ara y la explotada pero numerosa aymaridad, diálogo que se dio en
pocas oportunidades en la historia boliviana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario