Por: Percy Boris Brun Torrico / Extracto de la tesis de
doctorado en historia, titulado: Contribución del discurso político de la
prensa de la ciudad de la paz a la construcción del imaginario nacional de Bolivia
(1829-1899). 2011.
La definición teórica de Estado-nación es aún más difícil de
aplicar en Bolivia en la primera mitad del siglo XIX, donde el capitalismo no
se había instalado. En 1825, año de la independencia de Bolivia, la economía de
Charcas estaba en bancarrota. La Guerra de Independencia había sido
devastadora. La minería de la plata de Potosí en quiebra. Los obrajes de los
valles en decadencia. Tierras abandonadas por parte de hacendados arruinados.
El comercio entre La Paz, Potosí, Cochabamba, Oruro y Arica muy reducido(1).
Tanto que el joven Estado “independiente” tuvo que vivir de los tributos
indígenas. No existía el “capitalismo impreso” - cuya función fue determinante
en la homogenización de la sociedad a través de la estandarización de las
lenguas en Europa, y para la organización de los Estados-nación europeos y
norteamericanos. La primera imprenta fue traída por el ejército del Libertador
hacia 1820; y el primer periódico impreso, el Cóndor de Bolivia, apareció en
1825 después de la fundación de la República.
No sucedió en Bolivia la transición de la sociedad agraria
(estratificada, dogmática y absolutista) hacia la industrialización que
homogeniza la cultura y crea las diferencias de clase social, proceso fundamental
para el establecimiento de los Estados-nación modernos en Occidente, tal como
plantean E. Gellner(2) y varios autores. No obstante, tampoco se trata de
afirmar que la Nación boliviana haya emergido de la nada. Ese espacio
geográfico constituido en Estado en 1825, tuvo valores simbólicos y culturales
concretos, de lo contrario no se explicaría su persistente existencia durante
más de 186 años. En este razonamiento vale mencionar las reflexiones de
Condarco:
La fundación de Bolivia no es como se ha pensado a menudo,
una improvisación de la que hay que responsabilizar a un hombre o a unos
cuantos hombres deseosos de hacer del Alto Perú un Estado para convertirse en
los árbitros de su destino (...) la sociedad colonial de Charcas, núcleo
precursor de la posterior nacionalidad altoperuana, ya en los comienzos de su
incipiente arborecer, llevaba consigo el germen de una conciencia colectiva
individualizada no sólo completamente diferente de cuanto hubo en comunidades
vecinas (...) No es pus fruto de empeño insostenible y arbitrario, aseverar que
en las postrimerías del siglo XVI, la sociedad colonial de Charcas llevaba
consigo una nacionalidad en ciernes en sus entrañas. Pues la nacionalidad
existe, desde el momento en que hay un seno materno que le da vida, y, el
principal factor extrínseco que hizo las veces de él fue la Audiencia de
Charcas creada por reales cédulas del 12 de junio de 1559 (...) Esa
nacionalidad tiene ya un espíritu (...) en la explotación del Cerro Rico de
Potosí (...)(3)
En efecto, desde el siglo XVI en la Audiencia de Charcas se
había desarrollado un intenso mercantilismo que funcionaba sobre la base de la
explotación y exportación de la plata de Potosí. (4) La economía colonial,
fundamentada en la minería, enfatizó vínculos de encuentro en un espacio
geográfico que iba desde el sur del Perú (Arequipa) hasta el Sur de Charcas
(Tarija). El circuito exportador del mineral en el reinado de los Habsburgo era
Potosí-La Paz (o Oruro)-Arica, aunque con el régimen Borbón del siglo XVIII
gran volumen de la plata se dirigió hacia Buenos Aires. De La Paz se
comercializaba coca hacia Potosí al sur y Arequipa al norte. Los obrajes de
textiles cochabambinos abastecían a La Paz, Chuquisaca, Potosí. Los
comerciantes que se encontraban entre sí en La Paz, Cochabamba, Chuquisaca,
Potosí y Arica establecieron, seguramente, un espacio geográfico “virtual” que
los unificaba y los identificaba. De esta manera, el circuito mercantilista y
comercial de Charcas configuró lo que R. Soler denomina como precapitalismo, en
el transcurso del cual se fueron gestando paulatinamente las naciones.(5) Soler
propone el ejemplo de la Nación-árabe (Egipto) donde, a decir de Samir Amin,
los comerciantes-guerreros habían unificado la Nación. En Charcas no eran
comerciantes guerreros, pero se movían en espacios determinados. Pese al estado
calamitoso de la economía de Charcas a principios del siglo XIX, los circuitos
mercantiles y comerciales no se habían olvidado, y dieron lugar después a
sentimientos de identidad con el territorio y la Nación.
Otros aspectos protonacionales que hacen a la Nación
boliviana pueden ser: 1) el sentimiento psicológico de animadversión ya sea al
virreinato del Perú o al Virreinato del Río de la Plata, 2) La Ilustración, 3)
El idioma Castellano, 4) La “guerra doméstica”, y 5) Las “republiquetas” con
los patricios que lucharon por la Independencia. A continuación se habla
brevemente de ellas.
Es tesis de Roca que la gente de Charcas se sentía agraviada
por el vasallaje al cual estuvo sometida primero por el Virreinato del Perú y
luego por el del Río de La Plata. Ambos virreinatos se ocupaban sólo de la
riqueza minera de Charcas. Tal sentimiento se exasperó más durante la guerra de
Independencia, cuando los ejércitos ya sea realistas o republicanos ingresaban
a territorio altoperuano cometiendo abusos y expoliando cuanto podían a su
paso. Roca (2007) sostiene que el conflicto de Charcas no era contra España,
sino contra las cabeceras virreinales, y aquí se habría configurado un
sentimiento de pertenencia nacionalista.
Pese a que en Charcas la imprenta ingresó recién al
independizarse la República, el pensamiento ilustrado caló muy fuerte en las
mentes de la elite criolla. El papel de la Universidad San Francisco Xavier de
Chuquisaca (fundada en 1624 por los jesuitas) fue determinante para la difusión
de esas ideas. Al finalizar la guerra, Charcas quedó destruida económicamente,
mas las ideas de la ilustración siguieron vivas, y sobre ellas se asentaría la
posterior creación de la Nación.
El idioma Castellano es actualmente cuestionado por el
pensamiento “multinacional” por haber sido, aparentemente, excluyente. En
efecto, era la lengua hablada por la pequeña elite pseudoaristocrática que
manejaba Charcas y explotaba al indígena. Sin embargo, siguiendo el
razonamiento de Hobsbawn, el Castellano era el idioma oficial que permitía la
comunicación de la administración en Charcas; un idioma hasta cierto punto
“neutral” que indirectamente empujaba a la unificación para comunicarse en el
territorio. Lo negativo de esa lengua es que no llegó a generalizarse,
extenderse y popularizarse sino hasta bien entrado el siglo XX.
La “guerra doméstica” es la contienda que sostuvieron el
Virrey José La Serna y el general Pedro Antonio Olañeta a partir de 1821, el
primero de ideología constitucionalista (liberal), el segundo absolutista. Al
enfrentarse Olañeta contra el Virrey estableció militarmente una jurisdicción
territorial específica de Charcas; ¿su propósito fue mantener a Charcas como
región autónoma o simplemente buscaba un último reducto territorial para la
monarquía española?; según Roca, la primera posibilidad de esta pregunta es la
respuesta más posible(6) .
El siguiente elemento protonacional: Las guerrillas
denominadas “republiquetas”. No hubo una batalla decisoria que libertara a
Bolivia; en cambio, sí hubo guerrillas que estuvieron activas en territorio de
Charcas por más de 15 años. La propia historiografía boliviana no les otorga el
énfasis merecido. Las republiquetas principales eran: Larecaja (La Paz),
Camargo, Betanzos (Chuquisaca), Mizque (Cochabamba), Warnes (Santa Cruz) y, la
más importante, Ayopaya (entre Cochabamba y los Yungas de La Paz). Aunque la
mayoría de ellas fueron influidas por el gobierno del Río de La Plata, sin
embargo su inclaudicable actividad sentó soberanía en un territorio, el cual
después sería la Nación boliviana.
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1 Sobre el estado de la economía boliviana al iniciarse la
República véase: Herbert Klein (1982), Historia general de Bolivia, La Paz,
Juventud.
2 Véase: Ernest Gellner (1997), Naciones y nacionalismo,
Madrid, Alianza Editorial, p. 77-141.
3 Ramiro Condarco Morales (1977), Orígenes de la nación
boliviana, La Paz, pp. 8-10.
4 Sobre la economía de Charcas, una excelente descripción la
brinda un autor anónimo en el Texto: Ana María Lema (1994), edit., Bosquejo del
estado en que se halla la riqueza nacional de Bolivia con sus resultados,
presentado al examen de la Nación por un Aldeano hijo de ella. Año de 1830,
Plural, La Paz.
5 Ricauter Soler (1980), Idea y cuestión nacional
latinoamericanas, Siglo Veintiuno, 1ra. ed., p. 18.
6 Por ejemplo, Roca manifiesta lo siguiente: “Fue él [P.A.
Olañeta] quien concibió un poderoso estado boliviano que incluía a Salta,
Jujuy, Tarapacá y Puno. Con sus armas ocupó ese extenso territorio despojándolo
de toda sujeción tanto a España como a Buenos Aires o a Lima y abrió
negociaciones con Bolívar y Sucre a comienzos de 1825 para definir juntos el
destino de Charcas” (2007: p. 579). Desde este punto de vista, Pedro Antonio de
Olañeta vendría a ser el verdadero Libertador de Bolivia, título que incluso el
propio Bolívar estaba dispuesto a concederle, pero sin tratarlo de igual a
igual.
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